Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
28/07/2017, 05:54 (Última modificación: 31/07/2017, 15:59 por Amedama Daruu.)
Taeko había pasado unas semanas alternando de entrenamiento a descanso, y no había hecho mucho por avanzar en su currículum como kunoichi. Sentía la necesidad de hacerse más fuerte, y que le hacía mucha falta endurecerse y mejorar bastante sus habilidades. Y por si fuera poco su retraso laboral, había pasado las últimas dos semanas enferma,
De cualquier manera, aquel día, no tan soleado como otros pero sin nubes negras, se despertó temprano sintiéndose de maravilla, y se vistió prontamente. Llevaba un hanfu rosa suave con adornos de flores, y un pantalón negro debajo. Su obi era violeta, al igual que la cinta de su coleta. Desayunó una tostada y algo de fruta, e hizo algunos calentamientos un poco antes de ponerse en marcha (no sin avisarle previamente a su mamá, por supuesto). Claro que luego regresó y pasó varios minutos escribiendo una nota especial para mostrar a donde iba.
Su destino no era otro que el edificio más importante de Kusagakure no Sato, el edificio del Morikage. El solo caminar a la sombra de aquella construcción intimidó a la peliplateada. Después de tomar valor a bocanadas y de repasar lo que diría, entró. Alguno que otro ninja de alto nivel rondaba el amplio y elegante recibidor, recibiendo sendas reverencias respetuosas y tímidas de parte de Taeko.
Después de algunos minutos de admirar los muebles y las paredes de bambú como si fuesen de diamante, Taeko se acercó a un mostrador donde atendían distintos ninja de la Aldea. Con la respiración acelerada por los nervios, se detuvo frente a él.
Le dedicó una reverencia a quien le atendía. Luego, con manos firmes pero nerviosas, extrajo la libretita de entre sus ropas y enseñó la nota que había preparado en casa.
≫Muy buenos días tenga usted.
Me llamo Kikazura Taeko, y soy una genin. Quisiera de la manera más atenta solicitar una misión D de acorde a mi nivel.
Gracias.
Esperaba que no fuese demasiado formal (o lo contrario) para quien fuese que estuviese repartiendo misiones.
Tragó con dificultad, esperando respuesta de la persona recepcionista. No sabía si era miedo o emoción lo que hacía latir tanto a su pecho.
Aquel día me levanté como si fuera un día más en la oficina. Y así debió ser. Ya habían pasado unos días desde la misión en los dojos con Izumi y lo cierto es que los largos días de entrenamiento me aburrían haciéndome entrar en la peligrosa monotonía así que.. ¿Qué mejor que una misión para cambiar de aires? Y no solo eso, sino ara ayudar a la aldea, sacar trabajo y ser útil de la mejor forma posible.
Así que eso fue lo que hice. Tras vestirme y llevarme algo a la boca que comer me dirigí al edificio emblema de la aldea. El edificio del Morikage. Lugar en el que además de trabajare el propio Morikage, se asignaban las misiones que realizaban los ninjas de Kusagakure. El mismo lugar donde me dieron mi primer encargo, aquel que hice con Izumi. Accedí a aquel gran dojo improvisado y lo primero que vieron mis ojos fue una muchacha, bastante joven, presumiblemente cercana a mi edad o eso parecía. Lucia una coleta blanquecina y en vez de hablar se había dispuesto a enseñarle una libreta a quien fuera que estuviese al otro lado del mostrador para atenderla. Así que me acerqué.
— Esto, perdón... Buenos días... solo venía a por una misión —dije entre sonrisas, mirando de reojo a la chica del hanfu rosa.
Soy Daruu. Tomaré esta misión como parte de mis huecos principales.
Asímismo me gustaría informaros de que he cambiado el título del tema a uno más acorde a lo que va a acontecerse durante la misión. Ni qué decir tiene que tenía planeado algo desde hace mucho, mucho tiempo para lo que este nombre me viene de perlas, así que hace varias semanas le pedí permiso a Taeko para utilizarlo.
Gracias, Taeko.
Espero que todos tengamos una agradable trama de rol con muchas sorpresas y espero que construyamos una agradable lectura para el resto del foro.
¿Que por qué, preguntáis? Veremos...
PD: Taeko, agradecería que no utilizases la expresión del título onrol, puesto que es más que probable que aparezca, sino en esta trama, en alguna posterior. Muchas gracias, por esto y de nuevo por dejarme utilizar el título. Empecemos.
Desde que habían entrado en el edificio, los muchachos se habían percatado de que, sin duda, algo no iba bien. Los encargados viajaban de un lado para otro cargados de papeleo y todo el mundo parecía hablar en voz muy alta y estar muy enfadado. Todos menos el secretario encargado de las misiones, que parecía más bien desesperado, apoyada su cabeza en ambas manos, que a su vez se apoyaban con los codos en la mesa. Se daba golpecitos en la sien, inquieto. Toc, toc, toc.
Pese a que tenía las notas de Taeko delante de la cara, no se percató de la presencia de la muchacha hasta que el otro genin hizo acto de presencia y blandió un arma contra el silencio ruidoso al que sus oídos se habían acostumbrado.
—¿Oh? ¡Oh! —se sobresaltó—. Perdonad, perdonad. Es que estamos buscando dos ninjas más para una tarea muy importante, pero tenemos a todo el mundo ocupado en algo y... Ay, claro. Pobres. Pero vosotros sois genin, no creo que... No creo que...
Se mordió el labio inferior. Un compañero de papeleos que pasaba apurado al lado suyo silbó para llamar la atención.
—Kenzou-sama acaba de dar la orden: da igual que sean genin, necesita a dos compañeros más para el grupo de investigación. Sí, eso, por lo del chakra. Que suban.
El encargado que les atendían asintió con determinación.
—Está bien. Chicos, el Morikage está buscando apoyos para una incursión de investigación secreta de ANBU. Tenéis que subir a la terraza, más allá del piso del despacho. ¡Rápido, por las escaleras! Es bastante urgente y no encontramos a nadie más.
Justo después de que llegara Taeko, un chico de piel morena y cabello claro arribó al lugar. Parecía tener el mismo objetivo que la peliplateada, pues pidió una misión de manera muy sencilla.
”Creo que me complico mucho…” pensó mientras miraba su nota súper formal. Taeko le dedicó una sonrisa y un saludo con la cabeza a su compañero.
Sin embargo, el ninja que atendía en el mostrador reaccionó de manera repentina ante el chico rubio, sacando un arma y haciendo que Taeko diera un saltito. Cuando explicó que todos estaban ocupados con algo, la chica miró a aquellos que pasaban por la estancia. En efecto, al entrar había notado el rápido flujo de personas de una habitación a otra, mas no se había dado cuenta de lo tenso que parecía estar el ambiente. Se había distraído con la arquitectura del lugar, pero ahora podía ver el rostro de seriedad y preocupación de la mayoría.
Al parecer necesitaban a dos personas lo más pronto posible, pero no bastaba ser genins. Taeko estuvo a punto de escribir una nota diciendo que estaba bien, que tal vez en otro momento; pero la información que intercambió el encargado con uno de sus compañeros la dejó anonadada.
”¡¿Eh?! ¿Una misión de investigación? ¿Secreta? ¿Con los ANBU? No, ¡esto es demasiado para mí! ¡Es mucho para mi primera misión!”
Taeko se acaloró casi al momento. Su rostro enrojeció y su pulso se aceleró. Comenzó a agitar la mano, como intentando rehusarse, pero el encargado los apuró, diciéndoles que era urgente y no encontraban a nadie más. La pelirroja asintió al instante, como un reflejo y casi sin querer, agradeciéndole al hombre con varias reverencias y poniéndose en marcha casi sin saber cuál era el camino. Solo siguió las escaleras, subiendo todo lo posible, hasta la terraza.
