Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Yo también seguí al Uzukage para acercarme hasta Gyūki. También tenia cosas que decirle, pero esperaría que fuera mi turno para charlar. Quizás con menos precaución que Hababi. Para el era un poderoso Bijuu gigante del que no sabía como iba a reaccionar. En mi caso también, pero por encima de eso, era un amigo en el que confiaba, así que, sin miedo.
—¡Shukaku! No era mi intención tal "entrada triunfal". De hecho, creo que he causado el efecto contrario. —Un poco si. ¿Pero que otra opción tenía?—. Siento haberos asustado, pero no se me ocurría otra forma de hablar con vosotros.
Vosotros. Eso quería decir que no solo había venido a charlar con el Uzukage, y por su sorpresa al encontrarse con Shukaku, deduje que el vosotros se referia a Yuuna, Katsudon y a mi. O al menos, a uno de los tres.
—Y... y bien. ¿De qué querías... hablar? ¿Gyūki, verdad?
—Sí. ¿Y usted?
—Sarutobi Hanabi.
¿No se habían presentado ya cuando Hanabi había dicho que era el protector y el uzukage? Bueno igual ahora era algo más formal y tal. Cosas de protocolo. ¿No?
—Veo que mi mayor deseo se ha hecho realidad. Que humanos y bijū están colaborando.
—Algo así. Me gustaría creer que sí
Si. Algo así. Si no contabamos s los Kusajin como humanos, por supuesto que los Bijuus y los humanos colaboraban. Ademas la Morikage no tenia pinta de querer rectificar. No al menos despues de que cierto uzujin hiciera cierta cosa delante de ella. Después de dejar al borde de la muerte a uno fe sus ninjas.
—No sé cómo decirlo. Pero hace unos meses, noté algo. La presencia de Kurama. Entré en pánico, pero yo me encontraba en el fondo del mar. No ví nada raro. Pensé que podría tener algo que ver con el débil vínculo que uní a mi querido amigo Reiji. —¿Ves? por mi culpa ahora Kurama lo buscaba, por que sabía que estaba con vida.—. ¿Entregaste mi mensaje, verdad? Gracias. —Bueno, a Casi todos...—. ¿Ha pasado algo recientemente, chico? ¿Has estado usando mi chakra estas semanas?
La respuesta era si.
—Lo cierto es que...
—Si me disculpa por interrumpirle, Hanabi-sama —Dije mientras cortaba las palabras del Uzukage. Me había preguntado a mí, no a él. —Si, unos criminales nos atacaron en el valle de los Dojos mientras celebrábamos un torneo amistoso, causando una verdadera masacre. Hanabi-sama estaba peleando contra tres de esos criminales, y estaba en peligro, así que recurri a tu chakra para ayudarlo. Y resulta que Kurama andaba por allí, por eso intentaba hablar contigo, quería avisarte y bueno... Le hice una propuesta al Uzukage para ayudar a esconderte...
Para cabezón, yo. Si. Seguía pensado que era una buena idea y que no era imposible hacerlo. Quizás no en un dia o una semanas. Pero se podría si los Uzujin expertos en la materia trabajan juntos para hacerlo. Mientras... Bueno, ya que estaba allí, sumergido en el fondo de las aguas del puerto no molestaba ¿No? Allí era mas fácil defenderlo de su hermano.
Mientras Datsue quedaba cómodamente relegado a un segundo plano, Shukaku permanecía en primera fila. Cuando Hanabi le miró, tras confesar que le gustaba pensar que bijūs y humanos estaban colaborando, Shukaku le enseñó una sonrisa muy particular. No hambrienta, sino todo lo contrario. Como si lo que acabase de decir le resultase muy gracioso.
Luego se cruzó de brazos.
—¡JAAAJIAJIAJIAJIA! ¡No te lo pierdas, Gyūki! —intervino tras Reiji—. Este amigo tuyo quiere sellarte en un objeto. ¡En un puto barco! ¡Para tenerte bien controladito! Con amigos así quien necesita enemigos, ¿eh? ¡JIA JIA JIA!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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Las palabras de Hanabi la tranquilizaron, aun así, su vista, antes gacha, ahora se posaba en el Uzukage y sus pasos hacia el bijū, deteniéndose justo al lado del clon de Datsue.
