— Bueno... Más o menos — respondió avergonzada rascándose la nuca. — Soy más bien casi una pelapatatas. Cortar verduras, sazonar la carne y otras cosas sé hacerlas; pero mi sensei no me deja apenas hacer comida para el restaurante. Se hacer algunos platos bastante sencillos, pero no mucho más allá de una sopa de miso, ramen o tés. Ah, eso último si que me encanta — dijo dando una suave palmada sonriente. — Hacer tés o cafés es algo que me gusta. Lo hacemos de forma tradicional y casi siempre me encargo yo — hizo una breve pausa recapacitando.

>>>¿Sera porqué es más difícil que queme algo así? — esta vez frunció el ceño. Sopas, tés... Todo eran comidas de caldo caliente.

>>>¿Sera porqué es más difícil que queme algo así?

— Bueno, yo me eché una tetera llena de agua por encima cuando era pequeña. Desde entonces, no me dejan hacer té en casa. Así que tengo una experiencia casi nula en ese terreno, aunque sea de Uzushiogakure y tengamos justo al lado un archipielago de té. — se rascó la mejilla con el indice antes de dar un pequeño bote de idea. — Espera, tú podrías enseñarme a hacer té.

Se acercó aún más a Ren y pegó su mejilla al hombro de su hermana para mirar con ojitos de cordero.

— ¿Me enseñarías a hacer té, Ren-sensei? — parpadeó — ¿Ren-senpai?

— ¿Me enseñarías a hacer té, Ren-sensei? — parpadeó — ¿Ren-senpai?

— U-Uhm... Claro ¿por qué no? — dijo arqueando la cabeza un poco hacia atrás, al ver como la rubia no se cortaba ni un solo pelo en invadir su espacio personal; aunque eso era algo de lo que carecían bastante entre ellas. — ¿M-Me das entonces ya ese postre del que hablabas? La verdad es que me mata la curiosidad... — desvió la mirada al ver como Hana todavía no se apartaba.

— U-Uhm... Claro ¿por qué no? ¿M-Me das entonces ya ese postre del que hablabas? La verdad es que me mata la curiosidad...

Hana le sonrió al oir la afirmación y en cuanto le recordó el postre se levantó de un salto.

— Oh, oh, sí. Voy.

Se fue deprisa a la nevera a por el legendario postre. Al verlo, Hana se dio cuenta de que igual le había estado dando mucha cancha a un postre que era lo más sencillo del mundo.

— A ver, no es la gran cosa. Tampoco quería crearte demasiadas expectativas.

La kunoichi de Uzushiogakure volvió con un plato pequeño con una especie de tarta en el centro. Era un mini pastel,por lo que se podía ver era crema entre dos bizcochos pero lo que destacaba era un polvo de color azulado que recubría todo el postre.

— Es azúcar, y bueno, era una tonteria. Igual no tendría que habertelo vendido tanto, es solo que como era azul pues me ha parecido curioso y he pensado, seguro que le gusta, pero en realidad ni siquiera he pensado en si te gustara el pastel en sí, soy tonta. Debería dejar de comprarte cosas sin preguntarte.

Había dejado el plato con una cuchara delante de Ren y había bajado la mirada tras sentarse. Era cierto, se dejaba llevar, tenía el autocontrol de una patata pocha y en cuanto veía algo que podía asociar minimamente con Ren tenía todos los impulsos de cogerlo y darselo.

Se trataba de una especie de pastel, con un tono azulado, seguramente por algún colorante artificial. Ren se mantuvo callada durante un breve rato, para después ahogar una corta risotada que acabo en bufido.

— Oh claro. Como soy de la Lluvia, me tiene que gustar el azul y las tonalidades frías — rio con suavidad e inocencia; realmente se le hacía curioso aquello, pero tampoco podría negarle a Hana sus propias palabras. Cortó un pequeño trozo suficiente para que no rebosara en la cucharilla y se lo llevo a la boca. — ¡Oooh, que bueno! ¡Es de frambuesa y moras! — añadió acariciándose la mejilla.

