9/10/2022, 17:08
Un sonoro ruido interrumpió el sueño de la amejín a primera hora de la mañana. Aquello la hizo arrugar un poco la frente, y después buscar el origen de esto. Había una piedra, y varios cristales por el suelo. ¿Sería un par de mocosos o gamberros? A lo mejor había elegido un mal barrio. Sin embargo, algo en la piedra llamó su atención, una pequeña nota. Tras tomarla y leerla, algo atolondrada por el sueño, sintió como las sabanas caían por uno de sus hombros sobre la nada. Se giró casi de inmediato, para no ver nada más allá del surco que tal vez había hecho el cuerpo de Hana al dormir o al ser llevada.
A medio camino, su portaobjetos y la kodachi que solía utilizar.
Aquello no podía ser real, ¿verdad? Tan solo era una pesadilla, una... Pero su corazón impulso al resto de su cuerpo. Se levantó rápidamente, recogiendo las pertenencias de Hana y agrupándolas en un lado. Bajó las escaleras de forma apresurada, haciendo un acelerado y fuerte ruido con sus piernas conforme se acercaba hasta la recepción. Se la veía visiblemente agitada, y en cuanto alguien de los que le habían atendido ayer la viera, está solo le diría que iba a estar al menos un día más.
Tras ello corrió al lugar indicado, sin cerrar el haori negro que llevaba. No detuvo la carrera por muy agotada que estuviera, ni por mucho que le faltara el aire, por lo que cuando alcanzó aquel sitio, seguramente estaba empapada en sudor, casi sin aliento y la ropa mal colocada. Su espada era visible en el lateral de su cintura, ni siquiera había pensado en que tenía que dejarla allí.
Ren miraría entonces a los lados, inquieta e intentando buscar alguna señal. Como le pasara algo a Hana, lo más mínimo, le cortaría la cabeza al bastardo que hizo aquello.
A medio camino, su portaobjetos y la kodachi que solía utilizar.
Aquello no podía ser real, ¿verdad? Tan solo era una pesadilla, una... Pero su corazón impulso al resto de su cuerpo. Se levantó rápidamente, recogiendo las pertenencias de Hana y agrupándolas en un lado. Bajó las escaleras de forma apresurada, haciendo un acelerado y fuerte ruido con sus piernas conforme se acercaba hasta la recepción. Se la veía visiblemente agitada, y en cuanto alguien de los que le habían atendido ayer la viera, está solo le diría que iba a estar al menos un día más.
Tras ello corrió al lugar indicado, sin cerrar el haori negro que llevaba. No detuvo la carrera por muy agotada que estuviera, ni por mucho que le faltara el aire, por lo que cuando alcanzó aquel sitio, seguramente estaba empapada en sudor, casi sin aliento y la ropa mal colocada. Su espada era visible en el lateral de su cintura, ni siquiera había pensado en que tenía que dejarla allí.
Ren miraría entonces a los lados, inquieta e intentando buscar alguna señal. Como le pasara algo a Hana, lo más mínimo, le cortaría la cabeza al bastardo que hizo aquello.