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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
En mi afan por el conocimiento shinobi empecé a indagar en la legendaria historia de los tres kages que derrotaron a las nueve bestias igual de legendarias que ellos. Tenia varias hojas llenas de lo que todas esas personas que no son yo catalogarian de garabatos ininteligibles, pero estaba cerca. Estaba seguro que habia sido tapado para evitar guerras posteriores, para que las tres villas acabaran firmando el tratado de paz. El Uzukage implicado era un Uzumaki, el clan reconocido mundialmente por sus tecnicas de sellado y por su gran vitalidad. Seguramente él solo se encargara de las bestias mientras esos kages de tercera se dedicaban a molestar.

Seguro que alguien en la epoca adecuada se hizo esas mismas preguntas, encontrar la respuesta a esas preguntas era lo que cualquier Uzushiogakuriense debia hacer y el único lugar donde podrían estar esas respuestas era en el lugar original donde sucedió el incidente. El Valle del Fin.

Salir de la villa y llegar hasta el mismo borde del pais que la cobijaba. Era arriesgado hasta para mi, si alguno de esos asesinos me veia fisgoneando en el lugar donde su sangrienta villa plantó la semilla para vanagloriarse durante siglos de una gloria que no es suya, seguramente tendria problemas. Pero la mayoria de ocasiones el problema era yo, así que tampoco era para tanto.

Llegué al salir el Sol. La enorme bola llameante asomaba por el horizonte moviendose lentamente de forma ascendente, para ver mi figura asomaba al acantilado bajo el cual quedaba un enorme lago de agua. Su hermosura hacia dificil a priori decir que aquel fue el lugar donde hubo una batalla, cuanto menos, de titanicas dimensiones. Me quedé ahí embobado un rato, mirando desde arriba el lejano lago, aunque no tan lejano si consideras que la gravedad esta de tu lado.

Cuando me recuperé me acordé de que una de las dos estatuas que estan pegadas al acantilado era la de mi Uzukage, pero distinguirlas era casi imposible con la luz solar ahora dandome en toda la cara. Me volví a detener ahora algo más lejos del borde mirando de lado a lado intentando encontrar una pista o una señal de neon gigante que me guiara, pero no la encontré.

Finalmente decidí que tendría que acercarme a una y ver cual era cual desde más cerca, aunque elegir a cual ir primero no fue tan facil. Acabé yendo hacia la de la derecha. A un par de pasos mi sentido aracnido me corrigió y vire sobre mi mismo en dirección a la de la izquierda. De nuevo, tres pasos despues mi sentido dotonero me instó a que iba en la dirección erronea y giré de nuevo. Volví a quedarme en el centro, indeciso. Miraba de estatua a estatua intentando no quedarme sin retinas por el Sol y sin saber a qué demonios hacer caso. Demasiadas voces en la cabeza.




A ver, somos cuatro así que de momento pondré el tope en 72 horas porque confio que no se os vaya mucho la olla. Más adelante ya se vera.

-Nabi
-Eri
-Mogura
-Riko
-Quinta persona anonima que se unira antes de que Riko postee (Espero)
Nabi
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#2
Para Eri, muchas de las cosas aprendidas en la academia no eran más que información poco necesaria para aprobar un examen y luego pasar a lo que de verdad le gustaba, sin embargo, una de las pocas cosas que aprendes en la academia es la historia, historia que, en cierto modo, es parte de la tuya propia, y eso a la de cabellos purpura le fascinaba y llamaba a partes iguales.

Por lo cual, con mochila llena de cosas y una bonita nota diciendo que se iba de viaje por primera vez, decidió alejarse de su villa camino al Valle del Fin, lugar que estaba repleto de historia según contaban los pergaminos y libros que había leído con anterioridad en casa o en la academia.

Lo malo era como llegar.

