Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
¡Joder! ¡Y él que pensó por un momento que iban a intentar condicionarle con algo más que palabras!
—A ver cómo te lo digo sin que te duela —dijo, imitándole—. Pero…
»… ¡por un momento pensé que ibas a liármela! —Dejó escapar toda la tensión en un largo suspiro de alivio. Luego sonrió.
Estaba a salvo. Sus ojos no le engañaban. Y hablando de ojos, se permitió desactivar el Sharingan.
—Fiuu… Bueno, pues… Nah, mirad, paso. Iba a deciros algo para tranquilizaros respecto al tema, pero, ¿sabéis qué? Que esta vez, dejaré que mis actos hablen por mí.
Carraspeó. Bueno… ¿Y ahora qué? «Ahora quizá deberías dejar a estos dos tortolitos disfrutar de una cita romántica, Datsue. Aunque tengo la sensación de que se me está olvidando algo...»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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12/04/2019, 00:09 (Última modificación: 12/04/2019, 00:10 por Aotsuki Ayame.)
—A ver cómo te lo digo sin que te duela —dijo Datsue, imitando a Daruu—. Pero… ¡por un momento pensé que ibas a liármela! —Para alivio de todos los presentes, Datsue desactivó al fin su Sharingan, relajando definitivamente su posición—. Fiuu… Bueno, pues… Nah, mirad, paso. Iba a deciros algo para tranquilizaros respecto al tema, pero, ¿sabéis qué? Que esta vez, dejaré que mis actos hablen por mí.
Kokuo se volvió hacia ellos de nuevo.
—Bueno, viendo que todo esto se ha calmado, si me disculpan...
El bijuu desapareció con un leve ¡Pufff! y Ayame, que se había quedado mirando a Datsue, dejó escapar un largo y tendido suspiro.
—Bueno, pues parece que... hemos fundado nuestra propia Alianza —comentó, levantando los hombros en un gesto inherentemente defensivo. No podía evitarlo, aquella escena le parecía del todo surrealista. ¿Ella y Uchiha Datsue, hablando cara a cara de forma relajada e incluso cordial? ¿Cuándo se había dado la vuelta el mundo de aquella manera?
Distraída, echó un poco del pienso de los cisnes en el agua, esperando que se acercaran a ellos. Sin embargo, aún había algo que la economía desde hacía bastante tiempo. Le dirigió una mirada tímida al Uchiha por debajo de sus pestañas y carraspeó ligeramente. Aún tardó varios segundos en conseguir hablar:
—Datsue, yo... siento mucho lo que hice en Uzushiogakure. Lo de transformarme en Aiko y eso... Nunca me sentí orgullosa de haberlo hecho.
Aunque aquella bofetada fue realmente liberadora para ella. Oh, sí. Pero eso era algo que no podía decir en voz alta.
¿A liársela? ¿A liársela cómo? Imaginaba que una restricción para que alguien no se fuera de la lengua era perfectamente posible gracias al Fuuinjutsu, pero él no tenía ni pajolera idea de Fuuinjutsu —aunque estaba empezando a replantearse el aprenderlo, visto lo visto. Tampoco vendría mal, quizás, un día, poder ser capaz de librarse de ese sellito que tenía en la nuca... nunca se sabe lo que puede pasar, ¿no?
Datsue iba a decirles algo para tranquilizarles, pero decidió que era mejor dejarles con la duda. «¡Odio que la gente haga esto!»
Kokuo se despidió a su manera, después de que hubieran dejado de hablar de ella. Ayame comentó que habían forjado su propia Alianza. Daruu lo consideró más bien un armisticio. Pero qué bien que sentaba, después de tanto tiempo sospechando a todo rato de los demás...
—Datsue, yo... siento mucho lo que hice en Uzushiogakure. Lo de transformarme en Aiko y eso... Nunca me sentí orgullosa de haberlo hecho.
Daruu agachó la cabeza.
—Siento haber empujado a Keisuke al desastre —dijo—. Entiendo que el chico sólo quiso ayudar a su compañera. Al final, ni con esas conseguí que Shanise accediera a convencer a Yui de sacar a Aiko. Fui muy poco prudente.
No pudo evitar suspirar de alivio cuando Kokuo desapareció en una nube de humo. Sabía que podía aparecer en cualquier momento en el cuerpo de la propia Ayame, pero al menos así estaba algo más tranquilo. Más allá de que, como decía Ayame, los tres hubiesen forjado su propia Alianza. Una con muy pocas cláusulas, ni medidas de seguridad, ni de penalización o compromiso. Básicamente, se basaba al cien por cien en la confianza. Casi parecía, más bien, que hubiesen forjado…
… el principio de una amistad. ¿Una amistad de conveniencia o real? Solo el tiempo lo diría.
—Datsue, yo... siento mucho lo que hice en Uzushiogakure. Lo de transformarme en Aiko y eso... Nunca me sentí orgullosa de haberlo hecho.
Datsue se removió en su asiento, incómodo. Era extraño, todo aquello. Él pidiendo perdón una hora atrás. Ahora recibiendo las disculpas de Ayame. Si se lo hubiesen contado hace un par de meses, se hubiese estado carcajeando durante todo el día.
—Sí… Todos hicimos nuestras cosas, ¿hmm? Dejemos todas eso atrás y empecemos un nuevo capítulo de esta historia. —Lo que Datsue quería decir era que aceptaba sus disculpas—. Además, Aiko fue liberada, está en Uzu y muy feliz. Eso es lo importante.
Luego llegó el turno de Daruu:
—Siento haber empujado a Keisuke al desastre —dijo—. Entiendo que el chico sólo quiso ayudar a su compañera. Al final, ni con esas conseguí que Shanise accediera a convencer a Yui de sacar a Aiko. Fui muy poco prudente.
—Todos lo fuimos. Yo el primero —dijo con pesar, bajando la mirada a sus pies—. Él confió en mí y yo… —Apretó los puños sobre sus rodillas mientras negaba con la cabeza—. Soy un jodido inconsciente que nunca piensa en las consecuencias.
El propio Kaido se lo había dicho. La muerte de Keisuke era igual de responsabilidad suya como el resto de implicados. En aquel momento se lo había negado, ofendido. En aquel momento, también, muy en el fondo supo que tenía razón.
—¿Sabéis qué es lo curioso? —alzó la cabeza para mirarles a la cara—. Tiempo después, mi Hermano me reveló que avisó a Keisuke. Tras nuestra reunión en el Círculo de Rocas Ancestrales. Le avisó de que yo te había contado todo, Daruu. Que quizá hasta Ayame y Kaido lo sabían también. Y aún así… decidió quedarse. —¿Por qué?, se había preguntado Datsue, en millares de ocasiones—. No sé si confiaba en que no le delataseis… o que quizá podría explicárselo a Yui y hacerla entrar en razón.
Pero no le habían dado tiempo ni para intentarlo. Como, también creía Datsue, no le darían tiempo a ellos si alguna vez esa loca sanguinaria se enteraba de lo de Kokuo.
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Si apenas unas semanas antes hubiera soñado aquella conversación, Daruu se hubiera echado a reír. O quizás se había levantado de mala leche al recordar a Datsue. Una de las dos. Pero allí estaban, haciendo las paces, no, algo más que eso. Volviendo a ser amigos. Los tres. Ayame incluída. Cuando aquella noticia llegase a oídos de Eri, no se lo iba a creer. A oídos de Hanabi. ¿A oídos de Yui? Esperaba que nunca, o que pasase desapercibido.
Porque igual que Datsue no podía perdonar a Amekoro Yui, dudaba mucho que Amekoro Yui se conformase con un todo está bien.
Datsue les reveló que Akame trató de avisar a Keisuke. «Por pura conveniencia, seguro. Para que se uniese a él en cualquiera de los planes que estuviese haciendo, claro. Datsue, ¿estás seguro de que siquiera te contaba a ti en esos planes?», pensó Daruu, receloso. Porque Akame era su propia piedra en el zapato. Mucho tenía que cambiar la cosa para que no lo fuera.
Oh, e iban a cambiar mucho. Ninguno de los tres sabía realmente en qué sentido todavía.
—¿Explicárselo a Yui? —«La misma que accedió alegremente a sellar cien sellos explosivos de clase A en una roca por si bajabas al lago a por Aiko?»—. Yui tolera muchas cosas, pero la traición no es una de ellas. Ninguna aldea la tolera, realmente. Piénsalo —dijo.
»¿Si una persona muy querida para ti fuese un traidor, qué haría Hanabi? Y no hablo de Aiko, que ya sé que fue una tontería.
—Siento haber empujado a Keisuke al desastre —habló Daruu, agachando la cabeza—. Entiendo que el chico sólo quiso ayudar a su compañera. Al final, ni con esas conseguí que Shanise accediera a convencer a Yui de sacar a Aiko. Fui muy poco prudente.
—Todos lo fuimos. Yo el primero —reconoció Datsue, para sorpresa de todos los allí presentes. Sobre todo para la de Ayame: ¿Datsue disculpándose y reconociendo errores? ¿Seguro que no estaba soñando, o en una ilusión?—. Él confió en mí y yo… —Datsue apretó los puños sobre sus rodillas mientras negaba con la cabeza—. Soy un jodido inconsciente que nunca piensa en las consecuencias. ¿Sabéis qué es lo curioso? —añadió, alzando la cabeza para mirarles directamente de nuevo—. Tiempo después, mi Hermano me reveló que avisó a Keisuke. Tras nuestra reunión en el Círculo de Rocas Ancestrales. Le avisó de que yo te había contado todo, Daruu. Que quizá hasta Ayame y Kaido lo sabían también. Y aún así… decidió quedarse. No sé si confiaba en que no le delataseis… o que quizá podría explicárselo a Yui y hacerla entrar en razón.
Ayame hundió los hombros y miró a Daruu de reojo. Y como si él le hubiese leído el pensamiento, respondió:
—¿Explicárselo a Yui? Yui tolera muchas cosas, pero la traición no es una de ellas. Ninguna aldea la tolera, realmente. Piénsalo. ¿Si una persona muy querida para ti fuese un traidor, qué haría Hanabi? Y no hablo de Aiko, que ya sé que fue una tontería.
—Cuando dije que estuvo a punto de matarme cuando me sellaste esa transformación, no estaba exagerando —añadió ella, aunque una parte de ella se sentía reluctante a contar aquellas cosas—. Creía que era yo la que me estaba burlando de ella y si no hubiese conseguido explicarme a tiempo...
»De hecho —añadió, esta vez con una risilla que iba entre la inquietud y la diversión—, pasé tres días en el calabozo porque me colé con Mogura en la Torre de la Academia de noche, buscando fantasmas.
«¿Eh? Buscando… ¿fantasmas?» Datsue desvió la mirada de Ayame a Daruu, con expresión interrogante. La curiosidad le empujaba a seguir tirando de aquel hilo, pero la cabeza le recordaba que había cosas más importantes de las que hablar. De las que se estaban hablando.
—Si Hanabi descubriese un traidor en la Villa, le encerraría en un calabozo y, al menos, le daría la posibilidad a dar su versión. A defenderse —dijo, sin atisbo de duda en su voz. Akame era la prueba viviendo de ello—. Y no digo que la traición hubiese salido gratis. Quizá el resultado hubiese sido el mismo. Pero, joder, al menos le hubiese escuchado.
»En serio, no entiendo cómo los amejines estáis satisfechos con la Arashikage que tenéis. ¿No os parece demasiado irreflexiva y temperamental para un puesto con tanta responsabilidad? —Datsue hubiese colocado otros adjetivos más contundentes para describirla, pero se estaba intentando contener, y mucho—. Pensadlo. Yo podía haberme enterado por otro, y no por Keisuke. Quizá un día a Mogura se le fue la lengua, quizá esa tercera persona se encontró conmigo… Y pam. Pero no, a Keisuke se le mató sin siquiera comprobarlo. Se le puso la cruz y a pastar.
»Y Ayame tuvo suerte de explicarse justo a tiempo o la hubiese matado también antes de averiguar que, eh, no era ella la culpable de aquello. —Cuanto más hablaba, más convencido estaba de sus palabras—. ¿Sabéis? Uzu vivió ese tipo de terror por unos días, cuando Zoku se hizo con el poder. Él tampoco toleraba ninguna muestra de idea ligeramente desviada a su forma de pensar. Mató a muchos… hasta que mi Hermano y yo acabamos con él.
»Y, ¡eh! —se adelantó, viéndolos venir, y enseñando ambas palmas de las manos en señal de paz—. ¡No estoy sugiriendo nada parecido, eh! No me la lieis. Alianza a tope. Además, supongo que Yui tampoco entró a base de machetazo y fue elegida por vuestro Consejo. —Si es que Ame tenía algo así—. Es solo curiosidad mía. Si el puesto de Kage se decidiese por una elección… —¿Cuál era la palabra? Ah, sí…—, democrática, ¿saldría ella elegida?
