— Sí, vamos a la herejia. — dijo Lily señalando al lugar como si Ren fuese su vasalla y tuviese que guiarla.

Podía parecer que se equivocaba a proposito, pero era simplemente que no estaba prestandoles demasiada atención a sus madres y más bien miraba a todas partes con curiosidad. Como era de esperar, al entrar en el pueblo empezó a haber gente por el camino que iba y venía. Nadie parecía prestarles demasiada atención, aunque todos sabían que no eran de allí. Parecía que era más habitual ver a extranjeras por allí que en Primera Nieve.

— Si tienen que traertelo tardaran semanas. Vamos a ver qué tienen y ya luego hablamos de hacer pedidos. — comentó Hana intentando retener los gastos de Ren.

No le parecía mal que comprase cosas necesarias, pero ahora mismo no tenian una fuente de ingresos así que su dinero era completamente limitado.

— Como mama mande — dijo alzando las cejas y encogiéndose ligeramente de hombros, mirándola con una suave sonrisa para posteriormente seguirla. — No esperaba que nos llevara tan poco tiempo llegar hasta aquí, me imaginaba que sería un par de horas. Supongo que donde vivimos se podría más considerar un... Poblado, o poco menos. Aunque si está tan cerca tampoco me voy a quejar, podemos ir y venir sin mucho problema si necesitamos algo.

— Te he dicho que no tardariamos tanto. Pero sí es cierto que la vuelta será más pesada. Estaremos más cansadas, cargadas y hambrientas. Así que no te entretengas demasiado. — comentó preocupada de tener que sacar a Ren de la forja a rastas. — ¿Qué vas a pedirle exactamente?

— Tan solo si acepta alguien a quien enseñar y nociones básicas — respondió mirando a Hana con el rabillo del ojo. — A lo mejor también tiene aceites y piedras de afilar para las espadas, así que supongo que también se lo comentaré a ver si tengo suerte. ¿Y tú? ¿Quieres buscar algo en concreto? Podríamos intentar buscar algunas mantas y colchas gruesas, ahora que lo recuerdo.

— Estaría bien encontrar un libro de recetas. — dijo llevandose el dedo al mentón pensativa. — Yo tuve que aprender a cocinar sola así que apenas sé hacer nada fuera de las tres o cuatro recetas clasicas. Buscaremos algunas mantas también, vaya a ser que tengas que dormir cerca mío.

— No creo que un libro de recetas sea difícil de encontrar, tiene que ser bastante común. Y usted disculpe, pero me gusta dormir bien abrigadita; pronto empezara a hacer mucho más frío y a ver quien aguanta los dedos de los pies helados de cierta princesa. O si no, te pegaras a mí super fuerte y te pasaras la noche temblando y buscando robarme el poco calor corporal que tenga — respondió mientras miraba a los alrededores, por ver si tenían suerte y al final no había que preguntar a los transeúntes, aunque lo mejor era preguntar en otra tienda al ser personas locales.

Cuando entraron en la calle principal pudieron ver cantidad de locales con mostradores y ventanas exhibiendo sus bienes. La mayoría eran cosas rurales como hortalizas y carnes, pero también había muebles y otras cosas más especializadas. Hasta que finalmente vieron uno con libros.

— Parece que sí tienen una libreria. Y si no te gustan mis pies helados, puedes irte a dormir con Yukiko. Seguro que ella no te roba el calor corporal, de hecho, diría que te acelera el pulso más que yo. — bromeó acercandose a ella para bajar a Lily. — Nosotras vamos a mirar los libros, tú sigue hasta la herrería, anda.

— ¿Qué? Pero yo también quiero ver donde nacen las espadas. — protestó Lily.

— Luego vamos nosotras a buscar a Mama Ren y vemos la herreria. Ahora vamos a buscarte unos bonitos colores para dibujar. — dijo Hana acuclillandose para hablar con Lily y ponerle bien el vestido.

— Iré después — dijo pasándole a Lily para bajarla. — Yo también quiero mirar si hay algún libro relacionado de herrería y otro de agricultura para más adelante.

Añadió mirando a los alrededores; si había una herrería, puede que hubiera una tienda en la que vendiera los productos que creaba, no que fuera simplemente a petición propia.

— Hay que comprarle también una libreta a Lily. O mejor un par; una para dibujar y otra para que lo que vayas enseñándole de escritura

Hana puso los brazos en jarra.

— Tenemos cuadernos para que las niñas practiquen. ¿No crees que sería mejor que fueses a la herrera a preguntar por libros? Ella te sabrá guiar mejor. ¿Y qué planeas que hagamos nosotras mientras tú estás de chachara herrera? ¿Mirar? Haz el favor de ir allí. Ya miraré yo los libros de agricultura. — le instó Hana. — ¿O es que no puedes estar cinco minutos sin mí? ¿Tienes miedo que ligue con la dependienta? — acabó provocandola, viendo lo reticente que era a ir por su cuenta.

