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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.

He ido a buscar las características que tenía mi personaje cuando empezamos la trama. Esto empezó el 28 de octubre, y la última subida de nivel que tengo antes de eso es la de nivel 11, si no me he equivocado... Lo dejaré reflejado en la tabla de abajo.



—Lar..gaos…no ..tire..is…mi..vi..da…

Aquellas fueron las últimas palabras susurradas por los moribundos de Jin. Pero Ayame, con una pierna más adelantada que la otra y el cuerpo ligeramente inclinado en pos de romper las cadenas del miedo que la retenían, fue incapaz de moverse del sitio. Entonces sintió una reconfortante mano en el hombro, la mano de Juro. Clamaba que tenían que taponar la herida del chico pero ella sabía bien que, aún si no llegaban tarde para ello, El Ahorcado no les dejaría acercarse.

Y el tiempo seguía corriendo en su contra. Las paredes de la casa se caerían sobre ellos en cualquier momento...

—Está bien, id a por él, juntamos las piezas y salimos por patas de aquí, no hay tiempo que perder —accedió Riko.

Y aquellas palabras fueron las que decidieron a todos los integrantes del grupo al unísono.

El falso Jin volvió a arrojarle la pieza de vuelta a Jin. Ayame se volvió extrañada hacia él, pero se tambaleó ligeramente cuando, con un suave movimiento de manos del otro, sintió que algo se liberaba en su cabeza. Pero no era debilidad lo que sentía. De alguna manera que no sabía cómo definir, la máscara de la calabaza ya no la oprimía como lo estaba haciendo hasta el momento. Y, aunque no lo comprobó en aquel momento, supo de alguna manera que volvía a ser ella misma.

Volvía a ser El Agua.

Y El Ahorcado también lo sabía. Por eso se levantó henchido de ira.

—¡Tú! —escupió, señalando al falso Jin—. Se acabaron tus tretas.

—¡NO! —exclamó Ayame. Pero no llegó a tiempo de poder hacer nada.

Con un simple chasquido de dedos, una serir de espinas surgieron del suelo y atravesaron al chico rubio, que apenas pudo exhalar un suspiro acompañado de una bocanada de sangre que bañó sus ropas. Y aún así, sonreía.

—Acab-ad... con é-el...

Ayame se llevó una mano a los labios, temblorosa. Ahora tenían dos heridos de muerte, dos sacrificios, y un reloj de arena contando en su contra. Tenían que actuar. Y tenían que hacerlo ya.

—Coged a Jin —les pidió a sus compañeros en un susurro, acercándose con lentitud a ellos para que pudieran escucharla con claridad—. Yo le distraeré. No puede hacerme daño.

Y bien era posible que ella tampoco pudiera hacerle daño, visto lo visto después de saber que El Ahorcado ya estaba muerto y era capaz de sufrir puñaladas sin inmutarse. Pero su objetivo en aquella ocasión era otro. Y, con aquellas premisas, Ayame formuló un único sello con su mano derecha, y su cuerpo se disolvió en el aire como llevado por una brisa lejana. Apareció apenas un instante entre Jin y el El Ahorcado, haciendo frente a sus ojos burlones y las manos entrelazadas en otro sello: el del Pájaro.

Y chilló. Chilló con todas sus fuerzas. Chilló y le devolvió a El Ahorcado todo el terror que había estado sintiendo en las últimas horas. Chilló y le imprimió a su voz una buena capa de chakra que potenció su intensidad y le otorgó su fatídica capacidad de repulsión y aturdimiento.

«¡Vamos! ¡Ahora!»

Si lo hacían bien, quizás incluso podían llevarse al falso Jin con ellos...






PV:

150/150



CK:

146/180

-34 CK





Fuerza: 24
• Resistencia: 23
• Aguante: 24
• Agilidad: 51
• Destreza: 40
• Poder: 32
• Inteligencia: 40
• Carisma: 30
• Voluntad: 15
• Percepción: 51

Ichizoku: Hōzuki: 35
(Ninjutsu)
Ninjutsu elemental (Suiton - 水遁): 40
Fuuinjutsu: [Negado]
Taijutsu: 10
Genjutsu: 35
(Bukijutsu)
Shurikenjutsu:
Kenjutsu: 10


· Bandana (Frente)
· Portaobjetos (Pierna derecha)







¤ Sunshin no Jutsu
¤ Técnica del Parpadeo Corporal
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Ninjutsu 40
- Gastos:
  • 14 CK/20 metros
  • 52 CK para huir de un combate
- Daños: -
- Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
- Sellos: Carnero/una mano
- Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.

¤ Seidō: Ningyo no Umeki
¤ Camino de la Voz: Lamento de la Sirena
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Ninjutsu 20
- Gastos: 20 CK
- Daños: -
- Efectos adicionales: Expulsión, y ensordecimiento y pérdida del equilibrio momentáneo
- Sellos: Pájaro (mantenido)
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: La voz se extiende en forma de cono desde la posición del usuario hasta los dos metros y medio de largo y un máximo de un metro y medio de ancho antes de perder sus propiedades y disiparse.
La primera de las técnicas de voz desarrollada por Ayame.

Tras realizar el sello correspondiente y acumular y moldear el chakra en sus cuerdas vocales, Ayame exhala un potente chillido contra su objetivo. La voz, potenciada con su chakra, crea una onda de choque de tal magnitud que es capaz de rechazar a su adversario y lanzarlo varios metros en dirección contraria. La potencia del sonido también afecta a la estructura de su oído interno, por lo que se ensordecido y perderá el equilibrio durante unos segundos.

La debilidad de esta técnica radica en que se trata también de un arma de doble filo. Forzar de esa manera las cuerdas vocales también afecta a la garganta de Ayame, que deberá esperar un periodo de tiempo (dos turnos) para volver a utilizarla. Si por cualquier necesidad, Ayame se fuerza a utilizar esta técnica hasta tres veces sin dejar pasar al menos tres turnos de descanso, su garganta quedará tan dañada que se quedará sin voz hasta el día siguiente.

«¿Que lo más aterrador de una sirena es su canto? Eso es porque aún no las has escuchado llorar.» — Conversación entre dos marineros del País de la Tormenta.



[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
—Lar..gaos…no ..tire..is…mi..vi..da…

Juro quiso maldecirlo otra vez. ¿Por qué tenía que ser todo tan jodidamente difícil? Desde el inicio, habían fracasado como equipo. Sus vidas estaban en juego y uno ya iba a morir por ello. ¿Y aún no podían ponerse de acuerdo? Riko parecía seguir resentido con Jin. Juro lo entendía, pero aun así...

El chico que había sido salvado por Jin les miró. Uno a uno. Y después de eso, pareció tomar una decisión.

De repente, arrojó la pieza que llevaba hacia Jin, y todo se resquebrajó.

« Yo... ¡Siento chakra! » — No supo lo que había hecho ese chico. ¡Pero ahora podía utilizar sus técncias! Y no dudo en que Ayame o Riko también. Sus habilidades ninja habían vuelto.

—¡Tú! —escupió, señalando al falso Jin—. Se acabaron tus tretas.

Y entonces, el chico que les acababa de ayudar fue atravesado por espinas. Y en sus últimas palabras, les dejó claro lo que quería.

—Acab-ad... con é-el...

Ahora, en ese momento, era cuando debían actuar. Juro supo que sus acciones dejarían claro si Jin moriría o no. Incluso el otro, moribundo. Para la sorpresa del marionetista, fue Ayame, la chica que aparentemente parecía débil y asustadiza, la que tomó el mando del asunto.

—Coged a Jin. Yo le distraeré. No puede hacerme daño.

Quiso replicarla. No le parecía seguro. Pero no tuvo tiempo.

— Intentaré ponerle a salvo, tened cuidado. — murmuró Juro, también a Riko, quién estaba como él.

Y todo empezó a actuar. Ayame hizo un sello y apareció en frente de Jin y el ahorcado. Ayame ejecutó un sello y empezó a gritar. Un grito que pareció afectar a todo lo que estaba cerca de Ayame, y que tanto él como Riko pudieron evitar por eso mismo.

Juro saió corriendo, aprovechando la situación. En un par de zancadas, llegó hasta la posición de Jin.

— Te voy a poner a salvo, quieras o no — Juro le tocó el hombro, pegando un fuerte y denso hilo de chakra en él. Después, tiró con todas sus fuerzas, mientras Juro mismo retrocedió, llevándoselo lejos del ahorcado —. ¡Riko!

Si sus compañeros le cubrían, podría hacerlo. Podría ayudarle, aunque fuese por ese momento.




Estado de Juro

PV:

150/150


CK:

129/140

-
11



Fuerza: 30
Resistencia: 25
Aguante: 30
Agilidad: 30
Destreza: 40
Poder: 30
Inteligencia: 35
Carisma: 15
Voluntad: 25
Percepción: 30


¤ Chakura no Ito
¤ Hilos de Chakra
- Tipo: Apoyo
- Rango: C
- Requisitos: Marionetista 20
- Gastos: 11 CK por conexión
- Daños: -
- Efectos adicionales: Permite mover objetos, articulaciones o incluso una persona entera
- Sellos: Ninguno
- Velocidad: Moderada
- Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (clavar los hilos), 15 metros de longitud
Técnica que se utiliza generalmente por los miembros de esta brigada para enseñar a sus alumnos a controlar sus marionetas en la batalla. Cuando un alumno adquiere suficiente experiencia es capaz de usar los hilos para más cosas que manejar marionetas básicas. Dado que estos hilos están constituidos a partir de chakra muy concentrado, son visibles para el ojo común. Esto permite desde arrastrar objetos hacia ellos con los hilos, así como empujarlos.

