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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Se escuchó venir desde el tercer piso la voz de Katsudon. Aunque no estaba solo por lo que podía escucharse.

¡Pero mujer! ¡Si son sólo armaduras!

Eso me hizo recordar el destello que había visto. ¿Acaso no había sido solo el sol reflejado en la ventana?

¡Ya, ya lo sé! P-pero es que por el rabillo del ojo me pareció ver que se movía y creí que...

¿Podía una armadura asomarse por la ventana?

¿Qué va a ser? Además, con esa espada que llevas seguro que quien te ataque iba a sufrir más que tú.

Se escuchó el ruido de una espada envainandose. Interesante.

Tamashigiri sirve para cortar la carne, a pesar de su nombre, no a un... a un...

¿A un qué?

A un fantasma.

Dije mientras entraba a la habitación. Había gente, como katsudon, que no creía en los espiritus, pero en mi familia se honraba y temía a los antepasados. Incluso había escuchado leyendas de mi padre que contaban como un herrero había conseguido mantener su espíritu dentro de la ultima espada que forjó.

¿Otro shinobi?

Mas o menos. Sasaki Reiji, encantado.

¡Ah, Reiji-kun! Me complace anunciar que se trataba de una falsa alarma — Río el grandullón.

Fantasmas y espíritus no se, pero a las armaduras de abajo les falta el casco, quizás alguien ande correteando por el castillo con ellos puestos. Yo también creo haber visto algo por la ventana mientras pasábamos por al lado.

No le preste tanta atención visual a la mujer como se lo presté a la espada que portaba. Una gran espada en una vaina de plata y con una misteriosa inscripción en lenguaje antiguo que no alcanzaba a leer bien.

Me acerque a mirar. No a la mujer, a la espada.

¿Puedo verla? —Dije señalando a la espada. —La espada.

No quería malentendidos.
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#32
La chica dudó. Parecía que estaba reticente a enseñarle la espada a Reiji, pero en verdad lo que le ocurría es que todavía estaba asustada por lo que el chico acababa de decir sobre alguien correteando con un casco puesto.

Miró las espadas de Reiji.

¿Un espadachín entre los shinobi? —Sonrió timidamente—. Mírala... es la espada que me legó mi padre antes de... Bueno. —Se levantó, se acercó a Reiji y le acercó la vaina de la espada. Pero no llegó a soltarla. La agarraba firmemente.

Desde allí, Reiji pudo leer la inscripción perfectamente.

No se puede acabar con el cuerpo sin cortar el alma, porque un guerrero tullido aún conserva su convicción. Sólo pierde si ha perdido su voluntad de luchar.
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#33
La chica dudó. Normal. No me conocía de nada y yo acababa de llegar y pedirle que me la enseñara. La espada.

¿Un espadachín entre los shinobi? —Uno no elige donde nace, pero aprende a vivir con ello. —. Mírala... es la espada que me legó mi padre antes de... Bueno.

La muchacha se acerco y me enseño la espada sin soltarla. Normal. Pa fiarse de un desconocido. La vaina de la espada era muy bonita y tenia una inscripción la mar de cierta. Al menos para mi, que había vivido algo similar.

Pero como herrero, la vaina era lo que menos me interesaba de la espada, por que por muy bonita que pudiera ser...

En realidad...¿Puedo ver la hoja? —Estaba ignorando completamente al pobre Katsudon, aunque tampoco parecía tener problemas con mi curiosidad. —A parte de shinobi y espadachin, también soy herrero, hago espadas y otro tipo de armas, ahora mismo me puede la curiosidad por comprobar la calidad de la hoja.

Vale. Es cierto, yo solo era aprendiz de herrero, pero ya había hecho alguna espada que había pasado los estándares de calidad hiperperfe cionistas de mi padre.
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#34
La muchacha levantó una ceja y bajó la espada. La encajó en el cinturón con gracia y se dio la vuelta, volviendo con Katsudon.

