— Oh, ¡Minami-san! Disculpeme, no la había reconocido. — hizo una leve reverencia con la cabeza. —He visto muchas cosas durante mis años de oficio. Siempre se oyen cosas, a veces se ven cosas, la niebla es muy traicionera.

La anciana suspiró, agotada.

— Una cosa puede tener por segura. Si los difuntos no estaban agitados cuando se inicio el rumor, ahora lo estarán.

Tras una breve despedida por parte de la anciana, volvería a sus quehaceres mientras la chica y su sirvienta se adentraban en el camino que entraba en el cementerio. Ambas parecieron dejarle algo de espacio a las kunoichis, que estaban enfrascadas en su propia conversación.

— No deberías haber traido a nadie, podía yo sola.

— Sabe que es peligroso, si pasa cualquier cosa estará más segura.

— Pero si ni siquiera están investigando. — refunfuñó mientras miraba a las kunoichis que se habían quedado rezagadas.

— Si bueno, me estuvo tirando un rato los trastos, al parecer — rio ligeramente.

Parece que Ren no era la única que había confundido a Kimi con otra persona, y eso en parte le alivió. Significaba que no se lo estaba imaginando, o la estaba confundiendo con alguien totalmente distinto, sin razón ni motivo aparentes. Fue extraño, porque a la vez que le sonaba su rostro de haberla visto en otra ocasión, el nombre y apellidos sí que le fueron familiares. Era aquella chica que se desvivia por cualquiera que necesitara cualquier ayuda, por simple o mínima que fuera. Y, por otro lado, el apellido Kaminari también le sonaba, no solo de haberlo escuchado de oídas tal vez.

— Yo soy Ren, Himura Ren — añadió sonriente mirando a la chica de tez oscura, ignorando por completo las palabras de a quienes se supone que se habían ofrecido a escoltar.

Suzume chasqueó los dedos, recordando.

—¡Oh, sí! ¡Chika-san! Bastante agradable, de cabello azul y negro, ¿Verdad? Sí, sí, iba con su hermana también... ¿Segura que no eras tú? No, no tenía tu... —se contestó a sí misma. Miró el brazo de Kimi —porte, Kimi-san. ¡Oh, su nombre era Miki, sí!

Las palabras de la mujer acerca de que "es peligroso" hicieron que un escalofrío recorriera a Suzume de pies a cabeza. Las personas vivas también podrían ser peligrosas, pero cuando el peligro viene de alguien muerto, de repente se siente mucho peor.

—M-mucho gusto, Ren-san... Oh, Odorihime-san es una buena amiga. Aunque a menudo se molesta si las cosas no salen a como ella quiere.

Quiso soltar una risita, pero la mirada de la chica la detuvo de hacerlo. Le intentó sonreír y saludar con la mano. La cantante trató de caminar más rápido y no quedarse atrás.

—¿Qué tipo de... Ahm... Qué tipo de peligros podría haber? —preguntó Suzume a nadie en específico.

Kimi también suspiró, cansada. Todo aquel tema no le gustaba nada. Los difuntos necesitaban descansar, y tal y como decía la anciana: si no estaban agitados desde antes, seguro que lo debían estar ahora.

— Entiendo... —Dijo Kimi. Con la cantidad de gente que había venido a visitar el cementerio, sería muy complicado asegurarse de que nadie hiciese nada raro—. Haré todo lo que esté en mi mano, Sato-san.

Con una reverencia, la joven se despidió de la anciana, antes de ir a alcanzar a sus compañeras. Se apresuró en adelantarse, caminando rápido hasta estar al mismo paso que el resto del grupo. No diría nada inmediatamente. En su lugar, miraría a su alrededor mientras andaba, a la búsqueda de maleantes, fantasmas, o ambos, pero entonces Suzume lanzó una pregunta al grupo.

— Bromistas, vándalos, delincuentes, o... —Se detuvo un momento, preguntándose si debía acabar la frase. Suzume ya parecía estar algo asustada, pero ella había preguntado—. Espíritus. Pueden ser peligrosos si están enfadados.

A medida que se adentraban en el cementerio, la niebla se cerraba tras ellas. Pronto estarían completamente rodeadas por lapidas y niebla y ellas mismas. Por suerte, era lo suficientemente dispersa para poder verse a varios pasos de distancia, pero era dificil saber cuanto tiempo seguiría así.

— Tsk, no se ve nada. Ya iba a ser dificil ver fantasmas a ojo, como para verlos en niebla. — murmuró para ella la chica que iba delante, observando con cuidado las lapidas por si alguna tenía alguna pista.

— Señorita, no vaya tan rápido. La niebla no va a dispersar por correr.

En un principio, se había parado porque se lo había pedido, pero al oír la conversación de las kunoichi no pudo evitar girarse a ellas con confianza.

— No hay que temer a los espiritus, es un error de novata. Solo están aquí porque tienen algún asunto pendiente, así que se habla y tranquilamente... — durante su discurso había colocado una mano sobre una de las lapidas que investigaba y sintió... calor.

