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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Kimi negó el sentirse dolorida, y quiso preguntar a Chika, quien parecía estar algo nerviosa si ocurría algo, pero tras llegar las Sagisö volvió a olvidar lo que tenía en mente. Comenzaron a marchar, y Lyndis volvió a reaccionar tarde quedándose atrás.

Ranko ni les había dado la opción a poner de su parte, pues ni habían llegado al local todavía, y ya daba la sensación de que hubiera pagado. Menos la parte de la peliblanca. Comenzó la marcha de todas colina abajo, despidiendose de la encantadora Goromise por varias horas. Si hubiera empezado a atardecer o la noche caia sobre ellas, seguro que podían vislumbrarse desde allí las luces de la ciudad.

¿Aaah? ¿Y eso por qué? — dijo cruzándose de brazos, caminando al lado de Ranko y arqueando una ceja, con una expresión burlona en su cara y una media sonrisa. — Muy bien, entonces si pago por mi parte, comeré todo el conejo que quiera — añadió finalmente, bajando el tono de su voz para que solo ella la escuchara, y dándole un codazo posteriormente.
¡Gracias a Ranko por el avatar!
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Chika no dijo nada. No había nada que decir. Kimi le había dicho que sea veía bien, pero era evidente que ellas dos y las otras tres chicas eran de dimensiones paralelas. De hecho, sus dimensiones no eran ni paralelas, eran opuestas. Ella también quería tener ropa elegante, pero más importante, quería que su hermana tuviese ropa elegante. Claro que no era el momento de ponerse a pensar en esas cosas. Esbozó una sonrisa y siguió al grupo.

Claro, vamos a cenar.

Realmente, estaba bien. Sabía que Kimi no prestaba demasiada atención a todo eso, en general, a nada que no fuese entrenar. Pero esperaba que durante esa salida, esa escapada con otras chicas, pudiese ver y hacer cosas que de normal jamás hubiese hecho. Tal vez debería haber pensado lo de la ropa antes. Cada vez que intentaba planear algo se quedaba a las puertas. Corta en todos los sentidos. Si solo pensase un poco. Apretó los puños, solo para tomar una buena bocanada de aire y relajarlos. No pasaba nada. Se le pasaría.
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Obviamente porque te gané, Lyn-chan. ¿No recuerdas que habíamos apostado? —Lo dijo con un tono juguetón, poco característico de ella. Excepto, claro, cuando estaba con Lyndis. Sin embargo, lo que la peliplateada le susurró le devolvió toda la pena posible y le hizo enrojecer intensamente —. ¡L-lyn-chan! ¿Q-qué dices? —le devolvió el susurro y el codazo.

La tarde caía, aunque todavía había suficiente luz. El centro de Notsuba se veía claramente conforme bajaban la colina, señal de que la vida nocturna de la ciudad daba sus primeros pasos. Ranko, aún algo sonrojada, volteó a ver a sus amigas y hermana. Meme caminaba casi como una bailarina, con pasos largos y medidos, con los brazos haciendo balance con amplios movimientos. Lyndis iba cerca de ella también, a pesar de su atuendo informal se le hacía bastante guapa. La castaña apartó la mirada de ella un momento. Pero Kimi y Chika...

Ranko se detuvo, y Meme le imitó.

¿Onee-sama?

Chika-san. Kimi-san —comenzó Ranko, girándose hacia ellas, con voz ligeramente preocupada. —. ¿Se encuentran bien? Si-siento que están un poco... Distantes.

Chika había hablado con ella sobre el cumpleaños de Kimi, pero Ranko no podía evitar preocuparse. ¿Estaría cometiendo un error al preguntar?
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Kimi caminaba tranquilamente por las calles de Notsuba tras Ranko; dejándose guiar por ella, y al lado de su hermana; que todavía parecía algo extraña.

Decidió darle la mano a Chika, y si ella se volteado a verla, simplemente le sonreiría. No sabía que la tenía tan preocupada, pero deseaba que aquello fuera suficiente para que estuviera un poco mejor.

Pero Ranko pareció preocuparse también en aquel momento, y se detuvo. ¿Quizás estaba siendo demasiado fría? Sabía que a veces pecaba de serlo, especialmente desde el accidente. Especialmente cuando entrenaba. Especialmente en días como hoy, en los que sentía que se había quedado corta.

