Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Soy Uzumaki Ryuusuke, chicos, un placer conoceros
¿Uzumaki? ¿Hermana? ¿Qué estaba pasando aquí? Un chunnin de Uzushiogakure, de pelo pelirrojo, que decía ser Uzumaki y hermano de Eri, ¿podría ser el hermano del que hablaba Eri se vez en cuando? Podía ser, era probable, seguramente sería eso.
—. Eri me habló de vosotros, así que debería fiarme, ¿no? No os preocupéis, está dormida, supongo que se habría perdido en el camino, quedamos hace un par de días aquí, en Tane-Shigai, pero no llegaba, ya comenzaba a preocuparme...
Estaba confuso. ¿Eri le habló de NOSOTROS? ¿De Juro? ¿A su hermano? ¿Qué estaba pasando aquí? Y dice que está dormida. ¿Pero no era Uzumaki? ¿Ahora es un Uzumaki médico? ¿Era eso siquiera legal? No me estaba gustando nada todo esto, mi perro interior estaba nervioso y mi perro exterior, llamado Stuffy, estaba aún aullando de preocupación o de pena o de ambas o de ninguna.
Lo agarré y lo levanté zarandeándolo.
— Cálmate, que solo, está, dormida.
Al volver a dejarlo en el suelo empezó a dar vueltas alrededor de Ryu saltando de vez en cuando para ver si Eri seguía entera.
—¿Necesitáis ayuda? Llevo un par de días aquí y se orientarme, así que para agradeceros haber cuidado de mi hermana en mi ausencia, podría llevaros a cualquier sitio. Claro que... Antes llevaré a Eri al hostal donde me alojo, para que descanse, no es gracioso tener que llevarla todo el rato en brazos... —
— Vale, gracias, pues le acompañamos, jefe, capitán, Ryuusuke-sama, Uzumaki-senpai. ¿Pero seguro que Eri-chan está bien?
Le seguiría donde fuera, hasta asegurarme de que no se iba a comer a Eri porque era un monstruo que había tomado la forma de chunnin de Uzushiogakure y no su verdadero hermano.
Afortunadamente, en cuanto los se presentaron, la tensión desapareció. Por alguna razón, el chunin pareció reconocerlo. O al menos, pareció creerles.
—. Eri me habló de vosotros, así que debería fiarme, ¿no? No os preocupéis, está dormida, supongo que se habría perdido en el camino, quedamos hace un par de días aquí, en Tane-Shigai, pero no llegaba, ya comenzaba a preocuparme...
« Eso explica todo... » — pensó, con una sonrisa.
— Parecía muy cansada. Es probable — murmuró, recordando como se había desmayado, así, sin más. Probablemente, se había forzado a caminar para llegar y había pasado su límite.
Mientras Nabi trataba de tranquilizar a su perro, quien parecía muy apegado a la muchacha de cabellos rojizos, el hermano se ofreció a llevarles a donde quisieran, siempre y cuando antes esperaran a que dejara a Eri en el hostal para que pudiese descansar mientras tanto.
— ¡Genial! ¡Muchas gracias! Por supuesto que le acompañaremos para dejar bien a Eri — murmuró Juro, con una sonrisa —. La verdad es que sí que tenemos que llegar a un sitio. No tenemos mucha idea, pero le iremos diciendo. Quizá sepa algo.
Nabi volvió a preguntarle. Parecía muy preocupado por Eri. Incluso a Juro le llamó la atención. No es que no lo estuviese, claro. Pero si su hermano decía que estaba bien, no se iba a preocupar tanto. De todas formas, aunque el chunin no les hubiese llevado a donde tenían que ir, Juro le habría acompañado.
Ryu miró a ambos chicos, uno tratando de tranquilizar a un pequeño perro de pelaje oscuro y el otro mirando al par que a su lado se encontraban. Sin duda aquella estampa era una de las cosas más raras que había visto.
— Vale, gracias, pues le acompañamos, jefe, capitán, Ryuusuke-sama, Uzumaki-senpai. ¿Pero seguro que Eri-chan está bien?
—Por favor, solo llámadme Ryuusuke —aclaró antes de que empezase aquel juego de sufijos a los que no estaba del todo acostumbrado —. Y sí, está bien, supongo que lo único que necesita será descanso, pero siempre podéis pasar a verla después.
— ¡Genial! ¡Muchas gracias! Por supuesto que le acompañaremos para dejar bien a Eri. La verdad es que sí que tenemos que llegar a un sitio. No tenemos mucha idea, pero le iremos diciendo. Quizá sepa algo.
—Claro, vamos, contadme por el camino dónde es.
El chuunin comenzó a caminar hasta el interior de Tane-Shigai, y la ciudad, a esas horas del amanecer, comenzaba a despertarse muy lentamente. Un par de grupos mixtos de personas se dirigían a hacer sus tareas normales como cualquier otro día, algunas otras iban hacia el mercado a conseguir los mejores productos del día, otros simplemente hacían ejercicio, así que gracias a ello no les fue difícil encontrar el lugar donde se hospedaba Ryuusuke.
El pelirrojo se excusó y subió a su habitación a dejar a su hermana. Unos diez minutos después bajó con un mapa entre sus manos.
Como he puesto que me digáis donde es, paro aquí y me comentáis dónde es y tal, ya luego en el siguiente post explico como llegar y vamos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Por favor, solo llámadme Ryuusuke. Y sí, está bien, supongo que lo único que necesita será descanso, pero siempre podéis pasar a verla después.
Stuffy, que se hacía el tonto a las mil maravillas, se pispó al instante de que Eri estaba bien y volvió a su rutina de sacar la lengua e ir de un lado a otro como si buscase una mariposa invisible o sencillamente sus neuronas hubiesen tenido problemas técnicos. Yo seguí a Ryuusuke sin saber qué decirle echando miradas a la pelirroja por si le pasaba algo más o le aparecía en la frente un cartel que confirmara la versión de su "hermano".
—Claro, vamos, contadme por el camino dónde es.
— Pues buscamos un sitio que se llama algo así como el Hierbajo de la Fraternidad, pero ese tema lo lleva Juro, que es de por aquí. ¿A que sí, Juro?
Le aseguré a mi superior esperando la confirmación de mi buen amigo Juro, de Kusagakure. Porque si algo era Inuzuka Nabi, desde luego no era aldeista. Inuzuka Nabi amaba a todo el mundo, excepto a los gilipollas y a los gatos.
El chunin les indicó que solo le llamasen Ryuusuke. Juro accedió, de buen grado. Era el hermano de Eri, después de todo, antes que chunin. Parecían tener la misma bondad natural.
Dejaron a Eri en un hostal donde pudiese reponerse del cansancio del viaje. Juro comprobó que igual se habían pasado con el tiempo. Solo la gente más madrugadora estaba despierta, en busca de comprar los productos más frescos del día o levantar sus negocios.
Nada más dejar, Ryyusuke volvió otra vez, con un mapa.
— ¡Si! ---- murmuró Juro, sonriente. Quizá si les iba bien y acababan pronto, podían volver para verla.
Entonces, por fin llegó el momento de contarle a donde iban. Nabi se adelantó, para desgracia de todos.
— Pues buscamos un sitio que se llama algo así como el Hierbajo de la Fraternidad, pero ese tema lo lleva Juro, que es de por aquí. ¿A que sí, Juro?
Juro se llevó una mano a la cabeza, mientras negaba. Después miró al chunin, con una evidente cara de "hazme caso a mi, por favor".
-- No buscamos el "Hierbajo del a Fraternidad", Nabi — se dirigió al chunin, nuevamente —. Pues verás, estamos buscando por algo llamado "El Árbol del Amor". No sabemos muy bien si es un lugar, un concepto, o lo que sea. Nuestras ordenes fueron llegar a Tane-Shigai y preguntar por él a... algun lugareño, supongo.
El chuunin, mapa en mano, consultaba mientras escuchaba a los genin el mismo para poder localizarse en el lugar en el que se encontraban. Primero habló el castaño, dando extrañas indicaciones sobre dónde se dirigían. Algo llamado Hierbajo de la Fraternidad, nombre que nunca había escuchado y que seguramente tendría algo que ver con hermanos. ¿Irían allí porque ellos también tendrían hermanos a los que cuidar?
— No buscamos el "Hierbajo del a Fraternidad", Nabi. Pues verás, estamos buscando por algo llamado "El Árbol del Amor". No sabemos muy bien si es un lugar, un concepto, o lo que sea. Nuestras ordenes fueron llegar a Tane-Shigai y preguntar por él a... algún lugareño, supongo.
