Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Era una mañana tranquila en el Edificio del Arashikage. Tras sus bastos muros de roca y metal, que albergaban las dependencias de trabajo de muchos shinobi de la Villa Oculta entre la Lluvia, la recepción se había mantenido en silencio desde que Yuki Yuji y Yuki Yuko coincidieran en su turno del día tras el mostrador. Al principio los dos hermanos se habían acusado mutuamente de haber confundido los horarios y las guardias del otro, pero tras llegar a la conclusión de que no iban jamás a ponerse de acuerdo sobre quién era el culpable de aquel malentendido, decidieron que simplemente iban a compartir la mañana. Luego pasaron otro rato discutiendo sobre quién ocuparía el asiento y quién tendría que hacer tiempo de pie, pero finalmente se pusieron de acuerdo en turnarse diez minutos cada uno.
Así que allí estaban, intercambiándose el asiento cada rato como una especie de incomprensible coreografía o danza a cámara lenta. Y aburridos. Terriblemente aburridos. Eran como dos adultos infantiles, musculados y vestidos con ropa de entrenamiento —camiseta de tirantas y pantalones cortos— que no pudieran salir a jugar por estar castigados.
—Qué aburrimiento, Yuji, ¡esto es un rollo! —se quejaba uno.
—Ya te digo, Yuko. ¿Qué pasa hoy, joé? ¿No va a venir ni un solo genin a trabajar? —le respondía su homólogo.
Se despertó temprano, como de costumbre. Su padre no había ido a dormir aquella noche. No era nada extraño, dado que de vez en cuando, sus misiones le obligaban a dormir fuera, así que salió un rato a entrenar. Después de apenas dos horas, no se notaba con demasiadas ganas de seguir. No era el mejor día, ya que no estaba especialmente animado, así que volvió a casa y desayunó algo ligero con la misma calma de siempre.
No sabía muy bien que hacer desde que había dejado la academia, no siempre había misiones para los genin, y a decir verdad, tenía ganas de hacer alguna. Seguramente su padre se lo agradecería y empezaría a tomarle en cuenta cuando hablaba de la familia. No había hecho ninguna hasta el momento, o bien porque había estado fuera, o bien porque no había habido ninguna. No tenía mucho más que hacer salvo recoger un poco la casa, así que decidió ir al edificio de la Arashikage a probar suerte.
Partió caminando rápidamente entre las casas de la aldea, cruzando calles a una velocidad considerable. Había poca actividad ese día, por lo que le resultó bastante sencillo legar al sitio en cuestión, y entrar rápidamente. Parecía que en la recepción había dos hombres. Hizo caso omiso a que hubiera dos personas, ya conocía a esos dos y seguramente sería por cualquier tontería sin importancia.
-Buenos días Yuko, buenos días Yuji -Dijo educadamente -Tenéis algo para mí hoy? -Preguntó mirándolos alternativamente.
Se había divertido bastante luego de su graduación. Había tenido sus tiempos libres, sus viajecitos, sus encargos familiares pero hasta ese entonces no había hecho ni una sola cosa por ayudar a llevar pan a la mesa de sus hermanos. Y eso para él era su máxima prioridad como shinobi y debía de empezar a cumplirla lo antes posible.
— La puta madre boludo, levantándome re temprano para laburar, alto garrón chabón, la concha de mi madre la próxima la voy a ir a buscar misiones a las tres de la tarde.— se quejaba entre dientes Karamaru en su camino al edificio de la Arashikage, la "doña" como él le llamaba. Sabía que su meta era noble y no la cambiaría, pero de vez en cuando le gustaba quejarse sin motivo para poder descargarse un poco. Esta vez eran los nervios.
Entró al edificio finalmente detrás de un muchacho petiso y flaco siguiéndole los pasos como si estuviera en una fila. Ambos fueron al mismo destino y se detuvieron al mismo tiempo y, al parecer, ambos buscaban lo mismo.
— Che amigo— interrumpió asomándose por un lado— No tengo idea a que te referís wachin, eh, pero si es una misión porlas a mi también me pinta una. Hay que ganarse el mango, viste, y no vaya a ser que me cagues la última y me haya levantado temprano al pedo.
Frente a él había dos hombres que tenían caras conocidas, seguro que los había visto pero poca memoria tenía de ellos.