Paró a verse la mano, estaba roja... como la sangre. Todas verían su mano y como la chica se quedaba muda por un segundo antes de:

— ¡AAAAAAAAAHHHHHH!

Practicamente se lanzó a su sirvienta, abrazandola y escondiendose tras ella.

Mientras más se adentraban al cementerio, más difícil se les hacía mirar a su alrededor. Su vista solo alcanzaba a ver niebla, al resto de grupos, las tumbas a su alrededor y más niebla. Kimi ya se conocía bastante bien el camino que solía tomar, pero con lo complicado que era ver, era difícil ya solo encontrar el camino.

— Error de novata... —Repitió Kimi. Aquella chica realmente intentaba hablar como si fuera una profesional—. ¿No es su primera vez tratando con espíritus?

Apenas terminó de hablar, cuando la chica empezó a gritar, aterrorizada. Había puesto su mano encima de una de las tumbas, que estaba manchada de sangre. Ahora ella también lo estaba. Kimi sintió un escalofrío. Aquello no podía ser cierto ¿verdad? Porque si la ira de los espíritus realmente se estaba manifestando de formas tan agresivas, estaban en verdaderos problemas.

La Kaminari se acercó a la misma tumba, manchando su mano izquierda de la sangre para olerla. No podía ser sangre de verdad. No quería creerlo. Tenía que tratarse de salsa de tomate o algo así.

Espíritus enfadados. Un escalofrío recorrió a Suzume al escuchar eso. Al adentrarse en la niebla, la cantante tomaría a Kimi y a Ren de la mano, casi instintivamente, si se dejaban.

—S-siento que me perderé muy fácilmente, lo siento... —admitió.

La chica les estaba diciendo ya novatas (lo cual era cierto, pues Suzume nunca antes había lidiado con espíritus), pero su grito no sonó muy profesional. Suzume gritó con ella, apretando las manos que tuviera agarrando. Al ver a Kimi examinar la sangre, un escalofrío distinto la recorrió.

—¿L-los espíritus sangran? —preguntó, más para sí misma que para el resto —. Ahm... ¿L-los espíritus pueden hacerte sangrar? P-pensé que te dañaban psíquicamente, o te hacían envejecer, o-o te chupaban el alma, o a-algo así...

La ignorancia hacia esos seres por parte de Ren jugaba a su favor, por lo que aunque les tenía respeto, no terminaba de tenerlos miedo. Antes de poder darse cuenta, la pelirroja tomó una de sus manos con gentileza mientras estaba bastante asustada. Un gesto tan simple se le hacía tan raro compartirlo con alguien que no fuera su pareja... Suzume era más baja que ella, y se la veía delicada como una flor e igual de miedosa que Hana. No pudo evitar ese pensamiento, y aquello se le hizo más raro aún.

Poco después, los gritos se pánico se sucedieron entre un par de ellas, aunque la mayoria a priori pareció mantener la calma. Una de las manos de la chica que escoltaban, quedó completamente rojiza en sangre, y acto seguido, Kimi no dudó en comprobar dicha piedra de forma apresurada. Ren tan solo se dedicó a esperar la confirmación de que aquello no se trataba.

Kimi podría comprobar de primera mano que sí se trataba de sangre o, al menos, de un liquido del color de la sangre, con la textura de la sangre, olor a sangre y para nada parecido a salsa de tomate. Si se lo llevaba a la boca, sabría a sangre.

—¿L-los espíritus sangran? Ahm... ¿L-los espíritus pueden hacerte sangrar? P-pensé que te dañaban psíquicamente, o te hacían envejecer, o-o te chupaban el alma, o a-algo así...

Mitsu puso un brazo entre Shio y la escena del crimen en cuanto ésta se escondió tras ella, observando la lápida con mirada seria y preocupada. Shio por su parte miraba desde detrás de su sirvienta.

— ¡E-eso no ha sido cosa de espiritus! En el libro no decía nada de manchas de sangre. — lo último lo dijo más bajo, pero todas pudieron escucharla en el silencio sepulcral.

— Debe de ser pintura, algún joven se habrá querido hacer el gracioso. — miró a Kimi, esperando que incluso si no era así, confirmase su versión.

Como si hubiese sido hipnotizada, Kimi se quedó mirando su mano ensangrentada durante varios largos segundos. Si se trataba de una broma, era una broma demasiado elaborada. Cuando Mitsu le preguntó, Kimi tuvo que negar con la cabeza lentamente.

— No es pintura... —Respondió Kimi. Todavía no se lo podía creer—. Es real.

Miró a su alrededor, buscando a alguien o algo. ¿Estaban el resto de tumbas ensangrentadas? ¿Había algún cuerpo cerca? No había demasiada sangre, pero donde había sangre debía haber un herido que necesitaba ayuda. Eso, o la sangre se trataba de una manifestación terrenal de lo mucho que sufrían los espíritus. Si ese era el caso, también debía haber alguien herido que necesitaba ayuda.

—¿Q-Q-Qué libro?

