Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ranko despertó al día siguiente. Había perdido mucha sangre, y habría muerto si no se le hubiese atendido a tiempo, pues la técnica de Reiji le había rebanado el vientre. No pudo levantarse por un día más.
«Patada.»
Sin embargo, el cuerpo de la chica parecía tener una voluntad superior, pues respondió bastante bien al tratamiento y se recuperó antes de lo esperado. Lo único que quedaba de aquella hemorragia era una marca en forma de irregular estrella alargada en el lado derecho de su abdomen. Un recordatorio eterno del filo eléctrico del espadachín Uzujin.
«Golpe. Patada»
Su familia, por supuesto, le había ido a ver, y le había dicho lo que ella esperaba. “Diste todo de ti.” “Estamos orgullosos.” “Puedes aprender más.” “Luchaste hasta el final.” Pero Ranko no aceptaba eso. Entendía lo que querían decir, y sabía que tenían la razón.
«Patada. Golpe. Patada»
Pero ella no quería aceptarlo. No quería aceptar que era más débil, que no podía realmente dar su cien por ciento. No quería aceptar la lástima de los que decían “bueno, lo intentaste”. No quería perder más. Quería ser más fuerte. Quería derrotar a quien fuera. Por primera vez, Ranko sintió furia.
«Golpe. Patada. Patada. Patada. Golpe. Patada»
Fue al Bosque Sesgado en cuanto pudo ponerse de pie y moverse libremente. Sentía cierta molestia en el estómago, a pesar de que los médicos le habían dicho que estaba recuperada. Sentía aquella cuchilla clavadándose todavía en su vientre, como si la sola memoria de su derrota invocase a un Reiji espectral que la atacase de nuevo, una y otra vez. Volteaba hacia abajo esperando ver su sangre vertirse sobre el suelo, pero se encontraba con su blusa limpia. Y maldecía aquel dolor.
Iba ataviada con un pantalón gris sencillo y holgado, una blusa blanca sin mangas, levemente ajustada. No tenía su equipo encima, éste se encontraba a unos metros de ella, incluida su dañada bandana de Kusagakure. Reiji le había quemado parte de su cabello cuando le lanzó el mandoble volador eléctrico, por lo que su hermana Kuumi le había ajustado con un broche parte del cabello hacia atrás, formándole una especie de bulto elegante.
«PatadaPatadaGolpePatadaGolpePatadaPatadaPatada»
Ranko liberaba su frustración contra uno de aquellos troncos de entrenamiento. Atacaba a como nunca atacaría a otra persona, con saña. Quería derribar aquella enorme pieza de madera, hacerla leña, astillas, aserrín. Quería desquitarse por todas las batallas que había perdido, contra todos. Quería desquitarse por fallarle a la Aldea, a su Morikage, a sí misma. Quería sacar el enojo que le provocaba aquella voz interna, la que le decía que sus técnicas, su manera de pelear, que era todo inferior a los demás. Si usaba su cuerpo, alguien usaría una espada. Si usaba tierra, alguien usaría relámpago. Si usaba alguna épica técnica prohibida, alguien usaría una mucho más poderosa, y mucho más fácilmente.
Terminó por lanzar su Hakuto no Shunjukkyaku, sus patadas instantáneas, contra el tronco, a la vez que lanzaba un grito muy poco característico de ella. Se inclinó por el dolor fantasma en el vientre, apoyando las manos en las rodillas. Respiró con pesadez. La frustración no le dejaba pensar claramente. Para nada.
El amanecer las había encontrado a ambas en Nantonoya y Hana había tenido que arrastrar a Ren fuera de la cama para ir a hacer su rutina de entreno matutino. Sin embargo, tras un desayuno improvisado, la había convencido para dejarla escapar hasta Nishinoya a cambiarse de ropa. Tampoco es que tuviese ninguna excusa para decirle que no.
Ren no le ofreció acompañarla y ella no quería atosigarla hasta el punto que acabase cogiendole asco, así que le dijo que la esperaría en el bosque. En el Bosque Sesgado. La última vez que había ido a intentar entrenar o a serenarse, ahora no recordaba exactamente a qué había ido, se había encontrado con Takumi y ya no le había dado tiempo a nada.
