Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Juro asintió ante la emoción de su alumno. Sí, aunque Kazuma pareciese a veces un poco apático (su cara no era precisamente expresiva) muchas veces, mostraba esa sensación por todo lo nuevo y desconocido que se le presentaba.
—Sensei, ¿Cómo mueves tus marionetas?No les he visto hilos ni un mando como el que usa aquel artista, pero tampoco parecen ser autonomas.
Juro se rascó la nuca y se echó a reir.
— En cuanto volvamos a la villa, te voy a tener que ponerte a entrenar. ¿En serio no has visto nada extraño? ¡Tienes que fijarte más en lo que te rodea! — Sintió ganas de darle un capón, pero se contuvo. No quería que le miraran mal por malos tratos —. El chakra sale de mis manos y las controla. Para mí, es algo natural, como mover el brazo. Cuando me muevo, ellas también lo hacen.
» Pero para un usuario entrenado, puede ser visible. Es mi mayor fortaleza y también mi debilidad.
—…El chakra sale de mis manos y las controla. Para mí, es algo natural, como mover el brazo. Cuando me muevo, ellas también lo hacen…
Kazuma pensó al respecto un instante, y de pronto le pareció algo inconveniente.
—¿Y si no pudieses usar chakra, sensei? ¿Podrías moverlas como aquel sujeto? —pregunto mientras señalaba al artista.
Para él resultaba algo obviamente peligroso: si él mismo llegaba a estar imposibilitado de usar chakra, su espada todavía podía ser esgrimida y resultar letal; pero el arma de su maestro, sospechaba, era poco más que un cuerpo inerte sin la animación del chakra.
Kazuma parecía extremadamente curioso al respecto. Juro se encogió de hombros. Desde siempre, le habían enseñado que era mejor ocultar los secretos de sus marionetas
—¿Y si no pudieses usar chakra, sensei? ¿Podrías moverlas como aquel sujeto? .
Juro pensó un momento la respuesta.
— Quizá podría improvisar alguna solución con hilos reales, e incluso podría funcionar si modificara la marioneta. Pero sería poco práctico y mucho más frágil — admitió el chico —. Supongo que mi disciplina es una que requiere chakra, lo mires por donde lo mires.
» Hay cierta belleza en mi disciplina y la herrería, ¿sabes? Las obras que creamos pueden ser efímeras o duraderas, pero son maravillosas — Juro se encogió de hombros —. Creo que por eso he venido aquí. Para ver que clase de cosas nacerán en estos días.
Juro ojeó a su alrededor. ¿Aún quedaba mucho para la primera prueba? Estaba un poco impaciente por ver a los herreros. Se preguntó si él podría haber participado, pero negó para sí. Su disciplina era un poco...diferente.
Kazuma escucho con atención las palabras de su maestro; le parecía fantástico el que supiese tantas cosas. El resto de la tarde transcurriría entre charlas intrascendentes y una caminata por la calle principal.
—Es hora, sensei —dijo Kazuma en cuanto cayo el sol.
Datsue por su parte tendría que ir al norte de la ciudad a una de las grandes forjas. Por supuesto, primero estaba el cumplir con el tedioso papeleo, en donde se le asignaría un número, el 44. Dicho número estaba grabado en una reluciente placa de bronce, que atraía las miradas algo desagradables de otros participantes; pues resultaba que tradicionalmente el número “4” era considerado de mala suerte, por lo que dos cuatros representaban el doble de mal agüero. Aquello era suficiente como para que muchos decidiesen mantener distancia de él.
Justo después de la entrega de números y de rellenar el formulario para la inscripción en el evento, el común de los participantes y espectadores tendrían que esperar en el patio exterior del gran recinto. Allí, la gente podía hablar o encontrarse con los competidores; de tal suerte que si Juro daba algunas vueltas y observaba con atención, podría encontrar a un ninja de Uzushio que le resultaría tan familiar como solitario.
Ya puedes manifestarte, Datsue. Si quieres, despues de Juro y luego si continuamos sin orden fijo.
—Es hora, sensei — El sol empezó a caer. Juro se dio cuenta de que su alumno tenía razón. Tras un par de paseos y charlas, ya era hora de que todo comenzara.
Ambos se acercaron, con su entrada, al lugar de los espectadores , y desde ahí accedieron a los sitios. El marionetista no estaba muy enterado de todo el papeleo que tenían que hacer los participantes, pero sí sabía que otra vez, tenía que esperar, al menos un poco más de tiempo. Por eso, decidió no quedarse sentado (iba a estar sentado durante un rato) y dar un paseo.
