Hacia poco que había salido del hospital y aunque no podía permitirse estar sin hacer nada porque la ronda final se le echaría encima tampoco se sentía completamente serena. Las heridas habían sanado. Sus dudas se habían disipado. Entonces ¿qué la retenía? Había apaciguado su conciencia diciendose que había más rondas, que no pasaba nada si se rendía en la primera o en la segunda, pero... ahora era la final. Todas las personas con las que se había encontrado decían que rendirse nunca, pelear hasta el final y todas esas locuras. Ella no lo veía así, y no sabía como lo vería su kage. ¿Debería darlo todo en la final?

No paraban de añadirse detalles a su dilema. Si perdía, solo habría ganado a Ren, una Ren completamente fuera de sí que apenas había empuñado un arma. Quedaría cuarta habiendo ganado una sola vez, mientras que si Ren ganaba, quedaría quinta habiendo perdido una sola vez. No le parecía justo. Y pensar en su hermana añadía todos sus miedos sobre lo ocurrido el día que había pasado ingresada en el hospital. No lo recordaba todo, pero lo que recordaba era suficientemente embarazoso para dudara de si quería recordar el resto. ¿Qué le pasaba con su hermana?

Había decidido dedicar el día a meditar sobre todo lo que tenía en mente, siguiendo de qué entrenar ahora que había dominado el rasengan, tal vez era la hora de sencillamente fortalecer su cuerpo y olvidarse de nuevos jutsus. Ya no quedaba suficiente tiempo para eso, tampoco tenía nada en mente que realmente pudiese surgir, ni una idea de a qué se enfrentaría.

Con más cosas en la cabeza que en el portaobjetos, Hana se dirigió al Bosque Sesgado. Como siempre, podía hacer una cosa mientras entrenaba, como cuando cruzaba el Lago Partido por encima del agua para seguir entrenando hasta de camino a su habitación. En este caso, buscó un sitio donde no hubiese mucha gente, buscó el tronco más alto y empezó a escalarlo concentrando chakra en sus pies, sentándose en la cima a meditar mientras miraba al cielo.

Con la mirada perdida y las piernas colgando buscaría las respuestas a sus preguntas. ¿Rendirse o no rendirse? ¿ Arriesgarse o no arriesgarse? ¿Merecía la pena? Podía perderlo todo por hacer un movimiento en falso. ¿Realmente tenía que correr el riesgo? ¿No estaba bien como estaba? ¿Por qué quería más? ¿Estaría siendo egoista? ¿Y si acababa por perderla? ¿Cuanto hacía que había dejado de pensar en el combate?

Takumi se había levantado pronto esa mañana y había salido pronto de la residencia. Dentro de poco sería el combate por el quinto puesto contra Himura Ren, una amejin de la cual solo sabía su nombre. Él había mostrado ya todo lo que tenía en su primer combate, así que había que encontrar más formas de combatir y mejorar las que ya tenía. Lo primero ya estaba hecho, lo segundo... Estaba en ello.

La preocupación le corroía por dentro, había perdido un combate estrepitosamente contra Ranko y había "ganado" otro porque su rival ni se llegó a presentar, para él esta situación es como si no hubiera ganado nada, no había tenido oportunidad de demostrar nada. «Encima hubiera sido la oportunidad perfecta para resarcirme... ¡Era un kusajin joder!» Le preocupaba más la imagen que estaba dando de la Aldea en medio de la situación que había entre la Hierba y la Alianza que demostrar nada por si mismo como shinobi. Por esa razón se estaba sobreesforzando con los entrenamientos estos últimos días, tenía que demostrar de que pasta estaban hechos los ninjas de Uzushiogakure y de que pasta estaba hecho él.

Después de desayunar se dirigió a una tienda de Sendōshi a la cual ya le había echado el ojo unos días atrás. Allí compró gran cantidad de pequeños tarros de barro que le servirían de diana.

Y allí estaba el joven marionetista, sobre un tocón bajo rodeado de de tocones más altos sobre los cuales había colocado unas de las vasijas. Con sus dos kunais conectados con hilos de chakra a sendas manos buscaba romper lo más rápido y certeramente posible todas las dianas que había colocado. Los filos se movían a gran velocidad, variando de altura y rompiendo los recipientes. Cuando acabó se subió al tronco más alto en el que ahora había trozos cerámicos y echó una mirada a su alrrededor.