—¿El Árbol del Amor, decís? —aquello sí que le sonaba, era un pequeño local que últimamente estaba ganando más y más clientes por los buenos resultados que estaban obteniendo, pero la verdad es que los servicios no le interesaban para nada... —. Está pasando unas calles, os acompañaré, aunque espero que no estéis yendo allí por... Sus servicios.
El hombre se encogió de hombros y lideró el camino de nuevo, guardándose el mapa en su bolsillo izquierdo. La verdad es que no estaba muy lejos de allí y el trayecto se les haría relativamente corto, hasta que por fin llegaron al lugar.
Era un árbol, literal, un árbol bastante grande y de tronco muy, muy grueso. Justo en frente de ellos y en el mismo tronco se alzaba una pequeña puerta con un cartel justo en su cima que rezaba "Árbol del Amor", al lado del mismo reposaba un corazón de color rojo claro. El árbol se alzaba bastantes metros hacia arriba, teniendo varias plataformas y cubículos que conformaban una buena casa en el árbol.
—Bueno... Es aquí, espero que os lo paséis bien —la verdad es que no sabía qué más decir ahí —. Le diré a Eri dónde estáis si pregunta luego, espero volver a veros, ¡hasta otra!
Y allí los dejó, a las puertas del Árbol del Amor.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
2/02/2018, 23:37 (Última modificación: 2/02/2018, 23:37 por Inuzuka Nabi.)
—¿El Árbol del Amor, decís? Está pasando unas calles, os acompañaré, aunque espero que no estéis yendo allí por... Sus servicios.
— No necesitamos ninguno de sus servicios, sean los que sean, es que una anciana le salvó la vida a Juro tras que éste fuese atacado por una bestia sanguinaria e increíblemente fuerte. Y nos dijo que le pagásemos, pero no llevábamos suficiente dinero, así que nos dijo que viniésemos aquí a pagar con nuestra sangre y sudor.
No tardamos en llegar al lugar, que Ryu conocía a la perfección sospechosamente. Poco me importaba eso ahora, miré el lugar detenidamente, esperando encontrar una pista de qué se hacía ahí dentro. Fuese lo que fuese, no parecía tener necesidad alguna de dos niños ninja, sino más bien de dos chicas adolescentes que buscan un lugar donde cobrar por hacer algo que no necesitase estudio ni preparación alguna.
Levanté una ceja mientras volvía a mirar el exterior de arriba a abajo.
—Bueno... Es aquí, espero que os lo paséis bien. Le diré a Eri dónde estáis si pregunta luego, espero volver a veros, ¡hasta otra!
— ¡Gracias, Ryuusuke-sama!
Me incliné levemente haciendo una modesta reverencia a mi superior. No había tenido la oportunidad de dar una buena impresión al hermano de Eri anteriormente y no me había encontrado en mi mejor momento, así que como mínimo me recordaría como muy educado y tradicional. Respetable también.
— Bueno, Juro, detrás tuyo, que eres el representante legal, tú delante. Valiente. Caballeroso. Hombretón.
Me puse a un lado de la puerta cediéndole el paso a mi compañero kuseño, mientras Stuffy se ponía en el otro lado, haciendo un pasillo para el moreno.
Juro suspiró de alivio cuando vio que el chunin conocía el lugar a donde iban. Era un lugar, sí. Un local, como podría comprobar más tarde. Aun así, por su rostro y sus palabras, vio algo de incomodidad. "Sus servicios", dijo. ¿Qué clase de servicios se referiría?
El chico empezó a ponerse un poco nervioso tras ver la reacción del chunin.
« La verdad es que no sabemos que clase de cosas quieren de nosotros. Yo había pensando en ayudarla a conseguir las hierbas. Pero... ¿Y si quiere otra clase de servicios? »
Preocupado, no mantuvo mucha conversación mientras caminaban al lugar marcado. Diablos. Había dado su palabra. No podía hacer nada. Pero aun así...
Antes de que pudiese darse cuenta, ya habían llegado y el chunin se despedía.
— Gracias — murmuró, con una pequeña reverencia.
Y así, se quedaron otra vez los dos solos. Los tres, con el perro. Como había sido en su primer encuentro.
— Bueno, Juro, detrás tuyo, que eres el representante legal, tú delante. Valiente. Caballeroso. Hombretón.
— No eras así en el valle del fin — protestó Juro, recordando el rostro salvaje de Nabi mientras le desgarraba el hombro y amenazaba con arrancarle el corazón del pecho y comerselo, como el animal salvaje que en realidad era.