Antes de salir, sin embargo, se detuvo. Estaba tan nerviosa que no se había dado cuenta de si el chico rubio la seguía. De no ser así, esperaría unos momentos hasta que ambos estuviesen juntos.
”Eso si no tomé el camino equivocado…” pensó. Se preguntó si el corazón del chico latiría tan rápidamente como el suyo. Su primera misión, y estaría ayudando a los ANBU. Su madre definitivamente se preocuparía bastante por ella.
Luego saldría a la terraza, dejando su destino en manos de los dioses.
Fue después de preguntar que empecé a darme cuenta de que algo iba mal. El recepcionista ni siquiera se había percatado de la presencia de la muchacha y fue cuando yo abrí la boca que salió de ensimismamiento, algo sobresaltado, aunque no aprecia tener anda para nosotros.
Perdonad, perdonad. Es que estamos buscando dos ninjas más para una tarea muy importante, pero tenemos a todo el mundo ocupado en algo y... Ay, claro. Pobres. Pero vosotros sois genin, no creo que... No creo que...
Sin duda todo indicaba que habíamos escogido un mal día para ir a solicitar trabajo. Así que sería mejor volver al cabo de unos días a probar suerte.
— ¿No hay nada que poda..
Alguien silbó, llamando la atención de todos, incluso del recepcionista.
—Kenzou-sama acaba de dar la orden: da igual que sean genin, necesita a dos compañeros más para el grupo de investigación. Sí, eso, por lo del chakra. Que suban.
—Está bien. Chicos, el Morikage está buscando apoyos para una incursión de investigación secreta de ANBU. Tenéis que subir a la terraza, más allá del piso del despacho. ¡Rápido, por las escaleras! Es bastante urgente y no encontramos a nadie más.
— ¿Q-qué? ¿Trabajaremos con... ¡Los ANBU!?respondí absolutamente sobresaltado. Sencillamente no daba crédito— Vamos antes de que se lo piensen dos veces
Lo segundo iba dirigido a la muchacha que tampoco se lo había pensado demasiado y para cuando me di cuenta ya estaba subiendo las escaleras que mencionó el encargado, aunque se dio media vuelta para ver si la seguía, así era.
— ¡Oye, oye! Espera un segundo — Me puse a su lado y ambos nos pusimos a ascender las escaleras en busca de la terraza— ¿Cómo te llamas? Yo soy Yota
Aunque me preguntaba si estaría tan jodidamente nervioso como yo. Desde luego mi voz me traicionaba.
— Mi mamá va a flipar cuando le diga que he trabajado con el cuerpo ANBU
Bajé la cabeza, algo reflexivo. De pronto se me vino a la cabeza papá.
*Tu también estarías orgulloso de mí, espero que lo estés allí donde te encuentres*
31/07/2017, 18:52 (Última modificación: 31/07/2017, 20:01 por Amedama Daruu.)
Importante: esta trama ocurre un tiempo después del Torneo de los Dojos. Sea como fuere y en el mes que eso ocurra, evitemos menciones a los eventos que pudiesen ocurrir en esa saga, por favor.
Lo que sucedería a continuación tenía muy pocos precedentes, de modo que sentémonos con tranquilidad, tomemos un buen tazón de café, té, chocolate, la bebida más barata del mercado o cualquiera que sea el brebaje social que decidamos que nos guste. Acompañémoslo de un buen pedazo de pastel, por ejemplo, de fresa, que dadas las circunstancias sería bastante apropiado. Porque lo que os voy a contar hoy implicaba a bastante gente...
...como estaban a punto de comprobar los genin que subieron el último peldaño de la escalera, y se encontraron con aquél espectáculo casi sobrenatural.
Para empezar, había gente muy importante. Esto no debía ser una sorpresa para nuestros queridos genin, claro que no. Al fin y al cabo estaban esperando encontrarse con nada más y nada menos que con integrantes del grupo de ANBU. La sorpresa era que... no se trataba de gente de ANBU.
Eran kages.
Esto tampoco debía de ser una sorpresa, porque iban a tener una audiencia con el Morikage desde que habían pisado el primer escalón. La sorpresa era que... el número de kages ascendía por encima de uno.
Además, como ya he dicho, había mucha más gente, sentada con las piernas cruzadas en el suelo de madera de la terraza en tres grupos ordenados por países, o por aldea, formando un círculo abierto. A algunos, quizás, los conocían. A otros, quizás no tanto. Empecemos:
Por un lado, al oeste, como si en aquella reunión se hubiera trazado un mapa imaginario, se encontraba la Arashikage, con el ceño fruncido y los brazos cruzados; ahora les miraba casi atravesándolos con los ojos. Estaba acompañada de una mujer de ojos verdes y cabello azul que vestía un gorro de lana gris, una máscara de gas y el chaleco de Amegakure sobre un mono simple de color azul oscuro. Si hubieran llegado antes de las presentaciones, sabrían que se llamaba Shanise, y era, ella sí, una importante miembro de ANBU de la aldea.
A ambos lados y un poco atrás habían dos genin, uno de ellos sentado formalmente pero con aparente nerviosismo y la otra sin poder disimular ni una gota del mismo. Uno de ellos era un muchacho llamado Mogura, y la otra, una kunoichi llamada Ayame.
El este, como en el mapa, lo ocupaba Uzushiogakure. En una posición formal nada apropiada para ella y con un ceño aún más fruncido que el de Yui se encontraba Gouna, la Uzukage. No les miraba: tenía la cabeza agachada y mantenía los párpados cerrados. Se golpeaba el brazo con un dedo, con impaciencia, o con preocupación, o con ambas. A su lado se sentaba un hombre que un poco más y ocuparía media habitación. Tenía una presencia imponente y el mismo rostro impaciente que Gouna. Era un shinobi gordo vestido con un kimono naranja y un cinturón negro y ancho, con el cabello largo y de color negro; tenía dos dibujos en zigzag de color dorado en la mejilla. Su nombre: Akimichi Yakisoba. Llevaba un bo de madera más alto que él si cabe, y se podría decir que, en proporción, era grueso.
Sentados detrás de ellos y casi sin poder ver —Yakisoba les tapaba la vista— habían dos miembros de un famosísimo clan: Uchiha Akame, y Uchiha Datsue, amigos y compañeros de extraña situación, jamás se hubieran imaginado algo como aquello.
Y finalmente, en el centro se encontraba Kenzou, acompañado de un extraño vestido con un uwagi verde y un pantalón azul marino, que tapaba su rostro con un kasa de paja. Lo único que se veía de él eran dos cosas: su pelo largo de color azul cielo exótico, recogido en una coleta baja que llevaba caída por delante de lo hombros, y sus exhuberantes y pobladas cejas, encrespadas, que se había dejado crecer tanto que salían por los laterales del kasa. Senju Yubiwa siempre llamaba la atención.
Vista la disposición de los demás, era evidente cual era el puesto que Taeko y Yota debían ocupar.
—¡Oh, Yota-kun, Taeko-chan! —Sonriendo afablemente, Kenzou les indicó que fuesen hacia él—. Creía que Kusagakure no encontraría hoy dos ninjas para apoyar la misión.
Turno libre. Todos los participantes deben contestar en 72 horas. De lo contrario, saltaremos el turno a quien sea. Si esto sucede en medio de la acción, el participante saltado reiteradamente podría morir o sufrir... accidentes.
Debéis rolear vuestras apreciaciones personales durante el viaje a Kusa y vuestras observaciones, nada más, aunque salga corto si creéis que hay poco que decir. No sabéis nada todavía, sólo que os han llevado con los kages y esta gente de altísimo rango por algún motivo. También podéis rolear la situación, simplemente.
Taeko y Yota deben rolear también sus apreciaciones y tomar asiento.
Por motivos evidentes, me veo obligado a NO tomar esta misión con mis huecos de rol y tomarla con Sama-sama.
