Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Clic, clic. ¡Clac! La cerradura de la puerta se abrió para él, dócil y mansa. Tras su derrota con las pulseras, aquello fue de los más satisfactorio. Miró a un lado y a otro, asustado porque alguien apareciese de pronto, mientras Daruu le apremiaba a que se diese prisa con su cerradura.
Se oyó el sonido de un trueno, y nada más salvo su propia respiración. Por el momento, parecían a salvo. Y, entonces…
—¿Aaaaprovechar la tormeeeenta?
Datsue pegó tal respingo que se le cayeron las ganzúas y a punto estuvo de darse él mismo contra el suelo. Con el corazón en un puño, sacudió la cabeza a un lado y a otro, encorvado en una posición extraña, en busca del intruso. Sin embargo, no encontró a nadie. «¿Otro… preso?»
Todo parecía indicar que sí, y, si hacían caso a lo que les decían, era el antiguo capitán. Las preguntas se le agolpaban en la garganta, luchando por ser la primera en salir.
—¿Cuántos son? ¿Hay ninjas entre ellos? ¿Hacia dónde se dirigen? —preguntó, una tras otra, sin poder contenerse. Cuánta mayor información tuviesen, mejor podrían afrontar lo que estaba a punto de echárseles encima, fuese lo que fuese.
Se agachó rápidamente, recogiendo las ganzúas con manos temblorosas. Todavía no se había recuperado del susto. Luego, no sin cierto vacile, se aproximó a la celda para ver la apariencia de aquel hombre tras las rejas...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Pasado el susto inicial, que había hecho que a Datsue se le cayeran las ganzúas al suelo, el muchacho se agachó para recogerlas y rápidamente se dirigió hacia la celda del preso recién descubierto, tras atosigarle a preguntas.
—¡Pero cabrón, sácame de aquí primero! ¡Pregunta después! —gritó Daruu entre susurros.
—Aaah, no son ninjas, no... Son marineros que contraté, culpa mía por confiar tanto en unos ribereños del norte. No son de fiar, te digo —dijo el capitán. Era un hombre muy alto, sin parche pero con, en efecto, una pata de palo. Llevaba un traje rojo muy florido con bordes dorados, unos pantalones marrones y una camiseta blanca. Y un sombrero de corsario con pluma en el que había enganchado una placa de shinobi de Kusagakure... cercenada de parte a parte, especialidad de la casa de los exiliados—. ¡Debí haberlo supuesto! Yo sólo quería ir a abordar otros barcos de mercancías, acumular un par de tesoros más... Ya sabes. Pero encontraron mi mapa del tesoro, y decidieron que valía mucho más que yo. Y ahora estoy aquí, encerrado. Resulta que los jutsu no te sirven de nada con una resaca de dos pares de cojones encima, ¡quién lo iba a decir!
Datsue le enseñó una palma de la mano a Daruu, en un claro gesto de que le tuviese paciencia. La información que el antiguo capitán podía tener sobre la tripulación era demasiado importante como para no hacerle caso. Lo primero que soltó, sin duda, hizo que suspirase de alivio: no había ninjas entre ellos. Pero entonces, ¿qué había sido del shinobi que les había lanzado aquel huracán? ¿Acaso no tenía nada que ver con aquel barco?
Lo segundo que dijo, le hizo fruncir el ceño. ¿Qué los ribereños del Norte no eran de fiar? Pero, ¡si eso eran los del Sur! Debía haberse confundido, sin duda. Ya le sacaría luego de su error. Fue lo tercero, en cambio, lo que le hizo ponerse en tensión. Aquella vez no fue por sus palabras, sino por lo que portaba. No la pata de palo, no el sombrero de corsario, sino la placa de Kusagakure claramente rasgada.
Pero entonces, casi al momento, un brillo muy característico iluminó los ojos de Datsue cuando el hombre confesó…
—¿Un mapa del tesoro, dice? —se pegó más a los barrotes—. Pero, ¿y de qué tesoro estamos…?
—¡Sácame yaaaaaa!
