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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Llevé mis manos hacia el porta-objetos y saqué el hilo, tenía bastante tiempo sin usar esa herramienta, así que ya no recordaba ni cuántos metros tenía a la mano. —Alrededor de... ¿60 metros?— Dije con tono dudoso. —Sinceramente no recuerdo bien, pero creo que será más que suficiente.—

Observé los arboles que se encontraban cerca del acantilado, parecían fuertes y no se inmutaban ante las ráfagas de viento, parecían perfectos para ese cometido, es más estaba más que seguro que algunas personas, experimentadas en el asunto, los usaban para descender. —A groso modo parece un buen plan, ahora la pregunta del millón...— Hubo un breve silencio, quería darle suspenso al asunto.—¿Quién será el conejillo de indias?—

Miré a Mogura fijamente, ¿conocería la escalada vertical? o en su defecto.... ¿sería lo suficientemente fuerte para sostenerme sí ocurría alguna eventualidad? Evidentemente uno de los dos podía terminar con una muerte horrible sí ocurría algún error.

Me acerqué lo suficiente a mi compañero y le entregué un extremo del hilo. —Sí usamos ambos arboles no deberíamos hacer fuerza alguna y sería un poco más seguro.— "Creo..." Agregué mentalmente. Con el otro extremo me aproximé a los robles, al primero le di tres vueltas, caminé al segundo y le dí tres vueltas más, a éste último le hice un nudo, luego otro y finalmente otro más, era mejor prevenir que lamentar. —Revisalos.— Previamente ya yo había tirado un poco de la cuerda.

—Ahora sólo queda asegurar al conejillo...— Aseguré, era un experimento que podía costar...
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#32
La cifra que había dicho Keisuke sin duda alguna era genial, tenían hilo suficiente como para subir y bajar del acantilado un par de veces.

De igual manera, el muchacho parecía estar medianamente satisfecho con la idea que había planteado el joven médico. Pero tenía una clara duda ¿Quién bajaría por la línea hasta la Cauda Draconis?

La mirada del joven pelirrojo parecía juzgarlo, realmente lo parecía. Pero Mogura atinó simplemente a delinear una ligera sonrisa en el rostro y encogerse de hombros. Él no sabía nada muy avanzado de ninjutsu en ese momento, era imposible para una persona como él bajar por el acantilado.

Además, habiéndole dejado una parte del hilo, Keisuke señaló que usar dos árboles como anclaje brindaría un margen mayor de seguridad, si bien el aparejo que estaba armando tenía sus pro y sus contra, parecía que iba a funcionar.

Hizo uso de su peso corporal para ejercer fuerza sobre el hilo para ver si lo aguantaba, se suponía que no debía romperse, para eso era usado el hilo después de todo.

—Ahora sólo queda asegurar al conejillo...—

Pronunció el joven médico de cabellera roja y Mogura lo miró para luego extenderle el hilo.

Confió plenamente en tus habilidades físicas y tu dominio del ninjutsu, Inoue-san. Pude confirmarlo por mi mismo el otro día en el Torreón de Práctica.

Eres la persona indicada para esta tarea.


Fueron las palabras que escaparon de sus labios en un tono bastante calmado.

El clima y la hora se nos están viniendo encima. No perdamos más tiempo, Inoue-san.

Advirtió mientras se giraba hacía el lugar donde se suponía que debería estar ocurriendo la puesta de sol, seguidamente se acomodó el pelo con un movimiento de su mano, aunque no fuese realmente necesario.
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#33
Las tímidas gotas de agua dieron paso a una lluvia más constante y abundante. Un rayo hendió el cielo gris, iluminando los acantilados con su resplandor, y luego el consiguiente trueno retumbó en el lugar. Poco a poco la lluvia iba ganando en intensidad.

Los hilos que Keisuke había atado a ambos árboles parecían firmes y, sin duda, eran capaces de aguantar el peso de uno de los muchachos.
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#34
Confió plenamente en tus habilidades físicas y tu dominio del ninjutsu, Inoue-san. Pude confirmarlo por mi mismo el otro día en el Torreón de Práctica.

