Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
23/06/2017, 18:27 (Última modificación: 11/08/2017, 15:34 por Uchiha Datsue.)
La chica había llegado por fin a la zona donde mas temprano que tarde se celebraría el mencionado torneo. Después de unas grandes andaduras, unas situaciones de lo mas inverosímil, y alguna que otra que se le iba de las manos... al fin llegó. Bueno, lo había hecho ya hacía unos días, y hasta se había acomodado a la habitación que la organización buenamente le había otorgado. Todo marchaba sobre ruedas, pero necesitaba practicar un poco. Tenía una habilidad tremenda en mente, y necesitaba darle rienda suelta a ese pensamiento en pos de controlar la técnica. Quizás, con un poco de suerte y dedicación, a mitad del torneo pudiese usarla hasta en combate.
Su andanza le había llevado hasta una pequeña porción de bosque que había sido sesgado, donde usaban esos tocones a modo de ring de combate. Había por lo menos un centenar, donde bastante gente solía reunirse para practicar antes del torneo. Otros, por contra, se dedicaban mas que nada a ojear, buscando virtudes y defectos en los aspirantes al título. Fuere como fuere, allí todos los días se reunía una buena parte de los ciudadanos y turistas de la zona.
En una de las trifulcas, y haciendo halague de su inmortalidad, la kunoichi terminó atravesada por una pica en el corazón. Su oponente, con miedo ante la falta de movimiento por parte de la chica, había huido sin dudar, dejando la pica en el torso de la chica. Ésta, yació en mitad de uno de los tocones.
Hasta que la pica no se quitase de su pecho, nada podría hacer su cuerpo por llevarla de nuevo a la vida. Necesitaba reparar la herida en el único músculo que quedaba por curar —el corazón— así que tan solo le quedaba esperar en pos de que alguien lo hiciese. Por desgracia, nada mas que sádicos e incompetentes se asomaban por ese tocón donde reposaba en paz la chica. Nadie se atrevía a tocar esa escena de asesinato, pues quizás las autoridades estaban en camino, y alguien daría acta para mover el cuerpo. A saber...
Fuere como fuere, lo único claro e irrefutable, era el cuerpo de la chica ensangrentado tirado en el tocón, y con una lanza atravesando su corazón, así como una gran cantidad de personas haciendo circulo alrededor, observando la escena sin saber muy bien qué hacer.
—Vaya chica inmortal... se ha topado con la realidad... —escupió uno de los presentes.
Algunos de los mas cercanos afirmaron, como si no se hubiesen sorprendido de lo ocurrido. —vaya desperdicio de chica. Estaba bien rica, pero como una cabra...
Los puchicheos eran incesantes, casi todo el mundo tenía algo que soltar, pero ninguno se había atrevido a tocar el frío cadáver.
—Le digo que la crema PLUS 2000 es un paso al futuro. No hay herida, por muy fea que sea, que no se regenere con ella. ¡Proviene de la mismísima savia del Árbol Sagrado, fíjese bien en lo que le digo!
El anciano, con chepa y la dentadura inferior sobresaliente, arrastraba a Datsue campo a través, agarrándole del antebrazo.
—¡Muy bien! ¡Pues a ver si esa crema hace los milagros que usted dice con esta pobre muchachita de aquí!
—Pero si ya le acabo de demostrar… —Datsue, en un arrebato de ingenio, había sellado un par de Henges a lo largo de su antebrazo para simular una herida mortal. Luego, aplicando un poco de la crema que llevaba en su mano, había hecho desaparecer ese Henge para simular como la crema regeneraba su piel. La realización había sido una chapuza, tenía que reconocerlo, pero los ojos nublados de aquel anciano, probablemente debido a las cataratas, habían tragado parte del ardid—. Escúcheme, esto no se puede desperdiciar así como así, hombre. Que estamos hablando de la crema plus…
El Uchiha se quedó con la boca abierta, sin habla. Frente a él, y tras atravesar una maraña de personas, yacía una bella muchacha con una lanza atravesándole el pecho.
—¡A-aiko! —exclamó, arrodillándose junto a ella—. Por los Dioses, ¡llamen a un médico, joder! —por inercia, se llevó dos dedos al cuello de la muchacha. No había pulso. ¿Cómo lo iba a haber? Su corazón debía estar atravesado de lado a lado por aquella lanza del demonio.
•••
Diez minutos más tarde, un hombre calvo en la parte superior de la cabeza, con una mascarilla blanca que le ocultaba la boca y parte de la nariz, se abrió paso entre el tumulto.
