Datsue se rascó la nuca y apartó la mirada.

—Sí, seguro… —respondió, cuando Reiji aseguró bastante convencido que la amada de Datsue acudiría a verle al torneo. Luego, el espadachín quitó hierro a la decepción de Raito-sensei por el combate de Datsue, asegurando que el suyo había sido mucho peor. Y no solo eso, sino que había ganado gracias al poder de Gyūki—. Bueno, estoy convencido de que hubieses ganado igual. Sin Gyüki hubieses podido encajar igualmente la estocada. Sabes que hay ninjas médicos listos para entrar y que no hubiese supuesto una herida mortal.

Otra cosa era hacer eso en un combate real, lejos de la Villa y ayuda de cualquier tipo. Pero bueno, era algo con lo que todos jugaban

—No le daría demasiadas vueltas, tío. ¿A día de hoy tienes los beneficios del chakra de Gyūki? Pues aprovéchalos. Vive el hoy. Mañana ya los dioses dirán. Quizá ni siquiera volvamos a participar en un torneo.

—. Bueno, estoy convencido de que hubieses ganado igual. Sin Gyüki hubieses podido encajar igualmente la estocada. Sabes que hay ninjas médicos listos para entrar y que no hubiese supuesto una herida mortal.

Era muy probable, conociéndome, que hubiera,utilizado la misma estrategia aún sabiendo que eso me iba a dejar una herida bien fea. Sólo había que recordar lo imprudente que había sido peleando con el ninja de los copos de nieve. Y en aquel torneo estaba peleando igual.

Había mejorado. Si. Pero... ¿De verdad había cambiado?

—Seguro que habría actuado igual, lo que no quiere decir que sea la forma correcta de actuar, sinceramente. Pero bueno, seguro que ambos se nos da mejor en la siguiente ronda.

—No le daría demasiadas vueltas, tío. ¿A día de hoy tienes los beneficios del chakra de Gyūki? Pues aprovéchalos. Vive el hoy. Mañana ya los dioses dirán. Quizá ni siquiera volvamos a participar en un torneo.

Eso era fácil decirlo. ¿Pero como no pensar en el futuro? Bien era cierto que a Kurama se le podía ir la pinza al día siguiente y tomar por culo todos los planes de futuro, pero...

—No te digo que no, pero cuando usas el poder de Shukaku en tu beneficio, ¿No sientes como que...?

No terminé la pregunta. No sabía como expresarlo. No sabia como decirlo con palabras. Era una sensación extraña. Quizás no para un Jinchuriki.

—En fin, da igual, olvidalo. Recuperando el tema del torneo... Ni de coña va a ser este el último. Tenemos un estadio precioso en uzushiogakure, siempre puedo hacer un arma poderosa y ponerla como trofeo.

¿Que mayor gloria que la victoria? Pues estaba claro, ganar y encima llevarte un arma hecha por los Sasaki. Calidad asegurada. El mejor acero de Uzushiogakure y de Oonindo entero.

¿Un arma como trofeo?

—¡Ja! Pues eso estaría muy bien, oye. Quizá un día, en un futuro, deberíamos organizar uno, ¿sabes? Aunque no sea oficial. Simplemente ponemos carteles por toda la Villa diciendo que nos vamos a juntar para un torneillo y, básicamente, darnos de hostias. Sin mayores pretensiones. —Una parte de su mente ya buscaba cómo sacarle partido. Cobrar entradas, cobrar por participación… Pero el nuevo Datsue, el mismo que había sido propuesto por Hanabi para Uzukage y que se había clavado una espada al pecho, apartó aquellos pensamientos de la cabeza—. Se podría hacer incluso por equipos, ¿sabes? Para potenciar y premiar los grupos. Apuesto a que sería más divertido de ver.

Suspiró.

—Y sobre lo de usar el poder de Shukaku en mi beneficio… A ver, somos un equipo, ¿recuerdas? ¿Acaso un Inuzuka no lucha junto a su can? ¿Acaso…? —Los ojos de Datsue se volvieron dorados, y su pelo se volvió del color de la arena—. ¿Me estás comparando con un perro? —El Uchiha, pillado a contrapié, luchó por recobrar el control…—. ¿Qué…? N-no… —… pero lo volvió a perder en seguida—. ¡¿Me estás comparando con un PUTO PERRO?!

