Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ascua, País del Bosque, clima... "¡Que calor más hijueputa!" Acostumbrado al frío de la lluvia abrazar su piel, aquella agobiante temperatura le resultaba asfixiante. Y eso, que no llevaba sus vestimentas comunes. No, no era tan masoquista para andar con cuero negro bajo aquel sol. En su lugar, su vestimenta constaba de un yukata en color grisáceo de mangas holgadas, decorada con patrones zigzagueantes y de rombos en colores negros y azulados. La parte inferior presentaba un doblez hacia arriba, dejando mayor libertad a las piernas. En brazos portaba kote de tela gruesa en color negro con placa metálica en el dorso de la mano, dejando levemente a la vista sus pocas cicatrices, aunque no eran demasiado notorias. Portaba un pantalón corto y tabi azules, con unas sandalias zōri cuya amarra le llegaba el tobillo. Finalizando, un simple kasa que le cubría del sol.
Vaya, un arcaico look tipo bakuto que de una u otra forma daba mala espina. Ya fuese de forma tradicional o con ropas modernas, siempre se las arreglaba para parecer un delincuente. Si no fuera por la placa colgando del cinto de la cintura y el portaobjetos en la pierna izquierda, no dudarías de sus intenciones.
¿Qué lo llevaba por aquellos lares? Pues la necesidad de tener un poco de aire fresco.
Durante los últimos meses no es que saliese mucho de la aldea, generándole un poco se ansiedad por sentirse encerrado respecto a las libertades que Shishio le daba para explorar mundo abierto. Nunca había pisado a conciencia aquel país, ya que el poco tiempo por el cuál transitó la última vez fue únicamente de paso. Era una época distinta, pero ahora con la renovada alianza se veía más libre para explorar.
¿Y que es lo primero que se encuentra en su camino? Que algún subnormal destruyó un importante punto de tránsito entre las naciones. "¿Qué demonios se gana alguien con causar este desastre? Solo están perjudicando a los civiles." Bufó molesto.
Estaba más acalorado que cansado, pero aún así decidió subirse a un árbol y recostarse a lo largo de una rama mientras se estiraba y dejaba que el aire de la altura le refrescara. "Podría quedarme aquí un buen rato." Desde la altura, observaba a la gente pasar, sin que nadie en especial reparase en su presencia dado el lugar dónde se hallaba.
En el camino había escuchado a un niño decir que el puente Tenchi estaba recuperándose. En su momento se le antojo como una metáfora incompresible, pero fue cuando tuvo la enorme estructura frente a sus ojos que entendió el inocente comentario.
—Ya veo… es como si hubiese sido herido y lo estuviesen curando —admitió, al ver el gran agujero en el cuerpo de madera.
Era un contratiempo el visitar un sitio turistico y el sitio en si estuviese en plena reconstrucción, pero sentía que podría resultar interesante el ver cómo era la medicina orientada a estructuras. Se mantuvo caminando de un lado al otro del puente, pero sin atreverse a cruzar del todo; pues su objetivo no era ir al País de la Tierra, solo era visitar aquello que le unía con el País del Bosque.
Las personas transitaban de forma presurosa y constante, y por eso le llamo la atención un pequeño grupo de aldeanas que, reunidas en círculo y susurrando, se mantenían sin atreverse a cruzar del todo. Kazuma se acercó, curioso, y para cuando una de las mujeres se giró hacia él lo comprendió todo, pese a que ya era demasiado tarde: habían visto su bandana y la proximidad le impedía pasar de largo o devolverse.
—¡Oh, gracias a los dioses del bosque que está usted aquí, señor ninja de la hierba!
—Un clásico —se dijo a sí mismo, recriminándose por caer en la trampa del grupo susurrando preocupadamente y el incauto que se acerca para verse obligado a prestar ayuda.
»No hay problema, estamos para colaborar —mintió, sintiendo la necesidad de alejarse; pero impedido por la más anciana de las mujeres, que se le aferraba al brazo como una cría de pereza a su madre—. Les noto inquietas, ¿qué sucede?
Aquel grupo de mujeres llevaban un montón de cajas y sacos, por lo que supuso que quizás tendrían miedo de cruzar con aquel peso a través de la pasarela temporal y quizás necesitasen ayuda. Se lamentó anticipadamente, pues era terrible cargando peso, o haciendo cualquier otra demostración de fuerza.