Pero la suerte sí estaba de su parte cuando, por arte de magia, pisó una piedra que se encontraba en el camino y se dedicó a reírse de su dolor de pies al estar todo el maravilloso día de primavera andando sin parar; la suerte no fue aquella, sino que, cuando levantó su enfurruñado rostro, pudo divisar tres figuras amenazantemente enormes frente a ella. La joven se quedó embobada mirando la grandeza que ellas destilaban, y, sin dudar ni un solo segundo más, se acercó lo más deprisa que pudo.

Llevada por sus deseos de curiosidad, no se limitó a observar desde lo más bajo. No, ella quería subir y contemplar el famoso lago, además de ver con sus propios ojos los rostros de aquellas estatuas y grabarlos en la memoria de por vida.

Tras largos minutos de escalada, la joven jadeante se encontró cerca del lago por fin, sin embargo necesitaba recobrar el aliento que había perdido. Y en una de sus exhalaciones, pudo divisar a una persona más en el lugar, y su curiosidad hizo que el cansancio se pasase en un suspiro. Así, acercándose lentamente a su presa indecisa, logró hacer el suficiente ruido cayendo sobre sus propios pies.

Sintiéndose descubierta por haber revelado su posición, solo pudo acudir a lo que mejor se le daba: hablar.

¡Hola! — Saludó con una sonrisa aún con el trasero pegado al suelo.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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#3
Aquella célebre ubicación donde tres eminencias legendarias se habrían encontrado durante su tiempo como mortales en la tierra con el fin de terminar con el imperio del terror de las bestias con colas. La batalla tendría como uno de los tantos resultados, la formación de aquel paisaje, un lago con una desembocadura hacía un acantilado el cual sería posteriormente decorado con estatuas de los responsables de aquello.

¿Qué razón podría llegar a tener un joven genin para dejar su aldea y marchar hasta un lugar tan remoto, casi despoblado? La respuesta era un poco particular pero lo cierto era que el joven médico no estaba viajando solo aquel día. Mogura acompañaba a su único pariente en una aventura por buscar ciertas especie de la fauna local para la confección de ciertos productos para el negocio que poseían.

Un sapo purpura con motas azules. ¿Qué tan complicado podría ser encontrar uno en un lugar como aquel? Ciertamente era complicado, al menos para el muchacho de cabello azabache. Terminaría alejándose un poco del pequeño campamento que habrían montado él y su abuelo para peinar la zona y buscar al reptil.

Con una jaula de madera en su espalda y su equipo habitual se dio entonces a la tarea de atrapar el bicho que buscaba, no deseaba volver con las manos vacías. Durante una hora se dedico a esquivar ramas y serpientes estando cerca de perder la partida una o dos veces, nada de muerte pero seguro que la pasaría mal.

¡Ahí estas!

No pudo evitar lanzar las palabras con suma energía y formar un grito de emoción al hacer contacto visual con el sapo que buscaba pero para su infortunio el animal no estaba con mucho humor de acercarse al muchacho de Amegakure.

¡Hey, no! ¡Ven aquí!

Procurando no perder la jaula que cargaba en su espalda a modo de mochila, correría tanto como pudiese detrás de aquella criatura. De entre los arboles un brillo comenzaba a manifestarse, este era el reflejo de la luz del sol en las aguas del lago, el sapo iba dando saltos bordeando el lado tomando como rumbo una de las estatuas de los lideres ninja que guardaban la cascada.

La pareja de Uzushiogakure podría ver desde la distancia como un sapo purpura oscuro con motas azules también de un tono similar trataba de escapar de un shinobi de Amegakure, esto claro, si es que se giraban a ver en la dirección contraría del lago.
Hablo - Pienso

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#4
Riko no era una de aquellas personas a las que se pueden llamar curiosas, pero, en ciertas ocasiones, las ganas de aumentar, aunque sea levemente su conocimiento, le hace llegar a preparar ciertos viajes o ciertas situaciones que de normal no haría, por lo que, recordando fuertemente una de aquellas tediosas clases de historia del mundo shinobi, se le vino a la mente aquella fantástica historia de como los tres kages antiguos habían conseguido controlar a las bestias llamadas bijuu, en un lugar hoy conocido como Valle del Fin, en el que se erigieron tres grandes estatuas en honor a los susodichos kages.

