Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Tanto Ranko como Daigo comenzaron a desarrollar su versión de la historia. Y Kintsugi no les interrumpió en ningún momento: les escuchaba en un silencio sepulcral, meditativo, mientras la mirada de sus ojos velados tras su antifaz se clavaba en ellos con una aparente gélida calma.
Parecía que la misión que les había encargado de tapadillo había resultado en el epicentro de todo aquello. El dojo La Tortuga Ciega, a cargo de Zaofu era el origen de otra corriente revolucionaria, diferente a La Guerrilla pero con la misma dirección opuesta a Kintsugi como líder de la aldea. Ella, por supuesto, había conocido a Zaofu: solía reunirse a menudo con Kenzou, en su mismo despacho, cuando estaba vivo y ella actuaba como una de sus manos. No habían sido pocas las veces que los había observado a ambos tomar el té juntos y hablar de sus asuntos, pero ella, como una silenciosa mariposa, jamás había intervenido. Y por supuesto no había llegado a intercambiar un diálogo con él, más allá de meras formalidades. Que deseara eliminarla después de que el mismísimo Kenzou la escogiera como su sucesora, era algo insultante.
Pero aquel era un asunto que debía aparcar a un lado, por ahora. Y es que, mientras que Zaofu había terminado muerto, la verdadera amenaza seguía ahí fuera. Kintsugi lanzó un profundo suspiro y se incorporó en toda su rectitud.
—Entiendo... Parece que la Tortuga Ciega guardaba algo más bajo ese viejo caparazón... —murmuró, con contenida amargura. Aunque algo debía concederle a Zaofu: algo de nobleza debía quedar dentro de él cuando podrían haber fingido pactar una alianza con La Guerrilla para derrocarla y después darles la puñalada por la espalda. La Morikage se cruzó de brazos y, tras escuchar la pregunta de Daigo, su semblante se volvió aún más grave. Tardó algunos segundos en contestar, meditando la respuesta que debía darles y en qué dosis—. La Guerrilla debió de enterarse de los planes de Zaofu de alguna manera y pergeñaron ese terrible atentado —¿Quizás contaban con un topo entre sus filas y no se habían dado cuenta?—. Al mismo tiempo que se sucedían las explosiones, un grupo de personas tomaron el Edificio del Morikage... Sabíamos que algo así podía suceder en cualquier momento, así que nos preparamos con antelación. Yo me escabullí a tiempo y me refugié en uno de los escondites subterráneos que dispusimos —explicó, abriendo los brazos a su alrededor—. Mientras tanto mandé una mariposa a buscaros. Tenéis suerte de que os dieran por muertos, o no estaríais aquí para contarlo. Pero mucho me temo que estamos en una posición mucho más delicada de lo que nos gustaría a todos. No sé quiénes estarán conmigo, no sé quiénes se esconderán por miedo o quiénes fingirán lealtad hacia mí para después entregarme. Por eso me he visto obligada a refugiarme mientras busco una solución a todo esto... —volvió a mirarlos, con gesto indescifrable—. Confío en vosotros, sé que sois leales a la aldea y leales a mí. Pero vuestras heridas y vuestros huesos tardarán en sanar y no puedo disponer de un médico para acelerar vuestra recuperación.
»Mientras, allá fuera... Allá fuera, Daigo, La Guerrilla ha tomado la aldea.
Había sido como un destello. Un visto y no visto. Se habían hecho con el control del edificio administrativo de la villa y habían hecho alarde de la captura de Kintsugi y sus hombres y mujeres de confianza. Por supuesto, eso no era del todo cierto, pero no hay nada que grite más "ríndete" que una mentira bien tirada y un fuerte control militar.
Porque la Guerrilla no eran cuatro pirados sin experiencia. Habían jōnin, habían chūnin y casi aún más genin. Decenas de shinobi y kunoichi, aún enmascarados, que lideraban el movimiento. Y luego estaban los que se habían rendido, o los que no tenían más remedio que seguirles. Al fin y al cabo, si era verdad que habían apresado a Kintsugi y que iban a reinstaurar el Consejo Democrático, si era verdad que ya habían ganado...
...¿para qué luchar?
Por supuesto, hubo quien lo hizo. Pero la Guerrilla había sido previsora. Se había cargado de un plumazo a muchos veteranos de la aldea con un atentado al Estadio de Bambú. Quizás no sabían que con ello habían hecho a Kintsugi un gran favor. Sin embargo, también con ello se habían asegurado demostrar fuerza y organización.
La aldea era un pequeño núcleo caótico. Muchas manos señalaban aquí y allá. La Guerrilla se movía rápido: apresaba disidentes, organizaba turnos de guardia y listaba a aquellos fieles a sus ideales y rendidos a la causa. La pequeña guerra civil, o asalto civil, más bien, había causado multitud de daños materiales, que los genin se afanaban en reparar bajo las órdenes de los de más rangos. Una de ellas, Zhaoren Lyndis, había estado transportando cajas de materiales y limpiando restos de escombros de bambú del Estadio durante toda la noche. Ahora estaba amaneciendo, pero ella se encontraba en su pequeña dimensión particular, apoyada en una piedra, echando una cabezadita. Si había apoyado la revuelta, tan sólo era una rendida más, o estaba esperando el momento oportuno para sabotear el golpe de estado, era algo que sólo ella habría podido decirnos.
Un enmascarado tropezó a propósito con un trocito de bambú que le golpeó en un hombro, despertándola. Lyndis abrió los ojos, y se encontró de nuevo con la pesadilla en la que se había convertido su aldea.
—¡Eh, tú! ¡Al fin has despertado! —dijo el guardia. Señaló a una enorme caja con materiales—. ¿Estabas transportando herramientas para las reparaciones cuando no pudiste más, verdad? ¡Vamos, mueve el culo y arrima el hombro! ¡Hoy es un gran día! —El revolucionario se marchó silbando, casi dando brincos. Para él de verdad era un gran día.
Para Lyndis, quien sabe.
Para Kaguya Koji, el día acababa de comenzar. Su casa estaba en la parte menos afectada por la refriega, pero seguro que había escuchado hablar de la Guerrilla, y por los altavoces acababan de anunciar que se habían hecho con el control de la aldea. ¿Qué haría? Seguro que no tardarían en venir a buscarle. Al fin y al cabo, estaban pidiendo la colaboración de todos los genin para la organización del nuevo orden...
Para Sasagani Yota, seguro que era un día raro de cojones.
Acababa de llegar a la aldea y nadie en la puerta le había preguntado nada. De aquí para allá multitud de personas cargaban cajas. Las casas de madera de la aldea tenían múltiples destrozos. Era como si alguien hubiera atacado la villa por la noche. ¿Quizás los Generales de Kurama?
Después de tanto tiempo, quién sabe las cosas que habrían cambiado. Pero por fin estaba en casa, y eso era bueno, ¿verdad?
¿Verdad...?
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
El poder y la fuerza, era lo único que respetaba y en lo que creía. Si alguien se implantaba y resultaba ser el más fuerte, es a quien seguiría, no tenía por qué ser fuerza bruta, al fin y al cabo elaborar estrategias y jugar sucio era una forma de fuerza más. Por mucho que le disgustara un combate a distancia, o los trucos e ilusiones que eran capaces de elaborar otros, era solo otra forma más de dicha fuerza. Podrían haber entrado, arrasado, dar un golpe de estado y a ella le hubiera importado poco; sería seguir las órdenes de otra persona y punto.
Pero su casa fue destrozada en el primer ataque, y por suerte su madre salió ilesa. Consiguió llevarla con las autoridades de la aldea, para que la escoltasen con el resto de civiles fuera de allí o a algún lugar seguro de la aldea. Pero ella quería encontrar al maldito cabrón que había organizado aquello.
¿Destrozar la aldea? Cada día se caía un muro nuevo debido a los combates ¿Dar un golpe de estado? Que el que estuviera a cargo asesinara a un par de altos cargos a sangre fría, y ya podían coronarse como la nueva Amegakure. ¿Pero qué su madre corriera peligro? Oh, no. De eso ni hablar.
Tras ser despertada, observaría como se marchaba aquel valiente gilipollas entre saltos con mucha alegría en el cuerpo. Que ganas de partirle las piernas, pensó. Se recompuso apoyándose en los escombros, y acariciando sus ropas para deshacerse de algo de polvo para observar como la aldea seguía sumida en caos. Seguramente se deslumbraría humo en la distancia, destellos provocados por técnicas de los ninjas de a aldea o de la guerrilla. Descendería saltando desde la zona en la que estaba hasta el suelo, gruñendo.
El día recién comenzaba para Koji, su despertador interno le había indicado que era hora de levantarse y hacer sus entrenamientos matutinos. Rápidamente algo llamo la atención del joven genin, el cielo estaba algo más oscuro de lo que pudiera ser normal, se asomo a la ventana y lo vio, humo, tanto humo como para nublar el cielo, y procedía de distintas zonas de la aldea. De pronto los altavoces de su zona de la ciudad hicieron un llamado: pidieron la colaboración de todo aquel shinobi que estuviese disponible para levantar el nuevo orden.
«¿Qué narices significara todo esto?, ¿nuevo orden...?, mierda la guerrilla.» El Kaguya sabia que un grupo revolucionario andaba tras la morikage, y por lo que decían por los altavoces, parece que lo habían logrado.
Los gritos empezaron a resonar desde las calles, casas y balcones, unos gritaban de alegría por el alzamiento del régimen, otros sin embargo parecían aterrados y desorientados. El muchacho estuvo un rato pensando en que podría hacer, había tenido suerte ya que su zona parecía alejada del resto del barullo, pero eso no significaba que estaba fuera de peligro. Por su parte no estaba dispuesto a apoyar a esos locos, primero porque, debido a su corta estancia en la aldea, no tenia nada en contra del gobierno actual, más bien al contrario, le habían recibido de buen agrado y eso lo agradecía. En segundo lugar y para él, lo más importante, habían atacado la aldea, y por lo tanto, herido a su gente. Si algo había aprendido de su abuelo, es que para ser un gran líder, lo primero es cuidar de los tuyos, alguien que gobierna a base de heridos y miedo no merece tener el control.
Rápidamente se vistió y decidió que lo mejor sería ir a buscar alguien conocido, o por lo menos, intentar pasar desapercibido mientras recababa información para saber como actuar.
Al salir a la calle, echo a caminar en busca de algo que aclarase sus pensamientos.
Después de tantos meses, uno se había imaginado su regreso a Kusagakure de mil y una formas diferentes, pero es justo reconocer que ninguna era como l,a que estaba experimentando. al parecer todo se había ido a la puta mierda. Para empezar la entrada no estaba ni vigilada por los guardias, nadie reparó en mi presencia y si hubiera sido un General de Kurama, me habría colado de la forma más sencilla posible.
Además, si uno alzaba la vista y observaba el panorama vería una aldea sumida en el más absoluto caos. Es posible que no quedase ni un solo edificio en pie. casos hechas trizas, la calle llena de restos y desperfectos. Al mismo tiempo, multitud de gente cargaba con cajas yendo a múltiples destinos.
— ¿Pero qué putas está pasando aquí?
Crucé ambos dedos índices formando un sello manual muy característico con forma de cruz.
— Eso me gustaría saber a mí. Estate atenta.
¡Plof! Una copia idéntica a mí apareció justo a mi lado y salió en dirección a las afueras de la aldea para buscar un sitio tranquilo y en el que pasar desapercibido. Una vez allí, se sentaría en el suelo con las piernas cruzadas, los codos sobre las rodillas y los ojos cerrados para empezar a recabar chakra natural. Toda precaución era poca.
— ¡Oye, tú! —dije, llamando la atención de la primera persona que se me pasase por delante— ¿Qué está pasando aquí? ¿quién nos está atacando?
¤ Kage Bunshin no Jutsu ¤ Técnica del Clon de Sombras - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos:Ninjutsu 70 - Gastos: 30 CK por clon, el chakra restante se divide entre el número total de clones al final de cada turno (la regeneración de chakra se divide entre el número de clones) - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Sello de clonación especial - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Similar a la técnica de clonación estándar, esta técnica crea clones del usuario. Sin embargo, estos clones son copias idénticas, no ilusiones ni imágenes. El chakra del usuario se distribuye equitativamente entre todos los clones creados por este método, dándole a cada copia una fracción equivalente del poder total del usuario. Los clones son capaces de realizar técnicas por sí mismo, de cualquier tipo, y pueden incluso sangrar, aunque se dispersarán ante tres golpes físicos cualesquiera o un ataque lo suficientemente fuerte (30 PV o más). Los clones también pueden dispersarse a la orden del usuario.
Cuando estos clones son creados, replican todas las armas no consumibles, pero sólo quitarán la mitad de daño. Es posible "pasarle armas" al clon al crearlo, en este caso el usuario pierde dichas armas de su repertorio y las posee su clon. Si el usuario tiene alguna técnica activa mantenida en el tiempo, deberá pagar de nuevo el coste de activación si desea que su clon también tenga dicha técnica activa. Además la regeneración del chakra se divide como corresponde.
