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8/04/2018, 20:54
(Última modificación: 8/04/2018, 20:56 por Aotsuki Ayame.)
Con el corazón a mil por hora, Ayame esperó con las manos entrelazadas en el pecho en un silencioso ruego. Escuchó la llave introduciéndose en la cerradura y su corazón galopó con más fuerza aún, si cabía. Sonaron varios chasquidos más, y entonces...
—Mierda. No se mueve. Joder —escuchó la voz de Juro, justo antes de un nuevo golpe—. Lo siento. Esta llave era una trampa, supongo. La guardaré por si acaso.
Y el corazón de Ayame se congeló en su pecho.
—Q... ¡¿Qué?! —exclamó, con un hilo de voz, incapaz de creer lo que estaba oyendo. ¿La llave no funcionaba? ¿Entonces cómo iba a salir de aquel sitio? La kunoichi se sintió repentinamente mareada, y apoyó la frente en la puerta. ¿Qué iban a hacer ahora?
—Vale. Creo que no hay otra manera. Tenemos que derribarla —añadió Juro, y Ayame levantó la mirada—. Creo que ningún tenemos mucha fuerza bruta. Pero si colaboramos, entre los tres podemos. Vamos a intentar embestirla entre todos. ¿De acuerdo?
—Sí, perfecto, creo que entre todos podremos echarla abajo. Tú das la señal Jin, a la de tres, ¿sí? —añadió Riko—. ¡Ayame! ¡Aléjate de la puerta un poco, vamos a intentar tirarla abajo!
—¡S... sí! —asintió ella, colocándose en el lado contrario hacia donde se abría la puerta.
«Eso es... ¡Eso es! Ahora con la ayuda de Jin...» El corazón de Ayame había cobrado vida de nuevo con la llamarada de la esperanza...
—Un segundo, no digo que no lo intentemos, pero escuchadme un segundo, antes, cuando Riko a golpeado la puerta, ni siquiera se ha notado el golpe —Pero siempre hay alguien dispuesto a apagar de un soplido esa llama—. Yo no tengo, en mi estado actual, ni siquiera un cuarto de la fuerza que el pueda tener, aún no estoy recuperado del todo, y tal vez las apariencias engañen, pero Juro tampoco parece tener mucha fuerza física. Por no hablar, de que la puerta no es muy grande y dudo que seamos capaces de coordinarnos a la perfección, lo mas seguro es que acabemos por tropezarnos entre nosotros y hacernos daño, y seguramente para que solo consigamos que la puerta se tambalee. Lo mas probable es que quien este jugando con nosotros, sea quien sea, quiera que encontremos otra llave, tal vez este escondida detrás de algún cuadro, aunque antes se han caído al suelo, puede que incluso la llave este dentro del baño, con Ayame, y ella nos la tenga que dar desde dentro. ¿Ayame, ves alguna llave por ahí? Quizás en algún armario, o tal vez detrás de algún tablón de madera sospechoso, detrás del retrete o algo.
—¡Aquí dentro no hay más que un lavabo, un retrete y una bañera! ¿Cómo va a haber una llave dentro si la puerta está cerrada? ¡El que la guardara la llevaría consigo fuera! —exclamó, irritada—. ¡Intentad derribar la puerta, por favor! —suplicó.
Se odiaba por tener que depender de ellos. Volvió a lamentarse por no tener su chakra. Si lo tuviera, se repitió por enésima vez aquella noche mientras abría y cerraba su mano libre, ella misma podría abrirse paso con la fuerza del agua...
—Bien, intentémoslo a vuestra manera, y si no funciona, lo haremos a mi manera —accedió al fin, y Ayame se permitió el lujo de suspirar de alivio—. ¿Listos? Uno… dos… ¡tres!
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Los tres se pusieron de acuerdo para cargar contra la puerta a la vez y poder abrirla para rescatar a Ayame de su cautiverio. Reiji primero pensó que lo mejor sería buscar otra llave que seguramente estuviese por ahí cerca, pero se posicionó con los otros dos y por fin, después de horas en aquella casa, los tres se pusieron de acuerdo.
Y de ese mutuo acuerdo, lograron abrir la puerta.
Los tres acabaron tropezando, pero ninguno cayó al suelo mientras Ayame, al lado de los tres, ya podía salir de allí.
— Una pieza... —se escuchó un susurro, pero ni Ayame, ni Juro, ni si quiera Reiji pudo escucharlo.
Iba dirigido a Riko.
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A Jin no le faltaba razón, siendo sinceros, ninguno de los tres allí presentes poseían una gran fuerza, al menos no en apariencia, pero aún así entre los tres seguro que eran capaces de echar abajo aquella puerta que seguro era muy vieja y podría llegar a tener alguna visagra oxidada y gastada que rompiera con menos esfuerzo del normal, por lo que, por el momento su mejor plan era usar la fuerza bruta, por lo que Riko simplemente esperó a que Jin se convenciera de lo mismo.
—Bien, intentémoslo a vuestra manera, y si no funciona, lo haremos a mi manera
Una ligera sonrisa apareció en el rostro del albino, que al fin vio como no había que discutir mucho una decisión para llevarla a cabo.
¿Listos? Uno… dos… ¡tres!
Y a la señal salió corriendo acompañado de sus dos compañeros, con un grito perfecto para una batalla con el que nada más que intentaba darse confianza a sí mismo antes de lanzarse con todas sus fuerzas contra la puerta que, al entrar en contacto con su hombro y con sus dos compañeros cedió, provocando que el Senju tropezara ligeramente debido a la excesiva fuerza que había usado.
Pero entre todo aquel escándalo, una voz familiar sonó en su cabeza.
—Una pieza...
El uzunés miró a todos lados, si sus compañeros se fijaban verían la preocupación en su rostro antes de preguntarles directamente a ellos.
— ¿Ha-Habéis oído eso? — Seguía mirando a todos lados tratando de averiguar si la voz provenía de algún lado o simplemente había sonado en su cabeza.
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Y, al fin, el esfuerzo de su trabajo en equipo dio sus frutos.
La puerta se abrió con un fuerte bandazo ante la arremetida de los tres genin, que apenas lograron mantenerse en pie con la inercia que llevaban, y Ayame sintió todo el pesar que constreñía su pecho aliviarse.
—¡Ay, chicos! ¡Gracias! ¡Gracias! —exclamaba, acercándose a ellos con lágrimas de alegría en sus ojos—. ¿Estáis bien? ¿Os habéis hecho daño? ¡Mirad, mirad! —añadió, enseñándoles el kunai y la pieza del puzzle—. Después de apuñalar a El Ahorcado aparecí aquí, con él. Dijo algo de "respuesta correcta" y me los dio, aunque no termino de comprender a qué se refería exactamente... ¡Pero ya sólo nos falta una pieza para salir de aquí!
—¿Ha-Habéis oído eso? —dijo Riko de repente.
Ayame se volvió hacia él, extrañada. Miró a su alrededor, intentando agudizar el oído al máximo, pero no escuchó absolutamente nada.
—No... ¿A qué te refieres, Riko-san?
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Durante unos momentos, Jin interrumpió el plan de Juro — muy poco pensado y bastante desesperado, eso tenía que admitirlo hasta él —, proponiendo una mejor búsqueda de otra posible pista. Y tenía razón en ese sentido: Riko estaba bastante herido, igual que él y el propio Juro. Si no podían con la puerta, a saber que podría pasar. Igual se rompían un brazo, o los dos, o todas las extremidades.
Sin embargo, Ayame no encontró nada, y sin más opciones, los tres utilizaron su poder físico conjunto. Y la puerta — de poca calidad probablemente —, se vino a bajo.
« Oh dios, estamos colaborando. Gracias. Gracias » — pensó, emocionado. Y no precisamente culpando al incidente de la marioneta. No habían cooperado desde el primer momento en que habían entrado ahí. Aunque ahora fuese por una causa en común.
Ayame, visiblemente agradecida, salió a su encuentro con lágrimas de pura alegría.
—¡Ay, chicos! ¡Gracias! ¡Gracias!¿Estáis bien? ¿Os habéis hecho daño? — Juro suspiró de alivio. La chica se veía completamente ilesa. No le había pasado nada.
— Yo estoy bien. Espero que el golpe no haya empeorado la situación de Riko o de Jin — murmuró. No podían permitirse una baja en ese momento. Tenían que permanecer los cuatro juntos —. Pero hay que decir que fue una buena colaboración. ¡Buen trabajo chicos!