Inventario:
¤ Hitai-ate [Atada al cuello]
¤ Portaobjetos básico [5/10]
  • ¿?
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
Responder
Todo sucedió muy rápido y, cuando se quisieron dar cuenta, el que había sido el falso Jin le había lanzado la pieza de vuelta al auténtico. Riko le miró, sorprendido, pero mayor fue su sorpresa cuando, tras un leve movimiento de manos, el peliblanco fue capaz de sentir el chakra fluir de nuevo por su cuerpo, recorriéndole como hacía siempre y se sintió mucho más seguro.

—¡Tú! Se acabaron tus tretas.

Nada pudieron hacer ninguno de los tres genin para evitar que aquellas espinas surgidas del suelo se clavaran y atravesaran la carne del rubio, dejándoles en shock, al menos a Riko, que miraba la escena horrorizado, y sus ojos se clavaron de nuevo en El Ahorcado, con un sentimiento de odio que le llenaba hasta el último poro de su piel, olvidado sus rencillas con cualquier otro.

—Coged a Jin. Yo le distraeré. No puede hacerme daño.

Y tan pronto sus palabras cesaron, Ayame apareció frente al hombre que tanto sufrimiento les había causado, con un sello formado en sus manos y un potente chillido salió de su boca.

Juro había comenzado a moverse, acercándose hasta Jin y conectando en él una especie de hilos de chakra, con los que tiró de él alejándolo de su posición.

—. ¡Riko!

Y el peliblanco se movió, acercándose al rubio y agarrándolo para llevárselo con ellos.

¡Vamos Ayame! ¡Tenemos que irnos! — Gritó el peliblanco, acercándose Juro y sacando su pieza para salir de allí. — ¡Juntadlas ya!

El tiempo no perdonaba y, cuanto más tardaran menos posibilidades de salir de allí les quedaban, y mucho menos si pretendían salvarles la vida tanto a Jin como a su copia, aunque aún no sabía como conseguirían aquello.


PV:

150/150



CK:

170/170




• Fuerza: 25
• Resistencia: 25
• Aguante: 30
• Agilidad: 30
• Destreza: 40
• Poder: 40
• Inteligencia: 40
• Carisma: 30
• Voluntad: 30 (+10)
• Percepción: 30


Ni pelusillas







[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
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En apenas segundos, todo paso de estar borroso a estar muy oscuro. Muy oscuro y en completo silencio. La herida ya no dolía. Estaba ahí, en su sitio, justo donde el ahorcado me había apuñalado. Podía sentirla, incluso verla allí en la oscuridad por un pequeño y fino hilo de luz que procedía de algo frente a mí.

Alce la vista para ver de donde procedía la luz. Aquello ya no era la casa. Mire a mi alrededor solo para encontrarme a mi mismo, solo, en un oscuro pasillo que terminaba en un haz de luz blanca que iluminaba mi rostro. La luz no parecía lejana, y parecía muy cálida. Tal vez se debía al frio que sentida en todo mi cuerpo.

¿Seria aquello la salida de la mansión? ¿Había sido el sacrificio la respuesta a la salida desde el principio?

No dude ni un instante. Aquella puerta me llamaba. Corrí hacia ella por aquel oscuro pasillo, estirando mi mano en pos de alcanzar su calidez.
[Imagen: ksQJqx9.png]
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Ayame se adelantó, posicionándose justo delante de El Ahorcado y haciendo su técnica más característica. El hombre, aun siendo inmortal, no dejaba de ser un contenedor humano, por lo cual cuando sintió el chillido de la joven kunoichi, se llevó ambos brazos delante de su cuerpo para evitar todo el daño posible, y, pese a que ninguno lo había planeado, el vozarrón era tan poderoso que terminó estampando al dueño de aquella casa contra la puerta metálica de debajo de las escaleras, con tanta suerte de acabar abriéndola.

Y lo que vieron, sin duda, les dejó el alma helada.

Dentro de la habitación se colaba la escasa luz del pasillo, dejando ver una figura que vagamente colgaba por una cuerda a medio romper del techo. La figura no era, ni más ni menos, que el verdadero cuerpo del hombre que afirmaba haberse convertido en el dueño de aquella mansión, sin embargo sus ropas estaban hechas unos harapos, siendo decoradas por manchas de lo que parecía sangre ennegrecida por el tiempo. Su cuerpo, sin embargo, ya no se parecía a lo que ellos estaban viendo en El Ahorcado, solo podían apreciar las moscas que revoloteaban alrededor de su cuerpo, en un estado de descomposición que se dejaba ver por el olor que salía de aquella habitación.