—Si me hubiesen permitido hablar con nuestro Juuchin, nada de esto pasaría —murmuraba el hombre, con una bolsa colgando del hombro, una camilla plegable amarrada a su espalda y gafas de sol redondas—. Los shinobis no traen más que problemas. Son portadores de millares de enfermedades, traen la peste, ¡y ahora esto! —exclamó, arrodillándose junto a la kunoichi—. ¡Matándose en un mero entrenamiento! ¿Dónde quedó su honor?
Tras tomarle el pulso y verificar, al igual que Datsue, que estaba muerta, tomó una daga de su cinturón y, de un certero tajo, cortó la lanza por encima del estómago de Aiko. Luego, de un rápido movimiento, extrajo la lanza por el otro lado, dejando que la sangre cayese a borbotones por el hueco dejado.
La imagen era, cuanto menos, desoladora.
—¿Quién te ha hecho esto? —murmuró Datsue, como preguntándole a la propia Aiko. Por un momento, se había olvidado hasta de sus negocios.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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El doctorado y magistrado en negocios irrelevantes quedó blanco al reconocer a la chica que estaba catatónica en el suelo. Quizás, solo quizás, si la crema PLUS 2000 fuese cosa verdadera, habría gastado parte de su valiosa mercancía en curarla. Pero, por suerte o desgracia ese tipo de cosas eran asuntos totalmente fantasiosos. ¿Una crema que curase cualquier tipo de herida? Diantres, ¿a quién se le ocurre ese tipo de cosas fantásticas?
En realidad, éste tipo de asuntos si existen, pero no todos son testigos de éstas grandes verdades.
Era trabajo de la pelirroja mostrar al mundo que la inmortalidad existía, que los imposibles a veces eran mas que tangibles, que no todas las historias de terror son falsas... por muy desolador que pudiese sonar. Tenía el deber y la obligación de ser la mensajera, la que trajese las nuevas para abrir las mentes a una nueva era.
O, quizás solo debía disfrutar de la vida eterna, como buen regalo que se le ofreció.
A petición del vigésimo-quinto solicitante —Datsue— el médico llegó al fin. Lo primero que hizo fue tomar el pulso a la chica, al igual que anteriormente había hecho el Uchiha. Ambos se dieron cuenta de que ya era tarde, que no había solución. La chica había quedado allí inerte, por la tontería mas grande, un entrenamiento. Al menos, esa era la impresión que daba todo éste asunto. Los comentarios y puchicheos de la gente solo reafirmaban la teoría, y hasta reflejaba como culpable a un chico pelirrojo vestido con ropas claras como culpable.
Al fin, alguien quitó su único impedimento para regenerar las heridas por completo —el matasanos— y con ello liberó al fin su atadura al mundo de los espíritus. La sangre cayó a borbotones por su espalda, de manera tosca y en trozos cuajados a causa del tiempo que llevaba muerta. No tardó en llenarse el tocón de su sangre, una sangre oscura como una noche de invierno.
Debido al tiempo que su cuerpo había estado muerto intentando de curarse, la sanación ya estaba mas que preparada. En cuanto pasaron unos cuantos segundos, su piel comenzó a tomar algo de color, y hasta movió inconscientemente los dedos de la mano, en unos espasmos carentes de control.
Las palabras del chico llegaron a oídos de la pelirroja, pero en ese mismo instante aún no tenía control de su cuerpo. Le fue totalmente imposible contestar. En cambio, si que pudo soltar un suspiro, algo totalmente surrealista para una persona muerta. Poco tardaría en intentar tomar aire, era solo cuestión de tiempo que volviese a abrir los ojos.
¿Qué pensarían los allí presentes? Los comentarios no tardarían en llegar...
—¡EH! ¡Se está moviendo!
—Eso son solo los gases esos que tiene el cuerpo y los liberan una vez muertos... ¿no ves que lo ha hecho justo cuando le han quitado la lanza? —contestó un segundo.
—Pero... ¿¡respira!?
Pronto el bullicio comenzaría a ser un coro de marujas, donde no se podía saber qué era cierto y qué dejaba de serlo...
El Uchiha retrocedió un paso, confuso como el resto de personas ante lo que estaba sucediendo. El cadáver de Aiko pareció agitarse, molesto porque le hubiesen quitado la lanza que le atravesaba. E incluso parecía estar…
—Pero... ¿¡respira!?
El médico, todavía con su mascarilla blanca ocultándole medio rostro, se acercó con precaución.
—Esto es imposible… ¡Imposible os digo! —exclamó, irritado. Parecía molesto por contemplar siquiera la posibilidad de que la chica hubiese sobrevivido. Se llevó dos dedos al cuello de la chica, y saltó hacia atrás, horrorizado, al sentir su pulso—. ¡Un embuste! —gritó, con los ojos desencajados—. ¡Esta chica nos engañó desde el principio! ¡Sí, eso es! Ha debido de ser una de esas artimañas ninja… ¡Era toda una ilusión! —gritó, encolerizado.