—¡Joder! —Maldijo. —Otra vez igual siempre se me escapa esa. —Dijo mirando a un tronco que permanecía oculto desde donde comenzaba a hacer los movimientos de kunais, sobre el cual reposaba un objetivo de terracota con pequeñas marcas de corte, pero no rota. Llevaba ya un buen rato buscando mejorar su precisión pero con ese objetivo, aún sabiendo que estaba ahí, no conseguía afinar lo suficiente como para quebrarlo.

Tan concentrado estaba el kazejin que ni se percató que unos troncos más atrás había aparecido Hana, su compañera de oficio, la cual probablemente habría escuchado el grito de frustración del de gafas sin entender mucho que pasaba. Este último sacó de un petate de tamaño considerable nuevos cuencos de arcilla, para colocarlos otra vez y seguir con su entrenamiento.

Hana no tardó en percatarse de que había una presencia de más en aquel bosque. Una presencia destructora de vasijas por lo visto. ¿Cómo demonios estaba oyendo cerámica rompiéndose en un bosque? Fue rotando hasta que encontró algo que no fueran troncos, algo que maldecía en voz alta.

—¡Joder! Otra vez igual siempre se me escapa esa.

Hubiera puesto la mano del fuego a que era una voz conocida, pero no recordaba ni donde la había oído, ni cuando, ni quien era su dueño, nada. Podría ser el mismisimo Hanabi o un civil cualquiera que se ponía a chillar en pleno mercado sobre el precio del bacalao en esa epoca del año, tal era el desconocimiento de Hana sobre la voz de su kage.

Desde la posición en la que estaba, solo le veía la espalda, y apenas porque no estaba precisamente cerca. ¿Era un shinobi o una kunoichi? Ni eso era capaz de distinguir la pobre genin. Su cabellera era negra y le llegaba hasta los hombros, aunque el pelo tampoco le daba mucha información. Había chicas que lo llevaban corto como Eri o Ren.

Con cada cosa que pensaba la solución más obvia se iba abriendo paso entre los planes de Hana. Debería acercarse a mirar. Si la voz hubiese sido totalmente desconocida para ella, se hubiese marchado o simplemente hubiese vuelto a lo suyo, pero era precisamente esa infima onza de conocimiento que la obligaba a averiguar quien era y por qué le sonaba su voz.

Bajó del tronco como había subido y se acercó sigilosamente por detrás para poder observar más de cerca antes de interrumpirle o interrumpirla.

El kazejin colocó nuevas vasijas y volvió al tronco central, respiró hondo y comenzó otra vez. Los kunais volaron en una danza partiendo todas las vasijas, todas menos la de siempre. El genin giró sobre si mismo unas cuantas veces durante el ejercicio, pero entre que estaba muy concentrado en el mismo y que su percepción no era una gran cosa ni se enteró de que la rubia se asomó a ver que es lo que estaba pasando.

Cuando acabó calló rendido y se sentó en el tocón sobre el que estaba, tantas repeticiones lo estaban dejando extenuado.

—Si no consigo acertar a todas no voy a mejorar en la vida... —Se llevó la diestra a la cabeza. —¡Joderrrr! —Exclamó, frustrado.

Tal vez era hora de irse a descansar, o buscar otro tipo de entrenamiento que no le exigiera tanto. Pero eso último no era una opción, no podía perder su siguiente combate contra una tal Himura Ren o se iría del Torneo con las manos vacías y siendo una vergüenza para la Aldea.

—Si no consigo acertar a todas no voy a mejorar en la vida... ¡Joderrrr!

Una vez más cerca, pudo distinguir algo más las facciones del muchacho y escuchar su voz con más claridad. No había demasiados uzujin por los alrededores y Hana los conocía a todos ya, así que lo reconoció sin problemas.

— ¡Takumi-san! — exclamó en cuanto lo reconoció.

Y a tomar por culo el no interrumpir y todo eso. Se acercó a él esperando que se girase para saludarle con la diestra. Parecía haber acabado de entrenar o al menos, sentado para descansar.

— ¿Cómo estás, Takumi-san?

Sabía cómo le había ido el torneo, pero prefirió no ir a meter el dedo en la llaga y directamente preguntarle como estaba.

—¡Takumi-san! —Una voz conocida le sorprendió.

—¡¿Ahh!? —Se sobresaltó, girándose hacia donde venía aquella voz.