Juro se dejó llevar por el júbilo de la situación. Estaban juntos y lo habían conseguido. Con eso les bastaba.
—¡Mirad, mirad! — Y la chica les enseñó algo que alegró y aterró el corazón de Juro: una pieza de puzle —. Después de apuñalar a El Ahorcado aparecí aquí, con él. Dijo algo de "respuesta correcta" y me los dio, aunque no termino de comprender a qué se refería exactamente... ¡Pero ya sólo nos falta una pieza para salir de aquí!
— ¡Genial! Fuiste muy valiente, Ayame. Pero no te preocupes, no habrá más sacrificios. A partir de ahora no nos separaremos. — exclamó Juro, visiblemente contento. Aunque luego, recordó algo y se volvió hacia Jin —. Aunque antes de irnos, Jin tiene que solucionar un asuntillo con su pa...
—¿Ha-Habéis oído eso? — dijo Riko, interrumpiendo cualquier explicación.
« ¿Eh? »
Ayame tampoco había escuchado nada. Juro se mostró igual de extrañado.
— Yo tampoco — dijo, encogiéndose de hombros.
Juro se quedó en silencio, tratando de escuchar cualquier indicio de lo que decía Riko. Quizá, por haber estado hablando o demasiado confiado, se le había pasado por alto el sonido.
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Y al final, aunque como yo había predicho tropezamos entre nosotros, conseguimos nuestro propósito: Abrir la puerta. De todos modos, estaba seguro de que hubiera sido bastante mas sencillo, y desde luego menos doloroso para mi hombro, encontrar la llave que la abría. Por que al final, paria que yo era el mas flojo de todos, al menos físicamente.
—¡Ay, chicos! ¡Gracias! ¡Gracias!¿Estáis bien? ¿Os habéis hecho daño?
— Yo estoy bien. Espero que el golpe no haya empeorado la situación de Riko o de Jin.Pero hay que decir que fue una buena colaboración. ¡Buen trabajo chicos!
Pues yo sentía ser el que traía las malas noticias, pero todo ese tiempo, en esa poca fracción que nos había costado encontrar a Ayame, pese a que ella parecía estar bien, yo no lo estaba. Mi yo interior… estaba a punto de necesitar maíz. Y tenia pensado anunciarlo, pero claro, el jubilo de la situación se me adelanto.
—¡Mirad, mirad! Después de apuñalar a El Ahorcado aparecí aquí, con él. Dijo algo de "respuesta correcta" y me los dio, aunque no termino de comprender a qué se refería exactamente... ¡Pero ya sólo nos falta una pieza para salir de aquí!
— ¡Genial! Fuiste muy valiente, Ayame. Pero no te preocupes, no habrá más sacrificios. A partir de ahora no nos separaremos.
—¡No la toquéis, solo Ayame! Las piezas están predestinadas, si alguien que no es ella toca su pieza… entonces sucederá lo que a juro le sucedió en la cocina.
— Aunque antes de irnos, Jin tiene que solucionar un asuntillo con su pa...
—Si, pero…
—¿Ha-Habéis oído eso?
Dijo Riko, interrumpiendo cualquier explicación, pero nadie a parte de él parecía haber escuchado nada raro.
—Yo tampoco he oído eso, pero necesito que me escuchéis un segundo…
Dije eso mientras me apoyaba contra la pared del baño. No había podido contenerme con el maíz, por lo que otra vez, estaba sin maíz. Y no iba a poder controlarme si volvía a encontrármelo. Cuando la necesidad apremia… no hay control.
—Yo no estoy bien…desde que entre aquí, en esta casa, cada cierto tiempo, mi cuerpo necesita… Maíz. En ese estado, no puedo controlarme y si veo maíz me lo comeré todo, hasta el ultimo grano. También pierdo las fuerzas, y las ganas de vivir o de hacer nada… antes, incluso he tenido alucinaciones, los tres, vosotros, os veías como deliciosas mazorcas de maíz gigantes.
No necesitaba decir que también me pasaba en mi día a día. Además de que era mas sencillo atribuirle la culpa a aquella pesadilla interminable, lo que también me facilitaba todas las explicaciones, pese a que no se las debía a nadie. De cualquier modo, la gente que ahora trabaja conmigo, bien podía apuñalarme por la espalda mas tarde, era mejor que pensaran que la culpa era de la situación.
—No entiendo muy bien que me esta pasando, pero…— Si que lo entendía, lo entendía muy bien, y si lograba salir de aquel lugar con vida… le pondría remedio a aquella situación. —Necesito maíz otra vez, lo necesito ahora.
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Tras el reencuentro, Riko les confesó que acababa de escuchar una voz, pero los demás afirmaron no haber escuchado nada. Reiji, por su parte; les informó de su tan desagradable adicción por el maíz, la cual no podía contener más por mucho tiempo. Al escuchar la palabra maíz, Ayame recordaría que vio un poco en la nevera de la cocina, una información que al principio no le había resultado realmente útil, pero que podría servir a su compañero de villa.
Riko, por su parte, aún parecía darle vueltas a la voz que acababa de escuchar, pero no fue lo único que escuchó.
— Abajo, Riko-kun, te estoy esperando abajo... —llamó la voz, y efectivamente, parecía provenir del piso inferior.
Si decidían bajar, encontrarían todas las puertas de las habitaciones cerradas, menos una: la habitación que se encontraba a la izquierda de la entrada si consultaban uno de los mapas que tenían bajo su posesión. De ella se veía una cortina de luz más potente que las carmesí que los rodeaban. Un sonido de un reloj se escuchaba salir de la misma.
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Nadie lo había escuchado, lo cual quería decir que, o bien se lo había imaginado, o solo había sonado en su cabeza y no sabía cuál de las dos opciones le perturbaba más y trató de buscarle una explicación, quizás su imaginación le había pasado una mala jugada y había confundido palabras o cualquier cosa por el estilo.
...¡Pero ya sólo nos falta una pieza para salir de aquí!
Sólo se quedó con aquella parte, pero eso era lo más importante, era lo mismo que acababa de sonar en su cabeza y momentos después la voz de su cabeza volvió a hablar, dejando a Jin y a su explicación de su adicción en su segundo plano.
—Abajo, Riko-kun, te estoy esperando abajo...
Los ojos se le abrieron como platos, ya está, la propia casa le estaba diciendo dónde se encontraba la pieza que les faltaba, y ahora solo tenían que ir y cogerla.
— ¡Chicos, vamos al piso de abajo! ¡Vamos! — No dio una sola explicación, quizás los nervios empezaban a jugar en su contra y rápidamente salió corriendo hacia donde la voz le había dicho.
Al bajar su atención se centró en aquella habitación de la que salía una luz mucho más potente que la había actualmente en el resto de la casa y aquello significaba que ese era su destino, por lo que con precaución se fue acercando poco a poco, siendo capaz de escuchar aquel sonido de reloj que no hacía más que ponerle de los nervios más aún.
![[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]](https://78.media.tumblr.com/ef716a7a224d02d15153150120153d79/tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif)
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Nadie más que Riko había escuchado lo que fuera que hubiese escuchado. Aquella afirmación era de todo menos alentadora, y durante un momento Ayame se preguntó si no se estarían volviendo todos locos a causa de aquella casa maldita.
—Yo tampoco he oído eso, pero necesito que me escuchéis un segundo… —intrevino de repente Jin, con rostro extremadamente grave. Se había apoyado en la pared del baño y parecía bastante debilitado. No tanto como la última vez que le había visto antes de aparecer en el cuarto de baño, pero débil a fin de cuentas—. Yo no estoy bien… desde que entre aquí, en esta casa, cada cierto tiempo, mi cuerpo necesita… Maíz. En ese estado, no puedo controlarme y si veo maíz me lo comeré todo, hasta el ultimo grano. También pierdo las fuerzas, y las ganas de vivir o de hacer nada… antes, incluso he tenido alucinaciones, los tres, vosotros, os veías como deliciosas mazorcas de maíz gigantes.
Ayame torció ligeramente el gesto. ¿Que los había visto como mazorcas gigantes parlantes? Aquello escapaba a su total comprensión, pero lo que estaba describiendo coincidía a todos rasgos con el síndrome de abstinencia de un drogadicto... o de una adicción.
—No entiendo muy bien que me esta pasando, pero… Necesito maíz otra vez, lo necesito ahora.
Un recuerdo fugaz cruzó la mente de Ayame. Un recuerdo que en su momento desdeñó por creerlo innecesario para su misión de salir de aquella mansión con vida, pero que ahora parecía encajar como una de las piezas de aquel extraño puzzle. Abrió la boca para intervenir, pero Riko la interrumpió:
—¡Chicos, vamos al piso de abajo! ¡Vamos!
—¡Esper...! —exclamó la muchacha, alzando el brazo para detenerle, pero el chico ya se había precipitado escaleras abajo. Suspiró, terriblemente agotada—. Lo último que debemos hacer es separarnos... pero...
Se volvió hacia Jin y Juro.
—Juro-san, acompaña a Riko-san, por favor. Yo acompañaré a Jin-san a la cocina. Creo recordar haber visto antes algo de maíz allí, y, si lo que dice es cierto, no podemos dejar que vuelva a decaer de nuevo... Luego os alcanzaremos y saldremos de aquí.
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—¡Chicos, vamos al piso de abajo! ¡Vamos!
Y sin tan siquiera escuchar mi voz, ignorándome completamente, y demostrándome una vez mas que no se podía confiar en su palabra, Riko salió disparado hacia el piso de abajo. Sin esperarnos. Y eso que él era quien me había engañado asegurando que estábamos mejor juntos. Si, para sus intereses egoístas, pero cuando se tocaba ayudar a los demás, mejor salir corriendo.
—¡Esper...! —Pero ni la voz ni el brazo de Ayame lograron alcanzar a Riko—. Lo último que debemos hacer es separarnos... pero...
—¡Riko, Traidor!— Grite mientras notaba como mi cuerpo iba perdiendo la fuerza y la voluntad. —Sabia que no podía confiar en ninguno, es la segunda vez que me abandona cuando necesito ayuda, y encima a faltado a su palabra, sabía que no tenia que haberle hecho caso.
La rabia podía notarse en cada una de mis palabras. Y no solo en mis palabras, pues acompañado a mi discurso fue un sonoro golpe con el lateral de mi puño a la pared del baño. Golpe con todas las fuerzas que me quedaban, probablemente la pared no noto el golpe, pero yo sangré. También podía notarse en mis ojos el odio que estaba sintiendo en aquel momento.
—Juro-san, acompaña a Riko-san, por favor. Yo acompañaré a Jin-san a la cocina. Creo recordar haber visto antes algo de maíz allí, y, si lo que dice es cierto, no podemos dejar que vuelva a decaer de nuevo... Luego os alcanzaremos y saldremos de aquí.
—Juro, lo que he dicho antes no era una amenaza, era una advertencia. Si no me crees capaz de matarme para dejaros aquí encerrado entonces tienes un problema. Si te encuentras a Riko dile de mi parte, que, si faltáis a vuestra palabra, ninguno saldrá de esta casa. Os aseguro que no dudare.
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Todo se empezó a volver confuso y caótico. Como diría su hermano: cada loco estaba con su tema.
Por un lado, Riko estaba con el ruido que había escuchado y que no les había explicado que era. Podía ser una voz, una cañeria rota, o vete tú a saber qué. Estaban en una casa encantada después de todo.
Jin, por otro lado...
—Yo tampoco he oído eso, pero necesito que me escuchéis un segundo… Yo no estoy bien… desde que entre aquí, en esta casa, cada cierto tiempo, mi cuerpo necesita… Maíz. En ese estado, no puedo controlarme y si veo maíz me lo comeré todo, hasta el ultimo grano. También pierdo las fuerzas, y las ganas de vivir o de hacer nada… antes, incluso he tenido alucinaciones, los tres, vosotros, os veías como deliciosas mazorcas de maíz gigantes.
«¿Esta diciendo que nos quiere comer? » — Entre preocupado y confundido, Juro decidió aceptarlo como cierto. Después de todo, no había visto a nadie con adicción al maíz. Era raro.
Por último, Riko tomó la iniciativa, y, antes de poder hacer caso a nadie, se fue corriendo, alegando que lo siguieran. Jin entró en furia y empezó a despotricar contra todos otra vez.
« Bueno... esta vez el enfado no es conmigo. Algo es algo » — Sabía que le afectaría igual, por desgracia.
—Juro-san, acompaña a Riko-san, por favor. Yo acompañaré a Jin-san a la cocina. Creo recordar haber visto antes algo de maíz allí, y, si lo que dice es cierto, no podemos dejar que vuelva a decaer de nuevo... Luego os alcanzaremos y saldremos de aquí.
Juro barajó sus opciones. Si lo que decía Jin es cierto, no tenían mucho tiempo, y Ayame parecía saber dónde estaba. Por otro lado, dejar a Riko solo era muy mala idea. Al final, tuvo que resignarse.
— Bueno... está bien — Juro se sintió decaído. ¡Hacia cinco minutos había dicho que no iban a separarse! ¿¡Por qué era tan dificil esto!? —. Pero tened mucho cuidado. Si escucháis ruidos o voces, regresad. Aun no sabemos cómo de peligrosa puede ser esta casa.
Jin, sin embargo, le hizo un amistoso recordatorio.
—Juro, lo que he dicho antes no era una amenaza, era una advertencia. Si no me crees capaz de matarme para dejaros aquí encerrado entonces tienes un problema. Si te encuentras a Riko dile de mi parte, que, si faltáis a vuestra palabra, ninguno saldrá de esta casa. Os aseguro que no dudare.
— Lo sé Jin, y agradecería que no metieras más presión al asunto. El que surja un problema distinto cada cinco minutos ya es bastante — dijo, tratando de contener las ganas de estrangularle —. Mantente con Ayame, ¿vale? Quiero encontraros a los dos cuando nos volvamos a ver.
Fue una frase muy bonita, aunque su pensamiento era más bien distinto.
« No quiero tener que buscarlos otra vez... »
Así pues, Juro salió corriendo, en dirección a dónde Riko, alejandose de los otros dos.
— ¡Riko! ¡Esperame! ¡Riko! — exclamó, tratando de dar caza al chico.
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Riko siguió a la voz que le llamaba cual canto de sirena hasta el piso inferior. Juro no tardó en encontrarle, allí, parado, frente a la puerta, y justo cuando quiso decirle o simplemente avisarle de su situación, ambos chicos fueron tragados por la habitación.
Allí no encontrarían más que una habitación exactamente igual a la que habían visitado con anterioridad y donde Riko encontró la llave que aún llevaba. La luz se hizo más tenue, y de pronto, una silueta salió de entre las sombras, apoyado en una de las estanterías de la sala.
— Creo que uno de vosotros necesita algo —alegó mientras metía ambas manos en los bolsillos y poco a poco salía a la luz — . Pero, ¿hasta cuanto estaría dispuesto a darme a cambio de lo que busca?
Aquel chico no era nada más ni nada menos que Jin, de nuevo.
Ayame y Jin fueron hacia las cocinas. Tardaron menos de lo que se esperaban en bajar las escaleras, pero ninguno de los dos vio a sus otros dos compañeros, solo un pasillo vacío bañado en una luz rojiza. Al llegar a la cocina, todo estaría tal y como lo habían visto la primera vez.
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El peliblanco estaba allí, mirando al interior de la habitación tratando de encontrar aquello que buscaba cuando a sus espaldas escuchó unos pasos, dirigió su mirada allí por un momento, asegurándose de que no corría peligro. Era Juro, pero sólo estaba él, los otros dos habían decidido separarse e ir por su cuenta.
«Mierda...»
Y apenas regresó su mirada al interior de la habitación notó como, de repente, ésta le succionaba con una furza que no era capaz de igualar. Intentó agarrarse a lo que podía, pero nada sirvió, por lo que simplemente cerró los ojos y se dejó llevar.
Cuando los volvió a abrir estaba en una habitación normal, como el resto de las que habían visitado en aquella casa, miró a su alrededor, tratando de encontrar algo que les sirviera pero de repente la luz se volvió más tenue y allí apareció de nuevo una figura conocida.
—Creo que uno de vosotros necesita algo. Pero, ¿hasta cuanto estaría dispuesto a darme a cambio de lo que busca?
Riko entonces miró a Juro, que había sido llevado con él hasta allí.
