Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
14/04/2019, 15:34 (Última modificación: 14/04/2019, 17:06 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
Era una noche silenciosa en la casa de los Aotsuki. Zetsuo tenía turno de guardia en el hospital, y Kori dormía plácidamente en su propia habitación. Sólo el sonido de sus suaves ronquidos interrumpía aquella quietud. Hasta ahora.
Una súbita nube de humo estalló en la habitación de Ayame, y la muchacha apareció tirada en el suelo de cualquier manera. Quedaba claro que, aunque había conseguido dominar el Chisio Kuchiyose tras largas semanas de entrenamiento, aún le faltaba mucho para aprender a aparecerse de pie y no de aquellas formas tan ridículas. Poco le importó en ese momento. Ayame se levantó de golpe y lo primero que hizo fue encender la lamparita de su mesita de noche para no estar a oscuras y después se puso a dar vueltas por la habitación, sumamente nerviosa. Kaido. Acababa de ver a Kaido en aquel callejón de Tanzaku Gai. Arriba y abajo. Esa piel azul y esos cabellos eran inconfundibles. ¿Y había llamado a Calabaza "Akame"? Arriba y abajo. Ayame respiró hondo de forma entrecortada, tratando de ordenar sus pensamientos. ¡Se suponía que ambos estaban muertos! Kaido había sido asesinado durante su misión de infiltración en esa Banda Organizada, el Dragón Rojo; a Akame lo había matado uno de aquellos Generales.
—¿Cómo no me has avisado como hiciste con Datsue? —preguntó en un susurró, aparentemente hablando sola.
Pero ella nunca estaba sola.
«No tenía manera de saberlo, ese tal Calabaza, si de verdad es el Uchiha, ya no tiene a Shukaku con él. Se supone que las dos mitades se unieron en el otro Uchiha después de...»
—¿P... pero cómo es posible? ¡Se supone que cuando nos quitan el bijuu morimos! Y si de verdad es él, ¿por qué...?
«No lo sé, Señorita.»
Ayame se detuvo de golpe, con los ojos abiertos como platos. El Kage Bunshin que había dejado para recopilar información se había deshecho, devolviéndole todo lo que había pasado en aquel breve lapso de tiempo de apenas un minuto. Sus manos temblaron, y una única lágrima rodó por su mejilla.
Con las piernas temblorosas y la habitación dándole vueltas, Ayame se abalanzó sobre la cama y se llevó una mano al oído izquierdo.
—S... se suponía que tenía que... —murmuró para sí, haciendo memoria para recordar las instrucciones para activar aquel cacharro. Entonces acumuló un poco de chakra en el sello que escondía allí, y comenzó a hablar entre susurros—. ¿Nueve llueve? ¿Llueve llueve? ¿Mueve mueve? —preguntó, terriblemente angustiada—. ¡¿Daruu?! ¡¿Datsue?! ¡Por favor, responded, es muy urgente!
—Por favor… Por favor, Datsue, por favor. Perdóname…
Ella se acercaba y le agarraba por la camisa. Él retrocedía un paso y se hacía el remolón.
—Me rompiste el corazón, Aiko…
—¡No sabía lo que hacía! Estaba confundida, ¡perdida! Yo… Yo… ¡Yo te quiero a ti! ¡Quiero estar contigo! Por favor… Déjame… compensarte. Seguro que se me ocurre algo.
«¡Vaya! Vaya…» Ella se aproximó tanto a él que sintió el aliento de ella en su boca. Esta vez no se alejó.
—Ah, ¿sí? Y… —rio, nervioso—. Y… ¿qué se te ocurre? ¿En qué estás pen…?
—Nueve llueve.
—¿Ein?
—Llueve llueve.
—¿Llueve llueve? —¿Qué era, una práctica sexual que se había puesto ahora de moda entre las nuevas generaciones? Se le ocurrían un par de cosas que podían tener que ver con la frase, pero no estaba seguro de si…
—¿Mueve mueve?
—¿Cómo que mueve mueve? A ver, Aiko-chan, decídete...
—¡Daruu!
—¿¿¡¡QUUUUUUEEEEEEÉ!!?? ¡¿Cómo que te decides por Daruu!? P-peropero... ¡¿LO DICES EN SERIO!?