Sigo siendo Daruu, haré de webmaster esta ocasión.
Participantes
- Taeko
- Yota
- Mogura
- Ayame
- Datsue
- Akame
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31/07/2017, 19:53 (Última modificación: 31/07/2017, 19:55 por Aotsuki Ayame.)
First, noobs
Ni en uno de sus más extraños sueños podría haber llegado a imaginar lo que estaba sucediendo. De hecho, tenía unas imperiosas ganas de pellizcarse el brazo, sólo por comprobar que de verdad no estaba soñando, pero sabía que no era el comportamiento más adecuado cuando estaba ante la presencia de los tres Kage de las tres principales aldeas shinobi, y sus ninja de confianza, y en otra aldea que no era Amegakure. Y es que, si le hubieran dicho varios días atrás, cuando había ido a pedir una misión en solitario para suplir el tiempo mientras su hermano y sensei y Daruu estaban ocupados con otras cosas, que la misma Arashikage iba a requerir de sus servicios en una misión de alto secreto en Kusagakure, desde luego habría soltado una buena carcajada.
Pero allí estaba, después de un largo viaje en el que habían tenido que dar un pequeño rodeo para tomar el Túnel del País de la Tormenta y que les ahorraría un buen tiempo de viaje; acompañada por Yui-sama, otra ninja a la que no conocía pero que se había presentado como Shamise y que a todas luces parecía ser una kunoichi de alto rango y Moputa, el genin que una vez la ayudó con el examen de genin. Sentada con las piernas cruzadas y los puños apretados contra las rodillas en un vano intento por contener el nerviosismo que sentía. Se removió, inquieta, mientras miraba a su alrededor.
Enfrente de ellos estaban los representantes de Uzushiogakure. La nueva Uzukage tras la muerte de Shiona, Uzumaki Gouna, que aguardaba con impaciencia con los ojos cerrados mientras se golpeaba el brazo con uno de sus dedos. Iba a acompañada de un hombre sobrenaturalmente corpulento, tanto de musculatura como de corpulencia. Tal era su volumen que casi tapaba a los dos genin que, como ellos, estaban sentados detrás. Patsue era uno de ellos, pero el otro, aunque le sonaba de haberlo visto durante el torneo, no terminaba de ubicarlo en sus recuerdos.
A su izquierda, y ocupando el puesto central, el Morikage estaba acompañado de otro hombre bastante más joven que él que llevaba el rostro oculto entre las sombras de su kasa y del que sólo se podían ver sus cabellos, largos y de color cielo, y sus descomunales cejas, que sobresalían por debajo del mismo.
Todos ellos estaban esperando la llegada de los dos genin de Kusagakure, que debían tomar sus posiciones tal y como habían hecho todos los demás.
Y con aquella tensión en el ambiente, la espera se hizo tortuosamente larga... Hasta que la puerta de entrada a la azotea se abrió.
«¡Es Taeko-san!» Reparó Ayame, con radiante felicidad, al reconocer a la jovencita de cabellos plateados que iba ataviada con un elegante hanfu rosa adornado con motivos florales. Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo por no levantar la mano y salirse del protocolo, pero se permitió el lujo de dirigirle una alegre sonrisa y una leve inclinación de cabeza.
Al otro chico no lo conocía de nada. Era moreno de piel pero cabellos platinos, e iba vestido con colores increíblemente llamativos.
—¡Oh, Yota-kun, Taeko-chan! —les dijo Kenzou, con una afable sonrisa, que les invitó a acercarse y tomar sus posiciones—. Creía que Kusagakure no encontraría hoy dos ninjas para apoyar la misión.
31/07/2017, 21:07 (Última modificación: 1/08/2017, 19:44 por Uchiha Akame.)
Cuando las puertas se abrieron y los dos últimos integrantes de aquella reunión de celebridades —y un puñado de gennin— subieron las escaleras, Akame tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no soltar una pedorreta en el acto. Todavía más le costó no acercarse ligeramente a Datsue, que estaba sentado junto a él, y decirle algo como; «¡Vaya vaya, Sasagani Yota! El kusareño cobarde que decidió quedarse en el barco por "problemas intestinales" en lugar de acompañarnos en aquella maldita isla...» Akame había descartado la posibilidad de que aquel tipo hubiese sabido algo de antemano, pero aun así no le faltaban ganas de darle una buena tunda. Probablemente con otro par de manos, las cosas hubiesen sido más fáciles.
Su mente volvió a la realidad cuando escuchó la potente pero afable voz del Morikage saludando a los recién llegados. Como si de repente hubiese sido consciente de dónde estaba —y, más importante, en compañía de quién— y temiese no ser lo suficientemente formal, el Uchiha se irguió como una estaca y puso ambas manos sobre sus pantalones pesqueros de color arena. Llevaba también una camisa de cuello alto y mangas largas, de color negro y con el símbolo del Clan Uchiha a la espalda; y sus efectos personales colgando del cinturón.
Una brisa fresca meció su melena negra, recogida en una coleta que le llegaba hasta la baja espalda, cuando el muchacho les dedicó a los recién llegados una cortés reverencia. Luego, su mirada azabache pasó a analizar —por sexta o séptima vez— al resto de la comitiva.
Primero, justo frente a ellos, descansaba la delegación de la Aldea Oculta de la Lluvia. Pese a que Akame hubiese esperado encontrarse a tipos raros como Daruu, Kaido o Aiko —y a que la Arashikage hacía honor a aquella creencia que el Uchiha tenía sobre la gente de Ame—, lo que se encontró fue con una muchacha de rostro pálido y expresión cándida y con Manase Mogura, un gennin bastante avispado y formal.
Por parte de Uzushiogakure estaban ellos dos, los Uchiha, como ya les habían empezado a llamar por su desbordante camaradería. La Uzukage, Uzumaki Gouna, y el fallido proyecto de Uzukage, Akimichi Yakisoba. Al principio, cuando los hicieron llamar, Akame había temido que hubiesen contrariado a Gouna de alguna manera y fuesen a compartir el destino de Zoku...
¡Pero al final, había resultado ser todo lo contrario! «Una misión de rango S, en Kusagakure y con el apoyo de todas las Aldeas. ¡Por los dioses, que al fin se reconocen mis méritos! Lo que no tengo claro es qué hace Datsue-kun aquí» pensó Akame, y al instante sonrió, mirando de reojo a su compañero.
Puestos a embarcarse en otra alocada aventura... ¿Con quién mejor?
Por alguna razón, el que el chico de piel bronceada, llamado Yota, pareciera tan nervioso como ella, calmó un poco a Taeko. Quizá la empatía de uno con el otro hizo que ambos se sintieran mejor.
La peliplateada le obsequió un par de reverencias a modo de disculpa por haberse ido tan rápidamente, y le dedicó una nota.
≫Mucho gusto, Yota-san. Yo soy Taeko.
¡Qué nervios! ¿De qué tratará la misión?
Podría haberse quedado a discutir la absoluta sorpresa de trabajar en una misión secreta con aquel chico rubio, pero algo le dijo que no debía de perder más tiempo. Asintió en dirección a su compatriota y luego agitó la cabeza hacia la puerta que daba a la terraza.
Al salir, se quedó inmóvil. La escena que tenía ante sus ojos la abrumó, haciéndola hiperventilar por un momento, y mandando un escalofrío por su espalda.
Había mucha gente en aquella terraza. Por un lado una atemorizante mujer de piel clara y cabellos negros, con una marca de Amegakure directamente en la piel de su frente. Por otro, una fémina pelirroja que se mostraba tan impaciente que parecía estar a punto de estallar. Entre ellas, un rostro ya conocido, aunque pocas veces visto, el risueño Morikage Moyashi Kenzō.
A pesar de las diferencias en sus expresiones, los tres irradiaban un aura de poder y autoridad, reflejado en quienes seguían a cada persona: una mujer con un gorro gris, un hombre enorme en cuestión tanto de cuerpo como de presencia, y un varón con el rostro oculto por una sombrilla.
