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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Bebí otro sorbo del vaso y escuché lo que tenían que decir para nosotros.

"Un equipo, sería bueno simpatizar con alguien y poder trabajar en sincronía..."

—Inoue Keisuke, un gusto.— Comenté después de ver al calvo tartamudear por tener la boca llena de arroz. "Y yo soy el mal educado..."

Después de que los tres nos hubiéramos presentado, Saigo comenzó a dar la explicación del objetivo de su misión, narraba lo que habían hecho y las consecuencias de ello, pronto nos hicieron saber su nueva solicitud, quedarnos y apoyarlos o marcharnos con Aki a la villa con la frente en alto.

Miré a mis compañeros para saber qué pensaban ellos al respecto, pero no pasó mucho tiempo en cuanto ambos, Aki y Ryu, se marcharon para dejarnos pensar en la decisión, Saigo se quedó ahí realizando la comida.

—Sí, por votación.— Aseguré sin saber qué diría Manase.

—Mi opinión es que nos quedemos, ellos solicitaron refuerzos, de cierta manera podemos ayudarles, por lo menos Mogura y yo.— Expresé, mi idea era contraría a la de Karamaru.

Saigo, quién estaba a lo suyo pero pendiente de nosotros hizo una intervención conveniente. —Ves... Sí es por mi me quedo, sí necesitan más ayuda imagino que podrían informar como informaron para solicitar shinobis médicos...— Era lo lógico.

Entonces volví a posar mis orbes en mi homologo, ¿qué diría él?
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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Los médicos habrían tomado un lugar en la mesa y Saigo comenzaría a dar las gracias por el trabajo que habían realizado. Karamaru se iría acercando a la mesa mientras tanto para tomar un poco de comida. Un poco de calma para todos, después de una fuerte tormenta.

Después de un discreto gesto, la palabra pasaría a Ryu, cuya salud parecía haber dado un giro de 180° pues ahora su energía inundaba cada rincón de la sala.

—Manase Mogura, no hay nada que agrad-

Estaba a punto de realizar una reverencia cuando su mano fue estrechada con gran entusiasmo por el shinobi. Ni siquiera tuvo tiempo de siquiera corresponder el apretón de manos.

Posteriormente los genin fueron informados de la situación en la que se encontraban los involucrados en aquella misión, como inició todo y finalmente como terminaron ahí, entonces se les dio la oportunidad para dejar las cosas como estaban y volver a Amegakure con Aki; o quedarse y asistir a los que se encontraban todavía realizando la misión.

Bebió un sorbo de té mientras escuchaba las palabras de sus compañeros y la posterior intervención de Saigo aclarando algunos puntos con respecto a lo que involucraría su permanencia en aquella base.

—Esto no es ninguna votación.

Intervino, dejando la taza con té sobre la mesa. Si alguno esperaba que Mogura se pusiese de su lado, estaba lejos de estar acertado.

—No estamos en ninguna democracia, estamos en medio de una misión.

Le dedicó una marcada mirada a ambos, según su propio criterio, ninguno de los tres tenía poder alguno de decisión sobre lo que había que hacer. El daimyo del País de la Tierra habría bajado una interesante cantidad de dinero para defender sus intereses económicos, aquellos enemigos asaltaban las caravanas que viajaban a los pueblos de su territorio.

—Los tres hemos sido advertidos al momento en que se nos entregó el pergamino de los riesgos que involucraba esta clase de trabajo.

Y ni hablar de la gente que se encontraba tirada en un catre a pocos metros de los tres sanos muchachos a los que se le ofrecía regresar a casa.

—Hay un montón de gente esperando ser atendida en la otra sala, ahí están todos los refuerzos que se pueden necesitar.

Y cuanto antes los pudiese hacer caminar por sus propios medios, mejor para todos.
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Saigo se mantuvo en lo suyo, cocinando mientras escuchaba disimuladamente la conversación entre sus subordinados indirectos.