Para su sorpresa, realmente el bijū solo venía a dialogar. Con Reiji, con Hanabi... Ella no tenía ni idea, así que simplemente se mantuvo al margen, escuchando todo lo que decían, por si acaso tenía que intervenir. Aunque no lo parecía.
Un momento.
«¿Quiere sellar a Gyūki en el barco?»
Miró a Reiji, sin comprender.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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Una vez más, Gyūki resopló. Esta vez fue un resoplido más grande, que inundó el puerto de un vapor denso y cálido. El bijū negó con la cabeza.
—¿Sellarme en el barco? Es probable que no aguantase mi chakra, y como piensa Shukaku, aunque yo sí que entiendo que lo decías con buena intención, me parece totalmente denigrante. No, no lo haré.
Observó a Reiji fijamente durante unos segundos.
»Me pareces un shinobi de buen corazón, Sasaki Reiji. Si las circunstancias fueran otras y las heridas de mi corazón hubiesen sanado, lo que pediría es que fueras mi jinchūriki. Si Kurama sabe que ya estoy aquí de nuevo, como hice saber a los shinobi, lo mejor es tomar partido. Kurama es, sin duda, el gran mal del que hablaba Padre. —Miró esta vez a Shukaku. Luego a Hanabi—. Pero me temo que no estoy preparado para ese paso. No, Sarutobi Hanabi, lo que vengo a pedirte hoy...
»Es un nuevo hogar. Ayudadme y os ayudaré, como aliado. Contra el déspota de mi Hermano. —Miró a Reiji—. Eh, chavalín. Aquél día me dijiste que algún día te convertirías en un herrero legendario. ¿Crees que una bandana de Uzushiogakure que se ajuste bien a uno de mis cuernos sería una leyenda digna para alguien así?
—¿Sellarme en el barco? Es probable que no aguantase mi chakra, y como piensa Shukaku, aunque yo sí que entiendo que lo decías con buena intención, me parece totalmente denigrante. No, no lo haré.
—¡Eh! No tergiverseis mis palabras. El barco era un ejemplo, podria ser cualquier cosa. Y no quiero encerrarlo, quiero hacerle un sitio del que pueda entrar y salir, como quien entra y sale de su casa. ¿Que tiene eso de denigrante?
Ademas, yo medio vivía en un barco. ¿Tan malo era? Si era muy comodo, y allí no te molestaba nadie. Ademas, lo había reformado y ahora molaba mucho más. Aunque no tenia que ser ese barco, podía ser uno mucho mas grande y espacioso.
»Me pareces un shinobi de buen corazón, Sasaki Reiji. Si las circunstancias fueran otras y las heridas de mi corazón hubiesen sanado, lo que pediría es que fueras mi jinchūriki. Si Kurama sabe que ya estoy aquí de nuevo, como hice saber a los shinobi, lo mejor es tomar partido. Kurama es, sin duda, el gran mal del que hablaba Padre. —Era mejor que no lo pidiera, probablemente le decepcionaria la respuesta.Mire a Yuuna. Tal y como estaban las cosas, lo último que necesitaba era la posibilidad de perder a otra persona como había perdido a su padre. Y probablemente yo era mucho más débil que Hagane. Quizás, cuando fuese más fuerte, cuando salvasemos a la madre de Yuuna... tal vez en ese momento podria responderle de otra forma.—Pero me temo que no estoy preparado para ese paso. No, Sarutobi Hanabi, lo que vengo a pedirte hoy...
»Es un nuevo hogar. Ayudadme y os ayudaré, como aliado. Contra el déspota de mi Hermano. —Ahora si que estaba perdido...¡Si acababa de decir que no!—. Eh, chavalín. Aquél día me dijiste que algún día te convertirías en un herrero legendario. ¿Crees que una bandana de Uzushiogakure que se ajuste bien a uno de mis cuernos sería una leyenda digna para alguien así?
¿Que?¿Que?¿Que?
—¿Pero qué...? ¿Quedarte en...?
—Por supuesto que puedo hacer algo así. Incluso una que se ajuste a tu frente si lo prefieres.
Dije sin esperar si quiera a la respuesta de Hanabi. Estaría mucho mas a salvo de Kurama si se quedaba en Uzushiogakure que si volvía a vagar por ahí por el océano. Además, mucho mejor tenerlo allí, seguro que, como buen amigo de Hagane, estaba dispuesto a ayudarnos a recuperar a su mujer. Y que mejor aliado que alguien como Gyūki, el contaba por todo un ejército.
