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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Cruzó la puerta y vio lo bonito que era aquel despacho, seguramente daba gusto trabajar en un lugar así. Aunque, con la cantidad de papeleo que tiene que manejar un Kage, quizá se lo pensaba unas cuantas veces. Allí sentado estaba el Rokudaime Uzukage. No sabía si era su voz o tan solo su porte, pero tenía un algo que le imponía bastante respeto, aunque no sabía bien que era. No era un típico fan, su forma de ser le ayudaba bastante a no obsesionarse con las personas. Pero si le hacía sentir algo de nervios su presencia.

Buenos días, Uzukage-sama. Un gusto conocerle. — Dijo luego de cerrar la puerta. Después dio una reverencia. Formal, pero no tanto como para hacer sentir incómodo a nadie.

Tomó asiento, se cruzó de piernas, apoyó sus manos en las rodillas y, con algo de calma, pudo mostrarse más tranquilo ante él.

Oh, ¿por mí? No... no lo sé la verdad. — Bajo ningún concepto creyó que la reunión era solo para eso. Lo tomó bastante desprevenido. —No me puedo quejar de nada. Casi que ni tuve problemas desde que vivo acá.

Por unos momentos se quedó pensativo, buscando en su memoria algún recuerdo que le diga lo contrario. Pero, sinceramente, no había nada que en verdad le moleste tanto como para que el mismísimo Datsue deba intervenir. Supuso que era algo más general, como si fuera una gran encuesta y así localizar problemas colectivos que tenían los ninjas en Uzu.

Desde su lado, no tenía nada que reprochar.

Por ahora, vengo bastante encaminado con mi vida aquí y no hay nada que me esté molestando realmente. — Sonrió sin mostrar los dientes.
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Mensajes en este tema
RE: El escudo, las espadas y los cerezos silvestres - por Hirai Akira - 16/10/2022, 07:47


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