No esperaba que reaccionara tan emocionada ante aquella petición, por lo que cuando se le abalanzó sin querer se encorvó un poco hacia delante, pero se recolocó casi en el momento mientras Hana acariciaba sus cabellos. Mantuvo un suave rubor en sus pálidas mejillas, mientras miraba al reflejo de Hana en el espejo, sin perder vista de ella.

— U-Uhm no... La tengo en un cajón en casa... No la usaba y me daba miedo de que se rompiera o le pasara algo — ladeó la mirada, como intentando buscarla pese a que sabía que era imposible. — P-Pero ya sabes que me vale cualquier cosa, una coleta alta o baja es suficiente — añadió finalmente sonriendo dubitativa de que aquello llegara a convencer a la rubia.

— U-Uhm no... La tengo en un cajón en casa... No la usaba y me daba miedo de que se rompiera o le pasara algo

El rostro de Hana se ensombreció levemente, perdiendo la sonrisa por un segundo.

— Oh, vaya. Justo ahora que tienes el pelo perfecto para llevarla.

Tan pronto como se había ensombrecido, se iluminó de nuevo, sonriendo. Agarró la cabellera de Ren con suavidad y sacó un par de coleteros.

— Pues dos coletitas bajas entonces. Ya verás, qué adorable.

En apenas unos segundos, ya tenía hechas las dos coletas y esperaba la respuestas ta de la morena con ansía, mirandola a través del espejo con una sonrisa de oreja a oreja.

La morena abrió su boca cuando vió que Hana pareció dudar o recaer. Ya había vuelto a meter la pata. Realmente pese a lo sucedido, era incapaz de tirar aquella pieza o deshacerse de ella, y le daba miedo que le pasara algo. Pero Hana no le llego a dejar responder. Ren tragó saliva algo dubitativa por el cambio de reacción, pero se dejó llevar por la alegría de la rubia.

Poco a poco, su rostro parecía iluminarse cada vez que los dedos de Hana se entrelazaban con su cabello, y hasta ella misma se dio cuenta mientras se miraba en el espejo.

— Jeje, siento que solo pasando tiempo a tu lado, me está sanando de todo este tiempo, no sé cómo explicarlo — respondió algo avergonzada, con una suave y tierna carcajada acompañada de una sonrisa que podría derretir hasta el más frío hielo.

— Jeje, siento que solo pasando tiempo a tu lado, me está sanando de todo este tiempo, no sé cómo explicarlo

Hana le devolvió la sonrisa. Ignorando que sí había algo que sanar era precisamente por su culpa. Sin embargo, tras un breve momento de felicidad le agarró el antebrazo a Ren.

— Puede que te sane el corazón pero mira esto. — dijo dándole unos toquecitos al músculo inexistente se su hermana — Esto no se va a sanar solo. Así que vamos a desayunar y a entrenar.

Le hizo una señal de que la siguiera y se fue a la puerta. Se sentía mal siendo tan autoritaria con Ren, pero le daba la impresión que estaba completamente atontada y si no la arrastraba no haría nada más que acomodarse.

La morena rio, alternando la mirada un breve instante entre los ojos miel de su hermana y su escuchimizado brazo, con una mirada nostálgica. Para ella finalmente pareció que todo volvió a su cauce natural. Se dejó arrastrar sin oponer resistencia, manteniendo una pequeña sonrisa llena de ilusión.

Quiso escoger algo de bollería para comer junto a su taza de leche caliente, pero seguramente Hana la regañaría y le obligaría a comer algo como una manzana o similar. Sin embargo, lo intentaría, igualmente, para discutir con ella más tarde. Cuando se sentaron a desayunar, le dio un poco de vueltas. La rubia hacía bastante hincapié en su forma física, más de lo que esperaba que hiciera o más bien no era donde esperaba que la criticara.

Su rostro seguía mostrando algo de cansancio bajo sus ojos, pero tenía mucho mejor aspecto que el día anterior cuando la encontró. Por otra parte, de la noche a la mañana, no recuperaría su fondo físico, pero no pudo dejar de pensar un poco en eso. ¿Le gustaba que estuviera en forma? ¿Exactamente el qué?

En cualquier caso debía volver a hacer ejercicio para empuñar la espada correctamente. Y aunque hasta ahora lo había hecho por su cuenta, pues Nanashi había renunciado a ese arte, este le había insistido en ayudarla buscando animarla pese a no querer volver a empuñar una espada. Aquello fue lo que le hizo darse cuenta de lo mal que estaba.

Hana no le diría nada a Ren si decidía desayunar bollería. Aún seguía sintiendose algo rara sobre qué hablar con ella. ¿Había algún tema que poder tocar sin sentirse culpable? El mal aspecto que tenía, que era sobre lo que la había regañado, no era más que culpa suya por provocarle un fuerte impacto emocional. ¿Y por qué? Por nada.