Habrá que ir en algún momento...

Y, como acababa de graduarse en la academia y realmente no tenía mucho que hacer a parte de entrenar, el peliblanco preparó rápidamente sus cosas y, a toda prisa se dirigió hacia el límite del país en el que se encontraba, en busca de algo que hacer y, ya de paso, a ver si era cierto todo aquello que decían de las estatuas.

El viaje se le hizo algo pesado, al fin y al cabo, era la primera vez que viajaba y tendría que acostumbrarse. Cuando, a lo lejos, se comenzaron a intuir las siluetas de unas estatuas de un tamaño completamente exagerado, el muchacho echó a correr, quería llegar cuanto antes, ahora ya no le movían las ganas de conocer el lugar, quería poner los pies en remojo, pues, con el calor que hacía, los tenía a punto de derretirse.

El de los ojos violetas comenzó la subida hacia donde se encontraba el famoso lago del que tanto había oído hablar, y, para su sorpresa, no había sido el único que había pensado que pasar el rato allí sería algo de gran interés cultural, pues dos jóvenes, a los que no podía distinguir a esa distancia se encontraban allí, como dos pasmarotes, y, un tercero, corriendo un poco más a lo lejos, que se acercaba a donde los otros se encontraban.

¿Qué hace?

Se preguntó el joven al acercarse un poco más y ver que llevabab una especie de jaula a las espaldas.

En un primer momento, el joven Senju se acercó hacía la posición de la pareja, no pensaba si quiera saludarlos, solo quería poner los pies en remojo, pero, cuando se encontró a una distancia prudente, se percató de que eran compañeros de Villa.

¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí. — Saludó el muchacho, quedando parado mirándolos a ambos, y desviando la mirada hacia el joven que se acercaba corriendo.
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#5
Tras aquel momento de debate interior entre derecha e izquierda volví a mirar abajo, los brillos provocados por los rayos de Sol reflejados por las incontables gotas que salian despedidas por la cascada formaban un arcoiris alrededor de la cascada. O era cosa mia porque estoy loco, no sé. Lo que sí que no era ninguna imaginación era la menuda muchacha que escalaba la pared a unos cuantos metros de la cascada.

La reconocí, Mizumi Eri, me habia graduado con ella. Mantuve la mirada clavada en ella desde que la habia avistado cuando le quedaba aún un trecho de escalada hasta que subió, recuperó el alento, se dio cuenta de mi presencia, se acercó y se sentó sobre sus pies abruptamente.

¡Hola!

Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.

Me habia solucionado el día, pero antes de poder llevar a cabo semejante plan genial una rana apareció por los arboles que estaban tras la muchacha, a una distancia razonable cabe decir. No le di mayor importancia, hasta que detras de la pobre e indefensa rana apareció un shinobi, y no un shinobi bueno, no, un Amegakuriense.

Sin dudarlo un instante me puse entre Eri y el amenazante delincuente que habia irrumpido en el lugar. El sapo estaba ya más cerca del lago que del ninja, lo cual aproveché para lanzar un shuriken entre el animal y su cazador sanguinario, a modo de advertencia.

¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?

Antes de que pudiera contestar apareció una cuarta persona, que venia rodeando el lago y se cruzaria con el sapo en cualquier momento. Mirando por el rabillo del ojo sin perder de vista al primero pude contemplar la bandana del último, al cuello, como la llevaba yo. Era un aliado, tambien era conocido, Riko, Senju Riko. No parecia ser consciente de la situación.

¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.

¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!

Esperaba que el reaccionara más rápido que el malvado torturador de ranas mutantes que entraba en escena. Si el shuriken que le habia lanzado para detenerlo y salvar al amfibio no surtia efecto tendría que lanzarse a por él. A por su cuello.
Nabi
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#6
El desconocido casualmente no era tan desconocido como ella creía, pues resultaba que era un conocido, y no uno cualquiera, no, uno de su propia villa.

— Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.

La susodicha parpadeó varias veces, se acordaba de él y de su extraño y rebelde pelo, pues no todos los días encontrabas a alguien tan rubio, y es que Senju Nabi era un chico con un cabello muy especial. Así que dispuesta a ayudar como kunoichi que era, se levantó y asintió mientras eliminaba las partículas de polvo que se habían instaurado en su ropa, dispuesta a cumplir los deseos del Uzushiogakuriense.

Pero algo ocurrió antes de que pudiese emprender su cometido, pues un — ahora sí — desconocido apareció persiguiendo a lo que parecía ser una rana envenenada, pues no tenía buena pinta la pequeña.

''Pobrecita, lo mejor será llevarla a un veterinario o algo.''

Pero sus pensamientos fueron abordados por la estridente voz de Nabi.

— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?

La pobre e indefensa rana estaba siendo víctima de experimentos por el intruso, ¡y eso no se podía permitir! Así que la pequeña se puso manos a la obra para idear un gran plan: el rescate de la rana loca. Sí, ideal, al menos el nombre era tan genial como el plan que saldría de aquello. Ni si quiera reparó en que un cuarto apareció en escena, ella solo quería salvar a la ranita.

¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.

¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!


¡ES MÍA! — Chilló la pequeña lanzándose a por el animal, y una vez entre sus brazos, la acunó como si de un pequeño bebé se tratase. — No te preocupes pequeña, ahora estás a salvo, vendrás conmigo a mi casa y juntas nos ayudaremos hasta que te pongas bien, ¡porque ese color no es normal!
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#7
En medio de su carrera contra el sapo raro aquel, una shuriken hizo de aviso para que desacelere el motor y baje la velocidad de sus pasos a cero, es responsable de aquel pedazo de metal clavado en el piso y las palabras siguientes no sería otro que un shinobi de una de las tres grandes aldeas ninja, pero no de Amegakure sino de Uzushiogakure.

¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biológicos? ¿Queréis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?

El joven médico no tenía mucha idea de lo que hablaba ese chico pero de todas formas detuvo sus pasos después de que aquella shuriken impactara a unos centímetros de donde estaba parado, el sapo por su parte aprovecharía para extender la distancia con el Amegakuriense.

De algún lado un cuarto entraría en escena, camarada de los dos que ya tenía del otro lado de la shuriken. Tres ninjas de Uzushiogakure y uno solo de Amegakure, las cosas estaban bastante claras para el muchacho de cabello azabache.

¡Tengan cuidado con ese sapo, por favor!

Exclamó Mogura ante la orden dada por el rubio. Echando rápidamente las cosas sobre la balanza de prioridades, pesaba mas la necesidad de advertirles a los tres desconocidos esos sobre el sapo que detallar lo que estaba intentando hacerle al bicho que de pobre no tenía nada.

¡ES MÍA!

Fue entonces que la pelimorada se lanzó a atrapar la criatura en brazos. Habiendo logrado su cometido le dedicaría unas muy amables palabras al sapo.

Oh...

No tardaría mucho tiempo hasta que el animal se hiciese su camino entre los brazos de la joven, no es que el agarre de la kunoichi fuese pobre sino que este se aprovecharía de la viscosidad de su piel y a un hecho curioso del momento, Eri tenía la toda la parte del cuerpo, que había entrado en contacto con las motas azules del sapo, totalmente paralizadas.

Croá

Dejaría escapar el sapo viendo a la muchacha dura como una estatua, al menos los brazos y parte del pecho, para luego seguir su camino de vuelta al bosque. Un detalle a resaltar era que las motas azules del sapo habían desaparecido y en su lugar los brazos de la chica parecían cubiertos con una baba azulada.
Hablo - Pienso

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#8
La escena en un principio parecía del todo normal, Riko se acercaba a la pareja que se encontraba junta, mientras la otra persona se acercaba a ellos corriendo persiguiendo algo que no podía podía llegar a vislumbrar desde su posición, pero, de repente, el rubio se giró, y le dirigió unas palabras al que corría.

— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?

Riko se apresuró y, para su sorpresa, los dos jóvenes eran conocidos suyos, no en vano, se habían graduado juntos hacía relativamente poco y se limitó a saludar, algo que quedó en el olvido rápidamente.

¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!

En ese momento Riko miró al suelo en busca de la rana que Nabi había mencionado, y no le costó enccontrarla, al fin y al cabo, sus colores eran de lo más extraño, y, los animales, cuanto más vistosos, más peligrosos, por lo que, por si acaso, el joven no pensaba tocarla directamente y se puso a buscar algo con lo que atraparla, pero no fue suficientemente rápido.

¡ES MÍA!

Y efectivamente, era suya, y no contenta con tocarla un poco, la acunó como si de un bebé se tratara.

Esto... Eri, no se si es del todo buena idea que toques a la rana... — Dijo el peliblanco, tratando de ser un poco comedido a la par que escuchaba como el último integrante de la escena, el no Uzugakureño, soltaba una especie de lamento, que confirmó en gran medida las sospechas del de ojos violáceos.

Y, al cabo de unos momentos, el animal se zafó de los brazos de su captora con suma facilidad, como si los brazos de ésta no fueran capaces de sujetar al animal.

E... Eri, ¿estás bien?

Por la otra parte, el shinobi de Ame se había quedado parado, quizás ayudado por la intención de Nabi de clavarle un shuriken incluso antes de preguntarle nada.
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#9
Riko reaccionó tarde, por la sorpresa que le habia causado verse envuelto en toda esa situación, tal vez tuviera algún trastorno que le impedia reaccionar rapido o ver ranas con colores extraños, porque entre que reaccionaba y buscaba el bicho ese con los ojos, Eri ya la tenia en sus brazos.

¡ES MÍA! No te preocupes pequeña, ahora estás a salvo, vendrás conmigo a mi casa y juntas nos ayudaremos hasta que te pongas bien, ¡porque ese color no es normal!

No pudo contener una sonrisa de superioridad. Encaré al agresor de ranas y le espeté su inferioridad en letras que formaban palabras que formaban oraciones que formaban un imperio.

¡Así es como se tiene que tratar a los animales! Sinvergüenza tortura amfibios.

Al volver a mirar hacia Eri y Riko vi que algo andaba mal, Eri parecia... tiesa y, de hecho, no lo parecia, ¡estaba tiesa! De nuevo, reaccioné antes que nadie, tal vez porque ya estaba acostumbrado a hacer esas cosas. Recorté la distancia que me separaba del maleante y lancé un puñetazo al estomago, tanto si conectaba como si no, el siguiente paso seria agarrar el cuello de su camisa y zarandearle violentamente.

¡¿Qué le has hecho?! ¡¿Qué demonios es esa rana?! Como no la cures vas a tener que hacer los sellos con los pies.

Las armas me ardian en los portaobjetos, igual que la furia en mis puños. Pero la prioridad era que curara lo que le habia hecho a Eri, despues ya habria tiempo de arreglarle la cara.
Nabi
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#10
Qué caprichoso era el mundo con ella, ya que Eri lo único que había querido hacer era salvar a un pobre e indefenso animal cuando éste no tenía nada ni de pobre, ni de indefensa. No contenta con ser atrapada, el sapo se deslizó con gran maestría y delicadeza por entre sus cortos brazos, y cuando quiso lanzarse de nuevo a por él, vio que su cuerpo no le respondía a las demandas que su cerebro les mandaba.

Se encontraba paralizada.

— E... Eri, ¿estás bien?

''Claro que estoy bien... ¿No ves cómo estoy PARALIZADA?''