— ¿Quieres probarlo tu también? — dijo sonriente y con los ojos bien abiertos ofreciéndole la cucharilla.

— Oh claro. Como soy de la Lluvia, me tiene que gustar el azul y las tonalidades frías. ¡Oooh, que bueno! ¡Es de frambuesa y moras!

— Pero, a ver, ¡si fuiste tú la que me dijo que le gustaba el azul! Y sí, la verdad es que casi todos en Amegakure vais con la misma ropa azul. Supongo que la lluvia destiñe cualquier color con un poco de alegría. — le contestó Hana, ni corta ni perezosa, buscando provocar un poco a Ren.

— ¿Quieres probarlo tu también?

— Si me lo das tú, sí. — expuso sus condiciones y apartó la mirada, con las mejillas algo más brillantes que de normal.

Todavía saboreando los restos del pastel en su boca, cortó otro trozo de similar tamaño al que comió, para ofrecérselo a Hana. Aquella situación le resultaba algo rara ¿por qué siquiera debía acercarle la cuchara como si de un bebe que todavía no se valía por el solo para comer? No era algo violento, simplemente, extraño.

Hana agarró con cuidado la mano de Ren, que le ofrecía un trozo de la tarta, y con una sonrisa aceptó la cucharada, llevandosela a la boca de inmediato. Tras saborearlo y soltar lentamente a Ren, le sonrió.

— Está genial. ¿Te ha gustado entonces? ¿Ha sido una comida aceptable para usted, Ame no hime?

Le hizo una exagerada reverencia con la cabeza alimentando la broma.

¿Princesa? ¿Ella? Con lo basta y tosca que llegaba a ser. Puede que supiera comportarse ante las autoridades y figuras mayores, ella bien lo sabía; y aquellas dulces palabras fueron la que les hicieron darse cuenta de lo que estaba haciendo.

— ¿Q-Que? D-De princesa nada — intento arrebatarle avergonzada la cucharilla, con un suave rubor, sin dejar de pensar en aquellas palabras una y otra vez. — E-En todo caso yo sería una caballera protectora de la realeza. ¡De la guardia de elite! — rechistó.

— ¿Q-Que? D-De princesa nada E-En todo caso yo sería una caballera protectora de la realeza. ¡De la guardia de elite!

Hana sonrió cuando Ren se rebotó por sus palabras.

— Perdoneme, señorita de la guardia de elite. ¿Le apetece un poco de té para acompañar?

Hizo una breve reverencia con su cabeza. Le gustaba picar a su hermana porque era divertido, además, Ren era tan fácil de avergonzar que casi ese hecho en sí mismo ya resultaba cómico.

— Entonces, ¿esperas tener que proteger al señor feudal de tu país? Porque poca realeza más vas a encontrar.

— Entonces, ¿esperas tener que proteger al señor feudal de tu país? Porque poca realeza más vas a encontrar.

— Supongo; no creo que ningún señor feudal quiera quedarse con una samurai de pacotilla como yo — añadió una carcajada, burlándose de ella misma. Se dejó caer despacio sobre el suelo, extendiéndose de brazos y mirando al vacío techo, con una linda sonrisa. — Eh, y si en vez de eso. Eres tu mi princesa, y yo soy tu samurái — se volteó para mirarla, apoyandose sobre una mano.

No tenía ni idea de las palabras que pronunciaba; simplemente le sonaban bien en su cabeza algunas ideas y las iba soltando al tun tun. Pese a lo mucho que había llorado hoy, entre esta tonta propuesta y lo acontecido en el puente, daría varias vueltas en la cama antes de poder conciliar el sueño aquella noche.

— Supongo; no creo que ningún señor feudal quiera quedarse con una samurai de pacotilla como yo

Ya estaba Ren con sus vaivenes emocionales, en un momento es la mejor samurai de Onindo y al siguiente es una mierda seca que no podría proteger ni una paloma. Hana abrió la boca para responderle pero la misma Ren se le adelantó.