»Qué no, Shukaku, coño. Que era una manera de hablar. Algo torpe por mi parte. Lo que quería decir es que...

»¿Torpe? ¿¡TORPE!? Torpe es soltar una bijūdama y convertiros a todos en comida para cuervos. ¡Eso sí sería torpe! ¡JIA JIA JIA! ¡Así que no me contagies tu torpeza! ¿Lo pillas?

Datsue tragó saliva y tiró del cuello de su camiseta, mientras una gota de sudor resbalaba por la frente.

—Ehmm… ¿De qué estábamos hablando? —preguntó, olvidadizo, a Reiji.

—¡Ja! Pues eso estaría muy bien, oye. Quizá un día, en un futuro, deberíamos organizar uno, ¿sabes? Aunque no sea oficial. Simplemente ponemos carteles por toda la Villa diciendo que nos vamos a juntar para un torneillo y, básicamente, darnos de hostias. Sin mayores pretensiones. —Bueno, eso estaba bien, pero tener como trofeo un arma de los Sasaki seguro que atraía muchos mas combatientes que gente pegándose por que si.Eso era muy de Kusajin.—Se podría hacer incluso por equipos, ¿sabes? Para potenciar y premiar los grupos. Apuesto a que sería más divertido de ver.

Eso igual era un lío, pero podía ser divertido. Sobretodo si las parejas se hacían aleatorias, podías aprender a trabajar en equipo con alguien con el que jamas lo hubieras ni planeado. E incluso podría hacer que se estrecharan los lazos.

—Y sobre lo de usar el poder de Shukaku en mi beneficio… A ver, somos un equipo, ¿recuerdas? ¿Acaso un Inuzuka no lucha junto a su can? ¿Acaso…?

¿Estaba comparando tener un Bijuu con tener un perro? Si. Lo estaba haciendo y de pronto...

—. ¿Me estás comparando con un perro?

—¿Pero que...?

La voz salia del propio cuerpo de Datsue. No era como Ayame, que podía sacarlo como fuera, aunque en tamaño algo reducido. Pero si eso era Shukaku, estaba usando el cuerpo de Datsue.

—. ¿Qué…? N-no…

No, que vaaaa, para naaaaaada.

—. ¡¿Me estás comparando con un PUTO PERRO?!

Estaba claro que sí que era Shukaku. Y también que si, Datsue lo había comparado con un perro, aunque ahora estuviese excusándose.

»Qué no, Shukaku, coño. Que era una manera de hablar. Algo torpe por mi parte. Lo que quería decir es que...

»¿Torpe? ¿¡TORPE!? Torpe es soltar una bijūdama y convertiros a todos en comida para cuervos. ¡Eso sí sería torpe! ¡JIA JIA JIA! ¡Así que no me contagies tu torpeza! ¿Lo pillas?

—Si apuntas hacia Kusagakure... Mientras la Morikage está allí... Nadie te culpará por ser torpe...

Esperaba que pillara las bromas, aunque si se lo tomaba en serio... En fin, ellos querían matarle a él, a Kokuō y chōmei, si se le escapaba una bijuudama gigante, pues... Quizás tampoco pasaba nada. Total, la Morikage había amenazado a los Bijuus de muerte y prohibido la entra de los Jinchuriki al pais del bosque.

—Ehmm… ¿De qué estábamos hablando?

—Pues me estabas contando lo del trabajo en equipo cuando has comprado a los bijuus con mascotas y lo que parecer ser la voz de Shukaku te ha interrumpido, con razón.

»Oye... La otra vez cuando os conté lo de Gyūki, no podía escucharle.

—Si apuntas hacia Kusagakure... Mientras la Morikage está allí... Nadie te culpará por ser torpe...

—¡JIA JIA JIA! Oh, no, no. Una bijūdama sería demasiado fácil, demasiado rápido. No habría música en forma de chillidos, no habría carmesí pintando el verde. ¿Dónde estaría ahí la diversión? ¡JAAAAJIAJIAJIAJIÁ!