”No… No puede ser… ¿Acaso esas mujeres son…? ¿La… La Arashikage y la Uzukage?” Taeko se paralizó por un momento. No era muy versada en cuanto a ninjas de otro lugar, pues pocas veces le interesaba. Sabía que la Arashikage se apellidaba Amekoro, aunque no recordaba su nombre de pila. Y sabía que era terriblemente fuerte. Sobre la Uzukage solo había escuchado que había muerto hacía no mucho, y la actual líder era del mismo clan. Taeko tragó saliva, intimidada por aquellos poderosos ninjas.
Sin embargo, una vista rápida a la Arashikage la calmó: dos personitas conocidas y queridas para Taeko estaban sentadas detrás de la fémina. La brillante sonrisa de Aotsuki Ayame disipó algo de su nerviosismo, y el impecable peinado de Manase Mogura le inspiró paz, de alguna manera. Taeko les dedicó a ambos una suave sonrisa y un leve saludo con la cabeza. Pasase lo que pasase, al menos estaría en compañía de personas que sabía eran buenas. Por el lado de la Uzukage vio, con dificultad, pues el inmenso hombre los tapaba casi totalmente, a un par de jóvenes ninjas de cabellos oscuros.
Miró brevemente a Yota, y luego siguió al saludo del Morikage y su gesto, invitándolos a sentarse con él tal como los otros ninjas menores con sus líderes. La peliplateada inclinó profundamente ante Kenzō, luego ante la Arashikage y después ante la Uzukage. A paso tímido pero no lento, se acercó más al Morikage y sentó en diagonal detrás de él, quedando del mismo lado que la comitiva de Amegakure.
”OH POR TODOS LOS DIOSES. ¡Es en serio una misión S! ¡Con ANBU (creo) y Kages y ninjas de otras aldeas! ¿Cómo podría ayudar una simple genin como yo? ¡Y en mi primera misión! Oh, madre ¿qué me aconsejarías en este momento? ¡Seguramente te pondrías muy mal! Es bueno que sea una misión secreta, entonces… ¡Debo de concentrarme! ¡No debo dejar que la emoción me domine!”
Si los presentes hubiesen podido escuchar la mente de Taeko, tal como aquella rubia hizo en tierras lejanas, habrían oído agudos grititos de la emoción. A pesar de ello, Taeko intentaba mantener una expresión seria y formal, aunque su rostro estuviera rojo como un tomate.
¿Todo en manos de los dioses, no? Pues parecía que a los dioses se les había pasado un poco...
Lo único que hizo Taeko ante mi pregunta fue extender una nota en la cual me indicaba su nombre y hacía saber lo emocionada que estaba ante la misión pero...
— ¿Por qué la nota? ¿acaso se te ha comido la lengua el bijuu? — pregunté totalmente extrañado.
Pero fue en vano, la muchacha ya se había adelantado definitivamente y ya se encontraba en la terraza a la que debíamos acudir. No me quedaba otra que seguir sus pasos y no hacer esperar al Morikage o a quien fuese que estuviese allí arriba. aunque cuando crucé el umbral de la puerta que daba acceso a esa azotea no daba crédito a lo que veía, como mucho esperaba ver al Morikage.
Sin embargo mis ojos que delataban un claro estado entre nerviosismo y sorpresa vislumbraban demasiadas figuras importantes. Por un lado teníamos la delegación de Amegakure con la Arashikage a la cabeza y lo que parecía ser una mujer con una mascara de gas recubriendo su rostro. Detrás de las dos, un par de ninjas más jóvenes, un chico y una chica que no había visto en mi vida.
Al otro lado, la delegación del Remolino con la nueva Uzukage a la cabeza. El clan Uzumaki seguía reinando en esas tierras. Gouna yacía impaciente en su lugar, repiqueteando su brazo con el índice de su mano. Al igual que con Amegakure, lo que parecía ser su guardaespaldas fue lo que resaltó, en este caso era un gordo como nunca antes había visto y tras ellos dos rostros conocidos.
*Vaya, la parejita Uchiha*
En el centro estaba Kenzou junto a un tipo de pobladas cejas al cual tampoco había conocido todavía.
—¡Oh, Yota-kun, Taeko-chan! —Sonriendo afablemente, Kenzou les indicó que fuesen hacia él—. Creía que Kusagakure no encontraría hoy dos ninjas para apoyar la misión.
*¡ME CAGO EN MI VIDA! Definitivamente mamá lo va a flipar*
Al igual que Taeko, fui a saludar como se merecía a los respectivos kages con una reverencia.
— Disculpenos, Kenzou-sama, hemos venido tan rápido como hemos sabido que nos necesitaba, Yota siempre está listo para la misión
Así pues, con toda la emoción del momento y con las disculpas realizadas, me senté tras el Morikage y su guardaespaldas, junto a Taeko a la espera de que aquella reunión nos dilucidase cual sería nuestro cometido ante tanta alta personalidad.
*¿Tan bien han hablado de mi Setsuna-sensei y Sora-sensei?*
El joven médico de Amegakure era perfectamente consciente de cual era su destino, pero no podía evitar sentir que otras personas comenzaban a darse cuenta también cuando le fue notificado el viaje que iba a realizar y en compañía de quienes. No estaba seguro de si alguna vez su maestro había llegado a participar de una expedición similar y eso de alguna manera le hacía creer que estaba comenzando a alcanzarlo. Como la misión era un secreto no pudo comentárselo, y tuvo que guardarse los detalles.
Tras unos días de viaje, que podrían haber sido más si no fuese por el maravilloso Túnel, llegarían a nada más ni nada menos que la Aldea Oculta de la Hierba. La empresa estaría conformada por la mismísima Arashikage, Amekoro Yui; Shanise, un miembro selecto del cuerpo de los ANBU; Aotsuki Ayame, una joven con la que había tenido la oportunidad de cruzarse en el pasado y él.
«Ha logrado convertirse en kunoichi y ha sido recomendada para esta tarea. Sobresaliente.»
Meditó un poco sobre eso en algún punto del viaje pero aún no podía estar seguro de nada. ¿Qué tendría de especial?
En aquel preciso momento el grupo de Amegakure se encontraba de un lado de la sala, opuestos a ellos estaba el grupo proveniente de Uzushiogakure. Este estaría conformado por la nueva Uzukage, Uzumaki Gouna; su escolta persona sería un sujeto cuyo nombre no estaba comprendido en sus conocimientos pero podía decir que era bastante grande; Uchiha Akame, un muchacho simplón pero que a la vez lograba resultar un tanto especial y había uno más pero tampoco tenía conocimientos de su identidad.
El Morikage por otra parte estaba esperando que se presentaran sus propios shinobi elegidos, solo su escolta se encontraba presente en ese momento, incluso así, su rostro estaba cubierto por un sombrero que solo dejaba ver el color de su pelo y el largo de sus cejas.
Un carrucel de emociones estaba teniendo en su interior, emoción, nervios, impaciencia y otras cosas más pero todo eso era retenido tan bien como le era posible detrás de una fachada formal y llena de etiqueta. Su forma de estar sentado era impecable, toda su vida había trabajado en eso.
«¡Kikazura Taeko-san!»
Por un segundo pensó que lo había dicho en voz alta. Al darse cuenta de que no fue así una ligera sonrisa se formó en su rostro que no tardó en ocultar realizando una ligera reverencia a la kunoichi muda de Kusagakure.
Su compañero sería un muchacho que parecía sacado de la anterior Kumogakure, su nombre sería Yota. Pero no tenía mucha más información sobre eso.
2/08/2017, 20:52 (Última modificación: 2/08/2017, 20:55 por Uchiha Datsue.)