Seguid, por favor. Me encanta como ha evolucionado esta democracia.
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Como no podía ser de otra manera el pelirrojo dirigía su voto hacia lo opuesto de Karamaru, y a pesar de que el calvo estuvo a punto de replicar Saigo intervino para hacerle cambiar de opinión. Los gennin, como bien había supuesto el monje, no tendrían que combatir ya que no tendría sentido por la aparente diferencia de poder. El hecho de solamente poder quedarse para cuidar gente lo cambiaba todo.

Entonces sí, nos podemos q...- pero antes de poder terminar de darle la derecha por primera vez al médico, Mogura interrumpió.

—Esto no es ninguna votación. No estamos en ninguna democracia, estamos en medio de una misión.

Karamaru abrió los ojos ante la sorpresa de la conversión de su compañero a dictador. No estaba equivocado en sus palabras siguientes, sobretodo tras la intervención de Saigo, y el calvo le hubiese dado la razón por estar en lo cierto. Pero su primer actitud lo había descolocado un poco.

...ahí están todos los refuerzos que se pueden necesitar.

«Tiene razón, es lo que deberíamos hacer, pero me encanta cómo evalúa otras posibilidades y piensa en sus compañeros.»

Bueno, si ya arreglamos entre los tres que nos quedaremos a ayudar pero no a pelear ante algo que está fuera de nuestro alcance, deja de jugar al líder autoritario y hagamos lo que nos corresponde.

Karamaru se levantó de la mesa y comenzó a caminar en dirección por donde habían venido, hacia la sala de los heridos donde los médicos harían su trabajo y él daría una mano en lo que pudiese.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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—Esto no es ninguna votación.— Anunció Manase con autoridad. —No estamos en ninguna democracia, estamos en medio de una misión. — Concluyó como sí él fuese el líder del grupo.

Le acuchille con la mirada cuando nuestros ojos se encontraron, ciertamente ninguno era el líder, pero podíamos llegar a un acuerdo entre los tres, sin poner la idea de uno por sobre la de los demás.

—Los tres hemos sido advertidos al momento en que se nos entregó el pergamino de los riesgos que involucraba esta clase de trabajo.— Agregó atinando finalmente en algo que no me hiciera pensar en querer matarle.—Hay un montón de gente esperando ser atendida en la otra sala, ahí están todos los refuerzos que se pueden necesitar.

—Bueno, si ya arreglamos entre los tres que nos quedaremos a ayudar pero no a pelear ante algo que está fuera de nuestro alcance, deja de jugar al líder autoritario y hagamos lo que nos corresponde.— El calvo desistió rápidamente de su idea con ayuda de Saigo, y las pocas palabras que Mogura acababa de mencionar, pero sobre todo por la intervención del chunin que realizó su aclaratoria.

—Mi intención desde un principio, desde que nos dijeron la realidad, era quedarme ayudandoles, sí ya estamos de acuerdo los tres lo veo bien.— Comenté mi punto de vista para luego pararme de mi silla y dirigirme directamente a Manase.

—Somos un equipo y la decisión la tomamos los tres, cada uno tiene voz y voto, no puedes imponer tu ideal por sobre los demás.— Susurré lo suficientemente bajo para que Saigo no escuchase pero para que Karamaru se enterase de lo que acababa de decir.

Sin darle chance a réplica me volví a mi asiento y tomé un trozo de pan y comencé a comer para recuperar energías, intercalaba el pan con el té. —Bueno, nos toca una larga jornada...
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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Líder autoritario que imponía sus ideas sobre los demás, esa era la manera en la que sus compañeros habían percibido las palabras de Mogura. Pero carecía de importancia, pues el grupo iba a hacer su voluntad.

La charla se había terminado, el médico de pelo negro no iba a contestar a las palabras de su compatriota sabiendo que la cosa terminaría en una discusión, y discutir era lo último que necesitaban en aquel momento.

