— Lo entiendo, Ren, perdona, ha sido culpa mia. Centrate en descansar, hablaré con Ai mañana. Lo-lo solucionaré, Ren, te lo prometo.

— Pero... Tampoco seas muy dura con ella... Ella... — la agarró del brazo antes de que pudiera intentar si quiera hacer un gesto para levantarse; Ren seguía algo atolondrada y era más que visible en su mirada sonrojada. — S-Se que me ha jodido hoy a base de bien, pero tampoco... Ugh... N-No quiero parecer una chivata o algo así ¡Se cuidarme sola!

Su cara era literalmente un poema, aunque no tanto como las gesticulaciones nerviosas y torpes de la morena.

— A ella le gustas, no lo jodas... — pronuncio finalmente para volver a meterse en la cama, pues una aguda punzada de vuelta directa en su cabeza, la obligo a tumbarse.

Si, aquella muchacha le había jodido todo el dia a base de bien, pero tampoco lo hacia con mala intención, eran tan solo... ¿Celos? Supuso.

— Pero... Tampoco seas muy dura con ella... Ella... S-Se que me ha jodido hoy a base de bien, pero tampoco... Ugh... N-No quiero parecer una chivata o algo así ¡Se cuidarme sola!

Hana miró a Ren tan confundida como era humanamente posible.

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Dejarlo pasar? Lo que ha hecho es grave, Ren. No se trata de si eres tú o de si te has chivado, No puedo hacer la vista gorda.

— A ella le gustas, no lo jodas...

Se llevó una mano a la cara y la restregó de arriba a abajo. Ahí estaba el problema. Se sonrojo un poco, avergonzada porque Ren lo hubiese descubierto, encima de una manera tan... agresiva.

— Ya lo sé. Le he dejado claro muchas veces que no siento... eso... al menos no por ella. — rápidamente reculó, dandose cuenta de lo que estaba diciendo, roja como un tomate y negando con sus manos — No es como si lo haya sentido con nadie. La cuestión es que Ai es una amiga para mi, nada más. No quería sacarla del consejo solo porque sienta eso por mi, además es una de las pocas que realmente me hace caso. Pero se ha pasado de la linea.

Lo cierto era que estaba enfadada, bastante. Pero no quería ponerse en ese plan con Ren delante y medio desmayada. Tendría que contenerse por ahora. Se tumbó al lado de Ren y empezó a masajear su pelo con cariño.

— ¿Estás bien entonces? ¿Quieres algo? — se dio cuenta que se había puesto en modo discurso y había ignorado que a Ren probablemente le dolía la cabeza todavía.

— Ya lo sé. Le he dejado claro muchas veces que no siento... eso... al menos no por ella.No es como si...

Las palabras de Hana, comenzaron a caer en un vacío invisible, pues ahora Ren estaba completamente absorta en sus pensamientos tras las primeras palabras.

«¿No? ¿Le da igual? Osea, ella lo sabía pero no siente lo mismo. ¿Por eso me ve como una amenaza? ¿Porque le gusto a Hana? Espera... ¿Le gusto? No. O si. Es innegable entonces que Ai me ve como una rival pero... ¿Tal vez es porque sabe que soy su tipo? Oh mierda ¿Le gusto de verdad, le gusto solo por mi físico, le gusto por como me comporto o es un cumulo de todo? Maldita sea.»

— ¿Estás bien entonces? ¿Quieres algo?— Hana estaba ahora recostada a su lado; con la primera caricia de esta sobre los cabellos negros de Ren, hizo que esta se pusiera en alerta, dando un suave sobresalto.

— N-N-N-N-No... E-Estoy bien... Solo necesito... Descansar... — se acarició su propia cabeza, mientras apretaba sus labios y los humedecía una y otra vez por los nervios.

— N-N-N-N-No... E-Estoy bien... Solo necesito... Descansar...

Viendo la reacción de Ren cuando se acercó, Hana decidió retroceder un poco. Tal vez la morena prefería estar sola y solo la estaba agobiando con su actitud. Miró apenada a su hermanastra.

— ¿Prefieres...? ¿Quieres... bueno, que me vaya? No quiero molestarte y, vaya, no me callo ni debajo del agua cuando estoy nerviosa y no sé qué hacer para que estés más comoda... así que... — empezó a toquetearse el pelo, arreglandose una y otra vez el mismo mechón que ya estaba bien en un principio.