Ya no necesitaban la llave para abrir ese lugar.

Objeto que empezó a brillar desde sus posiciones. Cada parte salió de su escondite para emitir suaves brillos a los ojos de los chicos, iluminando la estancia. Flotaron lentamente hasta la puerta y allí, como si de magia se tratase, los cuatro pedazos de llave se juntaron para crear una mucho más grande. Se quedó allí, levitando, mientras esperaba pacientemente a que los chicos escapasen de allí.

Riko sujetaba al falso Jin mientras Juro arrastraba al verdadero. Ayame, la primera en ver aquella horrorosa imagen frente a ella, y también la primera en recordar que aquel hombre muerto estaba unido a aquella casa...

...Por una cuerda.


Orden de posteo: Ayame, Juro, Riko. Reiji ha perdido el conocimiento. Dos turnos hasta la muerte de Reiji.
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El Ahorcado intentó protegerse cruzando los brazos delante del cuerpo. Seguramente esperaba algún tipo de ataque físico, pero nada podría hacer con el poder de su voz y terminó expulsado hacia atrás, chocando brutalmente contra la puerta de metal que se encontraba debajo de las escaleras y abriéndola de par en par.

Jadeante, Ayame se llevó una mano a la garganta con gesto dolorido y alzó la barbilla para mirar a través del hueco que había dejado la puerta.

Se arrepintió prácticamente al instante.

Y es que, en el interior de aquella habitación se podía vislumbrar ahora una silueta oscura colgada del techo. El verdadero cuerpo de El Ahorcado, restos apenas reconocibles y apenas cubiertos por harapos deshilachados y manchados de sangre seca, devorados por las moscas y otras alimañas que debían habitar aquel lugar. Y entonces el hedor acarició su nariz. Ayame se tapó la boca en un desesperado intento por reprimir una arcada, pese a que no tenía nada en el estómago que pudiera expulsar.

Por suerte, un brillo en su bolsillo distrajo su atención. De aquel, su pieza de la llave surgió flotando y brillando como si de una luciérnaga se tratase, y tras dirigirse a la puerta de salida se unió a las otras tres de sus compañeros, formando una llave mucho más grande y marcando la salida.

—¿Qué...? —murmuró la muchacha, anonadada. Pero entonces, sacudida por la realidad en la que se encontraban, agitó la cabeza—. ¡Vámonos! ¡YA!

Echó a correr hacia la puerta, esperando que Juro y Riko la acompañaran con Jin y el falso Jin; sin embargo, antes de llegar siquiera a la mitad de la estancia, detuvo sus pasos momentáneamente y se dio la vuelta hacia la estancia de El Ahorcado.

—No termino de comprender nada de esto, pero... espero que en algún momento encuentres la paz —dijo, reprimiendo las náuseas.

Y entonces arrojó el kunai que aún llevaba en la mano y que el mismo Ahorcado le había dado. La daga de metal surcó el aire con un silbido, directa a la cuerda que aún sostenía su cuerpo.
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—Habitación de Ayame: Link

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El grito de Ayame fue fuerte. Tan fuerte y poderoso, que tumbó a aquel ser y lo arrojó contra la puerta metálica detrás de las escaleras.

« ¿Es un ninjutsu de voz? » — se preguntó Juro, para sí. Aunque no fuese el mejor momento ni el lugar, recordaría aquel poder, porque era aterrador.

Y al chocar contra la puerta, esta se abrió.

— Dios...

Juro observó la silueta que estaba colgada al techo. El cuerpo del ahorcado, ireconocible, cubierto por harapos y sangre seca. Estaba podrido, y claramente muerto. Juro contuvo las ganas de vomitar.

Las cuatro piezas se alzaron en el cielo y formaron una gran llave. Juro lo observó, boqueabierto. Una enorme pieza se formó y fue hacia la puerta, indicando que ya podían huir. Era el momento de escapar. Tenían al falso Jin y al verdadero, y todo parecía haber terminado.

Ayame gritó. Juro secundó la moción.

— ¡Vamonos!

Pero durante unos momentos, Ayame se volvió. Cogió el Kunai, y lo lanzó, en dirección a cortar la cuerda que unía al ahorcado. Lo que mantenía al ahorcado unido a la casa.

« Yo tampoco lo entiendo. No entiendo porque ha pasado esto, ni lo que te paso. Pero estoy con ella »

— Adios... — murmuró Juro. No supo si al hombre que les había intentado matar, a la casa, a la maldición, o a todo en general.
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...

