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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Ni siquiera se molestó en explicarle a Jun qué estaba mal de todo lo que había dicho o hecho. Se levantó y empezó a recoger sus cosas.

Yo voy a ver que todos esten vivos y alimentados, tú quedate aquí y ya hablaremos cuando estemos en el barco. — si es que volvía a sacar un momento para ellas.

Se paró un momento a ver si Jun o cualquiera de los otros dos decía algo y si no, o si solo era una rabieta infantil, saldría por la puerta de la tienda. Le daría unas instrucciones al guardia antes de irse en voz baja para asegurarse de que los prisioneros no la escuchasen y desaparecería de sus vistas, dejandoles a oscuras. Tardarían varios segundos en poder vislumbrar algo gracias a la tenue luz que se colaba por la puerta de tela.

El guardia se mantuvo fuera del lugar, podían ver sus pies por debajo de la tela, justo al lado de la puerta.


Volvemos a la programación habitual. Teneis rol libre, postead lo que querais, hablad o dormid o lo que veais. Si hablais puede que me cuele para rolear a los NPCs pero no habrá rondas de ningún tipo. Si pasan 72 horas sin un post, salto temporal y todos os quedasteis mumidos. Animo y suerte, pasadlo bien.
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#32
Era obvio que no les darían un trato "justo" para liberarlos. Toshio lo intentó, sin embargo, aunque Ruhara no lo aceptó como tal. Después de hablar con Jun brevemente, la mujer se retiró.

Ranko soltó un suspiro pesado, quebradizo. Luego de unos segundos de silencio, hablaría.

Ha sido... Mi culpa que hayan acabado aquí —Ranko les dijo a sus compañeros shinobi con resignación. Su voz era apagada, audible, pero totalmente distinto de lo que habían escuchado antes de ella —. Lo lamento... Tanto.

La kusajin ya no escuchaba las palabras de aliento de su madre, ni de su adorada Morikage, ni de sus hermanas, ni de su... Su Waai. El dolor le hizo quejarse. Le pareció bien. El dolor era bienvenido. ¿Qué más daba?

No se me debió... Poner a cargo. Soy... —Recordó lo que había pensado en aquella reunión —. Soy un garrote para pegar... No una vara para dirigir...
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#33
De alguna manera, el herrero había conseguido la oportunidad de vivir un poco más, pero eso no lo hacía sentir mejor, pues para vivir tuvo que vender las armas que su padre le enseñó a forjar. Suspirando, Toshio apoyó la cabeza en el pilar en el que estaba atado y dejó que su mirada se perdiese en el techo mientras intentaba vaciar su mente de la culpa, el arrepentimiento y la frustración.

«No pierdas la esperanza. No desesperes...» Se repetía mentalmente como un mantra «Conseguirás salir de esta».

Luego de varios segundos de silencio, Ranko fue la primera en hablar con el resto. Se disculpó y se lamentó, diciendo que no estaba hecha para dirigir.

— Eso no es verdad... nosotros avanzamos por nuestra propia cuenta. —Le respondió a Ranko—. Pero si realmente quieres... disculparte, céntrate en mantenerte con vida. No te perdonaré si... haces algo estúpido y mueres.

Miró en la dirección desde donde había escuchado a Jun antes, pero estaba tan oscuro que no podía verla.

— Tú... ¿Qué tal estás, Jun?
¡Muchas gracias a Ayame por el súper sexy avatar!
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#34
Nuevamente, sea por lo que sea, Jun parecía no haber podido superar el filtro de madurez que necesitaba para seguir hablando con Ruhara. Era eso o ya se había cansado de lidiar con las tonteras que traía. Y, nuevamente, le dejó marchar sin poner oposición alguna. Cerró los ojos y bajó la mirada, intentando descansar y aliviar todo el dolor que sentía. Lo tenía un poco difícil hacerlo esposada en un pilar, pero no tenía mucha más opciones.

Pasaron algunos segundos de silencio para que Ranko comenzara a hablar. Ya esa luz interrogatoria se había ido y podían hablar libremente entre ellos, cosa que no iban a dejar pasar.

