Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Pese a que sabía que era su deber compartir aquella información con el Uzukage, Akame no pudo evitar arrugar el rostro cuando Hanabi le pidió escuchar los detalles sobre Uzume, la técnica de la Diosa del Amanecer. Hanabi se quejaba de que el jōnin le ocultaba demasiadas cosas, pero es que sencillamente, guardar secretos estaba programado en lo más profundo de la personalidad de aquel muchacho. A veces, ni siquiera lo hacía conscientemente, sino que una voz en su subconsciente le convencía de que era mejor callar mucho y decir poco.
En aquel momento, iba a tener que bajarse los pantalones. Todavía en pie, Akame reflexionó unos instantes y luego escupió los detalles de la técnica de su Mangekyō Izquierdo.
—Es el jutsu oculto de mi Mangekyō Sharingan, Uzume. Con esta técnica puedo, bueno, ya lo ha visto usted... Teletransportarme a otro lugar, solo o acompañado. Cuanta más gente quiera llevar conmigo, más chakra necesito gastar. Y también tengo que mantener contacto físico directo en el momento del "salto" —confirmó—. Aunque... Tiene una restricción. Necesito saber bien a dónde voy, debe ser un lugar en el que ya haya estado o que conozca muy bien.
»Cuando la jinchuuriki de Ame perdió el control, la teletransporté a las Planicies porque fue el sitio más vacío que se me ocurrió.
Calló entonces. Se sentía desnudo, despojado de la exclusividad del conocimiento sobre aquella técnica —Datsue no contaba—.
Sabía que tanto Datsue como Akame le habían estado ocultando información, de una índole o de otra. Pero por la expresión del jounin, parecía que había sido un tiempo largo guardándose ese jutsu bajo la manga. Lo que dejaba claro que si no hubiese sido porque Hanabi había visto por sí mismo el jutsu, el cual quedaba claro que habían usado anteriormente para traer a Datsue a las puertas de la villa, no le hubiera dicho ni media.
— Akame, ¿cuanto hace que posees esta habilidad?
Estaba serio, de nuevo. Todo el asunto de los Hermanos del Desierto empezaba a rozar lo absurdo, parecían completamente dispuestos a ocultarle tanta información como pudiesen, y ahí estaba Akame, con la expresión de haber vendido un secreto valioso al enemigo. Cuando estaba hablando con su kage. El líder de su villa, a quien debía, por lo menos, un mínimo de respeto y confianza.
Sin embargo, la palabra confianza empezaba a ser rara, incluso ajena, para el Uzukage. Las villas no confiaban en Uzushiogakure, sus propios shinobis no confiaban en Uzushiogakure, ¿entonces en qué debía confiar él?
12/09/2018, 20:14 (Última modificación: 12/09/2018, 20:15 por Uchiha Akame. Editado 2 veces en total.)
Por la expresión del Uzukage, podía deducirse sin temor a error que estaba sumamente disgustado con la situación. Akame podía entenderlo y tampoco se consideraba culpable, a partes iguales. «¿Qué demonios quería que hiciese? ¿Vienen ninjas todos los días con una lista de las técnicas que han aprendido recientemente?»
Sin embargo, ni dijo nada ni le apartó la mirada. La relación de los Hermanos del Desierto con los Kages del Remolino no siempre había sido la mejor, por avatares del destino, pero él ya había visto que Hanabi se había jugado el tipo por ellos ante Ame y Kusa. Lo mínimo que podía hacer era corresponderle. El jōnin no era bueno con las palabras, no se le daban bien expresar sus emociones ni tampoco soltar largos discursos como Datsue. Más bien era una persona a la que había que sacarle las frases con sacacorchos.
Y ahora se estaba viendo obligado a hablar de aquello que guardaba con tanto celo; su Kekkei Genkai.
—No sabría decirle exactamente, Hanabi-sama —se sinceró, y no había falsedad en su voz—. He estado pensando en ello mucho tiempo, y creo que... Creo que mi Mangekyō Sharingan despertó cuando Uzumaki Zoku me selló la mitad del Ichibi.
Inconscientemente se llevó una mano al estómago. Era un jōnin. Tenía que dar un paso al frente, coger el toro por los cuernos, dar la cara. No podía quedarse allí, como un perrillo apaleado, esperando la clemencia de su Uzukage.
—Esta técnica es extremadamente compleja, Uzukage-sama. Antes del incidente con Datsue nunca había llegado a usarla. No es como cualquier otra técnica, no la he "aprendido" de ningún libro, ni con la práctica... Simplemente está ahí. Es como si supiera usarla tanto como sé respirar.