Las suposiciones de Karamaru no estaban tan lejos de la realidad como el jovencito genin pensaba, o al menos, eso iba a comprobar. Cuando los gemelos Yuki se vieron en aquella escena, con dos muchachos recién salidos de la Academia dispuestos a llevarse una misión a la boca —metafóricamente hablando, claro—, no tuvieron más remedio que mirarse durante unos largos segundos. Porque, si en algunos casos se dice que los gemelos tienen una conexión especial que les hace poder comunicarse sin palabras, en ese preciso momento parecía que Yuji y Yuko acababan de ponerse de acuerdo en algo... En algo que les causaba sonreír con jovialidad a los dos genin, mientras se frotaban las manos con poco disimulo.
—¡Pero mira esto, Yuji! —exclamó uno.
—¡Ya lo creo, Yuko, ya lo creo! —respondió el otro.
Yuji —o Yuko, era difícil distinguirlos— se inclinó sobre el mostrador de la recepción, haciendo que los voluminosos músculos de sus brazos y hombros se marcaran todavía más, para observar alternativamente a Karamaru y a Kisame. "La Doble K".
—Ay, pero esto es un problemón, Yuji. ¿Cómo lo vamos a resolver? —se lamentó, con mal disimulada malicia. Su cara era la de un niño pequeño a punto de cometer una travesura—. ¿Mandamos a uno para casa y ya?
Su homólogo se relamió, como si tuviera delante un delicioso caramelo. Con los ojos entrecerrados que parecían querer decir "travesura realizada", el musculoso Yuki se cruzó de brazos tratando de adoptar una pose seria.
—¡No podemos hacer eso, Yuko! Está en juego el honor de Amegakure, ningún genin debe salir de este Edificio sin una buena misión que cumplir. ¡Qué digo, está en juego nuestra reputación como recepcionistas! No puedo permitirlo.
Yuko soltó una risilla.
—¡Pues tengo una idea, Yuji! ¿Qué tal si decidimos quién se queda con la misión... con un pequeño combatito? Una cosa chiquita, a primera sangre. Nada del otro mundo. ¿Eh? —se volvió hacia los muchachos—. ¿Qué dice la juventud?
Al poco de pedir la misión, otro chico algo mayor que él entró en el edificio hablando de una forma que le resultaba extraña y pidiendo una misión. Era lógico por una parte, parece que la primera hora de la mañana era la mejor de todas para esos menesteres, por lo que no se preocupó y se hizo a un lado para que él también pudiera ser atendido. Aquellos dos gemelos eran un tanto peculiares y bromistas y parecía que intentaban darles a entender que no había más que una misión a primera hora de la mañana. Esto le hizo un cortocircuito en la cabeza. Durante unos instantes pensó si eso era posible...
No se acababa de creer que solo hubiera una misión, así que les intentó seguir el rollo a ver que ocurría. Quizás se equivocara, y era posible, sin embargo era un riesgo que podía correr. Ese no era el protocolo, o eso creía el.
-Siento decepcionarte, Yuko, pero esa idea no me gusta demasiado -Comentó el genin con calma mientras le miraba a la cara con firmeza, esperando a ver su reacción y la de su compañero. El cual, parecía un genin a judgar por que no llevaba ninguna identificación que le acreditara como ninja de mayor rango. Tenía aspecto delgado y ojos azules, a primera vista, no parecía un shinobi que fuese a sorprenderle con un taijutsu formidable, más bien parecía alguien como él, versado en el ninjutsu y el combate a cierta distancia.
Se mantuvo al margen espectante, viendo la situación para determinar la reacción de los gemelos.
Karamaru esperó ansioso en el silencio mientras los dos recepcionistas de caras iguales se decidían a ver que decir. No se hicieron de rogar y de principio a fin le generaron una expresión de asombro, molestia, e incredulidad en la cara del gennin. Hablaban entre ellos de divirtiéndose, no había duda que al menos se tomaban con humor su trabajo, pero las primeras horas no eran las mejores como para andar tonteando a Karamaru.
— Cuchame una cosa negro— habló luego del otro solicitante haciendo caso omiso de su opinión—. Me levanté temprano, y me re esforcé y me costó, ¿eh? No encontraba las medias, después me acordé que ni las tenía que usar, le erré con el cepillo y por lavarme los dientes casi me lo meto hasta el fondo de la garganta, me vine hasta acá con un ojo cerrado. Dame una almohada y yo creo que hasta te sigo el sueño que tuve al despertarme. ¿Me entendés, perro? Ni a palos muevo el orto para pelearme al pedo por una misión. Ta' todo bien pero pa' eso me voy a mi casa a dormir hasta mañana y nos que te re vimos boludo.