Sin darse cuenta, accedió al patio exterior, donde los participantes y el público podía encontrarse. Había algunos grandes y fuertes, que parecían presumir delante de lo que serían sus admiradores o familias, otros, más modestos.
Pero lo que le llamó la atención no fue ninguno de esos: el marionetista se fijó en uno en concreto, que vagaba solo, con el número 44.
— ¿ Datsue? ¿Uchiha Datsue? ¿Eres tú? — preguntó, atónito.Después, se acercó a él, saludándole con la mano derecha —. ¡Datsue-san! ¿Qué haces aquí?
«Vaya hombre… No bastaba con un cuatro que me tenían que dar dos.»
Y allí iba Datsue, con su placa de bronce, reluciente y de mal fario, atrayendo miradas allá donde iba. Había gente que incluso se apartaba de él, como si tuviesen miedo de que les pasase la mala suerte o les sucediese una desgracia por tocarle. El Uchiha, acostumbrado a parte de ese trato en su propia Villa por el miedo que tenían a Shukaku, soportó la situación sin darle mayor importancia.
Además, en realidad le gustaba aquel número. Datsue el Intrépido no le temía a la muerte. La había conocido, la había visitado en el Yomi y había vuelto de él renacido e ileso.
— ¿ Datsue? ¿Uchiha Datsue? ¿Eres tú?
«¿Un fan que quiere un autógrafo? Ah… Casi». No, ¡era Eikyuu Juro! ¿Desde hacía cuánto no le veía? Gracias al sello de la Hermandad Intrépida, siempre podía hablar con él cuando lo desease, pero no era lo mismo.
El Uchiha extendió la mano para devolverle el saludo.
—Ey, ¿qué hay? ¡Cuánto tiempo! Yo me vine a participar, tío, aprovechando que terminé una misioncilla cerca y me pillaba de camino a casa. ¿Y tú? ¿Qué te trae tan lejos de Kusa?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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Kazuma caminaba mirando a todos lados, como perdido entre tanta gente. Las multitudes le eran un poco incomodas, por lo que se aseguraba de mantenerse cerca de Juro. Sin embargo, mientras miraba para otra parte, su sensei desapareció.
—¿Quien? —alcanzo a preguntar antes de girarse y ver que estaba solo.
Mas por no saber qué hacer que por sentido común, se quedó quieto en el sitio; aunque alzando la cabeza a una lado y otro como un niño perdido. Miraba como la gente pasaba, y oía lo que decían. En realidad, no estaba perdido, ni siquiera estaba lejos; era solo que no ubicaba la vista en el sitio correcto, en donde estaban el par de conocidos ahora reencontrados.
«Por eso no me gustan las multitudes, todo es confuso y todo me distrae», pensó haciendo mohines.
—Ey, ¿qué hay? ¡Cuánto tiempo! Yo me vine a participar, tío, aprovechando que terminé una misioncilla cerca y me pillaba de camino a casa. ¿Y tú? ¿Qué te trae tan lejos de Kusa?
Sin lugar a duda, ahí delante tenía a Datsue. La última vez que lo había visto, las condiciones no habían sido del todo buenas: de hecho, habían estado a punto de ser asesinados por el Gobi. Bueno, o al menos, en apariencia. Todo se había complicado demasiado. Tras ello, habían podido seguir manteniendo el contacto con el sello, pero de oirlo a verlo había un paso muy distinto.
— ¿En serio? ¡Entonces te animaré! — exclamó el chico, realmente emocionado. Datsue mismo le había contado sobre sus aspiraciones en la herreria, pero nunca había imaginado que lo vería aquí, compitiendo contra los mejores —. Pues me pasa algo similar., pasaba de camino Ya te conte que me mola todo el tema de las armas también, así que no quise perderme este evento. He venido en calidad de espectador.
» Me he pasado demasiado encerrado por Kusa, me apetecía ver por una vez algo que me interese — bufó, más para sí que para Datsue —. La verdad es que ha sido mi alumno el que me ha avisado. He venido a verlo con él, aunque creo que lo he perdido. O yo me he perdido, antes.
Juro echó un vistazo rápido alrededor, dándose cuenta de que la había liado. ¿Cómo iba a decirle a su alumno que se había perdido y se había olvidado de que estaba con él? Bueno, ya se inventaría alguna excusa. Le culparía sobre lo poco atento que había estado y que eso podría llevar una muerte en el campo de batalla. Eso le serviría para maquillar su error.
—Bueno, bueno, ¡yo vengo a divertirme un poco! Soy novatillo, no tengo aspiraciones a ganar, realmente. —Aunque si por suerte del destino se diese, no iba ser él quien rechazase la jugosa recompensa—. ¿Cómo? ¿Ya tienes alumno? ¡La hostia!
