15/11/2022, 17:45
La valentía y la pureza de Suzaku le conmovió; el cambio de corazón de Umi le dieron ganas de llorar. Le hizo sentir feliz y culpable al mismo tiempo. ¿Él, el mejor Kage que había tenido Uzu? ¿Tan bueno era engañando a la gente que hasta Umi se creía eso? Les había prometido a todos que él sería su escudo a cambio de que luchasen por él. Les había prometido a todos que ni la más grande de las Bijūdamas penetraría las murallas del Remolino mientras la sangre siguiese recorriendo sus venas. Y ahora, cuando Kurama estaba a punto de alcanzar la villa, él se encontraba a cientos de kilómetros de distancia.
Umi le advirtió, sabiamente, que tuviese cuidado con Aōdaisho. Desde luego, había muchas cosas en ella que le hacían saltar las alarmas. Ya no por su apariencia. Ya no por no haber salido corriendo como el resto de civiles. Ni siquiera en su forma de hablar. Se trataba del don de la oportunidad. ¿Qué posibilidades había de que cuando todas las rutas rápidas a Uzu se esfumaban en tu cara, alguien apareciese con una solución milagrosa? «Así empezaban todas mis estafas», recordó, de una época en la que ni siquiera era ninja. Y él, desesperado como estaba, era el perfecto primo. Aunque lo que allí estaba en juego era mucho más grande que un par de billetes de cincuenta ryō.
El Sharingan iluminó sus ojos por segunda vez aquel día. El dolor le arrugó el rostro, y tuvo que apretar los dientes para evitar dar mayores muestras de flaqueza. El Dōjutsu de su clan le reveló que, si en efecto se trataba de una General de Kurama, esta tenía un chakra de lo más anodino. Tampoco era un Henge no Jutsu. Y, lo que era más sorprendente si cabe: cuando hablaba, no había indicios de que estuviese mintiendo.
—Te seguimos —se forzó a decir. Seguía sin confiar en ella. ¿Cómo iba a hacerlo? Sus ojos le decían una cosa, pero la lógica otra. Pero, en aquellos momentos, le era más fácil asumir que iba a caer en una emboscada a que no iba a llegar a tiempo a casa—. Aōdashi —añadió, y el timbre de su voz sonó tan afilado como el de una guillotina al caer— , solo para que lo sepas: hoy no es un buen día para joderme.
Umi le advirtió, sabiamente, que tuviese cuidado con Aōdaisho. Desde luego, había muchas cosas en ella que le hacían saltar las alarmas. Ya no por su apariencia. Ya no por no haber salido corriendo como el resto de civiles. Ni siquiera en su forma de hablar. Se trataba del don de la oportunidad. ¿Qué posibilidades había de que cuando todas las rutas rápidas a Uzu se esfumaban en tu cara, alguien apareciese con una solución milagrosa? «Así empezaban todas mis estafas», recordó, de una época en la que ni siquiera era ninja. Y él, desesperado como estaba, era el perfecto primo. Aunque lo que allí estaba en juego era mucho más grande que un par de billetes de cincuenta ryō.
El Sharingan iluminó sus ojos por segunda vez aquel día. El dolor le arrugó el rostro, y tuvo que apretar los dientes para evitar dar mayores muestras de flaqueza. El Dōjutsu de su clan le reveló que, si en efecto se trataba de una General de Kurama, esta tenía un chakra de lo más anodino. Tampoco era un Henge no Jutsu. Y, lo que era más sorprendente si cabe: cuando hablaba, no había indicios de que estuviese mintiendo.
—Te seguimos —se forzó a decir. Seguía sin confiar en ella. ¿Cómo iba a hacerlo? Sus ojos le decían una cosa, pero la lógica otra. Pero, en aquellos momentos, le era más fácil asumir que iba a caer en una emboscada a que no iba a llegar a tiempo a casa—. Aōdashi —añadió, y el timbre de su voz sonó tan afilado como el de una guillotina al caer— , solo para que lo sepas: hoy no es un buen día para joderme.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado