—Vale, perfectos, decidamoslo ahora entonces. —Dije mirando a Datsue. —¿Que te parece si gana el que mas bandanas de Kusagakure haya roto? No, mejor no, son de jugete, ni siquiera es un reto.

Bromee. Al mismo tiempo que alardeaba de la calidad de lo que yo hacía y le echaba pestes a la calidad del acero de kusagakure. Pero bueno, el mejor herrero solo podía edtar en sitio, y ese sitio era Uzushiogakure.

—Mejor aún. Peleemos. De verdad. Como en el torneo de los dojos. Vamos al estadio a "entrenar", nos peleamos, y quién gane, pues... Pues gana también en la lucha libre.

Podría pensarse que aquello era como decir directamente que queria perder. Al fin y al cabo, Datsue había peleado al nivel del Uzukage, había llegado a la final de la división de la gente mas pro, y podía tirar rayos por los ojos. Pero yo había ido a aquella misión con una idea, y si Datsue aceptaba mi propuesta, aunque perdiera el combate, yo ya saldría campeón.

—Así Natsue y compañia pueden venir y vernos, así sabrá como nos movemos y que técnicas irian mejor con nosotros y nuestro estilo.

Datsue meditó por unos instantes la propuesta de Reiji. Había que ser muy modesto —o tener falsa modestia—, para decir que un combate así estaba igualado, y Datsue no era ninguna de las dos cosas. No, el Uchiha sabía que la diferencia entre ambos era todavía enorme. Poder, destreza en combate cuerpo a cuerpo, niveles de ninjutsu, agilidad, reflejos… Si todos esos atributos se pudiesen contabilizar, le daría una paliza numérica a Reiji en todos los aspectos.

No obstante, un ninja era mucho más que eso. Era mucho más que la suma de sus fortalezas y debilidades. Y Reiji era el campeón de los Dojos, después de todo. Datsue no.

—Está bien —concedió, con un brillo en su mirada—. Hagámoslo a tu modo.

— ¿Pelear? —Repitió Natsu, que miró a Datsue con los ojos brillándole de la emoción y prácticamente rogándole que aceptase la propuesta de Reiji.

Pero aparentemente no solo Natsu se había interesado en la idea de Reiji, sino que también Kōga y algún que otro luchador se acercaron al ring, interesados.

— Está bien. Hagámoslo a tu modo

Natsu dio un bote, incapaz de contenerse.

— ¡Está decidido, entonces! ¿Ahora? ¿Queréis hacerlo ahora?

Datsue asintió.

—¡Sí, ahora! Cuando antes acabemos con esto, antes tendremos la coreografía —respondió, enérgico. Luego miró a Reiji—. Será mejor que no luchemos hasta la extenuación, ¿hmm? Si acabamos en el hospital haremos peligrar la actuación.

Y con que estuviesen los verdaderos luchadores libres en una camilla del hospital ya era suficiente.

Victoria. Solo lo sabía yo, pero ya había ganado. Había conseguido lo que quería, el resultado ya me daba lo mismo.

—¡Pues claro que si!

Asentí al mismo tiempo que Datsue, casi sincronizado, mientras asentía a todo lo que le decía. Aunque era una lástima lo de no luchar hasta la extenuación. Pero bueno, Datsue y Yo precisamente teníamos una capacidad regenerativa un poquito mejor que la de otros. Aunque ya comprobé en el torneo que eso no curaba huesos rotos, desgraciadamente.

—Siempre y cuando no intentes bloquear una espada con la cabeza, todo irá bien y no habrán accidentes como los del torneo.

No había sido exactamente así, claro. En realidad le había apuntando a la cabeza yo. Bueno, no exactamente a la cabeza, si no a la bandana, solo que resulta que la llevaba puesta en la cabeza. Pensé que el protector, haciendo gala a ese nombre, aguantaría el golpe y simplemente dejaría KO al rival. La segunda parte, al menos, la cumplí. Quizás no exactamente como yo quería, claro.

Bajé del Ring para dirigirme al estadio, dónde podríamos pegarnos mientras los chicos del club de lucha libre nos miraban desde las gradas. Pensándolo bien, y tras haber visto el combate contra Daruu, el que tenía que tener cuidado de no ir al hospital, era yo.