Entonces calló durante unos momentos. Y decidió hacer lo correcto.
—También hay otra técnica que he desarrollado hace poco. Un jutsu de interrogación —aseguró, con la mirada clavada en su mandatario—. Es un derivado del Genjutsu ocular del Clan Uchiha. Si consigo romper la voluntad del objetivo, puedo obligarle a revivir vivencias, como si se tratara de un sueño lúcido.
»Llegado el momento, podría usarla contra Amedama Daruu para averiguar cómo es capaz de teletransportarse dentro de Uzushiogakure.
13/09/2018, 16:36 (Última modificación: 13/09/2018, 16:45 por Inuzuka Nabi. Editado 2 veces en total.)
— He estado pensando en ello mucho tiempo, y creo que... Creo que mi Mangekyō Sharingan despertó cuando Uzumaki Zoku me selló la mitad del Ichibi.
Hanabi no pudo hacer otra cosa que frotarse los ojos, intentando disipar el cansancio y la agonia que sufría interiormente. Zoku se había encargado personalmente de hacer a esos muchachos tan exageradamente poderosos como había podido. Ya había decidido confiar en ellos costase lo que costase y lo estaban poniendo a prueba desde el primer momento.
»Llegado el momento, podría usarla contra Amedama Daruu para averiguar cómo es capaz de teletransportarse dentro de Uzushiogakure.
— Es un poco tarde para todo eso, si Datsue nos hubiese avisado en su momento de todo esto. Akame, ¿qué sabías tú sobre Amedama Daruu cuando me lo trajiste esposado? ¿Por qué le esposaste?
El jōnin arrugó un momento el rostro, aunque pronto recuperó la formalidad. Sentía que su Uzukage le estaba cuestionando, y eso para él era algo totalmente nuevo. Pese a que llevaba algún tiempo siendo un ninja de alto rango, aquella era la primera vez que tenía que responsabilizarse directamente de una decisión tomada; de genin, todo lo que había que hacer era seguir órdenes. Nadie te pedía que asumieras el alcance de tus actos.
Ahora bien, el Uchiha entendía que eso había cambiado. Y estaba dispuesto a enfrentarse a las consecuencias de su decisión.
—La jinchuuriki de Ame se había descontrolado, al teletransportarnos yo había perdido todo contacto con los nuestros en el Estadio e ignoraba completamente lo que pudiera estar pasando allí. Aquella... Aquella niña estuvo a punto de provocar una masacre, Hanabi-sama —comenzó a argumentar—. Si no hubiera sido por Datsue-kun, habrían muerto decenas de espectadores. Las consecuencias diplomáticas de aquello eran imprevisibles.
Akame paró un momento. No estaba acostumbrado a hablar tanto, y tan seguido.
—[color=khaki]Cuando por fin logramos contener a la jinchuuriki, Amedama prentedía llevársela. Probablemente a su Aldea, dado que es capaz de teletransportarse también —aventuró el jōnin—. No podía dejarles ir, sin más. Incluso aunque todo hubiese terminado de forma pacífica, me pareció una irresponsabilidad y totalmente contra los intereses de Uzushiogakure el permitirles marcharse.
Sus ojos se ensombrecieron un momento.
—Conozco a Amedama Daruu, Hanabi-sama. Ayame es su... Amada, por así decirlo. Ya ha visto cómo se puso, no tardó en hacer interpretaciones oscuras sobre lo ocurrido y en acusarme de querer secuestrarles —recordó, con una mezcla de decepción y frustración—. En ningún momento le amenacé ni tuvo motivos para temer por su vida, o por la de Ayame. Pero, tal y como sospechaba, él nunca hubiera dejado que me llevara a la jinchuuriki. Era demasiado arriesgado dejarle en libertad en ese momento.
»Opté por la precaución. Esta gente había expuesto deliberadamente a un jinchuuriki inestable al Examen, con todo el estrés y castigo físico y mental que eso implica... Llegados a aquel punto, tenía que esperarme cualquier cosa.
— Entiendo tu precaución, Akame, a pesar de que no le registraras por si llevaba armas, un error que te podría haber costado la vida. Confío en tu palabra y fui testigo de la actitud del muchacho, tan mal hablado e histérico como su kage. Supongo que en cuanto pise Amegakure recibirá los más altos honores por parte de Yui.
