¿¿Un vampiro??

Suzume se puso casi caricaturescamente pálida por un instante. Vampiros o fantasmas. No, no, no, no. Mejor un loco asesino, sí. Suzume estaba siendo entrenada para ser una kunoichi, no una cazadora de monstruos o investigadora paranormal. Comenzó a pensar que había sido una muy mala idea ir allí.

—N-n-no puede ser un vampiro, ¿V-verdad, Kimi-san? ¿Shio-san?

La estoica de Kimi le inspiraba un poco a no dejarse vencer por completo por el miedo, y Suzume asintió cuando ella les instó a investigar.

Caminó con pasos temblorosos detrás de la chica.

— ¡Claro que no es un vampiro! Los vampiros no son espiritus. Además, los vampiros chupan la sangre, no la dejan por ahí tirada.

Saltó de inmediato Shio ante las falsas y claramente ignorantes acusaciones de Ren. En cuanto Mitsu la soltó, se puso al lado de Kimi con anchos y confiados pasos y empezó a seguir el rastro con ella.

— Esto no son huellas, es goteo, así que debe de ser la victima desangrandose. Porque esto es claramente obra de humanos, de personas, humanas. — aclaró, más para ella que para las demás.

Mitsu se quedó un poco rezagada asegurandose de que la sangre estuviese bien limpia del trapo y el vestido.

Ante Kimi se cerniría una sombra en la niebla, como si ante ella, a pocos metros, hubiese una gran estructura. Si andaba un poco más, vería una enorme cripta de marmol blanco con una enorme puerta del mismo marmol sellandola. En esa puerta estaba inscrito "Aquí descansa la familia Hyuse, leales ninjas de Amegakure y defensores del País de la Tormenta" en dorado.

Pero eso no era lo que llamaba la atención de la puerta, sino la cantidad de manchas de sangre con forma de mano que había por toda ella. Desde la parte más baja hasta la mitad más o menos a metro y veinte del suelo. Cada marca tenía su propia orientacion e intensidad, como si fuese un mosaico de la muerte.

— Y los vampiros no existen. —Añadió Kimi al tema de los vampiros.

Dejando de lado lo selectiva que era la Kaminari con los seres sobrenaturales en los que creía, en cuanto Shio empezó a caminar a su lado, Kimi le sonrió para intentar transmitirle algo de calma. Estaba claro que la chiquilla estaba muy asustada, aunque de vez en cuando hacía un buen trabajo en ocultarlo.

— Eso espero. —Le dijo a Shio—. También espero que lo encontremos con vida.

Al final del camino, Kimi pudo ver algún tipo de estructura enorme parcialmente oculta por la niebla, probablemente algún tipo de mausoleo. Sin miedo, pero con cuidado, la chico y lo que vio fue tan terrible que el corazón le dio un vuelco, o se lo habría dado si todavía tuviese uno.

— ¿Cuanta...? —Kimi dio un paso atrás, tanto por reflejo como para observar la situación a su alrededor—. ¿Cuánta gente ha muerto aquí?

Shio avanzó confiada. Esto iba a ser facil. Localizaban al herido, le preguntaban por el espiritu que lo había atacado y entonces apaciguaban a ese espiritu tras curar al herido. Easy Peasy. Sin embargo, la confianza no le duró mucho. Ver la puerta manchada en manos de sangre fue perturbador, pero las palabras de Kimi justo después fueron un estaca en su tumba.

— N-no es que hayan muerto todos, no. Serán... serán de la misma persona, o de los gamberros. ¿Verdad, Mitsu...chan? — acabó la frase tras girarse y ver que detrás suyo solo había niebla.

No había rastro alguno de Mitsu, Ren o Suzume.

— ¿Ch-chicas? — instintivamente se agarró de Kimi, la única persona que seguía viva ahora.

La espesa niebla le había hecho perder de vista a las demás. Se arrepintió de haberse soltado de Ren.

—¿Ch-chicas? —escuchó.

—¿Sh-sh-sio-san? ¿Mitsu-san?[¿Ren-san? ¿Kimi-san? —comenzó a tartamudear, mirando en derredor, cada nombre lo dijo con creciente volumen. El pánico comenzó a asomarse, y la sombra de la incertidumbre acechaba en el borde de su visión cada que giraba la cabeza. —Ca-calma, Suzume. To-todo está... está bien... ¿¡A-ALGUIEN!? —No quiso moverse de su lugar. Temía que si daba dos pasos caería en un foso lleno de esqueletos y fantasmas y (¿por qué no?) vampiros.

La única persona que avanzó junto a ella fue Shio, quien intentaba convencerse de que, realmente, no había muerto tanta gente allí. Kimi sabía, o creía, que todas aquellas marcas no podían pertenecer de ninguna manera a la misma persona. Si lo fuesen, el cuerpo de aquella persona no podía andar demasiado lejos, pues se habría desangrado.

En lugar de rebatir su teoría, la chica buscó pruebas a su alrededor, buscando con atención algo que la lleve a algo. En lugar de encontrar nada nuevo, Kimi se encontró con que algo faltaba. Nadie más que Shio le hablaba y el resto no estaba a la vista. Habían desaparecido.

