—¿Y tú, Takumi-san? ¿Tienes familia? —Y llegó la espinosa pregunta que el kazejin siempre rezaba por que nunca llegara.

Torció su gesto, había pasado ya casi diez años pero le seguía afectando como el primer día. Por suerte o por desgracia había aprendido a disimularlo, tampoco quería importunar a nadie con sus traumas.

—Pues... Hace ya tiempo que no. —A las palabras les costaba salir. —Pero tengo a gente que es casi como si fueran mi familia así que algo es algo. —Intentó quitar hierro al asunto acompañando esto con una forzada sonrisa.

Él sabía que estaba mintiendo, pese a que quisiera y apreciara a Itona y a Ari por todo lo que han hecho por él, no era lo mismo. Su verdadera familia estaba bajo las arenas del desierto y no regresarían jamás. Eso era una realidad que nada podía cambiar y aún cargaba con ese peso después de tanto tiempo.

Pudo ver como se le cambiaba la expresión a Takumi al oír la pregunta y empezó a cuestionarse si había algún ninja en este mundo que no tuviese problemas familiares. Datsue tenía a sus padres vivos y parecía que tenía buena relación con ellos, pero un hermano traidor por ahí suelto. Eri tenía problemas con su padre y su madre. De momento, no había conocido a nadie con una familia feliz y normal.

—Pues... Hace ya tiempo que no. Pero tengo a gente que es casi como si fueran mi familia así que algo es algo.

— Vaya... — tuvo que plantearse seriamente qué decirle, hasta que decidió dejarlo salir todo y esperar que la entendiese. — Lo siento y me alegro de que tengas a alguien. Sinceramente, si no fuese por la gente que he conocido en la villa, creo que no habría conseguido levantar cabeza. Eri-sensei me ha ayudado mucho. Así que me alegro de que tú también tengas a alguien, Takumi-san.

La conversación había caído a un pozo de tristeza y la expresión de Hana lo demostraba, sonreía, pero con una sonrisa triste y la mirada baja. Siempre tardaba en calar el mensaje de que sus padres estaban muertos, lo había repetido tantas veces que le costaba aceptar que cuando volviese a la villa, su casa seguiría vacía. Cogiendo polvo.

—Vaya... —Se quedó callada unos instantes. —Lo siento y me alegro de que tengas a alguien. Sinceramente, si no fuese por la gente que he conocido en la villa, creo que no habría conseguido levantar cabeza. Eri-sensei me ha ayudado mucho. Así que me alegro de que tú también tengas a alguien, Takumi-san.

La kunoichi buscó consolarle y la verdad es que tenía razón en sus palabras, si no fuera por Itona el de gafas no hubiera podido hacer nada más que llorar y dormir, también cuando llegó al Remolino comenzó a pensar en otras cosas que no fuera su pasado y desde que conoció a su sensei vio que tal vez había razones para sonreír y ser feliz; la Aldea y su gente ayudan en gran manera. Aunque siempre había algún día algo bajo de moral y este parecía uno de ellos tras recordar con nostalgia a su familia.

—Gracias... —Dijo con los ojos ligeramente vidriosos y una sonrisa más sincera que la anterior. —Creo que tienes razón, la Villa es casi medicinal en estos aspectos. —Cayó entonces en que dijo que su maestra era la Uzumaki. —Ah es verdad, tu eras la alumna de Eri-san, —Su memoria era horrorosa para acordarse de las conexiones personales. —la conocí el otro día y parece muy buena maestra, seguro que es un gran apoyo.

La imagen que tenía el marionetista de la jōnin, pese haber hablado con ella un día, era muy positiva; le había ayudado desinteresadamente sin estar a su cargo ni nada y fue la vez que más integrado se sintió el genin como shinobi de Uzushiogakure. Sin duda inscribirse al Torneo fue un acierto.

—Gracias...Creo que tienes razón, la Villa es casi medicinal en estos aspectos. Ah es verdad, tu eras la alumna de Eri-san, la conocí el otro día y parece muy buena maestra, seguro que es un gran apoyo.

Entonces cayó en la cuenta de algo en lo que no había pensado. Nunca había visto a Takumi en la villa. Su primer contacto con él fue en Nantonoya y, por lo que parecía, también era la primera vez para Reiji. Y ahora, él mismo le decía que acababa de conocer a Eri. Era raro.

— Supongo que es porque es nuestro hogar. Más que nuestra propia casa o nuestra propia habitación, toda la villa y sus habitantes son extrañamente familiares para mi. Supongo que es parte de ser kunoichi sentirte así. — ensanchó la sonrisa al recordar a todos los vecinos de su pequeño barrio.

