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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los ojos de Ranko se abrieron como platos y su rostro se sonrojó tanto que brillaba como metal al rojo vivo. Figuradamente, claro. Sus dedos juguetearon nerviosamente con la tela de la blusa de Lyndis. Mordió sus labios, temblorosa.

Waai-chan... Tú... Yo... ¿Quieres...? ¿Crees que deberíamos...?

No. No deberían. Apenas se acababan de declarar sus sentimientos algunas horas atrás, ¿Y ya querían ir más allá de los besos? Definitivamente no.

Aunque ya llevaban mucho tiempo sintiéndose así. En retrospectiva, Ranko se había sentido atraída por Lyndis casi desde el inicio, tanto física como emocionalmente. Seguir sus impulsos sería la conclusión natural de tales sentimientos. ¿No?

No. Ranko no estaba lista para eso. Y mucho menos si se hacía casi clandestinamente, mientras había invitadas en algún cuarto cercano. ¿Quería que así fuera su primera vez?

¿Pero no se trata de eso la vida? ¿De cosas peligrosas y arriesgadas? ¿Qué tal que les atacaba un bijū a la mañana siguiente y morían? Desearía entonces haber ido con Lyndis a su habitación y amarase la una a la otra, ¿No?

Waai-chan, yo... —Los ojos de Lyndis eran dueños de la mirada de Ranko —. Muero por... Por decir que sí. Lo deseo tanto. Pero... Siento... Siento que no es el momento para... más.

Acarició su mejilla con ternura. Tal vez Lyndis no lo supiese, pero Ranko estaba usando toda su fuerza de voluntad para no ceder ante tal invitación. Puso su frente contra la de la peliplateada con delicadeza.

Quiero que sepas q-que... Yo también te veo... Con... esos ojos. ¿Esperarás hasta que yo esté lista, Waai-chan? ¿Por favor? —preguntó con la más dulce de sus voces.
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Ranko afirmo que estaba más que dispuesta a llegar más lejos con Lyndis respondiendo a sus bravuconadas habituales. El caso es que era solo eso, una broma más de ella de la que esperaba que le siguiera el rollo, o respondiera avergonzada, o de cualquier otra forma. Pero esa era una de las que no había barajado. El hecho de que no fuera ahora, era prácticamente lo de menos.

¿Q-Q-Qué? S-S-Solo me estaba tirando u-un f-farol — respondió completamente avergonzada, y cogiendo de los hombros a Ranko. — ¡Q-Quiero decir, que yo también quiero! ¡Desde luego que quiero! ¡P-Pero...!

Instintivamente, se llevó las manos a la cara, tapándose el rostro, pues la vergüenza no le daba para más.

N-No esperaba que dijeras que sí, así por las buenas. ¡Agh, Dios! ¡Debo parecer una completa imbécil ahora mismo! — Arqueó la espalda hacia atrás, sin separar las manos de su rostro.
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La reacción de Lyndis le confundió un poco.

¿C-c-cómo que por las buenas? ¡N-no es algo que se haga por las malas, Waai-chan! —le reprendió en voz baja, incluso más sonrojada que antes. Respiró profundamente. No estaba molesta, simplemente sorprendida—. Waai-chan...

Le tomó de las muñecas y tiró suavemente de ellas, intentando destapar su cara.

N-no eres una imbécil, Waai-chan, yo... E-eres tierna por preguntarme. A-adoro que... que pienses en mí de esa manera... P-pero... a su tiempo, ¿está bien? —Acariciaría su rostro con ambas manos . Cielos, ¿cómo podía una ogresa acelerada, tosca e impulsiva, ser tan linda? —. ¿Serás paciente por mí? Por... ¿p-por tu conejita?
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Soltó sus manos llevándose una a la frente, cruzando las piernas sobre el futón que reposaban ambas y quitó la mano de su rostro, moviendo un poco una mano.