No sé cómo será en tu tierra, shinobi, pero un samurai sólo desenvaina la katana si está dispuesto a usarla. Las hojas no se admiran, se sienten. Quizás haya alguna oportunidad, si quieres entrenar conmigo en otro momento.

Katsudon había recibido muchos golpes desde que se había encontrado con la misteriosa chica, pero aquél le había descolocado totalmente.

¡Samurai! ¡Entonces eres uno de ellos! No tienes ni idea de qué casualidad... nosotros íbamos hacia el Hierro.

¿Hacia el Hierro? ¿Por qué motivo? —se interesó ella, dando un paso hacia adelante.

En realidad, no sé si debería decírtelo... —Katsudon se rascó la nuca, incómodo—. Es una información muy delicada.

Mi nombre es Sendo Yuuna, hija de Sendo Hagane, antiguo y difunto líder de los samurai de Sanrō-yama. Mi padre ha sido asesinado por alguien que se hace llamar Kurama.

»La información que poseemos puede sernos de ayuda mutuamente. —Yuuna clavó una respetuosa reverencia.

Katsudon se había quedado helado.

...¿el viejo Hagane ha muerto? ¿Entonces, ahora...?

Koichi se enderezó.

Gobierna mi madre. Sendo Koichi. Viajo en su nombre para comunicarlo a Hanabi-dono y para advertirle de que quizás los shinobi seáis su próximo objetivo.

»Porque mi padre era un jinchuuriki.
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#35
La muchacha me miro raro, como si hubiera dicho una locura, y luego se guardo la espada y miró a Katsudon.

No sé cómo será en tu tierra, shinobi, pero un samurai sólo desenvaina la katana si está dispuesto a usarla. Las hojas no se admiran, se sienten. Quizás haya alguna oportunidad, si quieres entrenar conmigo en otro momento.

Creo que te equivocas, no te hablo como shinobi, te hablo como herrero. En tu tierra no lo se. —Quizas allí no había ninguno, aunque seria raro que no lo hubiera en una tierra de espadachines. Lo que seguro, ninguno seria tan bueno como mi padre. —Pero en la mia cuidamos nuestras espadas, y para poder cuidarlas y afilarlas, el herrero tiene que desenvainarla. —Por que si no... Ya me dirás tu como cuidabas la hoja de tu espada. —Nosotros, los herreros, somos los médicos de las espadas. Llevo encima las herramientas para cuidarlas, y quería comprar el estado de la tuya, así como apreciar el trabajo de otros.

Yo estaba tan a lo mio, que no fui realmente consciente de lo que dijo, hasta que Katsudon reaccionó.

¡Samurai! ¡Entonces eres uno de ellos! No tienes ni idea de qué casualidad... nosotros íbamos hacia el Hierro.

Samurai...Hierro...¡Verdad! Nuestra misión era informarlos a ellos de los generales. Aquello era... Demasiado perfecto como para alegrarse.

¿Hacia el Hierro? ¿Por qué motivo?

En realidad, no sé si debería decírtelo... —No, no debería. ¿Que pruebas teníamos de su palabra —. Es una información muy delicada.

Mi nombre es Sendo Yuuna, hija de Sendo Hagane, antiguo y difunto líder de los samurai de Sanrō-yama. Mi padre ha sido asesinado por alguien que se hace llamar Kurama.

»La información que poseemos puede sernos de ayuda mutuamente.

...¿el viejo Hagane ha muerto? ¿Entonces, ahora...?

Lo siento. Espero que muriera luchando

Dije haciendo una pequeña reverencia, por cortesía. Ya decía yo que, aquello era demasiado bueno para alegrarse.

Gobierna mi madre. Sendo Koichi. Viajo en su nombre para comunicarlo a Hanabi-dono y para advertirle de que quizás los shinobi seáis su próximo objetivo.

»Porque mi padre era un jinchuuriki.