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—¿Cómo que... te colaste... qué? ¡Pero a quién se le ocurre! —dijo—. Y encima a ti, que te da miedo a la oscuridad —rio Daruu.
—Si Hanabi descubriese un traidor en la Villa, le encerraría en un calabozo y, al menos, le daría la posibilidad a dar su versión. A defenderse —dijo, sin atisbo de duda en su voz. Akame era la prueba viviendo de ello—. Y no digo que la traición hubiese salido gratis. Quizá el resultado hubiese sido el mismo. Pero, joder, al menos le hubiese escuchado.
—Bueno, en Amegakure las cosas son... diferentes —dijo Daruu, cruzándose de brazos.
Y sí, Yui podía ser muchas cosas. Pero también sabía, por labios de su madre, que...
—Yui entró a base de machetazo, y es posible que si el Kage se eligiese por una decisión democrática también saliese ella —dijo Daruu—. Pero tú no lo entiendes, no eres de Amegakure.ç
»No me malinterpretes. Quiero decir que no conoces tanto nuestra historia. Amegakure era una aldea, quizás no ahora pero sí lo fue, difícil de... gobernar. Yui entró vengando a su maestro, que fue asesinado en un golpe de estado. Tuvo que meter a todo el mundo en vereda. Es una mujer de otros tiempos. Quizás no de estos, y te confieso, Datsue, que no sólo ella gobierna. Que Shanise tiene mucho que ver. Pero tampoco puedo... hablar mucho de estas cosas, ¿entiendes? No es sano.
»Puede que en el futuro ella tenga que ceder el testigo a la propia Shanise. Ya está notándose. La aldea está cambiando. Pero Yui es muy respetada, y no me refiero sólo al miedo. Yui será muchas cosas, pero también es una Líder, con mayúsculas. Sabe cómo inspirar a la gente. Y no hace mucho tiempo, Datsue... no hace mucho tiempo... Agh, qué coño. Mira, no hace mucho tiempo tuvimos que matar a una panda de hijos de puta extremistas del clan Hozuki que querían hacerse con el puto bijuu, como Zoku, y tomar control de la aldea. No hace mucho tiempo tampoco, una perra llamada Naia conspiró también para quedarse con ella. Consiguió romper mi familia de paso. Es... es la que me arrancó los ojos.
Daruu bajó la mirada, molesto. Estaban tardando mucho tiempo en ir a por ella... pero sólo necesitaban un poco más...
Daruu contempló a Ayame, anonadado. Y fue entonces cuando recordó que nunca le había contado aquello:
—¿Cómo que... te colaste... qué? ¡Pero a quién se le ocurre! Y encima a ti, que te da miedo a la oscuridad.
—S... ¡Sentía curiosidad! —se defendió ella, con las mejillas encendidas—. ¡Además, iba con una linterna!
Datsue se dispuso entonces a responder a la pregunta de Daruu, y a cada palabra que formulaba Ayame se iba poniendo más y más pálida. ¿De verdad les estaba preguntando si estaban satisfechos con la Arashikage que tenían? ¿De verdad les estaba comparando a Yui con Zoku? ¿Acaso... acaso les estaba sugiriendo que quizás ellos deberían seguir sus mismos pasos y acabar con ella, como ellos acabaron con Zoku? Puede que Ayame, como opinión personal, hubiese preferido que fuera Shanise la Arashikage por la devoción que le tenía, ¡pero aquello era pasarse tres pueblos! ¡Era como si les estuviese sugiriendo que deberían dar un golpe de estado! ¡A Amekoro Yui nada menos!
Fue Daruu el que salió al trapo, y Ayame le dejó hablar. Pero se removió con notable inquietud cuando habló sobre los Kajitsu Hōzuki y sobre Naia. Terminó por apartar la mirada hacia un punto del lago, donde los cisnes seguían nadando tranquilamente, y se cruzó de brazos, en un gesto tan inherente como inconscientemente defensivo.
«Ah, ¡que también entró a base de machetazo! ¡Más similitudes con Zoku, tú!»
