Era preciosa; era lo único que cruzaba por su mente, mientras se acercaba lentamente, esperando no despertarla. Sus cabellos dorados, sus labios rosados, su tez clara, y sus ojos ámbares. Ya tenía confirmación de que lo que había entre ellas era correspondido por parte de ambas, pero eso significa que toda su vida cambiaría por completo; en casa, en la escuela. Todo. ¿Y frente a sus padres? ¿Qué deberían hacer?

Que ambas fueran chica era el mejor de sus problemas, seguían siendo hermanas. Cuanto más pensaba, más se angustiaba la morena que se arrodillaba frente a su hermana dormida, estaba acariciando la mano de ella con suavidad y si cerraba esta, la cogería de la mano. ¿Qué debía hacer? Además; todo podría llegar a desmoronarse con una facilidad realmente impresionante con tan solo unas pocas palabras.

«¿Que deb-...?» pero Hana se aferró de su mano mientras esta dormía. Y aquel tempestuoso y caótico mar, entró en calma; el cielo se despejó en un solo instante y las olas se mecían con suavidad, como si se dé una dulce caricia se tratasen. Un agua tan cristalina y pura, como Hana. Mientras la tuviera a ella, que más daba lo demás.

— ¡Hana despierta, que luego no pegaras ojo en toda la noche y te dormirás en clase! — protestó golpeándola con suavidad con un cojín.

Seguramente esta se despertaría con aquel mal humor tan curioso que tenía, como un mal perder. Pero Ren no podría evitar reír con suavidad tapándose la boca con una mano, para después, quedarse embobada con la mirada clavada sobre ella.

Se había quedado fritisima en un segundo. Y más tarde le llegó el olor de Ren y se estremeció, su subconsciente le jugó una mala pasada y empezó a soñar que su hermanastra se alejaba. Entonces ella estiraba la mano para intentar coger la de la morena y lo conseguía. La agarró con fuerza y se tranquilizó, al menos la tendría sujeta ahora.

— ¡Hana despierta, que luego no pegaras ojo en toda la noche y te dormirás en clase!

Hana saltó de la cama, sentandose de golpe y soltando la mano de Ren.

— ¡Estoy despierta! ¡Estoy despierta! — se frotó los ojos con lentitud y bostezó. — Despierta, despierta, vamos a estudiar, Ren. Mañana tengo el examen. ¡Corre!

Buscó los folios de los problemas por los alrededores, aún en el vestido del día anterior e intentando no mirar mucho a Ren o empezaría a llorar o besarla de nuevo. Tenía que centrarse y no dormirse y estudiar.

Aun tirada de lado sobre la cama, con solo uno de los pies apoyados en el suelo; no pudo evitar mantener la mirada sonriendo estúpidamente, viendo como Hana completamente alterada buscaba poner algo de orden en la mesa. Ya que hoy parecía que estudiarían en su cuarto, se marchó a por otra silla, sentándose al lado de ella.

— Aquí debes aplicar la fórmula, y después despejar— tras horas de estudio, la silla en la que estaba se había ido acercando más y más; hasta el punto que sus hombros estaban pegadas. Ren la entorpecía al escribir no solo por eso, sino porque además, pasaba la mano continuamente por debajo del brazo de Hana en vez de por encima, a la hora de explicarle y señalarle que debía hacer o corregir.

Ambas se sentaron dispuestas a recrear la sesión de estudio del día anterior. Al principio, Hana estaba algo espesa, por lo de haber dormido dos horas contadas, pero poco a poco se fue espabilando. Pero su concentración no fue a mejor.

Conforme despertaba se daba cuenta de la proximidad de Ren, de sus miradas, de sus roces al ir a señalarle algo o explicarle problemas. Cada vez estaba más cerca y Hana más roja. No tenía nada preparado, no había podido levantar su muro de profesionalidad, todo su plan para aquel domingo había sido llorar como una magdalena lamentando sus desgracias.

Ahora Ren la había perdonado, o eso creía, y le estaba acariciando el brazo mientras le hablaba de despejar cosas. Hana, nerviosa y sonrojada, prácticamente garabateaba en su cuaderno más que escribir.

— Aquí debes aplicar la fórmula, y después despejar

— S-sí, l-la fo-form-mula, cla-claro. — intentar contestar y que saliese ese churro solo la alteraba más.

Lo intentó un par de veces, pero ya solo al intentar escribir la formula se equivocaba cada vez. No consiguió copiarla bien hasta el tercer intento, bajo la atenta mirada de Ren. Luego pasó a intentar cambiar simbolos por numeros mientras miraba de reojo a su hermanastra y pensaba en lo hermosa que estaba esa mañana, a diferencia de ella, que tenía que parecer un espantapajaros.