Hizo silencio, miró a ambos, luego miró al muchacho que estaba junto a él. Había escuchado bien, había dicho que no, estaban en la misma. Eran el mismo equipo contra un par de gemelos que se querían aprovechar de sus buenos gennin madrugadores, o al menos eso eran para el Yamanaka.
— Vos me hacé' la segunda, ¿no? Estamos los dos en la misma, perdiste logi, no rompan las guindas y repartan que acá hay gente con ganas de laburar ¿eh? Todo piola, nos cagamos de risa, nos peleamos en misiones por lo que sea, si quieren después a la noche nos tomamo' una birras y todo, pero a estas horas.... daaaaaaa.
Acompañó su última expresión haciendo un montoncito con los dedos de su mano que movía verticalmente.
Yuji y Yuko se miraron con visible decepción luego de soltar un bufido molesto; los genin no parecían querer entrar en su juego y eso les acababa de fastidiar su posible entretenimiento mañanero. Mientras uno de ellos —quizás Yuji, aunque era difícil asegurarlo— ponía cara de puchero, el otro se cruzaba de brazos como un amante despechado.
—¡Desde luego, Yuji, estos genin de hoy día están hechos de algodón! ¡Qué digo, de algodón de azúcar! En nuestros tiempos nunca se rechazaba un buen duelo a primera sangre, al viejo estilo! —se quejaba, con poco respeto para sus subordinados. Parecía evidente que la negativa de ambos le había sentado como una patada en los pendientes reales—. Bah, debería mandaros de vuelta a casa por pechosfríos. Pero en fin, el curro es el curro...
Yuko se agachó para rebuscar en los cajones de la mesa de recepción, y tras unos instantes sacó un pergamino de misión con la letra "D" impresa en el sello. Con poca delicadeza lo lanzó contra Karamaru, buscando impactarle directamente en la cara, aunque si el genin se movía hacia un lado o trataba de agarrar el pergamino al vuelo, probablemente tuviera éxito.
—Whoops —se excusó el forzudo Yuki, poniendo cara de niño inocente—. En fin, gallinitas, ¡buena suerte! La vais a necesitar.
Si los muchachos abrían el pergamino, encontrarían en su contenido la descripción de un encargo.
(D) La Maldición de Malkav
Publicada en: Amegakure no Sato Rango recomendado: Genin Nivel recomendado: 1 Solicitante: Kobayashi Koe Lugar: Amegakure no Sato
La empresaria de éxito y acaudalada mecenas de la Aldea Kobayashi Koe, dueña de la cadena de salones de juego "Kobayashi-Play!" asegura que alguien ha echado una maldición sobre su casa, y lleva semanas escuchando los lamentos y quejidos de espíritus que ahora la moran, atraídos por el aura de maldad del embrujo. Pese a que la postura desde la oficina de la Arashikage es no dar pábulo a semejantes cuentos de viejas, la señora Kobayashi es una de las principales contribuyentes a las arcas de Amegakure no Sato, por lo que se solicitan dos genin de la Lluvia para que investiguen el asunto y descubran la verdad tras esta historia.
Los genin deberán reunirse con la señora Kobayashi en su propia casa, cuya dirección se adjunta. Se pide a los asignados, además, que guarden especial respeto por la señora Kobayashi y recuerden que están representando a la oficina de la Arashikage y a todos los ninjas de Amegakure en su actuar, por lo que no deben manchar el buen nombre de la Aldea.
27/09/2019, 00:40 (Última modificación: 27/09/2019, 02:38 por Taka Kisame. Editado 4 veces en total.)
Kisame se divertía observando a aquellos gemelos. Sin duda, eran grandes ninja, pero no se podía negar que tenían su punto cómico. Después de aquella escena, se notaba que lo único que querían era hacerse la mañana más amena, como es de entender. Seguramente aquel trabajo no fuese lo más emocionante del mundo, aunque fuera estrictamente necesario.