—Vera, señor ninja, vamos a un pueblo del otro lado a comerciar algunas telas y tejidos —aseguro, enseñándole un bonito tejido artesanal—. Se supone que en esta época y a estas horas el camino es bastante seguro, pero… ¡Allí! —señalo a un árbol cercano al camino—. ¡Allí hay un maleante que de seguro está esperando a que crucemos para caer sobre nosotras y tomarnos por asalto!
—Quizás es alguien que solo está descansando —aseguro, forzando la vista para poder verle bien—. Además, llevan muchas cosas, dudo que alguien pudiera o intentase llevarse todo.
—¿Qué? Va negar nuestras sospechas; tan solo mírelo, tiene el aire clásico y sospechoso de un pandillero… Además, ¿qué acaso los ninjas no hacen un juramento de defender y proteger al país y sus habitantes.
El no recordaba haber realizado tal juramento, aunque discutir la diferencia de un ninja con un soldado y su mayor cercanía a ser un mercenario fijo, no iban a deshacer ambos reproches: aquella doña era una buena esgrimista verbal.
—Vale, veré que puedo hacer —dijo resignado.
Con suma serenidad y firmeza se acercó al árbol, asegurándose de que le vieran, deseando que aquello no terminase matándole y pensando que Juro estaría orgulloso por su diligencia.
«Qué calor...» se repetía mentalmente una y otra vez el peliverde mientras andaba.
«Tengo tanto calor que podría morir diez veces. ¿Por qué no se ha inventado una técnica para protegerse del sol?»
Intentó dar un sorbo de la cantimplora que llevaba en una pequeña mochila, pero no quedaba nada.
«La crearé yo mismo y la llamaré la técnica del parasol» ¿Acaso el calor empezaba a afectarle el cerebro?
Por suerte todavía no, pero el aburrimiento y la monotonía del viaje en solitario empezaba a llegar a él.
Claro, todo eso se le olvidó en cuanto llego al puente Tenchi, o mejor dicho lo que quedaba de él.
—¿Qué demo...? —¿Qué había pasado allí y por qué no se había enterado antes?
Quizá algo tenía que ver con el tiempo que ahora pasaba entrenando. ¿Se notaba? No, claro que no, pero el chico al menos lucía más confiado.
No pudo evitar escuchar una conversación entre un grupo de señoras y un joven ninja. Estaban preocupadas por un maleante e incluso llegaron a señalar el árbol donde se encontraba.
Daigo concentró su mirada durante unos segundos en aquella dirección.
«Espera ¿Ese no es...?» No podía ser otra persona. ¡Ese pelo era inconfundible!
Daigo se acercó trotando tras el shinobi que a su vez ya se había acercado al Rōga.
—Espera. Esto es un malentendido —Dijo tan pronto como llegó, aunque no había llegado a interrumpir al ninja—. Conozco a este chico. No es un delincuente. Solo... lo parece.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
—¿Huh?— El Yotsuki creyó escuchar una voz, una muy suave que fácilmente podía confundirse con el sonido del viento y por ende resultando en una alucinación auditiva. Y sin embargo, se molestó en levantar el kasa con su mano para que sus ojos pudiesen escudriñar al chico de cabellos blancuzcos. —¿Me estás tratando de usted?— Aquello era lo que más le intrigaba, puesto que Ranko también le mostró el mismo respeto. Se levantó lentamente, quedando de pie en la rama y con los brazos cruzados. No alcanzaba a ver el símbolo de la bandana del otro ya que este estaba cubierto por una maraña de pelos.
"Ni mi abuelo tiene esos modales." Y eso que era el más tradicional de su familia. Normalmente, los chicos de su edad no recibían ese respeto por parte de sus colegas, ni siquiera por parte de los adultos. Tenías que tener una educación muy especial y estricta para ello, una que desde luego el de cabellos tricolor no recibió.
Y sin embargo, algo más captó su atención. Oh, aquellos cabellos esmeraldas, ese músculo formado, y esa cara de idiota. Sí, era él. "Quizás el viaje si valió la pena~" Sonrío macabramente, pues mientras los dos genin de Kusa parecían discutir, el de la lluvia flexionó las rodillas para tomar vuelo. "Muéstrale a lobo tus verdaderos puños." Bastaron dos pasos, para luego tirarse en picado a toda velocidad en contra del rostro de Daigo.