— Bueno, si no quieres entrenar, no pasa nada. Pero si sigues siendo kunoichi, no quiero que vayas por ahí tan... — se dio cuenta de lo que iba a decir demasiado tarde. — Q-Quiero decir que podemos hacer otra cosa, no tienes que forzarte.

La iba a llamar debil, después de desaparecer durante meses, iba a llamarla debil. No sabía ni donde meterse. Se bebió su zumo de un trago para intentar ahogar su estupidez, agarró su manzana y empezó a cortarla, centrando su atención en eso y no en que era idiota.

Y, por el contrario, no fue así, no le dijo absolutamente nada sobre lo que debia o no debía dejar de comer. Tal vez estaba confiando en ella, en que aquello solo era una forma de celebrar el que se volvieran a encontrar tras tanto tiempo, y así fue como lo procesó en su cabecita.

— ¿Fhan? — preguntó con un bronceado bollito en la boca. — Bueno... Tampoco tengo mucho más tiempo para estar... Nanashi y Oda seguramente estén más que preocupados por mi, es la primera vez que salgo en una misión o fuera de la aldea en tanto tiempo — termino de desayunar, sin prisa pero sin pausa. — P-Pero puedes acompañarme a la estación... S-Si quieres claro, seguro que tienes otras cosas que hacer

Solo quería seguir junto a ella por más tiempo, aunque estuvieran calladas sin hablar de nada, le valía con tan solo estar a su lado.

— P-Pero puedes acompañarme a la estación... S-Si quieres claro, seguro que tienes otras cosas que hacer

— ¿Qué estación?

Lo preguntó directamente solo oirla. Estaban justo en un sitio entre tres estaciones. El Lago de Shiona no tenía su propia parada, claramente un error del servicio ferroviario pero no iba a comentarlo en voz alta. Tal vez a Datsue más adelante, cuando hubiese recobrado algo de su confianza. Si es que había tenido alguna en algún momento.

— Quiero decir, la más cercana es Los Herreros, a mi me coge de camino, pero te alejarías de tu país, claro. ¿De cual has venido?

Cualquier cambio de tema era un buen cambio de tema.

Alzó un poco la cabeza, intentando hacer memoria desde donde vino y lo acontecido, por lo que no estaba mirando a Hana.

— Tuve que entregar unas hierbas en Yamiria, y como al volver perdí el tren, decidí ir caminando cerca de las vías para evitar perderme. Pensé que tal vez caminar me ayudaría a despejarme y aclarar mis pensamientos y entonces... Vi el lago en la distancia y me acerqué por... B-Bueno, fue donde nos conocimos — respondió algo avergonzada al final, pero ni por asomo por el hecho de no haberse esperado a otro ferrocarril.— Puedo cogerlo en Los Herreros sin problema, aunque sea uno nocturno.

— Tuve que entregar unas hierbas en Yamiria, y como al volver perdí el tren, decidí ir caminando cerca de las vías para evitar perderme. Pensé que tal vez caminar me ayudaría a despejarme y aclarar mis pensamientos y entonces... Vi el lago en la distancia y me acerqué por... B-Bueno, fue donde nos conocimos. Puedo cogerlo en Los Herreros sin problema, aunque sea uno nocturno.

¿A coger unas hierbas en Yamiria? Para ser su primera misión en mucho tiempo, se había ido increiblemente lejos. Y además el paseo hasta el lago no era un paseo de mañana, era un buen trecho. Se ahorró sus pensamientos y se metió en la boca un trozo de manzana para evitar decirlos sin pensar, que era lo que acabaría pasando.

Tras unos segundos de masticar y tragar.

— Pues, ¿quieres que salgamos ya? Hay una buena caminata hasta los Herreros.

Había decidido dejar descansar la idea de entrenar, que todavía le haría daño físico a Ren y tendría que tirarse en mitad del lago con piedras en los tobillos para flagelarse por hacerla sufrir de todas las formas habidas y por haber.

— ¡Si, voy a por mis cosas y nos vemos en la entrada! — respondió casi de inmediato, echándose un poco en la mesa. Iría directa hacia la habitación en la que había estado, para recoger la ropa que llevaba, y guardarla en un macuto que llevaba.

Cuando Hana volviera de su habitación, Ren estaría en la entrada de la posada esperandola como un fiel cachorrito, con aquella calida sonrisa dibujada. Estaba de hecho el gran perro del dia anterior, al que se acercó quedándose de cuclillas, buscando acariciarlo y relacionarse con el de la mejor forma posible. Su dueña, estaba junto a él quien seguramente venía a darle las gracias a la dueña por haber avisado sobre su nueva escapada.

