11/09/2022, 12:36
Hana fue testigo de como las fuerzas de Kurama se venían abajo después de una sola técnica de su Uzukage. No iba a ser ella la que dijese que esa técnica no había sido tan espectacular que ella misma había sentido autentico pavor. Por suerte, ver a Datsue siempre la tranquilizaba. Las palabras de su discurso siempre resonarían en su interior. Él era su escudo. Mientras él estuviese cerca, estaría bien.
Eso la había ayudado a mantener una especie de calma fragil, que probablemente se rompiese en cuanto acabase el combate. Mientras Datsue la necesitase, se mantendría en pie.
— Suzaku, ¿estás bien? — le repitió una vez estuvo a su lado, intentando ayudarla a mantenerse en pie con cuidado de no sobresaltarla.
El general y sus compañeros seguían discutiendo y Datsue parecía estar recuperando el aliento. Ahora tocaba preocuparse de ellos mismos y la que más preocupaba a Hana era Suzaku. Además de sus heridas, temblaba como una hoja y no parecía reaccionar. No estaba segura de si era por el dolor o por la escena.
— Todo está bien, ¿vale? Te pondrás bien.— le prometió girandose a Datsue — ¡Uzukage-sama! ¿Qué hacemos?
A pesar de la tranquilidad aparente, la capacidad de decisión de Hana estaba por los suelos. Solo actuaba en impulsos, debía ayudar, debía pelear, fuera de eso era una ameba. Esperaba que Datsue, el experimentado, el intrepido, supiese qué hacer ahora.
Eso la había ayudado a mantener una especie de calma fragil, que probablemente se rompiese en cuanto acabase el combate. Mientras Datsue la necesitase, se mantendría en pie.
— Suzaku, ¿estás bien? — le repitió una vez estuvo a su lado, intentando ayudarla a mantenerse en pie con cuidado de no sobresaltarla.
El general y sus compañeros seguían discutiendo y Datsue parecía estar recuperando el aliento. Ahora tocaba preocuparse de ellos mismos y la que más preocupaba a Hana era Suzaku. Además de sus heridas, temblaba como una hoja y no parecía reaccionar. No estaba segura de si era por el dolor o por la escena.
— Todo está bien, ¿vale? Te pondrás bien.— le prometió girandose a Datsue — ¡Uzukage-sama! ¿Qué hacemos?
A pesar de la tranquilidad aparente, la capacidad de decisión de Hana estaba por los suelos. Solo actuaba en impulsos, debía ayudar, debía pelear, fuera de eso era una ameba. Esperaba que Datsue, el experimentado, el intrepido, supiese qué hacer ahora.