9/10/2022, 12:55
Sentía como si alguien le hubiese clavado dos cuchillos al rojo vivo en los ojos. Era peor que cualquier herida que hubiese sufrido. Era un dolor que le nacía del interior de los ojos, que le abrasaba las órbitas, que le consumía las retinas.
Pero caía. Caía y no había tiempo para andarse quejando. No lo vio, pero alguien le había envuelto con una especie de cuerda y le habían lanzado hacia arriba. No con mucha fuerza, cabe decir, apenas notó que aminoraba la marcha.
«Nos vamos a matar», pensó, presa del pánico. En un esfuerzo titánico, como el que trata de mirar directamente el sol tras pasarse un día entero encerrado en la oscuridad, logró entreabrir lo suficiente un ojo para ver a dos de sus ninjas abajo. De su cuerpo nacieron dos brazos de arena que los atraparon —¿eran Hayato y Hana?—. Se dio la vuelta, colocándolos arriba de él y…
… y dejó que Shukaku hiciese el resto.
Porque los ninjas de Uzu ya no caían sobre Datsue. Caían sobre Shukaku. En su forma original, primitiva y gigantesca. Shukaku disparó desde la boca un torrente de arena que golpeó y dañó a las Espadas de Datsue, un géiser dorado que frenó la velocidad de la caída.
Entonces se produjo un estruendo que arrancó un quejido a Shukaku. Había caído de espaldas sobre el campo encharcado de arroz, y sobre su barriga, los ninjas.
—¡¡¡AAAGGGGHHH!!! ¿¡¡¡NO PODIAS HABER DESCENDIDO ANTES!!!? —preguntó, en cuanto recuperó el aliento que le había arrancado de los pulmones el tremendo impacto contra el suelo. Dolorido, se levantó con molestias sin la mínima preocupación de no dañar a los ninjas que todavía estaban sobre él.
El sol de la mañana todavía no se había asomado en el horizonte, y con las nubes tapando la luna y las estrellas, apenas veían nada. Apenas… pero lo suficiente como para discernir a Shukaku en todo su esplendor.
Pero caía. Caía y no había tiempo para andarse quejando. No lo vio, pero alguien le había envuelto con una especie de cuerda y le habían lanzado hacia arriba. No con mucha fuerza, cabe decir, apenas notó que aminoraba la marcha.
«Nos vamos a matar», pensó, presa del pánico. En un esfuerzo titánico, como el que trata de mirar directamente el sol tras pasarse un día entero encerrado en la oscuridad, logró entreabrir lo suficiente un ojo para ver a dos de sus ninjas abajo. De su cuerpo nacieron dos brazos de arena que los atraparon —¿eran Hayato y Hana?—. Se dio la vuelta, colocándolos arriba de él y…
… y dejó que Shukaku hiciese el resto.
Porque los ninjas de Uzu ya no caían sobre Datsue. Caían sobre Shukaku. En su forma original, primitiva y gigantesca. Shukaku disparó desde la boca un torrente de arena que golpeó y dañó a las Espadas de Datsue, un géiser dorado que frenó la velocidad de la caída.
Entonces se produjo un estruendo que arrancó un quejido a Shukaku. Había caído de espaldas sobre el campo encharcado de arroz, y sobre su barriga, los ninjas.
—¡¡¡AAAGGGGHHH!!! ¿¡¡¡NO PODIAS HABER DESCENDIDO ANTES!!!? —preguntó, en cuanto recuperó el aliento que le había arrancado de los pulmones el tremendo impacto contra el suelo. Dolorido, se levantó con molestias sin la mínima preocupación de no dañar a los ninjas que todavía estaban sobre él.
El sol de la mañana todavía no se había asomado en el horizonte, y con las nubes tapando la luna y las estrellas, apenas veían nada. Apenas… pero lo suficiente como para discernir a Shukaku en todo su esplendor.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado