1/11/2022, 00:35
Cuando la primera luz del alba tiñó el cielo de un azul oscuro, pero el sol todavía no se vislumbraba en el horizonte, Shukaku divisó la estación de tren. No había llegado a tiro fijo, pese a que sus ojos estaban acostumbrados a la noche, no tenía tan interiorizado los arrozales del silencio. Por extraño que sonase a un humano, de hecho, se orientaba mejor entre las dunas, donde no existían referencias visuales más allá de la arena, que entre tanto arrozal. No fue hasta que se topó con las vías del ferrocarril, viajando cada vez más al norte, que pudo ir a su máxima velocidad sin preocuparse por posibles desviaciones.
—¡ESCONDEOS, ESCONDEOS! ¡QUE VIENE EL COCO! —rugió en la entrada, desternillándose de la risa. A aquellas horas de la madrugada apenas había algún que otro oficinista, guardia de seguridad y personal de limpieza. Todos ellos adultos, gente seria que, por alguna extraña razón, decidieron, todos ellos, jugar a aquel juego infantil—. ¡JAAAJIAJIAJIÁ! ¡ESO ES! ¡CORRED! ¡¡COOOORRRREEEEDDD!!
—¡Oh, vamos! ¡Desde que te has vuelto Kage eres un soso! Ah, está bien, está bien. ¡PESADO! Ya te cedo control, joder. ¡Suerte con el aterrizaje, chicas!
Al menos aquella vez les avisó un segundo antes de desaparecer en un sonoro: ¡pluff!
—Lo siento —Datsue, vuelta a la normalidad, les quiso pedir perdón por muchas más cosas. La caída era el menor de sus pecados hacia ellas. Un surco de sangre todavía cruzaba sus mejillas, seca, pero había recobrado la capacidad de volver a abrir los ojos y parecía medianamente recuperado. Magullado, estresado y al borde del colapso emocional, pero recuperado.
Quiso decir algo más, pero el reloj jugaba en su contra. Formó un sello y un clon se formó a su lado. Era Shukaku. La apariencia era la de Datsue, sí, pero la conciencia suya, así como sus ojos dorados y su sonrisa sádica.
—Sorpréndeme.
—Quiero que vayas a por Hana y Hayato.
—He dicho que me sorprendas, Datsue. No que me cuentes lo que ya intuía. Sorpréndeme con el motivo para que me pierda la fiesta contra el zorro de mi hermano por ir a por ellos.
—Porque… Porque no te he pedido un puto favor en mi vida. Ahora te pido este. Y porque sabes que de aquí a Uzu hay un día de trayecto. ¡Te da tiempo de sobra!
Por supuesto, Datsue no podía dejar solos a Hana y Hayato. ¿Qué clase de Uzukage sería de hacerlo? Estaban todavía muy verdes, y la misión que les había pedido era de rango B para arriba. ¿Y si les descubrían? ¿Y si les capturaban, o algo peor? El único motivo por el que no había enviado a un clon suyo, era porque en aquel momento no se veía con fuerzas para mantenerlo. Además, tenía la mente demasiado distraída con la amenaza de Kurama. Hubiese sido un clon errático, ciego. Pero Shukaku no tendría ese problema. Ahora que ya les había llevado a la estación, su mayor aporte era con la misión de rastreo.
O eso se seguía repitiendo.
—Y yo que pensaba que les habías colocado el Sello de Rastreo a ambos para que les capturasen y poder seguir al ejército sin que se enterasen. ¡El cebo perfecto! Por un momento me hiciste sentir orgulloso. Bah —dijo, viendo la cara que puso Datsue—. Que sí, que sí. Que iré. Tú móntate en ese jodido tren y llega a tiempo.
Datsue asintió, y colocó un Sello-Brújula en el dorso de la mano de Shukaku. La aguja giró hasta apuntar la dirección de Hana. Shukaku bufó, claramente incordiado por tener que patearse los arrozales de nuevo, y esta vez en un cuerpo humano.