Una vez allí, me giré hacia Natsu y le dije:

—¿Nos das la salida?

Si asentía, me alejaría un poco del centro, en dirección contraria a Datsue, haría el sello, desenvainaria a Aichō, la única espada que había sobrevivido al torneo y adoptaría posición de combate, listo para entrar en acción en cuanto Natsu nos diera la salida.

Mi meta: Aguantar lo suficiente como para encajarlea aunque fuera un solo golpe. La dificultad: Mucho mas difícil que una misión de rango S, casi seguro.

— ¡Chicos, vamos ver un combate! —Anunció Natsu, bajando del ring de golpe para avisar a todo el mundo.

De un momento a otro, con la promesa de ver una buena pelea, la gran mayoría de los luchadores salieron del gimnasio junto a los shinobi y se dirijieron al Estadio de Celebraciones. Entre los luchadores que habían venido estaban Kōga, Martillo y Perro Loco, que se sentaron los tres juntos en primera fila para ver mejor la pelea, aunque Martillo tuvo que colocarse entre los otros dos para evitar que Perro Loco acabase mordiendo al joven.

Luego de acceder a dar el inicio del combate, Natsu se colocó entre los ninja y levantó una mano al cielo antes de mirarlos a ambos.

— ¡Okay, si los dos están de acuerdo con el uso de armas, no me opondré! —Les anunció—. ¡Pero quiero una pelea limpia y bonita! ¿De acuerdo?

De golpe, bajó la mano como si cortase una cuerda en el aire antes de alejarse de en medio.

— ¡PELEAD!

Una vez en el estadio, Datsue se quitó la chaqueta y la camiseta. No es que quisiese fardar de músculos, porque si algo era antes de fanfarrón, eso era tacaño. Y aquella ropa de marca valía un pastón como para romperla en un enfrentamiento amistoso.

Desnudo de cintura para arriba, caminó hasta el centro del tatami y se posicionó frente a Reiji. Formó el sello de confrontación y observó, con sus ojos ya teñidos en carmesí, al espadachín desenvainando su espada. Un golpe mal dado con aquella arma y podía acabar en un agujero frente a una lápida.

—Recuerda ir con cuidado, Reiji… —dijo, mientras liberaba un Dai Shuriken de su hombro izquierdo y se lo lanzaba sin previo aviso—. ¡¡¡PARA ESO, HIJO DE LA GRAN PUTA!!! ¡¡¡JIA JIA JIA!!!

La enorme estrella metálica voló en horizontal dispuesta a atravesar el estómago del espadachín y salir por su columna vertebral.

Datsue, quien habia dicho que había que tener cuidado para no acabar en el hospital, habia dado su primer paso arrojando un arma de gran tamaño y gran letalidad hacía mi.

Podía haberlo esquivado rodando hacía un lado, dando un paso lateral, o de otras muchas formas, pero estábamos ante gente que se dedicaba al espectáculo, un espectáculo del que íbamos a formar parte, así que, aunque no fuese lo mejor, lo hice de la forma mas espectacular que se me ocurrió.

Alcé mi espada hacia arroba sujetándola con ambas manos mientras dejaba que el chakra fluyese por su filo, y cuando el shuriken gigante parecía que iba a golpearme, di un golpe descendiente con toda mi fuerza, la fuerza del Martillo del herrero, partiendo en shuriken en dos mitades que cayeron al suelo tras avanzar no mucho a cada uno de mis lados.

—Ese no es de los mios ¿Donde lo has comprado? Tiene una calidad pésima.

Probablemente un golpe como aquel seria capaz de partir casi cualquier arma, por mucho que la hubiéramos forjado yo o mi padre, pero bueno, era el momento idóneo para hacer un poco de publicidad, aunque probablemente no sirviera de mucho, los espectadores hacían lucha libre, y aunque fuera "libre" no les dejaban usar armas.

Ahora bien. Para poder golpear a Datsue necesitaba acercarme a Datsue. Esa era quizas, la parte mas complicada. Primero, Datsue era mucho más rápido que yo y segundo: Pudiendo tirar rayos laser por los ojos ¿Por que iba a pelear conmigo cuerpo a cuerpo? Además, sabiendo que ese era mi punto fuerte, lo más probable era que tratase de evitarlo.