Aun así, fue delante y entró por la puerta. Deseo que al menos Stuffy le fuese a ayudar si le pasaba algo.
Ambos genin se precipitaron dentro del extraño árbol que ejercía como local bajo el nombre del Árbol del Amor, nada más traspasar la puerta, a mano derecha, se encontraba una mujer algo entrada en años y con rostro afilado. Sus pequeños y entrecerrados ojos se encontraban ocultos tras unas gafas. Estaba sentada sobre una silla de madera, apoyada en el recibidor escribiendo sobre un montón de papeles.
Antes de que ninguno de los dos pudiese decir algo, la mujer, sin levantar la mirada de su manuscrito, levantó la mano en señal de silencio.
—Bienvenidos al Árbol del Amor, por favor rellenen estos papeles si quieren disfrutar de nuestros servicios —explicó en un tono tan neutro que no evitarían ni bostezar. Los papeles a los que se refería estaban a su izquierda, sobre un montón iguales.
Si cogían uno, podían leer el típico formulario donde hay que complementar tanto el nombre, como la fecha de nacimiento, hasta... ¿Gustos y aficiones?
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Juro entró delante, y yo detrás. Y como no había ningún cartel que prohibiese los perros, Stuffy entró detrás mio. No entendía esa gente que prohibía el paso a los pobres perros. Es decir, prohíbe que se meen o que se caguen o que ladren, pero prohibir el paso directamente era de mala gente. ¡De mala gente!
—Bienvenidos al Árbol del Amor, por favor rellenen estos papeles si quieren disfrutar de nuestros servicios
— No, no, no. Perdone pero... Nosotros venimos a dar nuestro servicio, no a recibir nada. Juro, explícaselo tú que yo se lo he explicado al hermano de Eri. Y somos un equipo, así que vamos a medias con todo, incluidas las explicaciones.
Me crucé de brazos mientras asentía convencido de mis propias palabras.
3/02/2018, 22:59 (Última modificación: 3/02/2018, 23:14 por Eikyuu Juro.)
Juro se aventuró en aquel lugar, dudoso. Ante ellos había una mujer con cara de secretaria, de ojos entrecerrados, gafas y entrada en años. Tenía el rostro de la amargura personificada.
La mujer les informó de que rellenasen unos papeles para disfrutar de "sus servicios".
« ¿Dónde nos hemos metido? »
— No, no, no. Perdone pero... Nosotros venimos a dar nuestro servicio, no a recibir nada. Juro, explícaselo tú que yo se lo he explicado al hermano de Eri. Y somos un equipo, así que vamos a medias con todo, incluidas las explicaciones.
— Quieres dejar de decirlo de esa manera — murmuró Juro, claramente disconforme con Nabi. Después, se dirigió a la mujer —. Buenas. Dejenos explicarle nuestras intenciones. En otoño tuvimos un incidente y resulté herido. Pasando por Minori, nos encontramos con una anciana que nos ayudó. A cambio de sus servicios de curandera, nos comprometimos a venir a ayudar a este lugar, en esta misma fecha.
Tras eso, se quedó esperando una reacción por parte de la mujer.
La mujer levantó la mirada y los escudriñó con los ojos mientras el moreno de la pareja explicaba el por qué estaban allí y por qué la estaban molestando con su palabrería. Dejó el bolígrafo en la mesa y se cruzó de brazos.
—¿Buscáis a Madamme Vanilla, no es así? —preguntó, arqueando una ceja —. Primer piso, tercera puerta. Lo encontraréis fácilmente porque pone su nombre en ella, suerte.
Volvió a decirlo en un tono impersonal, señalando la escalera de caracol donde cabían dos personas perfectamente juntos, les dirigió una última mirada y volvió a sus tareas habituales.
Juro y Nabi tendrían que dirigirse a la escalera de caracol que había señalado la mujer, la cual parecía no tener fin desde ahí abajo. La verdad es que, ahora que se fijaban, las paredes estaban decoradas con demasiados motivos de colores vivos, rosas, sobre todo; y diversas cintas fucsias que adornaban toda la sala. Frente a la recepción había un pequeño sofá rojo, a juego con la alfombra que aparecía desde la puerta y se perdía por todas las habitaciones de la planta baja.
Si subían a la primera planta verían la misma estampa que en la anterior: una alfombra que se extendía por todo el pasillo, cintas y demás decoraciones con motivos amorosos por todas partes y una serie puertas cerradas con diferentes nombres escritos en una placa metálica.