Decidió hablar sobre lo que había pensado, no tenía sentido ponerse trabas con sus propios compañeros.

— Aunque es raro haberte conocido en el Valle, cuando llegué aquí esperaba conocer a todos los participantes de Uzushiogakure. Conocía a Reiji, a Eri, incluso a Datsue, pero a ti no. Y no sé, es raro, porque no te ubico del todo. — se dio cuenta enseguida de lo que parecía insinuar y se puso nerviosa — Que no quiero decir que seas menos uzujin que nadie ni que desconfie de ti, más bien que me gustaría vernos una vez volvamos a la villa y no sé, ¿hacer una misión juntos?

Se encogió de hombros. Era lo más lógico que podían hacer dos ninjas en las villa y tal vez así se quitaba la extraña sensación que tenía.

—Supongo que es porque es nuestro hogar. Más que nuestra propia casa o nuestra propia habitación, toda la villa y sus habitantes son extrañamente familiares para mi. Supongo que es parte de ser kunoichi sentirte así.

Aunque entendía lo que quería decir la rubia no podía decir que los habitantes de la Aldea le eran familiares, era su tercer año en el Remolino y su corazón estaba aún en los desiertos del Viento. Tal vez con el paso de los años podría sentirse como un lugareño más y gracias a Dios no se lo estaban poniendo difícil, en ningún momento había recibido muestras de racismo o similar; lo máximo que algunos aún se sorprenden de ver a un extranjero con la bandana de Uzu en la frente.

—Aunque es raro haberte conocido en el Valle, cuando llegué aquí esperaba conocer a todos los participantes de Uzushiogakure. Conocía a Reiji, a Eri, incluso a Datsue, pero a ti no. Y no sé, es raro, porque no te ubico del todo. —Parece que se puso algo nerviosa. —Que no quiero decir que seas menos uzujin que nadie ni que desconfie de ti, —El de gafas se rió ligeramente intentando que no se preocupara por eso su compañera. —más bien que me gustaría vernos una vez volvamos a la villa y no sé, ¿hacer una misión juntos?

—Me parece genial lo de la misión, necesito ampliar el expediente y no me vendría nada mal el dinero; las marionetas no son baratas precisamente. —A ver si por fin conseguía ponerse con las misiones más a menudo. —Y lo de que no me hayas visto por la Aldea no te preocupes es normal, no suelo salir de casa muy a menudo.

Eso era otra cosa que tenía que mejorar, tal vez socializar un poco de vez en cuando no le vendría mal, sobretodo con sus compañeros de oficio. Hasta entonces lo único que hacía con su tiempo era estar en casa estudiando manuales y tratados del arte de las marionetas y creando prototipos; o ayudar a Airi en la taberna los fines de semana. Con todo esto poco había hecho el kazejin para conocer a los locales.

—Me parece genial lo de la misión, necesito ampliar el expediente y no me vendría nada mal el dinero; las marionetas no son baratas precisamente. Y lo de que no me hayas visto por la Aldea no te preocupes es normal, no suelo salir de casa muy a menudo.

Hana sonrió al oír que Takumi aceptaba su proposición. Lo cierto es que el equipamiento de la rubia era más bien escaso, ni tenía dinero ni creía necesitar más herramientas. Aunque tal vez a la larga iba a necesitar un comunicador. De momento, no se veía haciendo más allá de alguna misión C. Hasta que no subiese a Chunin dudaba que fuera a necesitar el comunicador y para eso aún quedaba, ¿no?

— Pues cuando quieras, yo también debería ponerme a hacer misiones, que tengo un historial más bien breve. — sabía que igual era un tema delicado, pero tenía que preguntarlo — ¿Por qué no sales de casa? Es decir, si la villa es preciosa y un buen paseo siempre reconforta. Saldrías para el festival del cerezo de este año, ¿no?

Le parecía impensable que cualquier residente de la villa se quedase en casa aquella noche, aunque ella misma lo había hecho el año en que sus padres la dejaron.

—Pues cuando quieras, yo también debería ponerme a hacer misiones, que tengo un historial más bien breve. —Estaba igual que el marionetista, puede que fuera algo común en los genin, al comienzo costaba hacer misiones rutinariamente. —¿Por qué no sales de casa? Es decir, si la villa es preciosa y un buen paseo siempre reconforta. Saldrías para el festival del cerezo de este año, ¿no?

Al kazejin le hacía gracia la curiosidad que mostraba la rubia por casi cualquier tema, parecía que quisiera desengranar toda la información que llegara a sus oídos.