Esta vez tenía que concentrarse y entrenar con Ren, que si no después empezaba con sus tonterías de que no era lo suficiente buena. Definitivamente tenía que pegarle la próxima vez que dijese eso. Ren no era de las que aprendía solo con palabras, necesitaba una buena hostia a tiempo.
Iba paseando distraida a las partes más profundas del bosque, donde no las molestaría nadie, cuando de repente sintió una vibración en el aire. En el suelo. En los troncos. ¿Qué demonios era eso? ¿Algún jabalí la había tomado con una piedra? Al principio eran golpes sueltos, ritmicos incluso. Pero pronto escalaron hasta ser un torrente de golpes.
Hana, incapaz de quedarse con la duda de qué era, se fue acercando a la fuente del ruido. Antes de tener visual, los golpes se volvieron brutales, ensordecedores incluso, tal vez porque se acercaba o porque el jabalí se había enfadado del todo.
Finalmente, se oyó un crujido desgarrador y justo cuando Hana asomaba la cabeza de detrás de un tronco alto y delgado otro tronco, o lo que quedaba de él, salía volando por encima de ella. La rubia se quedó un segundo parada, procesando lo que acababa de pasar.
No había sido un tronquito de nada, había sido un señor tronco, no como el que tenía ella enfrente, que era relativamente delgado, no. El señor tronco era grueso, de los que se usaban para golpear.
Tras recuperarse del shock y agradecer ser tan bajita, contempló la escena ante ella. Una sonrisa se dibujó en su rostro automaticamente al reconocer a Ranko. Sin embargo, decidió que era mejor proceder con cautela, al observar ante Ranko la mitad inferior del tronco que acababa de salir despedido, totalmente destrozado.
Seguro que solo se había pasado entrenando, se dijo a sí misma mientras le caía una gota de sudor frio por la espalda. Negó con la cabeza, dispuesta a acercarse a consolar a su... ¿conocida?
Realmente no era tan cercana a la kusajin, aunque la experiencia que habían compartido era más que suficiente para tenerle cierta confianza. Pero claro, así lo veía Hana, ¿cómo lo vería Ranko? Igual ni se acordaba de ella. Las dudas pronto hicieron mella en la rubia y decidió llamarla desde lejos y ver como reaccionaba.
Hana vestía como siempre y llevaba el pelo recogido en dos coletas bajas, una a cada lado. Sinceramente, tendría que renovar el armario pronto, parecía que no, pero hasta ella estaba aún creciendo, aunque fuese milesima a milesima.
— ¿R-Ranko-chan? — llamó apoyada en el tronco asomando solo la cabeza, aunque se le veía el resto del cuerpo por el otro lado porque el tronco era más bien delgado.
Aquella noche había dormido a pierna suelta y su cuerpo lo agradeció enormemente; sin la presión de los combates y con el conflicto que había tenido con Hana en los dojos, solucionado de la manera que menos esperaba; la simple consciencia de la amejín estaba calmada y relajada como un gran lago. Hana tuvo que tirarla al suelo para que reaccionara, pues no se despegaba de las mantas y cuando cayó de boca, solo murmuró algo intangible.
Quedaron en verse más tarde cerca de los bosques, pese a que había acabado los combates, Hana quería seguir entrenando; y eso que ella no era la que había quedado sexta... Por que la que había quedado en esa posición lo que tenía ganas era de tumbarse y relajarse hasta volver a la villa de la Lluvia; o más bien, estar todo ese tiempo con la princesa la espiral. Por lo que si tenía que ser entrenamiento, que fuera un entrenamiento.
Con ganas de gastarle una broma, Ren vestía una larga capa negra abierta, las mangas eran tan largas como anchas y una capucha adornaba su cabeza; ocultó su rostro una extraña mascara, e intentaba imitar una respiración pesada. Cuando por fin la localizó, esta estaba agazapada, y algo alejada de ella; comenzó a caminar lentamente con la espada desenfundada haciendo uso de su nueva técnica, el Bushido: Meiyo.
