Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Apenas había comenzado a amanecer, y los primeros rayos de sol acompañaban a los repartidores en aquella fresca mañana. Correo oficial, cartas de amor o de familiares, facturas y lo que muchos ansiados primerizos ninjas buscaban; misiones. Aunque la gran mayoría de ellos siempre buscaban algo impactante o excitante; como combatir una peligrosa banda o destapar algún plan maquiavelico generado en las sombras; los genin más espabilados y maduros, sabían que algo así no era para ellos, y que debían ir subiendo escalón a escalón.
Hana fue una de esas afortunadas genin; un pequeño pergamino se colaría por la rendija del correo. Todavía era temprano, asi que puede que todavía no se hubiera despertado, y a menos que se tratara de un paquete que debía ser firmado, los carteros no solían tocar a los timbres o puertas, por lo que lo encontraría cuando fuera a comprobar si por algún casual, había llegado algo para ella.
(D) Perdida en un mar de hojas
Publicada en: Uzugakure Rango recomendado: Genin Nivel recomendado: - Solicitante: Ai Yamada Lugar: Libreria Yamada
La hija de la señora Yamada ha tenido que dejar la casa recientemente, debido a que ha sido ingresada para una operación. En cualquier otra situación no necesitaría mucha ayuda, pero hoy llega un cargamento para reponer tanto el almacén como parte de las estanterías, y un poco de ayuda en caja, no le vendría mal. Por lo que se solicita la ayuda de al menos un genin.
No había sido una mañana especialmente rápida. Se había levantado cuando se había levantado, había desayunado y se había vestido. Y después de todo eso, decidió revisar el correo, más que nada porque estaba justo delante de la puerta.
Era raro que ella recibiese correos de ningún tipo. No tenía familia ni amigos fuera que tuviesen que comunicarse por correo. Aunque Eri le había colado una nota una vez, no estaba segura que contase como correspondencia ya que la metió ella misma. O no.
Abrió el pergamino sin estar nada segura de qué se iba a encontrar. ¿Era una misión personal para ella o simplemente era día de limpiar Ds y le había tocado? Lo descubrió enseguida. Era día de limpiar Ds y le había tocado. Suspiró y se autoconsoló.
Cerrando el puño delante de sí misma pensó que ya llegarían los tiempos de hacer misiones epicas. Seguro que algún día conseguía hacer algo grande, como salvar un gatito de caerse de un arbol. Solo tenía que esperar y entrenar.
Después de su sesión de motivación a sí misma, salió de su casa, preparada para afrontar esa misión. Se dirigió a la dirección que venía en el pergamino, preparada para lo que fuera. Colocaría tres cientos libros.
La pequeña librería hacia tan solo unos pocos minutos que había abierto, pero no de cara al público, sino para hacer empezar a hacer inventario y rellenar las estanterías; todavía le faltaría al menos una hora para abrir al público. Un carro tirado por varios caballos parecía estar alejándose en la distancia, con su conductor despidiendo a una pequeña anciana desde las puertas del local.
Era un negocio bastante pequeño y familiar; un pequeño toldo de color rojizo pastel apagado estaba enroscado, adornado la parte superior todavía sin descolgar. Al lado de la entrada, dos persianas de acero negaban la visión las estanterías; y una gran multitud de cajas acompañaban a la anciana, que se acercó hasta ellas una vez este hombre estuvo lo bastante lejos.
— Vamos a ver... — acariciaba las cajas con cuidado mientras andaba alrededor de ellas, buscando algo que discerniera los tipos de libros que había en su interior. — Suspense... Miedo... — una única palabra escrita en distintos lados de los dorsos, era lo único que distinguía algunas cajas de otras.
Había llegado al lugar y la anciana estaba centrada en sus cosas. Quería saludar pero no quería darle ningún infarto a ninguna persona susceptible a ellos. Dio dos suaves golpecitos a las persianas metalicas antes de hablar.
— Buenos días, venía por una misión. ¿Es esta la librería Yamada?
Miraría a sus alrededores, algo tímida por estar en un sitio nuevo y sin saber si era donde se suponía que debía estar. Aunque no había muchas librerias cerca y esa parecía haber conseguido un buen cargamento. Pero se sentiría mejor cuando la mujer se lo confirmase. Hasta entonces, siempre le quedaba la duda.
1/08/2020, 19:58 (Última modificación: 1/08/2020, 19:59 por Himura Ren.)
El suave golpeteo llamó entonces la atención de la señora, quien dirigió su mirada a la rubia que origino el ruido.
—¡Oh perdóname! ¡No me había fijado que habías llegado, querida! — se acercó hasta ella para cogerla de las manos sonriente, tenía el pelo recogido y bastante mullido, además se la veía bastante enérgica pese a su edad.
—Abuea, te he dicho que te quedes dentro... Ya no-Oh — Una joven hizo entonces acto de presencia. — ¿Eres la genin a cargo de la misión? ¡Has llegado en el momento perfecto! Me llamo Ai, y esta es mi abuela; también Ai. — añadió la joven con una suave risa.