— Lo decía solo por acompañaros, y luego cuando fuerais a mirar ropa, iría a la herrería — le esbozó una suave sonrisa, ladeando la cabeza y alzando las cejas. — Pero eh, si tantas ganas tienes de deshacerte de mí, ya me voy.

Respondió cruzándose de brazos también, y dándose la vuelta para marcharse ligeramente molesta. Encima que quería pasar el rato con ella y Lily, y la echaba a patadas. Ren se marchó mirando los negocios que hubiera por el camino hasta llegar a la herrería, para si veía alguno donde pudiera comprar algo para el mantenimiento de sus armas.

— ¡Pero si a comprar ropa eres la que tiene que venir sí o sí! — protestó Hana poniendo los brazos en jarra. — Eh, ¿donde crees que vas?

La llamó al verla irse, agarrandola de la camiseta y obligandola a agacharse para darle un rápido beso antes de dejarla marchar.

Durante su camino, Ren no vería nada sobre mantenimiento de armas. Era logico que todo eso estuviese en la forja, que es donde iría alguien con una herramienta desgastada. Y eso es lo que encontraria al llegar a la forja. Había un local con todo tipo de utensilios de hierro y acero, desde cubiertos de gran calidad hasta hoces para el campo. Dentro podría ver a una escualida mujer de pelo anaranjado tras el mostrador.

Sin embargo, la forja estaba al lado de dicho edificio, a cierta distancia por seguridad. Era una forja semi abierta. Tenía techo y paredes, pero carecía de la cuarta pared, lo que hacía que fuese perfectamente visible desde el camino. Estaba hecha de una roca negra y en su puerta estaba sentada una mujer pelirroja mucho más desarrollada que la del interior de la tienda. Su cabellera era más rojiza y su piel clara, casi sin imperfecciones, a excepción de sus manos trabajadas.

Dentro de la forja había todavía otra mujer pelirroja, su cabello no solo era rojo, sino que parecía brillar de la misma forma que el fuego de la forja. Estaba dandole forma a algo, parecía un simple cuchillo.

— Te he dicho que le des como si fuese la primera mujer de la noche. ¿Es que nunca has tocado a una mujer? — le reprobó la mujer que iba vestida elegantemente a la que estaba en la forja.

— ¡Pues claro que no! ¿Quieres que mate a alguien o qué? — protestó la del interior.

No fue muy difícil saber donde estaba la forja, a lo mejor un poco más complicado callejear por unas calles que desconocía, pero si encontraba algún obstáculo al intentar ir en línea recta tampoco es que Ren tuviera mucha complicación en sortearlo si no había nadie cerca. Cuando empezó a acercarse, escuchó algo de barullo, por lo que se desvió ligeramente hacia el origen de este, escuchando de paso la conversación. Esta la hizo reír levemente.

— Buenas — dijo asomándose y golpeando con suavidad con el dorso de la mano alguna madera cercana a donde estaban a modo de advertencia. — ¿Es esta la herrería local?

El haori ahora solo lo llevaba por encima de los hombros, pues tenía las manos metidas en las mangas contrarias cruzando los brazos. Si fuera una chica más carismática, tal vez parecería alguien de importancia dadas sus formas y aspecto.

No le hizo falta ser carismatica para captar la atención de la pelirroja elegante, que se levantó y anduvo hacia ella con una sonrisa seductora.

— Buenas tardes, preciosa. — la saludó mientras se acercaba, para apoyarse en la misma madera que había golpeado Ren y acercó una mano a su mejilla, sin llegar a acariciarla todavía. — Yo soy la herrera que buscas. Dime qué quieres y satisfaceré todas tus necesidades.

El tono y la forma en que lo dijo fue completamente suave, entró en los oidos de Ren y se deslizó hasta su cerebro. Era una mujer alta y a esa distancia podría ver perfectamente su figura en aquel sencillo vestido que llevaba. Tenía muchas más curvas de las que estaba acostumbrada a ver y además era ligeramente más alta que ella. Sus ojos rojizos no se separaron ni un segundo de los suyos, buscando una reacción positiva para devorarla ahí mismo.

Ren se quedó visiblemente sorprendida ante aquella entrada que le hicieron. Era tan descarada y directa que incluso Ren lo comprendió al instante. Rio simplemente cruzada de brazos pero ampliamente.

— Te agradezco el piropo, pero ya salgo con la chica más guapa e inteligente del universo — la morena ya se quedó con una cara sonriente y algo divertida. — Veras, me mudé a uno de los pueblos cercanos hace poco y estaba buscando una herrería. Tengo algunas armas que tengo que mantener, pero sobre todo me interesaba aprender un poco del oficio, si es que aceptas más pupilos

Añadió arqueándose a un lado, para poder mirar a la otra chica que hace un rato estaba martilleando.

La sonrisa de la pelirroja se deshizo levemnente, manteniendo una debil sonrisa.

— Si necesitas afilar algo, ves adentro a hablar con la secretaria. Si quieres una cita para aprender también ves adentro y si necesitas las herramientas necesarias... ves adentro. — dijo señalando la puerta del local. — Todas las chicas guapas están cogidas. No se puede vivir así. — protestó volviendo a su asiento.