Fue a tocar su hombro para soltarle alguna frase carismática, pero sobre ellas voló un trozo de madera que de la impresión, tiró a Ren al suelo de culo; dejando al descubierto un rostro completamente impactado a tan solo un metro detrás de Hana.
— ¿P-P-Pero que cojones ha sido eso? — un mechón calló desde el conjunto de su pelo, para quedarse en mitad de su sorprendido rostro.
"Felicidades, Ranko. Le has ganado a un indefenso tronco."
El dolor se intensificó por un instante, pero se esfumó en cuanto escuchó la voz de la chica.
—¿R-Ranko-chan?
Ranko se irguió, sonrojada y ligeramente perlada de sudor. Era Hana, la chica rubia de Uzushiogakure con quien se había encontrado en un bosque, junto con Daigo, hacía meses. Esta vez llevaba dos coletas, haciéndola ver adorable, algo en lo que no había reparado la primera vez. Sintió una pena enorme, no por encontrársela, sino porque ella la viera en ese vergonzoso momento, así de enojada y descontrolada. Aunque realmente no sabía qué tanto había visto.
La chica se giró, se sacudió la ropa rápidamente y le dedicó una profunda reverencia a la Uzujin.
—¡Ha… Hana-san! Y-yo… Lo-lo siento, yo…
Sin embargo, pudo ver detrás de la rubia, quien se medio escondía sin éxito tras un tronco, a otra persona. Era otra chica, en el suelo, derribada al parecer por la ruptura del tronco. Era una morena con capa oscura que portaba una espada brillante. Una alarma sonó en la cabeza de Ranko: Hana estaba siendo el objetivo de un ataque. Un recuerdo surcó su mente como un relámpago, uno de Hana asustada, tomando fuertemente su mano.
—¡Detrás de ti!
Dio un salto hasta su equipo y tomó rápidamente su wakizashi. Luego flexionó las piernas y salió disparada, rompiendo el suelo del Bosque Sesgado bajo sus pies mientras desenvainaba a Higanbana, su sable. Saltó pasando de largo a Hana, buscando caer cerca de la atacante y bloquear su espada con la propia.
—¿¡Quién eres!? —preguntaría, firme y lista para el combate —. ¿Por qué buscas a Hana-san?
Si se usa un Taijutsu básico aprovechando el impulso, incrementa el daño del mismo en 10 PV. Debido a la presión en las piernas, solo puede usarse una vez por turno.
(Taijutsu 60) El usuario puede ejecutar el salto una segunda vez de manera seguida, en una dirección diferente si así lo desea, siempre que el salto anterior le haya hecho caer sobre una superficie firme.
(Taijutsu 75) El usuario puede ejecutar el salto una tercera vez de manera seguida, en una dirección diferente si así lo desea, siempre que el salto anterior le haya hecho caer sobre una superficie firme.
- Carga: 3 - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Impulso de 12 metros, ruptura del terreno en un diámetro de 5 metros.
El usuario dobla las rodillas y concentra su chakra en sus piernas. Acto seguido da una potente patada doble al suelo, lanzándose a toda velocidad en cualquier dirección cual bólido. Esta técnica se basa más en el uso de la fuerza para impulsarse, por sobre el sigilo o la destreza, por lo que el salto produce una ruidosa ruptura en el punto de origen, desestabilizando a quien se encuentre lo suficientemente cerca, a la vez que provee de una oportunidad de sorpresa en caso de usarse de manera ofensiva directa. Gracias al impulso, si el usuario conecta algún golpe básico al final del salto, dicho ataque se verá levemente amplificado.
Sintió una mano en el hombro y botó hacia atrás, pegando la espalda al arbol que tenía detrás, pero para cuando encaró a su atacante, ésta ya estaba en el suelo a causa del trozo de tronco que había salido despedido.