Datsue, que no era hasta aquel momento que empezaba a darse cuenta de la situación, se maldijo por lo bajo. Hubiese sido su oportunidad de oro para aplicarle la crema PLUS 2000 a Aiko y demostrar, ante un tumulto de gente fácilmente impresionable, su milagrosa efectividad.
«Ahora es demasiado tarde… Demasiado tarde» Los ojos de Datsue se tiñeron de sangre, mientras dos aspas surgían alrededor de cada pupila. De ser aquello un simple Henge como aseguraba el doctor, el sharingan se lo mostraría.
Y de lo contrario…
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Ante los ojos de toda esa absorta muchedumbre, la chica comenzaba a respirar de nuevo, como si no hubiese estado muerta en ningún momento. El médico, negándose por completo a mascar la realidad, tomó de nuevo el pulso a la chica y ésto le sobrecogió por completo. Del mismo miedo, saltó hacia detrás, y comenzó a gritar encorelizado que había sido un embuste, que todo había sido una ilusión o alguna de esas artimañas shinobis. El gentío cada vez se hallaba mas y mas perdido, ¿qué pensar sobre lo sucedido?
Fue entonces que la chica tomó una honda bocanada de aire, y abrió los ojos. En un acto reflejo, se reincorporó —a medias— mientras que se llevaba la mano al torso.
—¿¡JODER!?
El Uchiha, que mantenía su mirada carmesí sobre la chica, podría ver como una extraña influencia de chakra afectaba a la zona de la herida, circulando desde su pierna hasta ésta. Pero, evidentemente no se trataba de un simple henge. La sangre que había bajo ella, así como en sus ropas, era real e irrefutable. No había nada de ilusión en ello, había recibido esa herida mortal, y ahora se había recuperado.
Buscó con la vista al culpable, a quien le había roto el corazón, irónicamente. Pero no, no estaba allí...
—Y no, no era ninguna ilusión... —se quejó mientras observaba el rastro de la herida, la cual continuaba regenerándose. —No puedo morir. Soy inmortal.
Con una sonrisa algo tétrica entre labios, la chica no tuvo pudor alguno en escupirlo. Ése era su gran objetivo para con el torneo, dar a conocer al mundo que ella no podía morir. Llegaría a lo mas alto, y con la miel en los labios se jactaría de su condena... o don.
Para cuando quiso dar cuenta, reconoció entre tanto extraño un rostro que le sonaba bastante. Aquél chico con el que compartió mesa en la actuación de Rokuro Hei, o como se llamase ese maestro del Shamisen. Alzó una ceja, y no pudo evitar la pregunta.
Sus ojos le revelarían lo que ocurría, y así fue. A simple vista, no se podía decir que aquello fuese un henge en absoluto. En vez de estar recubierta por una capa de chakra, como lo estaría en caso de una ilusión, su chakra circulaba normalmente por su sistema circulatorio. Sin embargo, un torrente más oscuro e intenso discurría entre la herida mortal y su pierna derecha, allí donde se acumulaba una extraña masa de chakra.
Pero no tuvo tiempo a pensar en su significado. Como aquella fatídica noche junto a Rokuro Hei, el cadáver se levantó, y hasta articuló una palabra, simple pero que resumía a la perfección lo que estaba ocurriendo:
—¿¡JODER!?
Aiko le había quitado la palabra de la boca. El Uchiha, que a su joven edad creía ya haberlo visto todo, no pudo sino volver a quedarse boquiabierto, tan pálido como un Ameriense y con los ojos muy abiertos. ¿Acababa de presenciar, en verdad, un acto milagroso? ¿Estaba realmente ante una chica inmortal?
Sus ojos, que nunca le habían engañado, le decían que sí. Su mente lógica, por el contrario, le sugería que aquello era uno de esos ardides que él mismo realizaba, solo que mejor ejecutado. Tampoco su mente solía engañarla, al menos no cuando su razonamiento se aislaba de todo sentimentalismo y emoción. ¿A quién debía, pues, creer?
—¿Datsue?
—Aiko —suspiró, mientras posaba las manos en los hombros de ella. Su mirada pasó de los ojos negros de la kunoichi a su herida mortal, casi curada, para luego detenerse en su bota derecha—. ¿Cómo es posible? —preguntó, con un hilo de voz.
—¡Yo te diré cómo! —rugió el doctor, que pese haber permanecido callado hasta entonces los miraba con repugnancia—. ¡Ha sido todo una farsa! ¡Un embuste! ¡ESO ES LO QUE HA SIDO! ¡Pero a mí no me engañáis! ¡A MÍ NO!