—¡TSU-KI-YA-MA!— Fue el grito de guerra de su acometida.
Vida
175/175
– Chakra
131/155
–
-24
–
¤ Dynamic Entry ¤ Entrada Dinámica - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Taijutsu 20 - Gastos: 24 CK - Daños: 40 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: El impulso de velocidad en el aire puede hacerse desde 10 metros.
—Esta técnica consiste básicamente en que el usuario atice una patada voladora en la cara del oponente, a una velocidad considerable y desde cierta distancia, en ocasiones haciendo acto de aparición en escena y pillándolo por sorpresa. Normalmente, se suele usar un kunai como distracción para aprovechar el momento de despiste del adversario y asestar el golpe. Para aumentar la sorpresa de la técnica, el usuario puede gritar su nombre dramáticamente mientras la ejecuta.
—¿Huh? —dudo mientras se incorporaba—. ¿Me estás tratando de usted?
—Si… pensé que sería lo adecuado —aseguro, notando con la cercanía que se trataba de un joven, quizás no mucho mayor que él.
Y con aquel aspecto juvenil y rebelde, el peliblanco solo pudo pensar que todo aquello gritaba “problemas”.
—Espera. Esto es un malentendido —grito una voz que se aproximaba—. Conozco a este chico. No es un delincuente. Solo... lo parece.
Que sutil es la línea que divide algo que es lo que no es; tanto así que una persona puede parecer algo completamente distinto a quien en realidad es, pero también puede darse el caso donde su aspecto es fiel reflejo de su interior.
Kazuma estaba por argumentar algo cuando se giró hacia el árbol y vio como el sujeto de negro parecía tomar impulso. No pudo sino pensar que estaba a punto de verse involucrado en una pelea innecesaria; pero pronto vio que él no era el objetivo del ahora proyectil humano, sino la persona que irónicamente estaba defendiendo la inocencia del supuesto maleante.
No supo que ocurriría, por lo que se alejó; aunque creía que sería un escenario merecedor de ser observado. Manteniendo una distancia prudencial, hizo una seña al grupo de mujeres para que aprovechasen de cruzar durante el consecuente alboroto.
Una pregunta: ¿es esto por turnos? porque yo estaba esperando a la respuesta de Daigo para saber como reaccionar, pero como no respondia imagino que pensaba que era mi turno antes que el suyo xD
Apenas pudo terminar de explicarle a su compatriota que aquel chico definitivamente NO ERA PELIGROSO cuando Rōga se alzó por los aires tapando el sol tras de sí.
—¡TSU-KI-YA-MA
—¿Eh?
*BAM* recibiendo una patada en toda la cara, Daigo cayó al suelo, rodando por el suelo unos pocos metros.
—Ay, ay...
Luego de unos breves segundos de estar tirado en el suelo, el peliverde se levantó de un salto.
¡Kingu-san! —Le llamó la atención mientras le apuntaba con el dedo acusador—. ¡Estaba a mitad de explicar que no eres un delincuente!
Se cruzó de brazos y suspiró intentando parecer serio, pero aquello era muy difícil teniendo una gran marca roja en forma de Tabi en toda la cara.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
17/04/2019, 03:38 (Última modificación: 17/04/2019, 05:57 por King Roga. Editado 2 veces en total.
Razón: Pose edit (?)
)
Tres cosas.
1. Sí, vamos por turnos que si no luego nos hacemos un chirmol xD.
2. Estoy usando ropa gris xD, sólo algunos detalles van en negro
3. Tengo suelas de zōri x'D
Aclarado esto que siga el espectáculo e,eU.
El Yotsuki estaba indignado, y luego esa indignación fue escalando con cada palabra que era soltada por el peliverde. ¿El moreno? Podía pasar a segundo plano, pero más pronto que tarde iba a tener que abrir la boca ante la escena que estaba por montar.
—¡Debes ser más presto, Tsukiyama!— bufó con media risa mientras veía al adolescente levantarse. Oh, que cuando este le increpó pronunciando mal su nombre sintió que el párpado le saltaba. —¡ES KING, NO KINGU! KIIINNNNGGGGGGG— Apretó los dientes enseñando los caninos. —¿Cómo que un delincuente? ¿Qué mierda?— Giró la cabeza a un lado y observó al otro muchacho presente, acercándose a él estando cara con cara y mirándole con sus profundos ojos dorados, intentando penetrar en ese gris de plomo. —¿Cuantos años se supone que tenés? Porque actúas peor que un viejito— A primera vista, no lucía mucho mayor, pero era demasiado cortés, más que la propia Ranko. Simplemente se giró y le dio la espalda a ambos.