Inoue se puso a tomar té con pan y Mogura hizo algo similar, en vez de pan comería una bola de arroz. Se aseguraría de comer bien antes de comenzar a trabajar, necesitaba la comida para recuperarse por el desmayo que había sufrido.

Una vez hubiese ingerido su porción, se levantaría del banco y se dirigiría en dirección a la sala con los heridos. Una vez ahí dentro se tomaría un momento para examinar con cuidado los pacientes. Saigo los habría organizado del menos herido al más critico, siendo hasta unas horas atrás Ryu mismo el último de todos.

No tenía chakra para usar en aquel momento, y pasaría un poco más hasta que se pudiese poner a curar con Iryo-nin a más gente.

Manase Mogura caminó a lo largo de la sala tratando de llegar al final y ver quien se encontraba ahí.
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Manase Mogura era un lobo solitario. Se levantó él solo, sin esperar a nadie, porque Manase Mogura no espera a nadie, aunque no tenga chakra y no pueda usar Ninjutsu médico, a él eso le da igual, porque es un verdadero macho alfa.

Habaki Karamaru también era un lobo solitario, además de ser el único que no era médico, tampoco había esperado a nadie antes de ir a la sala de los heridos, y al llegar se daría cuenta de que no tenía ni idea de qué hacer. Cuando sopesara sus acciones, Manase Mogura, el lobo solitario, le rebasaría para irse al final de la habitación, donde estaban los más graves.

Por suerte para todos, sobretodo para la sensatez, Ryu ya estaba allí. Sentado junto a un hombre más pálido de lo normal hasta para un shinobi de Amegakure, seguramente por la perdida de sangre, ya que se podía ver una herida profunda en la pierna.

Madre mía, deberían haberte curado esto antes de ponerse conmigo. ¿Cuanta sangre has perdido? ¿Cuanto hace que no puedes mover la pierna?

Pero lo mio no tiene cura ya. Solo es una pierna. En cambio, mírate. Tendrías que haberte visto la cara cuando estabas en cama.

Ryu se mordió el labio por pura impotencia. En cuanto Mogura lo examinase de cerca se daría cuenta de que el corte había tocado hueso y no era limpio, sino que faltaba bastante piel por los alrededores del corte. La herida irradiaba brutalidad. A un lado podría ver las vendas, totalmente rojas, con las que llevaba vendado por lo menos un par de días.

El hombre tenía una buena constitución a pesar de tener unos diez o quince años más que todos los presentes allí y por lo menos, veinte o treinta más que Mogura y compañía. De ojos oscuros y pelo negro azabache, sin una sola cana aunque las arrugas en su rostro le delataban la edad. Lucía una prominente barba negra también.

Los ojos de Ryu se iluminaron al ver a Mogura, quien, sin pensarlo, se había ido a la sección de enfermos donde más problemático le resultaría no tener nada de nada de chakra.

¡Mogura-san! Le estaba cambiando las vendas a Shokichi-san y ha empezado a sangrar, creo que no se las habían cambiado desde que llegaron.

Del herido solo veía la pierna y el rostro, el resto estaba tapado por una de esas mantas cutres y viejas que se usaban allí, pero no necesitaba verlo para saber que ese shinobi debía tener un cuerpo de acero y un metabolismo de mil demonios. Sangrar era un eufemismo para lo que estaba haciendo esa herida, estaba desbordando con sangre. ¿Cómo había sobrevivido hasta ahora? ¿Qué haría Mogura?


Mogura, Karamaru y Keisuke, postead en ese orden.

P.D. Cuando decidáis iros, id a hablad LOS TRES con Saigo, y decidselo. Recordad que cada turno que perdais, es un turno más de probabilidades infinitas de que ataquen.
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Mogura pasaría por al lado de Karamaru y continuaría su camino hasta llegar al fondo de la habitación, donde Ryu se encontraría junto a lo que sería el paciente más grave del momento.

Madre mía, deberían haberte curado esto antes de ponerse conmigo. ¿Cuanta sangre has perdido? ¿Cuanto hace que no puedes mover la pierna?

