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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Es broooma. Vamos a ver los puestos, tonta.

¡A-Ah, pero yo...! — Pero no le fue posible responder antes de ser arrastrada por Hana.

¿Qué te apetece?

Parpadeó varias veces mirándola y luego desvió la mirada a los puestos. El coste era más que asumible, podían pedir incluso varias cosas distintas si querían. Ren intentó hacer memoria, de las veces que habían ido a comer, por si Hana en algún momento había mencionado su plato favorito o algo del estilo. Habían ido a comer fideos varias veces, y recordó que en una ocasión comieron parrilla. Y también estaba aquella vez que comieron pececitos dulces.

Pero nada que realmente fuera de gran importancia y que la hubiera marcado, o por lo menos que fuera capaz de recordar. Suspiró, y decidió entonces pensar en que le apetecía a ella.

Creo que me quedaré con el pollo tempura y unas bolas de pulpo. ¿Y tú?

Ni de broma le dejaría pagar a ella ahora que sí que estaba a su alcance.
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A diferencia de Hana, que estaba ojeando todo el distrito por un puesto que le llamase la atención, Ren se detuvo en el primero que pasaron a pedir. Le arrancó un leve suspiro a su princesa, pero solo sonrió después. Tal vez sería lo mejor, en vez de pasarse una hora buscando el mejor puesto calidad/precio.

Creo que me quedaré con el pollo tempura y unas bolas de pulpo. ¿Y tú?

Yo un par de brochetas de carne, por favor.

Las llamaba de carne pero eran un par de pinchitos que intercalaban diferentes tipos de carne con diferentes tipos de verdura. Entonces se quedó un momento pensando en qué hacer. ¿Pagaría Ren? La había visto preocuparse mucho por tener que invitarla. No quería que se gastase todo el dinero pero tampoco quería ofenderla o entristecerla por pagar ella. La miró a la espera de que le diese alguna señal. Que mirase su monedero con pena o que se adelantase a pagar con confianza, y ella reaccionaría en consecuencia.


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Ren se apresuraría en pagar la comida, dándole a Hana antes sus dulces para poder llevar toda esa comida ella. Luego, caminarían un poco antes de llegar a un parque donde ya había gente sentada en bancos o sobre la hierba comiendo sin muchos miramientos ni reparo. Algunos parecían grupos familiares, otros de amigos y puede que seguramente hubiera algunos de compañeros de trabajo que acababan de terminar y les tocaba cenar. Escogerían un lugar un poco apartado de todo el mundo, pues la morena todavía quería seguir disfrutando de algo de intimidad, aunque fuera algo tan simple como compartir sus raciones, o darse de comer la una a la otra.

Tras acabar, cogería alguno de los dulces que tenía Hana con su permiso y si necesitaba su ayuda para abrir alguno, haría lo que estuviera en su mano para complacerla. La noche avanzó con las horas, y en la época que estaban, aunque no era mucho más de medianoche, ya era prácticamente noche cerrada, por lo que no deberían tardar mucho en volver.
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Al final, acabó pagando Ren apresuradamente. Hana soltó una leve risa al verla tan apurada. Encima le devolvió los dulces antes de coger la comida y la uzujin tuvo que aguantar sus brochetas en una mano hasta que llegaron donde sentarse. Eso no era muy de princesa, pero prefirió perdonar a su caballera por ahora.

Las brochetas no estuvieron tan mal, no eran las mejores que había probado pero estaban por encima de la media. Después. tanto Ren como ella atacaron las chocolatinas que había comprado mientras hablaban un poco de todo y nada. Había conseguido no pensar en los temas más espinosos. Solo faltaba saber durante cuanto podría permitirse eso.

Deberíamos ir volviendo, ¿no crees? Empiezo a tener algo de frio.

La realidad era que ya estaba temblando como una gelatina en un tractor. Hana era tremendamente friolera, ya solo una brisa mal colocada la haría pedir cinco mantas en el hotel. Sin embargo, no quería que pareciese que no quería estar con Ren o algo así, así que se había estado aguantando


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La verdad es que sí... — respondió con la piel erizada.

El frío era algo bastante común en Amegakure, sobre todo con la estúpida cantidad de humedad que había allí, hacía que la sensación térmica cayera aún más en picado. Los veranos, por otro lado, eran completamente sofocantes y agobiantes por el efecto invernadero de las nubes, y una vez más, la humedad disparaba el calor que sentía la gente. Ren soportaba muy bien el frío, pero tal vez era más por el hecho de que le gustaba estar rodeada de mantas y poder utilizar sudaderas que otra cosa.