Los clones de sombra no pueden ser diferenciados del original, ni siquiera con el Byakugan, ya que todas las réplicas y el original tienen exactamente la misma cantidad de chakra y no están hechas de ninguna otra sustancia. Los clones devuelven al original las experiencias recibidas al dispersarse, siendo útiles para entrenamientos que requieran mucho tiempo, y para enviarlos a misiones de espionaje o recogida de información. Sin embargo, también devuelven al original el shock emocional del recuerdo de un ataque recibido, aunque en menor medida. Los efectos negativos, como el del cansancio, o cualquier otra penalización a los atributos, pasan al original si el clon desaparece.
Debido a la forma en la que los clones son creados, el usuario debe dividir su chakra por igual entre él y sus copias, posible usando todo el chakra del que disponen rápidamente si hace demasiados clones. Además, se requiere bastante cantidad de chakra para poder hacer muchos clones. Si el usuario original queda con menos de 25 CK, todos los clones se deshacen. Para que los clones se coordinen entre sí y puedan realizar acciones combinadas, el usuario tiene que tener al menos 20 puntos de Inteligencia por cada clon creado. Todos los clones pueden usar hasta -25 CK, pero si alguno de ellos lo hace, la cantidad negativa de ese chakra también pasa al usuario, con lo que podría quedar inconsciente.
Los jinchuuriki son capaces de usar esta técnica hasta el extremo, ya que cuando se crea un clon se divide tanto el chakra del usuario como el chakra del bijuu disponible (y si en total el original tiene más de 25 CK, la técnica permanecerá activa). Sin embargo, no pueden utilizarse si se activan las capas de chakra de bijuu y no se controla a la criatura, pues la presencia del bijuu podría desestabilizar a los clones o tomar posesión del usuario. Incluso si el bijuu está controlado y dominado, si el usuario no tiene su favor podría aprovechar una fragmentación de más de un clon utilizando su chakra para tomar posesión de su cuerpo y liberarse.
Al contrario de lo que ocurre en el resto de las técnicas de clonación, los Kage Bunshin pueden pensar por sí mismos y, a pesar de estar separados, pueden sentir en cierto grado el dolor que sufra el original, ya que en el fondo siempre están conectados por un enlace microscópico de chakra. Si el usuario sufre un daño único de más de 50 PV, todos los clones desaparecen.
No. No podía ser. Tenía que salir de allí. Tenía que asegurarse que su familia estaba bien. ¡Y sus amigos! Tenía que protegerlos. Tenía que... Tenía que proteger a la aldea. Hizo amague de levantarse, pero el dolor le volvió a derribar. Su cuerpo estaba quebrado. Aún si pudiese ponerse en pie ¿cómo lucharía? Apretó los dientes, como si el ferviente deseo de salir a darle patadas a la Guerrilla fuese suficiente para curarse.
"No. No. Ranko. Calma. La señora Morikage tiene razón. Estás viva, y puedes actuar, y no aplastada bajo los escombros, inerte. La familia estará bien. Madre es fuerte, padre es inteligente, y Kuumi es muy versátil. Meme... Sé que mi familia la protegerá. Kazuma... espero que se haya recuperado bien. Yota... no lo he visto recientemente, espero que no se meta en problemas y sepa cuándo actuar. Lyndis..." Ranko suspiró. Su más reciente amiga y compañera de combate. ¿Dónde estaría? Pedía a los dioses que estuviese bien.
Por ahora, tenía que permanecer en calma.
La de la trenza se dirigió a la mujer. Sus ojos color miel parecían estar a punto de soltar lágrimas de preocupación, pero la expresión de su rostro parecía mantenerles a raya. Era la expresión decidida del Conejo Blanco.
—Seguimos sus órdenes, mi señora. —dijo, dispuesta a todo.
La preocupación invadió al boxeador, que sin mover un solo músculo para comprobarlo él mismo, no podía hacer más que preguntarse lo que estaba sucediendo exactamente en Kusagakure. ¿Qué había sido de la cafetería de Koku? ¿Y de sus padres? ¿El dojo Cereberus?
Tenía miedo y estaba muy, muy preocupado, pero Kusagakure no necesitaba más miedo. No necesitaba más preocupación. Necesitaba a Kintsugi.
Y Kintsugi los necesitaba a ellos.
— En... cuanto pueda levantarme... —Dijo. Todavía le dolía la cabeza y ahora empezaba a sentir náuseas y un muy fuerte mareo—. Estoy... a su completa... disposición...