Ranko. — Si bien mantuvo los ojos cerrados, levantó un poco la cabeza para que escuchen bien su voz. —No te culpes por lo que pasó. En esa situación ya era imposible hacer nada. Y no es por consolarte, realmente no se podía hacer nada. Ni huir ni nada.

Realmente, tenían todos los francos cerrados. Habían caído en la trampa del ejército de Kurama y fueron derrotados en batalla, contra un rival mucho más fuertes que ellos. Sinceramente pensaba eso, no parecía que sus palabras iban con condescendencia.

Luego de que Toshio también le diga algo a la kusajin, se dirigió a la Nara.

Cansada, sucia, adolorida. Creo que con un meñique menos. — Rio por un segundo. —Pero, hey, un poco mejor que arriba de ese pajarraco.

»¿Ustedes qué tal? No puedo verlos.

Por lo que había escuchado antes, Ranko podía ser la que peor estaba. Pero le gustaría saber los detalles.
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#35
"Mantenerme con vida... No puedo hacerlo ya..." pensó Ranko, apretando los dientes.

Lo siento, Toshio. Parece que no hago... No hago más que cosas estúpidas...

Ambos shinobi le pedían que no se rindiera, pero Ranko se sentía ya resignada.

Mal —le contestó a la Amejin —. Me... Trataron levemente. Sigo con un agujero en el hombro... Las piernas... Desgastadas. Y... Me falta un dedo. Me duele... Me duele todo. Todo.

La última palabra la dijo con un suspiro pesado. ¿Qué más podía hacer, además de esperar a que su cuerpo sucumbiera y se pudriera?
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#36
— He... estado mejor... —Le contestó a Jun—. Yo... me pondré bien... vosotras también lo haréis.

Suspiró, dándose un momento para serenarse. Sabía que no debía sentirse culpable por no haber vencido a un general de Kurama. Realmente nadie esperaba que lo hiciera, mucho menos después de que el resto de sus compañeros haya quedado fuera de combate, pero no podía evitar pensar que todo había sido culpa suya.

— Yo... no pude pelear hasta el final, como vosotras. —Una vez más, sus compañeros habían acabado mutilados o muertos, pero ahí estaba él, completamente perfecto en ese sentido—. Os lo compensaré ¿vale? Intentaré sacaros de esta, así que aguantad.
¡Muchas gracias a Ayame por el súper sexy avatar!
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#37
Ya Ruhara se lo había anticipado, pero Ranko no parecía estar nada bien. Entres las heridas de la kusajin había un agujero en el hombro y unas piernas desgastadas, seguramente con un dolor general en el cuerpo. Lo curioso era que el patrón del dedo se repetía en ella también, cosa que la confundía bastante ¿Para qué les cortarían un dedo? ¿Cuál era la explicación? Eso le generaba dudas, pero estaba más preocupada por el estado de Ranko que por cualquier otra cosa.

A diferencia de su compatriota, Toshio no parecía esta tan mal. No mencionó nada sobre sus heridas, por lo que no dijo nada sobre si tenía o no sus diez dedos. Pero si expresó que no pudo pelear hasta el final y que iba a intentar sacarlas de esa situación, cosa que agradecía que lo mencionara.

No conocía a ninguno de los dos hace mucho. Hace nada de hecho. Pero, al igual que el pelirrojo, quería que salgan todos bien de allí.

Tranquilo. Ya veremos que hacer.

Suspiró y volvió a agachar la cabeza.
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#38
Tras sus breves pero intensas conversaciones lo único que les quedó fue el silencio con alguna interrupción casual de rafagas de viento agitando la tela que cubría la tienda. Pasarían minutos, después horas y no habría una luz ni una fuente de calor. No pasarían a darles agua ni comida. Cuando se empezó a colar la luz del sol por los bajos de la tienda también empezó a haber alboroto por todo el campamento.

