Lo que Ren encontraría al otro lado de la puerta era, efectivamente, un baño con Hana sentada en el trono. La rubia alzaría la cabeza para mirar a la intrusa, asegurando unos segundos de silencio mientras procesaba la información y se frotaba la frente. Esos segundos de silencio fueron rápidamente interrumpidos por una sonora salpicadura. Y Hana entraría en pánico, avergonzada.

— ¡R-Ren! ¡P-Pero! Llama a-antes de e-entrar. — se tapó la entrepierna como pudo aunque la bata de hospital ya se la tapaba, pero por si acaso.

Cerro la puerta avergonzada; pero más por el hecho de que pensaba que le hubiera pasado algo malo a Hana, que de haberla visto. Espero a que acabara, sobre todo por si necesitaba ayuda por la pierna entre frustrada y avergonzada.

— ¿¡N-No se supone que deberías quedarte quieta?! — le reprocharía nada más salir del cuarto de baño. — Y yo pensando que te habían trasladado porque se te había agravado la situación...

Desde luego parecía comportarse como una madre; o más bien, como una hermana mayor protectora.

— ¿¡N-No se supone que deberías quedarte quieta?! Y yo pensando que te habían trasladado porque se te había agravado la situación...

Ni siquiera había llegado a cerrar la puerta y Ren ya estaba encima suya, lo cual no le disgustaba para nada a decir verdad. Solo le avergonzaba ligeramente que hubiese entrado en el baño. Arrastraba levemente la pierna y tenía un pequeño chichón en la frente.

— ¡Tendré que ir al baño! Las princesas también tenemos que ca... ¡Que ir al baño! Estoy bien, estoy... — se apoyó en el marco de la puerta, claramente desorientada. — Algo mareada...

Antes de que pudiera tambalearse más, volvió a acercarse más que preocupada a ella, pasando una mano por el lateral de su torso por si acababa cayendo al suelo.

— ¡S-Si es que...! N-No debías haberte movido hasta que te hubieran dicho algo — la ayudó volver a la cama, por suerte para ambas Hana era de lo más liviana y la morena tenía fuerza de sobra para alzarla.

— ¡S-Si es que...! N-No debías haberte movido hasta que te hubieran dicho algo

Lo cierto es que parte de la culpa de que todo le diese vueltas ahora era que se había quedado traspuesta en el baño y se había dado con la cabeza en la barra de hierro que había al lado del baño para ayudarte a levantarte. Pero si Ren no preguntaba, ella no iba a decirlo y parecer más idiota todavía.

— Solo estoy algo mareada porque hace mucho que no me muevo, no pasa nada. Además, me meaba, Ren, me meaba. — dijo de forma mucho más brusca a la que solía hablar.

Ren la ayudó a llegar a la cama, pero Hana solo se sentó en el borde, sabía que si se tumbaba se dormiría otra vez. Quería quedarse despierta, con su hermana, hablar de algo o de nada.

— ¿Y tú qué tal?

— ¿Y tú qué tal?

Ren se llevó una mano al mentón, intentando hacer memoria sentada de nuevo en el sillón frente a Hana. Ya le había comentado que, por suerte para ella, no había tenido que combatir en aquella ronda. Pero aparte de entrenar, no había hecho mucho más.

— Oh, conocí a un hombre mayor de un dojo cercano; es muy amable y según tengo entendido es muy habilidoso — respondió dando una suave palmada frente a ella. — Me ayudó a entrenar un poco, nada más allá de que me bloqueara todo. Pero también me hablo más de los samuráis, de sus tradiciones... etc.

Seguro que no quería escuchar a Ren parlotear durante horas de espadas, hasta ella se imaginaba lo pesada que podía llegar a ser. Por lo que decidió no entrar en más detalles.

— Oh, conocí a un hombre mayor de un dojo cercano; es muy amable y según tengo entendido es muy habilidoso Me ayudó a entrenar un poco, nada más allá de que me bloqueara todo. Pero también me hablo más de los samuráis, de sus tradiciones... etc.

— Sobre eso. Reiji me dijo que te pilló robando cosas de samurais. Ren, deberías tener más cuidado. — se llevó una mano a los ojos, seguía bastante mareada así que igual no era el momento para sacar ese tema.

— Y mi primer beso fue con una peliazul. — definitivamente tenía que tumbarse. — Creo que hasta ahí va la lista de cosas que tenía que decirte. Cuentame más sobre samurais y sus tradiciones.

Finalmente se tumbó, encarando el lado en el que estaba Ren, su voz era débil y soltó un sonoro bostezo mientras cerraba los ojos, intentaría prestar atención a lo que le contase su hermana, pero no duraría mucho despierta.

— Sobre eso. Reiji me dijo que te pilló robando cosas de samurais. Ren, deberías tener más cuidado.

—¡Que no estaba robando, jo! — protestó al hacer memoria.

— Y mi primer beso fue con una peliazul.Creo que hasta ahí va la lista de cosas que tenía que decirte. Cuentame más sobre samurais y sus tradiciones.

¿Y a qué venía decirle ahora lo del beso? Ya le dijo hace unos días lo de que aquel chico no había sido su primera vez, pero tampoco hacia falta hacer más leña del árbol caído. Aunque el que le diera coba... A lo mejor solo era para querer acabar durmiendo profundamente.