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Al recibir la técnica de Ayame, El Ahorcado no pudo resistir y acabó cayendo hacia detrás, una puerta metálica que no aguantó el peso y cedió, abriéndose de par en par y dejando ver una escena grotesca.

Riko no fue consciente de primeras, pues estaba demasiado ocupado cargando con el falso Jin, pero rápidamente un hedor llegó sus fosas nasales y tuvo que contener las ganas de vomitar a la vez que giraba la cabeza buscando la fuente de aquel olor, y lo vio. Lo que había sido un hombre colgado de una cuerda, con manchas de sangre secas en la ropa y apenas reconocible por el paso del tiempo y la putrefacción.

Su parte de la llave, que tenía en la mano, comenzó a brillar haciendo que el peliblanco la soltara, ya no se fiaba de nada de lo que pasara en aquella casa, y no pensaba dejar que aquello le estallase en las manos o algo parecido. al soltarla, se elevó, junto con las otras tres piezas, que se unieron y se quedaron levitando en el sitio.

—. ¡Vámonos! ¡YA!

— ¡Vamonos!

Ya lo habían dicho dos veces, no hacía falta una tercera, Riko echó a correr con la máxima velocidad que podía teniendo en cuenta que estaba cargando con una persona y que la fuerza no era precisamente lo suyo y no paró hasta que estuvieran fuera.

¡Hay que hacer algo con estos dos! ¿Alguno tiene la menor idea de cómo curarles?

el Senju no sabía qué debían hacer, a Jin deberían mantenerle la herida tapada y haciendo presión para que no se desangrara, pero con el falso Jin era diferente, tenía demasiadas heridas y curarlas todas a la vez sería difícil si no contaban con un experto médico, y el tiempo se les acababa.
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¡NO! —chilló El Ahorcado. ¡NOOOOOOOOOOO!

Todo comenzaba a desmoronarse, y tras la decisión de la única kunoichi de la sala de arrojar el kunai contra la cuerda, el hombre muerto comenzó a enloquecer. Hasta que el suave filo del arma acabó con la vida de lo que unía el cuerpo con la casa. Un temblor sacudió el lugar cuando el cuerpo real de El Ahorcado se desplomó al suelo, y, su otro yo, su ilusión, explotó en un haz de luz que empujó a todos los presentes hasta la puerta, que se abrió al sentir la llave dentro de su cerradura.

Todos salieron volando hasta la entrada de la casa, cayendo contra los barrotes de metal que cedieron por el golpe pero que, aún así, frenó el pequeño viaje que habían realizado. Eso no pasó por alto el dolor que iban a sentir al levantarse, o incluso el que sentían en aquel momento. El temblor del suelo seguía, constante, hasta que frente a los ojos de aquellos chicos, la casa se desmoronó hasta quedar hecha pedazos.

Allí, el cuerpo del hombre que una vez se unió a la casa quedó sepultado, creando su propia tumba bajo los escombros y maderas que componían la mansión.

Podían respirar tranquilos, porque la maldición ya había acabado.

Tras los barrotes entre abiertos que daban a un bosque cercano a Yachi estaba sentada de rodillas una anciana de cabello cano, a su lado izquierdo reposaba una linterna que emitía una luz cálida. Al ver a los chicos, sin embargo, se levantó pesadamente y se acercó a su posición lentamente.

Nunca pensé que alguien saldría con vida de esta casa, pero seguía con la esperanza de poder ayudar a quienes lo hiciesen —murmuró, agachándose para poder quedar a su altura —. Dejadme ver a estos chicos, sin duda necesitan atención médica de inmediato.

Ahora estaban en las manos de Riko y Juro salvar a ambos chicos.


Orden de posteo: Ayame, Juro y Riko. Reiji está a un turno de morir y sigue inconsciente.
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—¡NO! —chilló El Ahorcado—. ¡NOOOOOOOOOOO!

Pero ya era demasiado tarde. El kunai sesgó la cuerda. Y cuando el cuerpo se derrumbó, un violento temblor hizo que toda la casa lo hiciera con él. Hubo un estallido de luz y Ayame, completamente cegada, sintió que su cuerpo era catapultado sin control. En algún momento chocó contra algo y escuchó un ruido metálico, pero su cuerpo reaccionó de forma innata y se deshizo en agua en el momento del impacto antes de terminar cayendo al suelo.

Era muy probable que ella fuera la única que se fuera a quedar sin secuelas físicas de aquella locura.

—Chicos... estáis... ¿estáis bien? —preguntó, dolorida, mientras el agua se arremolinaba para formar su cuerpo de nuevo.