— Oh. Lo siento. —Respondió, algo sorprendida por la repentina pregunta—. Es que... no soy de hablar mucho. Pero todo está bien. De veras.

Y le sonrió. No quería preocupar a nadie.
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«Oh, es verdad. Con todo el jaleo de Meme, luego lo de la declaración de amor y posteriormente que nos pillaran haciendo el idiota, lo había olvidado ya por completo...» Se llevó una mano al mentón pensativa, teniendo la otra dentro de la sudadera.

Caminó sin querer un par de pasos de más, dejando a todo el grupo a un par de pasos de distancia cuando se volteó para escuchar lo que ocurría.

Seguro que lo que pasa es que se muere de ganas de darle un bocado a un buen filete. ¡Y yo también me estoy muriendo de hambre! — dijo con una amplia sonrisa, de afilados dientes. — ¡Vamos, que luego habrá un montón de puestos por la noche con baratijas y otras cosas! Podemos buscar incluso ahí algo de postre

Lyndis no había sido distante con las amejines, ni tampoco con Meme, era tan solo que toda su atención había sido captada por la misma chica en todo el día. Y por ello, tal vez pudiera que se hubieran sentido algo incómodas también, sintiendo que no encajaban, por lo que ahora intentaba solventarlo de alguna forma. Y comer en abundancia en un buen local, era un buen inicio.
¡Gracias a Ranko por el avatar!
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Chika-san. Kimi-san. ¿Se encuentran bien? Si-siento que están un poco... Distantes.

Chika había estado caminando un poco lenta, hasta que Kimi le había cogido la mano y sonreido, entonces había vuelto a caminar al ritmo del grupo. Sin embargo, Ranko tenía razón, estaban algo atrás.

Oh, lo siento. Sé que voy algo lenta pero...

Por suerte, Lyndis la salvó.

Seguro que lo que pasa es que se muere de ganas de darle un bocado a un buen filete. ¡Y yo también me estoy muriendo de hambre! ¡Vamos, que luego habrá un montón de puestos por la noche con baratijas y otras cosas! Podemos buscar incluso ahí algo de postre

Sí, tengo algo de hambre, perdona, Ranko-chan. — se llevó una mano a la nuca, la que no tenía agarrada a Kimi. — No os preocupeis, no os perderemos. ¿Verdad, Kimi?

No entendía por qué Kimi había saltado con que era algo seria. ¿Qué tenía que ver eso con estar demasiado atrás?
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Ranko miró a las hermanas, y sus ojos de preocupación no se iban.

Si dicen que están bien, lo están, Onee-sama. —dijo Meme, inclinando la cabeza. Ranko pensó que tenía razón, y que tenía que confiar en ellas.

Bien. Está bien, chicas —Les sonrió. Luego rió ante el comentario de Lyndis y le habló con una sonrisa incluso más amplia, y un adorable rubor en sus mejillas —. ¡Claro que sí, Lyn-chan! Tendremos el resto de la tarde y toda la noche, podemos comprar las baratijas que quieran.

Entraron a la ciudad al cabo de unos minutos más de caminata, y Notsuba les dio la bienvenida con puestos y luces llenos de chucherías y cosas casi de carnaval. Meme se tomó del brazo de Ranko, ocultándose detrás de ella para evitar chocar con los transeúntes. Después de un rato más, llegaron a un edificio enorme, con un letrero en forma de escualo, con la leyenda El tiburón de jade: las mejores carnes del país de la Tierra escrito en verde esmeralda. Desde afuera, no se veía un lugar demasiado elegante. Es más, había muchas familias y gente de vestimenta casual dentro.

Estoy segura que les encantará. ¿E-están listas? —Ranko les volteó a ver, todavía sonriendo con emoción.
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Kimi rio un poco.

— No. No nos perderemos. —Dijo, y todo pareció quedar en eso.

Las chicas llegaron al local que, al contrario de lo que Kimi imaginaba, no se trataba de ningún sitio caro y de clase alta ni nada por el estilo, sino de un simple local que aseguraba tener nada menos que las mejores carnes del país.

— ¡Sí! —Respondió Kimi, asintiendo con una sonrisa.

Allí dentro, las chicas pudieron comer bien y la Kaminari pudo comprobar que, si bien no podía asegurar que fuese la mejor carne del país, sí que era de lo mejor que había probado en mucho tiempo.