De pronto la mente de Suzume voló por los cuentos e historias de terror que alguna vez había leído. ¿Un libro de conjuros? ¿Un libro maldito? ¿Un libro de pactos demoníacos? Apretó la mano de Ren con más fuerza mientras un escalofrío recorría su ser.

—E-entonces es de una persona de veritas de veritas, y no u-un espíritu, ¿Verdad? —preguntó con temor. No sabía qué quería que fuese verdad.

Kimi entonces lo confirmó; no se trataba de pintura o algo similar, sino que estaba segura de que era sangre. No desconfiaba de su criterio, pero inconscientemente Ren se acercó, tras soltar la mano de Suzume que le transmitió su miedo tras un fuerte apretón, para confirmarlo ella también. Toco con la yema de sus dedos, y después las juntó para separarlos. Era ligeramente viscosa, y tras olerla, tenía un suave olor metálico.

La mujer que escoltaban, parecía bastante convencida de querer negar el hecho de que fuera sangre y ocultar ese hecho. Tal vez para evitar que la señorita a la que escoltaban no entrara en pánico. Suzume también parecía bastante aterrada por ese hecho. Ren había venido en primera instancia a investigar un poco para después informar sobre lo que estaba pasando allí, y si todos entraban en pánico seria de lo más problemático. Por ello, le dedicó una mirada confidencial a Kimi, que denotaba creer en ella, pero quería que le siguiera el juego.

— Pues sí que parece sangre... — Añadió mirando de nuevo la roca, y casi mirando en todo momento a los ojos a Kimi.

No sabía si se le daba bien el lenguaje corporal, pero decidiera lo que decidiera, ya buscaría una solución. Ren no tenía la mente tan fría como para pensar alguna excusa elaborada y mirar más allá de lo que sucedía en el momento, pero sí que tenía buenas intenciones en todo lo que hacía

—¿Q-Q-Qué libro?

— Treinta y cuatro formas de apaciguar a los espiritus. Allí explicaban que el único residuo que dejan es un ectoplasma transparente y viscoso, nada de sangre. Así que...

—E-entonces es de una persona de veritas de veritas, y no u-un espíritu, ¿Verdad? —

La chica centró su atención en Suzume. Ver a una persona más asustada que ella la relajó bastante.

— Claro, es una persona de verdad. ¡Seguro que la que está molestando a los espiritus! — dijo con seguridad.

Su sirvienta suspiró y le agarró el brazó, obligandola a enseñarle la palma de la mano para limpiarsela con un pañuelo de tela.

— ¿Estás enfadada, Mitsu-chan? — preguntó preocupada.

— No, solo espero que sea más cuidadosa cuando tiene las manos manchadas. — el trozo de la falda donde se había agarrado estaba manchado, así como salpicaduras aquí y allí.

Entonces Kimi se percataría de que había más manchas en el suelo tras Shio. Podían haber pasado desapercibidas por las que la chica había creado, pero seguían tras ella y eran anteriores.

— Puede que sea de alguien que haya enfadado a los espíritus... —Mencionó Kimi, mientras seguía el rastro de sangre con la mirada—. O puede que sea de alguien inocente. Un espíritu enfadado no suele diferenciar.

Se sentía extraña, mientras alternaba la mirada entre la sangre que tenía en su mano y la que estaba en el suelo. Realmente, aquella era la primera vez que veía tanta sangre tan de cerca... excepto que eso no era verdad. A la mente, se le venían recuerdos de haber visto muchísima más sangre en el pasado: la suya propia. No podría poner aquel recuerdo en el calendario ni intentándolo, pero su brazo derecho, que hacía mucho que había dejado de sentir nada, empezó a dolerle de forma intensa.

Tomó una de sus botellas, procurando no manchar su portaobjetos, y empezó a limpiar la sangre de su mano, antes de beberse el resto del agua.

— Sea de quien sea la sangre... —Apuntó al rastro de sangre que había tras Shio para que el resto lo pudiese ver—. Debe estar por ahí. Vamos a investigar.

Kimi empezaría a andar lentamente en aquella dirección, adentrándose en la niebla, pero dándole la oportunidad al resto para seguirla.

Pero Kimi no le devolvió la mirada en ningún momento, como si simplemente la morena no estuviera allí. Y, sin embargo, acrecentó más la posibilidad de que el causante no fuera de este mundo, señalando el hecho de que los seres de ultratumba no diferencian entre el bien y el mal, y solo se mueven por la sed de sangre, la venganza o alguna cosa más digna de algún libro. Ren se limpió las yemas de los dedos con sus propias manos, difuminando el color rojizo en sus manos mientras se frotaba las manos de diversas formas.

— A lo mejor es un vampiro. Aunque si cruzamos un arroyo todo estará bien, entonces — sonrió intentando quitar algo de tensión en el ambiente.

¿Qué preferían, que fuera algún ser sacado de algún cuento de terror o un puto loco que a saber cuáles eran sus motivos para haber dejado semejante rastro de sangre? Por ella, que no fuera ni lo uno ni lo otro. Aunque si tuviera que elegir, preferirá un vampiro, así a lo mejor podía llegar a convertirse ella en uno.