— ¿Prefieres...? ¿Quieres... bueno, que me vaya? No quiero molestarte y...

«P-Pero Tsuki... » se acarició en el momento la frente; definitivamente no se sentía nada bien y a cada segundo que pasaba y pensaba, solo se sentía peor. ¿Y que hacer? ¿Jugar a dos bandas hasta que se descubriera el pastel? «No. Jamas. Eso es ruin, mezquino, nauseabundo, completamente asqueroso. Pero Hana... Maldita sea, somos hermanas ¿no? Aunque no estemos enlazadas por sangre, es demasiado raro y... Pero... Es eso... No somos hermanas... De sangre... Por lo que técnicamente... ¡Técnicamente sigue estando mal! ¡Joder!»

— N-No hace falta... P-Puede que luego me encuentre peor y te necesite...

«¿¡Necesitarla para qué?! ¡¿Para estar más confundida?! ¡Con Tsuki no tendría esos problemas! P-Pero... H-Hana... [/color]»

— N-No hace falta... P-Puede que luego me encuentre peor y te necesite...

Ren pareció quedarse unos buenos segundos pensando algo o simplemente acumulando fuerzas para comunicarse. Aún así parecía muy confundida. Hana no se había emborrachado nunca así que no sabía exactamente cuales eran los síntomas de la resaca. Al menos, Ren parecía funcional. Más lenta de lo normal, pero no parecía estar realmente mal.

— Está bien, me quedo aquí y no te molesto más. Y me callo. Cualquier cosa avisame. — se apartó un poco más de Ren, tumbandose en el borde de la cama pero sin quitarle el ojo de encima a su hermanastra, observandola en silencio.

Ren cerró los ojos y poco a poco fue quedandose cada vez más relajada hasta que su respiración era perfectamente ritmica mientras Hana la observaba. Era dificil imaginar que esa niñata asquerosa con la que se había cruzado el primer día pudiese ser tan adorable cuando dormía tras haberse pillado una buena borrachera involuntaria, pero ahí estaba.

Por un momento se planteó levantarse y hacer cosas mientras Ren descansaba. Sin embargo, la idea de que pudiese levantarse y ver que no se había quedado a su lado le partía el corazón. Se quedó en la misma posición unos minutos, cerrando los ojos para poder pensar con más claridad. En principio hasta mañana no tenía nada más que hacer, tendría que ir a las pruebas de Kendo, al igual que Ren, pero ella no a participar claro.

Cuando volvió a abrir los ojos, apenas podía ver a su hermanastra, era de noche. Se incorporó de golpe, alarmada, ¿qué hora era? ¿Qué había pasado? ¿Se había dormido? Se acercó a Ren para mirar que siguiese viva y sí, viva estaba. Le puso una mano en la mejilla y la acarició suavemente, después pasó dicha mano al hombro y lo movió ligeramente.

— Ren... Ren-neechan... — la llamó en susurros esperando no sobresaltarla.

A diferencia de Hana, Ren fue incapaz de conciliar el sueño; solo le seguía dando más y más vueltas a sus revueltos sentimientos. La respiración de Hana sobre su espalda, no ayudaba en aclararlos; pero la caricia de sus manos, el calor que transmitía su cuerpo y su aroma, la relajaban profundamente, por lo que aunque no llego a poder dormir, el tiempo corrió para ella a una velocidad vertiginosa.

— Ren... Ren-neechan... — pronunció entre susurros, y el corazón de la morena se saltó alguna pulsación, al escuchar llamarla con esa voz tan dulce.

— D-Dime Hana... — respondió tras girar sobre si misma, para poder mirar a los ojos de su hermana.

— D-Dime Hana...

Ren se giró de golpe, quedando a escasa distancia de su hermanastra. Hana quiso alejarse, pero su cuerpo no le respondía, se había quedado totalmente paralizada al ver los ojos azules de Ren. Por antinatural que pareciera, en aquella penumbra resultaban más brillantes que nunca.

— Eh... yo... tú... es tarde... — se quedó completamente en blanco ante la penetrante mirada de Ren.

Estaba tan cerca que se le nublaba todo. Era como si emitiese una señal disruptora de pensamientos y ahora mismo todo lo que pasaba por la cabeza de la rubia era estatica.

— Eh... yo... tú... es tarde...

Además, a ambas mas pronto que tarde empezarían a rugirles los estómagos en protesta por la falta de alimento. Pero Ren seguía abstraída.