—V-voy, voy —farfulló, pese a que le costó más de la cuenta darle la espada al hombre y a sus promesas de fortuna—. ¿Lo has oído? —murmuró, cuando llegó a la puerta de Daruu y empezó a trabajar en su cerradura—. Que no hay ninjas a bordo, tío. Y vamos de camino a un tesoro… ¡Un tesoro! —Datsue apenas podía contener la emoción, pese a que todavía no sabía de qué se trataba aquel tesoro. Bajó todavía más la voz, mientras inclinaba la ganzúa hacia la izquierda y empezaba a girar—. Si tú y yo aunásemos fuerzas…
¿Por qué habría que huir? ¿Por qué escapar? ¡Era una oportunidad irrechazable!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¿Pero qué tesoro ni qué mierda seca? —Daruu puso cara de incrédulo—. Tenemos que volver a las costas de Oonindo. No sé tú, pero yo no quiero morir ahogado.
La cerradura cedió, y Daruu quedó al fin liberado de aquella celda. Se miró las esposas con recelo y dijo:
—Ahora tenemos que buscar la llave de estas mierdas. Sin ellas probablemente nos vapuleen.
—Ah, ah... ¿Vosotros también queréis quitarme mi tesoro? La verdad, dudo que sepáis encontrarlo. No es por nada, claro. No os estoy llamando tontos ni nada, pero ellos también creen que la X en el mapa es donde está el verdadero. ¿De verdad me creéis a mí tan estúpido?
»Lo cierto es que quizás... Quizás podríamos llegar a un acuerdo. ¡Salís ganando, amigos! Me liberáis, os ayudo con esos hijos de puta de la Ribera Norte, y además os doy la mitad del tesoro para vosotros sólos. ¡La mitad! Es un buen trato, ¿eh?
Daruu extendió la mano hacia el viejo capitán con la palma mirando hacia arriba, y levantó las cejas.
—¡Colaborar con él es la única manera de que llevemos este barco a algún sitio! —exclamó—. A no ser que tú sepas manejar un barco.
—Pero de paso a Oonindo, Daruu. De paso a Oonindo —recalcó—, hacemos una paradita donde marque el mapa. No perderíamos mucho… —dijo, tratando de persuadirle—. Además, ¡eres un amejin! Tú no te ahogas bajo la tormenta, ¡tú eres la tormenta! —exclamó, buscando despertar ese orgullo que la mayoría de amejines que había conocido tenía.
—Ah, ah... ¿Vosotros también queréis quitarme mi tesoro?
Datsue chasqueó la lengua y se maldijo a sí mismo por haberlo dicho en voz alta. No obstante, el antiguo capitán les propuso un trato: la mitad del tesoro si le dejaban salir. Teniendo en cuenta que el mapa, según él, era engañoso, era un buen trato. Un trato cojonudo.
—¡Colaborar con él es la única manera de que llevemos este barco a algún sitio! —exclamó Daruu—. A no ser que tú sepas manejar un barco.
Carraspeó, y alzó el mentón.
—Bueno, no por nada me llaman Datsue el Intrépido, Daruu. Lo cierto es que... —Lo cierto era que le habían dejado probar el timón en un par de ocasiones. Datsue siempre se había interesado por el tema de barcos. No por nada, uno de sus sueños era comprarse uno. No obstante, una cosa era tomar el timón y otra muy distinta manejar un barco por completo—. Bueno, con esta tormenta la verdad es que se escapa a mis posibilidades —tuvo que reconocer, de mala gana.
No obstante, había algo que le llevaba picando desde hacía un rato.
—Oiga… Capitán. ¿Seguro que no se ha confundido? Los ribereños del Sur son los hijos de puta, no los del Norte. Esos maleantes… no me extrañaría que se hiciesen pasar por los del Norte solo para engañarle. ¡No son de fiar, ya se lo digo yo! —El engaño, el subterfugio, el amotinamiento… Sí, todo olía a esos cabrones del Sur.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—Yo soy un amejin. Yo me ahogo bajo la tormenta. ¡Y tengo antepasados que usaban el Mokuton! ¡Eso es como ser medio árbol! ¡Estoy seguro de que seré el primero en atraer un rayo! —había discutido Daruu, irónico, cuando Datsue había tratado de convencerle—. Me gusta el dinero como a todo el mundo, pero tengo una vida que mantener. La mía.
Luego, el muchacho se había echado flores sobre sí mismo, como ya había visto anteriormente en el Torneo, aunque tuvo que admitir que ni siquiera alguien tan intrépido como él podría llevar un barco bajo una tormenta.