Después de todo aquello, mis palabras solo parecían estupideces. Cosas de niños al lado de una conversación de adultos. ¿Era yo adecuado para estar allí? ¿Era la persona indicada para recibir toda esa información?

En realidad, ya daba igual que las respuestas fuesen negativas. Ya lo había escuchado todo. El destino lo había querido así y no había vuelta atrás.

Después de todo esto lo que tengo que decir parecera una locura, pero..

Dije antes siquiera de Katsudon tuviese tiempo de hablar o reaccionar.

¡Pelea conmigo!

Me salio del Alma. Alguien podría pensar que la retaba para comprobar que era una samurái de verdad y no alguien que intentaba mentirnos, pero...

Pero en realidad yo no era lo bastante inteligente para plantearme si quiera que aquello podía ser un engaño muy elaborado.

Yo solo quería cruzar mi espada con ella desde que había escuchado la palabra samurái. Por que yo jamas había salido de la aldea. Por que yo jamas había peleado con nadie que no fuera mi madre.

Y los mas importante, por que yo había escuchado que los samuráis eran los mejores espadachines de Oonido, y yo no quería solo verlos. Quería sentirlo, vivirlo, experimentarlo.
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#36
Katsudon se había quedado con la boca tan abierta que probablemente habría hecho falta la fuerza de tres hombres para cerrarla. Sólo salió de su ensimismamiento cuando el muy inconsciente de Reiji propuso algo totalmente fuera de lugar. Y recibió un buen capón por ello, vaya que sí.

¡Pero muchacho! ¡Cómo se te ocurre decir algo así en un momento como este!

Aunque Yuuna parecía tan perpleja e indignada antes de este gesto, la situación acabó por hacerle gracia y rio.

Caramba, Yuuna-san... me temo que tenemos mucho de qué hablar. —Katsudon se inclinó en una reverencia respetuosa—. Soy Akimichi Katsudon, mano derecha de Hanabi. Creo que no tendrás que llegar a Uzushiogakure. —Yuuna pareció bastante feliz. Si había acabado en aquella mansión abandonada, es que no le estaba siendo fácil orientarse en el tramo final del viaje—. Y, bueno. No tengo problema en compartir contigo la información que tenemos, pero aún así cumpliremos nuestra misión original y viajaremos al Hierro. Tengo una proposición importante que hacerle a vuestra nueva líder, y me temo que tendremos que presentar nuestros respetos ante ella. Estas cosas hay que hablarlas en persona.

A modo de asentimiento, Yuuna, inclinó la cabeza. Caminó al lado de Reiji, pasando de largo.

Entonces será mejor que nos pongamos en marcha cuanto antes. Por cierto, Sasaki-san —dijo—. ¿Sabes cuál es una cualidad muy valiosa para un shinobi, para un samurai y también para un herrero?

»La paciencia. Tendrás tu combate. Pero esperaremos al momento apropiado. —Se detuvo, giró el rostro a medias hacia Reiji y sonriéndole de reojo añadió—: Por cierto, todos los samurai aprendemos a cuidar de la salud de nuestras espadas. Gracias, pero Tamashigiri no necesita ningún "médico".

Comenzó a descender las escaleras.

Katsudon miró a Reiji y se encogió de hombros. Luego, siguió a Yuuna.
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#37
¡Pero muchacho! ¡Cómo se te ocurre decir algo así en un momento como este!

Me llevé las manos a la cabeza, las enormes manos de Katsudon eran como un martillo, y golpeo mi cabeza como mi padre golpeaba el acero.

Lo siento, me he emocionado y no he podido evitarlo.

Me había salido del alma. Era como una necesidad que tenia que ser saciada y sentía que si no lo hubiera dicho, hubiese explotado. Aún así, después del golpe de katsudon y de enfriar la mente, comprendí que me había precipitado. A parte de mis palabras, hice una pequeña reverencia como disculpa.

Tendría que aprender a controlar mis emociones.