Pero lo mio no tiene cura ya. Solo es una pierna. En cambio, mírate. Tendrías que haberte visto la cara cuando estabas en cama.

Menuda carnicería tenía Ryu entre las manos cuando Mogura llegó hasta ellos, una contundente imagen para alguien que acababa de desayunar, pero el médico tenía estomago para eso y más, incluso podría haberse puesto a desayunar junto a ese hombre si hubiese tenido que hacerlo.

El paciente en cuestión era una persona de mayor edad que él y sus superiores, pero que aún así conservaba una saludable cabellera. Su pierna tenía una herida muy profunda y la sangre que había perdido no era poca.

¡Mogura-san! Le estaba cambiando las vendas a Shokichi-san y ha empezado a sangrar, creo que no se las habían cambiado desde que llegaron.

Exclamó su superior al verle llegar, Shokichi era el nombre por el cual la gente del lugar se dirigía al hombre herido, al menos Ryu lo hacía de esa manera.

Manase Mogura miró a su superior un segundo, asintió con un gesto de su cabeza y luego volvió la mirada al paciente.

—Hay que detener el sangrado y limpiar la herida. Vamos a requerir de la asistencia de Inoue Keisuke, Ryu-san.

Se hizo entonces con algunas vendas y practicó un torniquete en la zona previa de la herida, con la intención de frenar el torrente de sangre y evitar que la vida del hombre se le fuese drenando junto a su color.

En medio de su práctica, miró al paciente a los ojos durante un segundo.

—¿Qué tanto apego siente por su pierna, Shokichi-san?

Consultaría con una mirada no tan seria como siempre.
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Karamaru apoyó su espalda contra la pared y se dedicó a esperar. No tenía nada para hacer hasta que uno de los médicos apareciera, cosa que no tardó mucho en suceder. Mogura pasó a su lado sin dirigir mirada ni palabras, directo a la acción y, tras él, el calvo lo seguía con el mismo silencio.

Llegaron a la ubicación de Ryu para encontrarse con otro herido, Mogura no tardó en ir a controlar la situación, pero Karamaru decidió quedarse unos metros atrás viendo que sucedía y nuevamente esperando a que se requiera de su ayuda.

Vamos a requerir de la asistencia de Inoue Keisuke, Ryu-san.

Ya lo voy a buscar yo.- comentó apenas el morocho terminó de hablar.

A paso rápido volvió por el camino recorrido para atravesar una vez más la puerta hacia la cocina y encontrarse con el pelirrojo.

Mogura te necesita, lo antes posible.— el monje se quedó esperando, como ya se hacía costumbre, al lado de la puerta a que el médico saliera de la sala para caminar detrás de él.
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La habitación se fue vaciando poco después que empezaba a comer mi desayuno, no es que yo no fuese a ir, sino que prefería tomar con calma la comida, así que tardé un poco más que los demás en terminar, pero finalmente lo había hecho, justo en el momento en que Karamaru apareció nuevamente en la cocina, se veía un poco de apuro.

Mogura te necesita, lo antes posible.— Anunció desde la puerta, lugar en donde se quedó esperándome.

—Voy.— Dije mientras me levantaba y caminé directamente hacia la puerta a dónde estaba el calvo. —¿Qué ha pasado?— Pregunté para ponerme al tanto de la situación.

Indiferentemente sí el monje sabía o no lo que ocurría no tardaría mucho en enterarme porque tras dar unos cuantos pasos y llegar hasta el final de la sala de los heridos podría localizar a Manase, junto a Ryu y un tercer hombre de aspecto un tanto mayor, su cuerpo estaba cubierto por una manta vieja y sucia y su pierna estaba expuesta, tenía una atadura un poco más arriba de la lesión, y la herida... Ese sí que era un dilema.