Sin poder pelear más por mantener la consciencia, los ojos del peliverde se cerraron poco a poco. Ahora solo le quedaba descansar, pues en cuanto se levantase no tendría tiempo de hacerlo hasta que todo volviera a ser como antes.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
La sorpresa los sacudió con la fuerza de un martillo. Kintsugi podía verlo en las expresiones horrorizadas de Ranko y Daigo, podía leer sus desesperados pensamientos a través de sus ojos abiertos de par en par. Y podía ver su fuerte determinación, encendida como un violento incendio en sus corazones. Pero no siempre podían contar con su fuerza de voluntad, y su cuerpo les estaba mandando otro mensaje igual de urgente.
Kintsugi negó con la cabeza con suavidad.
—Mis órdenes es que descanséis —alegó, antes de señalarlos con las palmas de sus manos—. Entiendo vuestra frustración, pero miraos: tenéis varios huesos rotos y estáis llenos de contusiones. Sobre todo Daigo. No hay nada que vosotros podáis hacer ya, al menos, no ahora mismo. Habéis fracasado en vuestra misión.
Un tenso silencio acompañó a aquellas crudas palabras. Kintsugi no les estaba reprochando nada, pero aquella era una verdad que debían enfrentar. La Morikage les dio la espalda y su rostro se ensombreció.
—Ahora sólo podemos esperar a que ocurra un milagro en el exterior. O que termine de consumarse la tragedia. Sea como sea, no me rendiré. Soy la sucesora de Moyashi Kenzō. Fui elegida por su propia mano antes de morir, y no me rendiré sin luchar.
Por mi parte, y a no ser que Ranko y/o Daigo quieran añadir algo más, la parte de Kintsugi y estos dos Kusajines ha terminado. ¡Suerte por ahí arriba!
La sangre maldita de Lyndis le pedía pelea, sí. ¿Pero había alguien contra quien pelear? Todo el mundo parecía haberse rendido, o sido encarcelado, o asesinado. Que se supiera, Kintsugi había sido apresada. Hay quien creía que había muerto. La resignación era el sentimiento más general. Había que adaptarse al nuevo orden, ¿o qué alternativa tenían? La mayoría tenían familias a las que proteger. ¿Iban a arriesgar a sus hijos en el nombre de un orden que ya parecía muerto?
En Kusagakure habían habido muchas desgracias, repartidas a lo largo de la historia. También cambios de orden. Estaba en su naturaleza. Quizás...
...quizás había que aceptarlo.
Koji sintió este ambiente mientras se daba una vuelta por la aldea. Cerca de los enmascarados, todo el mundo parecía o bien hacer vida normal con el rostro desangelado o ayudarlos transportando cajas, arreglando desperfectos o moviendo papeles. Entre los que no, habían cuchicheos. Algunos decían que Kintsugi estaba muerta, otros incluso que había huído. Alguien, de vez en cuando, osaba atreverse a decir que había que resistir, pero eran muy pocos. Demasiado pocos.
Y sus compañeros chistaban para que se callaran cuando Koji pasaba por delante.
La primera persona que se pasó por delante de Yota fue un enmascarado. Sin mediar palabra, se quedó observándole durante unos segundos. Hizo una seña con la mano y atrajo la atención de dos enmascarados más. Estos desenvainaron lentamente sus espadas.
—¿Acabas de llegar? ¿Nombre? —exigió el del centro.
Lamento mucho el retraso. Intentaré ser más regular. Turnos libres durante 72 horas, pero tampoco seremos muy estrictos con esto. Después contestaremos o bien Kintsugi o bien yo según veamos.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
El imbécil que la despertó no debería estar muy lejos, así que al menos por haber interrumpido el sueño de una ogra, debería pagar por el mal despertar que había tenido Lyndis.
Lo perseguiría hasta alcanzarlo, con suerte en un lugar apartado y lo aplacaría con la necesidad de soltarle un puñetazo en la cara antes de hablar.
— ¡Eh, capullo! Si queréis tomar la aldea haced lo que queráis, mientras mi madre este bien, me da igual. Pero quiero ver si de verdad tengo que procesar algo de lealtad a una panda de revolucionarios con aires de grandeza. ¿Los fuertes mandan, no? ¡Pues demuéstrame que estáis por encima en la escala de poder!
El contraste era tan claro que a la vez resultaba desagradable y dantesco. En las mismas calles se podría encontrar a gente, que intentaba hacer vida normal, negocios en los que el dependiente estaba en la puerta observando el caos pero que a su vez atendía a la gente como si aquello fuera lo más normal del mundo. Y por otro lado, gente que intentaba defender su lealtad no a la villa, sino a Kintsugi y su gobierno.