—¡¿Datsue?! ¡Por favor, responded, es muy urgente!
Datsue saltó de la cama del susto y cayó de morros al suelo. ¿Qué había sido eso? Estaba teniendo el sueño más bonito del mundo cuando de repente…
—¿¡El sello!? —todavía algo confuso y aturdido, quiso levantarse de golpe, llevándose otro tremendo castañazo al chocar con la parte posterior de la cabeza contra la mesita de noche—. Me cago en... ¡¡¡AAAAAAAAGGGGGGHHHH!!!
¿Conocen esos golpes en el dedo del pie contra un bordillo? Pues este tuvo efectos similares. Al principio, sintió adormecimiento en la zona, para que justo instantes después el dolor le atravesase la carne como el filo de un kunai.
Se palpó la cabeza mientras daba vueltas en el suelo. No había sangre, pero sí un gran chichón.
—Ayayayayaayayyy… —Joder, cómo dolía. Tardó otros instantes más en recordar por qué estaba así. Aunque ahora, la duda le corroía. ¿Había sido todo un sueño? ¿O realmente Ayame le había hablado por el sello?—. ¿A… Ayame? ¿Me has hablado? —susurró, activando la Hermandad Intrépida que les unía.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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15/04/2019, 23:02 (Última modificación: 15/04/2019, 23:03 por Amedama Daruu.)
Daruu cayó suavemente y su caída se vio acolchada por el más sabroso de los quesos fundidos. Mmh. Remolón, se dio la vuelta y se abrazó a un redondito y mullidito trozo de peperoni. Los trozos de peperoni no son mulliditos, claro. Pero en aquél mundo tan feliz sí que lo eran.
—Ay... qué rica está mi cama... —susurró, y le dio un bocado al trozo de peperoni. Dios, qué buena estaba esa pizza. Qué cómoda era esa pizza.
Su lecho triangular se precipitaba en compañía de otros. En esos trozos no había nadie, pero Daruu podía saltar de uno al otro sólo con pensarlo. Cada uno era de un sabor, y los había de los más extraños que había visto en su vida.
«El paraíso...»
De pronto, algo azul y enorme subió frente a él. Lo detectó por el rabillo del ojo, pero al principio no le prestó atención.
«¿Nueve llueve?»
«¿Eh...?»
«¿Llueve llueve?»
«Que te calles...»
«¿Mueve mueve?»
Daruu abrió los ojos.
Había un pez. Un atún enorme, con ojos negros. Le observaba de frente.
—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!!
—¡¿Daruu?! ¡¿Datsue?! ¡Por favor, responded, es muy urgente!
Daruu despertó, cubierto de sudor frío. El sello. ¡El sello! ¡Ayame le estaba hablando por el sello!
—Dios, Ayame, por favor —advirtió en un susurro, dejándose caer en el colchón—. ¡No grites, vas a despertar a mi madre! —Suspiró—. ¿Qué pasa? Son las dos de la madrugada. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Dónde estás?
Pasaron los segundos, y Ayame gimió angustiada. ¿Qué pasaba? ¿No les estaba llegando su mensaje? Era muy posible que ambos estuvieran durmiendo, dadas las horas que eran pero... ¿y si el sello no funcionaba? ¿Y si lo estaba activando mal?
—¿A… Ayame? ¿Me has hablado? —escuchó entonces la susurrante voz de Datsue junto a su oído.
Era lo que había deseado, y aún así pegó un brinco, sobresaltada.
—¡Ay, menos mal, funciona! —exclamó Ayame, profundamente aliviada.
—Dios, Ayame, por favor —dijo la voz de Daruu a continuación—. ¡No grites, vas a despertar a mi madre! ¿Qué pasa? Son las dos de la madrugada. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Dónde estás?