—Oiga… Capitán. ¿Seguro que no se ha confundido? Los ribereños del Sur son los hijos de puta, no los del Norte. Esos maleantes… no me extrañaría que se hiciesen pasar por los del Norte solo para engañarle. ¡No son de fiar, ya se lo digo yo!
Aquél fue el principio del fin.
—Oh, no, ¡tú eres otro hijo de la gran puta del Norte! ¡Malparido! ¡No te daría ni un sólo gramo de mi tesoro! ¡Fuera de aquí, que se te trague Uminokami!
Daruu se acercó a las rejas y casi pegó su rostro entre los huecos.
—¡Pero tú morirías igual! ¡Tenemos que salir de aquí!
—Escucha, muchacho, no es por ti. Es por ese puto demonio del Norte. ¡Nos traicionará y nos robará todo el oro! ¡Y de paso nos dejaría tirados en la isla!
Daruu no parecía estar cortado por el habitual orgullo amejin que el Uchiha había visto tantas y tantas veces en otros. Lejos de comprar el ensalzamiento hecho por Datsue, lo retorció de tal modo que le dio la vuelta. No solo aseguraba poder ahogarse, sino que parte de su genética tenía raíces con el elemento Mokuton, y que, en todo caso, atraería los rayos de la tormenta.
Jamás le habían dado un revés dialéctico de tal envergadura. Datsue le observó con ojos curiosos. Era la última vez que subestimaría a aquel chico en la guerra de la palabra.
Optó por una retirada a tiempo, cambiando el rumbo de la conversación. Tras reconocer que no podría manejar el barco, inquirió al capitán sobre si no se habría confundido con la tripulación. El hombre, lejos de recular, dejó entrever la cruda realidad. «Un momento… ¡Este cabrón es de la Ribera del Sur!».
—¡Datsue! ¿Qué demonios pasa aquí?
¿Qué pasaba allí? Datsue iba a explicárselo de forma tranquila y sosegada.
—Pasa que este cabrón es de la Ribera del Sur, Daruu. Eso pasa. —Para alguien instruido en el mundo ninja, con aquello bastaría. Pero Datsue sabía que mucha gente que no era del País del Bosque desconocía la maldición que aquel pueblo—. Sé que es difícil comprenderlo para alguien de fuera, pero hazme caso en esto: son la gente más ruin y mezquina de Oonindo entero. Créeme, ¡venderían hasta a su madre por unas cuantas monedas! Son gente que solo buscan el mal por el mal, ¡por simple placer! Roban al que nada tiene; pegan al indefenso; ¡violan!; ¡matan!... —A medida que iba hablando, su crispación iba aumentando más y más—. ¡Y lo peor de todo es que lo hacen bajo una fachada de amabilidad y cordialidad! —vociferó, rojo por la ira—. ¡Por eso son tan peligrosos, y por eso el mundo estaría mejor si fuesen exterminados por completo!
Dio un golpetazo con el antebrazo a las rejas que le separaban de aquel cabrón, sin preocuparse de hacerse daño por ello. Le odiaba. Le odiaba con todas las fuerzas de su ser. Y por eso, le enseñó las ganzúas al capitán, luego a Daruu… y se las guardó en un bolsillo. Aquel gesto, aquella declaración de intenciones, era más clara que cualquier cosa que hubiese podido decir. No iba a liberarle. Ni en sueños.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—Oh, sí, claro, eso te contaría un Ribereño del Norte —El capitán escupió a los pies de Datsue—. Son sucias sabandijas que te encandilan con palabras melosas y buenas promesas, y cuando te das cuenta te han robado todo tu puto dinero y encerrado en una celda, eso es lo que son. ¡El sobrino de la vecina de mi hermana fue a-se-si-na-do por uno de esos cabrones cuando sólo pidió la hora! ¡Le mataron para robarle una cadena de oro heredada de su difunto padre! ¡Putas ratas!
Oh no, Daruu había oído hablar de esas cosas. Rencillas entre pueblos. No era como una rencilla entre personas, que se enraizaba en corazones individuales, ni como una de esas rencillas entre familias y clanes. Era una rencilla entre pueblos, y estas metían sus raíces en la tierra fértil de, a veces, países enteros. Llegaban a lo más profundo y se nutrían de los muertos y pasaban de nuevo a los recién nacidos, despertando mediante historias y cuentos exagerados cuando cumplían la suficiente edad como para entender a sus padres.
