—Bueno, Juro, pues tú ya sabes. Cualquier contacto con uno de esos Generales, acuérdate de avisar por aquí. Quizá estés de suerte y me pilles cerca para echarte una mano. —

— Es más, si uno de esos tios te pilla y estás más cerca de Uzushiogakure que de Kusa, vente hacia aquí. No te la juegues en dar toda la vuelta para ir a tu villa e informar. Vente aquí y prometo no cagarte encima.

El discurso de Juro denotaba que sí que dudaba de que los bijuus fueran malos. Alguien que ya lo sabe no tiene que repetirlo con tanta vehemencia. Sin embargo, por ironico que sonara, que un bicho enorme saliese de dentro de Juro había pasado a tener el rango de problema menor. Total, un par de cientos de ninjas y otro par de fuinjutseros te lo pueden apañar.

En cambio, el tema de Kurama no era probable que lo parasen ni una villa entera. A saber si las tres lo conseguían si no se daban prisa.

— Oye, Datsue, ¿esa cosa tiene limite de gente? Si puedes meter a mucha gente, cuando os encuentren, que os encontraran, habría más posibilidades de que hubiese ayuda cerca. Para ayudaros o para impedir que Kurama se haga con el bijuu.

Ese 'o' significaba, mataros antes de que os volvieseis malos. Eramos shinobis al fin y al cabo, se hacía lo que se tenía que hacer.

Datsue le explicó que, en caso de que tuviera algún contacto con los generales, debería de informar inmediatamente, por si acaso surgía el caso de que pudiera ayudar.

Un caso muy improbable, a decir verdad, pero Juro decidió no decir nada.

— Es más, si uno de esos tios te pilla y estás más cerca de Uzushiogakure que de Kusa, vente hacia aquí. No te la juegues en dar toda la vuelta para ir a tu villa e informar. Vente aquí y prometo no cagarte encima.

— Informaré si sucede, aunque como ya te he dicho, voy a intentar mantener un perfil bajo, y no salir mucho. Al menos, por ahora. Mientras los generales no empiecen una cacería intencionada, todo debería de ir bien — dijo Juro, aunque no creía del todo sus palabras. Nada iría bien a partir de ahora.

Por otro lado, se quedó callado, esperando la respuesta de Datsue. Supuso que Nabi se refería al sello. No es que la idea de formar una red de comunicación fuese mala, pero tampoco sabía de cuánta gente estaba hablando, ni mucho menos de si sería útil realmente.

Datsue miró a Nabi con sorpresa.

—¿Qué si tiene… límite? —Su rostro era pura incomprensión. ¿Se lo preguntaba en serio? Desactivó el sello para que Juro no escuchase—. Nabi, me estás preguntando en serio, a mí —Juro empezó a hablar al mismo tiempo—, que maté a un Kage a la edad trece años —se levantó—; a mí, que sellé la bijuudama de Kokuo con un ojo; a mí, capaz de invocar al dios Susano’o; a mí, ¡capaz de invocar a un shinigami! —y, hablando del Dios de la Muerte—; ¡a mí, a quien Izanami le tiene tanto miedo que no le permitiría morir solo para no tener que vérselas conmigo en el Yomi…! Si una cosa tan minúscula, tan sencilla, como es que podamos hablar de una punta a otra de Oonindo como si estuviésemos al lado, ¿tiene límite?

Activó el sello de nuevo.

—¡Pues claro que no tiene límite, joder! —exclamó, visiblemente ofendido—. Pero no introduciría en esta red de comunicación a nadie sin el permiso y consentimiento de Juro —agregó, dejando la pelota en el tejado del kusajin—. Además, si nos conectamos muchos a la misma red, todos oiríamos lo que dice uno. Puede llegar a ser bastante caótico. —Y más conociendo a Nabi—. Hace falta una mente privilegiada para poder elegir a quién hablarle y a quién no con este sellado —Y no creía que Nabi… Carraspeó—. Carnicería intencionada es seguramente lo que van a hacer para hacernos salir, Juro. Pero haces bien, haces bien.

—¿Qué si tiene… límite? —

Oh, no. Ya estamos otra vez. Su cara lo decía todo. Ya volvía a soltarme la retaila de siempre. Añadiendo, como no, nuevos y alocados hechos sobre su persona. Encima hablando por encima de Juro, con lo cual era aún más pesado de oír. Y ya cuando empezó a meter mitología, fue la guinda del pastel, le faltó decir que al quinto día descansó para que fuera ya apoteosico.

