16/05/2022, 18:57
Se había levantado de mal humor. De hecho, mal humor era un malentendido. Estaba muy enfadada, con todos y cada uno de los presentes. Los noventa y seis y la madre que los parió a todos. Ojalá y se volcase el estúpido barco y todos se ahogasen y así sabrían lo que tenía que sufrir ella. ¡Nadie sabía lo que estaba sufriendo!
Sin embargo, seguía siendo una buena chica. Así que se limitó a quedarse callada y hacer lo que coño tuviese que hacer en aquel precioso día de viaje en barco. ¿Qué demonios hacían en un puto barco? El idiota, eso hacían. ¡Deberían estar en la batalla!
Por suerte, la batalla vino a ellos en forma de tormenta arrasadora. No sabía si sentirse mal por haber invocado a esa tormenta con sus deseos de que se hundiese el barco. La verdad es que tener algo en lo que pensar, aunque eso fuese la inclemencia del tiempo y su inevitable fin, era algo reconfortante. Así se olvidaba de que su vida no era más que sufrimiento. ¡Nunca podía tener lo que quería! ¡Siempre tenía que estar sufriendo por los demás! ¡Pues estaba cansada de ser tan tonta!
Dos horas después de que se sirviese la cena, el gilipollas que tenían por líder apareció a decir mierdas. Justo lo que una necesitaba antes de irse a dormir en un día que había sido todo un suplicio mental, un sermón. Uchiha Raito les dio la noticia más estúpida que podía y después... después desveló que era otro estúpido.
Se arrancó la cara para desvelar que era Uchiha Datsue. Su Uzukage. Hana solo frunció el ceño y contrajo la cara en señal de puro asco. ¡Se acababa de arrancar la cara! Qué asco. ¡Existía el Henge! De hecho, ¿para qué demonios había venido Datsue a esa misión? Saltó de inmediato.
— ¿Qué haces aquí, Datsue? ¡Deberías estar en la villa! ¡¿Y si ataca Kurama?! — gritó dando un golpe en la mesa, visiblemente enfadada.
¡Ese era el puto trato! ¡Ellos se la jugaban en aquella misión y él protegía la villa! Le importaba una putisima mierda quien coño hubiese metido en su despacho, ¡nadie sería tan poderoso como él! ¡Y aquella misión era de infiltración! ¿Qué pintaba esa bomba andante en ella? ¡Absolutamente nada!
Sin embargo, seguía siendo una buena chica. Así que se limitó a quedarse callada y hacer lo que coño tuviese que hacer en aquel precioso día de viaje en barco. ¿Qué demonios hacían en un puto barco? El idiota, eso hacían. ¡Deberían estar en la batalla!
Por suerte, la batalla vino a ellos en forma de tormenta arrasadora. No sabía si sentirse mal por haber invocado a esa tormenta con sus deseos de que se hundiese el barco. La verdad es que tener algo en lo que pensar, aunque eso fuese la inclemencia del tiempo y su inevitable fin, era algo reconfortante. Así se olvidaba de que su vida no era más que sufrimiento. ¡Nunca podía tener lo que quería! ¡Siempre tenía que estar sufriendo por los demás! ¡Pues estaba cansada de ser tan tonta!
Dos horas después de que se sirviese la cena, el gilipollas que tenían por líder apareció a decir mierdas. Justo lo que una necesitaba antes de irse a dormir en un día que había sido todo un suplicio mental, un sermón. Uchiha Raito les dio la noticia más estúpida que podía y después... después desveló que era otro estúpido.
Se arrancó la cara para desvelar que era Uchiha Datsue. Su Uzukage. Hana solo frunció el ceño y contrajo la cara en señal de puro asco. ¡Se acababa de arrancar la cara! Qué asco. ¡Existía el Henge! De hecho, ¿para qué demonios había venido Datsue a esa misión? Saltó de inmediato.
— ¿Qué haces aquí, Datsue? ¡Deberías estar en la villa! ¡¿Y si ataca Kurama?! — gritó dando un golpe en la mesa, visiblemente enfadada.
¡Ese era el puto trato! ¡Ellos se la jugaban en aquella misión y él protegía la villa! Le importaba una putisima mierda quien coño hubiese metido en su despacho, ¡nadie sería tan poderoso como él! ¡Y aquella misión era de infiltración! ¿Qué pintaba esa bomba andante en ella? ¡Absolutamente nada!