—Pero a ver, vamos a ver, porque creo que no estamos entendiendo la situación bien, chicos, compañeros, amigos —dijo Daruu, lentamente, después de tomar un poco de aire—. Estamos en un barco. En medio del océano. Pilotado por bandidos armados que nos han encerrado a los tres. Sí, Datsue, te han encerrado unos paisanos tuyos.
»Y ahora, podemos trabajar en equipo para pegarles una patada en el culo, y pilotar sanos y a salvo este barquito hacia un tesoro que repartiremos como buenos hermanos, o simplemente volver a la costa de Oonindo y SALVAR NUESTRO PUTO CULO. ¿No os suena atractivo? PORQUE A MÍ ME LO PARECE, Y MUCHO.
Uchiha Datsue tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no tratar de partir con sus propios puños las rejas que lo separaban de aquella sabandija. ¿Cómo podía ser tan mentiroso? ¿Cómo podía tener una lengua tan ponzoñosa? Cada palabra que pronunciaba era una saeta directa a su corazón y orgullo. Una saeta envenenada que infectaba su sangre de rabia y, al mismo tiempo, de una dolorosa impotencia.
De impotencia por no poder cerrarle la boca a base de golpes.
Pero Daruu tenía urgencias más apremiantes, como salir vivos de aquella. Datsue aguantó como pudo la bofetada dialéctica de que sus secuestradores eran, en efecto, sus propios paisanos.
—Hasta en los mejores sitios hay algún descarriado… —refutó con la boca pequeña.
Pero su antiguo contrincante en el Torneo de los Dojos continuó con su alegato. Aquel chico sabía hablar, y lo que era más importante, sabía vender una idea. Sobrevivir; hacerse con un tesoro; abandonar a su suerte a un Ribereño del Sur. Los tres pilares básicos en los que se sostenía el alma de Datsue. Eran sus instintos más primitivos, que ahora, quizá por primera vez en la vida, luchaban entre sí por ver quién se alzaba entre todos ellos.
Y, quien conoce bien a Uchiha Datsue, sabe que él tiene un código, tan inquebrantable y férreo como el de los antiguos samuráis más honorables. Un código que consistía en…
—Está bien —dijo a regañadientes.
…sobrevivir, sobrevivir y sobrevivir. Luego, ya llegaba el resto.
Le entregó las ganzúas a Daruu, pues no podía ser él quien liberase a aquel demonio. Entonces, con la otra mano, tomó por la nuca a Daruu y le atrajo hacia sí para poder susurrarle al oído:
—Pero pase lo que pase, no podemos dejar que se quite las pulseras… o nos arrepentiremos —le advirtió, antes de soltarle.
¿Iba a dejar así las cosas? ¿Con una simple advertencia? Ni mucho menos. Pero Daruu tenía razón en algo: lo primero era sobrevivir.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Daruu suspiró de alivio mientras el reticente Datsue y el pensativo Capitán hacían las paces consigo mismos. El amejin se acercó a Datsue, tomó las ganzúas y, cuando Datsue le transmitió el mensaje al oído, añadió:
—Lo sé, tranquilo. Sólo necesitamos que sepa manejar el barco. Sólo eso. —Aunque, por dentro, Daruu supo que en cuanto encontrasen una forma de quitarse las pulseras, el Capitán también querría hacerlo. ¿Y quién le negaría algo así a un ninja debidamente entrenado? Mientras los tres tuvieran las pulseras, estaban en igualdad de condiciones.
Claro que, eran dos contra uno.
Fuera como fuese, el muchacho tomó las ganzúas y se dirigió a la puerta. Empezó a trastear con la cerradura.
—Gracias, muchacho. A pesar de ser amejin, tienes buen corazón.
—Vamos a ver, viejo, no empeores más las cosas —espetó Daruu—. Ambos estáis muy limitados por las fronteras que os dibujáis en la cabeza. Ahora además de nuestras procedencias, tenemos algo en común: somos prisioneros y queremos un barco.
El Capitán asintió.
Al cabo de un rato, la cerradura cedió. Hacía mucho tiempo que Daruu no usaba unas ganzúas. Se recordó que debía entrenar más fuerte en el Torreón de la Academia, donde había una sala con todo tipo de cerraduras cuya seguridad romper. Se limpió el sudor de la frente y le devolvió las ganzúas a Datsue.