La tercera rezaba: Madamme Vanilla. Para su sorpresa, la puerta se encontraba entreabierta, y desde dentro se comenzaba a escuchar.
—...No, Sakura está cogida... No, lo siento, eso no entra dentro de nuestros servicios... Sí, puede venir cuando quiera...
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—¿Buscáis a Madamme Vanilla, no es así? Primer piso, tercera puerta. Lo encontraréis fácilmente porque pone su nombre en ella, suerte.
— Pues a buscar a Madamme Vanilla. Vamos, Juro, ¡con ilusión!
Una cosa era que Eri fuese la líder de nuestra pareja, y otra, muy diferente, que yo dejase que Juro, el kuseño, se convertiese en el capitán de nuestro escuadrón. En la cadena de poder de los presentes, primero estaba yo, por veterano y hermoso, segundo Stuffy, por perro, y en último lugar, y por ello, el menos importante, Juro. Encima coge y me dice que no diga esas cosas. ¡Como si fuese mentira!
Total, que fui directo a las escaleras y subí al primer piso en un suspiro y como una exhalación me planté delante de la puerta de la tal Madamme Vanilla. La voz se colaba por la puerta entreabierta y, sin duda, era la vieja esa.
Di un par de golpes con los nudillos con la puerta, haciendo que se abriese lo suficiente para echar un vistazo al interior.
— ¿Anciana de Minori? Somos nosotros, los shinobis a los que extorsionó para venir aquí a "compensar nuestra deuda con trabajo manual". ¿Así mejor, Juro?
Nabi parecía la mar de feliz. Juro lo llevó a un lado, antes de que se marchase.
— Oye... esto me da mala espina. Ten cuidado — murmuró.
Los dos avanzaron hacia el primer piso, subiendo una escalera de caracol. Las paredes estaban pintadas de color rosa. Un color muy sugerente, si.
Se acercaron a la puerta con el nombre de la mujer "Madamme Vanilla".
— ¿Anciana de Minori? Somos nosotros, los shinobis a los que extorsionó para venir aquí a "compensar nuestra deuda con trabajo manual". ¿Así mejor, Juro?
Juro se asomó a la puerta, avergonzado.
— Buenas. Venimos a trabajar, tal y como prometimos — murmuró, esperando a que les dijese algo.
La anciana dejó el comunicador con el que estaba hablando y lo guardó en uno de los cajones de su escritorio. Allí dentro la cosa parecía ir a mejor, pues las paredes de madera no tenían ningún adorno y el suelo estaba cubierto por una gran alfombra azul. Frente al escritorio había un par de sillas y detrás del mismo, un par de estanterías a los lados de una ventana a medio abrir.
—Vaya, pensaba que no vendríais —dijo la anciana, cruzándose de brazos y de piernas —. Bien, sentáos, que os comento un poco qué vais a hacer durante esta mañana, espero que no me defraudéis.
Sacó un par de manzanas y las dejó en una pequeña cesta de mimbre, tomando ella una que se llevó a los labios. Esperando que ambos chicos tomasen asiento. Una vez estuviesen frente a ella, continuaría hablando.
—Bien, chicos, este sitio es el Árbol del Amor, o también conocido como la mayor agencia de citas de todo el continente —explicó la mujer, mordiendo otro pedazo de manzana —. Nos guiamos por los gustos de nuestros clientes, por sus personalidades, pero no las pegamos como dos imanes, no, juzgamos por nuestro corazón, y de momento nos ha ido muy bien.
»Ahí es donde entráis vosotros, jóvenes, con poca experiencia. Es magnífico.
Sonrió abiertamente.
—Nos han llegado fichas de muchos jóvenes alrededor de dieciséis y dieciocho años, pero mis empleados son ya bastante mayores, necesitamos más carne fresca, ¿me seguís? —pausó —. Bien, por hoy os contrato como emparejadores oficiales, os asigno un despacho y una serie de fichas, las emparejáis y luego lo volvéis a reportar, ¿como si fuese una misión, eh?
Se levantó de su asiento y posó ambas manos sobre la madera de su escritorio, inclinándose hacia ellos para susurrar:
—Id a la puerta primera de esta misma planta, pondrá Madamme Sasaki, pero está vacía. Dentro encontraréis dos sillas y una gran mesa para ambos. Hay dos pilas de documentos, buena suerte.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100