¿No era que perdías la memoria al morirte? xD
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Entre puchicheos y críticas —comenzadas por el matasanos— una mirada que no llegaba a ser ni afable, ni dejaba de serlo. Al menos, un rostro conocido. Aunque, tampoco era de extrañar que alguno de los allí presentes la conociese, y la chica no a éste. Fuese como fuese, parecía así. Posó una mano sobre su hombro, y dejó caer un suspiro, quizás de alivio. No antes de dejar escapar su nombre, al igual que ella lo hizo segundos antes.
De pronto, el acaparador acaparó todas las miradas acaparables, incluyendo la de la chica. El médico inquirió —nuevamente— que esa resurreción había sido una farsa, un embuste. Afirmaba que a él no se la podían pegar, a él no, estaba muy por encima de todo eso... No lo conseguirían engañan con una simple ilusión.
—Vaya... el señor médico parece asustado de lo que ha visto con sus propios ojos...
La chica crujió los huesos del cuello, ladeando la cabeza de un lado al otro. Tras ello hizo lo mismo con los hombros, como si hubiese despertado de un profundo y absoluto descanso. Dejó caer un suspiro mientras que su perspicaz sonrisa no decaía. Tras mirar brevemente a su alrededor, encontró lo que buscaba.
Tomó la lanza que había atravesado su corazón, y se la mostró al médico. —Ésa cosa... ¿podría decirme que es? —preguntó, a sabiendas de que eran los restos de su corazón. Una pregunta retórica, que realmente no requería respuesta. Todos los presentes quedarían de piedra.
—Soy inmortal. Por mucho que me maten, volveré a la vida. Soy capaz de regenerar cualquier tipo de herida. —volvió a jactarse. —El último que apostó lo contrario, se fue corriendo tras atacarme... ha perdido la apuesta. Obviamente.
De entre el público, una persona ataviada con un kimono beige, salió cabisbajo.
—E-eso... eso no es del todo... cierto... —se defendió. —Fui a por ayuda... a por un médico...
La gente cada vez estaba mas asustada, a cada segundo parecían mas exaltados. Quizás nunca habían escuchado de una persona inmortal, salvo en libros de fantasía. Seguramente, eso era lo normal.
—Bueno, al menos no saliste corriendo del país... jajajaja. —bromeó la pelirroja, como si nada.
»Por cierto, ¿qué andas haciendo por aquí, Datsue?
Si, pierdo memoria, pero solo cuando muero repetidamente. Si muriese, por ejemplo, ahora mismo de nuevo, entonces no sabría quién eres. Pierde un lapso de 1 año de memoria por muerte consecutiva.
El Uchiha, por mucho que lo acabase de presenciar en vivo y en directo, seguía sin dar crédito a lo que veía y escuchaba. ¿Cómo era posible que alguien fuese inmortal? Y, de serlo, ¿no convertía a ese alguien en una especie de dios? ¿En un ángel caído? La figura de Aiko, desde luego, bien podía pasar por un ángel.
«Pero esa conexión de chakra entre la pierna y la herida… Algo tiene que ver con esa supuesta condición de inmortal, estoy convencido. ¿Algún tipo de fuuinjutsu, quizá? Si pudiese conseguir que se descalzase para ver las marcas…»
—Por cierto, ¿qué andas haciendo por aquí, Datsue?
—Ehm, pues yo… —Después de la demostración sobrenatural que había hecho Aiko, decir que estaba allí para timar a todo incauto que pillase no le parecía la respuesta más adecuada. ¿Habría una lo suficientemente llamativa como para compararse a aquel acto? El Uchiha lo dudaba, y prefirió no intentarlo para quedar, probablemente, en ridículo—. No mucha cosa, en realidad. Estoy haciendo una porra para el torneo. Algo totalmente inocente y amistoso —aclaró—, para confraternizar entre Aldeas. Si te interesa apostar algo, soy todo oídos. Los porcentajes ahora mismo están a diez ryos por ryo apostado a que un Kusareño gane el torneo. Tres ryos por ryo apostado a que lo haga un Uzureño, excepto Uchiha Akame, por quien se pagan solo dos. Y dos ryos por ryo apostado a que gane cualquier Ameriense… excepto tú —añadió, improvisando aquello. Si aquella chica era inmortal, bien se merecía una cuota todavía más ajustada—. Por ti se paga un ryo por cada diez apostados…
El doctor, mientras tanto, se había ido a grandes zancadas y pisando muy fuerte, como si la propia tierra le hubiese insultado también. La evidencia de los restos del corazón y la sangre de Aiko en la lanza le habían dejado con la boca abierta —algo que incluso se había entrevisto tras su mascarilla blanca—, y, como no tenía forma de rebatir aquello, había optado por la huida.