—Ademas, de mucha mejor calidad que las de otras aldeas, creeme, tengo experiencia con bandanas.
Y las de Kusagakure eran de muy mala calidad. ¿Como podía la Morikage equipar así de mal a sus ninjas? Las de ame es que no las había puesto a prueba. Aún. Pero estaba seguro que tampoco eran tan buenas como las mías. Si, quizas, mejores que las de Kusa, que proteger, no protegían.
Datsue se llevó una mano al rostro cuando Shukaku malmetió. No obstante, sí comprendía a Gyūki. O, al menos, creía hacerlo. Se imaginaba ser un bijū, tan colosal y fuerte como él, recibiendo la oferta de poder esconderse cual ratita en un triste cajón. Y para esconderse de su propio hermano, para más inri. «No sé si denigrante, pero una puñalada al orgullo es».
Gyūki, no obstante, tenía otra propuesta en mente. Una que dejó a todo el mundo —Shukaku incluido— a cuadros.
—¿Qué cojones…?
—¡JAAAJIAJIAJIAJIA! ¡Un bijū con bandana! ¡Habrase visto! ¡Y luego decís que soy yo el excéntrico de los nueve!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
El bijū habló, una vez más, justo después de inundar el puerto con vapor. Eri se abrazó a sí misma, esperando a que hablara sin saber todavía, ni comprender, la razón de su llegada a Uzushiogakure.
No, no estaba allí por sellarse en el barco de Reiji. Tampoco para ser su jinchūriki.
No.
—. Eh, chavalín —dijo, dirigiéndose a Reiji—. Aquél día me dijiste que algún día te convertirías en un herrero legendario. ¿Crees que una bandana de Uzushiogakure que se ajuste bien a uno de mis cuernos sería una leyenda digna para alguien así?
Venía para ser un ninja de la aldea.
Shuhaku se carcajeó ante la propuesta. Ella se había quedado blanca.
—¿Cómo sería posible...? ¿Viviría en el puerto, señor Gyūki? —Fue la primera vez que hablaba y sintió que lo había hecho sin querer, fruto de su curiosidad por buscar saber cómo pensaba aquella bestia de chakra.
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Gyūki asintió a Reiji, miró de reojo y de mala gana a Shukaku, y luego se fijó en la pequeña muchachita que se había dirigido a él. Hay que decir algo: para un bijū cualquiera era pequeño, incluso el Uzukage, aunque por dentro fuera grande.
—Podría vivir aquí, sí —dijo—. Llevo viviendo bajo el mar durante mucho tiempo. No me importaría. Además, de vez en cuando podría asomar la cabecita para charlar con alguien.
«No sé por qué creo que vamos a tener muchas falsas alarmas los siguientes meses», pensó Hanabi acariciándose el entrecejo.
—A ver. Entonces, ¿quieres vivir con nosotros?
—Eso es.
—Y una bandana.
—Me quedaría bien.
—¿Quieres ser un shinobi?
—Técnicamente no, pero en espíritu sí. —Gyuki rio—. ¿Hay algún problema, Uzukage? ¡Ya os digo que quiero colaborar con los humanos!
Hanabi le mostró las palmas de la mano, negando con la cabeza.
—No, no, no. Perdóname, pero comprende que esto sea un poco chocante para mí. Uzushiogakure y Amegakure nos comprometimos hace tiempo a colaborar con Shukaku y Kokuō, así que no será un problema —miró a Reiji, a Datsue y a Eri. En su cara podía casi leerse el sufrimiento.
Pobrecillo. Hay que admitir que todo le pasaba a él.
«De puta madre. Ahora coge, vete a la reunión y explícale esto a los otros dos. Sobretodo a Kintsugi.»
—Podría vivir aquí, sí. Llevo viviendo bajo el mar durante mucho tiempo. No me importaría. Además, de vez en cuando podría asomar la cabecita para charlar con alguien.
Eso era una gran idea si. Yo y Yuuna vivíamos prácticamente en el barco, por lo que podriamos echarle un ojo si hacia falta y charlar con él casi cuándo quisiera. Si hacia falta, podíamos mudarnos del todo al barco, aunque era difícil no echar de menos cosas cono tener un dojo en casa.