Iba despeinada, con la ropa arrugada, ojeras y la mirada de una loca. En cambio Ren era sencilla, destacaba precisamente por su sencillez. Todo le quedaba bien, ir un poco despeinada le sentaba de fabula, vestir dos cosas fuesen las que fuesen, le sentaba como un guante y su pelo... Hana la envidiaba tanto por ese pelo suave y brillante que tenía que la hubiese tirado sobre la cama y... Negó con la cabeza e intentó centrarse.

— R-Ren, ¿n-no faltan datos para este problema?

Le salían demasiadas incognitas para poder solucionarlo.

— R-Ren, ¿n-no faltan datos para este problema?

—¿Que faltan datos? — hizo un gesto de extrañeza. — Para nada; si te esta diciendo que es un recinto rectangular, entonces sabes que los lados son parejos dos a dos. Y lo mismo se aplica en el otro apartado, diciendo que es un rombo; oseá es leer en entre lineas en el enunciado. Cuando en el examen decía que era un triángulo isósceles. Además, en este otro apartado...

Se había abstraído por los números en cuanto llevaron un rato, y todo lo que había hecho lo había hecho totalmente inconsciente. Hana seguía con el pelo desordenado, y la expresión de su cara solo el decía que quería parar de una vez; aunque no era porque no fuera que no estaba entendiendo sus explicaciones.

— Va, dejémoslo por ahora. Seguiremos luego más tarde — añadió tras una suave risita que acabaría en una dulce sonrisa con los ojos entrecerrados.

—¿Que faltan datos? Para nada; si te esta diciendo que es un recinto rectangular, entonces sabes que los lados son parejos dos a dos. Y lo mismo se aplica en el otro apartado, diciendo que es un rombo; oseá es leer en entre lineas en el enunciado. Cuando en el examen decía que era un triángulo isósceles. Además, en este otro apartado...

— ¿Eh? — le salió del alma, mientras miraba a Ren intentando procesar su discurso.

— Va, dejémoslo por ahora. Seguiremos luego más tarde

Hana entró en pánico. No podía permitirse parar. No por el examen, tenía claro que minimo iba aprobar, si no por Ren. Si dejaban de estudiar, Ren se iría y la dejaría sola o peor, recordaría que la rubia era el mal y entonces no querría volver a verla nunca más.

— ¡N-no! Re-repasemos geometría. Con todos los problemas que te sueltan lo de las figuras geometricas, tengo que saberlo. Además que nunca lo hemos dado demasiado... — se lo repetían cada año — ¿Quien sabe lo que es un triangulo isosceles? Nadie. — rio nerviosamente

Ni siquiera ella se estaba creyendo lo que decía. Empezó a juguetear con su pelo, demasiado nerviosa para estarse quieta. Miraba a Ren y le apartaba la mirada, seguía ese bucle cada pocos segundos. Abrió la boca para decir algo más, pero se cortó a sí misma, recordandose que hablaba demasiado cuando se ponía nerviosa.

A Ren le gruñía el estómago después de que Hana le exigiera continuar.

— T-Tal vez no es solo por eso... Que ya empiezo a tener hambre... — dijo tras una tímida sonrisa.

Estaba claro que iba a aprobar sin mucho esfuerzo; si sacaba o no un sobresaliente, eso era otra historia. Pero... ¿Entonces dejaría de necesitarla? ¿Una vez aprobase? No, que estupidez, negó en sus pensamientos. Lo de aquellos besos, aquellas caricias, no era por buscar una ayuda tonta. Si no ¿por qué todo lo que ocurrió antes de que le hubiesen dado las notas?

Mientras comieran, Ren golpearía con suavidad la punta de su propio pie, con la de Hana, que estaría frente a ella. Para después sonreírla con esa misma timidez; esa que nadie excepto ella, había visto hasta la fecha. En el fondo se maldecía, el finde semana realmente se había acortado sin darse cuenta; y tras aquella mañana, solo quería más y más tiempo. Más tiempo libre. Más tiempo con ella.

— T-Tal vez no es solo por eso... Que ya empiezo a tener hambre...

— Ah, oh, claro, comer, sí. — miró el reloj y comprobó que era tarde, mucho más de lo que ella pensaba.

Tonta, era tonta. ¿Cómo había podido olvidarse hasta de comer? Claro que tendría que parar tarde o temprano de estudiar. ¡No podía retener a Ren para siempre con esa mierda de excusa! Mañana haría el examen y ya no tendría ni excusa ni nada para estar con ella. Siguió el liderazgo de Ren, yendo a la cocina y preparando la comida mientras no paraba de cavilar sobre cómo excusarse para pasar tiempo con ella. Cualquier excusa para hacer algo juntas, necesitaba algo, lo que fuera.