Después empezó a soltar información útil sobre su sello. Ahí ya empecé a prestarle la atención que merecía.

— Pero a ver, el sello se puede activar y desactivar, no vamos a estar todo el día escuchandonos. ¿O qué? No lo voy a usar para preguntarte si esta noche abre la panadería de debajo de tu casa joder. Sería solo por si uno de vosotros se encuentra con un general de Kurama o algún loco similar, que con Amegakure nunca se sabe. Además, Juro no tendrá problema en que estemos Eri y yo, si nos conoce más que a ti. Lo que pasa es que vosotros teneis ese rollo especial de hermanos de bicho sellado y tal.

Mi argumento era totalmente inapelable.

Juro escuchó, disimuladamente, el diálogo que estaba ocurriendo entre Nabi y Datsue, sobre el uso de varias personas a la vez. Era posible, pero confuso, en resumen.

Las palabras, en general, le chirriraron en cuanto salieron de la boca de Nabi.

« Si mi Kage se entera de... ésto... »

Sí, una cosa era hablar con Nabi, con Eri y con Datsue. Pero otra era hacer esto del conocimiento general. Por mucho que se hubiera decidido a no contarlo, tenía que pararles los pies.

— No me importa habla con vosotros, o con Eri, incluso. Pero... bueno, aunque no suene mal la idea de una red de personas, la verdad es que no he reportado nada de ésto a mi Kage, y no me gustaría buscarme problemas — informó Juro —. Además, con tantas personas, el supuesto de privacidad se perdería. ¿Y si no pueden seleccionar una persona, se escuchará a todos? Si a alguien le diese por hablar, sería un caos.

» No es una mala idea en caso de aviso, Nabi. Pero habría que regularlo. Además, eso supondría que la técnica de Datsue fuese conocida por un montón de personas — añadió Juro —. De todas formas, si todos los que estais ahí sois de Uzushiogakure, tampoco es que sea muy variado. Los ninjas viajan, pero también están en casa en períodos. Sería mala suerte ya que me encontrará con un general y estuvierais todos en vuestro país.

Datsue escuchó a Nabi, y escuchó a Juro. Nabi tenía su punto —aunque se equivocaba en una cosa—, pero Juro no pareció comprárselo. No había dicho un no rotundo, pero mucho menos un sí.

—El sello puede desactivarse, sí. Pero para que no te escuche la otra persona. Es decir, que si yo ahora quisiese, podría estar hablándole a Juro, sin él tenerlo activado, y él tendría que escucharme a cojones. Sin poder hacer nada por evitarlo. Tranquilo, Juro, no pienso ser tan capullo —añadió, por si acaso—. Estar todos conectados tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Como a uno de nosotros le pille en mal momento, va a tener que escuchar igualmente a narices —salvo si ese alguien era él, claro, que fácilmente podía quitarse el sello y olvidarse de ellos—, jodiéndole igual una misión de incógnito o del estilo.

Lo cierto era que, en aquella, estaba más con Juro.

—Pero la decisión os la dejo a vosotros. O, a ti, Juro, más bien. Pero dime claro que quieres —Le apretó. Era hora de que se mojase de verdad—. Si no, yo siempre puedo actuar de intermediario. Si pasase una situación de emergencia, podría hablar con el resto de personas que tengo conectadas por otras hermandades.

Juro habló y Datsue contestó, todo bien, todo chachi. Todos poniéndome pegas a mi. A mí, que era el que menos implicado estaba en el tema. A mí me daba igual qué hicieran ni cómo lo hicieran, yo no era el que estaba en peligro. Si estaba proponiendo algo era por ellos. Y los muy desagradecidos no hacen más que buscar pegas. Tampoco es como si fueramos a meter a toda Uzushiogakure, pero contra más gente mejor ¿no?

Lo dicho, que la cosa era suya, la técnica era de Datsue, él sabría como funcionaba. Y los jinchurikis eran ellos, no yo. Aquí el que menos tenía que decidir era el que más estaba decidiendo porque ellos eran unos indecisos. Eso sí, en el momento en que había dado una idea, se me habían tirado al cuello a rebatir.

— A ver, como creador de la técnica y persona que está a tomar por culo de aquí, deberíais decidirlo entre vosotros. A mi si os parte un rayo y no me enteró no será mi culpa, así que vosotros mismos con vuestra "privacidad" y vuestro "sigilo". Solo me preocupo porque no os cojan y os maten, llamadme paranoico, pero teneis una probabilidad de ser secuestrados y violados por bijuus bastante alta. Así que como veais.