Volvió a masajearse los ojos, el cansancio empezaba a pasarle mucho más factura de la que podía posponer para final de mes. La cabeza empezaba a embotellarsele de tanta información nueva que intentaba procesar, el día no había sido nada fácil.
— Voy a intentar ser breve porque me estoy alargando demasiado. Lo que quería preguntarte es ¿crees que el amejin podría usar una técnica parecida a la tuya? Con alguna triquiñuela para poder usar vuestro Kekkei Genkai. Y una cosa que te quería pedir relacionada con Datsue.
Hizo una pequeña pausa, sabiendo que Akame y Datsue eran hermanos tenía que exponerlo de forma suave, que no sonase mal.
— Necesito que le eches un ojo. Creo sinceramente que ha madurado desde el último incidente, quiero confiar en que así ha sido. Su actuación en el examen ha sido ejemplar, se ha ganado el ascenso dignamente. Pero ese no es el problema, el problema es que la situación internacional está que echa chispas, y Datsue puede ser algo... intrépido. Puede que se cruce con un amejin o un kusajin y decida hacer de las suyas. Si eso pasa, quiero que le detengas, si puedes, o me informes, si ya es tarde.
»No por mi ni por la villa, sino por él. Sin duda alguna, una de sus jugarretas sería un desencadenante perfecto para una guerra a escala mundial y lo único que espero es que no os pille a ninguno de vosotros en el punto de mira. Y Datsue ya tiene sobre sí a Yui, media Amegakure y, por lo que pude ver, a una buena parte de Kusagakure.
A Hanabi le estaba costando horrores formularle esa petición a Akame.
— No voy a ordenarte algo así, y por Shiona-sama que espero que no haga falta que hagas nada, pero como Uzukage tengo la obligación de protegeros y sé que tú eres el que mejor puede proteger a Datsue.
Los había ascendido a ambos, de buena fe, y Datsue se la había jugado, semanas después tuvo que degradarlo, pidiéndole que recapacitase sobre sus actos, y Datsue se la había jugado, apenas días más tarde apareció descontrolado, dejando manco a uno de sus mejores shinobi y dejando en coma a otro, que además resultaba ser el otro jinchuriki. Con ese historial, se sentía en la necesidad de tomar todas las precauciones posibles.
El jōnin enrojeció y agachó la cabeza cuando su mandatario recalcó aquella puntual falta de atención que casi le había valido un ticket exprés al Corral de los Quietos. Diligente, y verdaderamente tan arrepentido como avergonzado, Akame se activó como un resorte y realizó una ligera inclinación de cabeza.
—Un error imperdonable, Hanabi-sama. No volverá a ocurrir —aseguró, con un hilo de voz—. En cuanto a la técnica de ese amejin...
Akame había estado pensando en ello varias veces durante su guardia a las puertas del Edificio. Analítico y racional como solía ser, su mente enumeraba uno a uno los hechos de los que tenía constancia, recopilando toda la información cierta —y algunas suposiciones— sobre aquella técnica de Daruu tan endemoniadamente poderosa.
—Amedama Daruu poseía el Byakugan. Parece haberlo perdido, por alguna razón, pero si su técnica de teletransporte estuviese relacionada con su Kekkei Genkai, entonces no debería poder utilizarla tras perder sus ojos —el jōnin comenzó su exposición—. Ciertamente ese jutsu se parece bastante a Uzume. Lo que sé hasta ahora de esta técnica es que necesita de sellos y... De contacto físico.
»¿Recuerda que el chico se lanzó en plancha hacia la jinchuuriki descontrolada? Creo que Amedama Daruu tuvo la misma idea que yo; llevarse a Ayame lejos del Estadio. ¿Si pudiera teletransportarse, a él y a otros, sin necesidad de contacto físico... Por qué haría algo así? Fue una maniobra casi suicida.
Akame se llevó una mano al mentón, pensativo.
—Ah, pero su técnica falló. No funcionó, usted lo vió, ¿verdad? Incluso sin el Sharingan, un halo de chakra les rodeó a él y a la jinchuuriki cuando terminó los sellos, pero no sucedió nada. El propio Amedama parecía sorprendido, se quedó paralizado, ahí, frente a la bestia... Como si no se lo esperase.
»Creo que es seguro afirmar que su técnica no le permite teletransportarse a donde quiera y cuando quiera. De lo contrario, no habría fallado. Sabemos, entonces, que hay más condiciones que deben cumplirse además de realizar los sellos y tocar a quien se quiera llevar consigo para que este jutsu funcione.
El jōnin se cruzó de brazos y bajó la mirada al escritorio, sumido en sus pensamientos.