Pero eso no impidió que Daruu la defendiese, y que incluso asegurase que, de ser por voto, Yui ganaría también las elecciones. Al parecer, les había salvado de una situación bien caótica, llena de golpes de estado y de traiciones. Una de esas, ocurrida hacía no mucho tiempo, cuando un grupo de Hozukis trató de hacerse con el bijuu. En ese momento miró a Ayame, pues hacerse con el bijuu era hacerse con ella. La vio incómoda. Creyó saber el porqué.
Luego, le habló de Naia, poniéndola en el mismo saco. Datsue sabía quién era, sin necesidad de que Daruu se lo recordase, pues se lo había grabado a fuego en la mente cuando se lo contó, hacía no tanto, en los campos de la tormenta. Era la que había embaucado a su padre para que se convirtiese en traidor. La misma que le había arrancado los ojos.
—Tío —dijo, sin ser capaz de contenerse—. No sé cómo coño haces para no ir a por ella. Lo que me contaste de que podrías desperdiciar el regalo de tu madre yendo a por ella tiene su punto. Te lo reconozco, tiene su punto, y bastante lógico. Pero en serio que no sé cómo haces para aguantarte.
»Y lo de Yui… Pues en fin. —¿Qué podía decir? Se seguía cagando en todos sus muertos—. Mejor no hablo más del tema porque entiendo que es vuestra Arashikage, y no gusta. —Era como criticar a la novia de un amigo. Aunque dicha novia le estuviese poniendo los cuernos, si el amigo estaba tan ciegamente enamorado que no podía ni quería darse cuenta, discutir sobre ello tan solo acarreaba problemas para uno.
Datsue lo había dejado caer, había cumplido como amigo, y a partir de ahí ya no era problema suyo.
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—No te preocupes, Datsue, sé lo que quieres decir —dijo Daruu—. A mí me parece que Shanise sería una gran líder, pero hasta ahí puedo decir y hasta ahí puede parecerme. —Le observó y sonrió—. Es mi Arashikage, y le debo lealtad hasta el final.
»Respecto a lo de Naia, da la casualidad de que descubrimos dónde está su guarida —dijo—. También que sigue con mi Byakugan y que planea vengarse de mi madre. De modo que sí, vamos a ir a por ella. Pero como te he dicho...
»Soy leal a mi Arashikage. Estamos entrenando para ser capaces de derrotar a esa hija de puta. Y cuando estemos preparados, se lo contaremos a Yui. E iremos a por ella.
—Tío —replicó Datsue—. No sé cómo coño haces para no ir a por ella. Lo que me contaste de que podrías desperdiciar el regalo de tu madre yendo a por ella tiene su punto. Te lo reconozco, tiene su punto, y bastante lógico. Pero en serio que no sé cómo haces para aguantarte.
»Y lo de Yui… Pues en fin. Mejor no hablo más del tema porque entiendo que es vuestra Arashikage, y no gusta.
—No te preocupes, Datsue, sé lo que quieres decir —dijo Daruu—. A mí me parece que Shanise sería una gran líder, pero hasta ahí puedo decir y hasta ahí puede parecerme. Es mi Arashikage, y le debo lealtad hasta el final. Respecto a lo de Naia, da la casualidad de que descubrimos dónde está su guarida —reveló, y Ayame le miró con cierta cautela—. También que sigue con mi Byakugan y que planea vengarse de mi madre. De modo que sí, vamos a ir a por ella. Pero como te he dicho... Soy leal a mi Arashikage. Estamos entrenando para ser capaces de derrotar a esa hija de puta. Y cuando estemos preparados, se lo contaremos a Yui. E iremos a por ella.
—Por cierto, yo de ser tú me andaría con cuidado —añadió Ayame, mirando a Datsue significativamente a los ojos—. Por lo que sabemos, Naia no sólo fue a por los ojos de Daruu. Es la líder de una banda de traficantes de dojutsu o algo así.
No sería raro que Datsue acabara siendo otra de sus víctimas. ¡Como si tuvieran poco con los Generales!
—Y... hablando de entrenamientos —dijo, señalando al Uchiha—. Puede que ahora no, pero tú y yo tenemos algo pendiente —le lanzó, antes de esbozar una sonrisa—. Esta vez sin láseres de por medio.