Datsue seguía sin creerse que estuviese allí, rodeado de las personas más importantes y poderosas de todo Oonindo. No se lo había creído días atrás, cuando le habían notificado que le requerían para una importante misión en la que tendría que desplazarse a Kusagakure. Tampoco se lo había creído durante el trayecto, mientras se preguntaba por qué narices habían elegido a alguien como él para algo —aparentemente— de vital importancia para la villa. Y ahora, rodeado de los tres Kages de las tres grandes aldeas, menos se lo creía todavía.
«Es culpa mía, joder. Tanto decir “Datsue el Intrépido, Datsue el Intrépito”, y al final la gente se lo cree y se vuelve en mi contra… Me cago en la puta, entiendo que Gouna haya pasado un tiempo fuera de la aldea y de alguna manera se lo haya creído… Pero joder, ¡¿es que no tiene consejeros que le adviertan de cómo soy realmente?! ¿¡O es que estamos tontos!? ¿Una misión de rango S, yo? Eso es como confiársela a un Kusareño, joder. Y hablando de Kusareños… a ver si contengo la lengua y no se me escapa ningún chiste tonto, que ni este es el lugar adecuado ni Gouna parece de muy buen humor»
Pasó su mirada de Gouna, con los ojos cerrados y aparentemente concentrada, a Yakisoba, el hombre que a él le hubiese gustado que fuese Uzukage. Luego se estiró cuanto pudo para lograr ver al otro lado de la enorme montaña que componía la figura del Akimichi, tratando de fijarse nuevamente en el hombre que acompañaba a Kenzou.
Aquel hombre… no era capaz de verle el rostro, pero tenía unas cejas tan largas y encrespadas que escapaban del kasa que le cubría la cara, y su pelo azul estaba recogido en una coleta que le caía sobre un hombro. Un tipo exótico, sin duda. Un tipo del que no te olvidarías una vez visto. ¿Por qué, entonces, le sonaba tanto? ¿Por qué creía conocerle, cuando no le había visto en su vida? «¿Me lo habré cruzado de pequeño alguna vez en la Ribera del Norte?», se preguntó, dándole vueltas. Pero, por más que buceaba en el mar de sus recuerdos, no lograba hallar fragmento alguno semejante a aquel hombre…
La llegada de dos ninjas de Kusagakure le interrumpió los pensamientos. Su mirada fue directa hacia Yota, aquel joven Kusareño que les había abandonado en la Isla Monotonía justo antes de que las cosas se pusieran feas. El gennin habló, asegurando que siempre estaba listo para una misión…
… Datsue tuvo que morderse la lengua para no añadir: «¡… y para correr cuando las cosas se ponen feas! ¡¿Eh, cabrón?!»
ALL HAIL YUBIWA
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
2/08/2017, 23:39 (Última modificación: 2/08/2017, 23:46 por Amedama Daruu.)
Yota y Taeko se sentaron detrás de Yubiwa y de Kenzou, equiparándose a su contrapartida de los otros dos países. Uzumaki Gouna se aclaró la garganta.
—Bien. Como ya he dicho antes, os debo una explicación antes de pasar a comentar el motivo de la reunión y la solicitud de refuerzos —dijo—. Como todos sabréis sin duda, hace poco hubo bastante... revuelo, en Uzushiogakure.
—Vamos, que pusiste un par de cabezas a rodar... —rio Yui.
—Yui-sama, ¡por favor...! —trató de advertir Shanise.
Yui soltó una nueva carcajada al observar la cara avergonzada de Gouna.
—¡No te preocupes por mi, me gusta esa actitud!
—Admito que mi entrada en escena fue algo... precipitada. Pero todos saben ya lo que estaba tramando Uzumaki Zoku, de modo que lo único que puedo hacer es demostrar que soy una Uzukage tan buena como mi madre.
—Eso va a ser difícil...
—¿Cómo has dicho?
Yui sonreía, mostrándole aquellos dientes con forma de cuchillas. Gouna se había inclinado hacia adelante, y tanto Shanise como Yakisoba habían apretado los puños, aunque aún se mantenían impertérritos, sentados en el sitio con las piernas cruzadas.
Kenzou carraspeó.
—Vamos, vamos —dijo, y todo el mundo pareció calmarse un tanto—. No hemos venido aquí a buscar pelea, Yui-dono, ni a dejarnos llevar por simples provocaciones, Gouna-dono. Tenías algo importante que decirnos, ¿sí?
Yui estalló en una nueva carcajada.
—Los tienes bien puestos, chica —dijo—. Me gusta. Tengamos una pelea amistosa en algún momento. Así veré si eres tan fuerte como tu madre. ¿Sabes? Era una buena amiga.
Los ojos de Yui, fijos en algún punto detrás de Gouna, expresaban algo diferente que aquella sonrisa socarrona.
—Ya... Gracias.
»En fin... Como os iba diciendo... Estuve un tiempo fuera de la aldea junto a un equipo de buenos ANBU investigando la trama de traición de Zoku. Eso nos llevó a muchos lugares, y hablamos con mucha gente. Descubrimos... bastantes cosas. —Suspiró—. Tuvimos que volver a la aldea al enterarnos de la muerte de mi madre. No podíamos dejar que Zoku se saliera con la suya. Pero con ello nos dejamos muchas cosas en el aire.
Gouna agarró un pequeño vaso de madera con agua y le dio un buen trago.
—Estábamos tomando unas jarras de cerveza en una taberna cerca del Valle del Fin, cuando dos tipos, engalanados de negro y encapuchados, se sentaron al lado de mi mesa. Hablaban animadamente sobre unos "hilos". En clave, claro. Pero se notaba a la legua.
»Hablaron sobre cómo les quedaban sólo cuatro, y luego acordaron no hablar más del tema hasta el día siguiente. Lo de después era charla insustancial. Aunque había algo en la risa de uno de ellos que me puso los pelos de punta...
Por algún motivo, todos los presentes recordaron dos frases, perdidas en el más profundo abismo de su cerebro, y sintieron un escalofrío; mas no era el momento de comentarlo con los demás. Fue como un déjà vu, como un recuerdo roto:
"...la tela del mundo lleva construyéndose mucho, mucho tiempo."
"Cuidáos del hombre con la risa escalofriante".
Todos escucharon un tic tac durante unos segundos. Todos lo dejaron de oír. Y todos pensaron que se lo habían imaginado.
Pero ese endemoniado tic tac les sonaba de algo, algo desagradable.
La kunoichi de Amegakure sentada detrás de Yui y Shanise creyó escuchar una voz, de algún lugar, que dijo:
—¿Risa...? ¿Es... "uno que ha entendido de dónde viene el chakra y sabe utilizarlo"?.
Y todo esto se redujo a un silencio incómodo y confuso de unos segundos en términos de realidad. La escena continuaba:
—De modo que no pude quedarme de brazos cruzados —dijo—. Simplemente, tuve el presentimiento de que algo no iba bien. Me llevé a un par de mis hombres y les seguimos hasta la catarata del Valle. Allí, esos dos hombres entraron en una caverna en el interior de la cascada. Uno de mis compañeros aquél día era un jounin con una gran maestría con el Byakugan, de modo que fue capaz de ver lo que ocurría dentro mientras aguardábamos a una distancia segura.
»Los encapuchados retiraron unas rocas y hallaron un extraño sello. El más bajito de los dos formuló una serie extraña de sellos manuales, que no había visto en mi vida. Puso la mano en el sello, lo abrió, y entonces, y entonces...
Tragó saliva.
—Se liberó una columna de energía verdosa visible a simple vista, hacia el cielo. Al principio era sólo como un hilo. Pero el encapuchado tiró de él hasta revelar un torrente de chakra enorme... Enorme. Se sintió como sí... No sé. He visto muchas cosas en mi vida, pero juraría que esa cantidad de chakra sería equivalente a un bijuu...
—¿Qué estás insinuando, Gouna...?
