13/10/2022, 15:51
Agazapado sobre sí mismo, y esperando un tremendo batacazo, Hayato descendía a una velocidad alarmantemente peligrosa. No era el único que caía desde una gran altura, el grupo parecía que no iba a vivir para contarlo. Pero de buenas a primeras, Datsue volvió a hacer de las suyas, y unos grandes brazos conformados de pura arena y chakra agarraron al peliblanco y a la otra chica. En un movimiento rápido y certero, los movió hacia arriba, y de pronto cayeron sobre el estómago del mapache gigante. Éste a la misma vez cayó de culo sobre el arrozal, propinándose un golpe que de no haberse puesto en lugar de los shinobis, les habría costado al menos unas cuantas fracturas y fisuras.
—¡Ostras! —Se quejó el Senju con el golpe, a pesar de no haber sido tan drástico.
La chica preguntó si se encontraban bien todos, casi a la par que el Shukaku se quejaba a Datsue de no haber aterrizado un poco antes de perder el control. El resultado fue que de nuevo cayeron, pues la bestia de una cola se puso en pie. El golpetazo no fue ni tan siquiera un 10% de lo que se habrían comido de no haber aparecido él.
—¡La hostia! —Se quejó de nuevo, ésta vez con algo más de razón. —Yo... estoy bien, o al menos entero...
Pero en realidad, esa no era la mayor prioridad, al menos no para el Senju. Había algo que tenían que hacer, y muy importante.
—Muchas gracias, señor Shukaku. —Aunque eso era importante, no era lo más importante tampoco. —¿La estación quedaba hacia allá?. —Preguntó, señalando la dirección que quizás debían emprender a la mayor brevedad.
Tenían prisa.
—¡Ostras! —Se quejó el Senju con el golpe, a pesar de no haber sido tan drástico.
La chica preguntó si se encontraban bien todos, casi a la par que el Shukaku se quejaba a Datsue de no haber aterrizado un poco antes de perder el control. El resultado fue que de nuevo cayeron, pues la bestia de una cola se puso en pie. El golpetazo no fue ni tan siquiera un 10% de lo que se habrían comido de no haber aparecido él.
—¡La hostia! —Se quejó de nuevo, ésta vez con algo más de razón. —Yo... estoy bien, o al menos entero...
Pero en realidad, esa no era la mayor prioridad, al menos no para el Senju. Había algo que tenían que hacer, y muy importante.
—Muchas gracias, señor Shukaku. —Aunque eso era importante, no era lo más importante tampoco. —¿La estación quedaba hacia allá?. —Preguntó, señalando la dirección que quizás debían emprender a la mayor brevedad.
Tenían prisa.