—Pues... —Comenzó con cuidado mientras se rascaba la cabeza. —La verdad es que no fui al festival. —Se rió levemente, intentando restar importancia a su ausencia en el mayor festival de la Aldea. —Es que justo me llegó un manual sobre marionetas antiguas el día anterior y me lo quería estudiar al dedillo. Aunque lo normal es que no salga porque estoy leyendo o trabajando en nuevas marionetas o accesorios en el taller. Y algún día que otro los paso en la taberna de mi casera, ayudándole con el negocio. Soy algo más casero de lo normal por así decirlo.

También estaba aún acostumbrándose a vivir rodeado de tantas personas, Uzushiogakure estaba abarrotada de gente y el haber vivido durante tanto tiempo únicamente con su maestro hacía que le costara acostumbrarse de nuevo a las grandes ciudades. Había mejorado en estos últimos años pero aún quedaba mucho trabajo por hacer.

—Pues... La verdad es que no fui al festival. Es que justo me llegó un manual sobre marionetas antiguas el día anterior y me lo quería estudiar al dedillo. Aunque lo normal es que no salga porque estoy leyendo o trabajando en nuevas marionetas o accesorios en el taller. Y algún día que otro los paso en la taberna de mi casera, ayudándole con el negocio. Soy algo más casero de lo normal por así decirlo.

A ver, Hana no era muy casera, por motivos más bien evidentes, le gustaba dar paseos y olvidarse de sus problemas en el barullo de la villa. Sin embargo, podía llegar a entender a las personas que no salían de casa. Es decir, si ella tuviese a alguien a quien querer en casa, no saldría de ella tampoco. Por un breve momento, la imagen de Ren y su sonrisa tonta vinieron a su mente, pero se deshizo rápidamente de ella negando con la cabeza.

— Pero, pero, ¡Takumi-kun! ¡Es el festival! El año que viene te ire a buscar y te sacaré a rastras de donde sea que vives. ¡Y me llevaré a Eri-sensei por si te resistes! — le amenazó con el indice.

Una cosa era ser casero y otra muy diferente no ir al festival de los cerezos. ¡Inexcusable!

—Pero, pero, ¡Takumi-kun! ¡Es el festival! El año que viene te ire a buscar y te sacaré a rastras de donde sea que vives. ¡Y me llevaré a Eri-sensei por si te resistes!

Entendía que fuera casi una ofensa para cualquier uzujin que alguien residente en la Aldea no apareciera en el festival. Takumi tendría que trabajar mejor sus relaciones sociales en el Remolino si quería poder integrarse completamente.

—Tranquila prometo ir la próxima vez. —Se rió ligeramente. —No hará falta que me arrastréis hasta allí.

»Que a todo esto, ¿en qué consiste el festival? —Preguntó con miedo de que esto fuera otra ofensa.

Había oído hablar de él, pero no tenía ni la menor idea de que se hacía.

—Tranquila prometo ir la próxima vez.No hará falta que me arrastréis hasta allí.

No sabía por qué pero las palabras de Takumi le sonaron justo al revés, ahora se veía más que nunca teniendo que ir a buscarle para sacarle a rastras de su casa.

»Que a todo esto, ¿en qué consiste el festival?

Hana se quedó un momento parada, mirando fijamente al muchacho. Para finalmente, suspirar y dedicarle una mirada de incredulidad. Sin embargo, no dijo nada al respecto pasó directamente a la explicación.

— En resumen, te juntas con tus amigos y hacéis un picnic en el jardín justo cuando están todos los cerezos en flor. En no resumen, hay todo tipo de puestos ambulantes, de juegos, de comida y todos se visten con kimonos y al final de la noche siempre hay música y este año hubo fuegos artificiales. Fue precioso.

Se paró un momento para volver a mirar a Takumi fijamente

— Habrás visto al menos los cerezos en flor alguna vez, ¿no?

La rubia suspiró y miró al kazejin, ¿puede que sí que hubiera sido una ofensa decir eso?

—En resumen, te juntas con tus amigos y hacéis un picnic en el jardín justo cuando están todos los cerezos en flor. En no resumen, hay todo tipo de puestos ambulantes, de juegos, de comida y todos se visten con kimonos y al final de la noche siempre hay música y este año hubo fuegos artificiales. Fue precioso.

Se acordaba de los fuegos artificiales, pudo verlos un poco desde la ventana de su habitación, seguro que era una experiencia impresionante. Tal vez ahora que conocía a alguien más en la Aldea tendría el valor suficiente para ir el próximo año.

—Habrás visto al menos los cerezos en flor alguna vez, ¿no? —Le preguntó mirándolo fijamente.