Eres la persona indicada para esta tarea.


Suspiré, no estaba del todo de acuerdo con la decisión, ciertamente tenía un poco de miedo de que algún improvisto pudiera ocurrirme, pero Mogura no parecía tener la intención de acercar su carne al peligro; además no podíamos perder más tiempo, primero, y principal, por la salud de nuestro cliente y segundo porque el clima empeoraba cada vez más.

Las pequeñas e inofensivas gotas fueron aumentando en tamaño y cantidad, el trueno retumbó por todo el lugar, asustandome un poco más.

Fui hasta donde Manase y me hice con el otro extremo del hilo, abracé mi cintura con éste e hice doble nudo, la hebra quedaría totalmente ajustada a mi cuerpo, incluso podía sentir que me apretaba un poco, preferí así a que quedara floja. Caminé hasta el borde del risco y miré la trágica escena ante mis ojos, la pared por donde descendería, las filosas y puntiagudas formaciones rocosas que se erguían y finalmente la presencia de la dichosa planta a rescatar.

—Espero que seas lo suficientemente fuerte para sostenerme sí algo le llegase a pasar al hilo.— Expresé en un tono no muy amigable, sobre todo porque estaba comenzando a dudar de sus habilidades. —Bueno, aquí voy.— Iba a descender pero luego vino a mi mente un pequeño error que habíamos pasado por alto. —Creo que vas a tener que hacer gala de tu fuerza más temprano.— Miré el hilo excedente, éste no estaba tenso ni nada por el estilo, por lo que podría caer libremente y nunca llegar a sentir la seguridad de los robles.

—Tendrás que sujetarle y ir soltandole lentamente, manteniendole firme y tenso.— Mogura no era ningún bruto, pero me sentía más seguro conmigo mismo explicarle, era solo por si acaso. Me importaba poco sí este entendía que dudaba de él o no.

Esperé a que mi homólogo se hiciera con el hilo y comencé a descender por el risco, que estaba resbaladizo y su terreno presentaba multiples imperfecciones, el chakra me ayudaría a mantener la estabilidad y mis manos sujetaban con fuerza el único vinculo en el cual debía confiar. Fui dando pasos lentos, mi mirada estaba posada en lo poco que había descendido; efectivamente estaba evitando ver el peligro, no obstante, el ruido de las olas se hacía cada vez más intenso y la lluvia me había empapado totalmente, sólo por sí acaso, y si mis manos se llegasen a resbalar, moldeé energía en mis palmas para asegurarme que la cuerda no me dejaría.
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#35
Inoue era una persona que sabía entender su lugar en un equipo, Mogura era una persona inteligente y habida al dialogo, él por su lado era una persona capaz y fuerte. Lo mejor de todo es que parecían poder cooperar, mientras las cosas fuesen en la dirección que el médico de cabello azabache lo deseara.

—Espero que seas lo suficientemente fuerte para sostenerme sí algo le llegase a pasar al hilo.—

Comentó el pelirrojo con un tono no muy amistoso.

Es importante confiar la calidad de tus herramientas, Inoue-san.

Contestó rápidamente con un tono similar al que venía manejando. Ciertamente era importante trabajar siempre con materiales de confianza.

Prontamente y antes de comenzar a bajar, Keisuke se percató de las imperfecciones del sistema que había planteado y por tanto precisaba de la ayuda de Mogura. Este se limitó a asentir con la cabeza y cerrando su paraguas se dio a la tarea de asistirle en el comienzo de su descenso.

Llegado un momento, la intervención del médico de cabello azabache ya no sería necesaria, todo quedaría en manos de Keisuke.

«No debería tardar mucho, espero.»

Pensó mientras repasaba con la mirada la integridad del sistema de hilo.
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#36
Para desgracia de Keisuke, su compañero Mogura era un muchacho bastante débil físicamente. Sus músculos no estaban entrenados, y apenas podían sostener el peso de un kunai o un shuriken; no digamos ya el de un compañero de su misma edad y proporciones.