Debía sacarle varios años a Hana, rondando casi los 20; su pelo era de color marrón claro y sus ojos de color grisáceo. Vestía un delantal blanco apagado, el tiempo había hecho bastante mella en aquel pobre trapo. Una camisa de mangas cortas rosa apagado y un pantalón grisáceo junto a unas zapatillas deportivas también grises.
—Perdonala, es bastante testaruda y pese a que ya no esta a cargo de la tienda; como vivimos todos aquí, le da bastante igual — añadió con una torpe risa.
—Abuea, te he dicho que te quedes dentro... Ya no-Oh¿Eres la genin a cargo de la misión? ¡Has llegado en el momento perfecto! Me llamo Ai, y esta es mi abuela; también Ai.
Hana se puso erguida de golpe, pues se había encorvado un poco al asomarse al lugar. Rápidamente hizo una reverencia a ambas.
— S-Sí. Encantanda, Ai-san y... Ai-san. Yo soy Himura Hana, gennin de Uzushiogakure. Cuiden de mí, me esforzaré todo lo que pueda.
Hana dio un par de pasos al interior esperando que Ai le dijese qué tenía que hacer exactamente. Presenció una pequeña riña familiar a la que no pudo reaccionar de otra manera que sonriendo tiernamente. Seguida de una pequeña sonrisa triste, pues ella jamás sabría qué era una abuela testaruda, o una abuela...
— Es una librería acogedora. — era pequeña, pero no en un mal sentido, así que no se le ocurría una forma mejor para expresarlo que acogedora.
Se notaba el ambiente familiar y que no buscaban hacerse millonarios, sino traer entretenimiento en la cantidad que podían.
— Gracias; es un pequeño negocio familiar; tenemos clientes muy fieles — cogió entonces una de las cajas del exterior, sin perder la sonrisa. — ¿Me ayudas? Empezaremos por meter las cajas a la trastienda, y después limpiaremos la tienda. No quiero dejar las cajas demasiado tiempo fuera; cualquiera podría aprovecharse.
La señora mayor se marchó tras una cortina del interior de la tienda, en ella habría un pequeño salón con una mesa redonda baja y una televisión en una esquina; también habría una pequeña cocina en un lateral y al lado de esta, unas escaleras que llevaban a los pisos superiores. Por lo que la puerta justo al lado de la cortina, y que estaba abierta, sería seguramente un pequeño almacén con algunas estanterías ordenadas alfabéticamente por el nombre de los autores, aunque estaban prácticamente tan vacías como el interior de la tienda.
— Gracias; es un pequeño negocio familiar; tenemos clientes muy fieles¿Me ayudas? Empezaremos por meter las cajas a la trastienda, y después limpiaremos la tienda. No quiero dejar las cajas demasiado tiempo fuera; cualquiera podría aprovecharse.
— Sí, claro, voy. — intentó no dar más confirmaciones y ponerse directamente a moverse.
Fue hasta donde estaba Ai y cogió otra de las cajas. No era la kunoichi más fuerte de su promoción pero seguro que podía con aquellas cajas, aunque fuese una a una. Cogió una de las cajas y siguió a su anfitriona al interior de la tienda. Había una cortina que llevaba a la parte de atrás.
— Con permiso — murmuró más para ella que a viva voz mientras pasaba la cortina.
Echó un vistazo alrededor buscando donde se suponía que debía dejar la caja más que para fisgonear. Vio una puerta abierta y lo que parecía un almacen tras ella.
— ¿Ai-san? ¿Lo dejó aquí? — quiso asegurar antes de soltar la caja.
Pero si no recibía respuesta, la dejaría allí y saldría. Ya le había dicho que la prioridad era meterlas, no guardarlas en el sitio indicado.
—Sí, así puedo limpiar el almacén antes de terminar de rellenarlo — lo confirmó dejando otra de sus cajas. — Ayúdame con las siguientes; aunque no lo parezca, pueden acabar pesando bastante. Por eso las cajas de libros suelen ser muchos y no muy voluminosas — añadió caminando hasta el exterior de la tienda otra vez; ahora solo quedaban un par de cajas más grandes.
Ai no tendría ningún problema a la hora de levantar la caja, pero Hana podría llegar a tener alguna dificultad. Podría ayudarla a llevar dicha caja, pero acabaría suponiéndole un esfuerzo.
—Sí, así puedo limpiar el almacén antes de terminar de rellenarloAyúdame con las siguientes; aunque no lo parezca, pueden acabar pesando bastante. Por eso las cajas de libros suelen ser muchos y no muy voluminosas
— Entiendo. — dijo Hana mientras asentía.
Se acercó a la caja que faltaba, Ai había cogido una igual sin problema, así que ella, una kunoichi entrenada para el combate, podría sin problemas. Al agarrarla supo que algún problema iba a tener. Pesaba. Como si llevase dentro... libros.