—No sé que demonios esté pasando. ¿Cómo es que han podido confundirme? No soy ningún criminal, ¡has de conocerme bien para que no queden dudas en tu cabeza!
Giró sobre sí ciento ochenta grados, dio un salto hacia atrás y se tiró al suelo, apoyando la rodilla izquierda en el piso mientras su pierna diestra se extendía hasta adelante, sosteniéndose sobre su talón. Inclinó el brazo derecho hacia atrás, apoyando la palma en el suelo. Finalmente, hizo la cabeza hacia atrás mientras levantaba la zurda al cielo y la sombra del kasa ensombrecía su mirar, apuntando con un dedo al sol.
—Yo soy, King Rōga~ La siniestra sonrisa resplandeció con intensidad.
El grupo de comerciantes había evacuado a tiempo como para permitirle observas aquel alboroto. El muchacho del árbol había incrustado de lleno su pie en la cara de aquel que le estaba defendiendo, haciéndolo rodar por el suelo. Kazuma no pudo sino pensar en que a veces el papel de mediador es el que se lleva la peor parte.
—¡Kingu-san! —Le llamó la atención mientras le apuntaba con el dedo acusador—. ¡Estaba a mitad de explicar que no eres un delincuente!
El peliblanco recordó las palabras de su maestro respecto a uno de los asuntos legales que tanto le ocupaban: “que ingrata es la tarea de un jurisconsulto cuando el defendido se siente con la libertad de azotarle y ponerle en evidencia”. Si, era como aquel cuento del sujeto que por la mala suerte termino siendo abogado de un demonio.
—¿Cómo que un delincuente? ¿Qué mierda? —pregunto irritado, para luego girarse y caminar hacia Kazuma.
No supo que decir mientras el de ojos dorados se acercaba hacia él y le plantaba cara.
—¿Cuantos años se supone que tenéis? Porque actúas peor que un viejito —arrojo, como provocándole.
—Tengo catorce años y… —Y no quiso contradecir lo de su vejes prematura, pues ya se lo habían dicho en infinidad de ocasiones: esa paciencia, esa serenidad y poca reacción; eran típicas de la gente mayor y él lo sabía.
—Yo soy, King Rōga —declaro, mientras hacia una presentación de carácter bastante teatral.
—¡Fantástico! —alabo mientras aplaudía suave e inocentemente—. No sabía que los pandilleros se presentaran de forma tan mona.
Aparentemente el peliverde había tocado un botón que no debía al dirigirse a Rōga, porque...
—¡ES KING, NO KINGU! KIIINNNNGGGGGGG!
—Oh, perdón, perdón —dijo levantando ambas manos a la altura del pecho, sonriendo—. Kiiiiiingu-san —intentó repetir lentamente en voz baja, sin éxito.
Preocupado por confundir constantemente el apellido de su amigo, Daigo continuó intentando pronunciarlo correctamente en voz baja mientras Roga intentaba resolver el malentendido con Kazuma.
Pero claro, empezó a ser complicado concentrarse cuando Roga inició su presentación tan... tan...
—¡Fantástico! No sabía que los pandilleros se presentaran de forma tan mona.
—¡Eso sí que es una presentación con estilo! —animó Daigo, alegre y sonriente.
»Esto... no sé si es un buen momento para preguntar, pero ¿Te parece bien si te llamo Rōga-san?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
—Lo sé, lo sé. Soy fabuloso~ Se quitó el kasa y sacudió sus cabellos, dejando que el aire le diera un toque majestuoso a su presentación mientras los dos genins de kusa le aclamaban.
»Llámame de la manera en la que no mancilles mi apellido, ya luego te doy unas clasesitas de dicción.
"Ay por Ame no kami. Que bien podría montar una escuela de lenguas aquí en el País de la Hierba y me hago rico dando clases. Pero no, mi camino a la fama está en el escenario y las batallas." Observó nuevamente al de cabellos blancuzcos y caminó hasta él.