En cuanto el hilo se tensó con el peso de Keisuke y Mogura intento hacer algo de fuerza para sostenerlo, el primer médico notó como su descenso era brusco y descontrolado; mientras que el segundo directamente cayó de boca, golpeándose de lleno en la cara contra la tierra y las piedras del borde del acantilado.

Keisuke, por su parte, logró controlar finalmente la bajada... No sin antes golpearse con una de las rocas. El impacto le alcanzó en el hombro izquierdo, dejándoselo tan entumecido que sólo notaría un intenso y penetrante dolor si intentaba mover el brazo.

Sea como fuere, el médico alpinista llegó hasta el fondo del acantilado, con la furiosa lluvia golpeándole sin piedad y las olas amenazando con tragárselo hasta las profundidades del oscuro mar. A su alrededor Keisuke pudo ver como tímidas flores crecían aquí y allá, entre las rocas. Su aspecto coincidía con el de la planta que debía buscar, la Cauda Draconis. Había flores en cantidad, por lo que no le llevaría demasiado esfuerzo arrancar un par de manojos.
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#37
Comencé el descenso lentamente, los primeros centímetros habían transcurridos sin novedad alguna, no obstante, todo cambio unos cuantos segundos después... La sensación de vació me inundó, el hilo empezó a ceder sin ningún tipo de retraso y mi cuerpo cayó sin más, mi vago intento por mantener la estabilidad mediante el chakra moldeado en mis pies no valió para nada.

"Maldito debilucho" Pensé malhumorado, había visto venir la situación y aún así confié en él...

Miré el cielo con resignación, este se distanciaba más y más de mi, mi corazón latió rápidamente, no quería voltear porque sabía lo que vendría, mi muerte inminente o un terrible impacto, sin embargo, finalmente giré levemente mi cuerpo para ver cuanto tiempo faltaba para poner fin a mi "sufrimiento" y fue entonces cuando una enorme roca se interpuso en mi visión y lo peor fue cuando sentí su consistencia.

—Aaghh.— Me quejé justo en el momento del impacto, cerré los ojos fuertemente al sentir el golpe, el dolor se hizo intenso en instantes, por reflejo me senté y sujeté mi hombro izquierdo con la derecha, el simple hecho de colocar mi mano ahí me causaba una sensación de malestar intensa y sumado a ello taquicardia y taquipnea, todo junto enflorecía más mi situación actual.

La lluvia siguió arremetiendo contra mi sin piedad, en este momento parecía que fuese su enemigo o algo por el estilo, incluso sentir las gotas impactar contra mi cuerpo comenzaba a molestar, incluso a doler. Afortunadamente a mis cercanías estaba la dichosa planta que me había hecho pasar por esta situación.

El dolor que me aquejaba no lo haría por mucho tiempo, sobre todo porque había notado que empeoraba la sensación al movimiento, pero debía usar ambos brazos para subir y no tenía otra opción que hacer algo al respecto. Mi palma derecha empezó a emitir un resplandor intenso y blanquecino, el destello sería bastante evidente y con el pasar del tiempo se iría desvaneciendo paulatinamente.

El brillo desapareció totalmente y con el la mayoría de mis dolencias, ahora solo quedaba una inofensiva sensación de hormigueo.

Busqué con mi diestra la tijera y las bolsas plásticas donde guardaría la hierba, primeramente agarré una bolsa y la abrí, la sostuve con la siniestra, y con la derecha manejé la tijera, con el filo fue raspando las raíces que estaban adheridas a las rocas, haciendome de esta manera con la unidad completa de la planta; repetí el proceso tras llenar la primera bolsa y luego la segunda.

Guardé las hierbas en mi porta-objetos y agarré el hilo, miré a mis alrededores para ver sí había otra forma de subir de manera más fácil, mientras tanto iba halando el excedente del hilo para tensarlo.