Las ganas de cruzarle la cara a más de un enmascarado que se le cruzaba era lo único en lo que pensaba. Si tan orgullosos estaban de ese golpe de estado, de implantar un nuevo régimen y volver a hacer Kusagakure grande otra vez. ¿Para qué coño entonces usar unas máscaras? ¿Tanta vergüenza les producía los desastres que estaban haciendo?
Varios civiles parecían transportar en un principio recursos como si el humo de un par de calles más abajo no fuera con ellos. Como si las explosiones que podían distinguirse en la distancia o los flashes de luces no existieran.
Eran demasiados, y ni siquiera sabía si podría con uno de ellos. Tanto civiles como guerrilleros rumoreaban que Kintsugi estaba muerta. Si habían derrocado con tanta facilidad al emblema de la villa ¿qué podría hacer ella? Los Kages realmente parecía ser tan solo un titulo y poco más, una persona algo poderosa y ya. Kenzou en su momento hizo algo casi más propio de... Oh... Ser una Diosa suena bien.
¿Pelear por la lealtad o dejar que todo ocurriera? ¿Hacer caso a sus instintos o quedarse de brazos cruzados?
Debía quedarse quieta, solo se trataba de cambiar la persona que daba las órdenes, no tenía por qué haber más derramamiento de sangre. Pero si no lo intentaba antes con uno de aquellos tipos ¿entonces como sabía que eran de verdad más fuertes y no que simplemente estaban tomando un momento de oportunidad?
El primer tipo que se cruzó en mi camino fue un enmascarado al que vomité todas las preguntas que rondaban mi cabeza, rápidamente aparecieron un par más y los tres se quedaron como pasmarotes, supuse que mirándome, pero claro, las máscaras dificultaban el hecho de que pudiera percatarme de lo que pasaba de verdad en sus rostros.
— ¿Qué pasa? ¿es por la araña? no os preocupéis por ella, está domesticada
Pero ni siquiera un tono levemente bromista ante la araña que estaba sentada en mi cabeza fue suficiente para relajar la postura de los enmascarados. De hecho, desenvainaron sus espadas.
—¿Acabas de llegar? ¿Nombre?
— Sí, he estado de permiso fuera de la aldea unos meses —contesté en primera instancia.— Pero, ¿ves esto? significa que soy shinobi de Kusagakure y esto indica que no soy el primer paleto que podrías haberte cruzado —añadí señalando mi bandana y la chapa plateada que me acreditaba como chūnin.
La verdad es que todo me estaba resultando de lo más bizarro. empezaba a imaginarme cómo podía sentirse Juro en caso de haber vuelto a la aldea. De hecho, me sentía como un jodido extraño.
— Si lo que quieres es un nombre, soy Sasagani Yota, chūnin de Kusagakure y si no es mucho pedir bajad esas armas, por favor, no tengo ningún interés en pelear contra mis propios camaradas
Cada calle que el Kaguya recorría, no era más que otra que volvía a transmitirle esa sensación de angustia, de tristeza, incluso de agonía, la gente que aún caminaba libre por las calles, que no parecían ser demasiados, esbozaban en sus rostros una mueca que no transmitía nada, vacío, algo que a Koji empezó a minarle la moral rápidamente.
«Joder esto esta lejos de ser normal, esta gente necesita ayuda. Quizás si vuelvo al bosuqe pueda traer refuerzos del clan.» Pensó para sus adentros mientras trataba de buscar una solución que le permitiese ser útil.
«No, no es buena idea, si vuelvo ahora y les digo que el lugar al que me había ido para demostrarles lo seguro que era todo esta en guerra, es más que probable que el abuelo me ate a la cama y no me deje volver a ver el exterior del bosque.»
Mientras se debatía si debería volver a por ayuda o no, cayo en la cuenta de que no servía para nada pensar así, si las puertas eran inaccesibles, sería muy raro que en un atentado no hubiesen bloqueado las salidas. Pero si las salidas estaban bloqueadas tampoco podrían recibir ayuda. Sabia que la aldea no gozaba de la mejor de las reputaciones con respecto a las otras naciones, pero tampoco le cabía en su pequeña cabeza, que tan poco mundo había visto, que nadie les brindase una mano.
«Quizás debería dirigirme hacia la puerta de la villa, si lo hago en silencio tal vez no me vean y pueda pensar en algo para ayudar.»
Con esa, tal vez estúpida idea en su cabeza desinformada, Koji puso rumbo a la entrada de la villa, con la vana esperanza de que quizás la encontrase desprotegida y pudiese pensar en su siguiente movimiento.