Hasta la sonrisa de Yui se había desvanecido.
—El encapuchado absorbió toda esa energía y la asimiló como si no fuese nada —dijo—. El Hyuuga dijo que era chakra natural. Que venía de dentro de la propia... corteza terrestre.
»Quisimos bajar para detenerlos cuando fue demasiado tarde y los individuos se esfumaron.
—Entonces... ¿hay alguien reuniendo una cantidad gigantesca de chakra? ¿Equiparable a un bijuu, dices? —Yui sonrió e indicó, irónicamente—: Vaya, pues no veo yo el problema.
—Y supongo que toda esta comitiva es por...
—Hemos destinado numerosos recursos en encontrar los tres "hilos" que faltan. Nuestros mejores ninjas de rastreo han encontrado restos de ese chakra tan extraño que apuntan a tres lugares en concreto:
»El primero: los ecos parecen resonar alrededor del Árbol Sagrado, en este mismo país. Es un lugar muy transitado, sobretodo por las noches. Los encapuchados lo tendrán difícil para extraer el hilo a escondidas, que es lo que parece que están haciendo.
»El segundo sello parece encontrarse cerca de nuestra aldea, en una de las Islas del Té, La Mediana Roja. Tengo la sospecha de la montaña en el centro tiene algo que ver.
»El tercer y último sello... Está en el País de la Tormenta. En una antigua ciudad, destruída, muy grande. Desconozco cómo os referís a ella.
—La Ciudad Fantasma. Fue una de las primeras en caer con el ataque del Gobi.
—Todos estos sitios, incluyendo el Valle del Fin, parecen muy emblemáticos. Casi se podría decir que parece hecho a propósito.
—Supongo que precisamente por eso han podido encontrarlos. Tanto los ninjas de Gouna como el hijo de puta ese.
—Si acaso, el menos importante es La Mediana Roja...
—No te creas. Hace mucho tiempo, antes de la era de las aldeas, hubo muchos combates importantes allá arriba. Se dice que hubo un importante duelo entre dos aspirantes a líder del clan Uchiha. Pero es sólo una leyenda.
El líder de Kusa asintió enérgicamente.
—Bien, ahora veo por qué nos has hecho traer a los ninjas más fuertes de la aldea que supieran algo de Fuuinjutsu. Lo que no entiendo tanto, o no puedo entender tan bien, es la presencia de los genin. Bueno, en principio ninguno teníamos otros ninja, pero dijiste que los de bajo rango bastaban.
—Sí, hasta ahora todo me queda claro: enviaremos al trío de ninjas de nuestras respectivas aldeas a cada uno de esos tres sitios. Es lógico. O es lo que yo he entendido, ¿me equivoco?
Gouna asintió.
—Entonces, ¿y los genin?
—Los ninjas que hemos enviado tienen la tarea de reforzar el sello con uno de su propia imprenta. Antes de partir, les enseñaré además una fórmula que he diseñado precisamente para esta ocasión. Si en alguno de los tres lugares están estos tipos, y han abierto el hilo, se enfrentarán a ellos, los detendrán, con suerte, y cerrarán de nuevo el sello con la fórmula entregada.
»Los genin son el refuerzo. Si hay un encuentro con los encapuchados, se retirarán a una distancia segura y utilizarán un jutsu de invocación para llevar al resto al respectivo grupo.
Gouna se levantó y comenzó a repartir pergaminos. Uno por cada aldea, respectivamente.
—Este pergamino tiene una técnica de invocación preparada. Por favor, utilizadla en caso de extrema emergencia, porque no podemos dejar un sello sin guardia si no es totalmente necesario, osea, si vuestro líder necesita ayuda. Entrego el pergamino al líder del grupo, quien decidirá cuándo pedir o no refuerzos.
—Mmh...
Shanise se acercó al oído de Yui y le dijo algo:
—¿Deberíamos llevar a Ayame-chan a esta misión, Yui-sama?
—Tenemos que alejarla de la aldea mientras investigamos a los Kajitsu Hōzuki. Nuestros ANBU seguirán patrullando transformados en ella, llamando la atención... Intentaremos usarlos de cebo para que salgan. Para encontrarlos.
—Secretitos en reunión...
Gouna carraspeó.
—Confío en Yui-dono como confiaba mi madre, Kenzou-dono —contestó Gouna—. Todos tenemos planes, que sin duda se han... trastocado con esta información. Estoy seguro de que están tratando algo ajeno a todo esto.
Kenzou suspiró. Yui le dirigió una sonrisa enseñando aquellos dientes afilados.
—Está bien, está bien... —refunfuñó—. A ver. Entonces, tenemos que decidir a qué sitio va cada uno, pero creo que está bastante claro.
»Mi escuadrón se dirigirá al Árbol Sagrado. Es un lugar común de entrenamiento de nuestra aldea. Además, Yubiwa-kun es de la Ribera Norte, seguro que se mueve por allí como un pez en el agua. —El peculiar personaje del kasa levantó la cabeza y clavó los ojos por un instante en el joven Uchiha que aguardaba detrás de Yakisoba, Datsue. Aquellos dos ojos extraños, con forma de anillo y una pupila blanca como la leche. Sonrió, y a Datsue le pareció entonces que le había guiñado un ojo.
—Lo natural es que nosotros fuésemos a la Ciudad Fantasma.
—Y nosotros a la Mediana Roja.
»Kenzou-dono, ¿dispones de algún ninja del clan Yamanaka?
—Sí, tenemos a unos cuantos, y muy habilidosos. Y creo que sé por donde vas, Gouna-dono. Me parece una excelente idea. —dijo Kenzou.
Yui intercambió la mirada entre ellos dos. Diciendo claramente sin hablar que ella no lo entendía.
—Yui-dono —explicó Gouna—. Utilizaremos un contacto telepático con nuestros escuadrones desde aquí, y también estaría bien tener contacto telepático con los cuarteles en nuestras aldeas, por si acaso hace falta enviar algún refuerzo. Nosotros nos quedaremos aquí, coordinando y manteniéndonos... expectantes.
—Bien, creo que este asunto es bastante urgente, ¿verdad?
Los tres Ninjas Fuertes de las aldeas se levantaron sin mediar una sola palabra más y sin que nadie necesitara darles ninguna orden. Los genin comprendieron lo que eso significaba.
—Buena suerte, Yota-kun, Taeko-chan. Yubiwa-kun, cuídalos. —Espero que no me encuentre con algún imbécil de la Ribera Sur.
—Dales de comer bien, Yakisoba-senpai. —¡Ja, ja, ja! Parece mentira que no me conozcas, Gouna-chan.
—Shanise. Cuídalos bien. Especialmente... —Yui descargó una intensa mirada sobre los ojos avellana de Ayame. —Lo sé. No te preocupes, Yui-chan.
· · ·
—Son tan predecibles... —dijo uno, sentado sobre el borde de un acantilado y contemplando una enorme cascada que precipitaba en el otro lado.
—¿A qué te refieres, Warau-san? —dijo el otro.
—Son muy predecibles. ¡Son muy predecibles! —el primer encapuchado golpeó el suelo con furia—. ¿O es que no los viste, en la Taberna, aquella vez? ¿O es que no los sentiste fuera?
—Creía que aquello no te preocupaba...
—Pero resulta que esa muchacha la conocía yo de otra cosa. ¡La he tenido al lado mucho tiempo, Taihou! ¡He trabajado junto a ella! ¡Y ya entonces sabía que era la puta hija de la Uzukage!
»La puta hija... y la hija de puta. Ahora es la nueva Uzukage. Son muy predecibles. Lo van a hacer. Van a volverlo a estropear todo. Van a... Voy a tener que... —Warau acercó la mano al colgante que llevaba pegado al pecho, y el tic, tac, tic, tac que tanto le daba escalofríos a Taihou volvió a sonar.
