12/12/2022, 16:58
Los ojos de Umi registraron los alrededores a toda velocidad tras el Kawarimi de Akame. Lo vió ahí arrriba, sobre el árbol. No entendió sus palabras, aunque en el fondo de su memoria sus habilidades estaban agazapadas, esperando. Fruto, sin duda, de los nervios.
Terminó de comprenderlo cuando Datsue mencionó su ojo izquierdo. Inconscientemente, la mirada de Umi se dirigió allí. Tragó saliva. El poder de teletransportarse a cualquier lugar de Oonindo. El poder que permitió el atentado en el estadio, el poder que le permitió colarse en la villa para asesinar. ¿Por qué insinuaba Akame que quería prestar su ayuda?
De pronto, Umi recordó las palabras de su padre.
—Matar a sangre de tu sangre es un viaje sin retorno al infierno. —Recitó las palabras casi automáticamente, sin pensar. E inmediatamente se dio cuenta de su error. Bajó la mirada y tragó saliva.
Por supuesto, Datsue y Akame no eran hermanos. Pero al mismo tiempo, eran Los Hermanos.