Datsue decidió no afirmar ni contestar nada, y Nabi, por su parte, ya había dejado clara su situación. Juro por un lado no dudaba en que tenian la mejor de las intenciones, y que no era tan mala idea como sonaba.

Sin embargo, seguía pensando lo mismo. Si se encontraba con un general, fuera donde fuera (en una ciudad, en un bosque, en una montaña), por mucha gente que fueran, las probabilidades de que alguién estuviera ahí para ayudarle eran muy bajas. Casi, que ni si quiera se planteaba que le fueran a ayudar.

Por eso mismo, lo tenía claro.

— Eso que dices no suena mal, Datsue. Lo de intermediario — dijo Juro —. No es que quiera mantener mi privacidad por una tonteria, Nabi, pero lo que dice Datsue es muy cierto. Puede suponer un problema. Por eso, prefiero no hacer una red a una escala muy elevada, al menos, de momento. Me conformo con nuestra red de comunicación.

» Si sucede algo, te avisaré, Datsue. Confío en tu criterio en ese momento para avisar a la gente que tengas y que puedan ser utiles — dijo Juro, encogiendose de hombros —. Ya sé que se perderán segundos, o quizá minutos, pero igualmente, la situación es complicada de por sí. La cosa será si tengo realmente un tiempo de margen para aguantar o no, y eso dependerá de la situación.

Datsue miró a Nabi y se encogió de hombros, como diciendo: tu idea era buena, pero decide Juro.

—Está bien, Juro. Así se hará. Como tú deseas —Y como el Uchiha también deseaba, o de lo contrario ya hubiese enumerado las muchas y variadas virtudes que tenía estar todos juntos. Exactamente como había hecho Nabi, pero con más…

…carisma.

Y, ¿por qué no quería Datsue tener a todos en la misma red? Porque, llegado el momento, quizá Juro se viese en un apuro. En una difícil situación: elegir la paz a toda costa; o la decisión sensata. Prefería ser él quien tuviese la exclusividad de intentar empujarle hacia uno u otro lado, llegado el hipotético caso, a tener que compartirlo con Nabi y Eri.

¿Qué aquel momento nunca llegaría? Bueno, nunca estaba de más prevenir. Además, Juro tenía razón en algo. Lo más probable es que ninguno de ellos tres estuviese lo suficientemente cerca como para ser de ayuda real. A no ser, claro, que Akame entrase en la ecuación. Con su ojo podía hacer maravillas.

Pero, por el momento, encerrado en el calabozo como estaba, no era una opción.

— Eso que dices no suena mal, Datsue. Lo de intermediario — dijo Juro —. No es que quiera mantener mi privacidad por una tonteria, Nabi, pero lo que dice Datsue es muy cierto. Puede suponer un problema. Por eso, prefiero no hacer una red a una escala muy elevada, al menos, de momento. Me conformo con nuestra red de comunicación.

» Si sucede algo, te avisaré, Datsue. Confío en tu criterio en ese momento para avisar a la gente que tengas y que puedan ser utiles. Ya sé que se perderán segundos, o quizá minutos, pero igualmente, la situación es complicada de por sí. La cosa será si tengo realmente un tiempo de margen para aguantar o no, y eso dependerá de la situación.

— Ya he dicho que a mi me da igual, vosotros tenéis peligros de morir, vosotros decidís. A mi como no quieran revertirme al perro y ponerle la tonteria por fuera y la perreria por dentro, no sé qué me iban a hacer.

Bromeé, lo mejor era bromear. Estaba claro como lo del huevo que no es la yema, que Datsue tenía algo en mente. Así que le dejé hacer, puede que no confiase en que las ideas de Datsue fuesen sensatas y dentro de los margenes de la ley, pero sí confiaba en que al final hiciese lo correcto. De su forma alocada y sacando tajada del asunto, pero lo correcto, y eso era lo importante.

— Pues venga va, ponme el sello ese, ¿hasta que numero hay? ¿Está libre el 666? Es para un amigo que me ha dicho que se lo reserve, siendo ese amigo yo, ¿puedes ponérselo a Stuffy? Por si algún día aprendéis a ladrar vosotros, porque él hablar ya para otra vida.

Datsue desactivó el sello brevemente para que Juro no le oyese. Entre usarlo y no usarlo, empezaba a cansarse. Eran gastos pequeñitos, sí, nada que ver con el esfuerzo titánico que demandaría un Susano’o. Pero, gotita a gotita…

—A Stuffy... —dijo, con cierto tono incrédulo. Nabi era un tipo bromista, pero también muy loco, y uno nunca podía estar seguro de que cuando soltaba una locura lo estuviese diciendo en serio o en broma—. Ehm… Podría, sí. Yo había pensado en un número más… más representativo. Como el tres. O el cuatro —añadió, dependiendo de si incluían a Stuffy o no.

»Tienes que decirme dónde lo quieres. Yo recomiendo siempre encima de la oreja, para que quede tapado por el pelo y al mismo tiempo se te oiga bien. O debajo, a modo de tatuaje. La muñeca o el hombro también son buenos sitios.

»Tienes que decirme dónde lo quieres. Yo recomiendo siempre encima de la oreja, para que quede tapado por el pelo y al mismo tiempo se te oiga bien. O debajo, a modo de tatuaje. La muñeca o el hombro también son buenos sitios.

Una gota de sudor frio cayó lentamente por mi sien. ¿Me acababa de preguntar...? No, no podía ser. Estaba serio, y yo debía contestarle con seriedad, ¿no? En eso se basaba la sociedad, respeto mutuo y esas mierdas. Pero es que el "DIME DONDE LO QUIERES" era una tentación. Tenía que hacerlo con sutileza, una salida de tono de ese calibre y puede que incluso Datsue se lo tomase a mal, debía ser más ninja que nunca.

— No te digo donde me lo puedes poner que también queda tapado por el pelo y seguro que no veía la luz del Sol.

Si es que yo en el fondo era un tio con clase.

— Ahora en serio, ponmelo donde lo tengas tú, a mi me da igual. A Stuffy sí que se lo puedes poner en el culo.

Sutileza.

Ah, sí. Tenía que habérselo imaginado. Si es que se la había dejado a huevo, en realidad. Suspiró. No estaba de ánimos para enfrascarse en pullas y dardos envenenados, por mucho que eso le divirtiese.

—Muy bien —dijo, todavía con el sello desactivado.

Recortó la distancia con Nabi y formó una larga tanda de sellos, para luego posar la yema de su dedo índice y corazón en la sien del Inuzuka, justo por encima de su oreja. Allí estaría cubierto por su propio pelo, siempre y cuando no se lo rapase demasiado.

—Fiuu… —Parecía un sellito de nada, pero consumía más energía que el Gōkakyū más poderoso—. Stuffy, ven aquí, anda. Unámoste en el círculo intrépido. —No era como si Stuffy pudiese usarlo, pero bueno. Era más por cortesía y quedar bien, sin discriminarlo del grupo, que por otra cosa.

—Stuffy, ven aquí, anda. Unámoste en el círculo intrépido. —

Y Stuffy fue, cualquier mierda que fuera gratis, vaya si iba. En cualquier caso, yo no tenía ni puñetera idea de como iba eso, y eso que Datsue había estado poniendo y quitando un buen rato.

— ¿Y esto cómo va? ¿Hay un codigo secreto o algo? Antes de que lo digas, sí, sé que has estado usandolo aquí mismo un buen rato, pero ¿qué quieres que te diga? No te estaba haciendo ni caso. Mi cerebro tiene un espacio limitado y bastante información ya almaceno sobre ti para estar recordando lo que haces a cada momento. Por cierto, ¿se puede cambiar el volumen? Tendrías que hacer otros sellos para añadir funciones a este sello. Tio, podrías venderlo y hacerte rico.

Él mismo había dicho que no había limite, sin limites ni regulaciones, incluso podría conquistar el mundo con aquel sello. Si lo hacía viral, y al final lo llevaba todo el mundo, podría hablar con cualquier persona del planeta. Gritarle a Yui desde Uzu sin que supiese qué coño estaba pasando.

Datsue suspiró. «Shiona, dame paciencia».

—Tienes que concentrar chakra justo en el sello —explicó—. Como si estuvieses concentrando chakra en la planta de los pies para poder caminar sobre el agua, ¿sabes? Juro lo hizo a la primera —agregó, para meterle presión—. Si concentras chakra de forma muy óptima, puedes hacer que solo se oigan tus susurros. Pero eso solo está al alcance de privilegiados, claro —continuó, sacando algo de pecho—. Tú… tú intenta lo básico de primeras.

Otra larga secuencia de sellos, y el Uchiha colocó el sello de Hermandad Intrépida debajo del oído derecho de Stuffy.

—Adelante. Dale un intento.