«T-Tambien he supuesto desde un principio que a Hana le gusten las chicas, y puede que rechazara a Ai precisamente por eso... P-Por que no esta interesada... P-Pero y si... ¿Y si si que esta interesada y la rechazó por cualquier otra cosa?» el cuerpo de Ren comenzó a moverse, casi por instinto, buscando no perder el puente entre las dos miradas; en tan solo un instante, Hana estaría bajo ella, siendo agarrada por las muñecas buscando que no se moviera. «N-No estamos relacionadas en sangre... C-Cuando acabáramos los estudios, s-solo se volvería una curiosidad... O una anécdota... »La respiración de la morena era pesasada; jadeaba, y desde su frente hasta su mejilla, se deslizó una gota de sudor.

Cuando volvió, otra vez, a razonar la soltó en el momento apartándose hacia atrás.

— ¡N-No era m-mi intención! ¡N-No q-queria... ! ¡N-No era mi intención! — lo que más le preocupaba, era como se había comportado; la había forzado y acorralado. Declararse o no, era más secundario. — N-No quería f-forzarte... Y-Yo... Agh, soy un maldito desastre

Se arrugó el pelo con ambas manos, completamente avergonzada por su actuación. Ahora seguramente encima la odiaría, y tendría que vivir con ese hecho hasta que cada una tomara su rumbo; lo que la puso aún más nerviosa.

Hana hizo un minimo acercamiento timido, mientras que Ren se volvió completamente loca. Con una facilidad pasmosa la tiró sobre la cama y se puso encima, sujetandola de las muñecas sin dejar de mirarla con esos zafiros hipnotizantes. Sintió que algo dentro de ella daba un bote, tal vez su estomago en busca de alimento o su corazón que parecía querer salirse por su boca.

Era... Estaba... Iba a... Su cerebro se había sobrecalentado. Por algún motivo, no se resistió a ella, ni siquiera ahora que basicamente se le había echado encima. No podía resistirse a Ren y no entendía por qué.

— ¡N-No era m-mi intención! ¡N-No q-queria... ! ¡N-No era mi intención! N-No quería f-forzarte... Y-Yo... Agh, soy un maldito desastre

Por suerte, Ren mostró más autocontrol que ella. Sin embargo, a Hana le costaría mucho más recuperarse. Seguía mirando a su hermanastra con esa mirada completamente absorta. Se levantó lentamente y se sentó en el borde de la cama, mirando al suelo durante unos segundos.

— No pasa nada, Ren. No... no pasa nada. Voy... voy a hacer la cena.

Dicho aquello se levantó y fue directa a la puerta. Ren no lo vería, pero estaba sonrojada de cejas a barbilla, más roja que una manzana. Tras cerrar la puerta anduvo hasta la cocina, donde su padre y su madrastra estaban acabando de preparar unas hamburguesas.

— Mira quien se ha despertado. Las bellas durmientes. ¿A que estaban monisimas, cariño?

— Como dos angelitos. ¿Qué quieres tú en la hamburguesa, Hana-chan?

— Cualquier cosa está bien, no te preocupes. Voy un momento al baño.

Retrocedió lentamente para volver por donde había venido. No se sentía capaz de enfrentarse a su padre ni a su madrastra, casi ni la sostenían sus piernas. Fue hacia el baño directa, dejando correr el agua fria y lavandose la cara una y otra vez hasta que volvió a sentir los pies en el suelo.

Se miró en el pequeño espejo que había tras el grifo y se vio totalmente despeinada y con una mirada... rara. ¿Qué demonios le pasaba? Volviendo a echarse agua a la cara.

Siguió con la mirada a Hana hasta que esta se marchó; para después hacerse un pequeño ovillo abrazando sus piernas y ocultando su cara entre ellas. Debía de odiarla profundamente, pensaba una y otra vez hasta verse interrumpida por su estomago.

Se asomó a la puerta, y dio un largo vistazo; un olor venia desde la cocina y no había pasado suficiente tiempo como para que Hana ya pudiera empezar a hacer algo. Caminó entonces, descalza por la madera del suelo hasta llegar a la cocina, donde fue ligeramente objetivo de burla.

— ¿Ya te has despertado tu también? ¿Ren-Ren?

— Tu madre y yo vamos a salir, pero pensamos en dejaros la cena como un pequeño detalle ¡No trasnochéis, o se os pegaran las sabanas para mañana, todavía falta media semana!