El anciano al que Datsue había intentado timar, sin embargo, se veía mucho más alegre por lo escuchado. Con un brillo en los ojos que el Uchiha no había logrado ver cuando trataba de venderle su crema, se acercó con pasos cortos y tambaleantes hacia los dos ninjas. Luego posó su mano arrugada en el antebrazo de Aiko.
—Este chico me estaba vendiendo una crema milagrosa —el Uchiha esbozó una mueca de disgusto al verse delatado—, pero creo que lo que usted puede ofrecerme es incluso más extraordinario. Dime, muchacha, ¿qué pócima he de tomar para conseguir sus poderes?
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La pregunta de la chica trajo como respuesta algo un tanto inesperado. Datsue confesó estar por las cercanías realizando una porra para el torneo, algo que ciertamente no dejaba de ser muy suyo según había podido observar desde el corto lapso de tiempo que le conocía. Pero, eso no era lo que llamó del todo su atención, casi lo había dejado pasar como algo normal. El chico comenzó a datar el censo de apuestas, descubriendo que el menor rango de oportunidades se lo llevaba Kusagakure, mientras que Uzushiogakure se llevaba el segundo puesto a excepción de Akame, el cuál empataba en opciones con que ganase un shinobi de Amegakure. Ante las opciones, la que quedaba en primer y exclusivo lugar era la apuesta sobre la pelirroja.
La chica no pudo evitar una mueca de sorpresa. ¿Tanto apostaban por que ganase? La verdad, sonaba genial... pero, ésto le hacía difícil apostar por alguien...
—Diantres, si que se ha difundido bien mi condición de inmortal para esa porra, ¿no? jajaja.
¿Qué decir? Nunca había apostado, no se le daba bien eso de predecir resultados. No iba a apostar en una porra en la que participaba activamente... Sería cuanto menos, raro.
Pero, antes de que la conversación pudiese ser más fructífera —gracias a alguna deidad— fueron interrumpidos por un viejo, que tomó por el brazo a la chica. Éste sin pensar en las repercusiones, achantó la presencia del chico a una supuesta venta de una crema milagrosa. En ese instante, la cara de Datsue cambió. Pero, el anciano no estaba interesado en esa crema, quería comprar aquello que tomaba la chica, fuese lo que fuese.
«Éste Datsue... jajajaja... vendiendo una crema milagrosa... vaya cosas...»
La chica terminó por reincorporarse, un tanto mas. No pudo rechazar la mirada hacia su interlocutor, que ansioso esperaba respuesta por parte de la chica.
—Lo siento mucho señor, pero mi poder no viene de ningún brebaje. —contestó tan amable como pudo. —Mi padre vendió su alma a un demonio llamado Blame.
Tan solo con pronunciar su nombre, hasta el rostro de la chica empalideció. Realmente odiaba a ese tipo, en cierto modo, era un auténtico demonio, que pretendía acabar con la humanidad haciendo que sufriese hasta la agonía. Tan solo pensar en su última visita, la hacía sentir con ganas de poder morir. Morir de verdad, claro.
—Datsue... vayamos mejor a un sitio mas tranquilo, ¿te parece?
La chica se sorprendió por la cuota que tenía en la porra, quizá creyendo que se había ganado aquel favoritismo en base a las apuestas del resto, y no por decisión unilateral de Datsue.
No la sacó de su error.
Luego, tras la intervención del hombre con cataratas, Aiko explicó que en realidad su condición de inmortal venía por su padre, al vender su alma a un demonio llamado Blame. El Uchiha no sabía si exageraba con aquel apodo, o si lo de vender el alma era una expresión más bien metafórica. El anciano, sin embargo, pareció tomárselo al pie de la letra, pues soltó su agarre sobre la moza y retrocedió unos pasos, con el labio inferior temblando.
—Datsue... vayamos mejor a un sitio mas tranquilo, ¿te parece?
—Claro —respondió, entendiendo que por sitio más tranquilo también se refería a más íntimo. Y si Aiko quería intimidad con él, tan solo podía ser por… «Mierda, ojalá hubiese alguna zona romántica como el Jardín de los Cerezos de Uzu. Aquí solo hay dojos de combate y… ¿Qué se supone que es esto? Maldita sea, estos samurais solo piensan en luchar. Y no en la alcoba, precisamente»—. Vamos —dijo, tomando la iniciativa y atravesando la muchedumbre como una flecha el corazón de un Kusareño engañado.