—¡Sí, sí! Lo siento, sé que es muy tarde... ¡pero era una emergencia! —se excusó, con un hilo de voz. Tal era la angustia que sentía que se moría por explicarlo todo, por vomitar todo lo que había sucedido aquella noche de golpe. Y a consecuencia de ello no sabía ni por dónde empezar sin que la tomaran por loca y hablaba más rápido de lo que realmente pretendía—. Estoy... ahora estoy en mi casa. Estoy bien, o eso creo. ¡No sé! ¡Pero eso no importa, no estamos hablando de mí! Es... es... —Ayame tuvo que respirar hondo al quedarse sin aire. Le temblaban las manos. Su corazón latía con fuerza. Las lágrimas rodaban por sus mejillas sin control—. Datsue, Daruu... Los he visto... Están... están vivos. Los dos están vivos...
No había sido un sueño. Para su desgracia —en todos los sentidos—, no lo había sido. Daruu actuó a modo de Genjutsu: Kai, confirmándole con su sola voz que aquello no era una ilusión. Luego, Ayame la convirtió en una broma de mal gusto.
De muy mal gusto.
—¿¡Que QUÉ!? —Sorpresa. Nervios. Rabia. Todos le impactaron de lleno, uno tras otro, sacándole de tres fuertes bofetadas de su somnolencia—. Ayame… ¿Esto es en serio? ¿Otra puta broma como la de Aiko? ¿Después de hacer las paces? ¿¡De verdad!?
Esta sí que no se la iba a perdonar. ¡A tomar por culo todo, hombre ya! Había cosas con las que no se jugaban.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Y mientras tanto, Daruu se había sumido en un silencio sepulcral. Quizás Datsue y Ayame podrían haber pensado que se había dormido. Quizás tenían razón. Parte de razón. Lo que sucede es que Daruu estaba aún demasiado dormido como para procesar aquél golpe. Pero cuando lo hizo...
—Ayame... —dijo—. lo has soñado, cariño. Vuelve a dormirte... Y tú, Datsue, tranquilízate, anda, que seguro que lo ha soñ...
—¿¡Que QUÉ!? —bramó Datsue en su oído, y la muchacha cerró los ojos, dolorida—. Ayame… ¿Esto es en serio? ¿Otra puta broma como la de Aiko? ¿Después de hacer las paces? ¿¡De verdad!?
Ayame, confundida por la reacción del Uchiha, tardó algunos segundos en reaccionar:
—Q... ¿Qué? ¡No! ¡Datsue, yo no...!
—Ayame... —intervino Daruu, que hasta el momento había estado sumido en un somnoliento silencio—. Lo has soñado, cariño. Vuelve a dormirte... Y tú, Datsue, tranquilízate, anda, que seguro que lo ha soñ...
—¡Que no lo he soñado! —le interrumpió, más alto de lo que le hubiera gustado. Tal era el ímpetu que había tomado que se había levantado de la cama y ahora volvía a dar vueltas como una fiera enjaulada—. ¡Y tampoco es ninguna broma! ¡Yo no soy de gastar bromas así, y menos con temas tan graves como este! ¡Por favor, tenéis que creerme, los acabo de ver a los dos hace unos pocos minutos en Tanzaku Gai! ¡Os lo juro! —jadeó, angustiada—. Datsue, Daruu, ¡tenéis que escucharme! Dejadme explicároslo, por favor, os lo contaré todo, pero Kaido y Akame están vivos y... no creo que estén de nuestra parte exactamente.
Datsue se golpeó la frente con la palma de la mano y rodó los ojos. ¿Qué ella no era de gastar bromas así? Y, entonces, ¿la broma de Aiko quién había sido? ¿Yui hengeada de ella? Lo peor no fue eso, sino que siguió insistiendo, jurando y perjurando que no se trataba de ningún sueño, que realmente los había visto a ambos. Que había visto a Kaido era posible, pero lo otro...
Chasqueó la lengua, irritado. No iba a darle siquiera el beneficio de la duda. No es que no quisiese, es que no podía permitírselo. Su Hermano le había roto el corazón al morirse. Si cometía el error de abrir su pecho a la esperanza, a siquiera la duda, iban a clavarle otra puñalada en él.
Había aguantado una estocada. No sabía si aguantaría dos.
—…Kaido y Akame están vivos y... no creo que estén de nuestra parte exactamente.