—Ya estoy aquí, ¿qué propones?— Pregunté a Mogura una vez vi el estado del paciente. —Primero podríamos parar el sangrado y luego limpiar el área.— Respondí antes de que le pelinegro dijera algo. —Puedo anestesiarle para que todo sea menos doloroso...— Aseguré.

—Necesitará antibioticos cuando lleguemos a la villa...
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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—¿Qué tanto apego siente por su pierna, Shokichi-san?

El mismo que a cualquier parte de mi cuerpo, y daría todas ellas gustoso por salvar a un compañero. Así que, Mogura-san, haz lo que tengas que hacer.

Aquel hombre tenía el porte de un guerrero, de un ninja hecho y derecho, cada célula de su cuerpo desprendía un aura de honor y de dignidad digna de un protector.

Karamaru no tardó en reaccionar a la petición indirecta de Mogura y unos segundos más tarde entraría en escena Keisuke para repetir lo que el primer médico ya había comentado. Parar el sangrado y limpiar el área. En cuanto lo hicieran, podrían ver con mayor claridad la herida y proceder a un diagnostico más preciso.

Desde luego, como se veía en primera instancia, recuperar la movilidad de ese pie era algo tan idílico como esperar que Amegakure fuera el lugar favorito por los habitantes de Onindo para pasar el verano. Sin embargo, aquel metabolismo por encima del humano que poseía el hombre ya estaba cerrando la herida.

Tal vez, y solo tal vez, pudiesen curarsela con una sesión prolongada de ninjutsu médico, ya que éste actuaba más lento con heridas de esa gravedad. Además, no tenían las herramientas necesarias para proceder a cercenar una extremidad con la higiene y la precisión necesarias para dicha operación. Llevarla a cabo en esas condiciones era casi peor que dejarle la herida tal cual.

Claro que mantendría entretenido a Keisuke, que era el único médico con el chakra necesario para realizar la curación, durante un buen rato. Dejando a Mogura y sus habilidades médicas no ninjas a cargo de curar y examinar al resto de pacientes.
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La escena se quedó congelada. O al menos eso parecía para los dos genins médicos, el primero, Manase Mogura, estaba completamente estatico, parecía que miraba a los ojos del herido, pero su mirada se perdía en el infinito, más allá de la pared que había tras él o incluso más allá de Onindo. Llegaba hasta una dimensión paralela donde el tiempo se movía a un ritmo igual que el suyo propio, gracias a unos dioses benevolentes que no osan tocar los engranajes recónditos del paso del tiempo.

El segundo, Inoue Keisuke, parecía estar pensando mientras observaba la herida de pie, tras el primero. Sin embargo, no reaccionaba, ni siquiera movió la vista cuando Ryu pasó la mano, asombrado, por delante de sus ojos. Empezó a zarandearlos levemente y a llamarlos, sin salir de su asombro. ¿Qué clase de brujería era esa? Ni siquiera respondían a estímulos externos.

En su ausencia, nadie había notado que Karamaru se había quedado helado a un lado del marco de la puerta que daba a la cocina, también mirando fuera de Onindo.

Desesperado, Ryu decidió tirarles un cubo de agua a ambos por encima a ver si había reacción.
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Se encontró ausente de la realidad por un momento, como si su pensamiento y accionar se hubiesen demorado más de lo acordado y el destino se hubiese movido antes que él. Pero con aquel acuoso ataque volvió en si.

—Habrá que hacer todo lo posible para que vuelva con ambas a Amegakure, Shokichi-san.

Dijo el médico mientras se arreglaba el cabello pasándose una mano por la cabeza. Seguidamente ajustó el torniquete alrededor de la pierna del superior. La herida se veía realmente mal, pero no podían no intentar salvar la pierna de su compatriota.

—Inoue-san, asistiré en la limpieza pero será menester que trates la herida con Ninjutsu.

Las condiciones estaban, un paciente con la resistencia adecuada y un médico con chakra capaz de usar la Palma Mística. Si hubiese tenido la precaución de contar con una píldora no tendría que verse en aquel predicamento, pero era tarde para hacer algo al respecto.