Era Hana, la compañera que conoció junto a Reiji en la residencia. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí? Esperaba que no fuera mucho, porque le habría visto haciendo el ridículo con creces.

—¿Cómo estás, Takumi-san?

—¡Hana-san! —Le respondió al saludo con la mano de la misma manera. —Bueno, ahora algo cansado, llevo horas entrenando aquí.

Toda la puta mañana entrenando para nada, su progreso había sido ínfimo.

—¿Y tú que tal? ¿Te has recuperado ya completamente de tu último combate? Me dijeron que fue impresionante el espectáculo que disteis Reiji-san y tú.

Su sensei comentaba los combates de sus compañeros cada ronda y dijo que el de aquellos dos había estado más que a la altura.

—¡Hana-san! Bueno, ahora algo cansado, llevo horas entrenando aquí.

— Ya te he oído maldecir al aire. No te sobreesfuerces, Takumi-san, o puede que el día del combate estés demasiado cansado o herido. Es importante entrenar pero es igual de importante descansar. — repetía las palabras que su sensei le había dicho en su momento.

—¿Y tú que tal? ¿Te has recuperado ya completamente de tu último combate? Me dijeron que fue impresionante el espectáculo que disteis Reiji-san y tú.

— Sí, estoy bien ya. Me han dicho que no fuerce la pierna durante un par de días y ya. Supongo que es lo que pasa cuando casi te dejan sin pierna. — se acarició la herida inconscientemente — ¿En serio te dijeron eso? Bueno, Reiji también lo pensaba pero yo no sé qué pensar. Al final me sobreextendí peleando solo para recibir más daños, no creo que hiciese la mejor de las decisiones ahí.

Se rascó la nuca con una mano, ruborizandose. Que lo dijese Reiji era casi por compromiso, al fin y al cabo, acababa de ganar el combate, era lo que se decía de los combates ganados ¿no? Que había sido reñido, que el otro lo había hecho muy bien y todo eso.

— ¿Y tu combate qué tal?

Preguntó inocentemente, ahora que él había sacado el tema, sería de mala educación no devolverle la pregunta. A lo mejor conseguía que se desahogase con ella y consolarle un poco.

La rubia le recomendó descansar algo y tenía razón, llevaba desde que acabó la segunda ronda entrenando hasta la extenuación. Si seguía con esta dinámica iba a acabar lesionándose antes del último combate y en ese caso no podría demostrar nada. Bueno sí, demostraría que ni era capaz de gestionar sus fuerzas.

—Sí, estoy bien ya. Me han dicho que no fuerce la pierna durante un par de días y ya. Supongo que es lo que pasa cuando casi te dejan sin pierna. ¿En serio te dijeron eso? —El marionetista asintió. —Bueno, Reiji también lo pensaba pero yo no sé qué pensar. Al final me sobreextendí peleando solo para recibir más daños, no creo que hiciese la mejor de las decisiones ahí.

—A mi sensei le impresionasteis y a ella le gustan los buenos espectáculos, dijo que mostró el gran nivel de los ninjas de nuestra aldea frente a las otras. —Estaba claro que si a Junko le había gustado era por algo.

—¿Y tu combate qué tal?

—Bueno pues... Mi oponente ni se presentó. —Intentó que su frustración no se notara, pero su gesto se torció. —Vale que paso a la siguiente ronda pero no es una victoria, ahora tengo que ganar el próximo por narices para no irme con las manos vacías.

Su maestra ya le dijo que lo importante ahí no eran las victorias, sino un buen espectáculo. Pero aun así él sentía que tenía que demostrar algo, era similar a una prueba personal.

—A mi sensei le impresionasteis y a ella le gustan los buenos espectáculos, dijo que mostró el gran nivel de los ninjas de nuestra aldea frente a las otras.

Hana se ruborizó. Ni siquiera recordaba la última vez que habían alabado sus dotes de combate. Eri fue la primera en hacerlo, claro que después le cayó la reprimenda de todo lo que había hecho mal y enmascaró bastante el mérito. Y Reiji, pero él sospechaba que lo hacía por compromiso. Takumi, o mejor dicho, la sensei de Takumi era la primera persona ajena que le daba semejante cumplido.

— Pues tendrás que presentarmela para poder agradecerle tal cumplido.