¡Claro, claro! Pero no... — Se llevó una mano a la boca y suspiró. Estar cerca de ella la ponía tan nerviosa, que le costaba ordenar sus sentimientos y expresarse con claridad. Respiró profundamente. — Eso, es lo de menos. Me daría completamente igual mientras pueda permanecer a tu lado. ¡Ya solo con lo de hoy soy tan inmensamente feliz que no quepo en mí! Estar contigo es lo único que me importa ahora mismo. El resto de cosas me da igual cuando sucedan mientras sea a tu lado.

Apoyó el codo de su brazo izquierdo sobre el pliegue de la rodilla del mismo sentido, sonriendo con picardía ahora que había recuperado algo de confianza al sincerarse de la mejor forma posible. Algo tosca como era habitual en ella, pero dando todo el esfuerzo en ello.

Además, no querría ni más, ni menos. Una Diosa, para otra Diosa. Como debe de ser — sonrió mostrando su afilada dentadura.
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Las palabras de Lyndis se le hacían más bellas que la poesía que había leído. ¿Era eso estar enamorada? Sentía una sensación intensa en su vientre, como bellísimos huracanes de mariposas.

Yo... Yo también soy mucho, mucho muy feliz. N-no alcanzo a creer que tú... Que yo... Que las dos estemos juntas —se acaloró incluso más con el último comentario de Lyndis. Casi le hizo arrepentirse de su decisión de no ir solas a su habitación —. Oh, cielos, Waai-chan~ ¿Una diosa? ¿Yo? —se mordió el labio, intentando mantenerse calmada —. Creo... Creo que tendrás que enseñarme a serlo... N-no conozco nada de lo divino. Sólo a ti.
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Finalmente, las Kaminari volvieron de vuelta a casa y la habitación con mucho sigilo, buscando no molestar ni despertar a nadie en su camino. Antes de abrir la puerta, Kimi tocó dos veces con los nudillos, pero muy flojo.

Abriendo la puerta solo lo justo, Kimi entró muy poquito a poquito intentando llegar a su futón para acostarse en él como si nunca hubiera salido de allí-
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Los golpes de Kimi a la puerta irían seguidos de un susurro.

Pero no piques, que estamos siendo sigilosas.

Acto seguido, entraría en silencio tras su hermana, si esta conseguía entrar sin que nadie la detuviese o algún acto obceno la hiciese saltar por los aires. Ranko y Lyndis habían estado toda la noche con una tensión dificil de definir para una chica tan inocente como Chika. Entró esperandose cualquier cosa.
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La suave risa de Lyndis ante la última afirmación de Ranko, se vió interrumpida por unos suaves golpes en la puerta que llamarón su atención y la obligaron a voltearse. La luz lunar que se filtraban por las ventanas, fue suficiente para discenir la figura de las dos amejines, a lo que le siguió un susurro de una de ellas que no fue capaz de escuchar, bastante fue el hecho de que había sido capaz de saber quienes eran por la luz; aunque fue en gran parte por una vaga idea y suposición, porque sabía que habían salido y esperaban que volvieran en no demasiado rato.

Deberias avisar a Meme, me sabe algo mal que se quede ella sola por habernos puesto a hacer el tono — dijo antes de besarle la mejilla, y recostarse con los dedos de la mano cruzada sobre el estómago. — Si prefieres, voy yo
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Aquella noche, Kimi no tardó prácticamente nada en irse a dormir. Quedándose completamente dormida en cuestión de segundos después de recostarse.

A la mañana siguiente, Kimi definitivamente no sería la primera en despertar, ni la segunda, ni la tercera, seguramente. Se había quedado dormida.
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O eso pensaba Kimi, pues en cuanto Chika recobró la conciencia de esa pérdida de tiempo que era dormir se lanzaría a por su hermana menor. La zarandearia con suavidad repetidamente.

Mi-chan, ¿estás despierta? Miiiii-chaaaaan.

Chika era la primera en despertar y le daba miedo despertar a cualquier otra chica, así que se fue a que su hermana la protegiese diciéndole qué debía hacer en esa situación.
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Justo después de que Chika se acostara, la puerta se abrió de nuevo, casi con violencia, y Meme entró. Cerró la puerta sin mucho cuidado y luego soltó un sonoro bostezo. Luego arrastró los pies hasta su futón y se acostó. Luego volteó la cabeza para ver a todas las chicas.