No había luchado nunca contra él, así que lo único que sabia era lo que había visto en el torneo de los Dojos, así que por el momento, lo único que hice fue correr hacia él para intentar asestarle un tajo horizontal a la altura del estómago. Lo hice sabiendo dos cosas: no iba a alcanzar su posición y no iba a golpearle con ataque tan simple como ese.

Datsue rio ante el comentario de Reiji. Lo cierto es que el Dai Shuriken lo había comprado en una tienda que estaba de liquidaciones. De todas formas, no creía que el acero fuese de pésima calidad. Más bien, el golpe de Reiji con su katana había sido extraordinario. «No me extraña que le haya partido el cráneo a Kazuma. Más me vale tener cuidado».

De pronto, el espadachín corrió en su dirección con la katana alzada. ¿Acaso pretendía llegar hasta él y lanzarle un tajo sin más? Datsue aguardó, como una estatua, a que eso sucediese. Sin moverse un ápice. Sin retroceder. La energía fluía por su cuerpo y se le erizaron los vellos por la electricidad estática. Su cuerpo se iluminó. Su Sharingan leyó la intención de Reiji: lanzarle un tajo horizontal a la altura del estómago. ¿Ejecutaría su intención?

No lo sabía. No le importaba. La Corriente de Mil Pájaros salió de su cuerpo en un radio de dos metros a su alrededor, expulsando a todo ser viviente que hubiese en dicho rango.

Datsue no se movía ni un ápice mientras corría hacia él. Eso era bastante sosoechoso, y pronto supe por que. Había que estar muy loco para continuar hacia Datsue cuando su cuerpo empezó a brillar. Yo mismo habia intentado eso contra Daruu. Mientras lo abrazaba. Habría que estar muy loco para no intentar evitarlo. Y esperaba que Datsue pensase lo mismo.

¿Que por que? Por que había una forma de intentar evitarlo y al mismo tiempo golpearlo ¿Funcionaría? Tal vez sí, tal vez no, pero no lo sabría hasta intentarlo. ¿Era algo que no haría contra un enemigo real? Probablemente. ¿Que cual era mi plan? Pues...

Meterme de lleno en su terreno antes de la explosión. ¿Cómo? Solté una mano del mango de mi espada y con un unico sello de una mano avancé mucho mas rapido hacia Datsue, hasta quedar a apenas unos centímetros de él ¿Y entonces qué? Entonces usaría esa misma mano libre para crear la esfera del remolino y estamparla en su pecho, lo que si le golpeaba lo mandaría a volar junto a su explosión eléctrica.

¿Funcionaria? Solo si lograba golpearle ¿Habría sido mas rapido que la explosión de Datsue? Quizás no, quizas de hecho, aunque golpeara a Datsue, estallaria antes de estar lo suficientemente lejos.

En apenas un parpadeo, Sasaki Reiji recortó la distancia que les separaba a la velocidad del sonido. El Sharingan le había advertido de ello, claro, mas se confió creyendo que el Chidori Nagashi se generaría a tiempo.

Grave error. Reiji ya no era el chiquillo con baja autoestima y que no se creía capaz de hacer ni el más flojo de los Ninjutsus. Su mano había generado a una velocidad endiablada la espiral de Uzu, la técnica insignia de la Villa, también conocido como el Rasengan.

El Uchiha recibió el impacto en el pecho y salió despedido diez metros hacia atrás. Aterrizó con la espalda y dejó que el cuerpo siguiese girando para acabar con los pies en el suelo e incorporándose de golpe, lleno de polvo y magulladuras.

—¡Fiuuu! Así que ese es tu Rasengan, ¿eh? —dijo, llevándose una mano al pecho, lleno ahora de moratones—. ¡Pensé que sería más grande!

—No, ese es el Rasengan que nos legaron los ancestros, el mío te habría hecho un precioso agujero, y no te preocupes por el tamaño, tu mismo has dicho que no debemos acabar en el hospital.

Al final, meterse en las fauces del lobo y golpearlo antes de que diera el mordisco había resultado no ser tanta locura y dar sus frutos. Pero no había que celebrarlo tan pronto, había algo raro en todo aquello. Datsue era un ninja experimentado y habia luchado contra gente bastante más hábil que yo. Podía haberle pillado con la guardia baja o podían ser que se hubiera dejado golpear a propósito.