Quizá Reiji estuviese de broma, pero Datsue dudaba muchísimo que Shukaku lo estuviese también. Trató de recobrar el control y volver al tema inicial, cuando Reiji le acusó de comparar a los bijū con mascotas.

—Que no, coño. Mirad, si conocieseis a un Inuzuka como yo, sabríais que para ellos un perro es de todo menos una mascota. ¡Son sus compañeros! ¡Sus amigos! ¡Sus almas gemelas! —bufó. ¡Si es que en verdad había estado a punto de decir algo muy bonito si no le hubiesen interrumpido!—. En fin, como sea. Y no, la otra vez no le escuchaste, Reiji, porque de aquella yo todavía no le había abierto los grilletes. Verás, ahora Shukaku es… libre.

—¡JIA JIA JIA! Oh, no, no. Una bijūdama sería demasiado fácil, demasiado rápido. No habría música en forma de chillidos, no habría carmesí pintando el verde. ¿Dónde estaría ahí la diversión? ¡JAAAAJIAJIAJIAJIÁ!

Shukaku era bastante mas siniestro que Kokuō, pero por lo menos, de momento no me había hecho ver mi vida pasar por delante de mí. Aun recordaba al Bijuu cabreado cuando escucho lo de las vasijas de Kurama.

De cualquier modo, aunque se estuviera riendo, claro que de forma algo siniestra, no parecía estar bromeando como había hecho yo. Pero bueno, ese resentimiento hacia los Kusajin, en fin, podía entenderlo.

—Que no, coño. Mirad, si conocieseis a un Inuzuka como yo, sabríais que para ellos un perro es de todo menos una mascota. ¡Son sus compañeros! ¡Sus amigos! ¡Sus almas gemelas! —Pero un perro, al fin y al cabo. Por suerte, no podía imaginarme a Shukaku ladrando con el cuerpo de Datsue.—. En fin, como sea. Y no, la otra vez no le escuchaste, Reiji, porque de aquella yo todavía no le había abierto los grilletes. Verás, ahora Shukaku es… libre.

—La verdad es que no entiendo mucho de Fuinjutsu, pero...¿A que te refieres con libre? ¿Puede salir de tu cuerpo cuando le apetezca e irse por ahí a dar una vuelta?

Datsue se mesó el mentón.

—A ver, tanto como salir de mi cuerpo… Si lo hiciese me mataría. Más bien, compartimos el cuerpo. Como una pareja, ¿me entiendes? Bueno, no, no, no. Quítate esa metáfora de la cabeza. Quédate con lo de compartir del principio, por ahí va bien la cosa.

No quería que Reiji se imaginase cosas raras.

—¿Qué tal la charla con Ayame, por cierto? Que nunca lo comentamos.

—A ver, tanto como salir de mi cuerpo… Si lo hiciese me mataría. Más bien, compartimos el cuerpo. Como una pareja, ¿me entiendes?

La verdad es que no mucho. Me había dejado muy confuso esa referencia. ¿Que narices hacía Datsue con Shukaku? Si pretendía que pensase mal, lo estaba consiguiendo

—Bueno, no, no, no. Quítate esa metáfora de la cabeza. Quédate con lo de compartir del principio, por ahí va bien la cosa.

—Un poco tarde... Me has dejado mas confusión de lo que estaba, y creo que no quiero saber más.

No fuese a ser, que lo siguiente que dijera Datsue empeorase la situación.

—¿Qué tal la charla con Ayame, por cierto? Que nunca lo comentamos.

Ah. Hacia ya tiempo de aquello, aunque no había tenido la ocasión de comentarlo con Datsue. El aspirante a Kage había estado bastante ocupado.

—Mejor de lo que pensaba, le escribí un reporte a Hanabi para que nos reuniese a los tres cuando pudiera, pero con todo el jaleo de Kusagakure, debe estar liadísimo.

»Lo que me recuerda... ¿Que sabéis de Juro y Chōmei? Me preocupa que hiciera lo que hizo por que se han aliado con Kurama...

Datsue alzó una ceja, sorprendido.

—¿A los tres? ¿Y eso? ¿Qué quieres tratar en esa reunión? —preguntó, intrigado—. Juro… Juro es un fantasma. No sé nada de él. Cero.

»Me sorprendería que trabajase para Kurama. Un día me dijo que él se había hecho shinobi para proteger a su familia, a su hermana. ¿Cómo vas a hacer eso aliándote con Kurama? —Luego, se encogió de hombros—. Aunque ya te digo que tampoco pondría las manos en el fuego por él. En esta vida he visto de todo, y a Juro tampoco le conocía tanto.

Quizá le habían corrompido. Quizá se había visto tentado por el poder. A saber.

—¿A los tres? ¿Y eso? ¿Qué quieres tratar en esa reunión?

Si, era algo importante, y Hanabi tenia que escucharlo. De hecho, casi era mas importante que lo escuchase Hanabi, a que lo hiciese Datsue. Claro esta, que ese era mi punto de vista.

—Kokuō nos dio información sobre Kurama, de cuando estuvo con el sello revertido.

Aquello fue para sorpresa de Ayame, y también para la mía. Pero estaba claro que lanzarse a todo aquello sin ningún plan, era una jodida locura. No sabía que podía haber en el sitio que nos había indicado Kokuō.

—. Juro… Juro es un fantasma. No sé nada de él. Cero. Me sorprendería que trabajase para Kurama. Un día me dijo que él se había hecho shinobi para proteger a su familia, a su hermana. ¿Cómo vas a hacer eso aliándote con Kurama? Aunque ya te digo que tampoco pondría las manos en el fuego por él. En esta vida he visto de todo, y a Juro tampoco le conocía tanto.

—No se decirte, los Kusajin nos atacaron la otra vez cuando el tema no iba con ellos, incluso salieron disparados en dirección al hospital...

Claro esta, que era posible que Juro no estuviese entre esos Shinobis, que él hubiera rechazado esa violencia que caracterizaba a los ninjas de la hierba. Pero claro...

—Me preocupa que Chōmei se haya podido aliar con Kurama, si le doy la información sobre Gyūki y resulta que son aliados, estaré mandándolo al encierro. Kurama no descansará hasta dar con el y meterlo en una vasija.

No podía condenar a Gyūki a eso por confiar en alguien sin conocerlo. Y al parecer, ni Datsue, ni Ayame, ni ninguno de los bijuus, eran capaces de saber si se había unido al enemigo.

»No se si debería reunirme con Juro hasta que sepamos con certeza que no se ha vendido al enemigo.

Ya, lo del hospital era difícil de olvidar para cualquiera. Pero también era cierto que Juro había sido el único que había tratado de detener a sus propios compañeros y poner paz de por medio. El más pacífico de todos, ¿traicionando después a su propia Villa? Cosas peores había visto, eso desde luego. Y sufrido.

—Ah, pues respecto a Gyūki… no te preocupes por condenarle o no, porque quizá yo ya metí la pata con eso —le reveló, sin andarse por las ramas—. Sí, es que verás, me encontré con Juro antes de toda la movida de Kenzou. Y se lo dije. Le dije que Kurama espiaba las conversaciones y que se anduviese con ojo. Aunque ahora que recuerdo no le dije cómo lo sabía. O sea, le dije que me lo habías contado tú, pero no le dije nada de Gyūki. Con suerte Kurama no recordará su propio desliz y pensará que lo sabemos por otra cosa.

Bueno, suerte muy entrecomillas. Porque habrían perdido un as bajo la manga de aúpa.

—Oye, oye, ¿y qué es esa información que dio Kokuō?

—Ah, pues respecto a Gyūki… no te preocupes por condenarle o no, porque quizá yo ya metí la pata con eso

Me quedé blanco. Había hecho lo posible por mantener el secreto y evitar que Kurama, o cualquiera, descubriese que Gyūki seguía vivo. Todo para que ha Datsue se le escapara.

—No puedo, pero te juro que ahora mismo lo que Shukaku quiere hacerles a los kusajin es comparable las ganas que tengo de estrangularte.

Quería estrangularlo, pero sabía que saldría perdiendo en ese enfrentamiento. Pero las ganas estaban ahí.

—Sí, es que verás, me encontré con Juro antes de toda la movida de Kenzou. Y se lo dije. Le dije que Kurama espiaba las conversaciones y que se anduviese con ojo. Aunque ahora que recuerdo no le dije cómo lo sabía. O sea, le dije que me lo habías contado tú, pero no le dije nada de Gyūki. Con suerte Kurama no recordará su propio desliz y pensará que lo sabemos por otra cosa.

Suspiré. Bueno, si era mi nombre y ni el de Gyūki estaba mejor. Bueno, mejor... Si Kurama ponía su mirilla en mí, estaba jodido. Por que si solo kokuō ya acojonaba tanto...

—Oye, oye, ¿y qué es esa información que dio Kokuō?

—No puedo decirtelo solo a tí, actuarias por tu cuenta, y si no volvieses pesaría sobre mi consciencia. Además ¿Y si tienes un desliz y se te escapa?

Solo faltaba que Kurama fuese consciente de toda la información que teníamos sobre él. Y toda la que podíamos conseguir del hombre que había mencionado Kokuō. Si Kurama se enteraba, lo haría desaparecer antes de que pudiéramos contactarle.

—No te lo diré sin alguien cerca con el poder suficiente para atarte a una silla.

Oh, habrase visto.

—Pero qué desliz ni qué desliz —¿Tenía que recordarle a Reiji que había sido él a quien se le había escapado lo de que Datsue era jinchūriki en frente de media Kusa? Además, lo suyo con Juro no había sido un desliz—. A Juro pensabas decirle lo mismo que yo antes que pasase lo de Kenzou, ¿o no? Yo hasta fui precavido y le conté poco, pero no había forma de saber lo que iba a hacer. —«No me jodas, Reiji. Si soy un tío sensato».

—No te lo diré sin alguien cerca con el poder suficiente para atarte a una silla.

Oh, venga. ¿¡Y le iba a dejar con toda la intriga!?

—Pero, Reiji, ¡si yo ya hace tiempo que soy un tío sensato! —¿No le creía? Ahí iba una prueba—. ¿Qué pasó cuando descubrí que Akame era un jodido traidor, y que seguía vivo? ¿Quién fue a por él? Eri. Se pasó meses buscándolo. ¿Yo? Yo me quedé en la Villa, tranquilito, sin armar jaleo ni buscarle la pista. ¡Pero si soy de lo más cabal!

Lo que pasaba era que se había ganado cierta fama, y ahora ya no había quien se la quitase de encima.

—Pero, Reiji, ¡si yo ya hace tiempo que soy un tío sensato! —Puede ser, pero... No estaba seguro. Aun recordaba toda la escena en el jardín de su casa.—. ¿Qué pasó cuando descubrí que Akame era un jodido traidor, y que seguía vivo? ¿Quién fue a por él? Eri. Se pasó meses buscándolo. ¿Yo? Yo me quedé en la Villa, tranquilito, sin armar jaleo ni buscarle la pista. ¡Pero si soy de lo más cabal!

Eso era cierto. Podía haberlo perseguido hasta dar y con él y haberse peleado a muerte. Pero no lo había hecho. Bueno, eso decía él. Que no se hubiera ido durante meses, no significaba que no hubiera buscado información. A saber.

—Si no recuerdo mal... Había un ninjutsu para comunicarse con gente desde lejos... Si puedes hacerlo para hablar con Hanabi, te lo cuento con todo detalle, aunque esté lejos para parate los pies.

Aún a malas, y aunque no me apetecía, podía intentar retenerlo con los tentáculos de Gyūki. Quizás funcionaba, aunque había peleado a iguales con Hanabi y había derrotado a un general.

—Pero tiene que poder escucharlo.

Datsue desechó la idea con un gesto de mano.

—No sé si te refieres al Gentōshin no Jutsu o a mis sellos comunicadores. Pero para el primero se necesita que todos los que establezcan comunicación estén avisados y preparados de antemano, y el segundo necesita que ambos participantes tengan el sello. Y Hanabi ni está prevenido que quiero hablar con él ni tiene mi sello.

Era un callejón sin salida.

—Bah, ¿qué más te da? Si sabes que sino llamo a Ayame y me lo cuenta en dos segundos. ¡Prefiero enterarme por un compatriota! —exclamó—. Te doy mi palabra que no haré nada hasta hablarlo con Hanabi.