— Eh, y si en vez de eso. Eres tu mi princesa, y yo soy tu samurái

Hana cerró la boca. Miró un segundo al infinito para comprender qué acababa de escuchar. No era la primera vez que lo oía, sin embargo, oirlo de Ren lo hacía aún más real. La cosa era ¿a qué se refería con ello? Si Hana pensaba en princesas pensaba en una chica hermosa, inteligente y con la capacidad de gobernar, porque, bueno, es una princesa, va a tener que hacerlo algún día. Sin embargo, físicamente debil y que necesita protección.

Ahí era donde la uzujin entraba en el debate. Lo cierto era que quería que Ren la protegiese, obviamente, pero no quería que creyese que era una damisela indefensa.

Aún así, se sonrojó, se puso nerviosa porque la primera cosa que asociaba con princesa era belleza.

— Yo... sí, claro que seré tu princesa. Pe-pero, ¿a qué... te refieres? Es decir, obviamente mis padres eran ninjas normales. ¿Cómo me ves? ¿Crees que... soy una princesa? ¿Es que te parezco debil? ¿O hermosa? ¿O lo dices por decir?

Lo soltó todo sin pensar, pasando las tonalidades de rojo de una en una con cada pregunta.

— ¿Débil? ¿Después de la paliza que me diste? — respondió extrañada a la vez que sorprendida, reincorporándose. — Para nada era por eso; pero recuerdo que me dijiste que te gustaría llegar a conseguir una paz y tranquilidad como la que consiguió Shino-... Digo Shiona ---- rio brevemente al darse cuenta de su propio error.

>>> Y para eso necesitarás gente que te guarde las espaldas ¿no? Pues yo seré tu capitana de la guardia — se dió un suave golpe en el pecho, junto a una carcajada que acabo en una calida sonrisa.

Todo eso sonaba muy bien en su cabeza, si se pasaba por alto el enorme abismo de que ambas eran de distintas villas, y que no podría poner un solo pie dentro de las murallas de Uzugakure sin ser detenida y creando un buen escándalo internacional. Pequeñas minucias burocráticas, por todo lo demás iba, como la seda misma.

— Para nada era por eso; pero recuerdo que me dijiste que te gustaría llegar a conseguir una paz y tranquilidad como la que consiguió Shino-... Digo Shiona

Hana se quedó bastante pillada. ¿De verdad Ren la veía capaz de tal cosa?

— Bueno, yo cuando dije eso pensaba más en ser un pequeño grano de arena de paz en el mar de Uzushiogakure, no llevar la voz cantante ni mucho menos. ¿Me guardarías la espalda aunque solo fuese yo? Quiero decir, siempre habrá alguien más importante que yo por ahí. Solo soy yo, no soy una kage ni una señora feudal...

Sabía que se explicaba realmente mal, pero esperaba uqe Ren entendiese a qué se refería. No creía que llegase a kage, y si lo hacia, sería por descarte. Porque habían muerto todos los jounin de la villa y solo quedaba ella como Chunin muy veterana, porque no se veía más allá de Chunnin. Entonces, durante ese tiempo, ¿a quien protegería Ren?

— Bueno, yo cuando dije eso pensaba más en ser un pequeño grano de arena de paz en el mar de Uzushiogakure, no llevar la voz cantante ni mucho menos. ¿Me guardarías la espalda aunque solo fuese yo? Quiero decir, siempre habrá alguien más importante que yo por ahí. Solo soy yo, no soy una kage ni una señora feudal...

— Pero un granito de arena, puede cambiar el mundo aún así. Efecto mariposa o algo así creo que se llama; o efecto dominó; no sé, no presto mucha atención cuando Oda comienza a hablar de esas cosas — dijo encogiéndose de brazos sin perder la sonrisa. — Quien sabe lo que nos depara el futuro; a lo mejor si que acabas siendo la cabeza de tu villa. Y si no, da igual, siempre me tendrás para lo que necesites

Volvió a afirmar con esa extraña confianza que Hana era capaz de proporcionarle, cuando estaba a su lado.