Miró a su compañero, si abría el pergamino, se acercaría lo justo para darle una lectura diagonal. Al parecer había que ir a casa de una señora importante a resolver... Fenómenos paranormales? En aquel momento le cortocircuito el cerebro y miró a su compañero, estudiandole al milímetro. Parecía un chico sencillo. Principiante como él, pero tenía un mal carácter bastante acusado, o al menos solo por las mañanas, como bien había dicho él mismo. Una vez hubo llegado a esas conclusiones, resolvió en un primer momento que la mejor forma de dirigirse a él era con sumo respeto y cuidado, no quería discutir nada más empezar la misión.
-Bueno compañero, supongo que nos toca ir a ver a esta señora... Habrá que tomárselo con filosofía, es trabajo al fin y al cabo, no? -Dijo Kisame intentando ser amigable, dentro de lo que sus escasas capacidades sociales le permitían -Me llamo Taka Kisame, encantado -Le dijo haciendo una pequeña reverencia a modo de saludo y quedándose mirando esperando una reacción de su compañero y esperando para irse de aquel lugar.
«La concha de tu madre pedazo de puto, hecho de algodón las pelotas, FORRO. Pechofrío tu vieja y la que te tiró de las patas agrandado del orto. Agradece que me cagarías a palos porque sino me re saco y te lleno la cara a bifes»
Sí, no le ponía del mejor humor que lo tratasen de esa manera a Karamaru y siendo lo expresivo que era tenía que pensar muy fuerte que tenía a la doña Yui muy cerquita como para andar metiendo la pata. Respiró profundamente, tomó el pergamino cerrando fuerte los ojos por reflejo, y trató de calmar sus pensamientos. A los gemelos ni les contestó.
Karamaru abrió el pergamino y le pegó una leída tomándose su tiempo, se había dado cuenta que el otro muchacho andaba pispeando el contenido también. Presentado a sí mismo como Kisame ya empezaba a dar cosas por sentado que al gennin no le terminaban de cerrar.
— Karamaru— contestó mostrándole la palma a modo de saludo, aunque rápidamente volvió la vista a los hermanos— Che, una cosa, ¿cómo es esto? ¿Hay una sola? ¿Posta que es la última? ¿Con el tema de la guita cómo hacemos? ¿Vamos mitad y mitad? Porque es un garronazo eso. Osea, no hay problema, pero el tema eees… ese, la tarasca. Para dejarlo todo claro de antemano, ¿viste? ¿No amigo? Así no nos cagan a ninguno de los dos, porque no deberían, pero bueno, que se yo, yo pregunto por las dudas, por saber no más eh.
Los gemelos Yuki, habiendo asumido que no iban a sacar entretenimiento alguno de aquellos dos genin, volvieron a sus quehaceres como recepcionistas del Edificio del Arashikage.
Podéis seguir posteando hasta que lleguéis a la casa del cliente.
Karamaru se quedó quieto, perplejo de la situación. Lo estaban ignorando, había preguntado si tenía que compartir misión y directamente pasaron muy fuerte de él. Miró a Kisame buscando un testigo de lo que pasaba para no sentirse loco de que estaba alucinando.
«Hijos de puta... les chupó un huevo»
Agitó levemente el pergamino y lo guardó en un bolsillo de su chaleco. Se resignó a que le contestaran y asumió que realmente le habían dado una sola misión para dos personas. Mientras que al final él recibiera su debida paga todo sería igual y, por ende, era mejor no hacer un berrinche con la doña a tan solo unos cuantos metros de distancia.
— Me dijiste que eras Kisame, ¿no negro? ¿Vamos yendo? Porque nos re pusieron y no creo que nos den más bola, va a tocar darnos una mano. Si le metemos ganas tal vez terminamos con esto hoy, que no debe de ser más que una vieja que le falla la cabeza.
«Espítirus, si claro»
Sacó el pergamino, repasó la dirección a la que tenían que ir y lo volvió a guardar. Creía estar seguro del camino a tomar y no les debería llevar mucho tiempo llegar a destino.
Parecía que aquellos dos no iban a volver a contestarles más acerca del tema así que la mejor opción sería ponerse en marcha con aquella cosa junto con su nuevo compañero. Le observó unos instantes, evaluándole para hacer su particular psicoanálisis, pero no podía sacar más de el de lo que ya había deducido por lo que asintió con la cabeza ante sus palabras y comenzó a caminar hacia la puerta.