—¿Cóoooomo? Bueno, ¡basta! No tengo por qué aguantar cómo aún por encima se ultraja el recuerdo de mi Hermano. ¡Sabía que esto era un jodido error! —¿En qué buena hora se le había ocurrido formar la Hermandad Intrépida con dos amejines? Una en la que estaba borracho, eso seguro—. ¡Buenas noches!
Y desactivó el sello.
—¡A tomar por culo todos, joder! —exclamó, propinando una patada a la mesita de noche que le volvió a tirar en el suelo por segunda vez consecutiva. Le había dado con un dedo y ahora lo tenía hinchado y rojo—. ¡ME CAGO EN MI…!
«¡JAAAAAAAAAAAAAÁ! ¡¿Te arrepientes ahora de no haberle colocado ese sello a Ayame?! ¡JIA JIA JIA! ¡Eso te pasa por no hacer caso al Gran Shukaku! ¡A ver si así aprendes de una vez! ¡JAAAAJIAJIAJIAJIA!»
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¿Pero qué locura era esa? ¿Que Uchiha Akame estaba vivo? ¡Pero si alguien se había colado en Uzushiogakure y le había matado! ¡Para que Shukaku estuviese entero dentro de Datsue una vez más!
—Ayame, ¿pero tú sabes lo que est...
Datsue le interrumpió, evidentemente hecho una furia y decepcionado. La verdad, no podía culparle. Pero de todas formas Ayame seguramente sólo estaba confundida.
—Pero a ver Ayame, ¿por qué dices eso ahora? ¿No sería otro Akame? Lo de Kaido ya me lo contó Datsue, que se había exiliado... Increíble. ¿Pero lo de Akame? ¡¡Si murió en Uzu!!
—Ayame, ¿pero tú sabes lo que est... —preguntó Daruu, pero se vio súbitamente cortado por otra voz:
—¿Cóoooomo? Bueno, ¡basta! No tengo por qué aguantar cómo aún por encima se ultraja el recuerdo de mi Hermano. ¡Sabía que esto era un jodido error! —bramó Datsue, fuera de sí—. ¡Buenas noches!
—¡No, Datsue, espera! —rogó Ayame, con lágrimas en los ojos. Pero no recibió respuesta alguna del Uchiha—. ¿Datsue? ¡¿Datsue?! ¿Llueve nueve? —le llamaba, con un débil hilo de voz.
—Pero a ver Ayame, ¿por qué dices eso ahora? —preguntó Daruu—. ¿No sería otro Akame? Lo de Kaido ya me lo contó Datsue, que se había exiliado... Increíble. ¿Pero lo de Akame? ¡¡Si murió en Uzu!!
—¿Otro Akame que también tiene el Sharingan y que conoce a Kaido? —preguntó ella a su vez, histérica—. ¡Qué coincidencia, vaya! ¡Maldita sea, yo tampoco lo entiendo! ¡Yo tampoco termino de creerlo!
>>¡Mira, me da igual si Datsue no quiere escucharme! ¡Te lo diré a ti! Por favor, escúchame y no me interrumpas. Te contaré todos los detalles.
>>Fui hace unos días a Tanzaku Tai por una serie de cuestiones que no vienen a cuento. Allí estaban celebrando un festival de magia y cuando me acerqué a verlo me topé con un pobre indigente con la cara desfigurada por una enorme quemadura que cubría la mitad de su rostro y que vendía figuritas de madera talladas por él mismo. ¡Y menudas manos para hacer esas esculturas! Me vendió dos: un delfín y un gato para ti, pensaba dártela la próxima vez que nos viéramos.
>>Cuando el espectáculo terminó vi al mendigo intentando robar las ganancias de los magos, así que le perseguí y lo acorralé. Y fue entonces cuando empezó a decir cosas raras: señalaba mi bandana y repetía una y otra vez que yo también sería traicionada por los míos. ¡No le entendía y quise preguntarle al respecto, pero me evitaba una y otra vez! Se emborrachó delante de mí, llevaba con él una bolsita con una extraña pasta azul y no paraba de repetir que aquello era lo único que le quedaba. Yo... Yo... le soborné con esa droga, se la quité y seguí interrogándole pero sólo le saqué que se hacía llamar Calabaza.
>>Hasta esta noche... Estaba pasando por unos callejones de Tanzaku Tai cuando escuché la voz de Kaido, llamando a Akame por su nombre. Y me asusté. Me asusté muchísimo. Huí de allí y dejé un clon para recopilar información. Y ese al que Kaido estaba llamando Akame era precisamente Calabaza. ¡Y tenía el Sharingan en sus ojos! No... No pude averiguar mucho más... ambos se fueron con un Sunshin y no fui capaz de seguirlos...
>>Daruu... Yo estoy igual de confundida que vosotros... ¿Pero qué clase de vagabundo tiene el Sharingan y es capaz de escapar con un Sunshin? Y tenía media cara completamente carbonizada... Cómo... ¿Cómo se supone que murió Akame? Y si era él... ¿Por qué me dijo eso, que yo también sería traicionada por los míos cuando se cansaran de mí? ¿Qué le ha ocurrido a Uchiha Akame? Y Kaido... Kaido... —Ayame había roto a llorar, temblando de forma incontrolable—. Me llamó entrometida... me llamó... me llamó... puta... Y me dijo que le dijera a "la zorra de Yui" que el Dragón Rojo seguía más vivo que nunca... Daruu... lo hemos perdido... Y creo... creo que está con Akame...
Para contarlo en alguna clase como anécdota y que los estudiantes no parasen de reírse en su cara por horas. Datsue, el creador de aquel jodido fuuinjutsu, había desactivado el sello de la Hermandad para cortar la comunicación. Como si fuese un jodido principiante. Porque con eso solo consiguió una cosa: que no le escuchasen a él. Pero, ¿dejar de escuchar? Ah, no. Por desgracia eso no funcionaba así.
«Tengo que alterar esta mierda para que se pueda cortar cualquier comunicación desde fuera cuando quieras», pensó. Si no lo había hecho hasta el momento, era porque dedicaba su esfuerzo en desarrollar nuevas técnicas. Además, él no tenía aquella problemática realmente, sino el resto. Porque si alguien le hinchaba los cojones tan solo necesitaba…
…quitárselo. Fácil y sencillo. Estaba a punto de crear un clon y hacerlo cuando…
—¿Otro Akame que también tiene el Sharingan y que conoce a Kaido?
—¿C-cómo…?
Poco a poco, lo que parecía una broma de muy mal gusto iba convirtiéndose en algo que Ayame realmente creía. «Akame… ¿vivo?»
Datsue negó con rabia con la cabeza. No, no, no, no, no. ¡No podía permitirlo! ¡Si abría la puerta de la esperanza sin estar seguro, iba a quemarse! Sabía lo que venía a continuación: el chasco. Como le había pasado con Aiko. Como le había pasado en tantas otras ocasiones. Ayame se habría confundido. Habría visto mal. Era de noche. Ella solía confundir los nombres. Era eso. Un error. Una simple ilusión.
Pero, ¿y si no lo era? ¿Y si…? «No, ¡no empieces! ¡No empieces, joder!»
Sin darse cuenta, estaba sudando. Su corazón latía a mil por hora y tenía la boca seca.
Tenía que cerrarse. Tenía que cerrarse. Tenía que cerrarse…
—Escuchad —activó el sello, y su voz había recuperado cierta calma—. No sé a qué Akame con Sharingan te has encontrado, Ayame. Pero ese no era mi Hermano.
No lo era. No lo era…
—¿Cuántos Akame conocen a Kaido? Te devolveré la pregunta, Ayame. —Su mente trabajaba en miles de excusas para desechar los argumentos de Ayame. Para desechar sus propias dudas. Para congelar ese calor interno que iba subiendo más y más—. ¿Cuántas Eris conocen a Akame? ¿Cuántos Nabis? ¿Cuántos Reijis? ¿Cuántos Rikos? Me faltan los dedos para contarlos, Ayame. Los hay a pares. ¿Qué alguien con Sharingan se llama Akame y tiene el rostro quemado? ¡Casualidad!
¡Lo era, joder, lo era!
—Chicos, ¡yo sentí la muerte de mi Hermano! Y no lo digo de manera figurada: el resto del chakra de Shukaku se inyectó en mí de golpe y porrazo cuando sucedió. Por el amor de Shiona, ¡hasta sostuve su cadáver en mis brazos! —No se podía creer que le hiciesen rememorar aquello—. ¡Estuve en su funeral! Está muerto… ¡Muerto!
»Y en la hipotética situación de que por algún milagro no lo estuviese… Por los huevos de Susano’o, ¿Akame emborrachándose? ¿Drogándose? ¡Qué él era un profesional, hombre! —Si la semilla de la duda se había instaurado en él, aquellas precisas palabras le habían devuelto a la realidad. Su Hermano jamás se drogaría. Nunca—. Además, ¿de verdad creéis que no me hablaría? Él fue el primero al que le puse un sello de la Hermandad Intrépida. Lo usé para hablar por él en su entierro. Aún lo hago, cuando estoy de bajón. Es imposible que nunca me hubiese respondido. Imposible.
Cuanto más hablaba, más claro lo tenía: había hecho bien en no creerla. Porque estaba claro que se había confundido de persona.
—Y… ¿Dragón Rojo, dices? ¡Va a estar mi Hermano de cháchara con alguien que pertenece al grupo que asesinó a su novia, Koko? ¡Si es que no hay por dónde cogerlo!
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Ayame relató una historia que era demasiado precisa para haber sido un sueño. Aún así, tal y como Datsue dijo después —y aportó datos interesantes sobre ello— lo de que Akame estuviese vivo era imposible. ¿Imposible?
Kaido era un exiliado. Eso también le había parecido imposible.
Ayame había "liberado" a Kokuō. Eso también le había parecido imposible.
Los tres estaban conectados por un sello después de hacer las paces.
Eso era lo más imposible de todo.
—Espera... espera. Eso de decirle a Ayame que los suyos le traicionarían...
»Ayame, ¿llegaste a escuchar algo más de la conversación entre los dos?
»Y Datsue. ¿pasó algo antes de que muriese Akame? ¿En qué circunstancias ocurrió? Me cuesta creer que un tipo que puede teletransportarse a voluntad pueda morir fácilmente...
20/04/2019, 01:15 (Última modificación: 23/04/2019, 13:29 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Escuchad —Ayame volvió a escuchar la voz de Datsue y no pudo evitar pegar un brinco—. No sé a qué Akame con Sharingan te has encontrado, Ayame. Pero ese no era mi Hermano. ¿Cuántos Akame conocen a Kaido? Te devolveré la pregunta, Ayame. ¿Cuántas Eris conocen a Akame? ¿Cuántos Nabis? ¿Cuántos Reijis? ¿Cuántos Rikos? Me faltan los dedos para contarlos, Ayame. Los hay a pares. ¿Qué alguien con Sharingan se llama Akame y tiene el rostro quemado? ¡Casualidad! —Ayame quiso responder a aquello, pero se vio interrumpida antes de poder siquiera tomar aire—. Chicos, ¡yo sentí la muerte de mi Hermano! Y no lo digo de manera figurada: el resto del chakra de Shukaku se inyectó en mí de golpe y porrazo cuando sucedió. Por el amor de Shiona, ¡hasta sostuve su cadáver en mis brazos! ¡Estuve en su funeral! Está muerto… ¡Muerto! Y en la hipotética situación de que por algún milagro no lo estuviese… Por los huevos de Susano’o, ¿Akame emborrachándose? ¿Drogándose? ¡Qué él era un profesional, hombre! Además, ¿de verdad creéis que no me hablaría? Él fue el primero al que le puse un sello de la Hermandad Intrépida. Lo usé para hablar por él en su entierro. Aún lo hago, cuando estoy de bajón. Es imposible que nunca me hubiese respondido. Imposible. Y… ¿Dragón Rojo, dices? ¡Va a estar mi Hermano de cháchara con alguien que pertenece al grupo que asesinó a su novia, Koko? ¡Si es que no hay por dónde cogerlo!
—Espera... espera. Eso de decirle a Ayame que los suyos le traicionarían... —intervino Daruu—. Ayame, ¿llegaste a escuchar algo más de la conversación entre los dos?
Ayame se masajeó el puente de la nariz.