—Nunca pensé que alguien saldría con vida de esta casa, pero seguía con la esperanza de poder ayudar a quienes lo hiciesen —escuchó una voz cerca de ella, y la muchacha se reincorporó prácticamente de un salto, alerta. Junto a ellos, una anciana de cabellos que hacía mucho habían perdido el color, estaba arrodillada junto a una lámpara que emitía una luz cálida. Ayame la contempló con cierta desconfianza, y al mismo tiempo desesperación—. Dejadme ver a estos chicos, sin duda necesitan atención médica de inmediato.

—¿Puedes... puedes ayudarlos...? —preguntó, con un hilo de voz.

Una parte de ella aún no sabía si podía fiarse de aquella mujer o no, pero no tenían el tiempo a favor como para permitirse el lujo de recelar. La vida se les escapaba, y ninguno de los allí presentes conocía el arte de la medicina.
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—Habitación de Ayame: Link

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Todos salieron volando. Como un potente estallido, en cuanto Ayame cortó la unión de la casa con el ahorcado, todo se vino abajo. Juro sintió los gritos del hombre, después, salir volando y golpearse contra la valla metálica, que finalmente cedió. Después, todos cayeron al suelo.

Juro solo puso sotar un gemido de puro dolor. Pudo ver desde ahí como la casa entera se desmoronó.

—Chicos... estáis... ¿estáis bien? —preguntó Ayame. Al mirarla, Juro pudo ver, con total sorpresa, que su cuerpo se había deshecho en agua, y se estaba reformando.

« ¿Qué coño es ella? » — Si no hubiera sido por aquella experiencia en la mansión, podría incluso haber pensando que no era humana. Pero estaba claro que sí. Y no tenía ganas de preguntarse que clase de truco tenía.

A su lado, el Jin verdadero yacía. Juro supo que no le quedaba mucho tiempo.

— Eso creo... — murmuró. Trató de reincorporarse.

Entonces, una voz le llamó la atención.

—Nunca pensé que alguien saldría con vida de esta casa, pero seguía con la esperanza de poder ayudar a quienes lo hiciesen.Dejadme ver a estos chicos, sin duda necesitan atención médica de inmediato.

—¿Puedes... puedes ayudarlos...? —preguntó, con un hilo de voz.

Juro pudo ver a una anciana de cabellos blancos, con una linterna. Era una persona que habían encontrado en los alrededores de aquella mansión maldita. Juro sabía que no era de fiar solo por eso.

Pero... ¿Les quedaba alguna otra esperanza?

— ¡Rápido! ¡No les queda mucho! — Juro se levantó con todas las fuerzas que tuvo, omitiendo el dolor. Y arrastró a Jin hasta la mujer. Esperó que Riko hiciese lo mismo —. Ha recibido una herida muy grave.
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Un grito desgarrador llegó a sus oídos, un grito por parte de El Ahorcado cuando el kunai que Ayame lanzó cortó la cuerda que sostenía colgado el cuerpo inerte y tras esto, una gran explosión les expulsó de la casa, llevándoles hasta la valla metálica, contra la que chocaron a gran velocidad, dejando brevemente sin respiración a Riko, que solo fue capaz de soltar un gemido de dolor.

—Chicos... estáis... ¿estáis bien?

El Senju hizo su mayor esfuerzo por levantarse, pero el costado le dolía horrores, seguro que se había roto algo, pero lo más importante ahora no era eso, era salvar a sus compañeros.

S-Sí...

Nunca pensé que alguien saldría con vida de esta casa, pero seguía con la esperanza de poder ayudar a quienes lo hiciesen. Dejadme ver a estos chicos, sin duda necesitan atención médica de inmediato.

No la había visto hasta entonces, pero una anciana se había acercado hasta ellos, y, al parecer, estaba dispuesta a ayudarles a salvar a los dos jóvenes que yacían en el suelo.

— ¡Rápido! ¡No les queda mucho! Ha recibido una herida muy grave.

Riko imitó a su compañero, y cargó con el cuerpo del falso Jin hasta la anciana, obviando el inmenso dolor que sentía en el costado, como si se le clavara un puñal.

¡Chicos, ayudadme mientras a parar la hemorragia aquí! — La mujer debía ocuparse primero de Jin, pero ahora eran tres los que estaban libres y quizá entre todos consiguieran taponar las heridas del rubio.

Riko colocó la palma de su mano sobre la herida que vio que más sangraba y se apoyó con la otra mano, haciendo toda la fuerza que podía.

Vamos, vamos, no te mueras...
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Con ambos chicos cerca de ella, la anciana se levantó lentamente y se posicionó entre ambos cuerpos, acomodándolos lo mejor posible para hacer su trabajo. Para sorpresa de Riko, la mujer no solo se encargó primero de Reiji, sino que comenzó a sanar lentamente las heridas de ambos chicos gracias a aquel chakra verdoso que ahora emanaba de sus ancianas manos.