—Bueno pues... Mi oponente ni se presentó.Vale que paso a la siguiente ronda pero no es una victoria, ahora tengo que ganar el próximo por narices para no irme con las manos vacías.

— Vaya, a Ren le pasó lo mismo. Al menos ya no vais a quedar últimos, ¿no? Algo es algo.

Todo eso le recordó que había hablado con Reiji sobre hablar con Takumi, y ahora no recordaba por qué. Se tuvo que quedar unos segundos dandole vueltas hasta que lo recordó, no por nada había pasado un par de días de hospital desde su conversación con Reiji.

— Ah, sí. — dio con el puño cerrado sobre la palma de la mano como celebrando recordarlo. — Takumi-san, tú te enfrentaste a Ranko-san, ¿no? ¿Cómo fue?

Fue con poco tacto, pero ahora mismo quería información.

—Vaya, a Ren le pasó lo mismo. Al menos ya no vais a quedar últimos, ¿no? Algo es algo.

—Ya bueno... Pero aún así los dos vamos a querer ganar sí o sí, es nuestra última oportunidad. —Se quedó callado un instante. —Espera, ¿conoces a Ren?

Por la forma que había tenido la rubia de nombrarla tal vez la conocía, eso le podía dar algo de ventaja en el combate aunque fuera algo sucio.

—Ah, sí. —Chocó su puño cerrado contra su palma, parecía que se acababa de acordar de algo. —Takumi-san, tú te enfrentaste a Ranko-san, ¿no? ¿Cómo fue?

Se acordaba de ese combate con pelos y señales, el primero del Torneo y un paseo para la kusajin, era impresionante el nivel que tenía, esas habilidades físicas no eran normales.

—Sí... Fue en la primera ronda y no pude hacer nada, bueno, la conseguí envenenar pero fue más por el factor sorpresa que por habilidad. —Si cerraba los ojos aún podía sentir esas patadas. —Es la rival de Reiji-san en la final, ¿no? Va a tener que tener cuidado y si puede mantener las distancias mejor. De una de sus patadas hizo de mi marioneta un montón de astillas, literalmente.

Parecería que lo planteaba como un combate imposible, pero era la impresión que le dio a él al enfrentarse a ella, muy ágil y con golpes muy potentes, encima es versátil con su wakizashi y el Doton.

—Ya bueno... Pero aún así los dos vamos a querer ganar sí o sí, es nuestra última oportunidad. Espera, ¿conoces a Ren?

— Sí, claro, es mi hermana. — contestó alegremente, hasta unos segundos más tarde no se daría cuenta de que tendría que volver a matizar su relación.

—Sí... Fue en la primera ronda y no pude hacer nada, bueno, la conseguí envenenar pero fue más por el factor sorpresa que por habilidad. Es la rival de Reiji-san en la final, ¿no? Va a tener que tener cuidado y si puede mantener las distancias mejor. De una de sus patadas hizo de mi marioneta un montón de astillas, literalmente.

— Sí, por eso te preguntaba. Pero... bueno, Reiji es el antidistancias también, a mí no me dejó alejarme ni dos metros en todo nuestro combate. Intentaré decirselo si no habláis antes, al menos que sepa que se enfrentará a otra especialista en rango corto.

Entonces Hana tuvo una revelación divina.

— Espera, ¿tú te vas a pegar con Ren? — podría haberlo sabido de una forma más sencilla, pero lo descubrió porque sabía que los dos desaparecido de Kusagakure se pegaban por el último puesto.

Si ella se enfrentaba al desconocido, Reiji con Ranko y los kusajines entre ellos, solo quedaban Ren y Takumi. Todo eso solo evidenciaba lo poco que hablaban ella y Ren del torneo. ¿Cómo era posible que no supiese eso? Se hubiese empezado a tirar de los pelos si no fuese porque lo cierto es que le daba igual. Al menos ahora podría decirle a Takumi, advertirle, que como se pasase de la raya le aparecería la cabeza de su marioneta en la cama.

—Sí, claro, es mi hermana. —Respondió con total naturalidad.

Al kazejin había cosas que no le cuadraban, ¿eran hermanas pero vivían en puntas diferentes del continente? Puso un gesto raro, tal vez sus padres estaban separados y acabaron ellas dos distanciadas, quien sabe.

—Sí, por eso te preguntaba. Pero... bueno, Reiji es el antidistancias también, a mí no me dejó alejarme ni dos metros en todo nuestro combate. Intentaré decírselo si no habláis antes, al menos que sepa que se enfrentará a otra especialista en rango corto.

