27/10/2022, 00:37
Datsue se alejó a una velocidad impresionante. Había visto a ninjas veloces, a atletas que casi competían con shinobis, pero jamás había visto o imaginado a una persona moviéndose asi de veloz. Casi era como la brisa vespertina, casi era como un fugaz cometa. Un abrir y cerrar de ojos bastaba para verlo en la otra esquina de Onindo.
Siete había dado la iniciativa, y su compañera acepto el ponerse en movimiento. Parecía un hueso duro de roer. Incluso preguntó si estaba bien como para correr. El chico asintió, pues estaba bastante bien dentro de lo que cabía. Habia luchado contra una capulla del copo, había cruzado un mar de lo más revuelto, había escalado un acantilado, habia sobrevolado a lomos de una deidad Uchiha varios kilómetros, y por supuesto había tenido un aterrizaje de lo más improvisado. Nada podía detenerlo ya.
Al menos así se sentía, aunque a veces le invadía un temor por todo lo que pudiere suceder. Ese maldito kyuubi era una espinilla en la frente en el día de tu boda. Ese maldito kyuubi era una patada en los testículos por parte de un hijo que no desea hermanos. Ese maldito kyuubi era como una cagalera el día que sales de fiesta con tus compañeros de trabajo...
—Si, estoy bien. Me preocupa más tu condición... ¿Crees que podrás correr?.
Si Hana afirmaba, no se contendría en comenzar la carrera. Siete no era precisamente veloz, pero tenía un buen aguante y ganas. Sobretodo de lo segundo.
El camino, como ya bien habían dicho, estaba marcado por los cuervos y los buitres. El camino estaba marcado por demasiados cadáveres.
Siete había dado la iniciativa, y su compañera acepto el ponerse en movimiento. Parecía un hueso duro de roer. Incluso preguntó si estaba bien como para correr. El chico asintió, pues estaba bastante bien dentro de lo que cabía. Habia luchado contra una capulla del copo, había cruzado un mar de lo más revuelto, había escalado un acantilado, habia sobrevolado a lomos de una deidad Uchiha varios kilómetros, y por supuesto había tenido un aterrizaje de lo más improvisado. Nada podía detenerlo ya.
Al menos así se sentía, aunque a veces le invadía un temor por todo lo que pudiere suceder. Ese maldito kyuubi era una espinilla en la frente en el día de tu boda. Ese maldito kyuubi era una patada en los testículos por parte de un hijo que no desea hermanos. Ese maldito kyuubi era como una cagalera el día que sales de fiesta con tus compañeros de trabajo...
—Si, estoy bien. Me preocupa más tu condición... ¿Crees que podrás correr?.
Si Hana afirmaba, no se contendría en comenzar la carrera. Siete no era precisamente veloz, pero tenía un buen aguante y ganas. Sobretodo de lo segundo.
El camino, como ya bien habían dicho, estaba marcado por los cuervos y los buitres. El camino estaba marcado por demasiados cadáveres.