Lo habéis hecho bien, chicos, gracias a vosotros él ya no volverá a dañar a nadie —murmuró la mujer, sin dejar de mirar a Reiji —. Esto se lleva repitiendo cada año desde hace un lustro, es horrible la de gritos que he escuchado, por eso no puedo evitar venir a poder salvar a alguno... Ya que yo también estuve ahí —explicó, cabizbaja —. Salí por mi avanzada edad, y porque también conocía al chico, era tan inocente...

Ahogó un pequeño hipo, y los tres shinobis conscientes pudieron apreciar que la anciana tenía los ojos ligeramente acuosos.

Él vivía cerca de aquí, creció con un par más, pero la gente se corrompe y a veces termina por cometer grandes locuras, por eso, los que consideraba amigos terminaron con su vida aquí, y él, incapaz de dar por finalizada su vida, terminó por arruinar la de muchos otros que se asemejasen a ellos, lástima que no viese aquello que de verdad era importante...

El verde tornó por otro más intenso, y poco a poco las heridas del chico-cuervo comenzaron a sanar, lentamente, cerrando la herida despacio y sin prisa. Tras unos minutos más, estaría fuera de peligro.

Gracias por otorgarle esa paz que necesitaba —agradeció la mujer, mostrando una cansada sonrisa —. No os preocupéis, ahora podéis volver a vuestras casas y descansar, sé que será duro, pero ahora sois héroes, de todos aquellos bajo la mira de el que se hacía llamar el Ahorcado y que ya no caerán en sus garras.

Unos aleteos se escucharon a la lejanía, haciendo que la anciana mujer se callase por un momento. Si Juro, Ayame y Riko levantaban la vista, podían ver tres cuervos volando hacia ellos con las patas repletas de objetos.

Te dije que no tendríamos que haberle perdido de vista...

Es que tu plumaje siempre me deslumbra.

El cuervo albino les seguía de cerca, y los tres rápidamente descendieron hasta la posición de los chicos. Se posaron cerca de Reiji, dejando todos objetos que traían consigo en el suelo.

El joven Reiji, por su parte, recuperó poco a poco la consciencia, sin embargo sentía todo su cuerpo agarrotado y unas ganas tremendas de comer maíz, aunque se veían aminoradas solo por todo el dolor que sentía al moverse, sin embargo, el dolor del pecho ya no era tan fuerte como antes y podía respirar correctamente.

La anciana sonrió.

Me alegro de que estés bien, chico —afirmó la mujer, para dejar lentamente de transmitirle chakra, luego posó ambas manos sobre el falso Jin —. Creo que esos objetos son vuestros, los cuervos fueron muy amables de ir por ellos cuando el subordinado del hombre os los arrebató, menos mal que se encargaron de él...

Se permitió sonreír.

Ahora los cuatro volvían a tener sus objetos, todos ellos, estaban vivos y podrían regresar a sus casas.

Creo que tendréis que llevar a este muchacho a un médico de verdad, yo solo he podido parar su hemorragia, pero está muy débil... —explicó la mujer, cansada—. Yachi está pasando este bosque, al noroeste, lo reconoceréis enseguida —continuó—. Lleváoslo, y ayudad al otro, yo no puedo ayudaros más, así que volveré a casa.

Con un suave movimiento de manos, acabó de transmitir chakra al falso Jin y se levantó pesadamente.

Gracias, muchachos, espero que os vaya bien a partir de ahora.

Y con pasos lentos pero continuos, tomó su linterna y se perdió por la oscuridad del bosque como si nunca antes hubiese estado allí.


Orden de posteo: Reiji, Ayame, Juro y Riko.

Creo que está todo dicho, así que los próximos post serán los últimos a no ser que sea preciso hacer otra ronda. Gracias por haber participado en esta pequeña historia, la cual me ha hecho sentir con muchas ganas de seguir hacia delante hasta el final, por eso espero que vosotros también la hayáis disfrutado tanto como yo. Muchísimas gracias chicos, estoy en deuda con vosotros.

Las máscaras os las regalo por lo bien que lo habéis hecho.
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Te dije que no tendríamos que haberle perdido de vista...

Es que tu plumaje siempre me deslumbra.

Deja de mentir, te pusiste a hablar de telenovelas con una señora…

¿Y tu que? Cómo si fuera el único que lo perdió de vista…

Es que mi plumaje me deslumbra.

¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Es porque soy blanco? Debería ser el blanco el que muriera primero en las pelis, así terminaría esta tortura por fin… —Murmuró el cuervo blanco desde la retaguardia, mientras se llevaba una de sus alas a la cabeza.