El barco ya ha llegado. Justo a tiempo. El general ha dicho que transportemos a los prisioneros primero y después nos encarguemos de desmontarlo todo. Busca a otro par y que nos ayuden con ellos, algunos no pueden ni andar por sí mismos.

Ruhara informó al guardia de la entrada, que soltó un gruñido y un bostezo mientras acataba las ordenes. La mujer que entró por la puerta de la tienda no parecía la misma que había salido horas antes. Estaba claramente airada y cansada. Tal vez ambas cosas tuviesen relación.

Os desataré de los pilares y os pondreis de pie y en fila. ¡Una sola tonteria o contestación y la cuerda no será lo único que corte. — sacó una daga y esperó a que le contestasen para empezar a liberarlos de los pilares para que pudiesen levantarse.

Sedientos y hambrientos, podían incluso tener menos fuerzas que antes. Algunos de ellos también necesitaban un cambio de vendas y puede que de ropas, pero nada de eso parecía preocuparle ya lo más mínimo a la mujer.


Volvemos a ritmo, 72 horas por ronda. Si no posteais, asumiré que haceis lo que os mandan y ya.
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#39
Pasaron varias horas más hasta que Ruhara volvió a la tienda. Horas que Toshio se pasó en silencio, alternando entre quedarse dormido y despertarse alterado por sus pesadillas, hasta que decidió durante la última hora que tuvo quedarse despierto todo lo que pudiese. La situación en la que estaban era deprimente y ni siquiera dormir para escapar de la realidad. Lo único que le quedaba era intentar mirar al futuro con esperanzas, pero su moral estaba bajando, y bajaba muy rápidamente.

Malhumorada, su carcelera se acercó a los prisioneros para ordenarles y explicarles lo que estaba por suceder, a lo que el pelirrojo simplemente asintió. No mostró ningún tipo de hostilidad cuando le cortasen las cuerdas, ni al levantarse como buenamente podía apoyándose del pilar. De hecho, lo único que hizo además de ponerse en fila en silencio, fue comprobar que Ranko y Jun estuviesen haciendo lo mismo.

«No pierdas la esperanza. No desesperes...» Continuaba repitiéndose mentalmente. Lo necesitaba. «Conseguirás salir de esta».
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#40
Las horas iban a pasar y pasar, recién la futura llegada de Ruahara cortaría aquel interludio de silencios y sonidos de viento. Podía ser el momento idóneo para descansar, aunque la realidad para Jun iba a ser otra. Iba a poder pegar ojo en algún momento de forma fugaz, tan solo unos cuantos minutos. El insoportable dolor del meñique le impedía dormir lo necesario. Era algo a lo que iba a tener que acostumbrarse durante un tiempo, ya ni se imaginaba lo que iba a ser su vida adaptándose a usar solo cuatro dedos. Para su consuelo, es ambidiestra y podía suplir las tareas manuales con su otra mano.

Lo que si no quería acostumbrarse era a pasar por hambre y sed. No sabía cuando volvería a ver una buena hamburguesa con una Ame-cola bien fresquita. En esa instancia, con algún fruto y un poco de agua se conformaba por lejos. Ya sentía cierta sequedad en la boca y también oía a su barriga quejarse con molestos sonidos.

Cuando volvió a escuchar a la mujer, la Nara pegó un suspiro, ya no le quedaban fuerzas como para seguir haciéndose la guapa y la chistosita. Mucho menos con la advertencia que les había soltado. Con desgano y todo, iba a tener que ahorrarse los comentarios molestos que se le ocurran en cualquier situación.

Al levantar la vista y ver a la pelirroja con una daga, tan solo asintió con la cabeza para que la desate de ese maldito pilar. Sinceramente, se sentía más débil de lo que ella tenía en mente. Con varias molestias, iría y formaría la fila con los demás presos. Le causaba bastante tristeza ver aquella escena, no solo por lo que le estaba pasando a ella, sino por la realidad colectiva que estaban viviendo ahí. Quería creer que todo saldría bien, no tenía mucho más que hacer. Pero le estaba costando bastante no partirse en ese momento.