¤ Mushinkei no Jutsu
¤ Técnica de la Insensibilidad
- Tipo: Apoyo
- Rango: B
- Requisitos: Iryō-Nin 30
- Gastos:
  • 20CK (Anestesia Parcial)
  • (Iryō-Nin 70) 50CK (Anestesia Total)
- Daños: -
- Efectos adicionales: Adormecimiento
- Sellos: -
- Velocidad: Moderada (Anestesia Parcial: 1 Turno), Lento (Anestesia Total: 3 Turnos)
- Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica permite al usuario detener el flujo de estímulos nerviosos en determinada región del cuerpo con la finalidad de obtener una ausencia total del mal que aqueje a la persona, sobre todo el dolor. Conocida también como la técnica de la anestesia y suele ser usada previamente a la palma mística, y a la variante de Keisuke, la palma misericordiosa; en este método la palma resplandece con un aura totalmente blanca, el brillo irá decreciendo hasta que se extingue, anunciando que fue el tiempo suficiente para que el afectado deje de percibir la sensación, dejando como consecuencia un hormigueo en dicha área. Para que la técnica surja efecto debe apagarse totalmente su palma, por lo que el contacto con el objetivo debe ser continuo hasta dicho momento. El efecto de la anestesia dura 3 turnos, o en su defecto una hora on-rol, de forma interpretativa.

(Iryō-Nin 70) El usuario es capaz de emitir un resplandor tan amplio que logra anestesiar más de un área a la vez, logrando una anestesia total si así lo desea, pero la aplicación es mucho más lento que en la anestesia local, por lo que durará aún más lograr ese cometido.
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#38
No soltar el hilo ciertamente fue una prueba a su valor, no abandonó a su compañero a pesar de que sus capacidades físicas no estaban a la altura del desafío. Y por ello se había comido un tortazo al caer de cara al piso, en el borde del acantilado.

No pronunció palabra alguna mientras se colocaba de pie, una mano ocultaba su avergonzado rostro y no tardaría en brilla levemente con una tenue luz verdosa que no duraría mucho tiempo, a fin de cuentas eran unos raspones probablemente.

Desde ese punto no había mucho que Mogura pudiese hacer, salvo confiar en las habilidades de su compañero de cabello rojo.

Ante todo se mantuvo a una distancia prudente del borde del acantilado, lo último que quería era que una ráfaga de viento lo levantase y lo tirase a las rocas del fondo.
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#39
A duras penas y con el brazo izquierdo prácticamente paralizado por la anestesia, Keisuke fue capaz de recolectar una cantidad suficiente de aquella peculiar planta. La tormenta arreciaba, y en un par de ocasiones estuvo apunto de resbalar en las rocas y caer al agua; sólo su control de chakra —aunque precario— consiguió aportarle la adherencia necesaria como para no ser derribado por las fuertes rachas de viento.

A la hora de subir, el médico vio ante él la escarpada pared del acantilado. Era casi más imponente vista desde aquel punto que desde arriba, pero igual de peligrosa. La lluvia había empapado por completo la pared rocosa de arriba a abajo, dificultando enormemente la escalada. Para más inri, su brazo izquierdo seguía adormilado, por lo que prácticamente no podría usarlo para subir.

Sin emabrgo, entre las rocas del acantilado había, aquí y allá, grietas y fisuras en las que podía apoyar los pies, o alguna mano. El hilo ninja atado a los dos árboles arriba del acantilado se mantenía firme y tenso.
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#40
La recolección de las plantas fue más difícil de lo que pareció, mi brazo izquierdo sí bien no estaba molestando por el dolor, estaba inutilizado por la anestesia, pero supuse que era mejor no sentir nada que aquel terrible malestar. Tardé más de lo que esperaba, sobre todo porque las piedras seguían resbalosas y pude mantenerme solo por el dominio del chakra, sino hace rato hubiera terminado en el agua.

La pared por la que descendí se veía mucho más alta de lo que parecía, el acantilado se había vuelto mi enemigo en esta situación y la lluvia su cómplice; estuve varios minutos observando algunos detalles por donde pudiera ser más fácil mi ascenso y me percaté de algunas fisuras y gritas, algunos lugares planos que podrían servirme.