—A ver. Entonces, ¿quieres vivir con nosotros?
—Eso es.
—Y una bandana.
—Me quedaría bien.
No. Si yo era el herrero que forjaba esa bandana, no le quedaría bien. Le quedaría P E R F E C T A. Y eso era indiscutible. Irreprochable. Y quien dijese lo contrario era un tonto, un ciego, alguien con ganas de molestar por que sí o un tipo sin un ápice de criterio.
—¿Quieres ser un shinobi?
—Técnicamente no, pero en espíritu sí. —Bueno, tenia diez brazos ¿quién mejor que él para hacer ninjutsu? Bueno, un momento ¿Los tentáculos podían usarse para eso? Me lo estaba imaginado y era... muy raro.—. ¿Hay algún problema, Uzukage? ¡Ya os digo que quiero colaborar con los humanos!
—No, no, no. Perdóname, pero comprende que esto sea un poco chocante para mí. Uzushiogakure y Amegakure nos comprometimos hace tiempo a colaborar con Shukaku y Kokuō, así que no será un problema.
Era un buen momento para mencionar por que Hanabi habia dicho solo el nombre de dos aldeas y había mencionado solo a dos de sus hermanos.
—No ha mencionado Kusagakure, por que tu hermano, Chomei, asesinó al antiguo Morikage y la nueva Morikage, lo único que quiere saber de vosotros, es cómo haceros desaparecer de Oonindo.
En fin. Ya estaba dicho. A ver, que Chomei se había cargado al Morikage era algo que decían los Kusajin, y quizas no había pasado así. Pero el odio de Kintsugi si parecía real, y ese odio le daba bastante veracidad a la historia. Aún así, quizás había sido cosa de Jinchuriki, quizas había sido él quien, utilizando el poder del Bijuu, había matado al Morikage. O tal vez habia sido al reves.
Pero ese no era el tema que tratábamos en ese momento.
—Pero no se preocupe por lo de tener un Bijuu en el puerto, Hababi-sama, Yuuna y yo vivimos prácticamente en el Barco, podemos terminar de mudarnos y hacernos cargo.
Aquello era una idea fantástica. Yuuna y Gyūki se conocían de mucho antes, y seguro que tenia buenas historias sobre Hagane que podía contarle a Yuuna, y a mí, yo también quería saber cosas sobre él.
Por otro lado... Acababa de imaginarme a mi mismo poniendo carteles cerca del agua con la frase "Cuidado con el Bijuu". Como si fuese... Esperaba que Gyūki no pudiera leer el pensamiento, sobretodo por que esa imagen me hacía muchísima gracia.
Datsue asistió boquiabierto a la charla entre Gyūki y Hanabi. De haberla presenciado hacía unos años, el Uchiha hubiese asegurado que era la escena más surrealista que había visto en su vida. Un bijū, pidiéndole a un Kage una bandana y un hogar entre los suyos. Hubiese sido tan ridículo que solo tendría cabida en alguna película de comedia. Y sin embargo, allí estaban. Definitivamente el mundo estaba cambiando.
No pudo sino compadecerse de Hanabi cuando este le miró. Acababa de perder un brazo, al Daimyō, y ahora esto. Aunque, en realidad, ¡aquello era una gran noticia! ¡Un bijū entre sus filas! Joder, todavía no se lo creía.
—Pero no se preocupe por lo de tener un Bijuu en el puerto, Hababi-sama, Yuuna y yo vivimos prácticamente en el Barco, podemos terminar de mudarnos y hacernos cargo.
Datsue apenas pudo contener una risotada ante el desliz de Reiji. La de Shukaku fue mucho más alta. ¿Hababi? Parecía que Ayame había contagiado a Reiji con su mala memoria para los nombres.
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—Podría vivir aquí, sí —dijo—. Llevo viviendo bajo el mar durante mucho tiempo. No me importaría. Además, de vez en cuando podría asomar la cabecita para charlar con alguien.
Eri asintió, claramente satisfecha con la respuesta del bijū. Agachó la cabeza a modo de agradecimiento mientras volvía a retomar la conversación con Hanabi, quien parecía empalidecer por momentos. Tenía un jinchūriki a su cargo, un problema con la Morikage pues, ésta, no estaba muy contenta con la presencia de las bestias con cola, y ahora...