Caramba, Yuuna-san... me temo que tenemos mucho de qué hablar. Soy Akimichi Katsudon, mano derecha de Hanabi. Creo que no tendrás que llegar a Uzushiogakure. — Por tamaño, era la mano derecha, la izquierda e incluso la barriga de Hanabi. Pese a la seriedad del momento, no pude evitar imaginarlo—. Y, bueno. No tengo problema en compartir contigo la información que tenemos, pero aún así cumpliremos nuestra misión original y viajaremos al Hierro. Tengo una proposición importante que hacerle a vuestra nueva líder, y me temo que tendremos que presentar nuestros respetos ante ella. Estas cosas hay que hablarlas en persona.

Ah vaya, con una muchacha que acaba de conocer y que afirmaba ser la hija de la líder de los samuráis no tenia problema en compartir la información, pero cuando yo, que era de su propia aldea, le preguntaba, no quería contestarme. Por poco y ni siquiera me cuenta los peligros del camino.

Entonces será mejor que nos pongamos en marcha cuanto antes. Por cierto, Sasaki-san —dijo—. ¿Sabes cuál es una cualidad muy valiosa para un shinobi, para un samurai y también para un herrero?

La perseverancia.

»La paciencia.

Bueno. Vale. Eso también. Pero yo no estaba impaciente, solo excitado, y no en el sentido sexual de la palabra. Era la primera vez que salia de la aldea en busca de aventuras. Era la primera vez que me cruzaba con un samurái, maestros de la espada.

»Tendrás tu combate. Pero esperaremos al momento apropiado. —El hecho de saber que no había rechazado pelear conmigo ya era suficiente. Yo no tenia prisa.—: Por cierto, todos los samurai aprendemos a cuidar de la salud de nuestras espadas. Gracias, pero Tamashigiri no necesita ningún "médico".

Ella comenzó a descender las escaleras.

Katsudon me miró y se encogió de hombros antes de seguir a la Samurái.

Obviamente seguí a Katsudon.

No pasa nada — dije cuando logré ponerme a la altura de Katsudon. —Algún día, cuando mi padre se retire y yo herede la forja, mi nombre sera famoso en el mundo entero e incluso los Samuráis querrán tener mis armas. Todo Oonido las querrá.
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#38
Katsudon no estaba nada convencido de que los samuráis fueran a querer jamás las armas de Reiji. Como ya le había explicado al chico, los samurai eran un pueblo aislacionista y autárquico. Y si había algo para lo que fueran realmente proteccionistas eso eran sus espadas. Sabía bien que las forjaban ellos mismos y que no aceptaban acero que no fuese de su patria. ¡Joder, ni siquiera estaba seguro de que se considerasen parte de Oonindo!

Los tres salieron del edificio y se encaminaron hacia Yamiria. El viaje fue largo y el silencio era tan denso que ni una de esas dichosas katanas podría haberlo cortado. Si en el grupo de los dos de Uzushio no había mucha confianza todavía, en el nuevo trío era prácticamente inexistente.

Pero llegaron. Llegaron de noche. A aquellas horas la ciudad todavía era un bullicio. Quizás a aquellas horas comenzaba a serlo. Ya se veía, incluso, al ocasional grupo de jóvenes algo contentillos, agarrados de los brazos, que cantaban canciones despectivas sobre cierto país del oeste.

Quién fuera joven.

¿Para emborracharte necesitas ser joven?

No. Para aguantarlo sí.
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#39
Nada. Nadia decía ni una sola palabra. ¿Sería por que estaba yo allí que Katsudon no hablaba? ¿Preferiría haber viajado solo o estar solo con la chica Samurái? ¿Le molestaría la tarea de cuidar de mi? Eso, y por que no habíamos cogido el barco directamente en las costas del remolino hacia las islas del té era lo que mas me intrigaba y revoloteaba en mi cabeza.

Quizás lo peor era lo de Katsudon. Parecía un tipo simpático y amable, buena gente. Sin embargo, evitaba dirigirme la palabra, y la verdad es que no sabia de que hablar con él. Vale que era mi superior, pero también quería que fuera mi compañero en mi primera aventura.

No volví a hacer esfuerzos por alcanzar a Katsudon, Preferí quedarme detrás aunque sin perderlo. La verdad era que me sentía bastante fuera de lugar y quizás aquello era lo mejor.

Aún así llegué con ellos a la ciudad. Llegamos cuando la noche ya había caído, pero llegamos. Las calles estaban muy animadas y llenas de gente, incluso había ya grupos de gente un poquito...borrachos.

Quién fuera joven.

¿Para emborracharte necesitas ser joven?

No. Para aguantarlo sí.

Quise decir algo, básicamente lo que pensaba de emborracharse como diversión, pero lo pensé dos veces y preferí callarme. Quizás era lo mejor, el silencio. Simplemente me dedique a seguirles bien calladito.
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#40
Una cosa, no he puesto esta vez que te costara alcanzar los pasos de Katsudon. Puede ser porque el tipo haya decidido ir más lento para adecuarse a vuestros dos pasos, o porque se haya dado cuenta de que iba muy rápido. Pero no lo he puesto. Tampoco te evita dirigirte la palabra, aunque esto es más rallada de Reiji que mala interpretación, imagino. De hecho, dirigía más la palabra antes que estaba a solas con Reiji que ahora.

Bueno, ¿cómo estáis de ánimos para aguantar un poquito más despiertos? —gruñó Katsudon, visiblemente cansado.

Yo estoy bien —contestó Yuuna, aunque bostezó y tenía los ojos hinchados.

¿Y tú, Reiji? Podemos buscar un sitio para pasar la noche o tratar de conseguir un barco con nocturnidad y pasar la noche en el mar. Adelantaríamos, pero como tú te veas.

(Aguante 25) Reiji estaba incluso peor que ellos dos. Las piernas le temblaban, los ojos le picaban, y tenía que luchar para mantenerse despierto. (Voluntad 30) Aunque quizás, con un poco de esfuerzo, lograse aguantar hasta embarcar.
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#41
Ya ya se que no lo has puesto, pero mi personaje se queda detrás a propósito. y si, lo de que Katsudon no le dirige la palabra es cosa de mi personaje.

Bueno, ¿cómo estáis de ánimos para aguantar un poquito más despiertos?

De ánimos mal y de fuerzas aún peor. Katsudon se veía cansado, pero es que a mi me picaban los ojos y me costaba mantenerlos abiertos.

Yo estoy bien.

Si, estaba bien cansada. Quizás ella podía aguantar mas tiempo que yo despierta, pero esos bostezos eran sinónimo de que quería dormir.

¿Y tú, Reiji? Podemos buscar un sitio para pasar la noche o tratar de conseguir un barco con nocturnidad y pasar la noche en el mar. Adelantaríamos, pero como tú te veas.

Si damos con el barco rápido, creo que puedo aguantar, pero la verdad es que apenas puedo mantenerme despierto.

Era la primera vez que viajaba tan lejos, era normal que no pudiera con mi alma, pero sobraban las excusas.

Por lo menos, Katsudon había vuelto a hablarme.
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#42
Los tres estaban cansados, tan cansados que incluso a Katsudon no le costó nada olvidarse de que no habían cenado ni una miga de pan. Aún así, consiguieron aguantar despiertos hasta que encontraron un barco. De hecho, tuvieron mucha más suerte de la que podrían haberse atrevido a imaginar.

Katsudon se había sabido mover entre capitanes de barco con maestría y había intercambiado rumores con unos y otros hasta hallar un navío que, precisamente, venía de la Mediana Roja a suministrar parte de su cargamento de té y que ahora partía... directamente al País del Hierro. El hombretón se giró hacia Reiji y le guiñó el ojo con complicidad. Al final les iba a salir divinamente el plan y no tendrían que atravesar el archipiélago del Té.

Pagaron una pequeña compensación al mercante y el capitán del barco les cedió uno de los camarotes compartidos de dos literas. En la parte de la derecha se instaló Yuuna y en la de la izquierda dormirían Reiji y Katsudon.

Mejor me pongo yo abajo, ¿eh, chico? No queremos que la litera se rompa, jua, jua!

Si Yuuna tenía reparos de compartir camarote con dos hombres, no los mostró. O eso, o tenía tanto sueño que le importaba todo un pimiento.
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#43
El cansancio de todos se notaba cada vez mas, especialmente el mio. Esta acostumbrado a no ir mas lejos que a comprar a la tienda o de casa a la academia y eso se notaba.

Pero por suerte, demasiada a mi parecer, katsudon había encontrado un barco bastante rápido. Y lo mejor de todo: Iba directo a las islas del Hierro.

Si aquello era el destino o una trampa, daba igual, por que yo estaba demasiado cansado como para pensar en nada mas que en que por fin iba a tener una cama en la que echarme a dormir.

Katsudon pagó y nos dejaron un camarote que tenia dos literas. La chica samurái se instalo en la de la derecha, y nosotros en la de la izquierda.

Mejor me pongo yo abajo, ¿eh, chico? No queremos que la litera se rompa, jua, jua!

Como quieras. —dije medio bostezando mientras me subía a mi litera.

No le di ninguna importancia a cosas a las que debería por el sueño y el cansancio que tenia encima.

Dejé mi mochila en una esquina y mis armas a mano antes de echarme de el todo en la cama y dejar que el sueño me abrazara.
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#44
La noche cayó sobre ellos como la manta de invierno negra de una buena madre. Sólo alumbrados por la escasa luz de la luna que entraba por el ventanuco del camarote, los tres se sumieron en un profundo sueño mientras el barco apenas comenzaba su larga travesía a través del mar oscuro, que brillaba con destellos blancos. Las aguas eran tranquilas y el capitán experto. El suave balanceo del navío les meció como una nana.


· · ·


Apenas comenzaba a salir el sol. Tapado por los nubarrones blancos, proporcionaba una escasa claridad mientras él permanecía escondido. Katsudon se dio la vuelta y quedó panza arriba. No pasó mucho tiempo hasta que los intensos ronquidos despertasen a Reiji.

Si echaba un vistazo alrededor, le sería muy fácil notar la ausencia de alguien. Yuuna no estaba. Sí su mochila. No su espada.
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#45
De repente, el fuerte ruido del despertador empezó a sonar mientras dormía plácidamente. Estire el brazo para apagarlo, pero allí no había nada, solo el vacío. El despertador seguía sonando, cada vez mas intensamente.

Fue solo en el momento en el que inevitablemente abrí los ojos cuando me di cuenta que ya no estaba en casa, y que lo que en mi cabeza había sido el despertador, no eran mas que los fuertes ronquidos de Kataudon.

Eché un vistazo a la habitación. La chica samurái ya no estaba allí, pero su mochila seguía en la cama que había usado. Seguramente también la habían despertado los ronquidos y había salido fuera. Tampoco es que pudiera ir mas lejos en mitad del mar.

Me estiré, cogí mis cosas y bajé de la litera sin preocuparme por el ruido. Si no lo despertaban sus propios ronquidos, tampoco lo iba a conseguir yo.

Deje la mochila en el suelo apoyada en la pared, quizas debía haberla dejado allí desde el principio, y salí de la habitación.

Lo primero que hacia todas las mañanas era entrenar, pero en un barco no había el mismo espacio que en el Dojo de casa. Quizás podía encontrar algún punto del barco donde no molestara a los marineros, o quizás podía ayudarles con alguna tarea física que también me serviría de ayuda.

Lo mejor sería preguntarle al capitan del barco, pero... ¿Quien era?
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