Luego de comer mucho y muy bien; aunque Kimi parecía medirse hasta en lo que comía, como siempre; las chicas pudieron dar un paseo por Notsuba para comprar recuerdos.

— ¿Te gusta? —Le dijo Kimi a su hermana, ofreciéndole sonriente un collar plateado con un corazón rosado que le acababa de comprar.

Ya por la noche, bastante después de todo aquello y cuando ya todas las chicas estaban durmiendo en la misma habitación, Kimi se acercó a su hermana, que estaba durmiendo a su lado.

— Ka-chan... ¿quieres ir a dar una vuelta? —Le preguntó, en voz baja para no molestar al resto—. No puedo dormir...
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Solo ver aquel cartel, ya hacía que los ojos le brillasen, así como que empezara a salivar apoyado por el agradable aroma que desprendía el interior del local. Lyndis comió en abundancia, y seguramente alguna de las chicas le llamara la atención por ser algo tosca a la hora de comer. No hablaba con la boca llena, pero sí que se la llenaba constantemente como si tuviera miedo de que le quitaran la comida. Cada vez que pedía algo de beber, era una fría jarra de cerveza dorada como sus ojos de un litro, que en una ocasión, se la termino del tirón. Incitó mil veces a las dos amejines a que siguieran comiendo, ya que como ella pagaría su parte, que le hicieran pagar a Ranko como si ella también hubiera comido de su cuenta. Si alguien pedía algo que ella no había probado, pedía intercambiarle un trozo por lo que tuviera ella a cambio.

Hacía tiempo que no comía tan bien, pero cuando salieron al exterior y caminaron por un rato, se paró en un puesto a pedir un par de palitos de Takoyaki, y posteriormente una caja de taiyaki. Si Ranko no le había llamado la atención en el interior, aquel sería el momento, pero le respondería metiéndole un pececito en la boca, sonriéndola con un dedo en la boca, mandándola a callar. Posteriormente, buscaría por todos los puestos algo que regalarle, pues había sido un día más especial de lo que esperaba, y quería comprarle algo con lo que pudiera recordarlo cada vez que quisiera, pero nada de los puestos le convencía.

Finalmente, en casa, y dentro de un futón con las luces apagadas, miraba al techo pensativa y algo malhumorada, al no haber podido encontrar nada.
¡Gracias a Ranko por el avatar!
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Al ver a su hermana feliz, automaticamente se puso contenta. No hubo ni un atisbo de duda más en su cabeza por el resto de la noche. Comieron, charlaron y disfrutaron. Sin embargo, cuando salieron a pasear por las tiendas a ver si encontraban algún recuerdo, Kimi le trajo un collar precioso.

— ¿Te gusta?

Me encanta. — y la abrazó brevemente para salir a por una pulsera que había visto pero no había querido coger para no poner a Kimi en un compromiso. — ¿Qué te parece ésta para ti?

Se trataba de una simple pulsera de plata donde cada eslabon tenía la forma de un corazón, no tenía ninguna gema ni nada, solo era una cadena de plata.

Pensé que te gustaria que fuese tan simple y al ser una pulsera es facil de quitar y poner. Y los eslabones en forma de corazón son preciosos. Sin embargo, no estaba del todo seguro de si... — no acabó la frase porque no estaba segura de muchas cosas y no de cual iba a decir en ese momento.

¿De si tu brazo robotico no entraria en conflicto con la pulsera? ¿Lo iba siquiera a usar? ¿Le iba a gustar? Esperaba que sí, pero realmente no tenía ninguna seguridad. Tampoco quería que lo llevase por compromiso. Kimi acabó aceptandolo y con una sonrisa sincera, Chika abrió el tapón del desagüe para que sus dudas se fuesen por él.

Había sido un buen día, tenía el estomago saciado, los músculos no tanto, pero no iba a decir eso en voz alta que Kimi le lleva a hacer el entrenamiento de medianoche y a ver si se iba a resfriar. Estaba con los ojos cerrados, casi dormida ya, sintiendo como se relajaba cada celula de su cuerpo, cada atomo...

— Ka-chan... ¿quieres ir a dar una vuelta? No puedo dormir...

Abrió los ojos de par en par.

Claro, vamos. — esperó a que Kimi tomase la delantera en levantarse y tal, no porque no quisiera, sino porque sus piernas no podían despertarse tan rápido como ella.