—Y a ti ya te dije que no soy un pandillero. Soy un músico, un artista— Se metió los dedos entre el fleco mientras le miraba de forma ominosa. —¿Y tú cómo te llamas?— Parpadeó mientras esperaba la respuesta, cruzándose de brazos.
27/04/2019, 19:57 (Última modificación: 27/04/2019, 19:58 por Hanamura Kazuma.)
—Y a ti ya te dije que no soy un pandillero. Soy un músico, un artista —Se metió los dedos entre el fleco mientras le miraba de forma ominosa.— ¿Y tú cómo te llamas? —Parpadeó mientras esperaba la respuesta, cruzándose de brazos.
—Mi nombre es Hanamura Kazuma —declaro, haciendo una leve reverencia—. Es un gusto conocerte…, K-ing Rōga —el nombre se le hizo difícil de pronunciar, pero creía haberlo hecho de forma aceptable.
»Lamento la confusión de antes… ¿Suele pasar muy a menudo?
Su pregunta era tanto para el nativo de Amegakure, como para el peliverde que parecía conocer y que aun debía una presentación.
Lamento la tardanza, he tenido muchos problemas con el internet recientemente
28/04/2019, 22:26 (Última modificación: 28/04/2019, 22:27 por Tsukiyama Daigo.)
«¿¡Un músico!? No conocía esa faceta suya».
Luego de presentarse como Hanamura Kazuma, el kusajin mostró unas habilidades para pronunciar el nombre completo del Yotsuki mucho mejores que las de Daigo.
¿Pero cómo podía ser tan simple y difícil a la vez?
—Pues... —Por la apariencia de Rōga, el peliverde podría apostar que eso le tenía que suceder al menos dos veces al día—. ¿Pero dónde están mis modales? Me llamo Tsukiyama Daigo, un gusto.
Sonrió mientras ladeaba su cuerpo un poco hacia su izquierda, permitiendo que Kazuma pudiera ver la bandana que tenía atada en el hombro.
»Parece que somos compañeros.
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—Vaya, que hasta rima— comentó divertido sobre el apellido del peliblanco, a su vez que escuchaba como los dos intentaban -en vano- explicarse sobre el aspecto del Yotsuki.
—Pero vamos a ver señores, que hay muchas otras formas de iniciar una plática sin tanto formalismo. Son compañeros y actúan como ancianas tomando té. Esperaba que ustedes siendo los locales me contaran algunas cosas y no precisamente números— se llevó las manos a la cintura. —¿Se puede saber que demonios le pasó a este puente? No es como si un grupo de bandidos de la noche a la mañana lo echaran para abajo— Alzó la ceja.
—Es un gusto, Tsukiyama Daigo —dijo, ofreciendo una respetuosa reverencia—. Siendo que debes ser de una promoción anterior a la mía, creo que más que compañero eres mi sempai.
Y aquel curioso muchacho también tenía su parte en cuanto opiniones y presentaciones.
—Pero vamos a ver señores, que hay muchas otras formas de iniciar una plática sin tanto formalismo. Son compañeros y actúan como ancianas tomando té. Esperaba que ustedes siendo los locales me contaran algunas cosas y no precisamente números— se llevó las manos a la cintura. —¿Se puede saber qué demonios le pasó a este puente? No es como si un grupo de bandidos de la noche a la mañana lo echaran para abajo— Alzó la ceja.
—Yo escuche a un niño decir que el puente estaba enfermo… —Aquella forma de ver el asunto le hacía cierta gracia, pero recapacito ante la posibilidad de que lo interpretaran como una inmadurez—. Aunque pudo haber sido cualquier cosa. Seguro que las personas que están trabajando en su reparación saben algo; quizás hasta sea una historia interesante.
Senpai, ¿eh? La verdad es que escuchar eso no sonaba nada, nada mal, pero aún con esas le avergonzaba un poco escucharlo. Estaba acostumbrado el kōhai y no el senpai de nadie, pero era normal, ¿no? Al fin y al cabo a medida que pasaba el tiempo lo común era que más y más Genin novatos se unieran a las filas de Kusagakure, de hecho ahora que lo pensaba, ya habían pasado dos añazos desde que se convirtió en Genin.
«Cómo pasa el tiempo...»
A su manera, Roga fue el primero en hablar del gran problema que había allí y que nadie había mencionado.
—No tengo ni idea, Roga-san —dijo—. Yo me acabo de enterar hoy.
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