Has dicho algo

Los otros cuervos se giraron al unísono, pero el cuervo albino negó simplemente con la cabeza.

***

Cada vez estaba mas cerca de la luz, y cada vez es más fácil distinguirla. Una mujer, era una mujer, con los brazos extendidos. Blanca, toda ella blanca. Parecía esperar que la abrazara. Y estaba dispuesto a hacerlo. Muy dispuesto. Seguro que aquella paz y calidez era la recompensa por mi sacrificio. La recompensa por poner la vida de otros por encima de la mia.

Y justo cuando parecía que mi mano iba a rozar la suya… algo tiró de mi con fuerza. Grite que no, que me dejaran allí, que me lo había ganado. Pero a pesar de que mis labios se movían, la voz no salía.

Y entonces abrí los ojos. Y el dolor era atroz. Volvió como un martillazo en mi estómago. Apenas podía moverme. Abrir y cerrar los parpados ya era un suplicio. Ni siquiera intenté levantarme. Además, la vista aún estaba borrosa, y las palabras eran todas solo sonido. Había mucha gente allí.

¿Por qué no me habían dejado morir? ¿De qué había servido el sacrificio entonces? No podías morir como un héroe si no morías. Tampoco es que quisiera morir en un principio, pero me había costado mucho tomar la decisión. Me había costado mucho disparar aquella bala. Y al final… No había servido de nada.
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Como única respuesta, la anciana se reincorporó y se colocó entre los dos Jin. Los acomodó y utilizó sus manos, que enseguida se envolvieron en aquel fulgor esmeralda que Ayame conocía tan bien, para comenzar a sanarlos.

«Es médica... ¡Menos mal!» Pensó, con un profundo suspiro de alivio.

Fue entonces cuando la anciana comenzó a hablar. Les felicitó por lo que habían conseguido, ya que gracias a ellos otras personas no correrían aquel fatal destino. Y es que había habido más antes que ellos, por lo menos un grupo de personas cada año durante cinco, entre ellas la misma anciana... Y era muy probable que aquella no hubiese conseguido salvarlos a todos y gran parte de esas personas estuviese ya muerta... También les explicó que conocía a El Ahorcado, antes de convertirse en tal. Un chico que vivía cerca allí y que se juntó con unas amistades inapropiadas. Tan inapropiadas como que acabaron con su vida allí mismo, donde hasta ahora había atado su vida a aquella mansión ahora derruida y juró venganza.

Tras los agradecimientos, Ayame escuchó unos suaves aleteos. Al alzar la vista vio tres cuervos, uno de ellos blanco como la nieve, con varios objetos entre las garras que terminaron por posarse cerca de Jin.

«¿Están... hablando?» Ayame conocía de la inteligencia de los cuervos, pero no que fueran tan inteligentes como para tener conversaciones entre ellos en idioma humano. ¿Acaso eran del chico? ¿Sabía invocarlos? Pero en su estado inconsciencia no podía haberlo hecho...

—Creo que tendréis que llevar a este muchacho a un médico de verdad, yo solo he podido parar su hemorragia, pero está muy débil... —explicó la mujer, cansada—. Yachi está pasando este bosque, al noroeste, lo reconoceréis enseguida. Lleváoslo, y ayudad al otro, yo no puedo ayudaros más, así que volveré a casa.

—¡Muchas gracias, señora! —exclamó Ayame, con una profunda reverencia y lágrimas de alivio brillando en la comisura de sus ojos—. ¡No sabe cuánto se lo agradezco!

—Gracias, muchachos, espero que os vaya bien a partir de ahora.

Se despidieron. Y con aquello, aquella locura dio fin. Ayame se levantó e intentó cargar el cuerpo de Jin sobre sus hombros como pudo.

—Tendremos que llevarles a un médico en Yachi. Con suerte llegaremos a tiempo para salvar a ambos —explicó, mirando a Juro y a Riko. Y entonces les vio de verdad y las lágrimas volvieron a aflorar en sus ojos—. Chicos... si no fuera por vosotros no habría podido salir de allí yo sola, con esa oscuridad y con todo lo que ha pasado... Estoy en deuda con vosotros, Riko-san, Juro-san.

Después de que se separaran sus caminos de vuelta a sus respectivas aldeas, Ayame no sabía cuándo volvería a verlos, si es que volvía a verlos alguna vez. Pero, fuera como fuese, Ayame había cerrado un lazo de vida con ellos.




¡Ha sido un placer participar en esta trama con todos vosotros! ¡Muchas gracias por la oportunidad y por la fantástica masterización que te has marcado, Eri-chan!
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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