Pronto dejaron atrás los troncos talados, y ambos ninjas distinguieron un cruce en la lejanía: el camino de la izquierda se dirigía a Nishinoya; el de la derecha, a Sendoshi. Si Datsue no estaba equivocado, también podían cruzar los prados, hacia el norte, donde terminarían encontrándose al complejo de dojos habitados por los Kusareños. El Uchiha tenía pensado gastarles una broma pesada en un futuro cercano, y se había memorizado su localización a conciencia.
—Así que tu padre… vendió su alma para conseguirte la inmortalidad, ¿dices? —le seguía resultando extrañísimo hablar de aquello como si tal cosa—. Debes estarle agradecidísima —aventuró. La inmortalidad era, sin duda alguna, uno de los mayores deseos de la humanidad. Él hubiese pagado todo el oro del mundo por conseguir tal cosa—. ¿No sabrás por dónde anda ese tal Blame? —Si era tan fácil como vender el alma de otra persona… ¿Por qué no intentarlo él también?
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Tras la sentencia que confesó al pobre anciano, éste retrocedió unos pasos, aceptando que quizás el poder de la chica estaba mas cerca de una condena eterna para alguien que una salvación para él mismo. Lejos de la fantasía del hombre, o de sus insanos pensamientos, la pelirroja sugirió a Datsue que se fuesen a un lugar mas tranquilo, en pos de alejarse de esa muchedumbre que aún alucinaban con la exhibición ofrecida por la kunoichi. Hasta el médico había tenido que tragarse sus propias palabras, y se había ido con el rabo entre las piernas.
Decidido, el chico aceptó, y ambos comenzaron a movilizarse. Atravesaron a la muchedumbre, y Aiko dejó que el chico guiase el rumbo. Tampoco tenía un lugar en especial en mente, tan solo quería zafarse un poco de tanta gente... estaba algo cansada de repetir éste tipo de cosas en pos de conseguir alcanzar su objetivo en éste buen evento.
A pie del camino hacia algún lado, el intrépido Datsue se quiso asegurar de que lo dicho por la chica era verdad, añadiendo que debía estar agradecida a su padre por ese sacrificio que había hecho. Tras ello, no titubeó un solo segundo, y lanzó la pregunta que seguramente rondaba la cabeza de todo aquél que sabía la manera en que había conseguido la inmortalidad; ¿donde está ese demonio?
En realidad, no había mentido en absoluto... ¿para qué? Ese diablo vestido de humano vivía en un lugar que solo era conocido por historietas de fantasía, pues no se llegaba a ver de regreso a nadie que hubiese visitado el sitio. Realmente, ni su propio padre había regresado... los cálculos no distaban mucho de la realidad.
—La verdad... habría agradecido mucho mas a mi padre si se hubiese quedado conmigo en vez de hacer eso... Mi salud era terrible, pero al menos tenía una familia... personas cercanas con las que compartir la vida. Ahora... ahora todo importa una mierda... —confesó la pelirroja.
»¿Alguna vez has oído hablar del Palacio de Hielo del país del Hierro? Al parecer vive ahora allí, según me dijo... pero, nadie que haya ido allí ha sobrevivido. Al menos eso dicen las historias, que ese palacio contiene un camino que va hacia el mismo infierno... Sin duda, es el lugar mas apropiado para Blame...
La chica dejó caer un suspiro, sabiendo cómo era el chico, de seguro intentaba ir... —Te aseguro que Blame no es fácil de tratar... odia a la humanidad. Ir allí sería una locura...
Con pocas palabras, la kunoichi le estaba dejando entrever la historia de su vida. Dedujo, por lo que decía, que su padre se había sacrificado para curarla de una terrible enfermedad. Con ello no solo había conseguido eso, sino también otorgarle el don de la inmortalidad. Parecía el argumento de una de esas películas de fantasía, pero la chica lo decía con tal naturalidad que le resultaba difícil no creerla. Se preguntó, en ese momento, si aquella inmortalidad también incluía la juventud eterna. Le parecía ya demasiado, pero…
—¿Alguna vez has oído hablar del Palacio de Hielo del país del Hierro?
Datsue negó con la cabeza, mientras oía el supuesto paradero de aquel demonio. Según como hablaba Aiko de él, no parecía guardarle mucho cariño. Imaginó que el hecho de que se cobrase la vida de su padre a cambio de la suya no le había resultado muy gracioso… Pero, ¡por Shiona! ¡Era inmortal! ¿Cuántas personas no pagarían ese precio por serlo? «Yo regalaría el alma de Akame y me quedaría tan pancho, vaya.»
—Te aseguro que Blame no es fácil de tratar... odia a la humanidad. Ir allí sería una locura...