Y sonó también en la cabeza de quienes estaban reunidos, muy lejos de allí.
—¡No! Aún no. Sólo quedan tres hilos, Warau-san. Sólo te quedan tres. Aún hay tiempo. —Taihou había golpeado la mano de su amigo y la había apartado de su pecho. El tic, tac se detuvo.
—Ti... tienes razón. Aún hay tiempo. Aún... hay tiempo. Y con el chakra que extraímos de los otros hilos... Somos... ¡Somos invencibles! Podemos... ir... A por los otros tres.
»Pero tenemos que darnos prisa. Porque siempre me sale algo mal. Siempre. Y siempre tengo que volver a utilizar el Amuleto de Ciclo.
—No quiero volver a empezar...
—Yo tampoco, Taihou-kun... Yo tampoco... Pero mientras pueda seguir intentándolo... Mientras el Amuleto de Ciclo funcione...
»Siempre podremos apretar el botón de reset. Kishishishishi.
Tenéis 72 horas para expresar en un post, si queréis, todas las impresiones y narrar y conversar,
entre vosotros los dos genin de vuestro escuadrón, sobre lo que está pasando y cómo salís del edificio después, dirigiéndoos hacia vuestro camino.
Pero recibiréis un link en MP cuando cree otra trama individual para cada uno de los tres escuadrones. Y allí continuará esta historia.
Un saludo
Importante: Algunas de las cosas que suceden aquí cobran bastante más sentido si leéis este post ocurrido en otra iteración del foro...
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3/08/2017, 10:24 (Última modificación: 3/08/2017, 10:48 por Aotsuki Ayame.)
Los dos genin de Kusagakure ocuparon sus respectivos lugares y Ayame se irguió en su puesto, esperando con impaciencia las explicaciones de por qué habían reunido allí a las tres aldeas. Asistió, perpleja y muda, a un breve intercambio de comentarios sardónicos entre la Arashikage y la Uzukage, hasta que intervino el Morikage para poner paz entre ambas. Ayame no conocía el contexto pero, por lo que pudo escuchar, a la entrada de Uzumaki Gouna como nueva Uzukage, una, o varias personas; murieron en el proceso.
Tragó saliva, inquieta.
Y entonces entraron al quid de la reunión.
—Estábamos tomando unas jarras de cerveza en una taberna cerca del Valle del Fin, cuando dos tipos, engalanados de negro y encapuchados, se sentaron al lado de mi mesa. Hablaban animadamente sobre unos "hilos". En clave, claro. Pero se notaba a la legua. Hablaron sobre cómo les quedaban sólo cuatro, y luego acordaron no hablar más del tema hasta el día siguiente. Lo de después era charla insustancial. Aunque había algo en la risa de uno de ellos que me puso los pelos de punta...
De repente, un lejano recuerdo sacudió la mente de Ayame acompañado de un desagradable escalofrío.
"...la tela del mundo lleva construyéndose mucho, mucho tiempo."
"Cuidáos del hombre con la risa escalofriante".
«¿Dónde he oído yo eso...?» Se preguntó, con el terrible presentimiento de que era algo sumamente importante y con la frustración de haberlo olvidado en algún momento.
«Tic... Tac... Tic... Tac...»
Un reloj titiló en sus oídos, pero el sonido desapareció tan rápido como había aparecido. Algo dentro de Ayame se retorcía de miedo, pero casi le aterraba más el no saber de dónde venían todas aquellas sensaciones. Y, para colmo, entonces escuchó la voz de una mujer:
—¿Risa...? ¿Es... "uno que ha entendido de dónde viene el chakra y sabe utilizarlo"?.
Ayame se volvió bruscamente, buscando con ojos asustados el origen de aquella voz. No había sido ni la Arashikage, Ni Shanise, ni Gouna. Mucho menos Taeko. ¿Acaso se estaba volviendo loca de repente? Consciente de lo extraño de su comportamiento, la kunoichi volvió a su posición con el rostro completamente ruborizado. Pero su corazón seguía encogido de miedo en su pecho.
Tras unos breves segundos, Gouna siguió hablando.
—De modo que no pude quedarme de brazos cruzados. Simplemente, tuve el presentimiento de que algo no iba bien. Me llevé a un par de mis hombres y les seguimos hasta la catarata del Valle. Allí, esos dos hombres entraron en una caverna en el interior de la cascada. Uno de mis compañeros aquél día era un jounin con una gran maestría con el Byakugan, de modo que fue capaz de ver lo que ocurría dentro mientras aguardábamos a una distancia segura. Los encapuchados retiraron unas rocas y hallaron un extraño sello. El más bajito de los dos formuló una serie extraña de sellos manuales, que no había visto en mi vida. Puso la mano en el sello, lo abrió, y entonces, y entonces... —La Arashikage se interrumpió para tragar saliva. Era evidente que se venía algo grande—. —Se liberó una columna de energía verdosa visible a simple vista, hacia el cielo. Al principio era sólo como un hilo. Pero el encapuchado tiró de él hasta revelar un torrente de chakra enorme... Enorme. Se sintió como sí... No sé. He visto muchas cosas en mi vida, pero juraría que esa cantidad de chakra sería equivalente a un bijuu...
«¿Un bijū? ¿Capturaron un bijū?» Ayame se llevó una mano al pecho.
—¿Qué estás insinuando, Gouna...? —intervino el Morikage.
—El encapuchado absorbió toda esa energía y la asimiló como si no fuese nada. El Hyuuga dijo que era chakra natural. Que venía de dentro de la propia... corteza terrestre. Quisimos bajar para detenerlos cuando fue demasiado tarde y los individuos se esfumaron.
—Entonces... ¿hay alguien reuniendo una cantidad gigantesca de chakra? ¿Equiparable a un bijuu, dices? —comentó Yui y añadió, con cierta ironía en el tono de su voz—: Vaya, pues no veo yo el problema.
«A... ¿A qué se refiere? ¿Cómo que no ve el problema?» Se preguntó Ayame, aterrada.
El objetivo de la reunión era muy simple. Ya habían encontrado los tres hilos restantes, y resultaba que había uno por cada país ninja. Uno cerca del Árbol Sagrado del País de los Bosques, otro en una de las Islas del Té, La Mediana Roja, en el País de los Remolinos; y el último...
—El tercer y último sello... Está en el País de la Tormenta. En una antigua ciudad, destruída, muy grande. Desconozco cómo os referís a ella.
—La Ciudad Fantasma. Fue una de las primeras en caer con el ataque del Gobi.
Ayame levantó la cabeza, esta vez con interés. Hacía mucho tiempo que quería realizar una visita a la Ciudad Fantasma, tal y como había ido a visitar el Valle del Fin tiempo atrás. Aquel no iba a ser precisamente un viaje de placer, pero quizás consiguiera averiguar algo más sobre los bijū, y, en concreto, sobre el Gobi.
Y el objetivo del plan salió a la luz. Cada uno de los grupos iría a los respectivos lugares donde se había encontrado uno de los hilos. Los ninjas que acompañaban a los Kage dominaban el fūinjutsu, así que era previsible que lo que iban a intentar hacer era sellar dichos hilos de chakra. Los genin, por su parte, actuarían como refuerzo. Aunque en caso de combate habían recibido la orden de retirarse y, con ayuda de un pergamino que fue entregado a Shanise, utilizar una técnica de invocación para traer refuerzos.
«Esta... es una misión muy importante...» Se dijo Ayame, tragando saliva de nuevo. ¿Sería capaz de dar todo lo que se esperaba de ella?
Y justo cuando estaba comenzando a preguntarse por qué la habían traído a ella a una misión así, Shanise se inclinó sobre Yui y la curiosidad de la kunoichi la llevó a afinar el oído.
—¿Deberíamos llevar a Ayame-chan a esta misión, Yui-sama?