«Por mi culpa...»
Entonces miró directamente a la figura que se había aparecido, era Jin, pero no era el verdadero, no podía serlo, era aquel que había estado antes con Ayame y con él y que les había ayudado.
— He venido a por la pieza que nos falta para salir de aquí pero... — Dudó. — no tengo nada que ofrecer a cambio. — Respondió a la pregunta del falso Jin.
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Por suerte, Juro logró encontrar a Riko. Estaba de pie, frente a una habitación. Eso lo inquietó un poco, pero aun así, se acercó a él.
— Riko. ¿Estas bi...?
Entonces, la habitación se los tragó.
Cuando abrió los ojos, se encontraba en una habitación que le era familiar. Bueno, ahí todas las habitaciones eran bastante similares. La luz se hizo más tenue, y de ahí surgió una silueta. Con sorpresa, Juro comprobó que era Jin. Pero no el Jin que era su compañero. El otro, el supuesto padre.
« Es imposible que sea su padre. Se ve exactamente como él » — pensó Juro, quién, conforme veía más y más al falso Jin, se reafirmaba en su creencia.
—Creo que uno de vosotros necesita algo. Pero, ¿hasta cuanto estaría dispuesto a darme a cambio de lo que busca?
Juro tragó saliva. No parecía ser muy amable precisamente.
— He venido a por la pieza que nos falta para salir de aquí pero...no tengo nada que ofrecer a cambio.
Riko parecía dudoso. Incluso parecía sentirse culpable de haberle arrastrado hasta ahí. Juro no le culpaba de nada en ese instante. Estaba demasiado ocupado.
— ¿Qué quieres de nosotros? — preguntó Juro, tratando de no bajar la mirada. Ya estaba cansado de toda aquella mierda, y de lo que le estaba haciendo esa casa. Al final, no pudo evitar preguntarlo —... y ya que estamos. ¿Eres de verdad el padre de Jin?
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—Juro, lo que he dicho antes no era una amenaza, era una advertencia —espetó Jin, de evidente mal humor—. Si no me crees capaz de matarme para dejaros aquí encerrado entonces tienes un problema. Si te encuentras a Riko dile de mi parte, que, si faltáis a vuestra palabra, ninguno saldrá de esta casa. Os aseguro que no dudare.
Ayame, confundida, miró a Juro. ¿A qué venía todo aquello? Desde el inicio de aquella locura, la relación entre los cuatro no había sido todo lo idílica que debía haber sido, dadas las circunstancias, pero la impaciencia y la tensión del momento sólo estaba minando la confianza que se tenían los unos sobre los otros...
«Hay que salir de aquí ya...» Meditó la muchacha. «Una vez fuera, todo estará bien.»
—Lo sé Jin, y agradecería que no metieras más presión al asunto. El que surja un problema distinto cada cinco minutos ya es bastante —respondió el de Kusagakure—. Mantente con Ayame, ¿vale? Quiero encontraros a los dos cuando nos volvamos a ver.
—Juro-san, tened cuidado, por favor —le suplicó Ayame, antes de que el chico bajara corriendo las escaleras clamando el nombre de Riko. Sólo después se volvió hacia Jin y le hizo una seña con la cabeza—. Será mejor que bajemos nosotros también.
Y así lo hicieron.
La pareja de Amegakure bajó las escaleras y se dirigió entre pasos apresurados hacia las cocinas. En aquellos momentos, la máxima prioridad era que Jin encontrara su maíz y después reunirse cuanto antes con el resto del grupo. Separarse era la peor opción que podían haber escogido, pero ya no había vuelta atrás...
—¿Crees que las cocinas seguirán inundadas? —le preguntó, algo preocupada.
Afortunadamente, la suerte quiso sonreirles por primera vez en aquella noche. La cocina estaba tal y como la habían encontrado al principio. Pero Ayame se plantó en el umbral de la puerta.
—Creo... creo recordar que había algo de maíz en la nevera —le dijo, señalando con la mano el electrodoméstico—. Yo me quedaré aquí mientras tanto, vigilando la puerta. Lo último que querríamos sería quedarnos otra vez encerrados y... —Ayame le dirigió una mirada nada confiada a los grifos—. "Ahogados" de nuevo...
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