— ¿P-P-Pero que cojones ha sido eso? —
La enmascarada soltó una maldición mientras su culo besaba el suelo del bosque. Hana podría reconocer esa voz en cualquier parte. Sin embargo, la escena tenía que ser muy diferente para Ranko, quien rápidamente se posicionó al lado de la rubia, apuntando con una katana a la idiota de su hermana.
—¿¡Quién eres!?. ¿Por qué buscas a Hana-san?
Tal vez, en una ocasión en la que no hubiese espadas de por medio, hubiese dejado seguir teatralmente la escena. Pero viendo como Ren y Ranko chocaban espadas por ella con intenciones equivocadas era lo último que quería ver. Ni con intenciones no equivocadas, no, no, no.
Se lanzó a agarrar el brazo de Ranko, intentando detenerla.
— ¡No, Ranko-chan! ¡Es Ren! ¡Es mi hermana! — sabía perfectamente que no tenía fuerza suficiente para detenerla, pero no podía quedarse de brazos cruzados. — ¡Guardad las armas! ¡Las dos!
Tan pronto como la ágil ninja de Kusagakure se pusiera entre ellas; Ren soltaría intimidada su espada con brillo rojizo que en cuestión de segundos, perdió tanto el color como la luminosidad.
— ¡WAAAAH! ¡S-S-Soy Ren! ¡H-Himura Ren! — contestó realmente intimidada agitando las manos a los lados, con el objetivo de demostrar que estaba completamente desarmada.
Quedo claro que Ren no era ni la más espabilada, ni la más graciosa de su promoción. ¿A quién se le ocurría una broma de ese tipo, en un lugar donde la seguridad esta a la seguridad estaba a la orden del día, por eventos pasados? Incluso los que no eran nativos del Valle estaban con todos los sentidos a flor de punta, por si sucedía cualquier cosa. Y eso sin mencionar a los ninjas de las villas...
Pero ella no, ella tenía que seguir como si el mundo no fuera con ella.
Ranko retrocedió al instante y envainó a Higanbana. Ignoró la obvia pregunta de “¿quién se le acerca por detrás a alguien con espada en ristre de manera amigable?” y se inclinó profundamente ante Ren.
—L-l-lo siento, Ren-san. Y-yo… Yo...
Las palabras se tropezaron en su boca cuando Ranko se irguió de nuevo. El dolor le regresó, así que se llevó una mano al vientre. Tardó un par de segundos en regresar al presente.
—Lo siento. Ando… E-estoy algo… Algo distraída —La Kusajin le tendería una mano a la morena para ayudarla a levantarse —. Ren-san, ¿Verdad? Sagisō Ranko. U-un gusto. Lamento haber saltado así…
Una vez todas de pie, la memoria de Ranko saltaría. Había visto los nombres de todos los participantes, y recordaba haber visto Himura Ren y Himura Hana entre ellos. Y no sabía mucho de los combates en los que ellas habían estado, pues Kuumi, al parecer, no les había prestado la suficiente atención para contarle a su hermana.
Hubo algo que notó de inmediato. A diferencia de Ranko y Kuumi, quienes tenían prácticamente la misma cara, pero con expresiones opuestas, Ren y Hana no se parecían. Una era morena de ojos azules, mientras que la otra era rubia de orbes castaños anaranjados. Y sus facciones no saltaban a la vista como hermanas.
—Su-sus padres deben de ser polos opuestos. Ustedes n-no se parecen mucho, je. —Algo hizo "tic" en la cabeza de Ranko, y su rostro enrojeció de golpe.
"Oh, no. Una de ellas es adoptada. ¡AAAH, RANKO! ¡Acabas de echar a perder a una familia por tu indiscreción! A menos que ambas sean adoptadas, entonces posiblemente ya lo sepan. ¡O peor! ¡Uno de sus padres fue infiel! ¡AAAAH! ¡Qué horrible enterarse por parte de una casi-desconocida en tierras lejanas! ¡Lo siento tanto, Hana-san!"
—Ah… L-lo s-s-siento, no qui-quise ser indiscreta… —Agitó la mano, como queriendo borrar lo que había dicho.