—Ah, las cosas que un Padre hace por su Hijo —dijo, antes de desaparecer tras un sello del Carnero.
Acción Oculta revelada (post #19): Colocar dos Sellos de Rastreo en los hombros (parte trasera) de Hayato y Hana.
—¡ESCONDEOS, ESCONDEOS! ¡QUE VIENE EL COCO! —rugió en la entrada, desternillándose de la risa. A aquellas horas de la madrugada apenas había algún que otro oficinista, guardia de seguridad y personal de limpieza. Todos ellos adultos, gente seria que, por alguna extraña razón, decidieron, todos ellos, jugar a aquel juego infantil—. ¡JAAAJIAJIAJIÁ! ¡ESO ES! ¡CORRED! ¡¡COOOORRRREEEEDDD!!
«¡Shukaku, por tu PADRE, ¡no es momento para esto!»
—¡Oh, vamos! ¡Desde que te has vuelto Kage eres un soso! Ah, está bien, está bien. ¡PESADO! Ya te cedo control, joder. ¡Suerte con el aterrizaje, chicas!
Al menos aquella vez les avisó un segundo antes de desaparecer en un sonoro: ¡pluff!
—Lo siento —Datsue, vuelta a la normalidad, les quiso pedir perdón por muchas más cosas. La caída era el menor de sus pecados hacia ellas. Un surco de sangre todavía cruzaba sus mejillas, seca, pero había recobrado la capacidad de volver a abrir los ojos y parecía medianamente recuperado. Magullado, estresado y al borde del colapso emocional, pero recuperado.
Quiso decir algo más, pero el reloj jugaba en su contra. Formó un sello y un clon se formó a su lado. Era Shukaku. La apariencia era la de Datsue, sí, pero la conciencia suya, así como sus ojos dorados y su sonrisa sádica.
—Sorpréndeme.
—Quiero que vayas a por Hana y Hayato.
—He dicho que me sorprendas, Datsue. No que me cuentes lo que ya intuía. Sorpréndeme con el motivo para que me pierda la fiesta contra el zorro de mi hermano por ir a por ellos.
—Porque… Porque no te he pedido un puto favor en mi vida. Ahora te pido este. Y porque sabes que de aquí a Uzu hay un día de trayecto. ¡Te da tiempo de sobra!
Por supuesto, Datsue no podía dejar solos a Hana y Hayato. ¿Qué clase de Uzukage sería de hacerlo? Estaban todavía muy verdes, y la misión que les había pedido era de rango B para arriba. ¿Y si les descubrían? ¿Y si les capturaban, o algo peor? El único motivo por el que no había enviado a un clon suyo, era porque en aquel momento no se veía con fuerzas para mantenerlo. Además, tenía la mente demasiado distraída con la amenaza de Kurama. Hubiese sido un clon errático, ciego. Pero Shukaku no tendría ese problema. Ahora que ya les había llevado a la estación, su mayor aporte era con la misión de rastreo.
O eso se seguía repitiendo.
—Y yo que pensaba que les habías colocado el Sello de Rastreo a ambos para que les capturasen y poder seguir al ejército sin que se enterasen. ¡El cebo perfecto! Por un momento me hiciste sentir orgulloso. Bah —dijo, viendo la cara que puso Datsue—. Que sí, que sí. Que iré. Tú móntate en ese jodido tren y llega a tiempo.
Datsue asintió, y colocó un Sello-Brújula en el dorso de la mano de Shukaku. La aguja giró hasta apuntar la dirección de Hana. Shukaku bufó, claramente incordiado por tener que patearse los arrozales de nuevo, y esta vez en un cuerpo humano.
—Ah, las cosas que un Padre hace por su Hijo —dijo, antes de desaparecer tras un sello del Carnero.
Acción Oculta revelada (post #19): Colocar dos Sellos de Rastreo en los hombros (parte trasera) de Hayato y Hana.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado