No era algo que esperaba tener que utilizar, pero tampoco tenía muchas opciones, pensó mientras sus ojos rojos pasaban a un tono azulado y enfundaba su espada en una saya alrededor de su cintura, acercándose a aquel hombre y arrodillándose para ver bien su estado.

Parecía respirar con cierta normalidad, pero las heridas seguían siendo algo feas. Por suerte, Ren llevaba un kit de primeros auxilios encima por orden de Hana por si ocurría cualquier cosa. Antes de empezar a atenderlo, se fijo unos segundos en la espada, la cual había perdido aquella extraña aura oscura. ¿Que había pasado exactamente?

Finalmente, se preparo para darle algo de atención médica, pero cuando la loba la alago, Ren saco algo de pecho a la vez que alzaba la cabeza un poco y dejaba escapar aire por la nariz, dejándose llevar por aquellas bonitas palabras.

— ¿Te has dado cuenta, eh? Soy una maestra de la espada retirada que simplemente busca una vida sencilla — dijo con una confiada sonrisa antes de mirarla con una expresión neutral al seguir hablándo. — ¿Que te ayude a que? ¿Porque un lobo iba a necesitar una espada?

El hombre tenía el brazo en muy malas condiciones, que era donde había recibido el corte directo. Ren sería capaz de realizar un tratamiento de urgencia que impediría el desangramiento del hombre inconsciente.

— ¡Tienes que ayudarnos! Nosotras eramos las guardianas de una poderosa espada. Precisamente porque somos lobas eramos las mejores para guardarla, porque no podemos empuñarla. Pero nos traicionaron y le dieron nuestros secretos a unos humanos. Ahora la espada y su ladrón andan sueltos al norte de aquí destruyendo todo a su paso. — explicó de forma apresurada la loba intentando presionar a Ren a que las ayudase.

Ren no era una genio, pero sabía que al norte quedaba Primera Nieve. Y más al norte estaba aquella aldea que habia sido destruida de la noche a la mañana.

No era gran cosa, pero aquello sería suficiente para que el hombre no pudiera morir desangrado o algo peor. Dejarlo en mitad del camino sería igual de peligroso que entre la maleza, asi que lo arrastraría hasta un arbol que estuviera relativamente despejado cerca del camino mientras la loba le hablaba. Tras ello, y de colocar su espada en la cintura se cruzó ligeramente de brazos para mirarla un poco pensativa.

¿Que debía de hacer exactamente? Por lo que había dicho, tenía pinta de ser aquella aldea de la que hablaron hace unos días que se incendió. Ir sola era peligroso, pero si era solo ella sería más díficil que encontraran que había dos ninjas por la zona. Si descubrían que ella era capaz de manejar chakra, le daba igual; pero Hana era la que realmente estaba huyendo de todo aquello, y sobre todo, le aterraba que podía pasar con Lily si se revelaba algo sobre ella.

— Está bien... Te ayudaré, pero antes necesito volver a casa, tengo que comentárselo a alguien. Después, partiremos de inmediato — dijo con una mano en la barbilla. — Eres bastante grande, ¿podrías llevarme encima para ir más rápido?

Añadió con algo de curiosidad, y abriendo los ojos, ladeando la cabeza.

La loba la miró de arriba abajo sin tener muy claro si podría o no. Ya estaba bastante cansada... pero tampoco podía retrasarse.

— Está bien, está bien. Subete. — accedió finalmente. — Pero no podemos perder más tiempo.

Se giró para ponerse de lado y que Ren pudiese subirse a su lomo. Después empezaría a correr en la dirección en la que Ren acababa de venir.

Ren hizo una pequeña sonrisa, mas que nada porque aquello la ilusionaba de alguna forma. Seguía siendo una cría en su interior, y eso era algo con lo que Hana tendría que cargar junto a la pequeña Lily. ¿Cabalgar lobos alzando una espada que portaba rayos y fuego? ¿A quién cojones no le podía parecer eso increíblemente guay?

— Cuentame algo más sobre lo sucedido, cuantos más detalles tenga mejor — añadió justo antes de subirse. — Te iré guiando por donde ir. ¿Te gustan los niños? Seguro que ellos a ti te adoran, eres como un perro extra grande y peludito

— Creo que te lo he resumido bastante bien. Robaron una espada maldita y ahora estan usandola para hacer cosas malas. Ya has visto que puede dar poder a otras espadas y deja a quienes las empuñan completamente fuera de sí. Mi senpai sabe más, pero ella está intentando detener al portador original, yo me fui a intentar detener a los lacayos que iban esparciendose. Ese era el último de ellos, menos mal que no encontró a nadie. — explicó entre jadeos de esfuerzo por ir a toda velocidad cargando a Ren.

A pesar de ello, la velocidad no aminoraba.

— No he socializado tanto con los humanos como para tener contacto con sus crias. Aparte de un par de cazadoras amigas, no hablamos con ellos a menos que sea necesario.

Ren suspiró, y se cruzó de hombros un poco decepcionada.

— Vaya, entonces no soy solo yo quien puede escucharte. Yo pensaba que era una princesa de cuento que cumplia ya con todos los requisitos; pelo mágico, dedos mágicos, que los animales hablan conmigo... Bueno, todavía no he sido envenenada o maldecida. Ni tampoco secuestrada o encerrada... Aunque problemas paternales y maternales tengo, ya que ni los conozco... ¡Ah, pero no cumplo con la de que todos mis problemas se acontecieron por la aparición de un hombre grande y fuerte! Tsk... Menudo rollo...

Primero empezó a enumerar con los dedos algo alegre, pero poco a poco fue frunciendo el ceño hasta que se vió algo desanimada en el proceso; antes de recuperarse ella sola nuevamnete.

— Que remedio... Te daré indicaciones por donde ir igualmente

Según fuera siendo necesario, Ren iría indicándole por donde ir hasta llegar donde estuviera Hana.

La loba inteligentemente eligió ignorar las palabras de Ren, o por lo menos, gran parte de sus palabras.

— Cualquiera puede oirme, sí, eso no significa que vaya a hablarle a cualquiera. — recalcó la loba.

Antes de que Ren pudiese decir mucho más, ya se encontraban de nuevo en la entrada del pueblo y la loba bajo el ritmo mientras la guiaba hasta el orfanato, donde estaría Hana.

Ren terminaría de guiarla a donde estaba Hana, pero cuando estuviera cerca; se pondría erguida, bajando un poco los parpados y posando las manos en la parte de la nuca de la loba agarrando el cabello con suavidad, como si de las riendas de un corcel se tratasen. Buscó dar la impresión más elegante y principesca posible cuando estuviera cerca y sobre todo enfrente de Hana.

— Mi querida princesa; como os prometí, gane la guerra y ahora vengo a desposaros — dijo mirándola con cierta sensualidad.

Hana estaba sentada en el salón con la madre de la otra niña, como le había dicho que estaría. Cuando Ren abrió las puertas, su mirada se fue a ella, al principio con alegria por verla, luego con curiosidad de porqué estaba ahí y al ver la loba entre sus piernas con algo de molestia. La otra mujer también se giró y Ren pudo reconocer a la dependienta de la herrería, Edeleth.

La rubia se disculpó y salió afuera, cerrando las puertas tras de sí.

— ¡Ren! Dejate de tonterias. ¿Te acuerdas lo de pasar desapercibidas? ¿Qué haces montando una loba gigante con la espada fuera del sello? ¡Y justo cuando tenemos invitadas! Me vas a dar un ataque al corazón. Muerte por infarto antes de los veinte. — dijo visiblemente nerviosa y preocupada.

La loba se acercó a Hana y empezó a restregarse, a lo cual ella respondió acariciandole la cabeza con ternura aunque su mirada seguía clavada en Ren con cierta molestia.

Ren no pudo evitar reir, pues estaba más que satisfecha de haberla puesto así de nerviosa, bajando de la can con cuidado.

— Vamos a un lado un poco más discreto, tenemos que hablar contigo — le dijo un poco más calmada, todavía algo sonriente y en un tono un poco más bajo.

Cuando estuvieran en un sitio lo suficientemente apartado y algo separado de miradas indiscretas, Ren comenzaría a narrarle lo sucedido, sin interrumpir a la loba si esta necesitaba rectificar o añadir algun que otro matiz.

— Y bueno... Eso es todo. Me he ofrecido a ayudarla, pero tengo mis dudas sobre como actuar... Preferiría ir sola para que si de alguien se sabe algo, sea solo de mí, e intentar desviar todas las miradas posibles sobre ti o Lily — dijo ya un poco más seria e incluso apenada.

Hana la siguió, inflando las mejillas al verla reirse de su reacción. ¿Qué esperaba que hiciese cuando aparece encima de una loba gigante en la cita de juegos de su hija? Ambas se moverian al jardincito del orfanato, que era un sitio lo suficientemente discreto. La loba iría al lado de Hana como si fuese su dueña y adiestradora.

— Y es muy urgente. Gente podría estar muriendo ahora mismo. — dijo la loba mientras Hana le acariciaba el cuello y ella levantaba la cabeza la mar de agusto.

Hana hizo un gesto pensativo.

— Tenemos el sello de comunicación. Llevate una de mis horquillas, si te ves en apuros, rompela y apareceré para ayudarte. Si tuviesemos más tiempo podría sellarte una de mis técnica en la palma de la mano, pero tardaríamos demasiado. Olvidate de descubrirte, ¿vale? Lo importante es que vuelvas sana y salva, ¿vale? — planeó mientras con su mano libre acariciaba su brazo, sin apartar la vista de sus ojos azules, mirandola con preocupación.

No esperaba que aceptara tan de buena gana, pero la tranquilizó mucho ver que pensaba de la misma forma que ella. Tomó el dorso de su mano con la suya bajando un poco la cabeza y cerrando los ojos con una sonrisa conforme.

— De acuerdo, eso haré. Intentaré tener algo de discreción igualmente, y solo descubrirme cuando sea estrictamente necesario. De la misma forma, si me veo en peligro, romperé la horquilla. Espero que no sea necesario, sobre todo por el susto que se llevaran si desapareces de repente — respondió con suavidad, para después mirar por donde habían venido con un ligero gesto de sorpresa. — Ahora que lo pienso... ¿Qué hace Edeleth aquí? ¿No está en la herrería con Kath? ¿No iba a ser una cita de "mamas"?

Después frunció un poco el ceño, manteniendo agarrada a Hana de la mano en la misma posición de antes. No es que desconfiara de la rubia, pero conocía el tipo de relación que tenían Edeleth y Katherine. Y bueno, un poco de Hana sí, que se le iban los ojos con completa facilidad ante una mujer bien potente.

Hana ladeó la cabeza, frunciendo el ceño ligeramente.

— Y Edeleth es la mamá. La trae cada mañana al orfanato para que le demos clase antes de abrir la herreria. No la he reconocido porque casi siempre para cuando se van los niños yo ya estaba de camino a verte. Pero, ¿qué insinuabas exactamente? — preguntó con media sonrisa.

¿Acaso la gran Ren, la poderosa caballera montada en una loba, sentía celos de una tendera?

Ren se cruzó de brazos en cuanto vio que Hana se estaba dando cuenta de que estaba sintiendo algunos celos, además de girar la cabeza a otro lado con un ligero rubor en sus mejillas.

— ¿Y-Yo? Nada, nada. Es solo que bueno, ya conoces la relación que tienen Edeleth y Katherine y... — La miraba de reojo, arrugando un poco la boca. — Y tu te pierdes con cualquier mujer que te saque una cabeza, este algo fuerte y sea autoritaria contigo.