¿Qué podía hacer Hana? Aparte de avergonzarse de su hermana. Por suerte era lo suficientemente cobarde para soltar el arma de inmediato al ver a Ranko, que podría haberla mandado detrás del tronco volador de una patada en vez de pararse a preguntar. Se llevó una mano a la cara para acariciarse los ojos cerrados y después bajarla lentamente.
—Su-sus padres deben de ser polos opuestos. Ustedes n-no se parecen mucho, je.
Ranko no tardó en arrepentirse de sus propias palabras y rectificar.
—Ah… L-lo s-s-siento, no qui-quise ser indiscreta…
En ese aspecto le recordaba a sí misma, teniendo que disculparse a menudo por soltar lo primero que le venía a la cabeza. No esta vez, tenía que contener cada palabra que quería salir y decirle a Ren que si estaba tonta o qué le pasaba, paseandose con la katana desenvainada y brillando. ¿Y cómo que brillaba? ¡Nunca le había dicho que pudiese hacer tal cosa! ¡Ella también quería que su espada brillase!
— Es que... no somos hermanas de sangre. Nos conocimos, teníamos el mismo apellido, ninguna de las dos tenía familia y decidimos apoyarnos entre nosotras. ¿Verdad, Ren-chan — se acercó a ella para pasarle el brazo por la cintura y estrecharla en un abrazo lateral. — Es un poco despreocupada, espero disculpes el susto que te ha dado, Ranko-chan.
Tuvo que reunir cada ápice de voluntad para decir despreocupada en vez de idiota. Si llega a pasarle algo por hacer la tonta, tendría que haber pasado aún más tiempo en el hospital para vigilar que no se clavase su propia katana sin querer, la muy lerda.
Pero Hana no había pasado por alto los momentos en que la expresión de Ranko se endurecía y se llevaba la mano al abdomen.
— ¿Estás bien, Ranko-chan? Te noto... dolorida.
Hacía muy poco de los combates, de hecho, era posible que Ranko estuviese saltandose su merecido descanso. Entonces tendría que tomar cartas en el asunto y mandarla a la cama... no sabía exactamente como, pero lo haría. ¿Tal vez podía ir a buscar a Daigo-san?
20/06/2020, 15:22 (Última modificación: 20/06/2020, 15:22 por Himura Ren.)
—Ah… L-lo s-s-siento, no qui-quise ser indiscreta…
— No te preocupes, no pasa nada — comentó con un suave tono mientras agitaba una de sus manos de arriba abajo; aquello era una reacción más que normal. Agradeciendo el gesto de la kusajin, se ayudó para volver a ponerse en pie y retomar la compostura, y guardo su arma en la vaina; quitándose de paso aquella estúpida capa que había usado junto a la máscara de varios agujeros.
— Es que... no somos hermanas de sangre. Nos conocimos, teníamos el mismo apellido, ninguna de las dos tenía familia y decidimos apoyarnos entre nosotras. ¿Verdad, Ren-chan — Ren asintió con una sonrisa, e intento hablar para disculparse por la estupidez que había comentado; pero cuando sintió la mano de Hana sobre su cintura, solo pudo girar su cabeza hacia ella completamente sorprendida ¿¡Y esa confianza!? Que no es que le molestara ni nada por el estilo, al contrario, le agradaba mucho. — Es un poco despreocupada, espero disculpes el susto que te ha dado, Ranko-chan.
— S-S-S-Siento l-l-lo s-sucedido... — dijo acariciándose uno de los hombros con el brazo opuesto completamente avergonzada y desviando la mirada a otro lado, deseando ocultarse bajo tierra.
—Oh —Un par de huérfanas volviéndose hermanas por voluntad para afrontar el futuro se le hacía de lo más inspirador. Les sonrió cálidamente —. Qué lindo.
Hana entonces abrazó a Ren. Se notaba algo bastante natural en la rubia, pero la morena se miraba algo nerviosa o apenada, y hasta su voz se partió un poco.
—N-no te preocupes, Ren-san. La-lamento haber reaccionado así.