—Que tenga mucho cuidado, no se le da mal el Doton y sabe usar la espada, es muy completa. —Tampoco le pudo dar mucha más información. Seguro que la kusajin tenía muchas más técnicas y habilidades, pero no vio ni la mitad de ellas muy probablemente.

Esperaba que su compañero pudiera ganar esa final, sería un gran punto para el Remolino. Pero las cosas estaban complicadas, Ranko era muy fuerte.

—Espera, ¿tú te vas a pegar con Ren? —Preguntó.

—S-si, es mi rival por el quinto puesto. Por cierto, una duda, —Dejó caer. —¿cómo es que sois hermanas y vivís en Aldeas diferentes?

—Que tenga mucho cuidado, no se le da mal el Doton y sabe usar la espada, es muy completa.

En principio, asintió, memorizando la información. Entonces escuchó lo que le decía Takumi.

— ¿Doton? ¡Yo también uso Doton! ¿Hizo algo interesante? ¿Alguna técnica secreta? — nunca había visto a nadie usar Doton, tal vez había algún estilo secreto en Kusagakure del que aprovecharse.

—S-si, es mi rival por el quinto puesto. Por cierto, una duda, ¿cómo es que sois hermanas y vivís en Aldeas diferentes?

Se rió nerviosamente y se llevó una mano a la nuca.

— Ah, sí, eso. — siempre le avergonzaba aclarar su relación — No somos hermanas de sangre. Pero, bueno, mis padres están muertos, los suyos no la quieren, así que creímos que podíamos apoyarnos mutuamente como familia.

Bueno, le había salido bastante mejor que la última vez. Tal vez estaba mejorando en explicarse de tantas veces que lo había hecho. Entonces cayó, ¿tendría Ren el mismo problema? ¿Hablaba siquiera de ella con alguien? Hana no dejaba de hablar de Ren con casi cualquier persona que se cruzaba y sin que ella sacase el tema.

—¿Doton? ¡Yo también uso Doton! ¿Hizo algo interesante? ¿Alguna técnica secreta? —Preguntó con entusiasmo.

—Pues... En realidad solo vi esa técnica que usáis todos los usuarios de Doton. Esa con la que resquebrajáis el suelo, ¿cómo era? ¿Retsudo Tenno o algo así? —Sabía que técnica era porque se la había visto a Kisame en Notsuba, pero ahora tampoco se acordaba a ciencia cierta de cual era su nombre exacto. —Pero estoy seguro que cuenta con más técnicas, solo que conmigo no le hicieron ni falta.

Ante la pregunta sobre ella y su hermana a la rubia le entró una risa nerviosa, como si la explicación que viniera fuera un tema algo espinoso. «No debería de haber preguntado tal vez.»

—Ah, sí, eso. No somos hermanas de sangre. Pero, bueno, mis padres están muertos, los suyos no la quieren, así que creímos que podíamos apoyarnos mutuamente como familia.

Abrió los ojos al ver como le contaba con total naturalidad que sus padres estaban muertos y que su "hermana" tenía problemas con los suyos, además parecía ya una respuesta que tenía ya pensada, seguramente se lo preguntarían muy a menudo.

—Ahhh vale, —Dijo medio riéndose, intentando no tener que profundizar en el tema de sus padres. Sabía mejor que nadie que no era un tema agradable. —ya decía yo que era muy extraño tener a una hija en cada punta de Ōnindo.

—Pero estoy seguro que cuenta con más técnicas, solo que conmigo no le hicieron ni falta.

— Nah, siendo luchadora supongo que sabrá más cosas de Taijutsu que de Ninjutsu. Esa es la técnica más simple de Doton, así que no creo que se haya centrado demasiado en ello.

La apenaba tanto como la alegraba que tan poca gente usase Doton, así era más especial pero no tenía con quien compartir ideas o... robarselas. Rio malevolamente en su interior sobre aquel supuesto.

—Ya decía yo que era muy extraño tener a una hija en cada punta de Ōnindo.

— ¿Y tú, Takumi-san? ¿Tienes familia?

Solo esperaba que devolverle la pelota fuese mejor que seguir recordando a sus difuntos padres. Por suerte, estar tan lejos de la villa y de su casa hacia más sencillo ignorar el dolor.