12/10/2022, 21:53
Salió de su casa e inhaló profundamente. Un respiro. Un soplo de aire fresco. Parecía renovado.
—Taratatá taratatá. — Tarareaba un ritmo que no podía sacar de su cabeza. Los que lo veían en la calle podían pensar que estaba muy feliz o loco, tal vez ambas.
Entre la confianza y la distracción, poco le movía de qué lo etiquetaba la gente que lo veía. Más nervios sentía por lo que estaba a punto de hacer. Había sido citado por el actual Uzukage, sin tener mucha idea del porqué. Tenía casi seguro que no podía ser nada de gravedad, intentaba nunca meterse en ningún lío. Por lo que era una oportunidad de conocer a una de las mayores figuras que podía tener Uzushio. Con algo de suerte, y si el tiempo del Uchiha era el suficiente, podía llegar a sacarle alguna historia para agregar a uno de sus diarios. De lo contrario, ya le era suficiente con simplemente conocerle.
Todo eso que tenía en mente, además de ese ritmo que no paró de tararear, le hicieron llegar al Edificio mucho más rápido de lo que esperaba. Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba cruzando aquella puerta que estaba casi todo el día abierta. Detuvo su canturreo y se dirigió directamente hacia la recepción.
Aguardó sentado y paciente su turno. Por suerte andaba bastante cómodo, vistiendo su camiseta sin mangas, algo holgada, lisa y de color blanca. Abajo unos pantalones negros y las botas ninjas. Con sus dedos jugaba con uno de los pendientes que le cuelgan de la oreja.
«¿Debí traerle algo al Uzukage como muestra de aprecio? No quería parecer irrespetuoso, no traje nada. Pero, ¿y si piensa que soy irrespetuoso por no traer nada? Ni sé como se procede en este tipo de reuniones ¿Es como si estuviera tratando con mi jefe? No lo sé...»
Nuevamente, sus pensamientos le ayudaron a acelerar el tiempo de alguna manera. Otra vez, se le había hecho rápida la espera para ver a Datsue-sama y ya tenía en frente la puerta hacia aquella oficina. Tocó dos veces, firme y claro.
—Permiso. — Musitó dulce, algo agudo y con seguridad.
Abrió la puerta lentamente y esperando la afirmativa por dentro. En el caso de esta, se metería al despacho y observaría como era allí.
—Taratatá taratatá. — Tarareaba un ritmo que no podía sacar de su cabeza. Los que lo veían en la calle podían pensar que estaba muy feliz o loco, tal vez ambas.
Entre la confianza y la distracción, poco le movía de qué lo etiquetaba la gente que lo veía. Más nervios sentía por lo que estaba a punto de hacer. Había sido citado por el actual Uzukage, sin tener mucha idea del porqué. Tenía casi seguro que no podía ser nada de gravedad, intentaba nunca meterse en ningún lío. Por lo que era una oportunidad de conocer a una de las mayores figuras que podía tener Uzushio. Con algo de suerte, y si el tiempo del Uchiha era el suficiente, podía llegar a sacarle alguna historia para agregar a uno de sus diarios. De lo contrario, ya le era suficiente con simplemente conocerle.
Todo eso que tenía en mente, además de ese ritmo que no paró de tararear, le hicieron llegar al Edificio mucho más rápido de lo que esperaba. Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba cruzando aquella puerta que estaba casi todo el día abierta. Detuvo su canturreo y se dirigió directamente hacia la recepción.
Aguardó sentado y paciente su turno. Por suerte andaba bastante cómodo, vistiendo su camiseta sin mangas, algo holgada, lisa y de color blanca. Abajo unos pantalones negros y las botas ninjas. Con sus dedos jugaba con uno de los pendientes que le cuelgan de la oreja.
«¿Debí traerle algo al Uzukage como muestra de aprecio? No quería parecer irrespetuoso, no traje nada. Pero, ¿y si piensa que soy irrespetuoso por no traer nada? Ni sé como se procede en este tipo de reuniones ¿Es como si estuviera tratando con mi jefe? No lo sé...»
Nuevamente, sus pensamientos le ayudaron a acelerar el tiempo de alguna manera. Otra vez, se le había hecho rápida la espera para ver a Datsue-sama y ya tenía en frente la puerta hacia aquella oficina. Tocó dos veces, firme y claro.
—Permiso. — Musitó dulce, algo agudo y con seguridad.
Abrió la puerta lentamente y esperando la afirmativa por dentro. En el caso de esta, se metería al despacho y observaría como era allí.