Se inclinó de nuevo, presintiendo un eterno ciclo de "perdón/no, perdóname a mí". Pero al inclinarse, el vientre le dio otra punzada de dolor. Y Hana lo notó.
—Ah… Y-yo… E-es la herida que me hizo Sasaki Reiji-san —Se talló el lado derecho del abdomen —. Según los doctores e-está bien, pero… Pero sigue doliendo.
La mirada de Ranko se ensombreció un instante y bajó al suelo. No tenía sentido mentir y decir que "estaba bien" si la Uzujin ya notaba que no era así.
—Me alegra q-q-que Hana-san haya logrado e-encontrar el camino a casa ese día en el bosque —dijo, intentando alejar el tema de ella misma. Sentía que se inundaría de vergüenza si comenzaba a hablar de su desempeño en el torneo —. ¿Q-qué ha sido de Hana-san de-desde entonces?
—Ah… Y-yo… E-es la herida que me hizo Sasaki Reiji-san . Según los doctores e-está bien, pero… Pero sigue doliendo.
— Oh, vaya, así que a ti también te dio un buen tajo. — dijo empatizando bastante con la kusajin
Hana se levantó un poco la falda y el pantalon para enseñar una cicatriz de color rosado que le atravesaba el muslo. No le dolía, pero la pierna aún le hacia cosas raras, molestias en momentos puntuales y se le solía cansar antes que la sana.
—Me alegra q-q-que Hana-san haya logrado e-encontrar el camino a casa ese día en el bosque. ¿Q-qué ha sido de Hana-san de-desde entonces?
A Hana le sonaba raro que le hablasen en tercera persona estando presente, pero si a Ranko le resultaba más comodo o natural hablar así, no iba a ser Hana la que le dijese que la tratase de tú. Aunque algo le decía que si se refería a Ren así, algo le soltaría.
— Estoy bien, he estado bien, no he visto... nada más desde ese día en el bosque. — no sabía si Ranko había sacado a relucir eso como codigo para que Hana le dijese si le había estado persiguiendo el fantasma de Kiyoshi.
Se giró a Ren esta vez, que seguramente no entendía qué hablaban, mejor aclararselo antes de que preguntase.
— Ren, te acuerdas lo que te conté de que había visto un fantasma. Pues fue en un bosque, con Ranko-chan y Daigo-san, y ella te puede confirmar que sí que existen y que sí que lo vimos. ¿A que sí, Ranko-chan?
20/06/2020, 17:32 (Última modificación: 20/06/2020, 17:33 por Himura Ren.)
Sonrió suavemente a Ranko cuando volvió a disculparse, si seguían así jamas acabaría ese ciclo, por lo que mejor dejarlo estar.
— Oh, vaya, así que a ti también te dio un buen tajo. — acto seguido, la rubia mostró una cicatriz a lo largo de su pierna.
Ya no era uno, si no dos personas que conocía que se habían enfrentado a Reiji. Realmente parecía ser bastante habilidoso, ella apenas había podido tocar a Hana en su combate, salvo porque consiguió engañarla y poco más; y Ranko por su parte, tras ver como lanzaba un trozo de arbol con relativa facilidad por encima de su cabeza, estaba claro que era una adversaria temible. «Oh, es verdad. Tal vez fue Ranko con la que se enfrentó Takumi; la que dejó su marioneta reducida a astillas» Pero... ¿Y todo eso donde la colocaba a ella? A la que, teniendo en cuenta los abandonos, había quedado última, y no en sexto lugar.
—Me alegra q-q-que Hana-san haya logrado e-encontrar el camino a casa ese día en el bosque. ¿Q-qué ha sido de Hana-san de-desde entonces?
— Estoy bien, he estado bien, no he visto... nada más desde ese día en el bosque. — no sabía si Ranko había sacado a relucir eso como codigo para que Hana le dijese si le había estado persiguiendo el fantasma de Kiyoshi.
— Ren, te acuerdas lo que te conté de que había visto un fantasma. Pues fue en un bosque, con Ranko-chan y Daigo-san, y ella te puede confirmar que sí que existen y que sí que lo vimos. ¿A qué sí, Ranko-chan?