Tomé el hilo con ambas manos, con dificultad en la izquierda y moldeé chakra en mis pies, una vez tensado el hilo empecé a subir lentamente, apoyandome siempre con la mano derecha que era la que me permitía hacer la mayor fuerza; mi pasos fueron lentos e intentaba que fueran seguros, me ayudé con aquellos puntos que había visualizado previamente y de esa manera empecé a subir.

El acantilado se alzaba imponente y el tiempo comenzaba a pasar, la lluvia hacía parecer todo más complejo, nunca habría llegado a pensar que el agua podría ser un enemigo tan fuerte; tras subir dos o tres metros reposaba algunos segundos. La brisa y el frío estaban empezando a hacer tiritar mi cuerpo y por lo que mis ojos percibían aún faltaba bastante para llegar a la cima.

Tardé los minutos que fueron necesarios, pero finalmente llegué. Mis manos estaban totalmente marcadas dejando rastros de la presión del hilo; mi respiración agitada al igual que mi corazón y, aunque leves, se podía percibir un pequeño temblor involuntario.

—Será mejor que nos demos prisa.— Fue lo único que comenté, me dirigí a los arboles para guardar mi hilo ninja y luego ir a la casa del cliente.
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#41
Finalmente, tras un momento que sin duda se percibiría más largo de lo que realmente era, Keisuke emergería nuevamente desde las profundidades del acantilado. Se le notaba ciertamente agotado, no parecía que hubiese sido un buen momento para el médico de cabellera roja.

—Será mejor que nos demos prisa.—

Dejó escapar de sus labios mientras se daba a la tarea de recolectar su hilo. Pero Mogura no estaba dispuesto a perder mucho más tiempo con la tarea de lo necesario, el hilo podía volverse a comprar pero una misión exitosa en tiempo y forma no.

Repondré el hilo que sea necesario, debemos volver ahora mismo.

Advirtió finalmente el joven médico, consciente de la tormenta que tenían soplandoles la nuca.

Además tu brazo necesita ser tratado.

Mogura no era ningún francotirador ni sería nunca un excepcional vigía, pero sabía identificar un brazo malherido cuando lo tenía en frente.

Vamos ahora, no perdamos tiempo, Inoue-san.
Hablo - Pienso

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#42

Tch, tch, tch... Keisuke, niño malo. ¿Qué es eso de dar por hecho que subes exitosamente? ¿No debería decirlo el master? Muy mal... Por ser la primera vez te lo dejaré pasar, pero a la próxima tu pj acabará mutilado y/o deformado de por vida. El que avisa no es traidor e.e


Tras escalar —no sin dificultad— la pared del acantilado, Keisuke llegó por fin a la cima. Se había golpeado varias veces más al resbalarse con las rocas, y ahora tenía tanto el hombro izquierdo como la pierna bastante doloridos. Apenas podía caminar sin recibir una punzada aguda y local en la rodilla, lo que le forzaría a cojear hasta que pudiera curar su herida o solventar el dolor.

Sea como fuere, los chicos volvieron a Coladragón bajo el manto de lluvia de la tormenta. La noche terminó por echárseles encima a mitad de camino, por el sendero embarrado y cubierto de lodo. Tan sólo las tenues luces del embarcadero les permitieron orientarse cuando llegó la oscuridad.

Al llegar al pueblo, los muchachos se dirigieron a casa del señor To Do sin perder un momento. Era la típica hora de la cena en Arashi no Kuni, pero aun así el propietario de la vivienda apareció con mucha rapidez. Parecía muy nervioso —más incluso que antes—, y ni siquiera llegó a abrir completamente la puerta.

¡Ah, vosotros, por fin! ¿Se puede saber por qué habéis tardado tanto? —cuestionó, aun sin atreverse a salir de la casa y mirando hacia un lado y otro de la calle—. ¿Y bien? ¿Tenéis lo que os encargué, cierto? Mi hija está empeorando por momentos.
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#43

xD no estaba seguro si dejar el post hasta donde escalaba o llegar a la cima, así que elegí la segunda opción porque supuse que podría cortar mis acciones en cualquier momento e.e...