—Entonces, ¿por qué no ejecutó bien la técnica? ¿Puede que fuese por que todavía no la domina? —negó con la cabeza—. No, no tiene sentido. Datsue-kun afirma que se teletransportaron desde el Círculo de Rocas Ancestrales a algún punto cercano a la Ciudad Fantasma, y desde allí al embarcadero de nuestra propia Aldea.
»No sé a usted, pero a mí me parece una proeza demasiado difícil de realizar por un inexperto. Pero, entonces, si él maneja a la perfección su técnica... ¿Por qué falló? Sólo puedo pensar que fue a causa de que uno, o varios, de los requisitos adicionales del jutsu no se cumplieron... Y él no tenía forma de saber que fallaría.
El Uchiha descruzó los brazos y miró directamente a su Uzukage.
—El Círculo de Rocas Ancestrales, un lugar cercano a la Ciudad Fantasma, y nuestro propio embarcadero. Tenemos los tres lugares a los que... —se interrumpió entonces para corregirse—. No, dos lugares. Según dijo Datsue-kun, no se teletransportaron al Círculo, sino al embarcadero. Entonces, tenemos dos lugares a los que sabemos que puede saltar.
»No es mucho, pero es cuanto puedo darle, Hanabi-sama.
Luego el Uzukage prosiguió su conversación por ciertos derroteros que, para ser sinceros, no extrañaron nada al Uchiha. Él mismo había tenido aquella clase de preocupaciones acerca de su compañero en la dupla de los Hermanos del Desierto, y sólo podía imaginarse que alguien como Datsue te daba más problemas cuanto más alto ascendías. Así, escuchó con atención lo que le decía el Sarutobi y sólo cuando este acabó, el jōnin respondió con aire diligente y otra leve inclinación de cabeza.
—Descuide, Hanabi-sama, le mantendré vigilado —aseguró—. Comparto su preocupación sobre la falta de cautela de Datsue-kun... Aunque espero que los recientes acontecimientos le hayan disuadido de su loco empeño.
Akame cedió a la presión de Hanabi, soltando toda la información que poseía y todas las especulaciones que había hecho. Pero todo aquello no añadía más que confusión a todo el asunto. El Uzukage esperaba que realmente fuese un Fuinjutsu, encontrasen un sello y se pudiese quedar tranquilo, pero por lo que contaba Akame, no parecía tan sencillo.
— No creo que sea bueno teorizar en tanta profundidad, Akame. Sin duda, cualquier pista que saquemos de las acciones de Amedama en presencia de Datsue podrían ser una pista falsa, colocada ahí para que llegado este momento, nos engañásemos a nosotros mismos. Hasta que no obtengamos más información, será mejor dejar de teorizar. Yo mismo he caído en ese error al pensar que era un Fuinjutsu, pero es que si no lo es...
»Sobre por qué no le funcionó la técnica, hay muchos factores, podría haber sido el estrés, el chakra del bijuu, incluso que se equivocase en un sello. En cualquier caso, lo mejor será preguntarle a él directamente, si volvemos a tener la ocasión. Ahora ve a la costa y ayuda a Datsue a encontrar el sitio y registrarlo. Tampoco os obcequéis, que todos nos hemos ganado un descanso hoy.
Se levantó e hizo ademán de acompañar a Akame hasta la puerta ya que él también debía bajar para dirigirse a la sala de reuniones.
La facilidad con la que el Uzukage tiró por el retrete todas sus deducciones y conjeturas sobre el jutsu secreto de Amedama Daruu cayó sobre Akame como un jarro de agua fría. Y ni siquiera eso le hacía justicia; fría, repleta de cubitos de hielo y makabishi electrificados. «¿Pero qué demonios...?» A ojos del jōnin, él acababa de hacer una disertación —sí, con algunas conjeturas— cargada de deducciones con una base bastante sólida, y Hanabi simplemente la había descartado sin prestarle ni un segundo de atención.
Entre sorprendido y profundamente indignado —no había cosa que molestara más a Uchiha Akame que un desprecio a su trabajo, y aquello en cierta forma lo era—, el jōnin se limitó a asentir con una reverencia y un quedo "sí, Hanabi-sama".
«¿Acaso no le interesa averiguarlo?»
Durante toda aquella conversación, el Uzukage se había comportado de forma realmente extraña. Primero, pidiéndole —otra vez— explicaciones sobre la decisión que había tomado en las Planicies del Silencio. Luego, ordenándole veladamente que vigilara a Datsue, su Hermano. Y ahora, exigiendo saber cuánto conocía Akame acerca de la técnica de aquel amejin para justo después tirar todo un razonamiento bien estructurado a la basura.