No, no me puedo mover... — Respondió al borde del pánico. Sus ojos comenzaban a picarle presa de un sentimiento de impotencia. ¿Acabaría paralizada de por siempre? ¿No podría moverse más? Sus ojos vidriosos se dirigieron ahora al muchacho que seguía al sapo y la estampa que se encontró no la horrorizó tanto como su estado, pero sí hizo que se olvidase por un instante que estaba paralizada.

— ¡¿Qué le has hecho?! ¡¿Qué demonios es esa rana?! Como no la cures vas a tener que hacer los sellos con los pies.

No supo por qué las palabras no acudieron a su garganta para tratar de impedir que Nabi matase al desconocido, pero es que tenía miedo, mucho miedo.

¡No quiero quedarme así! — Se quejó con voz chillona. — ¡Pu qué sapo, pu qué! ¡Yo te quería! — Chillaba al sapo que se alejaba.
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#11
El joven médico de Amegakure no pudo disimular su sorpresa ante la reacción de la kunoichi de Uzushiogakure. No demoraron mucho en enfocarse en el rubio que no paraba de hablar a los gritos en cuanto intentó dárselas del dios y amo del universo mientras su compañera empezaba a sentir los efectos de haber tocado al sapo aquel.

El puñetazo que intentaría acertarle el loco ese no lo tomó tan por sorpresa como seguramente hubiese querido. Si tan solo no hubiese salteado tantas clases de la academia sabría como proseguir ante aquella agresión contra su persona, lamentablemente lo único que logro fue evitar recibir el puñetazo ese desviándolo con ambas manos hacia un lado.

Demonios...

Pensó para si mismo al verse apresado de los ropajes por el shinobi de Uzushiogakure.

¡¿Qué le has hecho?! ¡¿Qué demonios es esa rana?! Como no la cures vas a tener que hacer los sellos con los pies.

Parecía un buen momento para empezar a comentar lo que había sucedido y que venía a hacer a aquel lugar pero prontamente la muchacha que había intentado atrapar al sapo con las manos desnudas tomó la voz.

¡No quiero quedarme así!

Y junto a eso un reclamo más hacía el bicho despiadado que se iba insertando nuevamente en el bosque, probablemente para hacerle la misma broma a un confiado depredador de aquellos lares.

Voy a necesitar mis manos para curar a su compañera...

Dijo Mogura, relativamente calmado y mirando a los ojos al sujeto cuyo nombre no conocía pero que sin duda se había vuelto cercano en poco tiempo, lo suficiente como para tener el derecho a tocarlo. No estaba seguro de que tan peligroso podía ser aquel sujeto pero considerando que había al menos otro shinobi de su misma aldea junto a él, mejor no tentar su suerte.

No podré hacerlo si no me sueltas... ¿No te parece?

Consultó esperando que la salud de una aliada fuese más importante que la necesidad de demostrar que era quien estaba al mando.
Hablo - Pienso

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#12
Riko vio en primer plano como Eri pasaba de la ternura al agarrar al sapo y tratar de cuidarlo al pánico al ver que sus brazos no reaccionaban a las órdenes que de seguro les estaba mandado su cerebro, y este pánico se veía reflejado en su rostro y en sus palabras.

No, no me puedo mover...

Como era de esperar de la situación en la que se encontraban, el tercer integrante de Uzushiogakure perdió los nervios y se lanzó a por el genin de Ame, lanzándole un puñetazo que éste pudo esquivar, y agarrándole del cuello de la camiseta para zarandearlo mientras le exigía que hiciera algo.

— ¡¿Qué le has hecho?! ¡¿Qué demonios es esa rana?! Como no la cures vas a tener que hacer los sellos con los pies.

Toda aquella escena parecía surrealista, desde el primer momento en el que se había visto envuelto en ella. De fondo se podía escuchar a Eri quejándose e increpando al sapo por lo que acababa de sucederla, y todo cada vez se veía peor, ¿y si Eri se quedaba así para siempre? Acabaría su vida de shinobi nada más graduarse y eso era muy triste, pero, para alivio de todos, el muchacho que estaba persiguiendo al sapo parecía saber qué hacer.