27/04/2021, 19:04 (Última modificación: 27/04/2021, 20:15 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
En ocasiones no hace falta más que un exaltado para incendiar unos ánimos que parecían ya caídos en desgracia. En ocasiones no hace falta más que una aseveración silenciosa y contundente para demostrarle a alguien que algo malo está sucediendo. En ocasiones, basta con estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Koji llegó cerca de la puerta de la villa. Allí, se encontró con Yota, a quien apuntaban dos enmascarados con dos espadas. Otro, en el centro, levantó la mano y les indicó que esperaran.
—Eso me parece muy bien, pero tenemos que aclarar algunas cosas antes —dijo—. Seré directo: el antiguo orden ha muerto. La democracia ha vuelto a Kusagakure. Si eres leal a Kintsugi, ríndete o muere. Si eres leal a Kusagakure, harás bien en ayudarnos a reconstruir los desperfectos y a poner or...
Justo en ese instante, una persona con el pelo plateado y mucha, pero que MUCHA mala hostia entró en escena aparentemente de la nada y le propinó un puñetazo en la cara al ninja que había avanzado hacia Yota interpelándole.
La reacción fue inmediata.
Algunos ninjas apartados que cargaban cajas las tiraron al suelo se acercaron corriendo y comenzaron a apedrear a los enmascarados, que sin mucho éxito trataban de defenderse. El enmascarado central se levantó y se adelantó hacia Lyndis, tratando de apuñalarla con un kunai. Por algún motivo, alguien empujó a Koji al suelo, y eso que no había hecho prácticamente nada. Estaban a punto de pisarle la cara con una suela de zapato.
Kusagakure se había vuelto a encender. Otra vez.
Y todo lo que había hecho falta había sido un sólo puñetazo.
El espíritu de Kusagakure jamás moriría.
Lo siento, hemos estado demasiado tiempo parados. Vuelta al ruedo, vamos a finiquitar la trama con estilo y con acción.
¡Mil perdones!
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
27/04/2021, 20:35 (Última modificación: 27/04/2021, 21:06 por Zhaoren Lyndis. Editado 3 veces en total.)
— Pelea pelea pelea pelea. PELEA. PELEA. PE-LE-A. P E L E A. — decía para ella misma, comenzando en un murmuro y acabando a grito pelado.
Por fin localizo al capullo que le había despertado, llevaba un rato persiguiéndolo y le había perdido la pista en varios cruces, por lo que se vio forzada a subir a lo alto de los edificios. Tras tanto rato sin que pudiera responder a sus preguntas, había acumulado suficientes ganas de combate, y más cuando en sus alrededores algunos estaban combatiendo ya. Pero ella tenía un objetivo claro al que quería dirigirle el primer golpe.
Con toda la velocidad que pudiera llegar a alcanzar apareció propinándole un buen golpe en la cara a aquel tipo, un ataque imparable que con suerte lo desestabilizaba y lanzaba un par de metros atrás. Lo que se conocía popularmente como un "gesto de hospitalidad y saludo" en aquella tierra. Si era un kuseño de verdad, no le molestaría haber recibido el primer golpe al no haber estado lo suficientemente atento.
La joven de cabellos plateados mostraba una sonrisa de oreja a oreja y una mirada desafiante llena de confianza. El día anterior le costó contenerse y solo lo hizo por poder ayudar a su madre, pero ahora podía combatir hasta quedarse sin fuerzas.
— ¡Por fin te pillé, pedazo de trozo de mierda! — Chocaría uno de sus puños contra la palma de su otra mano saltando de estos algunas chispas mientras hizo un gesto con el cuello para crugirlo en un suave chasquido, sin prestar atención a todos los que se habían juntado en la entrada. — Un nuevo orden, Kintsugi, democracia. Blablabla. Me parece muy bonito todas esas gilipolleces, pero si no podéis contra un par de genins rasos no podéis exigir gobernar nada. ¡Asi que ven aquí, y demuéstrame que tengo que deberos lealtad a una panda de capullos que si tan orgullosos están de lo que hacen, por el contrario ocultan sus rostros! ¡O TE PIENSO DEJAR TODOS LOS DIENTES CONTRA EL BORDILLO DE LA ACERA!
Sin perder un instante, se recompuso de un salto sacando un kunai, dispuesto a apuñalarla. Pero para eso tenía que tocarla, y si la tocaba, estaría lo suficientemente cerca como para poder calzarle otro puñetazo a la cara sin perder la sonrisa pese al arma clavada en el brazo que uso para defender sus partes vitales.