—Tenemos que alejarla de la aldea mientras investigamos a los Kajitsu Hōzuki. Nuestros ANBU seguirán patrullando transformados en ella, llamando la atención... Intentaremos usarlos de cebo para que salgan. Para encontrarlos.
«Otra vez los Hōzuki...» Pensó Ayame, frunciendo el ceño. Aquella era la única razón por la que la habían llevado allí. Primero su padre y su tío, ahora la misma Arashikage... ¿Cuánto tiempo más iban a tratarla como un lirio encerrado en una campana de cristal?
Tras un último intercambio de comentarios entre los Kage, la reunión pareció dar a su fin.
—Shanise. Cuídalos bien —les despidió Yui—. Especialmente...
Los ojos cristalinos de Yui se clavaron sobre los de Ayame, que sintió un ligero cosquilleo y agachó la cabeza. En ocasiones podía ser bastante cortita de miras, pero no lo era tanto como para ver que la estaba mirando como al jinchūriki que era. Y odiaba esa sensación de ser un ornamentado y lujoso jarrón con patas.
—Lo sé. No te preocupes, Yui-chan.
Se levantaron, y tras echar un breve vistazo a los integrantes de las otras dos aldeas, Ayame abandonó en completo silencio el edificio del Morikage tras los pasos de Shamise y acompañada por su compañero de aldea.
—Oh, no tuve la ocasión de agradecerte que me ayudaras con el examen de genin —dijo, obligándose a esbozar una alegre sonrisa que se sobrepusiera al miedo que sentía—. Será un placer trabajar contigo, Moputa-san.
Permiso concedido para escuchar la conversación entre Yui y Shanise por mi oído desarrollado y mis 40 puntos en percepción.
Una vez ya estábamos todos al peculiar reunión podía empezar o por lo que se veía, continuar. Una reunión, por cierto, que si me lo hubieran dicho jamás pensé que iba a producirse conmigo estando presente. Los 3 malditos kages de las principales potencias mundiales allí, delante de mis narices, hablando como si nada.
—Bien. Como ya he dicho antes, os debo una explicación antes de pasar a comentar el motivo de la reunión y la solicitud de refuerzos —dijo la Uzukage—. Como todos sabréis sin duda, hace poco hubo bastante... revuelo, en Uzushiogakure.
—Vamos, que pusiste un par de cabezas a rodar...
A partir de entonces empezó un intercambio de provocaciones entre la propia Uzukage y la Arashikage que tuvo que poner fin Kenzou-sama aunque yo seguía dándole vueltas a lo que acababa de escuchar. Es decir, sabía que la anterior Uzukage había muerto y Gouna era su sucesora lo que no sabía fue que se derramó sangre... Además, cuando hablaba de ese tal Zoku daba la sensación de hacerlo desde el odio. A saber qué pasó realmente...
De todos modos, la reunión seguía su curso.
—Estábamos tomando unas jarras de cerveza en una taberna cerca del Valle del Fin, cuando dos tipos, engalanados de negro y encapuchados, se sentaron al lado de mi mesa. Hablaban animadamente sobre unos "hilos". En clave, claro. Pero se notaba a la legua.
»Hablaron sobre cómo les quedaban sólo cuatro, y luego acordaron no hablar más del tema hasta el día siguiente. Lo de después era charla insustancial. Aunque había algo en la risa de uno de ellos que me puso los pelos de punta...
Pero de pronto algo extraño sucedió.
"...la tela del mundo lleva construyéndose mucho, mucho tiempo."
"Cuidáos del hombre con la risa escalofriante".
Después pude escuchar un característico tic tac resonando en mi cabeza a pesar de que parecía muy real. Instintivamente me giré de golpe llevando la diestra a la empuñadura de una de mis katanas, pero a nuestras espaldas no había nada así que solté el arma y volví a colocarme en la postura inicial pero lo que estaba claro es que ya estaba sobresaltado, quizás incómodo ante todo lo que estaba sucediendo. Inquieto por lo que todo aquello pudiese conllevar. Lo que en principio debía ser una misión se estaba transformando en una pesadilla y eso que la misión en si aún no había empezado...
Tragué saliva mientras seguía escuchando las palabras de Gouna.
Simplemente, tuve el presentimiento de que algo no iba bien. Me llevé a un par de mis hombres y les seguimos hasta la catarata del Valle. Allí, esos dos hombres entraron en una caverna en el interior de la cascada. Uno de mis compañeros aquél día era un jounin con una gran maestría con el Byakugan, de modo que fue capaz de ver lo que ocurría dentro mientras aguardábamos a una distancia segura.
»Los encapuchados retiraron unas rocas y hallaron un extraño sello. El más bajito de los dos formuló una serie extraña de sellos manuales, que no había visto en mi vida. Puso la mano en el sello, lo abrió, y entonces, y entonces...
—Se liberó una columna de energía verdosa visible a simple vista, hacia el cielo. Al principio era sólo como un hilo. Pero el encapuchado tiró de él hasta revelar un torrente de chakra enorme... Enorme. Se sintió como sí... No sé. He visto muchas cosas en mi vida, pero juraría que esa cantidad de chakra sería equivalente a un bijuu...
—El encapuchado absorbió toda esa energía y la asimiló como si no fuese nada —dijo—. El Hyuuga dijo que era chakra natural. Que venía de dentro de la propia... corteza terrestre.
»Quisimos bajar para detenerlos cuando fue demasiado tarde y los individuos se esfumaron.
—Entonces... ¿hay alguien reuniendo una cantidad gigantesca de chakra? ¿Equiparable a un bijuu, dices?
*¿Qué mierdas está diciendo? ¿Fuentes de chakra? ¿Y qué es eso del chakra natural? Joder, cálmate, Yota, cálmate de una puta vez, ni los kages ni los ANBU dejaran que te pase nada malo. Pero... ¿Y si no pueden evitarlo? ¿Y si vienen a matarnos a todos y consiguen su objetivo? ¡Arg!*
Suspiré, esta vez de un modo aún más pesado que antes.
Finalmente, Gouna dijo que su equipo de investigación localizó los otros 3 "hilos de chakra" que restaban por sustraer. Curiosamente cada uno estaba en un punto de nuestros respectivos países. El primero, en el Árbol sAgrado. Había otro en una isla del País de los Remolinos, concretamente en la Mediana Roja. El último estaba en el País de la Tormenta, un lugar llamado el Pueblo Fantasma, lugar que arrasó el Gobi, precisamente uno de los temidos 9 bijuu. Cada vez la cosa se ponía más fea y mantener la compostura se convertía en una ardua tarea. La respiración se aceleraba y el corazón, en un puño, se iba disparando según avanzaban los segundos.
»Mi escuadrón se dirigirá al Árbol Sagrado. Es un lugar común de entrenamiento de nuestra aldea. Además, Yubiwa-kun es de la Ribera Norte, seguro que se mueve por allí como un pez en el agua.
—Buena suerte, Yota-kun, Taeko-chan. Yubiwa-kun, cuídalos. —Espero que no me encuentre con algún imbécil de la Ribera Sur.
No hizo falta indicación alguna más para saber que debíamos partir de inmediato. En aquel momento el tiempo era oro y no había que desaprovechar un solo segundo así que tras Yubiwa, el tipo de las cejotas, le seguimos tato Taeko como yo dirección al Árbol Sagrado.
— Esto... Yubiwa-dono, Taeko-san... ¿Un caramelo? —dije, ofreciendo uno de aquellos dulces tanto a la gennin como al ANBU que ahora se hacia cargo de nosotros— Y hmmm, disculpeme Yubiwa-dono por la ignorancia pero... ¿Qué es eso del chakra natural?
Joder me moría de ganas de saber que era eso del chakra natural y no pude resistirme a preguntar a alguien mucho más experimentado que yo mismo para saciar mi curiosidad. Luego, aceptasen mic aramelo o no, yo me llevaría uno de limón a la boca.