—Cuando finalice con mi parte, revisaré los demás pacientes. En cuanto recupere chakra volveré a hacer el relevo.

No había mucho más que decir o que hacer, quedaba en manos de Keisuke el hacer la verdadera magia en la pierna de aquel héroe. A menos que se le indicase lo contrario, Mogura comenzaría con la tarea de limpiar la herida para despejar tanto como fuese posible el camino del médico pelirrojo.
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Y entonces me vi inmerso en mis pensamientos, así con la mirada pérdida en el horizonte y estaba ajeno a todo estímulo externo, o casi todo, hasta que una ola de agua hizo estremecer mi cuerpo, sacudí mi cabeza y mi cuerpo expulsando las gotas del líquido a todas las direcciones posibles.

—Lo siento, estoy aquí.— Afirmé una vez mi atención retornó a los importante del momento.

—Habrá que hacer todo lo posible para que vuelva con ambas a Amegakure, Shokichi-san.

"¿Querías amputar? Que apresurado Mogura..."

Y entonces mi homologo ajustó aún más el torniquete. "¿Qué hace?" Ahora empezaba a pensar que el juicio del shinobi estaba fallando, tenía un lapsus o desvariaba, no sabía cual de todas era, lo importante es que yo estaba ahí para obrar de una manera mejor.

—Inoue-san, asistiré en la limpieza pero será menester que trates la herida con Ninjutsu. Afirmó con seguridad, pero su ayuda llegaría hasta ahí.

—Agradezco tu apoyo, realmente no es necesario, puedo encargarme sólo de esto, por lo menos hasta que mi chakra me lo permita.— Traté de sonar lo menos grosero posible ante los ojos del pelinegro, y de los demás presentes.

De la misma manera me acerqué a la zona en donde había estaba puesto el torniquete y lo deshice, luego acerqué mis labios a la oreja de mi compañero. —Para realizar una cura no se amerita torniquete.— Susurré nada más para él, simplemente quería recordarselo, por lo menos para que no lo quisiera intentar en un próximo paciente.

—Cuando me esté quedando sin chakra te lo haré saber.— Aseguré mientras empezaba a sacar los implementos necesarios: tapabocas, guantes, gasas, solución. —Sí me permites.— Expresé solicitando su lugar, realmente era el más cómodo para iniciar la labor.

Una vez Manase se hubiese desplazado habilité un campo estéril para manejar con más facilidad, me puse los guantes y el tapabocas. —Bien, anestesiaré el área para que no sientas nada de dolor y todo sea más sencillo, será cuestión de unos escasos minutos.— Dije con seguridad, luego posé mi palma derecha justo en la lesión y ésta empezó a brillar.

—Sí sientes alguna molestia me avisas, empezaré la cura.— Notifiqué el inicio del proceder, primeramente agarré un par de gasas y empecé a hacer presión en el vaso sangrante, debía detener la hemorragia para empezar a limpiar. —Bueno, después de detener la hemorragia.— Sonreí por debajo del plástico.

Una vez la sangre cesara aplicaría solución y me encargaría de desinfectar la herida.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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Keisuke se apresuró a ir en ayuda del otro médico y Karamaru lo estaba por seguir para ayudar pero algo lo mantuvo en el lugar. Al otro lado del pasillo había una sombra blanca, apenas un segundo donde vio pasar algo que solamente se podía definir como una especie de fantasma. Y se quedó paralizado, mirando aquel punto fijo al fondo del pasillo esperando que pase nuevamente.

Pero no lo hizo y una sacudida y una cachetada fueron suficientes para olvidarse de aquel asunto y volver a la realidad que le correspondía.

¿Puedo ayudar en algo?— comentó con voz tímida una vez se encontrase en la misma sala del paciente y los dos médicos.

Ambos dos trabajaban y se ocupaban de la misión, él, a pesar de no tener conocimientos médicos, quería aportar su grano de arena y no ser excluido de la acción.
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