Voy a necesitar mis manos para curar a su compañera... No podré hacerlo si no me sueltas... ¿No te parece?

En su interior algo pareció relajarse, aunque tampoco las tenía todas consigo sobre fiarse o no de aquel chico pero, en definitiva, era la única opción que tenían.

Suéltale Nabi, parece que es el único que sabe como hacer que Eri vuelva a mover los brazos... — Riko conocía un poco a Nabi, y sabía que depender de un shinobi de otra aldea no era muy de su estilo, pero era lo único que podían hacer.
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#13
Voy a necesitar mis manos para curar a su compañera...

No podré hacerlo si no me sueltas... ¿No te parece?

No intentes jugarnosla.

No me fiaba un pelo de él, pero no era tan idiota como para no saber que él era el único de los presentes que tenia una oportunidad de curar a Eri. Sin embargo, no iba a darle el placer de pedirselo amablemente, él era el que se iba a disculpar hasta que a Eri le pareciera que era suficiente y despues lo haria una vez más.

Lo empujé en dirección a donde estaba la pelimorada y lo solté, habían más de dos metros así que aunque se cayera no seria sobre ella. Tras eso mis ojos se clavarian en la nuca del muchacho como dos shuriken. Esperé con todo mi cuerpo preparado para cualquier cosa.
Nabi
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#14
— Voy a necesitar mis manos para curar a su compañera...

El desconocido era el único capaz de salvarla, y su voz, calmada; le transmitía algo de tranquilidad, pues quizá su parálisis solo sería temporal y él la lograría liberar de aquel estado. Sin embargo, era Nabi quien decidía entre si le dejaba curarla o pegarle de leches hasta que soltase el antídoto por la boca.

No podré hacerlo si no me sueltas... ¿No te parece?

''Touché.''

— No intentes jugarnosla.

Y acto seguido, el rubio soltó al de Amegakure prácticamente empujándolo hacia la dirección donde se encontraba la de cabellos púrpura, y agradeció interiormente a Shiona-sama que Nabi no fuese como aquellos prejuicios que se rumoreaban acerca de él en la Villa. Tenía corazón y se lo estaba demostrando.

Por favor... — Pidió con algo de ansia en la voz, expectante y deseosa de poder moverse de nuevo.
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#15
Suéltale Nabi, parece que es el único que sabe como hacer que Eri vuelva a mover los brazos...

Aquel que había ingresado al final en aquella complicada situación parecía ser uno de los más sensatos de los tres de Uzu. O quizás a Mogura le gustaba el hecho de que lo defendiese en aquel momento, una especie de aliado temporal.

No intentes jugárnosla.

Advirtió el rubio en un intento de pedir amablemente que ayudase a su compañera. Seguidamente lo empujaría con la intención de acercarlo hacía la pelimorada de brazos paralizados, un trato de reyes, sin duda alguna.

Por favor...

Sin duda alguna aquel sapo era una criatura muy cruel. Pensar en el hecho de que la única persona que estuvo dispuesta a ayudarle fue la única que resulto dañada en todo el proceso...

Sentía a sus espaldas la mirada del sujeto de cabello dorado, probablemente estaba preocupado por su compañera.

Voy a comenzar, por favor no me interrumpan.

Dijo sin dejar de apreciar el liquido extraño que le había dejado el sapo a la muchacha en los brazos y parte del pecho, desde luego que no pensaba tocarlo directamente, lo último que necesitaba era quedar afectado él también por una mala práctica. Bajó la jaula de madera de su espalda y la colocó a un lado donde no molestase y seguidamente llevó una de sus manos al kit médico.

¿Reaccionarían mal los otros dos que acompañaban a la kunoichi en aquel momento? Mogura se mantuvo un par de segundos en el lugar con una de sus manos metida en el espacio ese para luego tomar un pequeño frasco con un liquido.
Hablo - Pienso

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