—No... Sucedió todo muy rápido, los dos estaban en un callejón, junto a una especie de club que no tenía muy buena pinta, con un gorila en su puerta y todo. Sólo llegué a escuchar a Kaido diciéndole a Calabaza: "Akame, ¿quién eres?". Después de eso me sintieron, le pregunté a Akame si realmente era él pero se desvaneció con un Sunshin y no pude seguirle... ¡Pero vi su Sharingan! —repitió, agarrándose a aquel clavo ardiendo—. Y Datsue... No puedo responderte a todas tus objeciones porque yo tampoco lo entiendo bien... Pero te diré algo: Yo también he conocido a varias Eris, ¡pero por mucho que coincidirán en nombre no coincidían en sus habilidades como ninja y mucho menos en su aspecto físico! Aunque tenía media cara desfigurada por esa quemadura, ese tal Calabaza también tenía la nariz torcida, también tenía cicatrices en los labios, también tenía el pelo negro aunque mucho más desgreñado y descuidado, y esos ojos... ¿Crees que podría olvidar sus ojos?
>>Y por otra parte, Datsue... —añadió, con algo más de delicadeza—. Nosotros también encontramos el cadáver de Kaido... Y tú y yo le hemos visto.
23/04/2019, 13:16 (Última modificación: 23/04/2019, 13:17 por Uchiha Datsue.)
Pero, ¿es que Daruu no le había escuchado? Akame estaba muerto. ¡Muerto! ¿De qué servía ahora remover la mierda del pasado?
No, no pensaba responder. Si lo hacía, avivaría la imagen que tenían algunos de Akame siendo un traidor. No podía hacerlo. No podía mancillarle de aquella manera. Además, ¡había visto su cadáver! ¡Y Shukaku se había completado en él! No había dudas…
No las había.
¿Por qué, entonces, no dejaba de sentir ese desasosiego en el pecho? ¿Por qué seguía escuchando? ¿Era porque, simplemente, quería tener esperanzas, a pesar del daño que le iban a hacer, cual masoquista? ¿O era que realmente había una parte de él que ya las tenía? ¿Era acaso posible? ¿Que un hombre, esposado, sin posibilidad a usar chakra, se la metiese doblada a los Generales, a Shukaku, y a la propia Villa que le había encerrado? ¿Que de una sola jugada maestra se deshiciese de sus tres mayores problemas? ¿Todo ello mientras estaba reducido a su mínima expresión, sin posibilidad siquiera a usar sus ojos? ¿Acaso existía alguien en Oonindo con semejante poder?
Si algún mortal era capaz de semejante proeza, a Datsue solo se le ocurría una persona calificado para hacerlo. Esta persona era conocida por numerosos nombres. El Transportista de Bijūs, el Campeón de los Dojos, el Profesional. Esa persona era Uchiha Akame. Esa persona era su Hermano.
Si Datsue era capaz de escapar de las puertas del Yomi, ¿por qué Akame no? Después de todo, ellos eran los Hermanos del Desierto. Ellos eran...
—Mierda… —La puerta de su armario se abrió de golpe y la ropa salió volando. Se puso por encima un chaleco a medio abrochar y saltó a la pata coja hasta la ventana mientras se iba subiendo el pantalón—. Mierdamierdamierda…
Abrió la ventana y saltó por el hueco. Tenía que comprobarlo. Tenía que asegurarse.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Daruu detuvo el habla y quedó en silencio durante veinte largos segundos, esperando la respuesta de Datsue que nunca llegó.
—Ayame —dijo—. Esto que nos cuentas es muy preocupante, sobretodo si estás en lo cierto. Pero me resulta tan increíble... —Quería creer a Ayame, ¡de verdad que quería creerla! Pero no es tan fácil como que te llamen a las dos de la mañana y te cuenten que alguien a quien todo Oonindo cree por muerto estaba, simplemente, de vacaciones en Tanzaku Gai y pegándose un viaje de los de recordar junto a un antiguo amigo.
Claro que ese antiguo amigo también había sido dado por muerto.
—Datsue, por favor, di algo... creo que Ayame dice la verdad. Y estoy empezando a asustarme.