No tardarían más de unos minutos en alcanzar el lugar donde se hospedaban, un camino silencioso en el que la oscuridad tapaba el sonrojo de Ren por ir cogida de la mano de Hana bajo la luz de las farolas. Una vez llegada a la habitación, ahora la situación había cambiado. Realmente no sabía que hacer ahora que la condición de su relación había cambiado a una tan profunda. Por lo pronto, simplemente aprovechó para ir a cambiarse al cuarto de baño, volviendo con un pijama de color azul pastel con caras de gatos de distintas razas muy simplificados que resultaban bastante monos a la vista.
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Al llegar a la habitación, Ren se fue directa al baño a cambiarse. Hana aprovechó su ausencia para hacer ella lo mismo. Ya se ducharía a la mañana siguiente, tenía demasiado frio. Se cambió a un pijama de una pieza que emulaba un disfraz de panda. Se echó por encima de la cabeza su capucha con orejitas de panda y se metió bajo las sabanas.

Para cuando Ren volviese solo vería las orejas de panda asomando de debajo de las sabanas donde Hana se había refugiado del frio


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Tras abrir la puerta, miró a los lados buscando a Hana, para luego darse cuenta del bulto que había en una de las camas sobre el que sobresalía algo. Terminó de abrocharse los botones de su camisa, mirando a la cama que le correspondía. Aquella no se veía nada apetecible ahora, esa no era el lugar donde quería estar en ese momento. Era ella la que parecía que siempre la iba buscando, y ella también quería recibir mimos y palabras bonitas por parte de la rubia. Se molestó un poco por haberse metido directamente y parecer que quería dormir sin mediar mucha más palabra.

Antes de apagar la luz, pudo terminar de ver el pijama que llevaba Hana, y una vez a oscuras tan solo bañando la luz del exterior la habitación, la obligó a hacerle un hueco levantando las sabanas y metiendose en su cama.

¿Es un pijama, en serio? Parece más un disfraz — le dijo tocando la tela que cubría el lateral de su cara.
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Ren entró en la habitación sin decir nada y se acercó a su cama en completo silencio. No fue hasta que estuvo la luz apagada que habló:

¿Es un pijama, en serio? Parece más un disfraz

Infló los mofletes, aunque Ren apenas podría ver tres en un burro estando ella casi tapada por completo por las sabanas.

Es mi disfraz de ir a mimir. — estiró a Ren de su camiseta, obligandola a acercarse a ella para abrazarla con fuerza. — Hace mucho frio, mira, mira que frias tengo las manos.

Aprovecharía para meterle las manos por la espalda, bajo su pijama. Esa era una de las mejoras de tener un pijama de una pieza, no podía meterle las manos frias a traición por la espalda. Ren sentiría que, efectivamente, tenía las manos completamente heladas.


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Al mover sus brazos para estrechar su distancia, junto a aquella dulce voz, no pudo detenerla aunque quisiera, pues estaba perdida en sus caricias. Pero cuando las manos tocaron la parte baja de su espalda, no pudo evitar dar un agudo chillido.

¡Pero serás...! — Intentó devolverle la misma jugada, pero era imposible meter las manos por ningún lado, así que se las puso en el cuello y en las mejillas, mientras mantenía sus carrillos inflados indignada. Mantuvo su enojo por un rato, provocando un silencio entre ellas y tras ello, buscó nuevamente sus caricias—. H-Hana... No quiero que se acabe esta semana. Solo ha sido un día, y ya quiero volver a verte...

Tomó una de sus manos, ahora ya cálidas por el cuerpo de Ren, subiéndolas hasta dejarlas sobre sus mejillas mientras posaba un beso sobre una de sus manos. Seguiría tonteando con ella lo que fuera necesario hasta que Hana diera el visto bueno para que se fueran definitivamente a dormir.

Buenas noches, Hana... Te quiero... — La besaría con gentileza, para después juntar sus frentes y suspirar aliviada.

Y como era habitual en ella, dormiría a pierna suelta tras haber llorado tanto durante el día, sin apenas moverse ni hacer ruido.
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¡Pero serás...!

Hana soltó una risilla mientras Ren se revolvía bajo su poder, el inconmensurable poder de las manos frias. Le puso las manos en las mejillas intentando vengarse pero eso no era venganza ni era nada. En unos segundos, ambas tenían las manos calientes y se quedaron finalmente abrazadas bajo las sabanas.

H-Hana... No quiero que se acabe esta semana. Solo ha sido un día, y ya quiero volver a verte...

¡Pues cierra los ojos y nos veremos en tus sueños! — dijo más alto de lo que ella misma se esperaba, totalmente ida del sueño que tenía.

Buenas noches, Hana... Te quiero...

nasches, Ren. Yoati. — musitó con la leve conciencia que le queadaba, acortando más palabras de las que había dicho.


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