Se limpió la mano en el pantalón con cara de asco. Por algún motivo, incluso en aquella situación no podía pasar por alto que aquellas ganzúas habían estado en el dobladillo de los calzones del Uchiha.
—Bueno, ahora sólo tenemos que subir y enfrentarnos a un grupo entero de bandidos armados, estando nosotros totalmente desarmados y sin poder utilizar el chakra —dijo, y añadió, sarcástico—: Tarea fácil.
—Oh, amigo, ya van por la quinta cogorza de ron de la noche. Con la cerradura abierta, eso será pan comido. ¿Tú oyes algo? Porque yo les oí chocar y caer al suelo antes de que despertáseis.
»Las llaves de las esposas. Las tiene un hombre rubio, con el pelo largo y una perilla en forma de punta. Es lo primero que deberíamos hacer.
Daruu se mordió la lengua para no decir nada, y echó a caminar hacia las escaleras.
Fuera del camarote-prisión, el panorama era mucho peor de lo que esperaba. Habría jurado que el barco se movía mucho menos abajo que allá arriba, pero lo cierto es que estaban en una tormenta tremenda. El casco vibraba y se zarandeaba de un lado a otro, y casi le costaba mantener el equilibrio (sobretodo porque normalmente utilizaba el chakra para no tener que hacerlo). Y tal y como había descrito el Capitán, allí al menos había unos diez bandidos tirados en el suelo sujetando botellas de licor. Otros todavía bailaban, inexplicablemente de pie, al lado del mástil, pero estaban demasiado ebrios como para reconocer quiénes eran los que acababan de subir a la cubierta.
El hombre rubio estaba sujetando el timón.
Cuando uno dice esto, normalmente a lo que se refiere es a que hay una persona al mando dirigiendo al barco. Pero en este caso, casi se podría decir que el timón dirigía al hombre. Tenía el cuerpo totalmente derrotado y mantenía la cabeza entre dos de los pomos del aparato. Con el vaivén del barco, el timón giraba a izquierda y a derecha, golpeándole en la cara.
—Grumetillos, novatos de agua dulce —rio el Capitán, ignorando totalmente, pensó Daruu, que él venía de un lugar llamado ribera—. No saben todavía ni sujetar una botella y ya intentan beberla.
Datsue recuperó sus ganzúas y las metió en un bolsillo, encogiéndose de hombros ante la cara de asco que compuso Daruu mientras se frotaba las manos con el pantalón. No iba a negarlo, tras un viaje tan largo, con el sudor que ello conllevaba y las pocas mudas que traía consigo, aquellas ganzúas estaban lejos de estar impolutas.
Luego, apretó los dientes mientras el Capitán les indicaba lo primero que deberían hacer. No le gustaba tener que hacer como él quería, pese a que tenía que reconocer que no había muchas más opciones. Menos le gustaba tenerle como compañero, por breve que fuese aquella singular alianza. Por no gustar, de hecho, ni le gustaba tener que pensar en él como el Capitán a falta de un nombre.
Pero como muchas otras cosas en la vida, no le quedaba otra que fastidiarse.
Subió por las escaleras con pasos de borracho, tratando de mantenerse en equilibrio con semejante vaivén. Afuera, los borrachos de verdad yacían sobre la cubierta bajo la inclemente tormenta. Otros, incluso seguían festejando al lado del mástil.
El Uchiha contuvo la respiración, petrificado. Esperaba la voz de alarma. El dedo acusador. El chillido delatador. Por suerte, ninguno de aquellos pareció notar su presencia. El alcohol había hecho demasiados estragos en ellos.
—Grumetillos, novatos de agua dulce. No saben todavía ni sujetar una botella y ya intentan beberla.
—Ah, sí, en eso te doy la razón, sureño —tuvo que concederle…—. En esto de beber y hacer el gandul nos lleváis siglos de ventaja —…aunque solo fuese para meterle una pulla después.
Entonces torció la cabeza y le vio. «Nuestro hombre». El rubio al que se refería el Capitán manejaba —aunque esto era ser demasiado generosos con él— el timón de una manera de lo más exótica: con su propio torso tirado sobre él.