-Si, soy Kisame. Parece que vamos a tener que trabajar juntos, así que pongámonos en marcha ya, supongo que si no nos han dado una a cada uno será cuanto menos, interesante y que, por supuesto, los dos recibiremos nuestro debido sueldo completo -Dijo Kisame con tono frío pero tranquilo mientras se acercaba lentamente hacia la puerta -Al menos eso me gusta pensar, en esta aldea siempre me han demostrado que tienen palabra, confía -Añadió dseteniéndose finalmente para esperarle.
Aquello era extraño. Espiritus en la casa de una familia con dinero y habían mandado a dos genin para hacerlo? Era bastante extraño todo ello. Una parte de él quería creer que eran todo cuentos de viejas y que tras una breve investigación resolverían el enigma sin ningún problema.Pero otra parte de él pensaba que quizás hubiera espíritus de verdad y aquello se les complicara un tanto. Si de verdad había esa clase de seres paranormales, aquello se les iba a quedar muy muy grande ya que era algo a lo que dificilmente se podían enfrentar.
Karamaru no era muy hablador al madrugar, pero los estándar de "hablador" no eran lo mismo para él que para los demás. Siendo una persona que no cierra la boca, unas pocas palabras podrían considerarse un silencio profundo. No estaba del mejor humor pero tampoco podía contenerse no decir nada mientras caminaban a destino y por sobretodo entendía que de las conversaciones surgían las amistades.
— Che, decime, ¿vos qué onda? ¿Hace mucho que laburas? Imagino que no, ¿no? ¿O sos un gennin hace banda de tiempo? Pregunto para saber, viste, para... armar charla, no sé si sos muy de hablar las cosas, que se yo, pero bueno. Yo recién arranco, es la primera vez que me meto en esto de cobrar y estaba medio cagado la verdad. Pero esto de que sean cosas boludas de espítirus me relaja un poco, mientras la vieja loca esta no sea muy difícil de manejar va a estar todo bien.
A cualquier otra hora se hubiese ido de las ramas, pero siendo las horas que eran supo mantener la línea y "hablar poco".
2/10/2019, 17:02 (Última modificación: 2/10/2019, 17:03 por Taka Kisame.)
Kisame escuchó al chico con atención, como siempre hacía. No solía ser de mucho hablar, pero, al parecer este chico hablaba por los codos, así que pensó que, al menos, debía contestarle a todas las preguntas para no ser descortés. No tenía amigos de verdad y, quien sabe, quizás este chico podría ser uno. Caminaba al paso de Karamaru mientras se acercaban a la casa de la señora a buen ritmo.
-He tenido alguna que otra experiencia, pero no remunerada. Esta es, oficialmente mi primer encargo, así que espero que todo salga bien -Comentó mirándole fugazmente a la cara para después continuar -Seguramente será cualquier cosa banal, espero que no se complique mucho, a pesar de que muchas supersticiones no son mentira, en este caso suena a malentendido en toda regla -Finalizó el de Amegakure.
Sus pasos les llevaron poco a poco hasta la casa de aquella señora. Era una casa bastante lujosa al parecer, se notaba que tenía bastante dinero. Simplemente miró a Karamaru con intenciones de decirle que llamase y se dirigiese él a la señora, se notaba que tenía mejores habilidades sociales que él mismo, y además le daba mucha vergüenza.
-Hey compañero, deberías hablar tú, a mi no se me dan bien estas cosas -Comentó, para después picar a la puerta con relativa fuerza, de manera que se escuchara bien desde cualquier punto de la casa.
— Bárbaro, que mejor que dos pibes sin experiencia perdiendo la virginidad juntos.— exclamó riendo del doble sentido de su frase.
El poco camino que quedaba Karamaru lo continuó en silencio. Había surgido en su mente la duda de si había apagado el fuego que había usado para calentar agua para el mate y no podía recordarlo. Concentrado pero sin mucha seguridad terminó suponiendo que lo había hecho como muchacho ligeramente responsable que era.
«Ah bien, me re mandaste al muere, okey, okey, okey, okey, yo me encargo de esta pisteando como un campeón»
— Piola, yo me encargo, no debe de ser muy difícil hablar con una vieja media loquita.
Tras Kisame Karamaru volvió a golpear la puerta más por instinto que por insistencia esperando relajado a que lo atendieran. ¿Y si había algo detrás de esa locura? ¿Y si había ciertos problemas escondidos en la idea de espíritus? Las preguntas comenzaban a llegar a la cabeza del amejin rápidamente y él, escéptico, trataba de ignorarlas y no buscarle respuestas.