«Algo no encaja aquí...»
Akame ignoró el olor a chamusquina por el momento y se limitó a seguir, diligente, a su gobernante. Una vez en la puerta, se despidió con otra respetuosa inclinación de cabeza y emprendió el descenso hacia la puerta de salida, mientras seguía dándole vueltas a lo ocurrido en aquel despacho. Incluso se había guardado para sí cierto tema del que, en principio, había querido hablar con Hanabi...
Cuando llegó abajo, se despidió de los ninjas que había por allí con un genérico "buenas noches" y puso rumbo hacia el embarcadero de la Villa.
Cuatro Datsues buscaban como locos un sello de fuuinjutsu, desesperados. Lo malo era que había sellos y sellos, y ni mucho menos eran todos iguales. Los suyos de rastreo, por ejemplo, eran invisibles a simple vista, y solo cuando hacía uso de ellos cobraban color y tomaban la forma del Kanji del Norte (北). Los que ponía para atraer un ninjutsu, por otra parte, formaban el kanji del elemento atraído. Sus sellos-brújula, como su propio nombre indicaba, dibujaban una brújula en la piel. Y podía seguir así hasta hartarse.
En definitiva, no sabía qué estaba buscando exactamente.
La luz —o la falta de ella, más bien—, tampoco ayudaba. El sol hacía tiempo había huido de Oonindo para dejarles solos con una luna empachada.
—Fue aquí. Justamente aquí —señaló un Datsue tras diez minutos dando vueltas.
—¿Seguro? ¿No fue en aquel muelle? —preguntó otro, en voz alta y a cierta distancia.
—Que no, hostia. Era al final de este muelle. Justo donde estaba pescando aquel viejo malhumorado. ¡No hay duda!
—Sí, ¡tiene razón! —añadió un tercero, que llegó corriendo—. El otro muelle es al que se fue nadando tras rechazar nuestra ayuda. ¡Lo recuerdo!
—Bien, pues… —murmuró el Datsue real, metiéndose en la conversación—. ¡A buscar, coño!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Akame llegó al embarcadero de Uzushiogakure justo para presenciar la discusión entre los cuatro Datsues. Como era de esperarse, si uno sólo de ellos ya era capaz de formar un alboroto demencial, el vocerío provocado por el cuarteto de Hermanos del Desierto llegaba hasta el principio de la calle que conectaba el muelle con la Aldea. El jōnin se aproximó a paso tranquilo —estaba hecho mierda a aquellas horas de la noche después de un día muy movido—, renqueando cada vez que el corte que tenía al costado le provocaba un pinchazo de dolor.
—Datsue —llamó, como si allí tan sólo hubiera una persona capaz de responder a ese nombre. El Sharingan brillaba en su mirada—. ¿Algo?
Akame estaba más lacónico que de costumbre, y por una buena razón. Por si el cansancio y la herida sufrida no fuesen suficientes, además llevaba dándole vueltas a ciertos pensamientos incómodos desde que había salido del despacho de Hanabi.
Los cuatro Datsues giraron la cabeza como un perrito cuando su amo les llama.
—¡¡¡¡AKAME!!! ¡¡¡¡A BUENAS HORAS!!! —gritó a la vez el cuarteto.
Uno de ellos se adelantó.
—Nada toda…
—¿Qué te quería Hana…?
—No nos vendría mal…
—¡Qué os calléis, hostia! —acabó rugiendo el cuarto, viendo que sus clones no paraban de hablar a la vez y atosigar a su Hermano con decenas de preguntas. Cortó por lo sano y deshizo los Kage Bunshins—. Usa esa técnica tuya de la canica de fuego, que veo menos que un kusajin fumado —le pidió.
»Si hay algún tipo de sello, debería estar por aquí —indicó a su Hermano.
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16/09/2018, 16:18 (Última modificación: 16/09/2018, 17:46 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
A pesar de que estaba agotado, el jōnin no pudo evitar soltar una carcajada ante la reacción de los cuatro Datsues. Tras la desaparición de tres de ellos, el original le pidió algo de luz, y él correspondió. Chasqueando los dedos, una pequeña canica incandescente apareció levitando a su alrededor, iluminando los alrededores como si se tratase de un pequeño Sol en miniatura.
—¿Recuerdas donde fue exactamente que aparecísteis? —quiso saber el jōnin—. La verdad es que estamos jodidos, podría ser cualquier cosa, ni siquiera sabemos si esa técnica suya deja algún rastro.