En otra circunstancia, en otro momento, Datsue hubiese sugerido mandar a Daruu de avanzadilla, mientras él le cubría las espaldas. Pero su estrategia favorita tenía un riesgo, y ese riesgo tenía forma de hombre con pata de palo. No podía arriesgarse a que el kusareño le robase las llaves a Daruu. Debía hacer un esfuerzo, ir en contra de sus principios y…
—Cúbreme las espaldas, ¿eh? —dijo en voz baja a Daruu—. Haré como que estoy borracho, me acerco al timonel sin llamar demasiado la atención y le birlo las llaves.
»¿O se te ocurre un plan mejor?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Daruu tuvo que echarle una mirada de reproche a Datsue cada vez que se metía con el Capitán, aunque el otro no se quedaba atrás, y como buen Ribereño del Sur contestó de buena gana:
—¡JUA, JUA, JUA! Claro, vosotros estáis más ocupados robando que aprendiendo a beber y a disfrutar de la vida, maleantes.
«Ay, Dios mío, entre qué dos me he metido...»
—Cúbreme las espaldas, ¿eh? —susurró Datsue—. Haré como que estoy borracho, me acerco al timonel sin llamar demasiado la atención y le birlo las llaves.
»¿O se te ocurre un plan mejor?
Daruu se encogió de hombros.
—La verdad es que no. Tranquilo, estaré aquí.
—¡Pues a mí sí que se me ocurre algo mejor! —exclamó el capitán, y se dirigió a uno de los ninjas que había contratado, que estaba tumbado justo al lado de la baranda del barco con la cabeza dando vueltas—. ¡A tomar por culo!
...y lanzó al Ribereño del Norte por la borda. Se oyó un CHOF.
Aquél CHOF lo cambió todo.
Los bandidos parecieron darse cuenta de que algo iba mal. Uno de ellos se atrevió a considerar la idea de que los prisioneros habían escapado, aunque dadas las circunstancias (osea, el pedo que llevaba encima), no estaba muy seguro de que los prisioneros que se habían escapado fueran tres, dos, o uno sólo. Alertó a los demás, y pronto los tuvieron a todos encima.
Bueno, eso sería lo que les hubiera gustado a ellos. En realidad, llegaron totalmente descordinados, y algunos ni siquiera llegaron. Estaban como una cuba.
Daruu se agachó, cogió a uno de ellos por la cintura y lo dejó pasar por encima de él, dándose un golpe en la cabeza contra la cubierta un metro más allá y soltando el arma. Se deslizó rápidamente y asió el sable con una mano, parando la arremetida de otro de los marineros. Le dio una zancadilla y quedó inconsciente al golpearse también en la madera.
«¡Maldita sea, puto cabrón con pata de palo!»
Entre tanto, otros dos marineros intentaban acuchillar a Datsue mientras tropezaban y seguían cantando canciones de piratas borrachos.
Y el hombre rubio, en su timón, seguía durmiendo la mona.
«¡Hijo de…! ¡Sabía que no podíamos confiar en él!». Quiso gritárselo a Daruu. Recriminárselo. Echárselo en cara. Quiso decirle cuán equivocada había estado y cuánta razón tenía él. Pero, desgraciadamente, tenía cosas más urgentes de las que preocuparse. Concretamente, dos hombres con ganas de agujerearle el cuerpo.
Desechó la idea de bajar por las escaleras y volver sobre sus pasos. Allí estaría encerrado, arrinconado, y tan solo les facilitaría la tarea a los que pretendían ser sus verdugos. Así pues, saltó hacia la izquierda, retrocediendo y activando el Sharingan para telegrafiar los movimientos de sus oponentes. El problema fue…
…que el Sharingan no le respondió. «¡Mierda! Se me olvidaba que…». Dio otro salto hacia un lado para salvar la acometida de un hombre y ponerlo en medio de él y el otro, al mismo tiempo que le daba una patada en la tibia, buscando desequilibrarle.
—¡Chicos, chicos! ¡Que soy de los vuestros, joder! —gritó, levantando las manos en señal de tregua y sin dejar de retroceder—. ¡Soy Ribereño del Norte! ¡Somos compatriotas! ¡Detened esta locura!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
El máximo de atención que le dedicaron aquellos hombres a las súplicas de Datsue y al sentimiento patriótico, a las dos cosas juntas, fue un ligero levantamiento de cejas, casi imperceptible. Desafortunadamente, hubo otro levantamiento. De espadas.