Estaban solas.

Cuando Shio se agarró a ella, Kimi la rodeó con el brazo y se la acercó instintivamente para protegerla. ¿Acaso habían caído en una trampa? ¿Un espíritu las había atacado? Probablemente no era nada tan grave. Debía estar exagerando o eso esperaba.

Al escuchar la voz de Suzume, Kimi respondió.

— Murakisho-san. —Le respondió, midiendo el tono para mostrar más calma de la que en verdad tenía—. No se mueva ¿de acuerdo? Vamos hacia allá.

Le dio un pequeño tirón a Shio para mantenerla junto a ella mientras seguía la voz de Suzume. En cuanto la alcanzase, la idol podría ver una mano metálica acercarse a ella entre la niebla para tocarle el hombro.

— Estamos aquí. ¿Está bien? ¿Sabe algo de Himura-san y Mitsu-san?

— N-no. ¡No! ¡Nononono! ¡Mitsu-chan!

Shio corrió a toda prisa hacia la única voz que venía de la niebla, sin tener en cuenta nada más que la desesperación que inundaba su mente. Como era de esperar, topó con un obstaculo, Suzume. Chocó contra ella de lleno, con la suerte de que era lo suficiente bajita para golpear con su cabeza en el pecho de la pelirroja y no cabeza contra cabeza.

— ¡Auch!

Cayó de culo al suelo, manchandose de nuevo el vestido y levantandose rápidamente. Se acercaría a Suzume, alegre, solo para ver su sonrisa desdibujada al reconocer que no era Mitsu.

— ¿Donde... donde está Mitsu-chan?

Palideció tras mirar alrededor, no veía nada más que niebla. Y nadie más emitía ningún sonido más que ellas. Si hubiese habido un forcejeo, lo habrían oido, incluso un golpe, pero no había ningún tipo de sonido, estaban solas.

La suposición de los vampiros no le gusto a nadie, y no entendió por qué. Si eran super guays, se desvanecian en un enjambre de murcielagos, en una neblina o se podían transformar en lobos. Y también disparaban bolas de fuego por las capas, eran la puta defición de lo guay. La mayoría además buscaban chicas jovenes y guapas, osea que aún más motivos. Aunque eso de no poder comer ajos... Bueno, a lo mejor era solo como una alergía, que te dan gases o te duele la tripa mucho. En su mente era de lo más increible, aunque todo lo que sabía era practicamente de los juegos de Castlesapphic que tenía. ¿Le quedaría igua de bien a ella un traje así? ¿Le gustaría a Hana verla así? Le valdría como excusa para dejarle algún chupeton en el cuello.

Ren rió tontamente, sonrojada y parpadeó poco después incredula. Se había perdido tanto en sus pensamientos que ahora estaba sola en la niebla, apenas podía ver más allá de un par de pasos, e incluso parecía difícil saber donde pisaba. Miró a los lados buscando al resto, y las voces llamándose entre ellas le sirvió para ubicarse un poco hacia donde debía de caminar. Sobre todo la voz de Suzume que era la que más sobresaltada parecía.

— Suzuuuuuuuuuuumeeeeeeeeeeee, sigue hablando en voz aaaaaaaaaaaltaaaaaaaaaaaaaa — dijo mientras se acercaba usando una mano cerca de su boca. — Soy Reeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen. No soy un vampiiiiiiiiroooooooooooo... Por lo menos auuuuuuuuuuuuun

En lugar de quedarse cerca suyo, Shio no se controló y salió corriendo en dirección a Suzume, sin ningún tipo de control.

— ¡Shio-san!

Para no perderla de vista, Kimi se vio obligada a correr detrás suyo hasta que finalmente la más pequeña se estrelló directamente contra Suzume.

— Shio-san. No debería salir corriendo así. Si se pierde ya no podremos encontrarla ni a usted ni a Mitsu-san. —Le reprochó, antes de girarse a Suzume—. — ¿Está bien, Murashiko-san?

Entonces pudieron escuchar la voz de Ren, quien también se había perdido. Algo más aliviada, Kimi suspiró, antes de levantar la voz.

— Estamos aquí, Himura-san. —Le decía—. Estamos aquí todas excepto usted y Mitsu-san.

Parecía que Suzume tardó más que la otra chica en reaccionar. De hecho, no reaccionó para nada.

— ¿Donde está? ¡Estaba con vosotras! ¡Hace un momento! ¡Estaba...!

Levantó la cabeza de nuevo para mirar donde había visto por última vez a su querida sirvienta y se dio cuenta rápido de que no tenía ni idea de donde era. Todo parecía exactamente igual en esa maldita niebla.

Kimi no tardó en aparecer a su espalda, por suerte. Shio se giró a ella. Confundida, asustada y sin rastro alguno del coraje que la había llevado hasta allí.

— Tenemos que volver, tenemos que encontrar a Mitsu. — la instó sin ninguna intención de hacerlo por su propia cuenta.

Ren no tendría problema en ubicar más o menos las voces de las chicas y encontrarlas.