- Daños: +10 PV al daño por taijutsu básico - Efectos adicionales: - - Carga: 2 (+1 por cada multiplicación) - Velocidad: - - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo, el golpe causa daños en 3 metros a la redonda
La fuerza inhumana de los Onis es capaz de ser transmitida con esta simple técnica. El usuario se vale de su sangre maldita para cargar una de sus extremidades con suficiente chakra para liberarlo en el momento del impacto. Una mayor cantidad de chakra desembocará en una mayor capacidad destructiva.
Al potenciar alguna parte del cuerpo, esta emite una pequeña aura rojiza que puede servir de advertencia para enemigos suficientemente perspicaces, pero esta no se liberara hasta que llegue a golpear algo. Movimientos como llaves solo lo activaran si estos participan activamente: Una llave con las piernas no provocaría el daño si está activa en los brazos aunque se usen como apoyo para ejecutarla.
"Todo el mundo tiene un plan, hasta que le partes los dientes"
28/04/2021, 12:39 (Última modificación: 28/04/2021, 12:39 por Sasagani Yota.)
—Eso me parece muy bien, pero tenemos que aclarar algunas cosas antes
Arquee una ceja ante el fanfarronerio del capullo que tenía enfrente.
Seré directo: el antiguo orden ha muerto. La democracia ha vuelto a Kusagakure. Si eres leal a Kintsugi, ríndete o muere. Si eres leal a Kusagakure, harás bien en ayudarnos a reconstruir los desperfectos y a poner or...
Ni siquiera tuvo tiempo de acabar de soltar todas aquellas gilipolleces que del cielo llovía alguien y le propinó una señora hostia que lo envió directo a besar el suelo.
— Hostia puta
Un nuevo orden, Kintsugi, democracia. Blablabla. Me parece muy bonito todas esas gilipolleces, pero si no podéis contra un par de genins rasos no podéis exigir gobernar nada. ¡Asi que ven aquí, y demuéstrame que tengo que deberos lealtad a una panda de capullos que si tan orgullosos están de lo que hacen, por el contrario ocultan sus rostros! ¡O TE PIENSO DEJAR TODOS LOS DIENTES CONTRA EL BORDILLO DE LA ACERA!
— Así me gusta, kusajines con un buen par de huevos, vamos a darles a estos capullos lo que se merecen
Poco hizo falta para que Kumopansa se viese envuelta por la necesidad de repartir hostias. en otra situación quien sabe qué postura hubiese adoptado, pero estaba claro que Kusagakure había sido sitiada y alguien estaba realizando un golpe de estado.
«Democracia, ¿eh?»
— Las mayores desgracias de la humanidad se han hecho en nombre de la democracia. Vas a tener que matarme, jamás me uniré a tu causa
Poco después el tipo se levantó y trató de apuñalar a la muchacha peliplateada. Sin apenas pedir permiso, Kumopansa saltó de mi cabeza y se puso justo encima de la mascara del tipo, molestando y finalmente dando un mordisco en el cuello de tal forma que Lyndis podía limitarse a evitar el ataque del tipo o darle un nuevo galletazo.
Yo por mi parte me percate de dos cosas. Los kusajin que estaban siendo exclavizados al ver aquello dejaron lo que estaban haciendo y empezaron a apedrear con lo que pillaban a los enmascarados y, por otra paorte, cerca de allí, alguien había empujado a Koji dispuesto a pisarle la cara. Me moví rápido y cargué contra el agresor, también enmascarado con una patada en la boca del estomago.
— Me alegro de verte, Koji-san. Te necesito. Kusagakure también. Es hora de luchar
Cerré el puño y le di un golpecito en el pecho, buscando su complicidad y colaboración.
Kumopansa, por su parte, saltó de la cabeza de aquel tipo y buscó refugió en la de lyndis, posándose encima de ella.
— Me gustas, tronca. Puedo confiar en ti, ¿no?
Estado de Yotita
• PV:
220/220
–
• CK:
250/250
–
• PV Kumopansa:
60/60
–
• CK Kumopansa:
80/80
–
Fuerza: 40
Resistencia: 60
Aguante: 40
Agilidad: 60
Destreza: 50
Poder: 60
Inteligencia: 40
Carisma: 20
Voluntad: 40
Percepción: 60
Portaobjetos [Muslo derecho][9/10]
Hilo shinobi (30 metros)
Kemuridama x1
Hikaridama x1
Pack de 5 cascabeles
Sello explosivo clase C x1
Shuriken x2 (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo)
Esposas supresoras de chakra
Juego de ganzúas
Kumo no Kaori
Fuuma Shuriken x1 25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto(En el cinto por el costado izquierdo)