Ahora venía un bijū y le preguntaba si podía vivir en el puerto.
Reiji insistía en que él se haría cargo, pero...
Hababi.
Eri se mordió el labio inferior, esperando las reacciones. Esto cada vez era más surrealista.
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—No ha mencionado Kusagakure, por que tu hermano, Chomei, asesinó al antiguo Morikage y la nueva Morikage, lo único que quiere saber de vosotros, es cómo haceros desaparecer de Oonindo —intervino Reiji.
Gyūki se dio la vuelta hacia él, despacio.
«Me gustaría decir que no me lo creo, pero después de todos los años de maltrato por los humanos, cualquiera de nosotros perdería la compostura. Aún así...»
—¿Fue el bijū, el jichūriki, o ambos a la vez? Sin preguntárselo, no podemos saberlo. Sin saberlo, no podermos juzgar —meditó el Hachibi—. ¿Fue él el que ofendió, o el Morikage? La crueldad es una faceta de la vida que todo el mundo posee. Algunos la muestran abiertamente —Miró a Shukaku, fijamente—, pero los más peligrosos son los que la ocultan tras una máscara de cordialidad. —Levantó la barbilla, dirigiendo la miorada al lento transitar de las nubes.
»Hagane-kun me habló una vez sobre Moyashi Kenzou, en una de sus visitas. Parecía amable, pero él siempre mantenía vigilados a todos y cada uno de sus shinobi, más que a los de las otras aldeas. Era un hombre diplomático, pero también el mayor general de espías de todo Oonindo. Según Hagane, su sonrisa era tan sólo una máscara.
Volvió a dirigir la mirada hacia Reiji.
»¿Qué máscara viste la nueva Morikage, debo preguntar? ¿Qué hay detrás, odio, venganza, justicia o una profunda tristeza? ¿Es quizás su resentimiento un producto del de mi hermano Chōmei? ¿No es también el de Chōmei un producto del de los humanos de antaño?
»Alguien tiene que detener estos ciclos, Sasaki Reiji. Por las buenas, o por las malas. No es el resentimiento lo que guía al mayor mal que ha visto nacer Oonindo, sino el orgullo y la egolatría. Ese debe de ser nuestro enemigo.
»Espero esa bandana, chico.
Y así, Gyūki descendió mientras giraba, avivando un gran remolino en el puerto que agitó las embarcaciones y las hizo balancearse sobre pequeñas olas.
—Guau. —Hanabi, pálido como la cera, se dio la vuelta hacia los otros shinobi. Sin saber muy bien qué decir, se encogió de hombros—. Ya veréis cuando se entere Katsudon.
En realidad, no podía contestar a las preguntas de Gyūki. Como él había dicho, solo aquellos que habían presenciado el acontecimiento sabían lo que habia sucedido allí realmente. Lo único que teníamos los demas era la palabra de los Kusajin, pero ¿Cuanta verdad había en esas palabras? ¿Cuantos de ellos conocían los verdaderos motivos de lo que habia sucedido? Tal vez solo Kintsugi.
Por otro lado, y aunque era un tema serio, hubiese sido buena respuesta que la máscara de la Morikage era una mariposa. Pero no era el momento ni el lugar para responder de esa manera, así que me lo guardé para mi mismo.
—Espero esa bandana, chico.
—Está bien, pero tendré que tomarte las medi... — Pero el bijuu desapareció antes de que pudiera terminar la frase. —Las medidas...en fin, tendré que hacerlo a ojo. —Luego miré a Hanabi. —Recuerde enviar a alguien a pagarla antes de que termine la semana, habrá que cobrar un extra por el tamaño, pero no se preocupe, a usted le haremos el descuento de Uzukage.
»Es broma, es borma.
Dije antes de que nadie me echase una bronca, por que lo veía venir en los ojos de Yuuna. Pero desde mi punto de vista, si empezaba a hacer cosas gratis, mal negocio. Acabaría arruinado, sobretodo por que una bandana de semejante tamaño iba a requerir de bastante material, y si encima sería de la mejor calidad... Ahí había muchas perdidas.
—Guau. —¿Menudo día lleno de emociones eh? A veces pensaba que el hecho de que Datsue heredase algun día ese sombrero no era un logro, era un castigo. —. Ya veréis cuando se entere Katsudon.