Algo que le salvaba bastante era ver a Toshio y a Ranko, por lo menos ya podía verles las caras y como era el estado de cada uno después de toda la mierda que habían pasado.
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#41
Ranko no durmió, pero tampoco estuvo despierta. Era una especie de estupor, de trance de dolor que le instaba a cerrar los ojos y desconectarse del mundo, pero a su vez le obligaba a permanecer anclada a la realidad. Si el dolor aumentó o disminuyó, no supo distinguir.

Cuando Ruhara volvió para indicarles que saldrían en fila, Ranko no la volteó a ver. El sonido de una daga desenvainada tampoco llamó su atención. ¿Qué le iba a hacer con una daga? ¿Herirla? ¿Cortarle un dedo? ¿Hacerle sufrir? ¿Matarla? No, ya había pasado por todo eso.

Ranko no pondría oposición a la mujer, mas cuando la tuviera frente a sí, o suficientemente cerca, le susurraría algo.

Tengo hambre.
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#42
Al levantarse, Toshio notaría el punzante dolor en su pecho agravarse, teniendo que andar ligeramente encorvado para no acabar de tensar del todo. Jun aparte de su malestar general, la sed y el hambre, no sentiría más que molestias aquí y allá, podía andar bien pero poco más. Ranko notaría cada herida en sus piernas con cada paso, que no eran pocas. Sin embargo, ese dolor no era impedimento alguno para ella.

Ruhara los desataría a todos y pasaría al siguiente sin esperar a que se pusiesen en pie siquiera, parecía tener prisa.

Comereis y os curaran una vez estemos en el barco. — agarró una cuerda con intención de hacerles algo con ella cuando se dio cuenta de que faltaba uno.

El que había estado durmiendo todo el rato, seguía... ¿durmiendo? En algún momento de la noche su pecho había dejado de moverse, no subía ni bajaba.

¡Eh! ¿No me has oído? — le dio un empujón con la pierna y el hombre cayó al suelo completamente flácido. — Joder.

Le hizo una seña a uno de los guardias mientras empezaba a hacer nudos en la cuerda. Pasó uno por uno y se la pasó por el cuello a cada uno de ellos, a modo de correa. Había hecho nudos para que ninguno de ellos pudiese ahogarse, tenían el espacio suficiente para que les pudiese pasar por encima de la cabeza. También tenían el espacio justo entre uno y el siguiente para andar, si intentaban correr... bueno, sería terriblemente impráctico y se caerían todos antes de llegar a ninguna parte.

Ruhara se puso al frente con el final de la cuerda enrollado en su mano. Esperando a que el guardia acabase de examinar al preso. El orden de los presos era Jun, el preso nervioso, Toshio y Ranko. A parte de Ranko, que tenía restricciones adicionales, el resto tenían las manos atadas a la espalda y ya.

El guardia se acercó a su comandante para enseñarle una pequeña aguja y negarle con la cabeza. Se había suicidado con algún tipo de toxina. Ruhara asintió en silencio y se giró a sus presos.

Me da igual si vamos lento, pero no os pareis. Contra antes lleguemos al barco, mejor para todos. Andando.

Con un pequeño tirón de la cuerda, emprendió la marcha, sacandolos de la tienda y dejandoles ver el mundo real de nuevo.

Cuando sus ojos se acostumbrasen a la luz del nuevo amanecer podrían ver que el mundo no se había parado porque ellos estuviesen presos, mucha gente iba y venía de una tienda a otra. Podrían distinguir una enorme tienda a la derecha de su marcha donde se acumulaba la mayor actividad. Entraba gente con vendas y botes y salían con vendas y ropas ensangrentadas, también con grandes cubos de agua. Al lado, un par de hombres limpiaban esas vendas con la intención de volver a usarlas. Parecía que seguían curando a los heridos.

A su izquierda había una tienda grande, algo más pequeña que la anterior. De ella emanaba un olor apetitoso, no demasiado, pero con el hambre que tenían, era casi insoportable. De esa tienda salía gente con una sonrisa, algo absorta por un instante antes de volver a las prisas.