Mientras comían, Hana estaba completamente enfrascada en su plan inexistente, incapaz de mirar a Ren sin pensar en que la perdía de nuevo. Fue entonces cuando sintió un golpe por debajo la mesa, retrasó los pies un poco, pensando que estaba molestando a alguien. Y aún así volvió a sentir el suave tacto de los pies de Ren y levantó la mirada. Se sonrojó al encontrarse con la sonrisa más adorable que había visto en su vida. Ren la miraba con una felicidad y una ilusión que Hana no podía rechazar.

Le devolvió la mirada y el golpecito, tímidamente.

Una vez acabada la comida, recogió todo mientras aún le daba vueltas al asunto. Con todo recogido, le hizo una seña a Ren para que la acompañase a la habitación y esperó que la siguiese. Una vez allí la encaró, jugueteando con un mechón salvaje de su aún despeinado cabello y sin mirarla a los ojos realmente.

— S-Sé q-qué debería e-estudiar y eso, pero... bueno... me preguntaba.. s-sí tú... querrías hacer otra cosa... — se paró ahí unos segundos, para después aclararlo más. — P-podemos ver una peli o-o leer mangas... O podemos hablar... P-puedes contarme qué tal el club de kendo, o cómo lo haces para tener el pelo tan brillante... O no... L-lo que tu quieras... Si quieres estudiamos... o algo...

Sentía que no había acabado ni una sola de las cosas que había dicho, siempre arrastrando el final como un escarabajo pelotero.

Ver que no era la única de las dos que estaba preocupada por semejante tontería la alivió en cierta medida, por lo que una corta carcajada escaparía de entre sus labios.

— De acuerdo, me parece bien. Seguro que no tienes ningún problema con el examen, se te ve bastante capaz pero antes... — le empujó la frente suavemente con el dedo indicé. — Deberías arreglarte un poco, aunque nos quedemos en casa; haremos lo que tú me pidas. Yo me adelantaré, y darme una ducha

Abrió el armario para coger algo de ropa; aunque estuvieran antes peleadas, seguía viniendo hasta su habitación para coger su ropa, pues era el único lugar de la casa donde podría llegar a guardar algo. Tras ello, se marcharía tarareando con un tono muy suave y se podía ver, poniendo un poco de interés, en que caminó trotando suavemente.

— De acuerdo, me parece bien. Seguro que no tienes ningún problema con el examen, se te ve bastante capaz pero antes... Deberías arreglarte un poco, aunque nos quedemos en casa; haremos lo que tú me pidas. Yo me adelantaré, y darme una ducha

— S-sí, Ren-neechan.

Acababa de decirle que harían lo que ella quisiese, sin embargo, era Ren, de forma indiscutible, la que estaba al mando aquel día. Hana solo pudo asentir y dejar que su hermanastra tirara del carro. Se sentó en la cama y siguió con la mirada a su hermanastra. N-no porque esperase que se desvistiera, no, no. Negó ella misma varias veces con la cabeza para subrayarlo.

— Aquí te espero. — susurró para sí cuando Ren cerró la puerta de la habitación.

Tardó aproximadamente un minuto en ir al armario y sacar un pijama de manga corta. Para ella era como si de repente fuese verano otra vez, tenía calor a todas horas. Ahora mismo, estaba ardiendo. Claro que igual no ayudaba que estar ahí sentada sin hacer nada le hubiese despertado una idea salvaje. ¿Y si iba ya al baño? Ren estaba duchandose, claro, pero eran hermanas. ¿Cómo de raro sería ducharse juntas? Nada.

No, no, no. Debía controlarse. Aunque tal vez solo ir a dejar la ropa... No, no. Nada. Nada de nada. Sentada, esperando. Y así la encontraría Ren al volver, mirando a la puerta con intensidad y más roja que un tomate.

Realmente necesitaba una ducha, para refrescarse las ideas. Y fue una bastante fria, en una ocasión apoyó la cabeza contra las losas mientras acariciaba alguno de sus mechones, perdida en sus pensamientos y fantasías; hasta que el agua fría llegó de golpe y la sobresalto. Abrió la puerta, para encontrarse en el final de la cama atenta, como un perrito que gritaba que esperaba a su dueño para jugar entusiasmada.

— ¿Q-Que? ¿Que pasa? Tengo algo en la cara? — respondió nerviosa agitando los brazos, palpándose el rostro.

Portaba unos pantalones deportivos cortos oscuros y una camisa clara sin mangas; para ella era lo más cómodo. Aunque ahora Hana podría ver perfectamente el brazo izquierdo de la joven; un largo tatuaje en forma de nubes tradicionales bajaba desde la intersección de pecho por el hombro hasta casi la muñeca, las nubes tenían un color blanquecino pero los detalles de los perfiles, eran de un color azul pastel.

