20/05/2022, 21:40
(Última modificación: 22/05/2022, 14:08 por Yamanouchi Moguko. Editado 1 vez en total.)
Los inviernos eran un poco crudos, los días eran cortos y cada rayito de sol era un regalo de la mismísima deidad Solar. Pero en Amegakure parecía que todos se habían puesto de acuerdo, incluso el clima, para rechazar ese regalo, por lo que se sentía particularmente frío un día de invierno en la aldea.
Moguko partió con prisa y tapada tanto como le permitía su atuendo, refugiada de la lluvia debajo de su capa y protegiendo sus pies con sus botas blancas. Por fuera podía verse una representación física de su aliento escapando de su cuerpo por la diferencia de temperatura. El ritmo de la muchacha era inusual, estaba emocionada, quizás un poco más de lo normal.
Pero.
¿Cómo no estarlo? aquel día iba a realizar una misión, iba a aportar a su aldea, y no cualquier misión, una misión en equipo.
Una sonrisa inocentona estaba grabada en su rostro, le maravillaba la idea de conocer un grupo de gente nueva para trabajar juntos.
¿Qué clase de personas serán? ¡Ojala nos llevemos bien!
Deseaba con sinceridad mientras se abría paso hasta el Torreón esquivando tantos charcos como la geografía de las calles se lo permitían.
Se aventuró tan rápido como pudo para llegar a sala donde debía encontrarse con el resto de la gente, pero se detuvo unos metros antes para recuperar el aliento.
De acuerdo, Yamanouchi. Debes relajarte, una kunoichi debe estar en control de sus sentimientos.
Se dijo a si misma antes de cruzar el portal de la entrada.
—¿...?
Miró la sala con detenimiento, apreciando las instalaciones con marcado deterioro. Era el lugar, claramente, pero no había nadie aún.
—¿Llegué demasiado pronto?
Susurró mientras se agarraba el mentón y entraba al recinto. Buscó con la mirada señales de vida pero rápidamente concluyó de que no había nadie más ahí.
—Bueno, llegar un poco mas temprano no debería ser problema.
Moguko partió con prisa y tapada tanto como le permitía su atuendo, refugiada de la lluvia debajo de su capa y protegiendo sus pies con sus botas blancas. Por fuera podía verse una representación física de su aliento escapando de su cuerpo por la diferencia de temperatura. El ritmo de la muchacha era inusual, estaba emocionada, quizás un poco más de lo normal.
Pero.
¿Cómo no estarlo? aquel día iba a realizar una misión, iba a aportar a su aldea, y no cualquier misión, una misión en equipo.
Una sonrisa inocentona estaba grabada en su rostro, le maravillaba la idea de conocer un grupo de gente nueva para trabajar juntos.
¿Qué clase de personas serán? ¡Ojala nos llevemos bien!
Deseaba con sinceridad mientras se abría paso hasta el Torreón esquivando tantos charcos como la geografía de las calles se lo permitían.
Se aventuró tan rápido como pudo para llegar a sala donde debía encontrarse con el resto de la gente, pero se detuvo unos metros antes para recuperar el aliento.
De acuerdo, Yamanouchi. Debes relajarte, una kunoichi debe estar en control de sus sentimientos.
Se dijo a si misma antes de cruzar el portal de la entrada.
—¿...?
Miró la sala con detenimiento, apreciando las instalaciones con marcado deterioro. Era el lugar, claramente, pero no había nadie aún.
—¿Llegué demasiado pronto?
Susurró mientras se agarraba el mentón y entraba al recinto. Buscó con la mirada señales de vida pero rápidamente concluyó de que no había nadie más ahí.
—Bueno, llegar un poco mas temprano no debería ser problema.