¡Eh! Si habéis acabado de desayunar, moved el culo, hay que recoger todo esto.

Y efectivamente, el resto de tiendas estaban recogidas o a medio recoger. Las únicas que parecían mantenerse eran la cocina y el hospital. Ruhara siguió hacia delante y tras caminar unos minutos dejarían atrás las tiendas y verían el barco, anclado al lado de la costa con toda una plataforma de tierra preparada para subirse. Sin duda, el ejercito de Kurama tenía unos expertos en Doton envidiables.

Ruhara no les apretaría la marcha pero no se pararía, a menos que hubiese algún altercado.
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#43
«¿Barco?»

El combo de malestares generales no iba a impedirle estar de pie y caminar. Una advertencia de Ruhara hacia uno de los presos le hizo desviar su vista del suelo, solo hacia unos metros más adelante. El tipo que estaba "durmiendo" ya no daba signos alguno de estar consciente y menos vivo. Bastó que la comandante con un movimiento confirme que estaba muerto.

Soltó aire por la boca, ya ni siquiera asqueada por la situación, sino cansada. Había visto morir una gran cantidad de personas en tiempo record y solo parecía que la cifra iba en aumento.

Sin prestarle demasiada atención, de un momento para otro se dio cuenta que tenía una especie de correa, como si fuese un perro. Fue la primera de la fila de los presos, solo adelantada por la pelirroja que era la que tenía en poder la cuerda. La cual, por cierto, no le resultaba molesta. Parecía estar bastante suelta y no le apretaba el cuello.

Luego de revisar al muerto y de un tirón de cuerda, la mujer comenzaría a caminar. Solo con la dificultad de andar con las manos atadas en la espalda, siguió a la cabecilla al mismo ritmo, intentando no hacer ningún movimiento que afecte a los demás en la fila. Parecía que quería decir algo pero, cuando salieron de ahí, la luz le molestó bastante a los ojos. Cuando ya pudo ver mejor, se había sorprendido bastante de todo el movimiento que había. No pensaba que todo en ese campamento estaba tan intacto. Aunque, viendo las vendas y ropas con sangre, se notaba que no estaban del todo ilesos. O, tal vez, había muchos presos como ella.

Al alejarse de las tiendas y estar ya cerca de ese barco, Jun dirigió la mirada hacia Ruhara.

¿Hacia dónde va ese barco? — Preguntó mucho más calma y sin prepotencia, bastante diferente a la última vez que hablaron.
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#44
El silencio reinó entre los presos hasta que Jun habló cuando vio la embarcación.

A Yukio. — contestó Ruhara en un tono jovial, como si acabase de nombrar el cielo.

Cuando se acercaron pudieron ver que el barco conectaba a tierra con una elegante escalinata. En el principio de la misma esperaba un guardia, que se puso erguido en cuanto les vio a lo lejos. Cuando se acercó, hizo una leve reverencia y la miró alarmado.

Pero, Ruhara-sama, no hacía falta que trajese usted a los prisioneros. De habermelo dicho, habría ido yo mismo.

Un gesto de su superior fue suficiente para que se relajase o al menos, se desalarmase.

No te preocupes, además, estos no son prisioneros cualquiera. Son los que pelearon contra Marrow y el traidor.

Al oír eso, el hombre les dedicó una mirada. Era alto y bastante corpulento, mientras que ellos parecían un repertorio de verduras pasadas de fecha más que ninjas. Pareció dudar por un segundo, pero se le quitó rápido cuando su mirada llegó al que no era un ninja de la alianza. No hubo enfado, solo pena por su parte.

Mientras, el prisionero que ellos desconocían y al que acababan de llamar traidor miraba el suelo esperando que se lo tragase.

Ah, entiendo. Marrow-sama ya está a bordo. — el hombre la miró, claramente quería darle más información pero dudaba de hacerlo delante de tanto espectador.