Negó con la cabeza. «La locura sería no ir. Aunque, si esto se trata de un fuuinjutsu, quizá podría imitar las fórmulas. Pero antes tendría que verlas…» La mirada de Datsue se desvió fugazmente hacia los pies de Aiko.
—Quizá no me haría falta ir —respondió, deteniéndose. Sus ojos, ya sin rastro del sharingan, se clavaron en los de ella con un brillo de esperanza—. Si como creo lo que hizo ese Blame fue ponerte un desconocido y complejo fuuinjutsu para conseguirte esa inmortalidad… Bueno, frente a ti tienes al mayor especialista de toda Uzu tras Shiona, en paz descanse. Podría imitar la fórmula y aplicármela a mí mismo… ¿Qué me dices? ¿No te gustaría tener a alguien con quien compartir la inmortalidad? —Hacía escasos segundos la chica le había confesado que ya no tenía a nadie con quien compartir la vida, y que todo le parecía una mierda. Tirar por el lado sentimental le pareció lo más fácil y, al mismo tiempo, efectivo—. Es cierto que no se me da muy bien cocinar, y soy un poco desordenado… Pero soy un aprendiz de bardo, ¡y con la eternidad por delante seguro que consigo pasar de novato! Compondría una nueva canción para ti cada día, y te la cantaría bajo el cielo estrellado de Oonindo. Imagínanos, tú y yo, aventurándonos en los lugares más insospechados y misteriosos del mundo… El Bosque Azur; las pirámides de Sanbei… ¡Riéndonos del mundo y sus peligros! ¡Por los Dioses! ¡Incluso podríamos gastarle bromas pesadas a los Kusareños por toda una eternidad! —se carcajeó, borracho de optimismo y felicidad—. ¿¡No suena fantástico!?
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Cuando la pelirroja le preguntó al chico si sabía del Palacio de Hielo, éste negó rotundamente con la cabeza, como bien ésta sospechaba. La chica no tardó en presentarle el lugar como la puerta al mismo infierno, el lugar por el cuál bajar a las profundidades del abismo donde los demonios se comían a cualquiera que circulase por sus dominios. Quizás, solo quizás, exageraba un poco. Pero, recordando a Blame, no le faltaba razón para expresarlo de esa manera.
Sin embargo, el chico saltó por un lado totalmente diferente. Salió por un lado que la pelirroja ni pensaba.
Datsue, alegó que quizás no le hiciese falta ir seguramente. Argumentó que sospechaba que Blame le había puesto un fuinjutsu desconocido y complejo, y añadió que quitando a la difunta kage de su aldea, él era el mejor usuario de técnicas de sellado de toda Uzu. Sin vaselina, dijo que podía ingeniárselas para imitar el sellado sobre sí mismo, así sin mas. Bueno, no. Poco tiempo le faltó para proponerse como su compañero por siempre, su compañero de inmortalidad.
La chica alzó una ceja mientras escuchaba. ¿Hablaba en serio, o era otra como su venta de crema super milagrosa?
Sin intenciones de deternerse, Datsue continuó con su intento de convencer a la chica. Comenzó por darselas de bardo, y de que le cantaría una nueva canción cada mañana. Añadió que no era buen cocinero, y que era algo desordenado... y evidentemente ya se lanzó a sugerir que podían visitar cualquier lado, hasta los mas peligrosos. Podían burlarse de la muerte una y otra vez como pareja, y hasta podrían burlarse por toda la eternidad con bromas pesadas de los Kusareños.
—Jajajaja... si, estaría genial... —contestó entre risas, incapaz de creer que fuese capaz de imitar el supuesto fuinjutsu.
»Pero le veo un pequeño problema al asunto, Datsue. ¿De veras quieres tener la apariencia de un chico de 14 o 15 años? ¿16 cuanto mucho? Deberías esperar unos años, porque después ese será tu aspecto por el resto de la eternidad... y yo no quiero a un hermanito pequeño a mi lado, no sé si me entiendes... jajajaja.
Casi le faltó abrir su pecho y sacarle el corazón, para mostrarle como lo rompía en mil cachos frente a sus ojos. Tampoco había sido demasiado drástica, pero en fin... ya dependía de cómo se lo tomase él.
—Además... ¿A quién estarías dispuesto a sacrificar para imitar la supuesta técnica? Esa persona debe estar predispuesta a dar su vida por ti... ¿Quién sería en tu caso?
Evidentemente, la pelirroja no creía que el caso se pudiese dar, no esperaba que el chico supiese tanto de fuinjutsu, y menos que fuese capaz de imitar algo de lo cuál no estaba segura ni tan siquiera ella de si se trataba o no de una técnica. Pero bueno, de sueños se vive, ¿no?