Después y con todo el sigilo que conocía, seguiría a su hermana a donde quisiera.
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Ranko comió más que el resto, por mucho, y gustosa compartía todo platillo con sus amigas, en especial con Lyndis. De hecho, la peliplateada fue dueña de la mirada de la castaña por casi toda la noche, aunque también le sacó plática a las hermanas Kaminari.

Al terminar, viendo el buen humor de su ahora novia, le pagó en secreto a la mesera para que Lyndis no tuviera que pagar ni la mitad. Ni siquiera le reprochó el que bebiera alcohol.

Después de la cena, pasearon un rato viendo puestos. Meme se la pasó tomada del brazo de Ranko, quien la protegió con éxito de todo roce con otra persona. Además, la pelirroja pedía a su hermana mayor casi todo adorno mono para cabello que viera, y ella se los compró casi todos. También buscó algo qué regalarle a Lyndis, y se escabulló un instante junto con Meme para comprar un broche para el cabello, aunque no estaba del todo segura de si le gustaría.

Cuando regresaron, se acomodaron para dormir. La primera en caer fue Meme, aunque a Ranko le costaba adormilarse al estar en la misma habitación que Lyndis. Escuchó a Kimi y a Chika salir, y al cabo de unos minutos, le habló a la peliplateada.

¿Waai-chan? ¿Te encuentras bien? Parece que sólo Meme puede dormir esta noche...
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— Me encanta. —Interrumpió Kimi a su hermana, sonriéndole cuando le regaló la pulsera.

Ahora, en la noche, Kimi se levantó y, antes de salir de la habitación, ayudó a su hermana a levantarse también, con todo el cuidado del mundo para no despertar a nadie.

Esperó fuera a su hermana y, en silencio, cerró la puerta tras ellas para seguir caminando hasta salir de casa, donde empezó a andar lentamente y sin ningún rumbo en particular, sin prisa alguna por llegar a ningún lado.

— ¿Cómo te lo has pasado hoy? —Le preguntó, por hacer algo de conversación—. Yo me quedé con ganas de entrenar con Lyndis-san, pero está bien. Supongo que mañana tendremos tiempo.
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— ¿Cómo te lo has pasado hoy? Yo me quedé con ganas de entrenar con Lyndis-san, pero está bien. Supongo que mañana tendremos tiempo.

Salió de inmediato tras su hermana y, al parecer, la intención de Kimi era pasear por Notsuba. Chika aprovechó los primeros pasos para estirar sus brazos, que estaban tan dormidos como ella. Y tras un profundo bostezo que acabó de despertarla, contestó a su hermanita chiquita.

Ha estado bien. Meme me da miedo, pero Ranko es realmente amable, ni siquiera me pidió nada por... por quedarnos aquí, claro. Muy amable. Lyndis es... no sé, está muy apegada a Ranko, casi ni nos ha mirado. Supongo que es por lo que es.

Chika miraría alrededor, en busca de alguna señal que le aclarase que hora era.
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Las dos amejines salieron de la habitación, intentando evitar el mayor ruido posible. Si fuera por Ranko y Lyndis no hubiera sido una molestia, pues todavía no estaban dormidas a excepción de Meme, pero fue un detalle a tener en cuenta. La voz de Ranko la llamó en la oscuridad, y la peliplateada volteo la cabeza un poco en dirección al origen, pero después volvió a mirar al techo.

Si, si. Estoy bien, ha sido un día más que entretenido, desde luego — sonó un poco apenada, e hizo una larga pausa antes de retomar la conversación. — ¿No te rías, vale? P-Pero es que estaba buscando algo para regalarte y c-conmemorar este día pero... No había nada que pensé que te gustaría en esos puestos

El velo de la noche, la ayudaba a mantener un rubor en sus mejillas que no podía ser observado, así como un gesto en su rostro de entre frustración y vergüenza.
¡Gracias a Ranko por el avatar!
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Chika podría comprobar, por los árboles que rodeaban la casa, la Luna que iluminaba el cielo y las estrellas que la acompañaban que... era de noche. Probablemente algo tarde.

— Sí... supongo que es normal. —Comentó Kimi, riéndose un poco—. Seguro que yo también estaría igual si encontrase pareja tan de repente.

Ella también bostezó. La caminata parecía ayudarla en eso de pillar sueño.

— ¿A ti te gusta alguien, Ka-chan? —Le preguntó de forma casual.
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