Muy bien, ire a informarle en cuanto acabe.

Ruhara dio por finalizada la conversación y volvió a tirar de la cuerda, pasando por la escalera y metiendose en las entrañas del navio. Podrían observar que el barco no era excesivamente grande, pero estaba construido con toda la atención del mundo. No tenía pasillos estrechos como un barco de necesidad ni tan grandes como uno de lujo. Tenía lo justo para ser cómodo sin llegar a ser ostentoso. Todo estaba perfectamente iluminado con farolillos como el que Ruhara había llevado horas antes.

Bajaron unas anchas escaleras para volver a bajar en dirección opuesta un par de veces más y se percatarían rápido de que ese piso era el de los prisioneros. Las paredes de las habitaciones estaban hechas de rejas de madera y se podían ver los sellos supresores de chakra en los suelos y paredes.

Justo al final de la escalera, había una celda central cuyas paredes eran todas de rejas, a diferencia de las celdas laterales, que tenían una pared solida al menos. Allí los presos no tendrían donde esconderse, estarían a la vista constante de cualquiera que estuviese en el piso. Ruhara pasó por la puerta de la celda central con los presos y se detuvo una vez estaban todos en el interior.

Sentaos. — dijo solo girarse, sin soltar la cuerda.

Había un total de cinco futones en la habitación, uno en cada esquina y uno justo tras Ruhara. No había ningún tipo de mobiliario más allá de un par de barreños. La celda era bastante grande, de hecho, era de las más grandes en comparación a las otras dos que podían ver.

Dentro de cada una, había un par de ninjas que no parecían estar en mejores condiciones que ellos. Era casi imposible discernir sus facciones pues todo el piso estaba a oscuras a excepción del farolillo que había cogido Ruhara al bajar.


Mapita. http://sketchtoy.com/70905976
Lo negro son paredes de verdad y lo verde rejas. Excepto lo de enmedio que tiene una flechita que son las escaleras.
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#45
Había oído hablar de Yukio y sabía que no quedaba tan lejos de Amegakure, pero no tenía idea de lo que se podía cruzar ahí, además de nieve. Por suerte iba a tener tiempo para pensar y prepararse hasta llegar a las Tierras Nevadas. O eso creía. No sabía exactamente donde se encontraba actualmente, pero intuía que el viaje iba a ser bastante largo.

El paso de la fila iba a ser detenido poco antes de subir por la escalinata. Un hombre grande y corpulento lo custodiaba que, a pesar de su físico, parecía tener un rango inferior al de la pelirroja. Parecía que los subestimó a todos, hasta que vio al chico que Jun desconocía. Solo por ese hecho y mencionar que era un "traidor", la amejin le miró de reojo, sin voltear del todo la cabeza. Quería saber de quien estaban hablando, aunque este estaba mirando al suelo. Rápidamente volvió a prestarle atención al guardia, que mencionó que Marrow estaba en ese barco.

Mientras entraban al barco e iban haciendo su recorrido, la cabeza de la Nara giraba de un lado a otro. Como podía, buscaba con la vista al peliblanco, aunque tenía claro que era muy probable que no lo vea en ningún lado.

Detuvo su buscar al bajar las últimas escaleras, estas tenían en frente unas celdas. Tenía más que claro que no iba a encontrar al General allí, se le haría raro encontrarlo en una habitación con celdas. La habitación que les tocaba a ellos parecía ser la central, que era enrejada y de madera. No parecía muy seguro pero, no solo se podía ver lo que hacían ahí adentro, sin escondite alguno, sino que también tenía un sello supresor, cosa de que no usen para nada el chakra. Se le hacía que eran bastantes precavidos, no les bastaba con que estén atados de manos y con una cuerda en el cuello, sino que también los iban a meter ahí dentro.

Ignorando un poco a los presos de las celdas aledañas, siguió a la comandante e hizo caso sus palabras, sentándose en el primer futón que pudo. Tenía intención de hacer algunas preguntas, pero parecía que no era su momento para hablar.
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