En cuanto Shio se giró y Kimi pudo ver la preocupación en su cara, la Kaminari se acercó enseguida a ella para volver a rodearla con el brazo para protegerla del peligro invisible que las acechaba.

— Ahora vamos. —Le dijo para calmarla—. Pero necesito que no se vuelva a alejar de mí ¿de acuerdo? ¿Qué haré si te pierdes también?

Dicho aquello, se giró hacia el resto.

— ¿Vamos, chicas? —Les dijo a todas, antes de girarse para volver por donde vino junto a Shio—. ¡Mitsu-san! —Llamaba, mientras caminaba con lentitud para no separarse del grupo—. ¡Mitsu-san! ¿Dónde está?

Por suerte para Ren no se había alejado demasiado del grupo, aunque tampoco es que se hubiera dedicado a deambular de un lado a otro en su busqueda. Aunque fuera aquello último de forma inconsciente, quedándose quieta, fue lo más beneficioso y la mejor decisión que hubiera podido tomar. Siguiendo el sonido de la voz de Kimi, Ren caminaría pudiendo enterarse de parte de la conversación.

De hecho, pudo ver como Kimi intentaba tranquilizar a la chica pasándole un brazo. Ren sonrió ante aquel tierno gesto.

— De acuerdo — respondió a la kunoichi antes de empezar a caminar.

La densa niebla que prácticamente apareció de la nada, condensándose a un ritmo casi alarmante, era una amenaza más que a tener en cuenta. Apenas podían separarse un par de metros entre ellas para que, junto a la oscuridad de la noche, perdieran fácilmente visión las unas de las otras. Viendo que Kimi tomó a Shio para evitar separarse de ella, Ren tomó de la mano a Suzume quien parecía bastante inquieta y asustada.

— Si vamos al menos en parejas no nos dispersaremos tanto. Pero evitemos quedarnos atrás. ¡Si sale un fantasma, yo me encargo de él! — añadió finamente con una sonrisa confiada.

¿No aún? ¿¿No aún?? ¿¿Qué quería decir Ren con que no era una vampiro aún?? ¡¿Acaso la habían mordido?! ¡¡¿Acaso quería morder a Suzume también?!!

No, no, ¿cómo podía Suzume pensar eso?

La cantante se quedó paralizada del miedo por un momento, temiendo a la VampiRen, hasta que las voces del resto de las chicas le sacó de su ensimismamiento.

—¡S-sí! ¡Va-vamos! —dijo con timidez, dando un tembloroso paso hacia la voz de Kimi. Sin embargo, una figura le tomó la mano. —. ¡¡AAH!! ¡NO ME CONVIERTAS EN VAMPIRESA, POR FAVOR! —Pero era Ren. —. ¡¡AH!! Ah... Di... disculpa... To-toda esta neblina me tiene los pelos de punta...

Todavía con dudas de si Ren se volvería vampiro, le siguió. La promesa de que ella se encargaría de los fantasmas le tranquilizó un poco. Pero le tranquilizó mucho más ver que no había colmillos super afilados en su sonrisa.

En cuanto Kimi se acercó a Shio y le confirmó que iban a buscar a Mitsu, se calmó relativamente, no parecía querer salir corriendo de nuevo. Se aferró a Kimi como le había dicho que hiciese y asintió. No había rastro alguno de la actitud despota de hace un momento, pero era facil saber que no era porque confiase en ella de repente, sino porque estaba completamente atemorizada.

¿Qué iba a hacer sin Mitsu? Dejó que fuese la kunoichi quien la llamase, mirando a todas partes todo el rato con los nervios a flor de piel.

La única respuesta que recibirían sería un suave viento gelido que movió ligeramente la niebla, dejandoles ver de nuevo la ensangrentada cripta ante ellas. No encontrarían rastro alguno de la desaparecida ni siquiera un solo sonido mal avenido. Daba la sensación de que se habían quedado solas en todo el cementerio.

El miedo pareció haber devorado la capacidad engreída y superior de Shio, especialmente al verse desprovista de la persona que parecía acompañarla a todos lados. Seguramente aquella sirvienta hacía de su vida más fácil hasta puntos ridículos si se comportaba de esa manera. Pero frente al desconocimiento y el miedo, todos parecían ser iguales. Suzume se alteró al ver a Ren, pero poco a poco se tranquilizó al haber mostrado inconscientemente sus dientes en una sincera sonrisa. Kimi por su parte, comenzó la búsqueda, recibiendo en respuesta por parte de las tumbas un silencio propio de allí, sepulcral.

— Mitsu-chaaaaaaaaaan — añadió Ren después de que Kimi no recibiera respuesta, aunque no esperaba que eso cambiara en absoluto.

Por otro lado, tal vez aquel día que se conocieron, por todo el altercado que hubo y el ambiente; Suzume no se habría fijado demasiado en la morena, pero si tan solo la miraba un poco, podría recordarle tanto en las facciones de su cara como, sobre todo, en el intenso color azulado de sus ojos y sus largas pestañas a Saki. Solo que tenía el pelo corto y la expresión mucho más relajada.