El Capitán apareció en escena, y propinó una patada voladora a uno de ellos, que cayó encima del otro. Entre que ya les era difícil mantenerse en pie, y que el barco se movía bajo la inclemente tormenta como una peonza perdiendo el equilibrio, aquellos dos no se levantarían de nuevo.
—¡Vamos, norteño! —dijo—. La única lección que aprenderían estos rufianes es una buena tunda. —Se acercó, le pegó una patada en la cara con la pata de palo a cada uno para dejarlos inconscientes, y se llevó a uno a cuestas, dirigiéndose a la borda.
Entre tanto, Daruu se acercaba sigilosamente al cuerpo que yacía descansando encima del control del barco. Y el cuerpo que estaba en el timón emitió un ronquido terrible y se desequilibró hacia la izquierda, golpeando su cabeza en la cabilla más próxima y haciendo girar la rueda a tope.
El barco hizo FUUUUUUUSHHHHHHHHHHH.
—¡Fuaaaaá! —Daruu salió disparado hacia un lado y se golpeó la cabeza con fuerza contra la borda. Qué mala suerte, ya iban dos golpes en el mismo sitio en dos días. Y dos veces que perdía el conocimiento.
Datsue y el Capitan chocaron en el aire cuando el barco giró y giró. Parecía que nada podía salir peor.
Y entonces cayó el rayo.
· · ·
La luz del sol le golpeó en la cara como si fuera un mazazo. Se tapó los ojos y gimió. Le volvía a doler la cabeza como si le hubiera pisado un elefante. Se levantó de golpe al recordar todo lo que había sucedido.
¡Estaba en la orilla! ¡Había vuelto a Oonindo!
Entonces pronunció las dos palabras que caracterizan a alguien que se acaba de dar cuenta de que está en la mierda.
—Oh, no.
Estaba en una isla. En una isla en medio del mar. Lejos, muy al horizonte, podía verse la costa del continente. Donde debía estar. Pero donde no estaba.
Miró a su alrededor. Descubrió a Datsue, que estaba recuperando el conocimiento, a apenas tres metros de él, apoyado en una roca. Fue mirándolo a él como descubrió que ya no vestían las esposas supresoras de chakra. Fue una pequeña dose de alegría que agradeció.
Dígase una cosa del Capitán: era un tipo con dos pelotas. Uchiha Datsue jamás lo reconocería en voz alta, pero aquel hombre no solo no temía a la muerte, sino que era amigo de ella. La cebaba, la alimentaba con cada vida que segaba de forma tan eficiente que resultaba estremecedora. ¡Pam, pam! Dos golpes con su pata de palo en cada sien. Dos cuerpos inconscientes. Un cuerpo que cargaba hasta la borda, donde momentos antes ya había tirado a uno a las fauces de Susano’o para contener su furia.
Y Datsue, allí plantado, observando como un Ribereño del Sur se deshacía de uno del Norte sin él hacer nada para impedirlo. Algo dentro de él se rompió en aquel instante, en aquel momento de contradicción absoluta consigo mismo, con sus principios más arraigados. Luego, el barco dio un giro tan brusco que los polos opuestos se unieron…
… haciendo que entrechocasen las cabezas y dejando a Datsue inconsciente.
• • •
Datsue se levantó —por segunda vez consecutiva— con un dolor tremendo de cabeza. Era peor incluso que el día anterior, y, desde luego, mucho peor que la resaca que una vez había tenido por tratar de ahogar sus amoríos rotos en alcohol. Creía tener la misma sensación que si alguien le hubiese perforado el cerebro con un enorme clavo y se lo hubiese dejado ahí dentro, permitiendo que el cráneo cicatrizase por fuera.
Se sentía mal y débil, muy débil, y le costaba distinguir las formas a su alrededor. Le llevó un tiempo reconocer a Daruu, y más todavía ver que estaban en una isla.
—C-creo que… —tosió. Tenía la voz rasposa y los labios secos—. Creo que se me han muerto más neuronas que un uzureño en vendimia.
Trató de incorporarse y se sintió súbitamente mareado. La visión se le nubló por unos instantes y tuvo que detenerse. Pasados unos segundos, miró a su alrededor con expresión ceñuda.
—¿Y el resto? ¿Y el…? —miró hacia el mar—. ¿Y el barco?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80