Akame se cruzó de brazos.
—Lo que sí se es que... —se mordió la lengua. Y recordó cuando uno de los hombres de Zoku les había escuchado criticar a Uzumaki Gouna a bordo de aquel barco camino al Torneo. «Uchiha Akame no tropieza dos veces con la misma piedra»—. Esa técnica necesita de varios requisitos para ejecutarse.
El jōnin procedió entonces a relatarle a su compadre la misma exposición que había hecho en el despacho de Hanabi, esperando —ahora sí— que tuviera una mejor acogida.
—Así que, de hecho, me inclino a pensar que hay algo más en ese jutsu. Alguna razón por la que Daruu pudo teletransportarse contigo aquí, y no a otro lugar durante el incidente en el Estadio. ¿Pero qué...?
Datsue oyó, atento como un kusajin en clases de agricultura, la clase magistral de Akame de cómo desmenuzar una técnica. La partió de arriba abajo, la abrió en canal y fue sacándole todos y cada uno de sus órganos como un forense avezado. Los examinó en detalle, uno a uno, y realizó un teorema de cómo no podían funcionar por separado.
El Uchiha siempre se había considerado alguien inteligente —irreflexivo, pero inteligente—, pero Akame jugaba, simplemente, en otra liga. Especialmente cuando se trataba de pura lógica.
—Me dejas impresionado, Akame. Sabes que yo soy más de destruir teorías que de crearlas, pero en este caso… —se llevó una mano al mentón, pensativo—. En este caso creo que no encontrarle ni un punto débil.
Y eso era bueno. Muy bueno.
—¿Se lo contaste a Hanabi? ¿Qué opina él? —preguntó, intrigado por una tercera voz más experimentada—. Esto que me estás diciendo coincide con su teoría de que sea un fuuinjutsu. Quizá sus sellos tengan fecha de caducidad, como los míos de rastreo, y no lo supiese. —Aquello explicaría su sorpresa al no funcionarle la técnica—. O quizá… alguien rompiese ese sello. —No se le ocurrían más opciones.
»Pero hay un problema, Akame, y uno de los gordos —continuó—. Si realmente es por fuuinjutsu, el sello podría tener cualquier forma. Es más, podría hasta ser invisible, como mis sellos de rastreo —chasqueó la lengua, irritado. Si hubiese contado a su Hermano el poder de Daruu con antelación, nada de aquello hubiese pasado. Pero estaban que ni se hablaban por aquel entonces, tras el desafortunado incidente en el Valle del Fin, y aquello le había frenado de ir a contarle nada.
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El aludido tomó aquel halago que Datsue le ofrecía con la cautela con la que un niño aceptaría chucherías de un desconocido. Lo saboreó. De vez en cuando, hasta a alguien tan duro como El Profesional le gustaba que le dijeran "buen trabajo", o "gran razonamiento". Sin embargo, aquella sensación se le agrió en cuanto Datsue le preguntó qué pensaba el Uzukage de todo aquello. Akame se forzó a recordar que un Kage, en Uzu, tenía oídos por todas partes.
—Sí, le expuse mi razonamiento —dijo, lacónico, para luego añadir tras un carraspeo—. No parecía muy interesado. "No es bueno teorizar tanto", según él.
Pese a todo, era evidente el sombrío tono que el jōnin acababa de usar.
—No sé si se tratará de Fuuinjutsu, o es un Ninjutsu extremadamente avanzado. Pero está claro que tiene limitaciones —aseveró el Uchiha—. Bueno, entonces, ¿es aquí? Al menos deberíamos dar una pasada, incluso aunque sea extremadamente poco probable que no encontremos nada.
El jōnin observó los alrededores con ayuda del fulgor que emitía su Linterna Resplandeciente. A priori, no había nada respecialmente reseñable; «lo mejor será acotar el área de búsqueda e ir ampliando poco a poco...»
—Compadre, ¿podrías ponerte exactamente en el lugar donde apareciste? —pediría el mayor de los Hermanos del Desierto.
Una vez Datsue lo hiciera, Akame sacaría su bobina de hilo y trazaría un círculo alrededor de su compadre, soltando cable mientras caminaba. Al final, el sedal acabaría delimitando una zona circular de unos cuatro metros de radio, con Datsue en su centro.
—Será mejor que empecemos a buscar dentro de esta acotación. Apuntemos cualquier cosa, cualquiera, que resalte siquiera un poco.