— Pues... Supongo que siempre he tenido una impresión equivocada de los samuráis ¿sabes? Algunos deciden especializarse en un arma en concreto, pero intentan aprender todas las armas y habilidades posibles. Todo lo que les pueda valer en combate; por eso era un poco reacia a querer aprender más jutsus. Menuda estupidez ¿no? Asi lo único que conseguiría es tener menos probabilidades de sobrevivir; o de ganar cualquier combate en este torneo.

— Pues... Supongo que siempre he tenido una impresión equivocada de los samuráis ¿sabes? Algunos deciden especializarse en un arma en concreto, pero intentan aprender todas las armas y habilidades posibles. Todo lo que les pueda valer en combate; por eso era un poco reacia a querer aprender más jutsus. Menuda estupidez ¿no? Asi lo único que conseguiría es tener menos probabilidades de sobrevivir; o de ganar cualquier combate en este torneo.

Hana abrió un ojo momentaneamente para dedicarle una mirada reprobatoria a Ren.

— ¿Me estás diciendo que has venido al torneo conteniendote? Limitando lo que podías aprender.

Hizo el amago de levantarse, pero finalmente se puso bocarriba, suspirando levemente.

— Por no hablar de nuestro combate, que ni siquiera usaste una espada de verdad. ¡Seguro que me hubieses ganado! ¡Malditas espadas! ¡Ren! Podrías haber salido herida de los combates, herida de verdad. Tienes que empezar a entrenar de verdad, sin contenerte porque no sea el camino más samuraistico. — la miró con preocupación intentando mantener los ojos abiertos, con dificultad.

— Bueno... Eso da igual ya; además ahora sé que si que puedo hacerlo sin problema — dijo rascándose la nuca, riendo avergonzada. — Oh; y también había unos pilares fundamentales. Pero no me acuerdo bien del todo ahora; tendré que intentar aprenderlos y memorizarlos.

Cogió entonces de las manos a Hana, cuando esta todavía estaba algo atolondrada; pero Ren estaba completamente ilusionada, ya que la había dejado dar rienda suelta a sus tonterías.

— Si no ¡¿cómo voy a defender a la Princesa del Remolino?! — añadió con una sonrisa de lo más pura, que encendió ligeramente de un color rosado sus propias mejillas.

— Si no ¡¿cómo voy a defender a la Princesa del Remolino?!

Una parte de ella quería levantarse y soltarle una colleja mientras le gritaba '¿A quien coño vas a proteger tú si estás muerta?', pero el resto solo podía contemplar la inocencia y el amor de Ren y sonreír como una boba en respuesta. Le devolvió un suave apretón de manos y le contestó con la boca pequeña:

— Está bien, te perdono, pero cántame otra vez esa nana para dormir. ¡Y esta vez no te vayas! — le advirtió mientras volvía a ladearse para quedar de cara a ella.

— Está bien, te perdono, pero cántame otra vez esa nana para dormir. ¡Y esta vez no te vayas!

— Haaaaaaaaaaaaiiiiiiii~ — afirmó con un dulce tono, mientras ayudaba a Hana a volver a tumbarse en la cama.

Después, volvería a cantarle aquella canción, sin poder perder una tonta sonrisa de sus labios, mientras miraba con lentitud a Hana.Seguía pensando quedarse con ella, aunque tuviera que pasarse las horas muertas durmiendo ella también.

— Haaaaaaaaaaaaiiiiiiii~

Aferró con fuerza una de las manos de Ren de nuevo, para usarla de almohada, depositó sobre su dorso un breve y débil beso y después susurró algo antes de caer en el sueño más profundo:

— [size=10]Te quiero, Ren.

Sin una sola palabra más, ni un movimiento siquiera, quedó dormida. Entre la presencia de su hermana y los restos de somnífero en su cuerpo, no podía estar más relajada ni más dispuesta a descansar todo lo posible.

— Te quiero, Ren.

Pese a lo bajo que fueron aquellas palabras, el silencio no solo de la habitación si no de la mayor parte del edificio; le permitió a la morena oirla sin ningún problema. La sonrisa que mantenía se intensificó así como el color de sus mejillas.

— Y yo a ti; Hime-sama

Respondió con un susurro de la misma intensidad, para besar su frente cuando esta ya estaba profundamente dormida.

Para cuando Hana se despertó, la hora de la comida había pasado. Aún se sentía algo fuera de sí, pero nada tan exagerado como por la mañana. Iba dormitando un poco y cada vez que se despertaba ahí estaba Ren, a su lado. Hana sonreía, Ren le devolvía la sonrisa y hablaban un rato.

Se sentía un poco tonta por estar siempre a medio paso del sueño. Seguramente el día siguiente estuviese recuperada del todo y pudiesen pasar un rato juntas como Shiona-sama manda y no medio dormitando como hasta ahora.

Por la noche, Ren tuvo que marcharse, pues aún no le podían dejar pasar la noche. La doctora le pidió que no volviese a escabullirse y le pidió a Hana que se lo pidiese, así que Hana, a regañadientes, tuvo que decirle a su hermana que la esperase, que en cuanto le diesen el alta iría a buscarla. Para entrenar, claramente, ahora Ren tenía trabajo pendiente y Hana no iba a permitir que fuese sin hacer ese trabajo por la vida de kunoichi.