El límite entre la ironía y la sinceridad, entre la broma y la realidad, era una línea muy fina y delgada para Datsue. Muchos eran los que se veían incapaces de distinguirla cuando le oían, y hasta él mismo se aprovechaba de ello en ocasiones. Aquél fue uno de esos casos. Entre propuestas indecentes veladas por un leve tono de humor, la kunoichi respondió a una de sus dudas sin necesidad siquiera de preguntarle: su inmortalidad también abarcaba la juventud eterna.
El pecho del Uchiha, además, lejos de verse roto y hundido por el comentario del hermanito pequeño, se infló como el de un gallo, henchido de orgullo.
—Hmm… ¿De verdad te aparento dieciséis? —preguntó, con una sonrisa pícara. Apenas cumpliría los catorce en unos meses, pero como todo crío entrando en la pubertad, se sentía halagado de que le considerasen mayor.
Luego, la kunoichi se preguntó quién estaría dispuesto a sacrificarse por él. El Uchiha se llevó una mano al mentón, pensativo. «Pero es necesario que sea… ¿voluntario?»
—La verdadera pregunta no es quién estaría dispuesto a sacrificarse por mí… Sino a quién estaría yo dispuesto a dejar que lo hiciese. —«A más de media Oonindo, eso ya te lo aseguro yo»
Sin embargo, el Uchiha no iba a presionarla más. Sabía reconocer cuando le estaban dando largas, y Aiko, aunque de forma muy sutil, lo estaba haciendo. Insistir ahora en el tema sería un error. Además, ¿para qué? Sabía todo lo que necesitaba saber. El fuuinjutsu —de existir, porque aunque Aiko no lo había negado, lo había tratado como supuesta técnica—, estaría sellado en la pantorrilla derecha de ella. Ahora tan solo necesitaba sedarla, emborracharla, o cualquier acción que la dejase lo suficientemente inconsciente como para poder quitarle la bota y copiar las fórmulas de sellado en un papel.
El Uchiha se temía que iba a ser una misión de largo recorrido. Lo primero de todo sería marcarla con un sello de rastreo, así siempre sabría dónde encontrarla. Pero ya habría tiempo para eso, por el momento…
—Oye, espero que no te ofenda la pregunta, pero… —sabía que solía ser un tema delicado para las mujeres—. ¿Cuántos años tienes?
El Uchiha se acababa de plantear por primera vez en la tarde que aquella muchachita quinceañera tuviese en realidad mucha más edad de la que aparentaba. Estaba hablando en realidad con una... ¿vieja?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Datsue pareció extrañarse cuando la pelirroja comentó que como mucho tendría dieciséis años, pero... ¿Qué mas podías pedirle a alguien que ya había perdido interés total en la edad de una persona común? No sabía ni cuantos tenía ella misma, era imposible que supiese la de una segunda persona. La chica terminó por encogerse de hombros, mientras que su cara reflejaba una mueca de estar algo perdida.
—No sé... digo que como mucho tienes esa edad... ando muy perdida con eso de acertar edades, la verdad.
Aiko continuó dando reseñas de las cosas que necesitaba para realizar la "técnica de la inmortalidad" y llegaron al punto donde éste necesitaba que alguien se sacrificase por él por voluntad propia. Datsue se llevó la mano al mentón, pensativo. Por un instante pareció dubitativo, y terminó por reseñar que realmente lo importante no era quién estaba dispuesto a sacrificarse por él, si no a quién estaría el dispuesto a dejar sacrificarse.
«¿De verdad Datsue ha dicho eso... ?»
Seguían andando, y para cuando la chica quiso dar cuenta, su antagonista volvió con una nueva pregunta. De nuevo, alguien se interesaba en su edad, para variar. Sin embargo, Aiko no tenía complejo ninguno en revelarlo, al menos todo lo que ella sabía, que era bien poco.
—Creo que dieciocho o así, esa era la edad que tenía cuando mi padre hizo esa locura... Si te refieres a mi edad verdadera, tendrías que mirar en el registro de Amegakure. Ni yo sé que edad tengo... cincuenta, setenta, cien... ¿doscientos?
»No tengo ni idea, la verdad... —confesó, encogiéndose de nuevo de hombros. —Cuando se da cierta situación, pierdo un lapso de memoria de casi un año completo... y no es que sea difícil ciertamente, habré perdido como treinta años de memoria al menos. Si algún día no sé quien eres, no te extrañes... jajajaja
Intentó hacer una broma de uno de los mayores defectos de su acuerdo con el demonio, pero... ciertamente era triste.