Todavía recordaba cómo, hacía no tanto, él había pretendido ser sensei. ¡Hasta le había pedido a Hanabi impartir clases en la Academia! Dioses, ¿cuánto había pasado de aquello? ¿Un año? A él ya le parecía toda una eternidad.
—No, no. Sin duda fue él quien se perdió. —En esos casos, el Jonin siempre, siempre tenía la razón. ¡Había que aprovechar el rango, que para algo se daba!—. Si me permites la sugerencia, te animo a que le pongas un pequeño castigo. No para ensañarte con él, claro, sino para que aprenda. —Se acarició la barbilla, pensativo—. Hmm… Quizá… ¿Obligarle a correr descalzo sobre brasas, y que como sorpresa haya escondido entre ellas makibishis?
Le miró, muy serio. Luego rio.
—Era broma, era broma. No, pero un castigo pequeñito sí le pondría. Algo más… didáctico.
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¡Buenas! Según el orden, le tocaba a Kazuma, pero pensé que sería un poco más lógico contestar primero, por si quiere hacer el acto en escena ya. Igualmente, así aprovecho para dejar mi post en esta trama también xD
Datsue afirmó que él solo buscaba divertirse, y no la recompensa realmente, puesto que era un novato aún. Juro admitió que eso era cierto: ahí estaban la élite de la herrería.
— Bueno, bueno, ya veremos que ocurre. Tú siempre has hecho cosas increíbles, quién sabe — comentó Juro, riendo por lo bajo. Aun así, lo animaría. Por una cara conocida que veía, tenía que apoyarla.
Lo que sí le sorprendió fue que el chico tuviera un alumno.
—. ¿Cómo? ¿Ya tienes alumno? ¡La hostia!
— Sí... un chico solitario que se quedó fuera de la remesa en su clase. Como acababa de ascender, me dieron la oportunidad de ocuparme de él, como una excepción — admitió Juro, sabiendo que normalmente, eran equipos de tres los que hacían —. Pero todo va muy bien. Estoy muy feliz con Kazuma-kun, y es un alumno ejemplar.
Datsue continuó respondiendo ante las dudas de Juro, asegurando que en caso de duda, el genin siempre era el culpable, y la razón por la que se había perdido era su propia torpeza. Incluso le sugirió que debería castigarle y que así aprendiera a no "perderse" de esa forma. Juro escuchó, horrorizado, aquellos castigos, hasta que el Uchiha aseguró que era una broma. El marionetista suspiró, aunque viendolo de esa forma, el abuso de poder era bastante atractivo.
— Siempre le estoy haciendo pruebas para ver de qué es capaz. Le diré que me separé a propósito y que el encontrarme entre una multitud de gente es una manera de entrenar su percepción en vistas a una misión — rió Juro. La verdad es que bien visto, le hacía hasta un favor.
7/11/2019, 03:36 (Última modificación: 7/11/2019, 03:57 por Hanamura Kazuma. Editado 1 vez en total.)
La multitud resultaba una molestia, pero no era un obstáculo para quien supiese mantener la calma. Kazuma se acercó a una especie de poste y se elevó hasta quedar su cabeza un poco por encima de la masa de gente. Luego comenzó a buscar. En principio era una tarea difícil para unos ojos poco entrenados, que saltaban de un sitio a otro en las crecientes sombras del crepúsculo; pero solo fue cuestión de esperar la justa oportunidad.
«¡Alli!», pensó con emoción al ver cómo los últimos rayos del sol rebotaban sobre la brillante superficie metálica de una bandana con un símbolo familiar.
—Al fin le encuentro, sensei —dijo luego de correr hacia donde estaba Juro—. Por un instante pensé que no lo encontraría.
Luego reparo en la otra persona con quien conversaba su sensei.
—… Lo siento, ¿interrumpí su conversación? —mascullo.
No problema, la buena improvisacion es parte del rol bonito.
Datsue rio junto a Juro. Sin duda, hacerle ver a su alumno que un despiste era en realidad una prueba puesta adrede para comprobar su percepción era una idea maravillosa. Digna de un buen sensei.
No tuvieron que esperar mucho hasta que un muchacho de cabellos blancos surgiese entre la multitud. El alumno de Juro. Un chico con no mucha presencia, cabe decir. Pero Datsue sabía bien que eso no era algo por lo que valorar a alguien. Akame se lo había demostrado en millares de ocasiones.
—No, no. Si justo hablábamos de ti. Nos preguntábamos cuánto tardarías en completar la prueba —levantó una mano para estrechársela—. Uchiha Datsue, Jōnin de Uzushiogakure no Sato. Quizá hayas oído hablar de mí. Me conocen como el Intrépido.