—Si, los vi. Creo que es de lo primero que me enseñaron cuando llegué a Uzushiogakure. —Recordó el patriotismo que desprendía aquel chūnin que le hizo el tour por la Villa cuando le enseño aquellos árboles. —Pero creo que nunca los he llegado a ver en su apogeo.

Tenía que salir más de casa, estaba claro. Además algo como los cerezos en flor le llamaba la atención de sobremanera, acostumbrado a no ver más árboles que palmeras en su tierra natal .

—Si, los vi. Creo que es de lo primero que me enseñaron cuando llegué a Uzushiogakure. Pero creo que nunca los he llegado a ver en su apogeo.

A Hana le había entrado hasta un tic nervioso en un ojo, en que la ceja no paraba de subir y bajar de puro estrés. Se giró, dándole la espalda a Takumi y respiró hondo. Varias veces. Después se llevó las manos a la cabeza y suspiró hondo, pasándose finalmente los dedos por el pelo y bajando las manos de nuevo.

Entonces se giró de nuevo a Takumi.

— Takumi-san... tú... — le señaló con un dedo casi amenazante. — El primer día de primavera que vea florecidos los cerezos te iré a buscar y vendrás a verlos.

Se volvió a girar, claramente nerviosa por toda la situación. Dio un par de pasos para volver de nuevo a encarar a Takumi.

— ¡¿Pero cómo no has vistos los cerezos?! ¡Si son el icono de Uzushiogakure! Como el té o los remolinos.

Esta vez era un tono triste, de pena, porque le daba pena que Takumi estuviese viviendo en su villa, sirviendo a esa misma villa y no hubiese visto el símbolo, la gran belleza de Uzushiogakure. ¡Se estaba perdiendo lo bueno!

Hana se giró y respiró hondo, volvio a girarse hacia el de gafas señalándole con el dedo.

—Takumi-san... tú... —Parecía que iba a matarle. —El primer día de primavera que vea florecidos los cerezos te iré a buscar y vendrás a verlos.

—E- entendido. —Dijo casi con miedo rascándose el cogote.

La rubia volvió a girarse, dio unos pocos pasos y se volvió otra vez encarando al kazejin.

—¡¿Pero cómo no has vistos los cerezos?! ¡Si son el icono de Uzushiogakure! Como el té o los remolinos.

—Si interés tengo, pero nunca he podido acudir a verlos cuando florecen. Debería organizarme mejor. —Intentó justificarse. —Pero tranquila, que de la próxima primavera no pasa. —Prometió.

Su compañera tenía razón, ya iba siendo hora de conocer bien la Aldea para la que estaba sirviendo, uno de sus iconos de belleza inigualable. A ver si así de una vez por todas comenzaba a integrarse completamente, nadie le había dificultado esa labor, pero había algo en su interior que aún le impedía abrirse completamente a los uzujins y a su Villa.

—Si interés tengo, pero nunca he podido acudir a verlos cuando florecen. Debería organizarme mejor. Pero tranquila, que de la próxima primavera no pasa.

Le pareció bastante contradictorio que dijese que sí tenía interes después de confesarle que no había ido nunca al festival y que nunca había visto los cerezos en flor. Igual tanto interes no tenía. Pero había decidido tomarse un momento y dejar correr el tema, total, estaban en pleno verano, aún quedaba casi un año entero hasta que pudiese obligarle a ver los cerezos forzosamente.

— Bueno, no pasa nada. La primavera que viene se arregla y ya está. Cuando volvamos a la villa podemos hacer misiones y ya en primavera hacemos la más importante de todas, llevarte al dichoso festival. ¿Tienes algún kimono o yukata? Hay que llevar uno al festival.

Se le había olvidado que hablaba con alguien que no tenía ni idea de lo que pasaba en los festivales de Uzushiogakure.

—Bueno, no pasa nada. La primavera que viene se arregla y ya está. Cuando volvamos a la villa podemos hacer misiones y ya en primavera hacemos la más importante de todas, llevarte al dichoso festival. ¿Tienes algún kimono o yukata? Hay que llevar uno al festival.

Takumi se puso a pensar, kimono fijo que no tenía ninguno, pero algún yukata tenía. Lo que más primaba en su armario eran haoris, con variados diseños y colores, pero yukatas ahora recordando bien tenía dos nada más, encima de colores oscuros y sin estampado alguno.

—Yukata sí que tengo un par, pero son muy sencillos. Para un festival entiendo que debería de ser algo más elegante, ¿no?

El de gafas tampoco tendría problemas en comprarse un yukata nuevo de mejor calidad, estaría feo presentarse en el mayor festival de la Aldea con la misma ropa con la que trabaja en sus marionetas o barre la casa.