Tras llegar a la cima, me encontré con un estado que no esperaba, sinceramente me había golpeado repetidas veces contra el muro del acantilado, pero no esperaba quedar en esa situación, mi poca resistencia se vio expuesta.

Caminé cojeando unos cuantos pasos, el dolor de la pierna se había vuelto un problema, pero debíamos llegar a casa del cliente y había perdido mucho tiempo recogiendo mi hilo. Cada paso que daba significaba una punzada que me causaba agonía. —Mogura, ten.— Le di una de las bolsas con las plantas. —Adelántate, ahora mismo no puedo moverme con libertad y tú puedes llegar más rápido, en cuanto me cure te alcanzo.— Expliqué.

Tras cederle la batuta a mi compañero, me senté ahí bajo la lluvia y puse mis palmas en la rodilla y hombro afectado y empecé mi tratamiento, mis manos brillarían con un aura verdeazulada, me mantuve así el tiempo suficiente para solventar mis dolencias.

Una vez me hallé recuperado me puse en marcha en dirección a la casa del cliente.
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#44
Keisuke estaba demasiado magullado como para seguir, no solo el descenso parecía haber sido complicado sino que parecía haber sido el ascenso la peor parte. Aún así tenía consigo la mercancía requerida para cumplir con la misión. El clima se les quería venir encima y la noche ya casi estaba sobre ellos.

El pelirrojo insistió en que Mogura continuara la misión dejandole las plantas. Él lo alcanzaría cuando estuviese en una mejor condición de salud.

Está bien, nos vemos más adelante.

Contestó el joven médico metiendo las plantas en su morral para luego echarse a correr hacía la casa de To Do.

El camino de regreso a Coladragón no sería un paseo por los rosedales, la lluvia de tormenta, la noche que ya había llegado y el camino embarrado solo empeoraban la cosa. Las tenues luces de lo que era el puerto hicieron de guía para no terminar en el medio de la nada con un montón de yuyos en los bolsillos.

Una vez en la casa del cliente, la puerta se abrió ligeramente para dejar asomar la cabeza del señor To Do. Este se mostraría muy nervioso y sin ganas de perder mucho tiempo con nadie.

Disculpe la demora, To Do-san.

Dijo realizando una ligera reverencia y sacando las plantas de su morral para dejarlas a total disposición del viejo.

La Cauda Draconis que necesita se encuentra aquí.
Hablo - Pienso

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#45
Mientras Keisuke se aplicaba a sí mismo un breve tratamiento que le permitiría caminar de nuevo, Mogura volvió hasta el pueblo.

Cuando una vez allí sacó de su bolso los paquetes con las plantas requeridas, el señor To Do no pudo sino abrir los ojos como si acabase de ver un fantasma. Con una mano rápida, quizás impropia de alguien de su edad, le arrebató las bolsas de Cauda Draconis al muchacho de Ame. Con dedos temblorosos las abrió, acercando la nariz para oler primero, tomando una entre los dedos índice y pulgar después. Sus ojos ansiosos examinaron primero el tallo, y luego la flor.

En efecto, es Cola de Dragón... —musitó, todavía visiblemente perturbado—. Gracias, gracias shinobi-san. Veo que se puede confiar en los ninjas de la Lluvia.

El cliente le entregó a Mogura un pergamino que certificaba que habían completado exitosamente la misión, y sin más despedida, To Do le cerró la puerta en las narices al médico. Seguía lloviendo, y en Arashi no Kuni las noches de Verano solían ser tan frías como las de Invierno. Seguramente los shinobi tendrían que buscar algún lugar para pasar la noche en Coladragón, o tal vez se arriesgasen a volver a Amegakure en mitad de la tormenta.

Sea como fuere, podían dar por cumplida aquella misión.
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