Y entonces volvió a aparecer aquel tema sobre fantasmas; la última vez estaba bastante oscuro y Ren muy sensible, pero bajo la luz del sol ella se sentía más confiada. Pese a que cuando la oscuridad bañaba la tierra, junto a la escasa luz de las estrellas y la luna, esta se volviera mucho más asustadiza y delicada.
— D-Deja ese tema ya — añadió con una risa nerviosa.
20/06/2020, 18:43 (Última modificación: 20/06/2020, 18:43 por Sagiso Ranko.)
Hana le mostró el muslo a Ranko, dejando a la vista un corte autoría también de Reiji. Ella se habría enfrentado al espadachín en las semifinales. Un escalofrío recorrió su nuca, y el dolor se intensificó por una fracción de segundo.
«"No caigas"»
—Reiji-san es… m-muy hábil con la espada. Mi arte es… —Su voz se tornó bastante queda por un instante —. Inferior.
La rubia aceptó el cambio de tema, y dijo que no había visto más fantasmas forestales desde entonces. Ranko sonrió en lo que la Uzujin contaba la experiencia, y en lo que Ren se apresuraba a dejar el tópico atrás.
—Bu-bueno… Creo que un fantasma es la mejor… ahm… la mejor explicación que pudimos encontrar… P-pero fue uno muy amable, y-y realmente nos ayudó —La de la trenza recordó cómo Daigo y Ranko habían resistido a creer en lo sobrenatural, y como Hana le había inspirado a mantenerse firme para no alterarla más —. No hubo nada qué temer al fin… A-aunque Hana-san estaba tan asustada que no soltaba mi mano.
Ranko soltó una risita por lo bajo, y el dolor de su vientre desapareció, al menos por el momento.
Iba a decirle a Ranko que no pasaba nada, que Reiji les había ganado a todos, por eso había quedado primero. Iba a decirle a Ren que ya dejaba el tema que tan nerviosa le ponía, pero la misma Ranko tenía otros planes. Le contó a su hermana que el fantasma fue muy amable y las ayudó, pero también otra cosa adicional.
— No hubo nada qué temer al fin… A-aunque Hana-san estaba tan asustada que no soltaba mi mano.
La nombrada se acaloró de golpe, apareciendole un brillo carmesí en las mejillas. Abrió la boca para defenderse de tales acusaciones. Quiso decir que eran mentira... pero eran verdad.
— Bu-bueno, fue hace mucho tiempo. Ahora ya no soy tan asustadiza. — se irguió e infló el pecho orgullosa.
Aunque era tan asustadiza como aquel día. Puede que más fuerte, puede que más lista, mejor con el chakra y todo lo demás. Pero exactamente tan asustadiza e insegura como aquel día. Solo esperaba que Ren estuviese mirando las mariposas y tapandose los oidos, no quería que ella pensase que en cuanto pasaban cosas sobrenaturales iba ocultandose detrás de la primera kunoichi que se le cruzaba.
Pero Ranko parecía seguir físicamente molesta todavía, y no parecía querer ceder ante el hecho de tener que descansar. Tampoco era un mal lugar donde estaban y todas parecían tener algo de lo que hablar.
— B-Bueno, debes estar exhausta de todas formas tras tanto entrenar — comentó mirando a Ranko; y desviando el tema de los fantasmas, que no hacia más que ponerle aún más nerviosa, no quería conocer los detalles de la aventura que habían vivido.
Realmente no tenía motivos para tener miedo de ellos; en Amegakure las historias de terror serian tan habituales como en cualquier otra parte del mundo; aunque a su manera. Hombres-cocodrilo que andaban por los niveles más bajos de la ciudad, Dioses de los Truenos y los Rayos que luchaban a muerte durante las tormentas... Seguramente todo el mundo tenía miedo de alguna historia inventada o no; pero en cualquier caso, como le dijo Roga en aquella ocasión en la biblioteca; "Las leyendas se forjan porque existe una verdad detrás de ellas".