Fuera cual fuera la respuesta, no podia bajar la guardia. Al final había tenido que lanzarlo lejos, y mi objetivo era acercarme al combate cuerpo a cuerpo, pues el combate a distancia no era mi fuerte. Tenía que buscar otra forma de acercarme a él, la primera no había sido muy efectiva. ¿Mejor quizás dejar que atacase él primero?

Retrocederia paso a paso hasta mi posición inicial, sin quitarle ojo a Datsue, que seguramente no se quedaría quieto otra vez.

Sorprendentemente, en vez de volver a recortar distancias Reiji regresó a su posición inicial. Datsue, que había creído que el espadachín buscaría permanentemente el combate cuerpo a cuerpo para aprovechar sus habilidades con la espada, se sorprendió ante esta decisión.

«Quiere que yo tome la iniciativa para adoptar una táctica de contraataque… Nada mal pensado, Reiji, nada mal pensado». De hecho, aquello era algo que el Uchiha solía emplear cuando se enfrentaba a contrincantes más poderosos que él. Al menos, así lo hizo en las ocasiones en que su cabeza se impuso a sus emociones más viscerales.

El Uchiha avanzó junto a él, manteniendo la distancia de los diez metros. Acto seguido, ejecutó una corta tanda de sellos. Nada salió de su boca al finalizarla. Ni de sus manos. Ninguna llamarada infernal. Ningún relámpago salido del tambor de Raijin. En su lugar, el suelo sobre el que se apoyaba Reiji se hundió súbitamente, tragándole a él y al Dai Shuriken que había partido por la mitad anteriormente. Un boquete de dos metros cuadrados de superficie que se hundió a siete metros de profundidad.

El Uchiha, mientras tanto, recortó todavía más distancias mientras cargaba un nuevo ninjutsu en su diestra. A tres metros del boquete, dejó que la energía acumulada en forma de Raiton se liberase, formando un tanuki compuesto de puros relámpagos que se coló por el agujero y cayó en picado hacia el espadachín.

Camine pasó a pasó hacia detrás con Datsue siguiéndome, pero manteniendo una distancia de diez metros. Muy prudente sabiendo que mi mejor opción era luchar cuerpo a cuerpo.

Logré volver a la posición inicial sin problemas, y entonces Datsue realizo una serie de sellos mientras yo me preparaba para lo que podria venir. No, no lanzó rayos por los ojos, ni por la boca, ni siquiera salieron de sus manos. Tampoco fue un fuego abrasador ni una gigantesca ola de agua. Nada de eso.

Lo que paso fue que el suelo se hundió rápidamente bajo mis pies, atrapandome en un agujero y dejándome a merced de un ataque de Datsue que no tardaría en llegar. Una bestia eléctrica cayó sobre mi con todo el poder del relámpago.

Dolía, si, pero aún estaba lejos de estar acabado, y hundiéndome en la tierra Datsue me habia regalado la ventaja de no poder verme, asi que tuve un momento para preparar mi contraataque.

Poco despues de recibir el golpe, de un salto y espada en mano, salí al exterior del agujero plantandome frente a Datsue. Ahora nos distanciaba menos espacio qué al principio, era el momento de volver a intentarlo, ahora tenia menos tiempo para reaccionar. Así qué de nuevo, me arroje corriendo a él con la intención de hacerle un corte desde su hombro derecho hasta su costado izquierdo.

Datsue vio a Reiji salir del agujero y salir a por él como una exhalación. El espadachín era diestro, sí, pero no era especialmente ágil. Al Uchiha no le costó mantener la distancia con tres pasos rápidos hacia atrás y mantenerse alejado de aquella mortífera espada mientras formaba un único sello.

De pronto, sus labios vomitaron una cantidad ingente de agua, que chocó contra el tatami y rebotó formando una gigantesca ola que amenazó con engullir a Reiji, al hoyo que había creado previamente y a medio tatami. Literalmente, diez metros del estadio se hundió formando un lago de diez metros frente a él.

Datsue se dio cuenta que quizá se había pasado.

—¡Ey, Natsu! ¿Creen que repararán esto a tiempo para la exhibición? —preguntó, sin despegar la vista de lo importante: su rival. Datsue se colocó a tres metros del lago y adoptó una postura defensiva con los brazos.