¡Vaya! ¡Así que sabían donde se escondía! Y no solo eso, sino que Naia no había terminado todavía con ellos. Quería vengarse de la madre de Daruu —sabe los Dioses por qué—, y esa había sido la gota final que había precipitado a Daruu a decidirse, finalmente, de ir a por ella.
Ayame intervino también, advirtiéndole que tuviese cuidado si se cruzaba con aquella malnacida. Después de todo, era una traficante de dojutsus. Byakugan, Sharingan… No hacía ascos a nada.
—Dalo por hecho —dijo, devolviéndole la sonrisa, cuando Ayame le recordó que tenían un combate que terminar—. Y en un buen sitio, con terreno llano ni grandes estructuras que destrozar. No vayamos a liarla rompiendo… Yo que sé, la cabeza de una estatua o un puente clave para el comercio, ¿eh? —dijo, sonriente, evitando mirar a Daruu justo cuando dijo aquello. Para no dar sospechas innecesarias.
»Esa Naia… Mucho debe odiar a tu madre, ¿no? —preguntó a Daruu—. Te robó los ojos… Me habías contado que había embaucado a tu padre… —¡Ni él era tan vengativo!—. ¿Tan fuerte es? Honestamente, yo os veo más que preparados para enfrentaros a cualquiera.
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Ayame advirtió a Datsue sobre la peligrosa ocupación de Naia, la traficante de órganos. Es verdad, Datsue tenía el Sharingan. Y no sabía por qué, pero Daruu se imaginaba que podría ser fácil víctima de esa técnica de seducción de aquella rata...
La muchacha le dijo a Datsue que todavía quería hacer un combate de entrenamiento con él. Datsue indicó que bien, pero que no hubiera grandes estructuras que destrozar. En ese momento Daruu, de tapadillo, hizo el gesto de corta el rollo, moviendo la mano de un lado a otro del cuello. ¡Nadie debía de enterarse de lo del puente, joder.
—Esa Naia… Mucho debe odiar a tu madre, ¿no? —preguntó a Daruu—. Te robó los ojos… Me habías contado que había embaucado a tu padre… —¡Ni él era tan vengativo!—. ¿Tan fuerte es? Honestamente, yo os veo más que preparados para enfrentaros a cualquiera.
—Utiliza un Genjutsu muy poderoso —dijo Daruu, apartando la mirada—. Una mezcla de olfativo con táctil. Seduce a la gente. Es irresistive. Y no, no es una sensación agradable... es una sensación de... indefensión.
»Mi padre se volvió un traidor por irse con ella. Mi madre mató a mi padre y junto al padre de Ayame consiguieron acabar con toda la banda, menos con ella y un par más que huyeron.
—Dalo por hecho —resolvió, devolviéndole la sonrisa—. Y en un buen sitio, con terreno llano ni grandes estructuras que destrozar. No vayamos a liarla rompiendo… Yo que sé, la cabeza de una estatua o un puente clave para el comercio, ¿eh?
—¿Eh? —preguntó Ayame, parpadeando con cierta confusión. La referencia a lo de la estatua lo había entendido a la perfección, pero... ¿la del puente? ¿A qué puente se estaba refiriendo?
—Esa Naia… Mucho debe odiar a tu madre, ¿no? —le preguntó a Daruu, cambiando de tema—. Te robó los ojos… Me habías contado que había embaucado a tu padre… ¿Tan fuerte es? Honestamente, yo os veo más que preparados para enfrentaros a cualquiera.
—Utiliza un Genjutsu muy poderoso —respondió Daruu, apartando la mirada—. Una mezcla de olfativo con táctil. Seduce a la gente. Es irresistible. Y no, no es una sensación agradable... es una sensación de... indefensión. Mi padre se volvió un traidor por irse con ella. Mi madre mató a mi padre y junto al padre de Ayame consiguieron acabar con toda la banda, menos con ella y un par más que huyeron.
—¿Por eso se quiere vengar de tu madre? —Esta vez fue Ayame quien preguntó. Ella no conocía tanto los detalles sobre Naia, después de todo. Y ciertamente le resultaba extraño que no quisiera vengarse de su padre, conociendo que ambos habían trabajado juntos para derrotarla—. ¿Crees que habrá reclutado a más gente o seguirá con las mismas Náyades?
»Por otra parte, técnicas ilusorias de seducción... —meditó, con un escalofrío. Ni ella misma, con sus técnicas de canto, se le habría ocurrido algo así.