—La última vez quería hacer con el Bijuu unas cuantas recetas de pulpo, no te extrañe que algun dia lo veas aparecer por el puerto con un tenedor y un cuchillo gigante dispuesto a hacer Takoyaki.
Mientras oía el discurso de Gyūki a Datsue le entraron unos picores en el antebrazo y se rascó, allí donde se podía ver el kanji de la Hermandad con un número pequeño al lado. El número siete. Había tratado en innumerables ocasiones de preguntarle a Juro, de conocer su versión. Pero el exkusajin nunca había respondido a su llamada. Ni una sola vez.
Escuchó, muy interesado, sobre la faceta oculta del antiguo Morikage. Datsue apenas lo había visto en un par de ocasiones, y solo una de cerca. Recordaba su sonrisa. A decir verdad, parecía un viejo de lo más entrañable. Parecía.
¿Cuál era la máscara de Kintsugi? ¿Qué la movía? Datsue no tenía ni la menor idea, pero trató de que las palabras de Gyūki no cayesen en saco roto. Trató de absorberlas. Trató de memorizarlas. Quizá algún día le hiciese falta acudir a ellas.
—Guau. —Datsue no lo hubiese resumido mejor. Guau—. Ya veréis cuando se entere Katsudon.
—La última vez quería hacer con el Bijuu unas cuantas recetas de pulpo, no te extrañe que algun dia lo veas aparecer por el puerto con un tenedor y un cuchillo gigante dispuesto a hacer Takoyaki.
—Joder, mira que me gusta el pulpo, pero… —dijo, sin poder evitar reírse al imaginárselo—. Oye, Eri, ¡tienes que quedar un día de estos! ¿Mañana a la noche? Reiji, Yuuna, pasaos por mi casa si queréis también, joder. Que os hago una cena de puta madre y nos ponemos al día. —Se dio cuenta que estaba dejando a alguien de lado—. Si quiere también puede pasarse, Hanabi —añadió, pese a intuir la respuesta.
—¡Datsue! —Shukaku se había quedado mirando el remolino de agua que había formado Gyūki al sumergirse. Sus ojos se posaron en el Uchiha con una mirada extraña—. Tenemos un fūinjutsu que perfeccionar. Basta de hacer el vago.
Oh, sí… Aquel fūinjutsu. Datsue miró a Hanabi.
—Bueno, pues si no hay noticias de que ningún bijū más vaya a presentarse de improvisto en el puerto… —Él se iba marchando, con su permiso. Después de todo, el principal motivo por el que habían acudido a él había sido resuelto por sí mismo y de la manera más inimaginable.
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Eri escuchó atentamente cada palabra pronunciada por aquel ser. Sus palabras, lejos de asustarla, la hicieron pensar y recapacitar. No conocía a Chomei —intuía que así sería el nombre del bijū que portaba dentro Juro—, pero conocía al chico, al menos lo suficiente para saber que no mataría a Kenzou sin motivos detrás, pero ni ella ni nadie sabía nada.
«Si tan solo...»
Pero no sabía nada, al igual que todas las personas allí presentes.
Gyūki se marchó dejando un remolino tras él, y ella pudo respirar por fin un poco mejor, aunque Hanabi seguía imponiendo demasiado...
—Joder, mira que me gusta el pulpo, pero… —Datsue rio, a Eri le entraron escalofríos—. Oye, Eri, ¡tienes que quedar un día de estos! ¿Mañana a la noche? Reiji, Yuuna, pasaos por mi casa si queréis también, joder. Que os hago una cena de puta madre y nos ponemos al día. —propuso—. Si quiere también puede pasarse, Hanabi
—¿Eh? Ah, sí, me vendría genial, tengo algunas lagunas y ni si quiera sé qué pasó tras la final... Es como si mi cabeza fuese un puzle y le faltaran piezas por todos lados —admitió, rascándose la nuca.
—Tenemos un fūinjutsu que perfeccionar. Basta de hacer el vago.
«Oh, ¿un fūinjutsu? Eso debería verlo...»
Al igual que Datsue, Eri ya no tenía nada que hacer allí, así que, con una pronunciada reverencia se despidió de Hanabi mientras que a Reiji le hizo una mucho más pequeña y amigable, y, tras ello, se marchó justo por donde el Uchiha había ido.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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