No. No, no, no. No es que volviese a sacar pecho. Él había madurado, dejado atrás toda aquella fanfarronería. Pero es que… ¡En verdad sí le conocían como el Intrépido! ¿Qué iba hacer él ahora? No podía nadar a contracorriente. Si así le llamaba el mundo, no podía hacer otra cosa que aceptarlo con toda la humildad posible.
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Datsue y él rieron ante la ocurrencia. Sin embargo, no era tan mala idea. Sonaba cruel, pero la docencia era así de cruel en muchos aspectos (y mucho más)
Como invocado por un jutsu, su alumno apareció entonces, alegrandose por encontrarle por fin, y pidiendo disculpas si estaba arruinando alguna clase de conversación. Juro contuvo las ganas de reír, pero saludó a su alumno con gesto serio. Antes de poder decirle nada, Datsue se le adelantó, presentandose.
—No, no. Si justo hablábamos de ti. Nos preguntábamos cuánto tardarías en completar la prueba — Juro contuvo las ganas de seguir riendo—. Uchiha Datsue, Jōnin de Uzushiogakure no Sato. Quizá hayas oído hablar de mí. Me conocen como el Intrépido.
El marionetista sonrió. Al final, su alumno iba a pensar que la situación era surrealista. Un poco de lógica no le vendría mal, tampoco quería confundirle mucho.
— Me alegro de que me hayas encontrado, Kazuma-kun. No has tardado tanto como me esperaba, pero aún no es suficiente. Tienes que aprender a moverse entre las multitudes. Es un objetivo que tenemos pendiente — le regaño el chico, para luego, palmearle la espalda y dar un suspiro —. No te preocupes. Datsue-san y yo nos conocemos desde hace un tiempo. Además de ninja, es uno de los participantes de la competición. Me lo encontré mientras buscaba un lugar donde esperarte. Tratale correctamente, ¿de acuerdo?
Tenía curiosidad por ver cómo eran las interacciones entre esos dos: un chico extremadamente responsable y callado, contra el torbellino de carisma y palabrería que era Datsue. En sus adentros, se sintió algo preocupado por la influencia que el Uchiha podía hacer en su alumno. Quién sabe, podría mellar su alma pura.
—No, no. Si justo hablábamos de ti. Nos preguntábamos cuánto tardarías en completar la prueba —Juro contuvo las ganas de seguir riendo—. Uchiha Datsue, Jōnin de Uzushiogakure no Sato. Quizá hayas oído hablar de mí. Me conocen como el Intrépido.
—Hanamura Kazuma, genin de Kusagakure no Sato —respondió mientras extendía su mano.
El peliblanco recibió un buen estrujón, lo suficiente para dejarle la mano adolorida; pero la situación bien lo valía por lo interesante. Era la primera vez que conocía a un ninja de Uzushio, y además del mismo rango de su sensei. Además, estaba lo de la prueba.
«Pero, ¿en qué momento comenzó?», se preguntó, algo confundido.
—Me alegro de que me hayas encontrado, Kazuma-kun. No has tardado tanto como me esperaba, pero aún no es suficiente. Tienes que aprender a moverse entre las multitudes. Es un objetivo que tenemos pendiente —le regaño el chico, para luego, palmearle la espalda y dar un suspiro—. No te preocupes. Datsue-san y yo nos conocemos desde hace un tiempo. Además de ninja, es uno de los participantes de la competición. Me lo encontré mientras buscaba un lugar donde esperarte. Tratale correctamente, ¿de acuerdo?
—Entendido… —respondió, haciendo una leve reverencia; para luego enderezarse y girarse hacia Juro—. Sensei, ¿Qué significa ser intrépido? ¿Es bueno ser conocido como tal?
Su alumno parecía aturdido y confuso. Sintió algo de ternura por él. Kazuma no entendía del todo la situación, pero, ahí estaba, aguantando por su curiosidad innata.
—Sensei, ¿Qué significa ser intrépido? ¿Es bueno ser conocido como tal?
— Bueno, depende de como lo mires — comentó Juro, soltando otra carcajada —. Yo siempre lo he entendido como una persona muy valiente. Alguien que enfrenta al peligro sin pestañear.
» Aunque quizá el que obstenta el cargo te lo puede explicar mejor — comentó, señalando a Datsue.
Lo cierto es que no tenía ni idea de cuándo ni por qué había empezado a llamarse así Datsue, pero tenía muy claro que era un sobrenombre que él mismo se había autoimpuesto, y que no tenía mucho valor en el mundo ninja. En fin. No le importaba llamarle así si eso hacía que su ego se sintiera un poco mejor.