No pueden decirme nada, yo sé que todas están despiertas. —luego se giró y se quedó dormida casi al instante.

Creo que no será necesario. —le susurró a Lyndis antes de devolverle el beso.

No se dió cuenta en qué momento cayó dormida, pero Ranko tuvo un sueño maravilloso y despertó con una sonrisa. Al abrir los ojos se encontró con el rostro dormido de Lyndis... Y notó que la abrazaba con un brazo y una pierna. Ahogando un chillido, Ranko rodó hacia el lado contrario para apartarse, con el rostro rojo a más no poder, preguntándose si esa había sido la razón por la cual había dormido tan bien.

Escuchó un susurro y se incorporó como un resorte.

"Nomevieronnomevieronnomevieron"

Bu-b-buenos días, Chika-san. ¿Do-dormiste bien? —le preguntó algo nerviosa al verla.
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Lyndis solía dormir como una bestia y a pierna suelta. No roncaba, aunque respiraba algo fuerte, y se movía mucho a la hora de dormir. Cuando despertó, estaba completamente desparramada por el suelo, con una pierna y mano en cada punta. Parte de su ropa se había levantado hasta la mitad de su torso y no tenía ninguna manta cubriéndola, además, su alborotado pelo plateado le tapaba parte de la cara. Algo de movimiento sobre ella haría que frunciera el ceño, y acompañado de una vocecilla que llamaba a alguien en la distancia junto a algo de luz natural por parte de sol que no le daba directamente, acabaría despertandola.

Se arqueó hacia delante, y se estiró un poco tras dar un largo bostezo.

Buff... Entre la paliza de ayer y la comida, no he podido dormir mejor... — Haría una mueca de dolor al notar algo de presión en un lateral de su costado. Giraría entonces su vista hasta Chika, y posteriormente hasta Ranko mientras se tapaba la boca con el puño, ocultando sin mucho éxito un bostezo que le hizo saltar algunas lágrimas. — Buenos días, chicas
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— Hmmm...

Era raro en ella, pero parecía haberse quedado dormida bastante más de la cuenta. Por suerte, Chika estaba allí para despertarla, pues de no ser por ella probablemente habría acabado despertándose demasiado tarde.

— Buenos días.... —Dijo, perezosa, antes de abrazar a su hermana—. ¿Has dormido bien?
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— Buenos días.... ¿Has dormido bien?

Buenos días, bella durmiente. Ya sabes que yo siempre duermo bien. — lo cual era solo medio mentira pues siempre se olvidaba de las noches que se pasaba nerviosa por cualquier motivo y solo recordaba las que babeaba la almohada entera.

Esta era de las que se había levantado a primera hora porque no podía dormir más sabiendo que había un cumpleaños falso sorpresa para su hermana.

Buenos días, chicas. No os he molestado con ruidos o golpes, ¿verdad?

Kimi le dijo una vez que roncaba y no se había recuperado de ello. Preguntó sonriente, olvidando todo por el atontamiento matutino.
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N-no, para nada, Chika-san. Yo dormí la mar de bien —volteó a ver a Lyndis, recordando que casi se escapan a una habitación diferente ellas solas. ¿Habrían... dormido mejor allá? Acalorándose sólo de pensarlo, le dio un veloz beso en la mejilla a la peliplateada —. Me alegra que todas hayan dormido bien.

Yo no —Meme se irguió. Su expresión era la misma de siempre, y se veía muy bien descansada —. Entre que todas se despertaron a media noche, me obligaron a bajar para darles su espacio. No quería estar inhibiendo la primera noche de onee-sama con Lyndis, así que salí a dar vueltas por los pasillos.

¡N-n-no fue ninguna primera noche! —dijo Ranko con prisas, ruborizándose más y más. —. ¡Y-ya habíamos dormido juntas antes!

¿Huh? ¿Onee-sama?

¡N-n-no me r-refería a e-eso! ¡Si-sino a que...! ¡A-a que...!

Volteó a ver a Lyndis, como implorando ayuda con las palabras.
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