Afianzó bien el agarre de la caja y empezó a moverse lentamente hacia el interior de la tienda. Aunque le costase más tiempo y más esfuerzo que otra persona más fuerte, Hana no se daría por vencida. ¡Era su deber ser capaz! Una caja de libros no la derrotaría.
Con dificultad, la joven Hana conseguiría llevar la caja hasta el final, aunque le tomase algo de esfuerzo. Ai estaría entonces esperándola en la puerta de nuevo; ya solo quedaba el último y más pesado. Tal vez deberían haber empezado por el más voluminoso desde el principio, pero el resto estaban apilados encima de él.
— ¿Me ayudas con este último, Hana-chan? — dijo de cucillas mirando al interior de la tienda; pese a que fuera pesado, no tendrían ningún problema al llevarla entre las dos, Ai caminaría lentamente de espaldas hasta dejarlo en el interior con la ayuda de Hana.
— Voy, Ai-chan. — contestó Hana moviendose rápidamente donde la reclamaba su clienta.
Tenía una sonrisa en el rostro fruto del cambio de sufijo, siempre le hacía feliz que la llamasen Hana-chan. La mayoría de la gente la llamaba Hana-san o peor Himura-san. Pero la cercanía de un buen Hana-chan la hacía sentir bien. Cómoda.
Se pondría en el lado contrario de la caja y usaría tanta fuerza como le fuera posible para levantar esa caja y que Ai tuviese que cargar con tan poco peso como pudiera. Hasta que finalmente entre las dos consiguieron meter la enorme caja en el interior.
— ¿Ya están todas? — preguntó intentando recuperar el aliento.
—Si, eso sería todo — resoplaría entonces, ella también estaba algo agotada de moverlas tanta caja; y solo acababan de empezar. Se sentó en el escalón que separaba la tienda del interior de la casa,. — Siéntate tú también por favor; si te quedas de pie me resultaría incomoda aunque te haya pedido ayuda — añadió con una suave risa, mientras de una muñeca se quitaba un coletero azulado; recogió todo su pelo hacia atrás, dejando su rostro más que visible con el pelo recogido en una coleta alta.
—Supongo que esperarías que tu primera misión fuera algo emocionante o algo por el estilo. Siento haberte decepcionado; aquí lo único que vas a poder matar van a ser un par de arañitas o el polvo de las estanterías — añadió con otra risa.
— Siéntate tú también por favor; si te quedas de pie me resultaría incomoda aunque te haya pedido ayuda
— Por supuesto, gracias. — se sentó en el mismo escalón pero tan alejada de Ai-chan como fuese posible.
Normalmente no tenía problemas con la cercanía de la gente, incluso era cariñosa cuando estaba contenta. Pero desde lo sucedido con Shizuka-san había decidido ser más cuidadosa a la hora de relacionarse con otras personas, sean mujeres, hombres o perros. Aunque con los perros fallaba estrepitosamente, con mujeres y hombres lo llevaba bastante bien.
—Supongo que esperarías que tu primera misión fuera algo emocionante o algo por el estilo. Siento haberte decepcionado; aquí lo único que vas a poder matar van a ser un par de arañitas o el polvo de las estanterías
— No es mi primera misión. ¿Parece que sea mi primera misión? — preguntó entre sorprendida y alicaida, no es que quisiese parecer una jounin ni mucho menos, no tenía el porte ni la confianza, pero al menos no una novata de primera misión. — He hecho un par ya. Algunas más transcendentes para la prensa rosa que para la villa incluso.
Se rió por lo bajo amargamente.
— En fin, que agradezco la tranquilidad para variar, no te preocupes, Ai-chan.
2/08/2020, 17:37 (Última modificación: 2/08/2020, 17:38 por Himura Ren.)
— No es mi primera misión. ¿Parece que sea mi primera misión?He hecho un par ya. Algunas más transcendentes para la prensa rosa que para la villa incluso. En fin, que agradezco la tranquilidad para variar, no te preocupes, Ai-chan.
—No, no. ¡No quería decir eso! — negó alterada con las manos, intentando animar a la joven al verla algo alicaída. — ¿Para la prensa? Espera... ¡Con razón me sonaba tu cara! — Añadió con una risa. — ¿Eres esa joven que esta saliendo con aquella actriz? En cuanto corrió la noticia nos quedamos sin ejemplares; aquella fue una buena semana para la caja
Silenciosamente, la anciana había dejado una pequeña bandeja entre ambas, con nada más que unos vasos de agua.
—Ayyy... —dijo todavía con un tono divertido para después beber de su vaso, e incorporarse; para dirigirse al trastero de al lado, tardaría un par de segundos, para volver con un par de plumeros; uno de ellos se lo ofrecería a Hana — En fin, si tranquilidad es lo que quieres, creo que no tiene que haber mejor sitio para eso que una aburrida Liberia de barrio.
Se acercaría entonces a las estanterías, había cuatro en total; una a cada lado de la tienda, y en medio dos que estaban una contra la otra. Ai retiraría los pocos libros que quedaban en estas, para comenzar a limpiar así estante por estante de la que estaba la izquierda del todo de ellas.