La joven morena asintió, muerta de la vergüenza y poco más. Mañana además tendría una prueba para ingresar al club de Kendo; solo pensaba en que acabaría siendo el mayor de los desastres, pero mientras comía viendo como se volvían a marchar sus padres tras un rato, no llego a pensar en Tsuki. Solo pensaba... En la joven que había vuelto a entrar a la cocina; a la que le desvió la mirada ruborizada.

— Tu madre y yo vamos a salir, pero pensamos en dejaros la cena como un pequeño detalle ¡No trasnochéis, o se os pegaran las sabanas para mañana, todavía falta media semana!

— ¿O-os vais? — preguntó Hana que acababa de entrar por la puerta de la cocina, temblando como una gelatina.

— Sí, nos invitan. Y no quería que nos tomaseis por malos padres, aunque ya sois dos mujercitas, así que os hemos hecho la cena. Haciendo puntos para las tazas de mejores padres del mundo. — le soltó sonriente antes de percatarse de la actitud de las chicas. — ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

Esa insinuación hizo que Hana volviese a sonrojarse a pesar de todos los lavados de cara que se había hecho.

— No, no, nada. Solo era por confirmar.

Antes de que pudiese decir o hacer nada, la madrastra llevó las hamburguesas a la mesa baja enfrente de la tele e incluso la encendió.

— Uy, mira, Ren-Ren, los dibujitos esos de samurais que tanto te gustan. Venga, a cenar y de vuelta a la cama a dormir, eh.

Hana no pudo evitar soltar una risilla entredientes al oír sobre los dibujitos de samurais que tanto le gustan a Ren-Ren y entonces se fue directa a la nevera a coger alguna que otra salsa para su hamburguesa y algo de beber. Después iría al sofá a ver esos famosos dibujitos.

— Pues pasaroslo bien, pero teneis que empezar a bajar el ritmo, no sois precisamente jóvenes para salir todas las noches.

Tenía la mirada clavada en la pantalla, pero no podía evitar vigilar a Ren de reojo. Aún tenía el pulso acelerado solo de tenerla en la misma habitación.

La comida se le hizo realmente lenta y pesada cuando ambos abandonaran la sala. Le costaba saborear la carne y el pan, ni si quiera llego a echarle alguna salsa o condimento debido a su estado. Observaba la televisión con la mirada vacía, sin terminar de decidirse por cual era la mejor opción. Cuando ambas terminasen, Ren sería la primera de las dos que se dirigiría al cuarto tras recoger sus cosas.

Llevaba prácticamente todo el día postrada en una cama, y su cuerpo atlético lo notaba; se sentía cansada y fatigada, ya no por la resaca o el propio alcohol, si no que estaba cansada por no haber llegado a hacer nada. Solo sobresaldría una parte de su cabeza de entre las sabanas, con un suave rubor, esperando apagar la luz para dormir.

Apenas llevaban un par de días, pero aquello ya había empezado a hacerse habitual entre ellas.

Consiguieron cenar sin que pasase nada. Absolutamente nada. Ren había vuelto a su yo completamente callado. No le dirigió ni una palabra ni una mirada. Solo miraba a la nada y comía lentamente. Hana le echaba una ojeada y después volvía a la televisión, pasaba a la hamburguesa. Incluso se planteó empezar ella la conversación, pero... no tenía ni idea de qué decirle. Ni siquiera sabía qué había pasado.

Y de repente tenían que volver a la cama. Ren se metió de forma automatizada tras cambiarse, como si aquello fuese rellenar un formulario y no hubiese pasado absolutamente nada hace unos minutos.

Llevaban un rato ambas tumbadas en sus pijamas con la luz encendida. Hana sabía que no iba a poder dormir sin hablar del tema.

— Ren... sobre lo que ha pasado... — estaba mirando al techo y no pudo seguir, porque no sabía qué decir.

¿Qué debía decirle? ¿Cómo se sentía ella al respecto? No debía pero quería, quería abrazarse a ella y no soltarla, pero ella era la responsable. ¡No podían...! ¡Eso! Eran hermanas. Se relamió por instinto. ¡Tenía que decirle que no podía volver a pasar! Pero... pero... Dudaba.

— Ren... sobre lo que ha pasado...

— Me odias ¿Eso es lo que tratas de decir? — respondió bruscamente, y girándose para mirarla a los ojos.