Probó de todo, mostrándole el dorso de su mano primero para ofrecer que la oliera, y se había agazapado para no parecer intimidante o grande ante él. Hana no había tenido ni un solo problema para relacionarse con aquel perro, como si tuviera un talento natural para ello, pero para Ren no era posible tener esa facilidad.

— ¡Si, voy a por mis cosas y nos vemos en la entrada! —

Ren se movió a toda velocidad, como una niña que le dicen de ir al parque de atracciones, a pesar de que Hana le estaba ofreciendo ir a una estación de trenes. No supo muy bien cómo tomarse la actitud de su hermana. No sabía muy bien cómo tomarse nada. Lo mejor sería que se relajase, pero siempre es más fácil decirlo que hacerlo.

Hana no tenía realmente nada en la habitación, porque normalmente llevaba todo sellado en pergaminos que es mucho más util. Aún así, fue a comprobar que no se dejase nada y a hacer tiempo hasta que Ren hubiese acabado. Se la encontraría en la puerta de la posada con el perro de ayer y su dueña. Hana las saludó brevemente y salió agarrando a Ren de la mano.

— ¿Vamos? — preguntó con una sonrisa sencilla.

La voz de Hana hizo que se girara casi al momento, ocasión que aprovecho aquel perro para meterle un enorme lametón en su mejilla.

— Si, vam- ¡Oye, eso no vale, no estaba atenta! — Dijo acariciándole la cara como si amasara pan, para después limpiarse la cara con una manga y aceptar con la mano contraria la mano de la rubia para incorporarse.

Durante el trayecto, Ren intento distraer todo lo posible a Hana, quien no parecía muy presente y todavía estaba algo preocupada. Por otro lado, a Ren lo que realmente le preocupaba era que si se subía a ese tren, tal vez no volvería a verla hasta Dios sabe cuando. Quería armarse de valor, evitar pensar en lo que quedaba de tiempo para subirse a ese tren, y confiar en que la negatividad que parecía tener la rubia, era porque se sentía culpable, y no porque estaba tragándola hasta que desapareciera otra vez como el típico amigo pesado. Aunque Ren, podía ser bastante pesada hablando de espadas y tal, evitó aquello.

— Y entonces, resulta que al final era su maestro, que solo quería más poder.

Pero no fue capaz, aunque al menos llegaron a la estación sin que por lo menos ella pensara demasiado en la despedida. Sobre la estación, parecía que algunos trenes se estaban empezando a preparar para salir en menos de una media hora.

Ren parecía estar completamente pletorica. Durante todo el viaje tuvo la voz cantante, mientras que Hana se limitó a hacerle preguntas sueltas cuando tenía alguna duda o para ayudarla a seguir el flujo de la conversación y que supiese que la estaba escuchando atentamente.

— Y entonces, resulta que al final era su maestro, que solo quería más poder.

— ¿Qué? Pero ¿cómo? Pero ¿qué? ¿Y cómo te sentó? Tuvo que ser algo duro. — le interesaba más la opinion y los sentimientos de su hermana que lo que le estaba contando en sí.

Pero ya estaban en la estación. Había decisiones que tomar y despedidas que hacer, y Hana apretó con más fuerza la mano de su hermana. ¿Qué pensaba de ella realmente? ¿Cómo se sentiría cuando la dejase ir? ¿Se volvería a sentir tan mal que no podría dormir?

— Bueno... — fue todo lo que dijo.

Ren le devolvería el apretón de manos y avanzaría sin soltarla de a mano, subirían el andén juntas hasta quedarse a un par de metros del vagón para no molestar a los que debían de subir. Ya compraría el boleto dentro del vagón cuando pasara uno de los revisores sin mucho problema. Se pondría de espaldas al vagón, separándose un poco de Hana pero sin soltar el agarre.

Entonces, solo miraría el enlace que las unía a las dos, los dedos de sus manos interconectados. La miraría a los ojos, con una sonrisa que se estaba desmoronando por momentos mientras sus ojos brillaban, sintiendo que estaba a punto de ponerse a llorar. Todavía quedaban varios minutos para la salida, por lo que la espera empezaba a hacerse algo incómoda. Instintivamente, empezó a balancear sus manos de un lado a otro sin sentido alguno, hasta que quedaron solo conectadas por sus dedos meñiques.

— B-B-Bueno... ¿N-Nos volveremos a ver, verdad? P-Podemos pensar en algún sitio... Y-Y volver a vernos dentro de un tiempo — su voz sonaba quebradiza pero a la vez llena de ternura y emoción, mientras no dejaba de zarandear a los lados sus manos todavía, con un rubor en sus mejillas.