— ¿Q-Que? ¿Que pasa? Tengo algo en la cara?

Hana abrió los ojos entre horrorizada y sorprendida al ver el enorme tatuaje que le iba desde la muñeca izquierda hasta el pecho.

— ¡No! Lo tienes en el brazo. — saltó de la cama y fue a agarrar la muñeca de Ren, intentando borrarle el dibujo.

Entonces se dio cuenta de que era un tatuaje, de esos que son de verdad, que no se van por mucho que frotes. Soltó la muñeca de Ren de inmediato y tuvo una crisis existencial. Como su hermanastra, el tatuaje era bonito. Cuadraba con la personalidad de Ren y con su propuesta estetica, que aunque menos femenina de lo que Hana querría para una hermana suya, tenía un puntito... excitante. Pero como presidenta del consejo estudiantil, estaba terminantemente prohibido enseñar cualquier tipo de tatuaje en el recinto del instituto.

— Es un tatuaje... es... bonito... — elogió mordiendose la lengua. — Voy a ducharme.

Cogió sus cosas y fue directa al baño, buscando esa ducha fría que le aclarase las ideas. Del todo a ser posible.

Hasta que Hana no se marchó, no termino de asimilar lo acontecido. ¿Le gustaban disgustaban? Se acarició la muñeca volviendo a observar el tatuaje con detenimiento, para pararse en el hombro donde se aferró con la mano.

— E-Entonces mejor no le muestro la espalda; de todas formas otro verano a pasar calor con el uniforme largo... — añadió tras una risa tonta. Caminaría entonces a una pequeña estantería, donde Hana tenía diversos libros; entre ellos muchos mangas y alguna película o serie. Ren comenzaría entonces a ojear algunos, pasando las hojas con cuidado pues le daba miedo llegar a romper alguno. — Y-Y parecía tonta... P-Pero sí...

Pensó que fue casualidad, que aquel que tenía entre sus manos fuera tan subido de tono; pero todos y cada uno de los que seguía mirando, acababa parecían acabar de la misma forma. Ninguno de ellos era remarcable, tenía una gran variedad; chico y chica, entre dos chicos o entre dos chicas; aunque de ese último, parecía haber muchos más que de resto.

Entró en la ducha con la cabeza completamente nublada. Repasaba física, pensaba en Ren y recordaba qué tocaba esa semana en el consejo estudiantil, todo al mismo tiempo. Eso acaba consiguiendo que Ren se le colase en ecuaciones y en los documentos que tenía que revisar. Sin embargo, cuando pensaba en la morena directamente no se le colaban formas geometricas más allá de sus curvas.

Negó con la cabeza y enfrió aún más el agua. No, ver una peli como hermanas y ya. Acurrucadas bajo sus sabanas, apoyandose en su hombro y acabar durmiendo sobre su pecho, como aquella noche de tormenta. Aún recordaba lo fresca y serena que había estado al día siguiente. Eso era dormir. No había nada de malo en eso, al fin y al cabo, tenían que compartir cama igual. Porque... iban a volver a compartir cama, ¿no?

Ay, había tantas preguntas que hacer y no sabía cuales eran correctas y cuales no. ¿Y si era obvio y lo preguntaba? ¿Se lo tomaría Ren como que ella no quería? ¡Pero tampoco quería decirle que la necesitaba para dormir! Otra vez... ¡No! Tenía que serenarse y mantener la cabeza fría. Fria. Muy fria.

Entró en la habitación mientras le daba el último secado a su melena con una toalla, ya estaba casi del todo seco, y no podía estar ni un segundo más en el baño montandose paranoias. Entonces vio a Ren con uno de sus mangas en las manos.

— ¿Te gustan? Si quieres alguno, cogelo. Ai no para de regalarme mangas. Me dice que ella se los compra para leerlos y que después ya no los quiere. A mi las portadas me parecen cuquis. — pero realmente solo había leído un par de tomos. — ¿Qué quieres hacer, Ren-neechan?

Le preguntó sonriente.

— ¿Te gustan? Si quieres alguno, cogelo. Ai no para de regalarme mangas. Me dice que ella se los compra para leerlos y que después ya no los quiere. A mi las portadas me parecen cuquis. — pero realmente solo había leído un par de tomos. — ¿Qué quieres hacer, Ren-neechan?

«¿Ai? Eso explica todo pero... Dios ¿De verdad se puede llegar a hacer algo así?» se detuvo en unas hojas por varios segundos, para después cerrar el libro repentinamente y colocarlo de vuelta en la estantería.

— L-Lo que quieras, Hana. ¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre? — preguntó nerviosamente, volviendo a reincorporarse del suelo, apoyando una mano sobre una de sus propias rodillas. Volvía a necesitar una ducha bastante fria.